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Cinco vías de Santo Tomas

Tomás de Aquino. Teología


La existencia” de Dios no pertenece “necesariamente” a la fe. A esta
verdad puede acceder el hombre mediante su razón. Esto no quita
que también esta verdad esté revelada (la encontramos en la
Sagrada Escritura).

Por este motivo, el Concilio Vaticano I (1869-1870), definió contra el


fideísmo y el agnosticismo la posibilidad universal de conocer a Dios,
por medio de la sola razón natural (de aquí que esta verdad sea
enumerada entre los “preámbulos de la fe”). De todos modos, como
no todos los hombres llegan a este conocimiento por su razón (a
causa de la debilidad que ha dejado en nuestra inteligencia el pecado
original) hay una “necesidad moral” de que esta verdad sea revelada
por Dios, para que lleguen a la misma todos los hombres,
prontamente y sin mezcla de error.

Las pruebas más tradicionales para demostrar la existencia de Dios


son estas cinco vías expuestas de modo magistral por Santo Tomás
de Aquino (“Suma Teológica”, Prima pars, cuestión 2, artículo 3). Son
éstas pruebas propiamente metafísicas. Estas vías son cinco
argumentos a posteriori (a partir de las cosas más conocidas por el
hombre) que demuestran la existencia de Dios; así, por ejemplo:

Primera Vía

La primera es la vía del movimiento: la realidad del cambio o del


movimiento (en sentido aristotélico) exige necesariamente la
existencia de un primer motor inmóvil, porque no es posible fundarse
en una serie infinita de iniciadores del movimiento.

Segunda Vía

La segunda es la vía de las causas eficientes: puesto que las causas


eficientes forman una sucesión y nada es causa eficiente de sí mismo,
hay que afirmar la existencia de una primera causa.

Tercera Vía

La tercera es la vía de la contingencia y del ser necesario: como es


un hecho que hay seres que existen y que podrían no existir, esto es,
que son contingentes, es forzoso que exista un ser necesario, ya que,
de otra forma, lo posible no sería más que posible.
Cuarta Vía

La cuarta es la vía de los grados de perfección: puesto que todas las


cosas existen según grados (de bondad, verdad, etc.), debe también
existir el ser que posee toda perfección en grado sumo, respecto del
cual las demás se comparan y del cual participan.

Quinta Vía

La quinta es la vía teleológica o del orden y la finalidad: existe un


diseño o un fin en el mundo, por lo que ha de existir un ser
inteligente que haya pretendido la finalidad que se observa en todo el
universo.

Existen otras vías a las que mejor corresponde llamar “argumentos


complementarios”. Estas son:

1) La demostración por el consentimiento universal del género


humano: todos los pueblos, cultos o bárbaros, en todas las zonas y
en todos los tiempos, han admitido la existencia de un Ser supremo.
Ahora bien, como es imposible que todos se hayan equivocado acerca
de una verdad tan importante y tan contraria a las pasiones,
debemos exclamar con la humanidad entera: ¡Creo en Dios!

2) Por el deseo natural de la perfecta felicidad: consta con toda


certeza que el corazón humano apetece la plena y perfecta felicidad
con un deseo natural e innato; consta también con certeza que un
deseo propiamente natural e innato no puede ser vano, o sea, no
puede recaer sobre un objetivo o finalidad inexistente o de imposible
adquisición; y consta, finalmente, que el corazón humano no puede
encontrar su perfecta felicidad más que en la posesión de un Bien
Infinito. Por tanto, existe el Bien Infinito al que llamamos Dios.

3) Por la existencia de la ley moral: existe una ley moral, absoluta,


universal, inmutable, que prescribe el bien, prohíbe el mal y domina
en la conciencia de todos los hombres. Ahora bien, no puede haber
ley sin legislador, como no puede haber efecto sin causa. Este
legislador ha de ser, al igual que esa ley, absoluto, universal,
inmutable, bueno y enemigo del mal. Esto es lo que denominamos
Dios.
4) Por la existencia de los milagros: el milagro es, por definición, un
hecho sorprendente que es realizado a pesar de las leyes de la
naturaleza, ya sea suspendiéndolas o anulándolas en un momento
dado. Ahora bien, es evidente que sólo aquel que domine y tenga
poder absoluto sobre estas leyes puede suspenderlas o anularlas a su
arbitrio. Por tanto, existe un Ser supremo que tiene ese poder
soberano.

Es evidente que no he hecho más que exponer el núcleo central de


todos estos argumentos. Para entenderlos bien y ver su fuerza
probativa, es necesario estudiarlos en profundidad y con los textos
completos. Estos textos puede Usted encontrarlos en:

-Santo Tomás, Suma Teológica, Primera parte, cuestión 2, artículo 3


(conviene leer también algún comentario; por ejemplo, R. Garrigou-
Lagrange, “Dios, su existencia y su naturaleza”, Ed. Palabra, Madrid).

-Santo Tomás, Suma Contra Gentiles, libro I, capítulo 13.


De modo resumido y muy claro para quien no tiene mucha formación
filosófica puede encontrarlo en el libro clásico de Hillaire, “La religión
demostrada” (Barcelona 1955; hay numerosas ediciones); o: Antonio
Royo Marín, “Dios y su obra” (Ed. BAC, Madrid 1963).

Estos argumentos, sin embargo, sólo nos llevan a conocer la


existencia de Dios. Pero la naturaleza misma de Dios, su misterio
íntimo, sólo es alcanzada por revelación del mismo Dios. Jesucristo es
el revelador del Padre, es decir, del misterio íntimo de la Santísima
Trinidad. Y esto sólo se alcanza recibiendo la fe, la cual nos viene por
medio de la Iglesia fundada por Cristo.

Para Santo Tomás de Aquino fe y razón colaboran en la demostración de la existencia


de Dios. La existencia de Dios es una verdad de fe que no es evidente para los humanos,
pero la razón puede hacérnosla más creíble. Propone para este esclarecimiento de la
existencia de Dios cinco argumentaciones, o vías. Los cinco argumentos tienen el
mismo esquema:

1. Parten de la observación de un hecho.


2. Aplican los principios de Aristóteles de que el conocimiento comienza con la
experiencia, el mundo es finito y todo tiene una finalidad.
3. Establecen una cualidad o atributo de Dios.
Vías Observación. Principios aristotélicos Atributo.
Hay cosas que se mueven.  Nada es causa de sí  La primera causa de
mismo y no hay una serie todos  los movimientos es
Primera infinita de causas. Dios; de aquí el atributo
de Dios como primer
motor.
En el mundo hay una serie de causas Nada es causa de sí Dios es la primera causa o
eficientes. mismo y no es posible la causa encausada.
Segunda
atribuir una serie infinita
de causas.
Hay cosas necesarias y no necesarias No es posible admitir una Dios tiene el atributo de
Tercera y la razón de existir las no necesarias serie infinita de causas, ser creador de todo a
tiene que ser algo exterior a ellas porque el mundo es finito. partir de la nada.
Hay cosas más o menos perfectas. El mundo es finito y, por Tiene que haber un tope,
tanto, no podemos pensar un ser absolutamente
en una serie infinita de perfecto que no se pueda
seres más o menos pensar otro que lo sea
Cuarta
perfectos. más. De aquí se deriva el
atributo de que Dios es el
ser absolutamente
perfecto.
Hay seres que carecen de Todo tiene una finalidad. Tiene que haber un ser
conocimiento y, sin embargo, actúan inteligente que planifica
como si lo tuviesen, obran con todo de acuerdo a un fin;
Quinta arreglo a un fin. Tal parece que de donde se desprende el
planifican, pero su falta de atributo de Dios como
conocimiento les impide esta Providencia, como ser
planificación. que cuida de este mundo.

Quinque viae (lit. en latín, Las cinco vías) son cinco argumentaciones a favor de la
existencia de Dios incluidos en la parte Ia cuestión 2ª de la Suma Teológica (Summa
Theologiae) escrita en latín por el teólogo del s. XIII Santo Tomás de Aquino. Tomás de
Aquino no incluyó varios argumentos sobre la existencia de Dios que ya estaban
postulados en ese momento, como el argumento ontológico de San Anselmo de
Canterbury, ya que no creía que fuera válido. En el siglo XX, el filósofo y sacerdote
católico Frederick Copleston dedicó gran parte de su trabajo a explicar y ampliar las
cinco vías de Aquino. Estos argumentos están diseñados para probar la existencia de un
solo Dios (monoteísmo), como el cristiano.

Las cinco vías


Las pruebas de la existencia de Dios en forma de argumentos filosóficos 1 2
Argumento del primer motor inmóvil
Artículo principal: Vía del primer motor
"[...] En este mundo hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. [...]
Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se
mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es
movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder
no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así
no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser
movidos por el primer motor. [...]. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor
al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a un ser más omnipotente del cual
tenemos por nombre Dios
Argumento de las causas eficientes
Artículo principal: Vía de la causa eficiente
"[...]En el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no
encontramos, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior
a sí mismo, cosa imposible. [...] Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito
este proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría efecto
último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario
admitir una causa eficiente primera. Todos la llaman Dios."
Argumento de la contingencia
Artículo principal: Vía del ser necesario
"[...] Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas
o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es imposible
que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo
la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí
mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es
verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir
más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a
existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos
los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser
necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que
en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder
indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo
tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su
necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le
dicen Dios."
Argumento de los grados de perfección
Artículo principal: Vía de los grados de perfección
"[...] Pues nos encontramos que la bondad, la veracidad, la nobleza y otros valores se
dan en las cosas. [...] Hay algo, por tanto, que es muy veraz, muy bueno, muy noble; y,
en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son sumamente verdaderas, son
seres máximos, como se dice en II Metaphys. Como quiera que en cualquier género, lo
máximo se convierte en causa de lo que pertenece a tal género -así el fuego, que es el
máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el mismo libro —, del
mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir, de su bondad, de
cualquier otra perfección. Le llamamos Dios."
Argumento teleológico
Artículo principal: Vía del ser inteligente y del gobierno del mundo
"[...] Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos
naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o
a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar
su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen
conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e
inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el
que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios."

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