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La 3ªvía constata que existen seres contingentes (que existen pero pueden
dejar de hacerlo) y llega a la conclusión de que debe haber un Ser Necesario.
La tercera forma de demostración parte de las nociones de lo posible y lo
necesario. Mejor dicho, de la existencia de seres posibles, que pueden ser o no
ser, empezar a ser y dejar de ser. Ahora bien, si existen cosas posibles tiene
que haber un ser necesario: ser que no haya empezado existir un ser que
fundamente la posibilidad y la necesidad de los seres que dependen
lógicamente de él, pues de lo contrario ahora no existiría nada. Esta prueba
remite al concepto de ser de Santo Tomás, a su diferencia entre el esse o acto
de ser y la esencia.
•
• La 4ªvía parte de que hay seres con diversos grados de perfección, para
concluir afirmando que ha de haber un Ser Sumamente Perfecto.
Finalmente, la quinta vida nos encontramos con el hecho del orden del mundo
y con la constatación de que seres carentes de inteligencia obran como
persiguiendo un fin. Excluyendo el azar, la regularidad en los fenómenos
naturales y el comportamiento de entes que carecen de inteligencia y propósito
requieren una causa inteligente que los explique y haga posibles. Se repite
aquí, por tanto, el planteamiento básico de las vías anteriores: un tipo de ser, a
saber aquel cuyas operaciones se dirige a un fin, debe ser explicado por medio
de una causa y esa causa es, para Tomás de Aquino, la que todos llaman Dios.
Las cinco vías las concibió Santo Tomás, como esbozos , ya que iban dirigidos
a personas que creían en Dios. En cualquier caso, podemos pensar que su fe
religiosa le hizo ver en las mismas, en sus conclusiones, más de lo que
realmente había en ellas
∗ La proposición “Dios existe” es una proposición evidente en sí misma, pues
la existencia es una propiedad que se incluye en la esencia de Dios, pero no
es evidente para nosotros ya que nuestra mente no está capacitada para ver
con evidencia la esencia de Dios. Este punto es importante porque le sirve a
Santo Tomás para cuestionar las argumentaciones que parten de la idea de
Dios para demostrar su existencia (el “argumento ontológico” de San
Anselmo). Así, el Aquinate dirá que si nuestro entendimiento fuese como el
de los ángeles veríamos con tanta claridad que Dios existe como vemos que
los triángulos tienen tres lados, pero dado que nuestro entendimiento es
limitado, en particular por estar encarnado en un cuerpo, las demostraciones
de la existencia de Dios deben partir de datos que sean para nosotros más
evidentes aunque en sí mismos tengan menos racionalidad que Dios mismo.
Como no sabemos en qué consiste Dios, para nosotros aquella proposición
no es evidente sino que necesitamos demostrarla, y demostrarla a partir de
aquello que es más evidente para nosotros, esto es, por los efectos.
Además, no todo el mundo entiende por Dios aquello que es lo más inmenso
que se puede pensar (como parece suponer San Anselmo) pues de hecho
algunos creyeron que Dios es cuerpo.