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“El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si Dios no existe, hay por lo
menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por
ningún concepto, y que este ser es el hombre. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es
definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así, pues,
no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla.
El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe
después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra
cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la
subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese nombre”. J. P. Sartre, El existencialismo es un humanismo
Todo lo que he tenido hasta hoy por mas verdadero y seguro, lo he aprendido de los sentidos o
por los sentidos; ahora bien, he experimentado varias veces que los sentidos son engañosos, y es prudente
no fiarse nunca por completo de quienes nos han engañado una vez.
El carácter fundamental de la filosofía positiva consiste en partir del supuesto de que todos los fenómenos
están sujetos a leyes naturales invariables, cuyo descubrimiento preciso y reducción al menor número
posible son la meta de todos nuestros esfuerzos, y considerar como absolutamente inaccesible y vacía de
sentido la búsqueda por nuestra parte de las llamadas causas primeras o finales. Es inútil seguir insistiendo
sobre un principio que tan familiar se ha hecho ahora para todos los que se han ocupado un poco de las
ciencias de la observación. Cada uno sabe, en efecto, que en nuestras explicaciones positivas, incluso en
las más perfectas, no pretendemos nunca exponer las causas generadoras de los fenómenos, puesto que con
ello no haríamos más que aplazar la dificultad, sino solo analizar con exactitud las circunstancias de la
producción de tales fenómenos y tratar de vincularlos entre sí mediante relaciones normales de sucesión y
de similitud.
6. Para quienes se ocupan de las ciencias de la observación, indagar por las causas de un fenómeno resulta
ser
A) un principio familiar.
B) un hecho constatable.
C) un supuesto positivista.
Para Aristóteles los objetos particulares que percibimos por nuestros sentidos contribuyen las realidades
primarias. Es en este mundo cambiante de las cosas individuales donde, de algún modo, tenemos que hallar
los objetos inmutables del conocimiento verdadero de la ciencia y la filosofía necesitan. A Aristóteles le
parece que Platón elude el problema en lugar de resolverlo, al afirmar la existencia de un mundo de entes
universales, inmutables y eternos, que trasciende nuestro mundo y se encuentra totalmente separado de él.
Aun cuando ellos existieran, nada tendría que ver con el conocimiento que de nuestro mundo tenemos. En
modo alguno niega, Aristóteles, la existencia de los universales, es decir, de las características generales de
las cosas, ni los tiene por creaciones de nuestra mente; existen objetivamente, pero solo como características
de las cosas individuales y no, como había pensado Platón, en un mundo trascendente de seres sustanciales
separados.
7. De acuerdo al texto, a diferencia de Platón, Aristóteles considera que los universales objeto del
conocimiento verdadero.
8. Aristóteles defiende la idea según la cual las realidades primarias están constituidas por