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La palabra integridad significa ser de una sola pieza, ser sólidos, ser fuertes. Lo que es
íntegro permanece unido y no se descompone en partes. Una persona íntegra es
monolítica interiormente. Sus cuatro potencias trabajan unidas y en forma ordenada: su
inteligencia, su voluntad, su afectividad y todos sus sentidos.
El líder con integridad es un líder ético, es de “una pieza” porque interiormente está
completo: sabe lo que quiere y por qué lo quiere. Es capaz de gobernarse a sí mismo,
sobre todo sus apetitos o impulsos, porque quien no se gobierna a sí mismo no es
capaz de gobernar a otros.
Liderazgo ético
Integral leader
Magnánimo Modesto
Confiado Austero
Seguro Acomete con audacia, Continente
Magnífico Muestra gobierno de sí Ecuánime
vence el temor y mismo y espíritu de
Paciente Clemente
resiste hasta el final sacrificio
Perseverante Alegre
Esforzado Estudioso
Audaz
Optimista
Hábitos de alto desempeño Hábitos de alto desempeño
Ser líder ético en los campos profesional o social exige ser líder de uno mismo y,
asimismo, ser líder en el seno de la propia familia, conduciendo a sus miembros a
lograr sus metas vitales. Un líder en los negocios o en la política que no es líder en su
propia casa, es un líder falso. Un líder en casa que no lo es de sí mismo también es un
líder falso. El líder íntegro, en cambio, es líder en los
cinco círculos de la vida: personal, familiar, profesional,
social y espiritual.
Adquirir un hábito exige esfuerzo porque nuestra mente no desarrolla las conexiones
neuronales de un día para otro. Lo hace lentamente, como la terapia de una persona
que sufrió lesiones en su sistema nervioso y ha de acudir a ejercicios de rehabilitación
muchas veces, hasta que las conexiones perdidas se re-establecen. De la misma
manera, deshacer estas conexiones neuronales también resulta difícil, por lo que
deshacernos de nuestros vicios exige tiempo y esfuerzo.
Adquirir hábitos de alto desempeño exige todavía más esfuerzo porque se trata de
hábitos de excelencia en una actividad. Se dice que adquirir este tipo de hábitos
demanda diez mil horas de práctica. Esta es la manera como llegamos a tocar muy bien
un instrumento musical, como el piano, o a competir en un deporte, como el tenis, o
aprender muy bien una disciplina científica o filosófica. En todas estas actividades son
necesarios hábitos como la constancia, la paciencia, la estudiosidad, etcétera. Por ello
los hábitos constituyen el núcleo de la persona que realmente somos.
Virtud Vicio
Puntualidad Impuntualidad
Laboriosidad Pereza
Constancia Inconstancia
Paciencia Impaciencia
Valentía Cobardía
Una característica de las virtudes es que constituyen un punto medio en cualquier acto
humano. Esto significa que todo acto virtuoso se transforma en un vicio por exceso y
también por defecto, es decir, esa disposición es un vicio cuando nos falta y también
cuando la poseemos de manera exagerada.
Por ejemplo, el vicio por defecto de la valentía es la cobardía, pero el vicio por exceso
es la temeridad. Ser temerario es cosa de locos y no implica virtud alguna. En el caso de
la laboriosidad el vicio por defecto es la pereza, pero hay un vicio por exceso que
consiste en trabajar exageradamente, perdiendo de vista otros aspectos como la vida
familiar, la vida social o la salud.
¿Cómo podemos distinguir cuál es ese término medio en cada acto humano y en cada
circunstancia? Cultivando la virtud de la prudencia. Esta es la virtud cardinal por
excelencia, porque sin ella no es posible desarrollar todas las demás virtudes. No
sabríamos cómo actuar, ni cuánto es poco y cuánto es demasiado en cada circunstancia
de nuestra vida.
Una persona prudente es una persona sensata, juiciosa, a la que solemos pedir consejo
porque razona muy bien y es capaz de ver cosas que nosotros no vemos. Es la persona
que sabe qué conviene hacer en cada situación, descubre cómo hacerlo, en cuánto
tiempo, con qué recursos, con qué personas. Por ello la prudencia es la cualidad más
importante de un líder íntegro.
Esta virtud tiene una serie de hábitos de alto desempeño relacionados, como muestra
la gráfica.
Decidir en forma oportuna e inteligente es la cualidad que más se valora en un líder (en
un director general, en un presidente, en un empresario o en un activista social). Decidir
prudentemente (o con sensatez) es un hábito de alto desempeño que, como cualquier
otro hábito, se puede cultivar y adquirir hasta que forme parte estable de nuestra
naturaleza. Sin embargo, adquirirlo tiene razón de bien arduo, pues se requiere un gran
esfuerzo personal y en términos generales una persona es más prudente conforma
madura.
Esta cualidad pertenece a la voluntad. Un líder con carácter posee fuerza de voluntad
porque se requiere determinación para renunciar a sí mismo y para buscar el bien
común. Por esta razón, el líder íntegro es honesto, despierta confianza, es reconocido y
querido.
Por un lado la virtud cardinal de la prudencia es condición para desarrollar todas las
demás virtudes, porque se requiere sensatez y buen juicio para actuar bien de manera
constante hasta adquirir hábitos positivos. En otro extremo, la virtud cardinal de la
justicia es el resultado final del líder prudente. Como señaló Aristóteles, la justicia es la
virtud en compendio porque sin ella no existen todas las demás.
Estamos en los terrenos de una tercera virtud cardinal que es la fortaleza. Este hábito de
alto desempeño nos permite: acometer grandes proyectos venciendo el temor;
superar los obstáculos, con paciencia; resistir hasta el final,con perseverancia.
Es claro que sin esta cualidad no podemos ser un líder ético, porque un líder que no
inicia proyectos grandes, o que los inicia pero no los termina, es un pobre líder.
Acometer y resistir son dos cualidades del líder ético que posee la virtud de la fortaleza.
Esta cuarta y última cualidad del líder ético pertenece a la virtud cardinal de la