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En la enorme y salvaje extensión del Bosque de Ambar florecen entre los distintos

pueblos de la región multitud de cultos y sectas dedicados a toda clase de dioses,


filosofías y doctrinas. En algunas culturas la religión y la espiritualidad son
elementos fundamentales, como es el caso de los orcos y los mirienses.

Deidades y cultos mirienses

La religiosidad miriense bebe tanto de sus espirituales raíces élficas como de las
más supersticiosas creencias humanas. Está marcada también por su duro entorno y
durante el último siglo, por la guerra que azota el Bosque de Ámbar. Tiene como fin
asegurar la supervivencia de su cultura, logrando mediante la adoración el apoyo de
sus dioses. Mantener a los dioses satisfechos y de su lado garantiza, según estas
creencias, la prosperidad de la nación, de sus gentes y la victoria ante sus
enemigos. Por ello es considerada un asunto de estado, aunque el largo
estancamiento de la guerra ha erosionado la fe de muchos mirienses en su religión
tradicional, facilitando la penetración de otros cultos y filosofías.

Al igual que sus parientes vindusinos, los mirienses ponen en el centro de su


religiosidad a Elethae. Es la luz que les dirige en los momentos oscuros y su magia
les permite prevalecer cuando lo imposible es la única solución. La religión
miriense ve a Elethae detrás de cada pequeño suceso afortunado, como un nacimiento
que sale adelante sin percance o un viaje que termina con la vuelta al hogar. La
iconodulia miriense está basada en la luz vibrante y siempre en movimiento de los
braseros y las velas, ya que representar a Elethae con rasgos antropomórficos
estáticos es poco menos que anatema para la sensibilidad religiosa de la nación.

Por su parte, Arastu es la protectora de la civilización miriense, quien inspiró la


construcción de grandes fortalezas y la promulgación de las leyes, tradicionales y
alianzas que han asegurado su supervivencia a lo largo de los siglos. Es tenida en
alta estima, ya que su carácter severo y estricto se complementa con la caótica
personalidad de Elethae, siendo representada como una sabia.

Deidades y cultos principales araina

Los araina no son particularmente religiosos. La estrecha relación que durante


siglos tuvieron con los Peregrinos y su tecnología les hizo entender que estos no
eran en realidad dioses, y que sus poderes cuasidivinos eran en realidad maquinaría
arcanotecnologíca o magia más allá de su entendimiento, pero magia al fin y al
cabo. Armados con ese descreimiento se toparon con los dioses de Voldor, a las que
muchos en un primer momento consideraron o bien invenciones respaldadas por magia,
u poderosas entidades con aspiraciones de divinización. Por ello, aunque multitud
de arainas reconocen el poder de la fé y no niegan la existencia de los dioses
buena parte parte de la población del reino de Telaraña opta por un desdeñoso
agnosticismo. De hecho, tradicionalmente los monarcas araina han declarado estar
«por encima de dioses y profetas» y no han dudado en perseguir aquellos cultos que
pudiesen menoscabar su autoridad. Solo algunos cultos, como Azhek, Garm, el
Peregrino o Dekaeler, han sido proscritos por considerar que atentaban contra el
estado y la figura del monarca.

Deidades y cultos orcos

La religión druídica de los orcos del Bosque de Ámbar impregna toda la vida de
estos humanoides, otorgando un estatus cuasi-ritual a cuestiones que en otros
pueblos son triviales. Conciben Voldor como un enorme espíritu con su propia
identidad al que llamar Grokka, conformado por incontables entidades menores que
están presentes en los animales, los fenómenos naturales, la geografía y en los
seres humanoides siendo esencialmente una representación de la Madre Abundante. Los
druidas contactan con los espíritus mediantes rituales, sacrificios y el consumo de
psicotrópicos, interpretando su voluntad de las más distintas fuentes del mundo
natural. Por ello su religión permea todos los aspectos de la vida de los orcos,
desde el nacimiento hasta la caza o relaciones con sus semejantes. Obrar de otro
modo atentaría contra el gran espíritu y el mundo espiritual.

Deidades y cultos de Khoumhazar

Los dioses de Khoumhazar son los dioses de todos los enanos, pues estos llegan, al
igual que los soldados enanos, de todas partes de Kiralizor y las Gunambal. Además,
una vez allí, son defendidos con orgullo y testarudez, vistos como un símbolo de
pertenencia para diferenciarse del resto de los enanos. La gran mayoría de los
enanos adoran a una tetrarquía de dioses formada por Ankaraz (Arastu), Dekaeler,
Karilim (La Guardiana) y Kathix (Praxis), aunque la jerarquía entre ellos varía
según el lugar. Los cuatro son considerados deidades propias del pueblo enano,
aunque Dekaeler es adorado bajo ese nombre en muchos otros pueblos. Cada enano
suele consagrarse a uno de los miembros de esta tetrarquía como dios patrón, a
quien ofrecen sus victorias y a cuyos templos acuden, pero no dudan en acudir a los
otros tres dioses en situaciones relacionadas con sus dominios. Por ejemplo, un
artesano entregado a Arastu no dudará en encomendarse a Karilim antes de un
juicio, o pedir ayuda a Dekaeler si se ve envuelto en una batalla.

Deidades y cultos indeverei

Debido a sus años como siervos de Los Peregrinos, los indeverei más ancianos son
reticentes a adorar a dios alguno, pues lo consideran un engaño más propio de las
razas esclavas, pese a las muestras de poder de algunos de ellos. El único culto
oficial que existe en su sociedad es el culto a Ahuraz, llamado Elethae, heredado
de sus hermanos Banjora y centrado en su aspecto de deidad solar. Entre los más
jóvenes de Indever, el espíritu de la naturaleza ha calado a fondo son muchos los
que han comenzado a adorar a La Madre Abundante, a la que llaman Miskanel, que en
su lengua significa «Buena-hija-del-sol». Y es que, para los indeverei, Miskanel es
la hija de Elethae que transforma la luz solar de su padre en la vida libre que
cubre el Bosque de Ámbar y la protege del olvido.

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