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Frontal
• El piso del seno frontal contribuye con la formación del techo orbital medial, también con
la formación del la cavidad nasal, anterior a la lámina cribiforme; la hoz del cerebro se
origina en la cresta Galli y se adhiere a un segmento de la pared posterior del seno
frontal; por consecuencia, cuando hay fractura de la pared posterior del seno frontal,
podría resultar en desgarros durales.
• La irrigación está dada por la carótida interna por medio de la oftálmica, que da una rama
supraorbitaria y etmoidal anterior. También ayuda la esfeno palatina y la temporal
superficial.
Epidemiología
• El daño al receso frontal ocurre con menos frecuencia (entre el 2.5 a 21%) es la parte
más alta y anterior del infundíbulo donde drena el conducto frontonasal.
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• Comúnmente tienden a aparecer asociadas con otras fracturas (tercio medio, cráneo,
cerebro, órbitas, etc), más que aparecer de manera aislada. Esto debido a que los
huesos circundantes de la base anterior del cráneo, las órbitas y el complejo
nasoetmoidal son significativamente más débiles, lo que conduce a su potencial de
fractura asociada. Más del 50% de los pacientes diagnosticados con fracturas del seno
frontal sufrirán una lesión neurológica, y hasta un 25% demostrará lesión oftalmológica
asociada.
• La incidencia de este tipo de fracturas suele ser baja y se asocian con frecuencia con
traumatismos cerrados secundarios a accidentes automovilísticos. Generalmente en
contexto de traumatismos graves. Esta mas asociado a hombres y a la 4a década de la
vida. Generalmente involucran la tabla anterior únicamente, más que el compromiso de
las dos tablas y siguiendo en incidencia el compromiso del suelo y el sistema de
drenaje. Son raras ademas las fracturas únicas de la tabla posterior.
Embriología
A los 4 meses en el útero, los primeros signos de desarrollo del seno frontal están
presentes cuando el meato medio comienza a expandirse hacia arriba. Este se desarrolla a
la par con las celdillas etmoidales. El patrón de neumatización es tan variable que
alrededor del 80-85% no presenta conducto nasofrontal (conducto de 1 a 20 mm de
longitud y de 1 a 6 mm de ancho) sino un ostium para drenar el seno.
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Clasificación
Las lesiones centrales están directamente relacionadas con el seno frontal y deben hacerse
más distinciones basadas en la integridad del complejo naso-orbitario-etmoidal y la base
del cráneo. Es importante entonces evaluar la tabla anterior, tabla posterior y base del
cráneo, competencia dural (fuga de líquido cefalorraquídeo), complejo NOE e integridad del
tracto de salida naso-frontal.
Examen clínico
Tratamiento
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Manejo Conservador
Una fractura lineal de tabla anterior o con m nimo desplazamiento (1 o 2 mm), es una
fractura no quir rgica que no afecta la est tica; el tratamiento es observaci n, se debe
mantener un seno funcional y se debe recomendar no sonarse, ni estornudar, evitar la tos,
no levantar objetos pesados y no hacer ejercicios fuertes.
Manejo Quirúrgico
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El abordaje preferido de este tipo de fracturas por estética y campo visual es el coronal, el
cual brinda adicionalmente la disponibilidad inmediata de hueso autógeno y tejido blando
que puede ser necesario durante la reparación y reconstrucción de lesiones frontales, con
una disección adicional mínima. Consiste en una incisión detrás de la parte superior del
vértice de la cabeza con extensiones postauriculares bilateralmente.
Adicionalmente existen otro tipos de abordajes más locales como incisión en alas de
gaviota, mariposa o Open Sky, que deben limitarse a pacientes sin cuero cabelludo, que
tienen arrugas o cicatrices abundantes en la zona a intervenir. Con frecuencia, las
laceraciones existentes pueden utilizarse y extenderse si es necesario para proporcionar un
acceso limitado a la tabla anterior del seno frontal.
LCR
CNF
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Complicaciones
La mucosa sinusal profundamente invaginada, que puede ser una fuente de formación de
mucocele si se extrae de forma incompleta durante los procedimientos de obliteración o
cranealización.
El drenaje del seno es uno de los puntos más importantes a considerar. La obstrucción
puede provocar la acumulación de moco y el desarrollo de un mucocele en expansión
dentro del seno frontal. Esto puede agravarse por una infección bacteriana y, en conjunto,
conducir a la erosión del hueso circundante y al desarrollo de osteomielitis o secuestro. El
drenaje entonces tomará camino por el sitio de menor resistencia generando una fístula o
una expansión intracraneal u orbitaria.
Tempranas
Las infecciones postoperatorias tempranas de la herida son poco comunes en los casos
manejados correctamente, incluso cuando se colocan múltiples injertos no vascularizados.
Una fuga de LCR es la complicación temprana más probable que se observa, y ocurre
hasta en el 10% de los pacientes con fracturas frontobasilares. El tratamiento debe ser con
un drenaje lumbar durante 7 a 10 días antes de considerar la reexploración. La mayoría de
las fugas ocurren a través de la base del cráneo en lugar del seno frontal, y pueden ser
susceptibles de reparación endoscópica transnasal si el sitio de la fuga es pequeño y se
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identifica definitivamente como a través de la lámina cribosa, la fóvea etmoidal o el plano
esfenoidal. La meningitis postoperatoria ocurre con menos frecuencia y puede o no estar
relacionada con una fuga de LCR predisponente.
Tardías
• Muco o piocele: complicación que ocurre cuando no se elimina correctamente el epitelio
respiratorio del CNF o del seno, debido a la no función del seno se puede formar un
mucocele el cual posteriormente se infecta, y requerirá cirugía, ya que pueden aumentar
de tamaño, erosionarse y generar paso de infección a la zona intracraneal.
• Daño estético: cuando no se reconstruye adecuadamente, o cuando el material de
osteosíntesis queda evidente a través de la piel, es palpable o se notan los contornos. Se
puede manejar con craneoplastia para mejorar el volumen o retirar la placas.
• Deficit neurológico y cefaleas: un traumatismo cerrado de cabeza puede conducir a un
síndrome de conmoción cerebral postraumático. Lo cual puede causar cefaleas a largo
plazo sin tener deficit focales residuales, otras deformidades neurológicas incluyen la
sensación alterada de la frente y el cuero cabelludo de los nervios supratroclear y
supraorbitario, que podrían haberse lesionado durante el insulto inicial y / o la cirugía.
FRACTURAS ORBITARIAS
Las fracturas orbitarias son lesiones faciales comunes y ocurren con más frecuencia en
hombres que en mujeres. Tienden a estar asociadas en un 40% a las fracturas faciales,
estando comprometidos tanto los aspectos anatómicos internos de la órbita, como los
rebordes orbitarios. Ademas de ello hasta un 91% de los pacientes que sufren trauma de
órbita, tienen compromiso ocular, siendo hasta el 45% moderadas a graves, convirtiendo el
trauma orbitario es la segunda causa principal de ceguera. Se suelen generar patrones
simples como conminutos, siendo estos últimos los responsables dela mayoría de las
complicaciones y peores desenlaces, sin subestimar las fracturas simples.
ANATOMÍA
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Esta conformado por 7 huesos a saber: lacrimal, frontal, palatino, esfenoides, cigomático,
maxilar y etmoides.
Impacto quirúrgico: Habitualmente se encuentra mas incidencia de fracturas de pared
medial e inferior ya que son las más delgadas; las fracturas del piso orbitario con extensión
al tercio posterior de la órbita y el desplazamiento de la pared posterior del seno maxilar
pueden resultar en un agrandamiento crítico de la fisura orbitaria inferior. La reparación de
estas fracturas debe proporcionar la obliteración completa de la fisura para prevenir el
enoftalmos teniendo especial cuidado con la hemostasia por la vascularidad de la zona.
Como la pared lateral no suele estar conminuta, es un punto de partida fiable para la
disección orbitaria. La alineación y la fijación rígida de la pared lateral pueden ser un paso
clave en la restauración del volumen orbitario en fracturas orbitarias complejas. La
disección de la pared medial debe ser delicada por su fragilidad y la presencia de
forámenes naturales. La arteria etmoidea anterior suele requerir una sección para la
exposición adecuada de las fracturas extendidas de la pared medial, mientras que la arteria
etmoidea posterior debe conservarse como centinela. La pared medial posterior y su
transición al piso orbitario posterior es uno de los componentes más críticos de la
reconstrucción orbitaria y, por lo tanto, se denomina área clave. La restauración de lesiones
con un área clave intacta es mucho menos difícil que la reparación de fracturas que
involucran esta área. Por ello, se recomienda restaurar la zona clave mediante fijación
rígida como primer paso. Para una correcta proyección del globo ocular, se debe corregir
adecuadamente el abultamiento retro-ocular.
La sección posterior contiene el vértice de la pirámide orbitaria, donde los nervios craneales
III, IV, V y VI entran en la órbita desde la fosa craneal media a través de la fisura orbitaria
superior y el nervio óptico a través del conducto óptico. La fisura orbitaria superior está
formada por las alas mayor y menor del hueso esfenoides. El hueso de esta sección es
más grueso y rara vez se ve afectado por fracturas, protegiendo así las delicadas
estructuras contenidas en la fisura. La fisura orbitaria inferior se origina en la órbita
posterior, separando la pared lateral del suelo en la sección media de la órbita.
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CLASIFICACIÓN
Se pueden clasificar como puras o impuras, siendo puras aquellas que comprometen
netamente la órbita interna e impuras aquellas que ademas de ello comprometen otras
estructuras, extendiéndose por los rebordes periorbitarios como las cigomático-orbitaria,
naso-orbito-etmoidal, maxilar de Le Fort y del borde supraorbitario. Estas últimas (las
impuras) tienden a ser más prevalentes, sobretodo aquellas con compromiso cigomático
que es la fractura orbitaria más común. Por su parte las puras, también se denominan
como fracturas explosivas (blow-out) comprometiendo principalmente las paredes medial y
el piso por su delgadez.
Más tarde se describieron las fracturas por implosión (blow in) asociadas mas
probablemente al techo orbital. No solo aumentan el volumen orbitario y, por lo tanto, son
compresivos en el espacio orbitario, sino que también pueden implicar la herniación del
cerebro hacia el espacio orbitario, con una pulsación característica que siente el paciente y
requiere interconsulta por neurocirugía.
EXAMEN CLÍNICO
Los datos del examen clínico, en ocasiones pueden ser inespecíficos o verse camuflados
por otras situaciones como edema, por lo que para generar un diagnóstico preciso son
necesarias las imágenes. Uno de los indicios, aunque en inespecíficos, es la presencia de
parestesias o alteraciones sensitivas del infraorbitario, sobretodo en fracturas puras. Se
puede observar también distopía ocular, (el paciente la percibirá con 2 a 4 mm de alteración
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La compresión de las estructuras que atraviesan la fisura orbitaria superior por fractura del
ala mayor del esfenoides o hematoma en la órbita posterior puede resultar en el síndrome
de fisura orbitaria superior que consiste en una compresión directa de las estructuras
relacionadas con la fisura orbitaria superior. Las características clínicas son: severo y
persistente edema de los tejidos periorbitarios; proptosis y equimosis subconjuntival; ptosis
y oftalmoplejía; pérdida del reflejo de acomodación; pérdida del reflejo corneal; anestesia
del párpado y la frente; reducción radiológica evidente de la dimensión de la fisura orbitaria
superior. La disfunción de los pares craneales III, IV, V1 y VI con oftalmoplejía interna,
ptosis del párpado superior, alteración sensorial (V1) y dolor retrobulbar pueden indicar
compresión del vértice orbitario. En caso de afectación adicional del nervio óptico, el
síndrome del vértice orbitario es evidente, donde entonces se observará dilatación de la
pupila; ausencia del reflejo a la luz directa, reflejo consensual conservado. Otras lesiones
asociadas con frecuencia en el traumatismo orbitario son las fracturas del seno frontal o de
la base del cráneo, que a menudo son difíciles de evaluar mediante un examen clínico solo.
AYUDAS DIAGNÓSTICAS
Dado que las fracturas orbitarias a menudo presentan una apariencia clínica bastante
uniforme, la evaluación radiológica tiene un gran impacto para un diagnóstico preciso. Las
radiografías simples pueden ser adecuadas para el diagnóstico de fracturas del marco
orbitario externo y, en algunos casos, para la evaluación de fracturas del marco orbitario
interno. Sin embargo, las fracturas de las paredes orbitarias no suelen detectarse en
proyecciones céntricas. Las proyecciones adecuadas para el diagnóstico de fracturas de la
pared orbitaria son la vista de Waters o la submentovertex.
La tomografía (en cortes finos de 1-2mm), al igual que en muchos casos, sobretodo en
contexto de trauma sigue siendo el gold standard, donde particularmente en trauma
orbitario se usa las ventanas de tejidos blandos, siendo estas últimas útiles en la detección
de hematoma retrobulbar, adherencias entre el aparato musculoseptal y las paredes
orbitarias óseas o edema de la vaina del nervio óptico y incarceración (atrapamiento) o
lesión muscular. Ciertos síntomas exigen una exploración por TC inmediata, como
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discapacidad visual, dolor retrobulbar, exoftalmos severo o desplazamiento obvio del globo
ocular y alteraciones graves de la motilidad del globo ocular.
TRATAMIENTO
Consideraciones previas: la cirugía orbitaria no debe realizarse sin una evaluación visual
preoperatoria con el objetivo de detectar afecciones en las que se requiere tratamiento
inmediato por parte del oftalmólogo y deba posponerse la cirugía reconstructiva. Por el
compromiso visual y móvil del ojo a raíz de la cirugía es importante tener una
documentación legal clara antes de la intervención. El mantenimiento de líquidos debe ser
lo más restrictivo posible (tal como en sistema nervioso central) para evitar el exceso de
presión en la órbita.
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blandos circundantes (el nervio óptico, los vasos sanguíneos, la segunda división del nervio
trigémino, los nervios motores del globo ocular, los músculos y la periórbita misma o
inclusive el síndrome del ápex orbitario como el síndrome de la fisura orbitaria superior) o
con defectos de fracturas que son lo suficientemente grandes como para causar un
hipoglobo significativo, lo que resulta en cambios visuales. La mayoría de los problemas
funcionales están relacionados con el atrapamiento de la periorbita o los músculos rectos
por la fractura.
Es de tener en cuanta ademas que existen algunas indicaciones para llevar a cirugía de
manera urgente (dentro de las primeras 72 horas), siendo estas generalmente las
limitaciones funcionales. Entre estas están el hipoglobo; que se presenta por compromiso
de piso y/o pared lateral de la órbita, radicando su importancia en la ausencia en el soporte
del globo ocular. Atrapamiento muscular, evidenciado por trastornos de la movilidad del
globo. Presencia de diplopía, disminución importante de la agudeza visual o exoftalmos.
Sin embargo en la mayoría de los casos se puede posponer alrededor de 2 semanas hasta
que el edema ceda; esperar hasta que el edema haya disminuido en tales casos no sólo
puede permitir que el cirujano logre una mejor reparación, sino que también puede
disminuir la posibilidad de lesión del globo ocular. E inclusive en caso de lesiones por
diplopía o distopía con signos clínicos y radiográficos mínimos a los que se les puede dar el
chance de dejar en observación, con la posibilidad posterior de requerir o no intervención
quirúrgica.
Abordajes
La extensión y el tipo de exposición dependen del patrón de fractura del marco orbitario, las
paredes orbitarias y los patrones de las fracturas mediofaciales asociadas. Los patrones de
fracturas simples (incluidas las fracturas laterales del tercio medio facial no fragmentadas) y
los defectos de la pared orbitaria única suelen tratarse mediante incisiones locales. Las
caras inferior y lateral de la órbita pueden exponerse adecuadamente mediante abordajes
palpebral medio, subciliar o transconjuntival. El abordaje transcaruncular ofrece acceso
adicional a la pared medial, lo que pasa análogamente con la cantotomía lateral en la zona
lateral. Sin embargo, no se deben subestimar el desplazamiento aislado o los defectos del
piso orbitario posterior y la pared medial (área clave), pudiendo ser indicaciones para una
exposición más amplia a través de abordajes locales y coronales combinados. El acceso al
cono posterior se puede mejorar mediante marginotomías supraorbitarias que proporcionan
una excelente visualización de las arterias etmoidales, que son estructuras de referencia
para la disección.
Material de reconstrucción
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Postoperatorio
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Se puede considerar el uso de un escudo Fox para proteger el ojo; Sin embargo, el
principal inconveniente de este dispositivo es que oculta el ojo de la observación casual de
enfermeras u otros proveedores de atención. La elevación de la cabecera de la cama a 30
grados (cabeza a un nivel más elevado que el corazón) es útil para reducir el edema en el
paciente postquirúrgico. Se debe notificar cualquier signo de hematoma retrobulbar como la
perdida progresiva de la visión, proptosis o aumento de la presión intraorbitaria. Se
recomiendan precauciones para los senos nasales para evitar el enfisema aéreo, y se debe
indicar a los pacientes que estornuden con la boca abierta o evitar cualquier maniobra que
genere valsalva por 2 semanas. Además mantener la medicación antiinflamatoria y el uso
de medidas locales.
COMPLICACIONES TEMPRANAS
COMPLICACIONES TARDIAS
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• Deformidades: Causadas por una mala posición del marco orbitario y una
reconstrucción inadecuada del volumen orbitario. El desplazamiento de la raíz del
arco cigomático es una de las razones de las dimensiones faciales anormales y a
menudo, se subestima. Si este problema no se aborda de manera adecuada, se
producirá una malposición lateral medio facial, que creará una expansión de
volumen en la pared orbitaria lateral. Por lo tanto, la pared orbitaria lateral, donde se
puede evaluar la alineación del cuerpo cigomático y el ala del esfenoides mayor, es
un punto de referencia para la reducción de las fracturas orbitarias laterales y debe
exponerse de forma rutinaria para evitar errores de posicionamiento.
• Discapacidad visual, diplopía y ceguera: Son las secuelas más graves, siendo el
diagnóstico temprano crucial para obtener el mejor resultado. Si bien el pronóstico
para la mejoría de la pérdida visual al ingreso es malo, la descompresión temprana
del nervio óptico para aliviar la compresión del nervio y el hematoma retrobulbar o la
extracción de injertos intraorbitarios mal posicionados puede tener éxito. En cuanto
a la diplopía se puede esperar una mejoría espontánea del edema y los trastornos
neurogénicos en 6-12 meses.
• Síndrome de la fisura orbitaria superior o lesión del nervio óptico: puede ocurrir
después de la compresión de la fisura orbitaria superior o del canal óptico durante
un traumatismo o disección orbitaria profunda. Los síntomas clínicos son ptosis
palpebral superior, oftalmoplejía interna (III, IV y VI), alteración de la sensación V1 o
pérdida visual.
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• Placas visibles y palpables: en la región del borde orbitario lateral e inferior donde
la piel es fina. Si es posible, deben evitarse las placas colocadas por delante de la
cresta lagrimal o la nariz medial y el marco orbitario.
BIBLIOGRAFÍA
• Oral and Maxillofacial Trauma, Fourth Edition. Fonseca, Raymond J., DMD, 2013.
—- cap 18, pag 451
• Atlas of Oral and Maxillofacial Surgery. Kademani, Deepak, DMD, MD, FACS, 2016.
—- cap 74, pag 774 / cap 60, pag 645
• Ellis, Edward, et al. Surgical Approaches to the Facial Skeleton. 2019. —- section 2
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