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EL DESARROLLO DE LA EMPATÍA POR MEDIO DE LA

ESCUCHA PSICOANALÍTICA.

Annette Meade Rahn1.

Resumen

Para realizar éste trabajo me planteé las siguientes dos preguntas: ¿Cómo aprende el
paciente a ser empático consigo mismo, observar su experiencia para comprenderla y no
seguir siendo su propio verdugo?, ¿Qué aspectos del proceso psicoanalítico le permite a
un paciente desarrollar esa empatía hacía sí mismo? La intención es poder encontrar un
camino en el proceso analítico que acerque al paciente a sí mismo de manera que los
factores que nutren su autoestima se vean fortalecidos y encuentre sus propias
herramientas para afrontar la vida en general.

Palabras clave: escucha empática, empatía, identificación, proceso psicoanalítico.

1
Licenciada en Psicología por la Universidad Iberoamericana, con estudios de doctorado en Psicoanálisis
por el Instituto Mexicano de Psicoanálisis. Psicoterapeuta privada y en el Hospital Español de la Ciudad
de México con pacientes en tratamiento de reproducción asistida. Facilitadora de meditación Mindfulness
del Programa de Reducción de Estrés basado en la Atención Plena.
E-Mail: meadeannette@yahoo.com
EL DESARROLLO DE LA EMPATÍA POR MEDIO DE LA
ESCUCHA PSICOANALÍTICA.

La empatía suele ser considerada como un constructo multidimensional y que


posee dimensiones afectivas, cognitivas, centradas en uno mismo y en el otro, está
relacionada a la relación con aspectos intrapersonales e interpersonales.

La historia que nuestros pacientes se cuentan de sí mismos proviene de una


imagen introyectada de sí mismo, con ella se definen y se mueven por la vida y a través
de ella, desde la base de lo creen que son, sin saber en ocasiones como llegaron a
“convertirse en eso” y como sus acciones han estado condicionadas para postergar esa
imagen con la que ya están absolutamente identificados. “Yo soy eso”

Podemos claramente comprender que está imagen viene y se ha ido construyendo


desde su más temprana existencia, apoyada por las figuras parentales y por las
experiencias que haya vivido, quedando absolutamente asentada en el inconsciente y
con un modus operandi que lo llevara a reafirmar aquella imagen, sin olvidar que de
dicha introyección emanan emociones hacia sí mismo que también guiarán la vida para
perpetuar ese sentir, siempre y cuando no se haga un alto donde sea cuestionado el
origen de la misma y los efectos que hasta ese momento haya tenido en su vida.

Es una condición de posibilidad psicoterapéutica. Es, entonces, una operación en


la mente del analista que consiste en “ver con”, en “sentir con”, en “ponerse en el lugar
de”, en, según Kohut, una “introspección vicariante”. Sentimos “con”, pero no actuamos
“por”. Empatía no es simpatía, ni intuición, ni imitación.

Cuando un paciente llega a análisis podemos escuchar en su discurso cómo se


vive a sí mismo, cuales son las emociones que lo han acompañan en esa experiencia de
ser “el” y cómo, desde esa experiencia, es que ha llegado a las diversas situaciones que
lo motivan a buscar terapia. Probablemente busca terapia, buscando respuestas que su
vivir ya no le ha brindado y tendremos que averiguar con el quién es realmente, qué tan
dispuesto está a resolver el enigma de sí mismo y el camino que esto conlleve.
¿Qué es lo que sabe nuestro paciente de él mismo, de aquello que le sucede, cómo
se lo explica, cuáles han sido las herramientas que ha desplegado para sostenerse, qué es
lo que lo motiva a ir a terapia? Estás son algunas preguntas que nos ayudarán a conocer
a nuestro paciente. Siento importante que parte de nuestra labor es llevar a esa otra
persona que acude a nosotros, a verse a sí mismo sin el menor tapujo posible y llevarlo
a comprender cómo llego a ser quien es, ya no quien cree que es, sino quien es y
brindarle la opción de un vínculo consigo mismo lo más empático y amoroso posible.

La manera que el analista tiene de observar, escuchar y comprender al paciente, su


historia y su mundo emocional son vitales, para que en el curso de la terapia el paciente
encuentre y aprenda otras maneras de vivirse desligadas lo más posible una visión
neurótica de sí mismo.

Ésta observación empática del analista se refiere a tener una comprensión lo mejor
posible, mediante resonancia afectiva y una introspección indirecta de la experiencia del
otro desde el marco de referencia del analista. Es el uso consistente de la escucha
empática la base de la investigación y comprensión analítica.

La escucha analítica pasa por el filtro de la subjetividad de analista, retomando la


definición de contratransferencia, podemos referirnos a ella también como la
experiencia que el analista tiene del paciente, deduciendo que se puede utilizar al
escuchar, independientemente de la perspectiva de escucha.

En nuestra labora terapéutica procesamos información que es implícita ó explícita


para orientarnos en una dirección de indagación, para poder percibir lo que es
importante, lo que se busca elaborar, aquello que requiere de ser aclarado y examinar de
tal manera que ilumine las intenciones, los afectos y significados. Los analistas nos
valemos de nuestro sentir subjetivo para sentir, percibir e inferir el mundo que está
viviendo nuestro analizado y la manera en que se desarrolla el vínculo, las
contribuciones que se pueden dar desde ahí van de un sentimiento de ser escuchado y
comprendido, a una expansión en la reflexión consciente del paciente.

El proceso de escucha, la experiencia e intervención, nuestras subjetividades


como los modelos analíticos y nuestras perspectiva de escucha, influyen de forma
importante en como organizamos nuestra experiencia del paciente cuando intentamos
escuchar empáticamente. Hay una influencia bidireccional entre paciente y analista, ya
que como analista no se puede uno permanecer absolutamente anónimo y neutral, ya
que se le permite al paciente usar al analista como un objetoself.

Ahora bien, la escucha empática no tiene como objetivo la compasión, ambas


generan un sentimiento de ser escuchado y comprendido, así como una resonancia
mutua. En la resonancia compasiva hay un reconocimiento y comprensión del paciente
y de su experiencia, lo que se vuelve un factor de curación importante. Esta postura
coloca al analista en cómo se siente el otro y no cómo el objetivo de las necesidades y
demandas del paciente.

Bromberg (1989) distingue dos perspectivas, una que es identificarse con la


experiencia subjetiva del paciente y la identificación como objeto de las acciones del
paciente. Por momentos el paciente necesitara sentir al analista identificado y
comprendido con su mundo, y en otros momentos necesitará escuchar como es para
alguien más estar involucrado con el paciente en un espacio interactivo. La última
perspectiva permite al paciente comprender mejor su organización interna y su conducta
en la experiencia interpersonal.

Se le brinda al paciente el observarse cómo es visto por el otro lo que también a su


vez puede generar otros sentimientos sobre sí mismo ya que se “vive y siente” desde
otro lugar, generando otra perspectiva que al integrarla podría beneficiar su sentir hacia
sí mismo. Escuchar empáticamente se centra en “solo” escuchar y comprender lo que el
paciente expresa, sin embargo la empatía y el juicio se mezclan a pesar de querer estar
solo en experiencia del paciente y hacemos nuestras conclusiones y evaluaciones lo
mejor, desde el interior de la experiencia del paciente.

Por medio de la escucha empática y atenta del analista se fomenta un sentimiento


de seguridad lo que puede conllevar a una disminución de la necesidad de protección,
aumentando el espacio reflexivo y facilitando que surjan al consciente intenciones,
recuerdos, significados y procesamientos. La empatía hace más accesible y fluido los
limites entre lo consciente y lo inconsciente, entre aquello que esta explicito y lo que no,
aumenta el acceso consciente a sentimientos y a material que se mantuvo reprimido.
La escucha empática que el analista presenta, puede invitar al paciente a
observarse desde la visión del analista, observarse y asimilarse desde otra perspectiva,
lo que también invita al paciente a ser mayormente reflexivo, más empático y
consciente de sí mismo. Se abren ante el paciente nuevas formas de relación y de
vincularse.

No obstante la escucha empática no deja de ser compleja ya que el analista al


escuchar las expresiones tanto explicitas como implícitas del paciente también tiene que
diferenciar en entre aspectos de fondo y lo que está en primer plano de la experiencia
manifestada por el paciente. Es importante sentir que hay un camino de entrada y
facilitar la emergencia de aquello que no se ha podido manifestar. La experiencia que
se centra en el otro brinda información sobre rupturas de viejos patrones, estableciendo
nuevos modos de relación.

Escuchar de manera reflexiva, empática, implica escuchar tomando conciencia de


los sesgos que se manifiestan en el esfuerzo por entender, es importante tener una visión
clara de nosotros mismos y del paciente frente al que nos encontramos, valorando de
manera más profunda el efecto que de esta escucha se puede obtener. Se debe ser
consciente de la propia experiencia subjetiva durante la interacción así como de juicios
y evaluaciones, ver cuales es la propia perspectiva como analista.

Si hay un uso oportuno de la experiencia que surge en las diferentes perspectivas


de escucha y experiencia, esto facilita el proceso inconsciente, ofreciendo una
comprensión más amplia del paciente y del propio analista y la interacción entre ambos.

Pienso que un espacio donde se da la escucha empática crea un espacio reflexivo


y seguro, donde las defensas pueden ir reduciendo, dejándole ver al paciente un material
de sí mismo que no estaba a su alcance, del cual probablemente no había conocimiento
y por lo que su identidad podría estar, a partir de esto emergido, modificada. La escucha
misma es una herramienta que se le brinda al paciente para que el pueda “aplicarla”
consigo y con aquello que surge de su inconsciente. Con la misma actitud con la que
nosotros nos manejamos frente a aquello que el paciente dice, es como el puede
comenzar a recibir esta información y reflexionar sobre ella e integrarla.
Al hablar de una escucha empática, con la intención de comprender al otro, el
analista no puede dejar de ser alguien crítico, que tratemos de entender cuales fueron las
fuerzas que lo convirtieron en la persona que actualmente es. De está forma el propio
paciente podrá también cuestionarse cuales fueron esas condiciones, volviéndose más
crítico consigo mismo y no conformándose con lo que en apariencia podría ser una
respuesta.

Por medio del ambiente empático de escucha, es que el paciente adquiere esa
actitud ante si mismo, su propia historia y es la misma quien lo conducirá a descubrir
cómo es quien es y quien es y darle sentido a aquello que viene sintiendo. Volverse
crítico no es una tarea sencilla ya que de algún modo va en contra de la convivencia
impuesta por la sociedad, pero es la que permite que la persona se desajene, descubra
quien es auténticamente y cual es su camino de crecimiento. Es justo la actitud crítica la
que permite despertar la visión hacia el paciente y del paciente, viendo que hay detrás
de las apariencias.

Analizarme, cómo mencionaría Erich Fromm (1991), no es el descubrimiento de


mis traumas, significa haberme sincerado, como analista, conmigo mismo y que he sido
capaz de ver francamente toda mi irracionalidad y es desde ahí que puedo comprender
al paciente, examinarme a mi mismo y no reprimir aquello que necesito sentir tanto
como el paciente lo siente. Muevo en mí lo que necesito entender en el otro.

Si bien existen los beneficios de ser empático con el paciente, a corto plazo se
puede observar una cierta relajación que permite al paciente confiar e ir avanzando en
su historia, llegando a remover las defensas, sin embargo a largo plazo se obtiene una
integración del self que proviene de adquirir una sensación de volverse completo.

La sensación de integridad en el paciente promueve también una sensación de


seguridad consigo mismo, de confianza, no solo hacia el analista sino hacia sus propias
percepciones, vivencias, obtiene una relación más intima de conocimiento y aceptación
sobre su situación, sobre su propio carácter.

En conclusión la escucha empática, además de ser una condición en el tratamiento


psicoanalítico, es a su vez una vía por la cual el paciente puede observarse a sí mismo
de manera más crítica, cercana e integradora.
Bibliografía

Bromberg, P. (1989). Interpersonal psychoanalysis and self psychology: a clinical


comparison. In Self Psychology: Comparisons  and Contrasts, ed. D. Detrick  & S.
Detrick. Hillsdale, NJ: Analytic Press.

Greenberg, J. & Mitchell, S. (1983). Object Relations in Psychoanalytic Theory.


Cambridge, MA: Harvard  Univ. Press.

Fromm E. (1991). El arte de Escuchar. Editorial Paidós. México.

Kohut, H. (1959). Introspection, empathy and psychoanalysis. J. Amer. Psychoanal.


Assn., 7:459-483.

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