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LIBRO

Título: EVITARE LE EMOZIONI, VIVERE LE EMOZIONI

EVITAR LAS EMOCIONES, VIVIR LAS EMOCIONES

Autor: Antonino Ferro1

Primera edición en español, 2011. 320 pp. Editorial Lumen. Buenos Aires.

Comentario: Lic. César Estrella Viladegut

En este libro Antonino Ferro nos muestra a partir de su experiencia clínica, la


manera en que se forman las emociones y como son vividas tanto por el paciente
como por el analista. Siguiendo a Bion y dándole especial énfasis a la noción de
campo, nos va ilustrando cual es el devenir de la sesión analítica, de este
encuentro entre estas dos mentes, cada una con sus propias historias. Cada tema
tratado viene acompañado de viñetas suyas o de colegas donde podemos apreciar

1
Antonino Ferro nació en Palermo y ahora trabaja en Pavia, es médico psiquiatra y Presidente de
Sociedad Italiana de Psicoanálisis (2013 – 2017). Miembro ordinario con funciones de training de
la Sociedad Psicoanalítica Italiana y de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Se ha dedicado
en especial al análisis de niños y a las patologías graves. Ha profundizado los nexos entre narrativa
y psicoanálisis con particular atención en las formas del diálogo analítico y del campo analítico. Es
editor para Europa del International Journal of Psychoanalisis. Ha publicado los libros Nozioni
sull'elettricità. Per giovani e giovanissimi. (2012), Tormenti di anime. Passioni, sintomi, sogni.
(2010), La terra di nessuno fra psichiatria e psicoterapia. Terapia bipersonale nella clinica
psichiatric. (2010), Rêveries. Acheronta movebo) (2008), Evitare le emozioni, vivere le emozioni.
(2007) (Publicado en español el 2011). Tecnica e creatività. Il lavoro analitico. (2006), Il lavoro
clinico. (2003), Fattori di malattia, fattori di guarigione. (2002). (Publicado en español el 2004), In
the Analyst's Consulting Room. (2002), Teoria e tecnica nella supervisione psicoanalitica.
Seminari clinici di San Paolo (2000), Prima altrove chi (Camera dei bambini). (2000), La
psicoanalisi come letteratura e terapia. (1999). (Publicado en español en el 2002), Nella stanza
d'analisi. Emozioni, racconti, trasformazioni. (1996), La tecnica nella psicoanalisi infantile. Il
bambino e l'analista: dalla relazione al campo emotivo. (1996). (Publicado en español en 1998).
de manera clara y práctica el concepto que nos quiere mostrar. Una propuesta
original es que al final del libro nos plantea Ejercitaciones psicoanalíticas,
pequeñas viñetas con intervenciones de distinto tipo, donde el lector tendrá que
“practicar” cuál es la respuesta que más se acomoda al caso planteado.

Capítulo I. Evitar las emociones, vivir las emociones

“Una de las mayores dificultades de nuestra especie es la de vivir las


emociones, por un defecto de nuestro desarrollo mental. Las
emociones son algo que, para ser vivido, necesita de un trabajo que
presupone involucrados algunos aparatos que las hagan asimilables,
manejables, contenibles” (Ferro, 1999a, 2002ª, 2006ª).

Ferro comienza este capítulo dando algunos ejemplos de cómo la mente humana
tiene en la evitación de las emociones una de sus actividades principales. A nivel
de síntomas plantea distintos grados de mecanismos evacuativos que van desde la
proyección propio de la paranoia y la esquizofrenia, pasando por la evacuación en
el cuerpo, propio de los trastornos psicosomáticos, o en el cuerpo social,
característica de la psicopatía y la delincuencia. Si la estrategia es la evitación se
generan las fobias, si es el control se darán las obsesiones, si la estrategia es
ubicarlo en el cuerpo se presentarán las hipocondrías. Sin embargo, plantea que la
evitación de los estados protoemotivos es una de las más comunes usadas por la
mente. El narcisismo y los funcionamientos autistas nos proponen una
miniaturización de las emociones, con lo cual logran la evitación de emociones
que de otra forma serían inmanejables.

Pero, así como hay una función de nuestra mente que busca defendernos de las
emociones, hay otra que busca volver a contactar con las emociones que han sido
alejadas. A esta función Ferro le llama rumiar, es decir, volver a proponer el
contacto con las protoemociones con la finalidad de ser contenidas y
transformadas. Esto a partir de un aparato psíquico desarrollado para metabolizar
y contener las emociones.

La función del analista será la de crear este espacio donde se desarrolle esta
transformación y donde las emociones puedan ser pensadas y dichas.
“La sesión se vuelve un sueño compartido, co–narrado, co-obrado,
donde toman vida historias, transformaciones, insight, sobre todo
actitudes; entiendo como actitudes: soñar, transformar en reverie, en
emoción, en imagen lo que urgía como sensorialidad absceso, a la
que no había acceso”. p. 17.

No todas las emociones ni sensorialidad tienen que ser transformadas en


elementos α. Debe existir una cuota fisiológica necesaria de elementos β, para lo cual
se dan una serie de actividades evacuativas o para evacuativas necesarias para
nuestro funcionamiento mental.

Capítulo II. Imagen y narración: un juego sin fin

“Cuando un analista es suficientemente funcionante; un paciente,


físicamente presente; un setting suficientemente funcionante, no hay
nada que pueda ser dicho, narrado, dibujado, jugado en la sesión
analítica que no pueda ser considerado un “derivado narrativo del
pensamiento onírico de la vigilia” o lo que queda de ella”. p. 27.

A partir de la presentación de viñetas de Herminia, Luciano, Francisco y Roberta,


Ferro nos muestra en este capítulo la importancia de los derivados narrativos para
la búsqueda de sentido de lo que sucede dentro de la sesión entre analista y
paciente. Las narraciones pueden incluir distintos personajes, pero siempre que
sean dichas dentro de un setting se referirán a alguna comunicación entre la mente
del analista y su paciente. Esto no quiere decir que el analista tenga que interpretar
todo lo que dice el paciente en función a la transferencia, pero le sirve para tomar
nota e ir hilvanando la historia que construirán juntos. Para esto es muy
importante el reverie del analista, lo cual favorece la aparición de nuevos
pensamientos y la construcción de sentido.

Los derivados narrativos pueden tener transformaciones narrativas a partir del


sentido que tiene dentro de la sesión, y debajo de una transformación narrativa
existen transformaciones afectivas. El jugar con el paciente, con los significados,
con nosotros mismos, favorece la formación de nuevos significados por parte de
cualquiera de los miembros de la pareja analítica.
En este capítulo Ferro nos plantea también su modelo de mente, planteando que es
lo mejor y también lo peor de nuestra especie. La mentalización implica molestia
y renuncia a un funcionamiento pulsional. La construcción de un psiquismo es lo
que nos diferencia de los animales y es el salto cualitativo más importante. Toma
como ejemplo la sexualidad para explicar la importancia de lo mental antes que lo
fenotípico, pudiendo existir una pareja homosexual con un funcionamiento mental
heterosexual, así como una pareja heterosexual que tenga un funcionamiento
mental homosexual. La aparición de lo mental trae como consecuencia la
conciencia y la intolerabilidad de nuestra finitud, por lo cual creamos religiones y
fanatismos que solo sirven de anestesia y mentira necesaria, que solo se supera
después de una larga maduración.

Capítulo III. Ejemplificaciones y preguntas

En este capítulo Ferro procura aclarar algunas preguntas que tienen que ver con la
mente, lo pulsional, la sensorialidad como un concepto más amplio que el
concepto de pulsión, la importancia de la función alfa en la formación del
psiquismo. Plantea que muchos de los trastornos mentales son producto de
fenómenos hiper – perceptivos en los que la persona “ve” aspectos escindidos y
proyectados que huyen a la mirada del otro, pero que ellos pueden ver de manera
exagerada. Pone como ejemplo la anorexia y la paranoia.

Lo que desarrolla con mayor acuciosidad en este capítulo es la noción de campo,


inicialmente estudiada por Baranger. Ferro amplia este concepto y le da un uso y
un valor especial dentro de la sesión analítica.

“El campo es el espacio-tiempo de todas las virtualidades posibles, de


todos los mundos posibles, que serán distintos para cada pareja
analítica en trabajo”. p. 54.

El campo facilita las interpretaciones del transfert, las que están en el transfert, y
también las que se producen dentro del campo. El campo permite la expresión de
una relacionalidad no saturada, lo cual favorece el ensanchamiento del campo y de
la mente. Sin embargo, para que esto se dé, dentro del proceso también tiene que
producirse un contagio de campo, el campo tiene que enfermarse como el
paciente, para luego de un fino trabajo analítico, sanarse y seguir encontrando
nuevas formas de decir y de pensar.

Capítulo IV. Bion: relevancias teóricas y clínicas

Ferro desarrolla en este capítulo la influencia que tienen las ideas de Bion en su
trabajo analítico, desde la concepción de la mente hasta la forma de abordar la
sesión analítica. Si bien es cierto se asume una fuerte influencia de Melanie Klein
en la ideas de Bion, Ferro plantea que Bion hace un avance cuántico planteando
nuevas herramientas para pensar. El concepto al que da más importancia es el de
“pensamiento onírico de la vigilia”, es decir que nuestra mente sueña también en
estado de vigilia, la función que origina este sueño es la función α, y el producto
de esta función son los elementos α.

Conceptos como reverie e identificación proyectiva son planteados como


fenómenos normales de la especie humana, dándole especial énfasis en el trabajo
analítico donde se presentan dos mentes con sus identificaciones proyectivas y
reveries, donde lo más importante es el estado mental del analista y la calidad de
su funcionamiento mental, sin memoria y sin deseo, a decir de Bion, que permitirá
crear este campo especial que permita el crecimiento emocional.

“La interpretación es algo que viene después del juego de las


identificaciones proyectivas y debe ser medida no con la verdad del
analista, sino con la capacidad de asumirla por parte del paciente”.
p. 68.

Otro aporte de Bion es que debemos ser capaces de no saber y de esperar que se
desarrolle un sentido, estar al unísono con el paciente y sobre todo crear los
instrumentos para pensar los pensamientos.

Capítulo V. Pensamiento de Bion y sus fertilizaciones: implicancias clínicas

El concepto de pensamiento onírico de la vigilia revoluciona la técnica y la teoría


de la técnica pues permite un continuo monitoreo del campo analítico y de su
actividad interpretativa, evaluando también la reacción que ha tenido ésta en el
paciente. Además anula el problema respecto de la realidad externa pues lo que
interesa es lo que ocurre dentro de la sesión. Tiende a llevar hacia cero el
problema de la verdad/mentira dentro de la sesión analítica, pues lo que pase
dentro de la sesión y lo que comunique el paciente siempre será su verdad.
Desplaza la atención del analista desde los contenidos a aquello que genera el
sueño mismo. En muchos pacientes es más importante el desarrollo de los
instrumentos antes que los contenidos que traigan. Permite una mirada sobre los
fenómenos de “casting” de nuevos personajes que se vuelven indicadores de
nuevos desarrollos de la capacidad de pensar.

Otro aspecto importante es aquella referida a la “capacidad negativa”, es decir


tener la capacidad de permanecer en un estado mental abierto a la duda y a la
incertidumbre, sin tener que encontrar la respuesta inmediatamente, aspecto
importante a tomar en cuenta para la modulación de la actividad interpretativa, la
cual debiera convertirse en un factor de desarrollo y no de persecución.

Ferro profundiza también en este capítulo el concepto de “campo” tan importante


dentro de su concepción del psicoanálisis. Al aporte inicial de Willy y Madeleine
Baranger (1961 – 1962) Ferro le da una complejidad e importancia mayor, no solo
como campo espacial, sino también temporal, donde se presentan las múltiples
potencialidades de analista y paciente y de todos los mundos que pueden abrirse a
partir de este encuentro. Incluye la relación actual entre analista y paciente, sus
narraciones, los transfert, las defensas y las turbulencias emotivas.

“Las transformaciones del campo se producen a través de una


continua obra de conarración entre analista y paciente, los que se
vuelven “dos autores en busca de personajes” que alfabetizan las
protoemociones y permiten su continua evolución”. p. 85.

Influye en Ferro también la narratología, esto es la manera de concebir la narrativa


y los personajes dentro del campo de la sesión analítica. Se plantean tres modelos
de intervención, el primero es histórico reconstructivo, el segundo es relacional, y
el tercero que busca integrar los dos modelos anteriores dando un especial
reconocimiento al “aquí y ahora” de la sesión analítica como eje transformador
del “allí y entonces”. Esta última modalidad es la que utiliza más Antonino Ferro
pues le permite usar el campo analítico como un escenario en permanente
expansión.
Capítulo VI. Escalas psicoanalíticas y contaminación luminosa.

A través de distintos ejemplos clínicos Ferro se plantea algunas preguntas acerca


de qué interpretar y desde que modelo hacerlo y como puede esto promover un
cambio en el paciente, sugiriendo el uso de “interpretaciones no saturadas o
narrativas” y que los franceses llaman “interpretaciones en el transfert”, tomando
la emoción traída por el paciente en el sueño, juego o narración, y esperando que
sea él quien elija en que escenario narrativo ponerla.

Reflexiona también acerca de cómo el psicoanálisis le ha dado tanto énfasis al


Edipo, tanta luminosidad, que impide ver a profundidad otros aspectos también
estructurantes de la mente humana, como la importancia del mundo interior de
Melanie Klein y los aportes de Bion acerca del constante juego identificación
proyectiva/ reverie, así como de la función α. Ferro propone un cambio en la
mirada y en la concepción del psicoanálisis a partir de la capacidad del analista de
acoger todo lo que recibe del paciente y transformarlo en líneas de pensabilidad.

“De esta manera, el psicoanálisis se aleja en gran medida de ser un


psicoanálisis de los contenidos, de los conflictos o de las carencias,
para ser un psicoanálisis que se ocupa de los instrumentos que
permiten el desarrollo mismo de las posibilidades/capacidades de
pensar”. p. 109.

Ferro propone no quedarnos solamente con el mito edípico dentro de la sesión


analítica, sino atrevernos a crear con nuestros pacientes continuamente nuevos
mitos, algunos privados de la pareja analítica, pero otros colectivos, que permitan
una nueva comprensión de las vivencias y una nueva perspectiva.

Capítulo VII. Pensar lo impensable

A través de tres ejemplos y usando un lenguaje de cocina destaca una de las


funciones más importantes del analista, “la de cocinar y volver comestibles,
asimilables, digeribles, emociones que antes podían solamente ser escindidas o
tenerse alejadas”. p. 122.

En muchos casos el tema es mucho más complejo pues el paciente no tiene


desarrollada la capacidad de contener sus emociones o de defenderse de ellas,
reaccionando solamente de manera evacuativa, esto se puede ver con claridad en
las enfermedades psicosomáticas, alucinaciones, caracteropatías y conductas
delincuentes. El trabajo analítico será hacer que lo impensable entre en el campo y
luego poder manejarlo dentro del campo a través del reconocimiento y activación
de mecanismos de defensa más evolutivos de tal forma de acercarlo a una
posibilidad digestiva metabólica.

En este capítulo presenta numerosas viñetas clínicas que nos muestran de manera
bastante clara el trabajo analítico, como se manifiestan los síntomas y las defensas
en los distintos discursos de los pacientes, cuando plantear el final del análisis.
Cabe destacar cual es la función analítica de respeto y reconocimiento a la verdad
del paciente y a la posibilidad de que a partir del encuentro de estas dos mentes se
puedan tejer nuevas historias, crear instrumentos que permitan a partir de la
función narrativa – soñadora del analista transformar los elementos β en historias
compartibles.

Desarrolla también en este capítulo los criterios para la analizabilidad, las


motivaciones que existen para el análisis y el tiempo que toma al paciente “nadar”
hasta el diván. Discute acerca de los análisis concentrados o los análisis
telefónicos, o muchas veces la necesidad de reiniciar un análisis ya hecho. En
todos los casos se destaca y reconoce en primer lugar las necesidades del paciente,
y desde el analista se destaca que sea el lugar donde esté, el verdadero setting es el
setting mental y moral del analista.

Capítulo VIII. ¿Todavía puede causar escándalo la sexualidad?

En este capítulo se profundiza lo desarrollado en el capítulo II sobre la


heterosexualidad y homosexualidad psíquica, con sus diferentes variantes, las
cuales son vistas como distintas modalidades de acople mental con el otro y con
nosotros mismos. Desarrolla también como se presentan éstas en la sesión
analítica. Ilustra esto con numerosos ejemplos clínicos.

Capítulo IX. Variaciones sobre transfert y contratransfert

“A paciente y analista “vivos”, setting funcionante y razonablemente


posible, no hay para el analista otro espacio-tiempo de conocimiento
y de transformación sino la realidad funcional de la escena
analítica”. p. 195.

Antonino Ferro nos plantea en este capítulo que el transfert se da desde el primer
instante de la fantasía del análisis y se puede manifestar a partir de todo lo que
trae el paciente a través de sus narraciones, de formas diversas de expresión, por
absurdas que sean, todas pertenecen a la actualidad del campo analítico actual. En
la escena se dan repeticiones, identificaciones proyectivas, proyección hacia fuera
de la fantasía. El otro lado del discurso es el analista y su contratransfert. Dice
Ferro: “Todo ocurre en un lugar del campo actual y multidimensional, todo
ocurre en ese espacio potencial, onírico, que es la escena tragicómica del juego
del análisis”. p. 197.

Desarrolla cuatro niveles de contratransferencia, que van desde el nivel cero que
es cuando el analista dirige el proceso que co-genera, hasta el nivel 4 cuando el
desborde es tal que el analista es alterado en su función analítica. De esta manera
también se puede configurar una escala para el transfert. A través del material
clínico presentado distingue las interpretaciones del transfert de las
interpretaciones en el transfert, así como interpretaciones en el campo de las
interpretaciones del campo. Sostiene que una interpretación para ser eficaz, no
puede ser más que el acto final de un proceso digestivo anterior. En este proceso
el analista debe permitir que el campo se enferme de la patología del paciente con
la finalidad que pueda ser trabajado dentro del campo.

Es muy importante la cualidad del trabajo entre estas dos mentes, siendo muy
importante la actividad de reverie de base, esta es la manera en que el analista
acoge, metaboliza y activa todo lo que lleva el paciente, éste a su vez también
pone en funcionamiento su propio reverie como respuesta a la actividad
interpretativa del analista. Nos plantea dos niveles de escucha del analista, el de
recibir y compartir en el campo todo lo que trae el paciente y la de geógrafo, en el
sentido de intentar saber que quiere comunicar el paciente. Estos dos niveles se
ligan, tratando Ferro de captar lo que el paciente dice, sus emociones, las
coloraturas emotivas. La respuesta del paciente a sus intervenciones modulará su
respuesta posterior. Se produce un diálogo más profundo entre las continuas
identificaciones proyectivas del paciente y la incapacidad/capacidad de reverie del
analista.

Desarrolla algunas causas de “disfuncionamiento” del receptor (analista): ángulos


de presentación desde donde no nos reconocemos, falta de recepción del pain de
la forma más primitiva y la mente del analista obstaculizada por teorías o claves
de lectura prefijadas. Finalmente, como diría Bion, se debe abordar el trabajo
analítico “sin memoria y sin deseo”.

Capítulo X. Ejercitaciones psicoanalíticas

Este capítulo, novedoso y lúdico le plantea al lector la posibilidad de ejercitarse a


través de 71 viñetas o situaciones con distintas alternativas de intervención.
Antonino Ferro propone de esta manera una manera práctica de activar en el
analista la capacidad de pensar, fantasear y jugar.

Esperamos que esta reseña de los diez capítulos del libro “Evitar las emociones,
vivir las emociones” haya servido para que el lector tenga una idea de los aportes
de Ferro desde la teoría y la técnica y lo estimule a profundizar en sus obras.

César Estrella Viladegut

Psicoterapeuta. Miembro de la Asociación Peruana de Psicoterapia Psicoanalítica


de Niños y Adolescentes (APPPNA).

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