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¿Vergüenza, timidez...? Ser capaz de hacerlo aliviará gran parte de cualquier problema.
Pedir es tan necesario como dar, sin embargo, muchas personas tienden a creerse autosuficientes
de manera constante, intentando afrontar las dificultades por sí mismas sin plantearse la
posibilidad de apoyarse en los demás. Hay que ser valiente para reconocer que existen ocasiones
en las que solos no podemos y que necesitamos pedirla. ¿Cuál es el motivo que te frena a la hora de pedir ayuda? Los más frecuentes:
■ Orgullo. Pedir ayuda no te convierte en una persona menos capaz ni más débil; precisamente se trata de un recurso que caracteriza a las personas
■ No molestar. Pedir no es lo mismo que exigir. No des por supuesto que vas a importunar a la otra persona, da la opción de que sea ella quien decida.
■ No saber a quién pedir ayuda. ¿Y por qué no preguntar precisamente esto? Describe a personas de confianza tu situación y pregunta a quién puedes recurrir
A veces el problema está en la manera inadecuada de pedir ayuda. Puede darse el caso de que la petición sea justa pero la forma de comunicarla no sea
correcta. Es conveniente que identifiques cuál es el estilo que utilizas para transmitir a los demás que necesitas que te apoyen.
■ Si eres consciente de que sueles comunicarte con un estilo agresivo, trata de buscar un momento en el que te encuentres tranquilo/a. Transmitir una
■ Las exigencias no suelen alcanzar buenos resultados cuando hablamos de pedir favores, y la tarea resulta mucho más eficaz cuando el otro lo hace de
■ Puedes decirle a la otra persona que para ti supone un esfuerzo importante pedir esa ayuda y que este es el motivo por el que te comunicas de esta manera.
■ Si eres consciente de que te cuesta ser directo a la hora de pedir un favor, puedes dedicar un tiempo previo a planificar y describir cuál es el apoyo que
necesitas. Debes empezar exponiéndolo de manera clara y después centrarte en los detalles, y no al revés.
Pedir ayuda es una habilidad que se aprende y no existe una fórmula mágica para lograrlo. Algunas pautas que te ayudarán a conseguirlo de forma eficaz:
■ Identifica el problema. Ten claro qué o quién lo causa y cuáles son sus efectos.
■ Piensa en quién puede ayudarte. ¿Tú mismo puedes solucionarlo? Si no, decide quién es la persona
adecuada.
■ Planifica cómo puedes pedir ayuda: con asertividad, explicando de manera clara los motivos y asegurándote de que la persona entiende qué necesitas.
Recuerda que la capacidad de pedir ayuda, como el resto de las habilidades sociales, se aprende y se entrena. Unas personas tienen más dificultades para
conseguirlo y por ello no debes olvidar que consultar con un profesional puede ser un buen recurso. ¡Y no olvides que dar es el primer paso para recibir!
Por lo general, los nervios se encuentran a flor de piel. Sin embargo, es importante aprender a controlar esta situación, pues, muy aparte de su relación con los
resultados académicos, es necesario cultivar la autoconfianza.
Mostrarnos seguros de lo que sabemos y podemos aportar es la clave del éxito. Pero, ¿cómo perder ese miedo a dar nuestro punto de vista? Hoy te
contaremos algunas estrategias que puedes aplicar durante tus sesiones virtuales.
1. Empieza paso a paso. La primera clave es animarte a participar poco a poco en clase. Ir eliminando ese miedo a través de la práctica y de mucha
voluntad. Esto te ayudará a ir soltándote más, a ganar confianza y a liberar las emociones negativas que pueden invadirte.
2. No temas equivocarte. Tu opinión no siempre va a coincidir con la de tu profesor u otros compañeros. Por ello, antes que nada, ten en cuenta que puedes
tienes por qué intimidarte. De los errores se aprende y son la base para mejorar día a día.
3. Lee con anterioridad. En algunas ocasiones, el docente pregunta sobre un tema de la clase pasada o que aparece en tu sílabo. Por ello, es importante
que repases y leas con anticipación para aumentar tu seguridad y confianza al momento de participar.
4. Apóyate en los demás. Las opiniones de tus compañeros pueden servirte como referencia y ayudarte a forjar una propia idea o, en el mejor de los casos,
a crear nuevos argumentos que te permitan emitir tu punto de vista sobre el tema que se aborda en clase.
Participar en clase no tiene por qué convertirse en una tortura. Con estos tips podrás reducir los nervios y animarte a hablar cuando el profesor formula una
pregunta. Ten en claro que si muchos de tus compañeros pueden hacerlo, ¿por qué tú no?
La clave está en tener confianza en uno mismo y perder el miedo al qué dirán. Recuerda que con tus participaciones demostrarás interés en el curso y el
profesor valorará el esfuerzo que haces todos los días.
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