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Ya en 1790 Johann Peter Frank innaugura una corriente científica en el siglo XVIII
que insiste en que la causa fundamental de la enfermedad y la mala salud está en
la sociedad y en las condiciones de vida, en su célebre discurso titulado “la miseria
del pueblo, causa de las enfermedades”.
Virchow, científico y luchador social alemán, es el primero en utilizar el término
Medicina Social.
En America Latina, Salvador Allende es uno de los precursores de ese
pensamiento cuando en 1939 escribe “La realidad médico social chilena”, obra
pionera de la Medicina Social Latinoamericana, que es la base para que comience
a plantear la necesidad de una Sistema Nacional de Salud de carácter público y
universal (el cual se concreta en la década de 1950).
A pesar de sus aportes, optó por centrar el tema de los Determinantes Sociales en
los gobiernos y sus políticas, asumiéndolos como los principales agentes de
cambio, en vez de centrarse en las principales fuentes de inequidad social a nivel
global y nacional, y proponer acciones de fondo tales como el control sobre las
grandes empresas mundiales, la democratización de las instituciones de salud, la
abolición de la propiedad intelectual sobre medicamentos, el gasto social en salud,
la formación de sistemas únicos universales públicos y gratuitos en salud, etc.
Reducir la Determinación Social de la salud a categorías puntuales como los
estilos de vida, o pretender resolver a través de programas específicos dirigidos a
determinantes aislados, hace que se pierda el centro y la posibilidad de actuar
desde la raíz.
Con frecuencia se enfatiza en la responsabilidad de las personas para con su
salud, y hasta llega a crearse una especie de culpabilidad y desasosiego colectivo
en el afán de búsqueda de soluciones que van mucho más allá de las
posibilidades de las personas, presa del modelo de sociedad y consumo en la que
vive.
Es más fácil aconsejar medidas tales como “no fume, haga ejercicios, controle la
sal, el azúcar y la grasa”, a tomar medidas de mayor impacto colectivo, como
regular a las grandes corporaciones como Coca Cola o Mc Donald’s, Phillip Morris,
cobrándoles impuestos o prohibir sus prácticas corporativas no saludables y
dañinas para la salud de la población.