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LOS COOLÍES

Se llamaban coolíes a los inmigrantes chinos que llegaron al Perú desde febrero de 1850
hasta julio de 1953. Fue en este tiempo que se trasladaron alrededor de 3932 colonos de
los cuales 2516 eran chinos. En su mayoría venían contratados, con un margen de 5 añ os
pero que en poco tiempo pasó a ser 8.
Debido a su estado de "ilegales" eran maltratados por los peruanos de ese entonces, lo cual
desencadenaba en abusos

Sin embargo, como en tantas épocas de la historia, los chinos también crearon sus propios
mecanismos de resistencia y rebelió n ante un sistema harto opresivo. Algunas fueron
acciones individuales, otras colectivas pero casi nunca masivas. Con los chinos vuelven el
cimarronaje o fuga, los tumultos, las rebeliones y los asesinatos. También aparece el
suicidio como actitud de protesta. En efecto, muchos terminaron por quitarse la vida,
aunque otros murieron debido al desgaste físico, la mala alimentació n o al efecto de alguna
epidemia o enfermedad.
TRABAJADORES DE LAS ISLAS GUANERAS

La contrata fue la legalizació n del trabajador chino, lo cual lo llevo prá cticamente a ser un
semi esclavo por el tiempo en el que estaba al servicio de un patró n, al final de cumplir sus
ocho añ os de contrato el chino debía de quedar libre. La contrata no empezaba en Perú ,
sino en la propia China, a través de un enganchador o reclutador que buscaba chinos
“dispuestos” a venir a Perú en bú squeda de un mejor futuro, los estudios sobre los culíes
han demostrado que gran parte de los “voluntarios chinos” fueron forzados a dejar su país.

Formalmente los culíes que se embarcaban hacia nuestro país recibían un adelanto, el cual
se les descontaría de sus pagos a lo largo de la aplicació n de la contrata; si las condiciones
del contrato decían que el culie debía pagar su pasaje, y éste era pobre, quien lo habilitaba
era el empresario contratante y con esto lo enganchaba por má s tiempo, debido a que la
deuda se hacía má s grande y podía seguir creciendo con otros adelantos que le podrían
dar.

Los trabajadores chinos al llegar al Perú eran traspasados a terceros que necesitaban su
mano de obra, los culíes no podían negarse porque ellos en teoría habían aceptado eso en
sus contratos, los precios para su comercializació n variaron desde 250 pesos en un inicio
hasta 450 pesos en 1874, en este momento es cuando los “empresarios” recuperaban sus
inversiones y los culíes se convertían prá cticamente en un producto que se podía vender.

A lo largo de la migració n china culie al Perú las condiciones en los contratos casi no
variaron, por ejemplo debían de trabajar por 8 añ os en la actividad que hubiese acordado
(mayormente agrícola), ademá s el patró n debía de pagarle al chino un peso cada mes,
también debía de darle ropa (dos veces al añ o) y una frazada al añ o. La alimentació n del
chino también corría por parte del patró n.

El pago al culie se hacía a través de tres vías: con efectivo, en especies (ropa, comida) o en
servicios (salud y vivienda). Los trabajadores chinos no entraban en la categoría de
esclavos pues recibían una paga y sabían que iban a volver a ser libres al cumplir sus
obligaciones "la contrata").

Luego de los ocho añ os de contrato el chino debía de quedar libre, sin embargo los
hacendados se ingeniaron la recontrata para no perder drá sticamente su mano de obra;
segú n Rodríguez Pastor si hubiese sido por los hacendados nunca hubiesen liberado a los
chinos, sin embargo conocían que los culíes conocían sus derechos.

APORTES DE LA CULTURA CHINA EN EL DESARROLLO ECONÓMICO Y CULTURAL DEL


PAÍS

Inserció n de los Chinos a la Sociedad Peruana

En la actualidad, muchos peruanos tienen una imagen de los chinos como de má s abiertos,
está n muy bien integrados en la sociedad. Esto ha sido resultado de las fuertes leyes
antichinas que ejercieron presió n sobre los chinos hasta el punto de cambiar sus apellidos

Hay poca memoria, tanto de la comunidad china como en la sociedad peruana, de los
poderosos sentimientos antichinos de este siglo; la imagen de trabajadores diligentes y de
amistad con los pueblos del Perú promocionado en las publicaciones chinas de los añ os 20
todavía existe. La memoria del sufrimiento de los culíes aú n vive, pero como una cosa de
otro siglo, de otros chinos, y de hacendados que ya no existen.

La fuerte presencia del racismo en la historia del Perú es un hecho bien conocido, pero
usualmente entendido como una actitud o construcció n de las elites para manipular,
contener y excluir a otros pobladores del país.

La competencia por el trabajo era una razó n comú n para esta exclusió n, el chino fue visto
por los peruanos como aquel que venía a quitarle lo que era suyo, su trabajo y de allí
creció una discriminació n hacia ellos, pero la falta de realidad de esta acusació n sugiere
que el odio tenía sus raíces en el temor de costumbres y personas diferentes. Poco a poco
fueron ascendiendo y ganando posiciones en todos los á mbitos: social, cultural,
econó mico, y su capacidad de trabajo fue reconocida.

El Gobierno peruano como los comerciantes chinos expresó sus deseos para una
inmigració n só lo de comerciantes honorables y respetables. Los conflictos violentos entre
los chinos en el Perú han sido muchos menores que entre los chinos en otros países, y esta
inmigració n selectiva probablemente fue un factor muy importante en esta paz.

El chino trajo y aportó al Perú su capacidad de trabajo, su diligencia y voluntad de


producir. Estos elementos fueron de importancia decisiva para el Perú del siglo XIX y
tuvieron consecuencias enormes en nuestra historia, hasta el punto que podríamos decir
que el Perú no sería el mismo hoy sin los esfuerzos, las fatigas, los sudores y dolores de
éstos chinos hacendosos.

RELATOS INTERCULTURALES Y COSTUMBRES DE LOS CHINOS EN LA CIUDAD DE


LIMA DE HOY

En 1921 con motivo del centenario de la independencia del Perú , las colonias extranjeras
hicieron una serie de obsequios a la ciudad de Lima. Entre ellos destaca la hermosa fuente
de má rmol y bronce que regalara la comunidad china y que fuera instalada en el Parque de
la Exposició n. Para esa fecha, la colonia china ya se había reorganizado resarciéndose de
los dañ os que provocara la Guerra del Pacífico.

Segú n el censo de 1940, la població n china mantiene su distribució n geográ fica en Perú , es
decir, una fuerte concentració n en la costa norte y Lima el centro má s poblado.

En 1957, la Embajada de China tenía registrados 8,765 migrantes en todo el país, de los
cuales 7,184 estaban en Lima. La cifra no contempla los hijos nacidos en Perú , ni siquiera
aquellos de padres y madres chinos, especialmente porque eran, y son, inscritos como
peruanos.
La migració n continú a llegando de los lugares largamente conocidos: Cantó n, Hong Kong y
Macao. El dialecto má s popular sigue siendo el Cantonés y probablemente el Hakka le siga
en importancia. Digamos ademá s que el sentido de la migració n pudo haber variado
fundamentalmente con el protocolo de Wu Tin Faw (1908). En él se especificaba que los
trabajadores chinos no podían entrar al Perú , só lo se otorgaría visa a no-trabajadores,
hombres de negocio, profesionales y estudiantes. Sin embargo, los términos del acuerdo
no impidieron que los recién llegados asumiesen el control del pequeñ o comercio en Lima.
Lugar donde “chino” es sinó nimo de tienda pequeñ a, surtida de cuanto pueda necesitar un
ama de casa.

Los nuevos migrantes usualmente desempeñ an la misma ocupació n que los amigos o
parientes que los precedieron. Los migrantes rara vez regresan a establecerse en China,
sin embargo, no son raros los viajes cortos por motivos específicos, por ejemplo: para
casarse. Si bien es también frecuente que se gestione desde Lima el envío de la novia. No
es extrañ o tampoco, que los padres sigan al afortunado hua ch'iao, ellos suelen ser quienes
asumen las tareas cotidianas en los negocios de su hijo.

En Lima la població n se encuentra visiblemente concentrada en la Calle Capó n. Esta zona


es una de las má s antiguas de la ciudad, al presente ya no se encuentra muy tugurizada
como antes, pero sigue manteniendo un vecindario de pobre reputació n. Cinco añ os atrá s,
a raíz de una serie de reportajes periodísticos se descubrió en el lugar una gigantesca red
de hoteluchos donde se ejercía ilegalmente la prostitució n. Hace veinte añ os, los diarios
hablaban de fumadores de opio y de casas de juego clandestino, cuentos y canciones
populares han sido inspirados en este hecho. La calle Capó n bordea el Mercado Central,
donde también se observa una relativa cantidad de negociantes chinos.

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