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INTRODUCCIÓN

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un problema emergente de salud


pública que resalta desigualdades muy evidentes, incluyendo la concientización
acerca de la discapacidad. El TEA es un trastorno del desarrollo neurológico que
afecta aproximadamente a 1 de cada 54 niños y a más de 5,4 millones de adultos.
En Bolivia no se tiene ningún dato sobre cuantos autistas existen; y menos aún
respeto a cuantas familias son afectadas por la situación, ni el impacto que
ocasiona en ellas.

El autismo se ha convertido en un problema importante de salud pública, ya que


las investigaciones de las últimas décadas muestran que la rareza del trastorno,
como inicialmente se creía, es una percepción falsa. Los síntomas principales del
TEA son desafíos de comunicación social, conductas restringidas o repetitivas y
sensibilidades sensoriales.

DEFINICIÓN

Los Trastornos del Espectro Autista, se definen como una disfunción neurológica
crónica con fuerte base genética que desde edades tempranas se manifiesta en
una serie de síntomas relacionados con la interacción social, la comunicación y la
falta de flexibilidad en el razonamiento y comportamientos. El grado de gravedad,
forma y edad de aparición de cada uno de los criterios va a variar de un individuo
a otro, definiendo cada una de las categorías diagnósticas. A pesar de las
clasificaciones, ninguna persona que presenta un TEA es igual a otro en cuanto a
características observables.

En todos los casos se presentan manifestaciones clínicas en varios aspectos de


las siguientes áreas: interacción social, comunicación y repertorio restringido de
intereses y comportamientos. Las manifestaciones del trastorno suelen ponerse de
manifiesto en los primeros años de vida y variarán en función del desarrollo y la
edad cronológica de los niños.

La complejidad de manifestaciones clínicas sugiere una etiología multicausal. Los


avances más recientes indican la importancia de los factores genéticos y de
algunos posibles factores ambientales que dan lugar a alteraciones cerebrales
muy tempranas.
HISTORIA

Las primeras descripciones, consolidadas como relevantes, sobre lo que


actualmente denominamos trastornos del espectro autista (TEA) corresponden a
las publicaciones de Leo Kanner (1943) y Hans Asperger (1944). Sin embargo, no
cabe duda de que individuos de similares características a las identificadas por
estos autores han existido siempre. Por esta razón es posible rescatar múltiples
huellas de su paso por la historia de la humanidad.

Quizás la primera referencia escrita conocida corresponde al siglo XVI. Johannes


Mathesius (1504-1565) (1), cronista del monje alemán Martin Lutero (1483-1546),
relató la historia de un muchacho de 12 años severamente autista. De acuerdo
con la descripción del cronista, Lutero pensaba que el muchacho no era más que
una masa de carne implantada en un espíritu sin alma, poseído por el diablo,
respecto al cual sugirió que debería morir asfixiado.

Otro caso histórico es el del insólito Fray Junípero Serra, quien ejemplifica muchos
de los síntomas que se pueden observar en personas con autismo. De acuerdo
con los relatos recogidos en el libro anónimo "Las Florecillas de San
Francisco" (2), escrito en el siglo XVII, donde se relatan pequeñas historias de
este santo, Fray Junípero no comprendía las claves sociales o el lenguaje
pragmático, no detectaba la intencionalidad del comportamiento de los demás, no
se adaptaba a las diferentes convenciones sociales y mostraba dificultades para
comprender la comunicación no verbal. Una divertida anécdota, referida en el
libro, ilustra la candidez y la tendencia a la interpretación literal implícita en el
lenguaje del fraile. Resulta que el hermano Junípero se brindó a un pobre enfermo
para servirle en lo que pudiera ser útil. Ante tal solicitud, el enfermo pidió al buen
fraile: ""Sería un gran consuelo si me pudieras traer un trozo de jamón". Sin
pensárselo dos veces, el hermano Junípero tomó de la cocina un enorme cuchillo
y se dirigió a un bosque donde iban los cerdos a comer. Atrapó uno de ellos y
sujetándolo con fuerza consiguió cortarle una pata. Tras dejar al gorrino mal
herido, corrió al convento donde con gran esmero cocinó la pata, dando de este
modo satisfacción a los deseos del enfermo quien la comió con gran voracidad.

ESTRUCTURA TEORÍA

La primera es la de Léo Kanner (1894–1981) cuyos trabajos, publicados desde


1943: el artículo Autistic Disturbance of Affective Contact? hasta 1956: Early
Infantile Autism? fueron muy rápidamente conocidos puesto que este médico,
nacido en la actual Ucrania y que realizó sus estudios de medicina en Berlín, hizo
toda su carrera de psiquiatra en los Estados Unidos, y publicó en inglés. Kanner
describió, a partir del análisis de once casos observados en niños pequeños,
esencialmente varones, un cuadro clínico caracterizado por la extrema precocidad
de su aparición puesto que se manifiesta desde el primer año de vida; una
sintomatología marcada por la inmovilidad del comportamiento (sameness o
addicted to routine), la soledad (someness) y un retraso importante o una ausencia
de la adquisición del lenguaje verbal. Kanner notó también desde su primer
artículo un aumento precoz del volumen craneal que no obstante sólo observó en
la mitad de estos once casos (Este punto que planteó la pregunta de saber si el
autismo de Kanner corresponde a una entidad nosológica única sería objeto, a
principios del siglo XXI con la aparición de la imagenología cerebral, de
minuciosos estudios). Una observación hecha por Kanner en una de sus
publicaciones sobre la inafectividad, de la que darían muestra en la educación de
sus hijos los padres de los niños que sufren de este síndrome, generó polémicas
pues las familias de los pequeños autistas se quejaron de esta culpabilización.

Finalmente en un número no despreciable de casos el autismo de Kanner está


asociado a la epilepsia, en un tercio de ellos, o a enfermedades neurológicas o
genéticas conocidas, lo que ha conducido a distinguir un cuadro llamado
"sindrómico" y otro "no sindrómico", según que esté aislado o forme parte de un
conjunto más amplio. Se hablará también de autismo típico y de autismo atípico.

La otra contribución, contemporánea en el tiempo a la de Kanner, fue la de Hans


Asperger (1906–1980), que publicó en 1944, en Viena, Die Autistiche
Psychopathen in Kindersalter? La fecha y el lugar de publicación, cuando Austria
estaba todavía sometida al régimen nazi, hicieron que este trabajo sólo se
conociera mucho más tarde, cuando Lorna Wing lo comentó en inglés y cuando el
texto original se tradujo a otras lenguas. Aunque haya empleado el mismo término
de "autismo" el cuadro clínico descrito por Asperger es muy diferente del "autismo
infantil precoz", de Kanner, puesto que se trata de sujetos de mayor edad y que no
hay en ellos retraso significativo ni del desarrollo cognitivo ni de la adquisición del
lenguaje. A estos niños no les gusta la rutina y pueden presentar en la
adolescencia un episodio psicótico. Sin duda porque describió este síndrome
cuando el régimen nazi imponía la eutanasia activa de los enfermos afectados por
padecimientos que los teóricos de la higiene racial juzgaban hereditarios e
incurables, como la esquizofrenia y los retrasos mentales, Asperger preconizó una
actitud protectora frente a estas personas que manifestaban en ocasiones dotes
sorprendentes en diversos terrenos intelectuales, lo que mostraba que no se
trataba de simples "retrasados mentales".

Señalemos que el síndrome de Asperger ha suscitado, además de numerosas


publicaciones médicas, un gran número de obras literarias y cinematográficas
inspiradas en personas que lo sufrieron.

Kanner y Asperger, interrogados sobre una posible similitud entre los dos
síndromes que describieron cada uno por su lado, estuvieron de acuerdo en decir
que se trataba de entidades nosológicas completamente diferentes a pesar de la
referencia común a la psicopatología autística.
Actualidad

Evaluar el autismo hasta mediados de los años ochenta del pasado siglo requería
una evaluación conductual previa a la exploración cognitiva del sujeto, dada la
gran dificultad que el uso de pruebas estandarizadas de inteligencia conllevaba en
tal población clínica (62), lo que forzó a investigadores y clínicos a agudizar el
ingenio y plantear procedimientos de evaluación alternativos a los hasta entonces
existentes. Fruto de tal esfuerzo intelectual surgieron dos tipos de escalas
conductuales específicas para explorar el autismo, unas con fines diagnósticos
como la Diagnostic Checklist for Behavior Disturbed Children y el British Working
Party Diagnostic System, y otras con objetivos principalmente descriptivos, como
eran la Behavior Evaluation Scale (BES), la Adaptative Behavior Scale y la
Vineland Social Maturity Scale. Ha de indicarse, sin embargo, que tales escalas
diagnósticas resultan de más utilidad si están acompañadas de otras pruebas que
evalúen el comportamiento adaptativo o el nivel/perfil psicoeducacional. En lo que
concierne a las escalas descriptivas, pueden proporcionarnos información muy
relevante de los déficits conductuales y nivel de funcionamiento del sujeto

HEREDITARIO

Que existían genes implicados en el desarrollo del autismo, era algo que
sabíamos. Sin embargo, añadir con precisión los genes asociados al trastorno del
espectro autista (TEA) es más complicado. Ahora, una nueva mirada a los datos
de investigaciones anteriores ha confirmado lo que muchos investigadores
pensaban: el autismo está principalmente en los genes. Y no solo esto, el estudio
llevado a cabo por científicos de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai de
Nueva York (EE. UU.) ha extraído una cifra: el 83% de los casos de autismo son
heredados.

Teniendo en cuenta que los síntomas no son muy claros hasta que el niño
desarrolla habilidades avanzadas de comunicación, esto es, con 2 o 3 años de
edad, esto dificulta desenredar las causas genéticas y ambientales de esta
condición neurológica.

Las causas del autismo son mayoritariamente genéticas, así, la mayor parte del
riesgo de sufrir TEA viene determinado por variantes genéticas en nuestro
genoma. De hecho, se estima que la heredabilidad del TEA es del 80%,
confirmando que la genética tiene una mayor influencia que otros factores en su
desarrollo.

congénito
DIAGNOSTICO
Diagnosticar los trastornos del espectro autista (TEA) puede ser difícil porque no
existe una prueba médica, como un análisis de sangre, para diagnosticarlos. Para
dar un diagnóstico, los médicos evalúan el desarrollo del niño y su conducta.

Por eso los encargados de diagnosticar a los TEA son los psicopedagogos
pediatrías y especialistas quienes formulan un planteamiento de manera inicial y
sugiera la investigación con mayor profundidad; probablemente no el diagnóstico
específico sino la sospecha que algo en el desarrollo no está ocurriendo de
acuerdo a los parámetros esperados para la edad en alguna, varias o todas las
grandes áreas del desarrollo:

Motor fino – coordinación

Motor grueso – control postural

Presencia de desórdenes sensoriales

Lenguaje

Desarrollo social – autonomías

En la consulta de un psicopedagogo da un desarrollo en la cual detecta los


problemas que desarrollan los niños a lo largo de su desarrollo evolutivo.

EDUCACION ESPECIAL

 los niños con TEA puedan recibir ayuda e incluso requiera mayor estimulación y
desafíos para alcanzar todo su potencial. En cambio, un niño que
recurrentemente se muestra agresivo, que no habla o que no tolera determinados
estímulos como el ruido ambiental, seguramente se beneficie de la interacción uno
a uno con un educador bien preparado. No todas las escuelas están bien
preparadas para responder a las necesidades especiales de estos niños ni
ayudarlos a interactuar con un grupo de pares. los niños con TEA requieren de un
apoyo especial, maestro integrador o acompañante, además del docente a cargo
del aula. Son preferibles las escuelas con grupos pequeños y, en lo posible, que
cuenten con aulas especiales.

EDUCACION INCLUSIVO

Es necesario que los docentes y directivos de las instituciones escolares, así como
todos los miembros de la comunidad educativa puedan comprender cómo
piensan, sienten y aprenden los alumnos con condiciones del espectro autista.

El autismo es un tema que sigue rodeado de tabúes o de un gran


desconocimiento. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, una vez
que se haya identificado un niño con condiciones del espectro autista, es
importante que se le ofrezca a él, su familia y a la escuela, información y servicios
pertinentes, derivación a especialistas y ayudas prácticas de acuerdo con sus
necesidades particulares, lo más tempranamente posible. De este modo es
posible reducir las dificultades de comunicación y comportamiento social y tener
un impacto positivo en los aprendizajes, la calidad de vida y el bienestar
emocional.

En los últimos años se destaca la importancia de la educación inclusiva como una


forma de comprender la educación en donde se elaboran nuevas formas de
filosofía, nuevos tipos de cotidianidad escolar, de trabajo, de convivencia.

CONCLUCION

Mediante la explicación de las diapositivas, hemos podido profundizar en aquellos


aspectos importantes que influyen en el trastorno, tanto para intervenir de forma
temprana, como para ayudar al desarrollo de las habilidades de la persona autista.

Hemos podido percibir actitudes específicas que igual no habríamos tenido en


cuenta en las personas que lo sufren. Por lo tanto, después de la información
facilitada, es posible que hayamos aclarado muchas de las incógnitas sobre este
trastorno.

Ese era el objetivo de este curso: aportar información para aplicar en nuestro
futuro, ya que si nos encontramos con personas autistas, podremos tener una
base de conocimientos sobre su comportamiento y aportarle todo aquello que
necesiten en cada momento.

Esto ha sido un resumen exhaustivo sobre los puntos principales del trastorno
para poder desvelar las dudas principales, pero el ámbito es muy amplio y
complejo.

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