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MERITOCRACIA – DEBÚT GEMA

Meritocracia es un término para calificar un régimen que tiende a asignar ingresos,


bienes económicos, en bases a los logros, el talento, el esfuerzo, y no al origen
familiar, la riqueza heredada, o la pertenencia a una “clase” o “casta”.
El filósofo John Rawls en su libro “teoría de la justicia” nos dice que, si el sistema
provee igualdad de oportunidades solo en lo formal, los que quienes provengan de
hogares con mayor riqueza, posibilidades de acceso a mejor educación y contactos
o relaciones, contaran con ventajas y un nivel de vida inalcanzables para el resto.

“El éxito en la escuela y en el trabajo no es más que la cosecha del esfuerzo y el


talento sembrados durante la vida”, esta frase podría resumir perfectamente la
perspectiva de la mayoría de la sociedad sobre los espacios educativos y laborales.
Así pues, el espacio educativo es uno de los principales constructores del mito
meritocrático y de la reproducción de sus normas, por ejemplo, en el día a día del
salón de clases de una primaria o secundaria, se premia constantemente a aquellos
que obtienen una mejor calificación o entregan mejores tareas y trabajos, así como
en la educación superior donde los criterios de selección de las universidades más
prestigiosas suelen aludir al mérito. Quien triunfa en la escuela es premiado por
su esfuerzo, y quien fracasa es visto como culpable de su destino, olvidando
las condiciones que posibilitan tales diferencias.
Lo importante aquí es quitarle la percepción de naturalidad al “merito” “talento” o
“éxito” en el sistema educativo y verlos como lo que son: constructos y valoraciones
sociales, históricamente heredadas y reproducidas, modificadas y actualizadas en
el presente.
Por un lado, creer que los resultados del sistema educativo son consecuencias del
mérito y del esfuerzo individual sirve para generar una sensación de control para las
y los estudiantes, hasta el grado de creer que los malos resultados que puedan a
ver obtenido se puedan modificar en el futuro “si le echan ganas” …
Al mismo tiempo creer fielmente en lo anterior, tiene graves consecuencias, ya que,
se entendería que los perdedores son culpables de sus propios resultados. De
ahí la gran importancia de cuestionar la pureza de la meritocracia en el sistema
educativo, de poner en una posición más crítica y reflexiva los resultados
individuales en las escuelas.
De hecho, lo que encuentran estudios que combinan un contexto de análisis societal
con técnicas de genetistas es que aquellas características de los individuos que
podrían estar asociadas con lo que socialmente se valora como “talento” se
distribuyen de manera aleatoria entre hijas e hijos de hogares ricos y pobres. La
diferencia fundamental, en todo caso, es que los rendimientos educativos de dicha
disposición genética son distintos dependiendo si se trata de un hogar rico (con
acceso a escuelas privadas, capital social y cultural) o de un hogar pobre.
Por ejemplo, lo vimos en los recientes juegos olímpicos, cada atleta que estaba
representando a su país en las diferentes disciplinas esta a base de su esfuerzo y
su talento, pero el rendimiento se ve en los resultados, ¿porque si compiten en la
misma disciplina generalmente ganan las potencias?, por el mismo factor
económico que tiene todo para apoyar a sus atletas mientras que otros países por
mejores deportistas tengan no logran destacar por ese plus que se les brinda
EJEMPLO Q NO SE SI USAR

En síntesis, el sistema educativo desigual otorga una falsa legitimidad a un


sistema injusto, y se muestra las distintas formas en que la desigualdad
educativa se expresa y, de esta manera, reproduce las desigualdades
sociales.
Tales como:
• La inversión de los padres en la educación de sus hijas o hijos
• Donde estudian los jóvenes (ya sea en escuelas públicas o privadas)
• ¿Qué pasó durante la pandemia con la desigualdad educativa?
Una vez que se plantea la grave situación de desigualdad educativa que se vive en
México vale la pena señalar que con la pandemia de COVID-19 incrementó la
inequidad en este espacio social, alejándose aun más de los ideales meritocráticos.
Según la INEGI 2.2% (740 mil de 33.6 millones) de los estudiantes que cursaban el
ciclo escolar 2019-2020 no lograron concluir sus estudios, esto tomando en cuenta
los meses que coincidió con el inicio de pandemia y el confinamiento.

Ciertamente la crítica a la meritocracia puede leerse como la expresión contra


la falta de movilidad social dentro del capitalismo, pero también como una
invitación al abandono del sistema educativo y a la liquidación de la confianza
mutua.

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