ZONA DE APRENDIZAJE
De la alta política
y mi receta de reforma educativa
Eduardo Andere M.*
* Analista y escritor en temas de
educación comparada, política
educativa y políticas públicas.
http://eduardoandere.org.mx/
20 Educación 2001
Con el fulgor de las campañas políticas, la
educación será cocinada en olla de pre-
sión. La intensidad de la flama surgirá por
cualquier tema; ése no es el problema. El
punto es, ¿quién muestra más músculo? En
consecuencia, ¿cómo se reparte la tajada
de recursos de política pública: decisiones,
posiciones y pesos?
En apariencia, el tema parece ser “la
evaluación universal”. En realidad, es
sólo la punta del iceberg, algo realmente
sin importancia ni en lo pedagógico ni
en lo educativo. La evaluación universal,
como está planteada, no toca ni trastoca la
esencia del problema educativo y menos
de aprendizaje de México.
Si las evaluaciones de los estudiantes
muestran de manera consistente, con
instrumentos e indicadores nacionales
e internacionales, que su desempeño es
de malo a pésimo, algo anda mal a nivel
nacional, cultural y social.
La investigación educativa de los fac-
tores asociados al desempeño también
demuestra de manera consistente que
la variación de los resultados entre unos
estudiantes y otros, unos docentes y otros,
unas escuelas y otras, y unos sistemas y
otros, es explicada más por factores ex-
ternos a la escuela y a la pedagogía que
por factores propios de ellas. Tal es el caso
de los así llamados factores de estatus
socioeconómico o ses (por sus siglas en
inglés). Cuando uno incursiona en este
territorio ses, realmente se inmiscuye en
las entrañas de la sociedad y su cultura.
La pobreza, la inequidad, el subdesa-
rrollo político y la cultura de “antiapren-
dizaje” en México es donde se encuentran
las raíces del problema: no en la evalua-
ción educativa. Sostener lo contrario es
científica y políticamente inocente.
Si lo anterior es cierto, un sistema de
evaluación universal que descansa en
modelos estandarizados, con una fuerte
ponderación con base en los resultados
de mediciones también estandarizadas de
habilidad cognitiva de los educandos en
algunas materias, y habilidades cognitivas
estáticas de los docentes, es un sistema
incompleto, incorrecto e intrascendente;
y quizá hasta perverso.
Pero, insisto, éste no es el tema. Si la
mayoría de nuestros estudiantes y docen-
tes han salido mal librados en pruebas
estandarizadas no es porque los maestros
o sus sindicatos quieran o no quieran ser
evaluados, sino porque tenemos temas de
nivel nacional, cultural y organizacional
estructurales y enraizados que han arro-
jado generaciones de maestros mal pre-
parados para enseñar y estudiantes (y sus
familias) mal encauzados para aprender.
El tema de la pobreza educativa no se
resolverá nunca con evaluaciones estan-
darizadas nacionales, ni de alumnos ni
de docentes. Tenemos que cambiar como
sociedad, en lo político, en lo económico,
en lo social y en lo cultural. ¿Cómo? Una
nueva revolución podría ser un camino;
al final, es uno ineficiente y terriblemente
doloroso. Los acuerdos políticos pueden
ser otro camino, lo que yo llamo alta po-
lítica educativa.
Es en la alta política educativa donde
se deciden dos cosas: las relaciones de
poder y las condiciones básicas, reglas
del juego, para que las mejores organiza-
ciones y pedagogías escolares florezcan.
En la alta política educativa, por tanto,
se deciden temas de relaciones de poder:
democracia en la toma de decisiones
como son la simetría, transparencia y
representatividad de las organizaciones
cúpula, por ejemplo, gobiernos, sindica-
tos, padres de familia. Aún por encima
de esto, están los grandes temas políticos
nacionales, es decir, los monopolios.
 México es un país de monopolios
u oligopolios. En la burocracia, en los
sindicatos, en las empresas de telecomu-
nicaciones y en las empresas de medios.
Cada uno de estos monopolios trata de
imponer sobre las otras fuerzas de poder
un formato o estilo de decisión para be-
neficio propio. El snte contra Televisa,
por ejemplo, o Telmex contra Televisa
y TV Azteca. O una burocracia (según
el partido en el gobierno) sobre otra. Y
luego las alianzas y contra-alianzas entre
esas fuerzas que cambian con el tiempo
de acuerdo con arreglos de cúpula.
Para ventilar el desarrollo cultural,
económico y político de México, necesita-
mos desmantelar todos esos monopolios.
Pero si desmantelamos uno y no los otros,
crearemos los incentivos perversos para
terminar en un cinismo con democracia
disimulada. Vaya chamba que tienen los
verdaderos líderes nacionales; no los polí-
ticos de banca, sino los estadistas que ven
más allá de las elecciones y las encuestas.
En el terreno de las reglas básicas,
condiciones iniciales, o políticas públicas,
mi receta para una reforma educativa en
México consiste en:
• Establecer un esquema institucional
que empodere a las escuelas (localida-
des) y sus directores para que puedan
realizar evaluaciones holísticas y loca-
les, no universales y estandarizadas.
• Reformar la atracción y formación de
maestros antes y durante el servicio;
con la apertura en formación y acredi-
tación de maestros de clase y materia.
• Crear más organizaciones autónomas
(del gobierno y los sindicatos) para to-
mar decisiones netamente pedagógicas
y organizacionales.
• Cambiar la política de financiamiento
a la educación para que el “dinero siga
al niño” y no al maestro, no a la escuela
y no a la burocracia.
• Focalizar las evaluaciones estandari-
zadas como parte de un esquema de
evaluación holística y local.
• Instituir el esquema de la “Escuela
de enfrente” para propiciar una sana
competencia y ofrecer a los padres de
familia y estudiantes un margen de li-
bertad de elección de escuela y de esta
manera crear estímulos automáticos
a la mejora constante en el liderazgo
escolar y docente.
• Cambiar la cultura de antiaprendizaje
del mexicano mediante el estable-
cimiento de lo que llamo “zonas de
aprendizaje” o ambientes sociocultu-
rales de aprendizaje.
No podemos gastar nuestros recursos
escasos en quedar bien con todos, o en
pelearnos a través de los medios para ver
quién tiene más saliva y, por ende, traga
más pinole.
Si estos temas que acabo de mencio-
nar no son entendidos y homologados
por los líderes políticos nacionales, nos
dirán misa pero nada nuevo ocurrirá en
educación y nos pasaremos un sexenio
más en el oscurantismo manifestado por
el fracaso monumental de la educación.
mayo 2012 21