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TEMA 22: FINALIZACIÓN DEL PROCESO

1. CONCLUSIONES ORALES E INFORMES

Una vez que se ha practicado la prueba en el juicio ordinario, nos encontramos con que el siguiente
trámite es el de conclusiones orales e informes. La diferencia entre ambos es que las conclusiones
se refieren a cuestiones fácticas, y los informes se realizan sobre cuestiones jurídicas.

Conclusiones. Terminada la práctica de la prueba las partes formulan oralmente sus conclusiones
sobre los hechos objeto de debate, exponiendo de forma ordenada, clara y concisa, si a su juicio los
hechos relevantes han sido probados o deben considerarse admitidos, o si por el contrario esos he-
chos deben permanecer en una situación de hechos inciertos.
Por tanto se trata de hacer una evaluación de las cuestiones fácticas del proceso para facilitar la la-
bor del juez a la hora de dictar sentencia.
1. Deben hacer un breve resumen de las pruebas practicadas y de la relevancia que han tenido sobre
los hechos objeto de debate.
2. También si entienden que algún hecho ha sido favorecido por existencia de presunción pueden
alegarlo.
3. También se pueden recordar las normas de carga de la prueba para los hechos que permanecen
dudosos.
Generalmente se hará referencia :
- A los hechos alegados y sobre los que se ha practicado prueba en apoyo a sus pretensiones,
- A continuación se referirá a los hechos alegados por la parte contraria.
- Una vez realizadas las conclusiones orales sobre las cuestiones fácticas se pasa a los informes.

Informes. Cada parte informará sobre los argumentos jurídicos en que apoya sus pretensiones.
Una vez se han emitido las conclusiones y los informes si el tribunal no se considera suficientemen-
te ilustrado por lo dicho por las partes puede concederles la palabra cuantas veces estime necesario
para que informen sobre las cuestiones que les atañen.
Esta regulación de las conclusiones e informes está en la ley con referencia al juicio ordinario, sin
embargo cuando se regula el juicio verbal no hay ninguna previsión especifica al respecto. La ley se
limita a decir que practicada la prueba se dará por terminada la vista y se dictará sentencia. Ante
este silencio legal hay que preguntarse si en el juicio verbal existe este trámite. La ley no prevé nada
pero tampoco lo prohíbe. Parece razonable pensar que si el juicio verbal ha tenido una prueba com-
pleja resulta altamente recomendable que existan conclusiones y si la cuestión judicial fuese com-
pleja, también son recomendables los informes. Quizás si el caso es muy sencillo podría obviarse
este trámite, pero en general un resumen ordenado de la prueba practicada y de las cuestiones jurí-
dicas que se debaten es de gran ayuda al juez.

2. DILIGENCIAS FINALES

Aparecen el artículo 435 LEC. Una vez realizadas las conclusiones e informes, antes de dictar sen-
tencia, es posible que nos encontremos con la práctica de las diligencias finales. Son las herederas
en la nueva LEC de lo que en la antigua se denominaban diligencias para mejor proveer. Ahora
bien, el legislador entiende que estas diligencias finales no deben ser lo mismo que las anteriores,
porque los presupuestos para su práctica son diferentes. Las diligencias para mejor proveer se carac-
terizaban porque eran una iniciativa exclusiva del juez, era este el único que podía ordenarlas y no
estaba vinculado por las peticiones de las partes.
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Por el contrario, la regla general que establece la nueva LEC es que las diligencias finales en prin-
cipio solo pueden acordarse a instancia de parte, esto soluciona en buena medida los problemas que
se habían planteado con las antiguas diligencias para mejor proveer, entre ellos la compatibilidad de
una iniciativa exclusiva del juez con los principios informadores del proceso, si eso podría cuestio-
nar la imparcialidad del juez, y además porque en la práctica se demostraba que estas diligencias
para mejor proveer eran un medio para alargar o dilatar el proceso porque interrumpía el plazo para
dictar sentencia, y muchas veces el juez las ordenaba solo para este propósito. De ahí que a veces se
les llamara diligencias para mejor dilatar (PROBLEMAS, SE CONSIDERABA QUE ERAN UNA
FORMA DE ALARGAR EL PROCESO Y QUE PODRÍA CUESTIONAR LA IMPARCIALIDAD
DEL JUEZ, POR IR EN CONTRA DE LOS PRINCIPIOS INFORMADORES DEL PROCESO).

La nueva ley quiere apartarse de esta regulación anterior, estableciendo que en principio solo deben
acordarse a petición de parte, y además es necesario que el juez mediante un auto motive la necesi-
dad de practicar estas diligencias (antes bastaba con una providencia, que puede no
motivarse).Además la ley dice que no se practicaran sobre pruebas que podrían haberse propuesto
en tiempo y forma por las partes. Sí se practicarán cuando por causas ajenas a la parte esta no se
hubiera practicado, y también cuando han aparecido hechos nuevos o de nueva noticia. Excepcio-
nalmente podría acordarlas el juez de oficio o a petición de parte cuando habiéndose practicado
prueba sobre hechos relevantes, el resultado no hubiera sido suficiente para conocer su certeza,
siempre que existan motivos fundados para afirmar que en las nuevas actuaciones si tendrán éxito.
El juez al motivar deberá expresar las circunstancias concurrentes y sus motivos para creer en su
éxito.

Si concurren los presupuestos y el juez ordena que se practique la diligencia final el efecto inmedia-
to es la SUSPENSIÓN del plazo legalmente previsto para dictar sentencia, y la ley establece que las
diligencias finales deberán practicarse en un plazo de veinte días. Una vez que se han practicado, la
parte dispondrá a su vez de un plazo para presentar un escrito en el que resuman y valoren el resul-
tado de las diligencias finales. Transcurrido el plazo para presentar este escrito, se haya presentado
o no, volverá a computarse el plazo para dictar sentencia.

Nos encontramos con el problema de que la regulación expuesta es la que la ley establece solo para
el juicio ordinario, no hay ninguna disposición sobre la posibilidad de ordenar diligencias finales en
el ámbito del juicio verbal. Por ello, las interpretaciones pueden entender que al no estar prohibidas
están permitidas o en sentido contrario. Ahora bien, así como en el caso de las conclusiones nos in-
clinábamos por entender que no existe obstáculo a que se practiquen en juicio verbal y que puede
ser esclarecedor; en el juicio verbal la diligencia final si tiene algún problema, en concreto si esa
diligencia final puede practicarse o no en el acto (en el mismo juicio verbal). El legislador quiere
que el juicio verbal se termine en unidad de acto, si para practicar la diligencia final es necesario
citar nuevamente a las partes, esto rompe la estructura del juicio verbal. En estos casos podría de-
fenderse que no se practiquen diligencia finales en los juicios verbales. Pero si se pueden realizar en
el acto y concurren el resto de presupuestos establecidos por la ley, no debería existir inconveniente
a su práctica.

3. LA SENTENCIA Y SU FORMACIÓN INTERNA

La sentencia es la resolución que decide la controversia entre las partes y pone fin a una instancia o
fase del proceso. En el caso de que se trate de una resolución inimpugnable o siéndolo pero no sien-
do impugnada, se convierte en firme.La sentencia es un acto del órgano judicial que se pronuncia
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sobre la acción afirmada por el actor en la demanda, bien para estimarla o para rechazarla. Es una
declaración de voluntad del Estado en virtud de la cual se afirma la existencia o inexistencia de la
acción ejercitada. En la sentencia, el tribunal hará un pronunciamiento condenatorio, o bien absolu-
torio, más exactamente aceptando o rechazando la pretensión del actor.

Podría existir un tipo de sentencia: sentencia absolutoria de instancia, en ella ocurre que el tribunal
constata la existencia de un defecto procesal que le impide realizar un pronunciamiento sobre la ac-
ción que es ejercitada, quedando esta imprejuzgada y pudiéndose plantearse en otro momento pos-
terior. La actual LEC tiene, entre otras, la finalidad de lograr que existan pocas resoluciones absolu-
torias de instancia. De tal forma hay controles anteriores a la sentencia donde se puede poner de
manifiesto la existencia de falta de presupuesto del proceso directo, siempre que puedan ser subsa-
nados y que impidan que el derecho siga tramitándose hasta su finalización por sentencia. Una sen-
tencia absolutoria de instancia es tanto como reconocer como inútil el proceso en tanto que no se ha
podido hacer un pronunciamiento sobre la acción ejercitada.

Puede haber tantos tipos de sentencias como acciones ejercitables (declarativas, de condena o cons-
titutivas). Pueden ser acciones declarativas, de condena o constitutivas. Si es meramente declarativa
la sentencia será también declarativa, si es de condena, la sentencia será de condena y si se estima
una acción constitutiva, la sentencia será constitutiva. De entre este tipos de sentencias solo las de
condena pueden ser ejecutadas, por tanto, si el pronunciamiento del actor no se cumple de forma
voluntaria, se podrá instar su ejecución forzosa, siendo por ello el título ejecutivo propio es la sen-
tencia de condena. Las sentencias meramente declarativas o constitutivas no son ejecutables en tan-
to no tienen un pronunciamiento de condena. En ocasiones, no obstante, para que éstas desplieguen
todos sus efectos, es necesario que se realicen determinados actos complementarios de cumplimien-
to, que es lo que se denomina ejecución impropia.

Aunque en la sentencias sobre el fondo los jueces estiman o desestiman la pretensión del actor, ca-
ben pronunciamientos intermedios, por lo que, si existen varias pretensiones, pueden estimarse y
desestimarse unas pretensiones o estimarse esas pretensiones en parte, pudiendo haber sentencias
parcialmente estimatorias.

Las sentencias pueden ser de primera instancia, en apelación, o dictadas en recurso extraordinario.
La regla general en nuestro ordenamiento y en concreto en el proceso civil es que haya doble ins-
tancia, por lo que en principio toda sentencia dictada en primera instancia puede ser recurrida en
apelación, generalmente. Contra las sentencias dictadas en apelación no cabe recurso de manera ge-
neral, solo cabrían por tanto por motivos concretos por lo que una vez que la sentencia no se puede
impugnar se convierte en firme.

En cuanto a la forma externa, la sentencia presenta la siguiente estructura:


- Encabezamiento, donde consta la identificación de las partes y representantes.
- Antecedentes de hecho.
- Fundamentos de derecho.
- Fallo o parte dispositiva de la sentencia, donde el tribunal se pronuncia sobre la acción ejercitada.

La formación interna de la sentencia no tiene por qué tener relación directa con la forma externa de
la sentencia. En la formación interna de la sentencia el juez debe seguir un proceso lógico, que pue-
de describirse de la siguiente manera:

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- El juez examina si el efecto jurídico pretendido por el actor tiene fundamento en el derecho. Si
carece de éste, ya no es necesario examinar el resto de las cuestiones que tiene que resolver, pues
la pretensión ejercitada es insostenible y no sería por tanto necesario realizar ninguna otra opera-
ción. Esta declaración tiene que hacerse en la sentencia salvo que una norma lo prevea de forma
expresa, no es posible inadmitir una demanda porque el órgano judicial entienda que la preten-
sión es insostenible, de manera que el proceso se tramita, y el juez al final en sentencia se pro-
nuncia.
- El juez debe comprobar si existe la norma alegada y si de esa norma u otra aplicable se deriva el
efecto jurídico que se pretende. Tiene que comprobar que el efecto jurídico es admisible porque
una norma jurídica contempla esa cuestión sin que el juez pueda cambiar la causa de pedir, para
no incurrir en incongruencia, pues el juez no puede otorgar una tutela jurídica diferente de la so-
licitada.
- El juez comprobará si los hechos alegados por el demandante, se pueden subsumir en el supuesto
de hecho de una determinada norma jurídica. A continuación, habrá que comprobar si los hechos
alegados que son subsumibles en una norma jurídica quedan acreditados. Por el contrario, pueden
llegar a la conclusión de que no son ciertos, o que permanecen en una situación de dudosos. Si se
entienden dudosos, el juez tendrá que aplicar las normas de carga de la prueba y determinar a
quién perjudica la falta de prueba de esos hechos.
- Esos hechos que se declaran como probados se subsumen en las normas jurídicas aplicables para
extraer o llegar a las conclusiones jurídicas que correspondan.

No siempre el juez sigue estos pasos que teóricamente debe realizar, pues la metodología de los
jueces puede ser variada a la hora de establecer el procedimiento interno para dictar sentencia. Este
esquema es ideal y puede no ser seguido en la práctica.

La nueva LEC introduce modificaciones en esta materia con respecto a la antigua. Por ejemplo, el
art. 219 LEC ya no permite las llamadas sentencias con reserva de liquidación, las cuales se caracte-
rizaban porque en algunos supuestos no se decidía la cuantía de una cantidad líquida sino que esta-
blecían las bases de liquidación dejando la misma para un momento posterior (es decir se dejaba la
determinación para el momento de ejecución de la sentencia). La LEC 2000 pretende evitar estas
sentencias para convertir el proceso de ejecución con incidentes declarativos con problemas difíci-
les de resolver, por eso, sólo se permite en casos de simples operaciones aritméticas.

En el art. 220 LEC se establece que cuando se reclaman intereses o prestaciones periódicas la sen-
tencia puede incluir pronunciamiento sobre intereses o prestaciones que se deben en momento pos-
terior al momento donde se dicta sentencia: son las condenas de futuro.

4. CONGRUENCIA DE LA SENTENCIA

Recordemos que en los procesos en los que el principio informador es dispositivo el juez tiene que
decidir de acuerdo con las pretensiones ejercitadas por las partes. Tiene que haber relación entre lo
que piden las partes y lo que el juez decide, o sea, la sentencia tiene que ser congruente con las pre-
tensiones ejercitadas.

La necesidad de congruencia se establece en el art. 218 LEC que afirma que la sentencia debe ser
clara, precisa y congruente con las demandas y demás pretensiones de las partes, deducidas oportu-
namente en el proceso.

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Para saber cuándo nos encontramos ante una sentencia congruente se debe ver cuándo la sentencia
es incongruente. Existen diversos tipos de incongruencia:

- Incongruencia por omisión de pronunciamiento: De acuerdo con el CC y con la jurisprudencia


del TC respecto a la tutela judicial efectiva, los jueces tienen el deber de pronunciarse en todo
caso, no pueden dejar de resolver. Con la incongruencia no decimos que no resuelva, sino que la
incongruencia se produce en casos en los que el juez no se pronuncia sobre todas las cuestiones
que se le han presentado, o sea, se pronuncia sobre algunas cuestiones pero no todas, haciendo
que nos encontremos ante una incongruencia omisiva. No debemos confundir la omisión de pro-
nunciamiento con la desestimación tácita de las pretensiones: hay sentencias de las que sin pro-
nunciamiento desestimatorio expreso se puede derivar que el juez se ha pronunciado de manera
tácita. En algunos casos esta desestimación tácita es claramente deducible, pero otras veces por
los términos en los que se redacta la sentencia no, entonces la ley para evitar estos problemas
prevé que se puede solicitar que se complementen los pronunciamientos para que quede claro que
ha habido un pronunciamiento judicial sobre todas las cuestiones.
- Incongruencia por ultra petitum o por exceso: El tribunal da más de lo que piden las partes, o sea,
existiría en la parte dispositiva de la sentencia un pronunciamiento más favorable del que se ha
pedido. Esto se considera una incongruencia en tanto el tribunal está vinculado por las pretensio-
nes de las partes y no puede dar más de lo que las partes soliciten.
- Incongruencia por extra petitum: Se estima la pretensión pero el juez no da lo que se pide, sino
una cosa diferente, no hay omisiones de pronunciamiento pero decide en el sentido de dar algo
que no es exactamente lo que se corresponde por las pretensiones ejercitadas por las partes. Esta
incongruencia es la que da más problemas en la práctica pues está relacionada con el principio de
que el juez debe decidir de acuerdo a lo alegado y probado por las partes. El art. 216 LEC esta-
blece que, salvo disposición legal, en casos especiales los tribunales civiles tienen que decidir de
los asuntos en virtud de los hechos, pruebas y pretensiones de las partes, por lo que habría incon-
gruencia si la parte dispositiva de la sentencia se fundamenta en un hecho que no había sido in-
corporado por las partes. El juez no puede fundar su pretensión en un hecho relevante que no
haya sido introducido por las partes. Otra cuestión es respecto a los hechos accesorios, que pue-
den ser acreditados por ser hechos notorios o como consecuencia de máximas de la experiencia
comunes o que se introducen por competencias que la ley concede al juzgador en materia de fija-
ción de los hechos. También está relacionada la cuestión de qué sucede con los hechos admitidos,
en este caso, la admisión de los hechos puede realizarse de dos maneras: expresa o tácita en vir-
tud de la facultad que la ley da al juez a la hora de interpretar el silencio o las respuestas evasivas,
si son hechos reconocidos de manera expresa, la omisión de esos hechos en la sentencia sí sería
una incongruencia, mientras que si la manera fuera tácita no. En el caso de hechos fundamenta-
dores de la pretensión es respecto a los que se predica la incongruencia, no respecto a hechos ac-
cesorios. Otro problema es el de la incongruencia por extra petitum y los fundamentos jurídicos
de las pretensiones. Como regla general la sentencia no puede fundamentarse en una causa de
pedir distinta de la alegada por la parte. Sin embargo, no es lo mismo la causa de pedir que la
fundamentación jurídica. Respecto a la fundamentación jurídica, no está vinculado el juez pues
puede aplicar el principio iura novit curia. El tribunal, sin apartarse de la causa de pedir, acudien-
do a fundamentos distintos de los que las partes han querido hacer valer, resolverá conforme a las
normas aplicables al caso, aunque no hayan sido acertadamente citadas o alegadas por los litigan-
tes.
- En ocasiones, se habla de un cuarto tipo de incongruencia: Incongruencia por infra petitum. Una
sentencia en la que se otorga menos de lo pedido. Con carácter general hay que decir que no exis-
te este tipo de incongruencia. El tribunal se pronuncia sobre la totalidad de la pretensión ejercita-
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da, pero en parte la estima y en parte desestima, por lo que no puede haber este tipo de incon-
gruencia. En ocasiones se plantea que pueda darse esta incongruencia cuando exista un allana-
miento por parte del demandado y no se recoja íntegramente en la resolución, pero realmente no
es un supuesto de incongruencia.

5. MOTIVACIÓN DE LA SENTENCIA

La exigencia de motivación se encuentra en el art. 120 CE que eleva a rango constitucional la moti-
vación de la sentencia. El TC ha vinculado o relacionado el contenido de este art. 120 CE con el
derecho a la tutela judicial efectiva, de manera que una falta de motivación en la sentencia no sólo
infringe el art. 120 sino que vulnera también el art. 24 CE del derecho a la tutela judicial efectiva,
derecho especialmente protegido frente al TC a través del recurso de amparo.

La razón de esta vinculación entre estos artículos es la prohibición del art. 24 CE de que se produz-
ca indefensión. Si la resolución no motiva las razones que conducen al fallo de la misma ello pro-
voca indefensión porque la parte a la que perjudica la resolución difícilmente podrá recurrirla si
desconoce los motivos del fallo que le perjudica.

El art. 209 LEC establece los requisitos de motivación de la sentencia en el proceso civil. Así exige
que en los antecedentes de la sentencia se recojan las pretensiones de las partes, los hechos, las
pruebas practicadas y los hechos que se consideran probados. Respecto a la fundamentación jurídi-
ca, es necesario que se hagan en puntos separados los fundamentos de hecho y derecho, así como
las cuestiones controvertidas dando los fundamentos del fallo que vaya a dictarse con expresión
concreta en las normas jurídicas que resultan aplicables al caso.

En la sentencia se debe motivar todo aquello relacionado con la parte dispositiva de la misma. La
motivación no debe ser sólo de cuestiones jurídicas, sino también cuestiones fácticas, o sea, cómo
se llega a la fijación de los hechos que se consideran probados partiendo de las pruebas que se han
practicado. No significa que haya que hacer una motivación fáctica individualizada de los medios
de prueba practicados, porque puede valer la apreciación conjunta de la prueba, pero sin que esto
sirva para realmente no motivar. En la motivación deben quedar de manifiesto las reglas jurídicas,
las reglas de la lógica y las máximas de las experiencias usadas para llegar a las consecuencias fác-
ticas que llevan a las normas jurídicas aplicables y al fallo de la sentencia.

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