Está en la página 1de 3

Tener el cabello afro no me hace menos profesional

¿Es que tener el cabello afro me hace menos profesional? Esta es la


pregunta que muchas personas nos hemos hecho en algún punto de nuestra
vida profesional y académica. Generando inseguridades que van desde
alisarte el cabello previo a una entrevista de trabajo hasta asistir a ese
primer día de pasantía con un planchado capilar digno de una lavandería.
Ya he hablado de la discriminación social que tiene su origen en las
mismas familias pero ¿qué ocurre cuando esta marginación te sigue hasta
un puesto de trabajo?

La inserción en el mercado laboral dominicano te abre los ojos a un tipo de


discriminación que aunque sutil está latente en cada empresa u
organización donde la poca aceptación al cabello afro rizado es disfrazada
como una estipulación de formalidad. No me malentiendan, no existe nada
perjudicial con un requerimiento de formalidad. Si trabajas en un banco es
entendible que el código de vestimenta sea sobrio y elegante tanto como si
ejerces en un tribunal o en una clínica, lo cuestionable y equívoco de la
situación inicia cuando se intentan cambiar los rasgos inherentes de este
empleado o empleada como lo es su textura de cabello.

La Organización Internacional del Trabajo define la discriminación en el


empleo como “prácticas que tienen el efecto de situar a determinadas
personas en una posición de desventaja en el mercado de trabajo o el lugar
de trabajo a causa de su raza, color, religión, sexo…, origen social o
cualquier otra característica no relacionada con el trabajo que debe
desempeñarse.

Este tipo de discriminación se puede observar sobre todo en mujeres


afrodescendientes que intentan abrirse paso en una sociedad en constante
búsqueda maneras de mantenerlas en el mismo lugar de subordinación que
por siglos hemos sustentando frente a nuestros pares de cabello lacio y piel
clara.

Abigail Sánchez, una enfermera con más de seis años de experiencia en el


sector salud como auxiliar y ahora como licenciada graduada de la
Universidad Católica de Santo Domingo charló conmigo acerca de su
encuentro cara a cara con la discriminación injustificada que vivió como
pasante en un Hospital público de la ciudad de Santo Domingo.

“Trabajé en una planta abierta y me hicieron las mil y una” explicó Abigail
que aunque había tenido vivencias en las que era mirada de forma diferente
por colegas en su trabajo principal en una prestigiosa institución privada de
salud, esto no le había impedido usar su pelo afro o estilos protectores
como los hermosos jumbo twist que adornaban su rostro en esos momentos.
“Me dijeron que no podía utilizar trenzas aunque estuvieran recogidas…
las explicaciones que me daban no eran razonables y no concordaban con
mis conocimientos profesionales, ellas [las supervisoras] me negaban estar
en la pasantía por prejuiciosos”.

Ante todo esto le pregunté si en algún momento le prohibieron llevar las


trenzas a lo que respondió que “me decían que si no me las quitaba eso iba
influir en mi nota final, así que tuve que deshacerlas”.

Casos como estos encarnan el diario vivir de cientos de profesionales en


nuestro país, especialmente en espacios tan jerarquizados como son el
sector bancario, de salud, derecho judicial, política, entre otros. A pesar de
que nuestra constitución en el artículo 36 establece que:

El Estado debe promover las condiciones jurídicas y administrativas


para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas para
prevenir y combatir la discriminación, la marginalidad, la
vulnerabilidad y la exclusión.1

Esto no es así en la práctica, donde los empleadores acometen atropellos


hacia sus empleados quienes por desconocimiento o por temor a perder su
trabajo, deciden continuar bajo condiciones que van en contra de su
derecho a la igualdad. Además, y debido a que no se habla de forma
explícita de la discriminación por tipo de cabello, las empresas pueden
justificarse mediante el argumento de que son “políticas internas”.

Desde el 2019, en Estados Unidos, una coalición de comunidades y


organizaciones defensoras como Dove y LinkedIn se han unido junto a la
ex Senadora de California Holly J. Mitchell para crear una ley denominada
« The C.R.O.W.N act» por sus siglas en inglés y que significa “ Creando
un mundo respetuoso y abierto para el cabello natural”, el objetivo es
prohibir a las instituciones académicas y lugares de trabajo de negarle
oportunidades a las personas por tener cabello rizado, afro o usar estilos
protectores . Esta legislación de ser aprobada representaría una victoria
histórica en la lucha en contra de la discriminación basada en el tipo de
cabello en este país norteamericano.

Con tantos temas en la palestra pública, muchos podrían considerar que la


discriminación por cabello debe ser la menor de las preocupaciones en
nuestro país, sin embargo, no es así. Una característica física que de
ninguna manera influye en la pericia profesional de una persona, no debe
de ser motivo de exclusión en ningún ámbito laboral.

No debemos esperar que una ley nos impida segregar a las personas
afrodescendientes. Comencemos por educar a los reclutadores, a los
entrenadores de personal, managers, gerentes y a todo profesional que lo
necesite en la creación de espacios más inclusivos. Desaprender para
aprender. Es un proceso incómodo, donde debes de cuestionar tus
abordajes, tus formas de pensar, no obstante, los resultados darán unos
frutos que perduraran en la cultura laboral dominicana.

También podría gustarte