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El Encargo Social y las Premisas Operantes en la Psicología Clínica

(Néstor A. Braunstein)

1- Si no hay anatomía patológica ni alteraciones detectables a nivel funcional en el SN ¿Cómo se


justifica etiquetar de sana/enferma a una conducta?
En el plano de la biología, existen los conceptos de salud y enfermedad. Presencia abalada y justificada según una
búsqueda en el cuerpo y especialmente en el sistema nervioso de manifestaciones anatómicas y funcionales (sin
alteraciones o con alteraciones)

Ahora bien, esto ha sido trasladado al terreno de la psicología, lo cual nos condujo a hablar de conducta, sana o
enferma, normal o anormal, adaptada o inadaptada. Pero aquí en psicología clínica, no hay anatomía patología, ni
alteraciones detectables a nivel funcional en el sistema nervioso que justifiquen tal etiquetación. Entonces ¿Qué
justifica la misma?

Puede decirse que tanto la conducta normal como la adaptación consisten en acciones socialmente aprobadas. Por
lo tanto, contrariamente, conducta anormal e inadaptación se convierten en sinónimos de acciones que son
socialmente inaceptables... A partir de lo cual se desprende que la evaluación de la conducta de un individuo como
normal o anormal depende de las normas de la cultura a la que pertenece. Se espera que el individuo se adapte (o
no) a las expectativas del grupo si desea ser aceptado (o no).

Con esto, tenemos las cartas en la mano para saber quién es el sujeto sano-adaptado-normal y quien aquel sujeto
inadaptado-anormal-enfermo.

Sujeto sano-adaptado-normal Sujeto inadaptado-anormal-enfermo.


Quien ha recorrido sin inconvenientes el proceso de Alguien que experimenta la conciencia del deseo y
sujetación, quien asimiló las normas imperantes en busca realizarlo por caminos distintos de los permitidos
cada uno de los aparatos ideológicos del Estado, quien o se defiende de él desplazándolo en multiformes
ha reprimido pulsiones y renunciado a otra realización formaciones sintomáticas de compromiso. Alguien que
del deseo que la inofensiva del soñar, quien se ha recusa la ley o está torturado bajo su peso, del que no
identificado con la ley hasta el punto de que ésta actúa puede liberarse. Alguien que encuentra intolerable la
desde el interior y no requiere de coerción exterior, realidad del "ambiente" que lo rodea y busca su
quien se vuelca productivamente sobre la realidad transformación radical o que niega la existencia misma
exterior sin cuestionarla de esa realidad y se repliega sobre sí mismo
transformando sus representaciones de la realidad y
pasando a vivir en un mundo privado.

Debemos considerar que la salud es entendida como el silencio y la pasividad, la aceptación resignada del lugar de
sujeto ideológico, lo que resulta socialmente aceptable y su contrario, lo que se supone enfermedad es el rechazo
de la realidad, el grito contra ella y la actividad transformadora, lo cual resulta socialmente inaceptable.

Decimos entonces, que se extrajo el término "conducta" de la biología y se lo llevó al campo de la psicología para
que en él germine la semilla de la adaptación social. (Después se aisló la conducta que constituía un obstáculo para
la organización social y se la devolvió al campo de la biología cargando con el marbete de la "enfermedad, mental”)

2- Si en la clínica nos ocupamos de la singularidad ¿Por qué recurrimos al discurso de la medicina?


Los “psicólogos clínicos” difieren como grupo de sus colegas psicólogos en razón de su mayor familiaridad con el
interés en la teoría de la personalidad y la psicopatología, las técnicas de diagnóstico y la psicoterapia. Asimismo, los
psicólogos clínicos difieren entre si ampliamente respecto de las teorías a las que adhieren y de las técnicas
específicas de diagnóstico y terapia que utilizan en sus actividades

La psicología clínica se define como la aplicación de los principios y de las técnicas psicológicas a la solución de los
problemas que confrontan los individuos, por tanto se ocuparía de la singularidad. En la misma línea, la
especificidad de la psicología clínica, en tanto alude a la teoría de la personalidad y la psicopatología, el
psicodiagnóstico y la psicoterapia, trata sobre designaciones todas relacionadas con categorías que remiten al
campo de la medicina, de la salud y la enfermedad.

Por lo tanto, decimos que existe una contradicción inherente al campo mismo de su actividad: parten de los
problemas reales de los individuos singulares y, cuando quieren pensar esa realidad empírica, lo hacen en términos
que no les pertenecen sino que han tomado del campo de la medicina, entendida biológicamente: ‘‘salud,
enfermedad, diagnóstico, tratamiento, patología”.

Este deslizamiento al discurso de la medicina:

 Se fundamenta en la propuesta generalmente aceptada de la "conducta" como el "objeto" de la


psicología. Ya que la "adaptación" es la finalidad de la conducta del organismo biológico resulta fácil suponer
que tal organismo se enfrenta con un problema cuando no dispone de la posibilidad de responder
adaptativamente frente a una situación que se le plantea en su medio. En ese momento el organismo
traspasa los límites de sus capacidades fisiológicas y aparecen alteraciones en el funcionamiento orgánico
acompañadas por lo común de transformaciones estructurales, anatómicas, a las que la medicina designa
con el vocablo correspondiente: enfermedad, en tanto estado de inadaptación que debe ser combatido
para que el organismo pueda continuar viviendo y funcionando "normalmente". Se desglosa entonces 2
ecuaciones contrarias:
SALUD = ADAPTACIÓN = NORMALIDAD
ENFERMEDAD = INADAPTACIÓN = ANORMALIDAD

 Constituye un artefacto verbal con consecuencias prácticas tremendas que cumple con la función,
imprescindible para el orden social, de absolverlo de responsabilidades en el sufrimiento de sus integrantes.
Bajo el manto del vocabulario médico, el discurso de la psicología clínica recubre y disimula un discurso
político que debe permanecer oculto para que las contradicciones del sistema no lo hagan tambalear.

 El modelo médico da cientificidad a los procedimientos y aplicaciones utilizados. Serviría para mantenerse
en el ámbito científico natural. Cabe mencionar que esta “tradición” llegó al mismo Freud, quien hacía del
psicoanálisis parte de la psicología como ciencia natural.

 El modelo medico (cuando se asimila la desviación de la norma estadística) suministra el esqueleto nocional
para encarar la transformación de los anormales bajo la capa humanitaria de que en la psicología clínica
nos dedicamos a "curarlos".

3- ¿Cuál sería el criterio para delimitar salud/enfermedad mental?


Cuando hablamos de enfermedad/salud pulmonar, enfermedad/salud vascular, enfermedad/salud cerebral, nos
remontamos a un conocimiento localizacionista que tenemos de la anatomía, sin confusión alguna. Por el contrario,
esto no sucede con la salud o enfermedad “mental” de la que se ocupa la psicología, pues hay grandes dificultades
para definir que es esa mente. No podemos dar por supuesto que conocemos qué es la mente y mucho menos
acudir a criterios localizacionistas. Si la "mente" no es un órgano que tiene realidad anatómica, nos preguntamos
¿cuál es el sentido de la expresión "salud/enfermedad mental"?

Retomemos que la salud es entendida como el silencio y la pasividad, la aceptación resignada del lugar de sujeto
ideológico, lo que resulta socialmente aceptable y su contrario, lo que se supone enfermedad es el rechazo de la
realidad, el grito contra ella y la actividad transformadora, lo cual resulta socialmente inaceptable.

Ahora bien, Braunstein propone que si se trata de "acciones socialmente inaceptables/aceptables", se pase a discutir
sobre la legitimidad de lo que en este momento concreto de la evolución histórica de nuestras formaciones
sociales se entiende que es socialmente aceptable para, desde allí, redefinir las causas, los mecanismos y las
posibles vías de solución del sufrimiento experimentado por los llamados "enfermos mentales".

Asimismo, propone negar que sean "enfermedades" y que sean "mentales", pero no negar que las personas que
encuentran dificultades para ubicarse o que rechazan los lugares asignados de sujetos ideológicos pueden sufrir y,
de hecho, frecuentemente sufren por su condición. A lo que se opone el autor es a considerar "enfermedad" a este
sufrimiento (rotulado, discriminado, proscrito) porque, si lo hiciéramos, estaríamos complicándonos en el
desplazamiento del problema a la biología, con la consiguiente absolución de la estructura social absolutamente
involucrada.

Braunstein trata y nos invita a superar la ilusión de que la reducción de estos problemas al mundo y al vocabulario y
a las técnicas de la biología pueda algún día permitir su comprensión acabada y un dominio racional de las
determinaciones subyacentes. En otras palabras, en este campo, como en todos los demás, para llegar a saber y
para estar en condiciones de transformar se impone trabajar en una reformulación de la problemática a partir de
ciertos jalones científicos ya consolidados.

Nos dice que en complicidad con el uso del modelo médico debe verse el uso de la trampa estadística, para
delimitar salud/enfermedad mental. El proceso de sujetación, termina habitualmente (la mayoría de veces, no
siempre) en la constitución de un sujeto portador y agente de una cierta organización de la conciencia y de la
conducta que es congruente con la estructura social.

Cuando pasamos a investigar a los sujetos ideológicos en su constitución vemos que la gran mayoría de ellos
presenta la ideología de sujeto que les permite actuar de modo adaptado en los procesos sociales:

 A los que son como la mayoría, se les considera estadísticamente "normales" y son los que están en condiciones
de adecuarse a lo que "se" espera de ellos. (Salud mental-Adecuación de la norma estadística)
 Los que son distintos son, "anormales" y si esta anormalidad se refiere a alguna norma cuyo mantenimiento es
vital para el orden constituido, los anormales son también "inadaptados", presentan "trastornos de la conducta",
están "enfermos". Lógicamente, "hay que curarlos". (Enfermedad mental- Desviación de la norma estadística )

De manera que la mayoría de la gente “es como debe ser” para funcionar adaptadamente en los marcos del orden
social vigente. Así, el objetivo del "diagnóstico" pasa a ser la detección de los "anormales" de los que se desvían
respecto de la norma, y el objetivo del “tratamiento” es hacer que la población "desviada" retorne a la normalidad.

Sería erróneo creer que este criterio que impone ser como es la mayoría es ajeno a la estructura personal de los
individuos a los cuales se aplica. Por el contrario, existe una especie de "molde cultural" del ideal del Yo que fija más
o menos taxativamente como deben ser los sujetos y que es incorporado por éstos, por todos nosotros, en el
proceso individual de sujetación. Así, es muy frecuente que los pacientes lleguen a los gabinetes psicológicos
pidiendo que se los haga llegar o se los devuelva a la normalidad (demanda de una corrección, de una eliminación de
lo que en ellos hay de distinto, para poder "asimilarse", literalmente, hacerse similares a los demás)

4- Explique "La norma no se deduce del promedio sino que se traduce de él"
El promedio estadístico con términos matemáticos es un resultado, un efecto, de la pre-existencia de normas
sociales que gobiernan el proceso de producción de sujetos ideológicos, en tanto decíamos que lo que la gente es
alude a lo que llegaron a ser como consecuencia de su pasaje por los distintos aparatos ideológicos del Estado.

En consecuencia, el promedio no es la fuente de la normalidad (como podría deducirse de una lectura ingenua del
discurso de la psicología clínica) sino que expresa ya la existencia de una norma social vigente y operante en el
proceso de sujetación.

Como dice George Canguilhem, es la norma (social)


la que determina al promedio: Un rasgo humano no
sería normal porque fuese frecuente, sino a la
inversa: sería frecuente por ser normal, de manera
tal que la norma no se deduce del promedio sino
que se traduce en él.
Aludiendo a una frase de Gastón Bachelard podemos afirmar que la búsqueda de promedios se hace sobre la base
de una ausencia de reflexión: no se reflexiona para medir sino que “se mide para no reflexionar”.

Se omite investigar cuál es la causalidad estructural por la que aparecen esos promedios estadísticos y no otros,
se asienta todo en lo superficial, sin ahondar en las profundidades correspondientes:

 En cada formación social "se" fijan los estándares de productividad, de conciencia y de adaptación
conductual de sus integrantes;
 Estos estándares son inculcados a los sujetos por medio de la familia, la escuela, los medios de difusión de
masas y demás aparatos ideológicos;
 Las encuestas e inventarios de personalidad cuantifican "objetivamente" el grado de incorporación de cada
sujeto a los estándares para él fijados, es decir, su grado de sumisión a las necesidades productivas e
ideológicas de la estructura;
 Finalmente, las distintas "terapias" (psicológicas, farmacológicas, físicas, sociales, etc.) corrigen las
desviaciones que pudieran haberse producido respecto de las normas y completan de este modo el proceso
de sujetación incluyendo a los que pudieran haber escapado parcialmente de él

El pasaje desde una problemática ideológica a una “problemática científica” debe realizarse en contra del
encargo social formulado por los sectores dominantes.

5- Cuál sería el concepto de salud mental que cuestiona Néstor Braunstein?


Nos dice Nestor Braustein que "salud mental" es una expresión ambigua que conviene despejar.

Ella refiere al modelo médico, en donde se sostiene que (salvo el caso de enfermedades hereditarias o
congénitas) el organismo y sus distintas partes constitutivas nacen "sanos" y que, en un segundo momento y por
causas muy variadas, pueden "enfermar", es decir, que la "salud" puede perderse. Así, la "salud" en la ideología
médica vigente sería un estado natural. El objetivo de la práctica médica es "conservar" la "salud" y "devolverla"
cuando ella se hubiese "perdido".

Al aplicar esta concepción, en el plano de la salud mental la cual se define en función de que el hombre produzca
eficientemente y no proteste, no sienta deseos de protestar y no despierte las protestas de los demás. La "salud", el
supuesto "estado natural" que se "tiene" o se "pierde", es, en realidad, la aceptación del lugar asignado dentro de
la estructura.

Cabe mencionar que el rasgo de producir, que se destaca de la definición de salud mental, debe ser entendido en
sentido amplio: no sólo se produce en el lugar de trabajo, también produce el niño en la escuela, el padre cuando se
reproduce biológica y psicológicamente en sus hijos, la mujer que vigila la marcha regular de los asuntos domésticos
y ofrece su frigidez para la descarga genital del marido, y hasta produce el que consume pues al consumir
mercancías obliga a reproducirlas, produce producción y, en consecuencia, produce extracción de plusvalía. Todos
éstos producen siempre que lo hagan en silencio. La oposición a desempeñar semejantes "roles" es una expresión
"patológica" que merece un tratamiento capaz de alcanzar la readaptación

Indirectamente, se ha definido cuál es la misión del psicoterapeuta como funcionario al servicio de la adaptación, de
la "conservación de lo que hay" y de la "corrección de los trastornos" que llevan a los sujetos ideológicos a ser
distintos de lo que "deben ser". El terapeuta estaría llamado a intervenir cuando el "estado natural anterior" (es
decir, el resultado del proceso de sujetación) ha sido alterado por alguna causa y su éxito es medido por su
capacidad para hacer que el sujeto "recupere" su condición anterior.

Finalmente, Braunstein propone una posibilidad de rescate positivo de la noción de "salud mental”

 Para ello, hay que descargar a la expresión de las connotaciones que arrastra por su procedencia del
vocabulario médico y denunciar el contrabando ideológico que la asimila al cumplimiento por parte del
sujeto de cuanto de él "se" espera.
 A partir de entonces estaremos en condiciones de visualizar la posibilidad de un sujeto consciente de sus
pulsiones, del proceso de dominación que culminó en la represión y la transformación de esas pulsiones,
liberado de la necesidad de malgastar sus energías en el control de sí mismo y apto para canalizar esas
energías en el sentido de la transformación de lo real.

Esta "salud" que se desprende de semejante análisis, es muy distinta de la que ofrece la ideología. Ahora la "salud"
no es más un estado natural que debe recuperarse, sino que es una meta a alcanzar, un punto de llegada
caracterizado por la liberación de los condicionamientos opresivos que nos impusiera el pasaje por los aparatos
ideológicos del Estado.

Cabe recalcar que esta tarea desujetadora impone la confección de un nuevo programa de acción para toda
psicoterapia.

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