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(ADRIANA SCHNAKE)
El cuerpo “habla” y muchas veces “grita” a través de la enfermedad y del síntoma. Haba y
grita porque el cuerpo es el único medio por el cual hay posibilidad de expresión, dado
que a nivel consciente existen barreras que no posibilitan esa salida para una integración
completa de mente y cuerpo y emoción.
Citando a la Dra. Schnake. “El trabajo con los órganos enfermos es una autopista directa
a aspectos esenciales de la personalidad en relación a su neurosis”
Esta propuesta holística, la enfermedad es vista como una alteración que implica a la
totalidad del individuo. Aspectos nuestros negados producen desequilibrio y este
desequilibrio se manifiesta cuando produce dolencia y/o enfermedad. Por ello, desde la
gestalt no separamos entre enfermedades físicas o psíquicas. Las enfermedades ocurren
en ambos niveles, y nos envía un mensaje.
El enfoque holístico de las enfermedades permite ayudar a descubrir este mensaje que
permanece oculto hasta que lo descubrimos. Se pretende contribuir a una mayor
aceptación de aspectos caracterológicos negados en nosotros mismos y facilitar el
tratamiento de afecciones (enfermedad, dolencia) que puedan aquejarnos actualmente.
El enfoque holístico de la salud y de la enfermedad que ha surgido en la psicoterapia
gestalt se ha originado a partir de conceptos básicos de esta orientación como son: lo
organísmico y autoestructurantes como propiedades de la materia viva. Conceptos que no
habían sido desarrollados al nivel que han alcanzado en la actualidad, como cuando
Freud hizo el genial aporte que iluminó la medicina: lo psíquico podía influir en lo somático
y más aún podía producir síntomas notables como eran las famosas parálisis histéricas y
múltiples síntomas de conversión.
Darle voz a nuestro cuerpo, a nuestras partes internas no reconocidas es uno de los
caminos para una verdadera unión con el “Ser” que somos y con nuestra “verdad”. El
conocimiento de una misma, el crecimiento personal, no puede dejar de lado al cuerpo
que lo sostiene, que ha acumulado sensaciones, vivencias, sonidos, amor, recuerdos,
conocimientos. Este cuerpo tiene su lenguaje. Aprenderlo implica sobre todo ejercitar “la
escucha”. Si escuchamos la parte de nuestro cuerpo que se queja, que se duele, que no
se encuentra sana, la distinguimos del resto para darle su espacio para hacerse oír. Esta
parte distinguida, como puede ser un órgano no sano por ejemplo, revela una relación
negativa con nosotras mismas y aspectos que nos son propios que no queremos
reconocer.
Las enfermedades psicosomáticas son enfermedades reales, esto ya fue definido por los
estudios de Alexander (1950) y con ello se distinguieron las otras somatizaciones en las
que no hay alteraciones orgánicas.
La gestalt trabaja con el “aquí y ahora”, los conflictos se abordan desde el presente, el
pasado importa sólo en la medida en que interfiere con éste. Creemos que un real darse
cuenta puede ser más efectivo que años de psicoterapia prolongada. Para que este darse
cuenta sea verdadero, es esencial lo vivencial-experiencial y por esto, lo priorizamos, si
por ello dejar de lado lo cognitivo o racional. Desde la visión holista que comparte la
gestalt, la cognición, energía, cuerpo, son aspectos del organismo total y están totalmente
interrelacionados, no pudiendo comprenderse unos separados de los otros, ni uno antes
de los otros, o causa de los otros. Así también, se entiende al organismo, como un todo,
que se mueve y vive en un campo, inserto en el universo, y que mantiene su equilibrio a
través de la autorregulación organísmica que es el principal mecanismo del organismo
para mantener la homeostásis, el equilibrio, la vida.
La verdad es que es tan poco lo que sabemos de nosotras mismas, que no puede
sorprendernos que dejemos fuera todos los aspectos que nos parecían inútiles o
negativos. Y sin embargo, el organismo que somos necesita mantener en armonía una tan
amplia y compleja variedad de elementos que no puede negarle presencia ni valor a
ninguno.
Dado que las necesidades del organismo son muchas y cada necesidad altera el
equilibrio, el proceso homeostático es un proceso que no se detiene y que transcurre todo
el tiempo. Cuando el proceso homeostático o de autorregulación falla, el organismo
permanece en desequilibrio y si esto se prolonga por demasiado tiempo y el organismo no
puede satisfacer sus necesidades, se enferma. Entonces mantener la vida, el equilibrio,
está en el mismo camino que mantener la salud, por tanto, la capacidad de
autorregulación organísmica nos lleva también a mantener la salud.
En Gestalt se parte del supuesto que el organismo conoce sus posibilidades, sus límites y
que el ser humano sabe de sí mismo y de cómo funciona (teoría autoestructurante). Por
otro lado, sabemos que el conocimiento que tenemos de nosotras mismas, que aunque
no siempre corresponde a lo que somos, no nos impide actuar y relacionarnos. Y que
nuestro carácter y comportamiento no está determinado genéticamente. Lo hemos ido
desarrollando y adaptando de acuerdo al ambiente, a los primeros estímulos, a la
constitución y a diferentes factores que han influido en nuestro desarrollo.
Por ejemplo, los pulmones en su funcionamiento sano son pasivos, se dejan mover por
los músculos y diafragma, y el aire entra a ellos por diferencia de presión debido al vacío,
en los alvéolos el intercambio de gases con la sangre ocurre por diferencia de
concentración, de donde hay más pasa a donde hay menos, así mismo los pulmones no
discriminan, están abiertos a lo que les llega, sea el aire puro o no tan puro. También los
pulmones son elásticos y adaptables, se expanden y achican con cada respiración.
Podríamos resumir que un pulmón sano es pasivo, no discrimina y es elástico o
adaptable. Ahora por ejemplo, si tenemos una persona que “se pelea” con su propia
capacidad de ser pasiva, es decir, no le gusta esta característica, ya que, tal vez, ha
sobrevalorizado el ser activo frente las cosas y por encima de todo “tomar la vida en sus
manos”, no permitiendo nunca enfrentar el mundo pasivamente dejando que las cosas
ocurran por si mismas, podría ocurrir que en esta persona ocurriera alguna enfermedad
en los pulmones (un cáncer por ejemplo), al rechazar en sí mismo una “característica” que
los pulmones ejercen normalmente y podrían enfermarse.
En este enfoque, al trabajar con el órgano en cuestión, en este caso los pulmones, le
puede permitir a la persona vivenciar y entender lo importante que es ser pasivo,
aceptando esta pasividad, comprendiendo lo necesaria que es y sobre todo, dándose
cuenta que una parte de el mismo (sus pulmones) pueden ser pasivos. Estableciendo así,
con la persona una estrecha interrelación entre ella y sus pulmones podríamos contribuir
a una mayor aceptación de sus aspectos caracterológicos negados y eventualmente
favorecer el tratamiento de las afecciones por las que consulta y también además prevenir
dolencias futuras.
Por último el mensaje posible de una enfermedad o dolencia tiene que ser entendido y
aceptado por la persona como parte de su autonomía y libertad. Como un modo de
recuperar su organismo como un todo y no seguir enajenada y dependiendo de su
entorno, lo que no favorece el crecimiento de la persona.
En general, podemos decir que los “Darse cuenta” producidos se mantienen y se pueden
llegar a producir cambios profundos, cuando las personas están fuertemente motivadas
por la necesidad o urgencia de revertir la situación actual, que es por ejemplo, el caso de
las mujeres que sienten que se acerca una edad crítica y que no han quedado
embarazadas. En estos casos, el trabajo con el útero les muestra características que han
rechazado violentamente y que no parecen dispuestas a revertir o ver siquiera algo
positivo en ellas. Al contactarse vivencialmente con su útero y ver las cualidades que él
tiene para el papel que debe desempeñar, por lo menos dejan de pelear con esas
características y luego de “algún” trabajo terapéutico con su madre o con quien sienten
negativo y peyorativo del hecho de ser mujer, se producen cambios caracterológicos y,
frecuentemente, lo que tanto ansiaban: embarazarse”.
El conflicto es uno solo, y se expresa en todas las áreas de nuestra existencia por ello al
expresarse como enfermedad debemos aprender a escuchar sus síntomas y trabajar con
ellos. Rescatando el mensaje que la enfermedad nos envía y así, la mejoría
sintomatológica, será secundaria a que la persona se dé cuenta de algo caracterológico
que afecta su totalidad. Y en la medida en que se produzca este cambio caracterológico y
que se recupere su totalidad, se incluye, por supuesto, la posibilidad que esa enfermedad
pudiese llegar a remitir completamente.
Para finalizar deseo terminar con dos citas de Adriana Schnake que dice: