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LA VOZ DEL SINTOMA

(ADRIANA SCHNAKE)

El cuerpo “habla” y muchas veces “grita” a través de la enfermedad y del síntoma. Haba y
grita porque el cuerpo es el único medio por el cual hay posibilidad de expresión, dado
que a nivel consciente existen barreras que no posibilitan esa salida para una integración
completa de mente y cuerpo y emoción.

Su original campo de actuación en la Terapia Gestalt está centrado en las enfermedades


dentro de un enfoque holístico de la salud y de la enfermedad. Explora las enfermedades
como mensajes del cuerpo, que es necesario escuchar para acceder a una mejor calidad
de vida y al cambio personal. No lo plantea como una curación o una medicina alternativa
sino como el escuchar la voz del síntoma, la voz del órgano enfermo y comprender el
sentido que tiene para la vida el enfermar; esto puede ayudar a la sanción, pero sin luchas
omnipotentes con la medicina alopática (sistema por el cual las médicas y otras
profesionales de la atención de la salud tratan los síntomas y las enfermedades por medio
de medicamentos, radiación o cirugía).
Este enfoque busca comprender como el carácter o la personalidad de una persona
puede favorecer, en un momento dado, la aparición de una enfermedad en un órgano en
particular. Su hipótesis se basa en el concepto de neurosis y la polarización que esta
conlleva. La polarización implica que la persona no acepta o niega, algunas
características propias de sí mismo. Este rechazo o negación ocurre en un organismo
completo y holista donde los aspectos fisiológicos no están separados de los psicológicos.
Esta continua negación de alguna característica puede ser un campo fértil para que un
órgano, que anatómica o fisiológicamente posea esta cualidad, pueda presentar la
aparición de una enfermedad. El trabajo de la Dra. Schnake consiste en realizar un
diálogo gestáltico de la persona con su órgano enfermo, en este diálogo la persona puede
reconocer y recatar las características propias de la anatomía y fisiología del órgano que
inicialmente le cuesta reconocer y aceptar para sí mismo. Si la persona llega a integrar
estas cualidades o características negadas, puede llegar a facilitar una mejora o sanacion
del órgano, aunque la finalidad del trabajo es recuperar la integración de la personalidad y
superar la polarización para así disminuir la neurosis.

Citando a la Dra. Schnake. “El trabajo con los órganos enfermos es una autopista directa
a aspectos esenciales de la personalidad en relación a su neurosis”

Este enfoque pretende no seguir dividiendo al ser humano, restaurándole su dignidad


como persona y es novedoso pues nos permite trabajar con los órganos enfermos a modo
de recuperar el mensaje de la enfermedad e integrar aspectos rechazados de la
personalidad que se manifiestan en este mensaje.

Esta propuesta holística, la enfermedad es vista como una alteración que implica a la
totalidad del individuo. Aspectos nuestros negados producen desequilibrio y este
desequilibrio se manifiesta cuando produce dolencia y/o enfermedad. Por ello, desde la
gestalt no separamos entre enfermedades físicas o psíquicas. Las enfermedades ocurren
en ambos niveles, y nos envía un mensaje.

El enfoque holístico de las enfermedades permite ayudar a descubrir este mensaje que
permanece oculto hasta que lo descubrimos. Se pretende contribuir a una mayor
aceptación de aspectos caracterológicos negados en nosotros mismos y facilitar el
tratamiento de afecciones (enfermedad, dolencia) que puedan aquejarnos actualmente.
El enfoque holístico de la salud y de la enfermedad que ha surgido en la psicoterapia
gestalt se ha originado a partir de conceptos básicos de esta orientación como son: lo
organísmico y autoestructurantes como propiedades de la materia viva. Conceptos que no
habían sido desarrollados al nivel que han alcanzado en la actualidad, como cuando
Freud hizo el genial aporte que iluminó la medicina: lo psíquico podía influir en lo somático
y más aún podía producir síntomas notables como eran las famosas parálisis histéricas y
múltiples síntomas de conversión.

Darle voz a nuestro cuerpo, a nuestras partes internas no reconocidas es uno de los
caminos para una verdadera unión con el “Ser” que somos y con nuestra “verdad”. El
conocimiento de una misma, el crecimiento personal, no puede dejar de lado al cuerpo
que lo sostiene, que ha acumulado sensaciones, vivencias, sonidos, amor, recuerdos,
conocimientos. Este cuerpo tiene su lenguaje. Aprenderlo implica sobre todo ejercitar “la
escucha”. Si escuchamos la parte de nuestro cuerpo que se queja, que se duele, que no
se encuentra sana, la distinguimos del resto para darle su espacio para hacerse oír. Esta
parte distinguida, como puede ser un órgano no sano por ejemplo, revela una relación
negativa con nosotras mismas y aspectos que nos son propios que no queremos
reconocer.

Las enfermedades psicosomáticas son enfermedades reales, esto ya fue definido por los
estudios de Alexander (1950) y con ello se distinguieron las otras somatizaciones en las
que no hay alteraciones orgánicas.

La terapia Gestalt es un Enfoque Humanista, está inspirada en una visión fenomenológica


de la realidad que es descriptiva y no interpretativa, tampoco es causalista, ni pretende
una teoría explicativa del pasado. Para la terapia gestalt, tanto lo que se siente
“subjetivamente” como lo que se observa “objetivamente” constituye información relevante
para la/el terapeuta.

La gestalt trabaja con el “aquí y ahora”, los conflictos se abordan desde el presente, el
pasado importa sólo en la medida en que interfiere con éste. Creemos que un real darse
cuenta puede ser más efectivo que años de psicoterapia prolongada. Para que este darse
cuenta sea verdadero, es esencial lo vivencial-experiencial y por esto, lo priorizamos, si
por ello dejar de lado lo cognitivo o racional. Desde la visión holista que comparte la
gestalt, la cognición, energía, cuerpo, son aspectos del organismo total y están totalmente
interrelacionados, no pudiendo comprenderse unos separados de los otros, ni uno antes
de los otros, o causa de los otros. Así también, se entiende al organismo, como un todo,
que se mueve y vive en un campo, inserto en el universo, y que mantiene su equilibrio a
través de la autorregulación organísmica que es el principal mecanismo del organismo
para mantener la homeostásis, el equilibrio, la vida.

El primer paso es entender y vivenciar el verdadero mensaje de la enfermedad, y desde


allí intentar que la persona se conecte con los aspectos negados o rechazados de sí
misma.

En nuestra ignorancia u olvido de aspectos fundamentales de nuestro cuerpo, no es fácil


de hablar de estos mecanismos inconscientes, inadvertidos, reprimidos o mantenidos
fuera de nuestra consciencia para que no choquen con la realidad. Más aún cuando esas
características de nuestros órganos se oponen a nuestra idealización.

La verdad es que es tan poco lo que sabemos de nosotras mismas, que no puede
sorprendernos que dejemos fuera todos los aspectos que nos parecían inútiles o
negativos. Y sin embargo, el organismo que somos necesita mantener en armonía una tan
amplia y compleja variedad de elementos que no puede negarle presencia ni valor a
ninguno.

Dado que las necesidades del organismo son muchas y cada necesidad altera el
equilibrio, el proceso homeostático es un proceso que no se detiene y que transcurre todo
el tiempo. Cuando el proceso homeostático o de autorregulación falla, el organismo
permanece en desequilibrio y si esto se prolonga por demasiado tiempo y el organismo no
puede satisfacer sus necesidades, se enferma. Entonces mantener la vida, el equilibrio,
está en el mismo camino que mantener la salud, por tanto, la capacidad de
autorregulación organísmica nos lleva también a mantener la salud.

A partir de esto podemos hablar de un organismo sano o enfermo. El organismo sano es


aquel que utiliza adecuadamente su capacidad de autorregulación. En la mayoría de los
seres vivos esta capacidad de autorregulación es lo natural y sólo se torna inadecuada
cuando hay un problema fisiológico que le impide mantener su equilibrio, o cuando el
entorno es extremadamente nocivo. Sin embargo, en el ser humano puede ocurrir que
teniendo todas las capacidades fisiológicas adecuadas puede “decidir” no satisfacer sus
necesidades e impedir la homeostásis, es decir, no utiliza adecuadamente su capacidad
de autorregulación y se produce el desequilibrio que mantenido en el tiempo lo llevará a
enfermarse.

En Gestalt se parte del supuesto que el organismo conoce sus posibilidades, sus límites y
que el ser humano sabe de sí mismo y de cómo funciona (teoría autoestructurante). Por
otro lado, sabemos que el conocimiento que tenemos de nosotras mismas, que aunque
no siempre corresponde a lo que somos, no nos impide actuar y relacionarnos. Y que
nuestro carácter y comportamiento no está determinado genéticamente. Lo hemos ido
desarrollando y adaptando de acuerdo al ambiente, a los primeros estímulos, a la
constitución y a diferentes factores que han influido en nuestro desarrollo.

Así por ejemplo, en la adolescencia se manifiestan fuertemente características que no


aceptamos y otras que rechazamos de nuestra personalidad. Lo rechazado, lo que no
queremos ser y que no queremos tener, aunque muchas veces l tenemos y simplemente
no lo vemos, son lo que Perls llamó “hoyos en la personalidad”. Así la emoción
subyacente a la dificultad de aceptación de estas características, que tienen como objetivo
afirmar nuestra personalidad, nos lleva a la hipótesis de que en esta etapa hay rasgos y
conductas tan negadas y de un modo tan absoluto, que nada en nosotras podría
identificarnos con éstas.

Por ejemplo, los pulmones en su funcionamiento sano son pasivos, se dejan mover por
los músculos y diafragma, y el aire entra a ellos por diferencia de presión debido al vacío,
en los alvéolos el intercambio de gases con la sangre ocurre por diferencia de
concentración, de donde hay más pasa a donde hay menos, así mismo los pulmones no
discriminan, están abiertos a lo que les llega, sea el aire puro o no tan puro. También los
pulmones son elásticos y adaptables, se expanden y achican con cada respiración.
Podríamos resumir que un pulmón sano es pasivo, no discrimina y es elástico o
adaptable. Ahora por ejemplo, si tenemos una persona que “se pelea” con su propia
capacidad de ser pasiva, es decir, no le gusta esta característica, ya que, tal vez, ha
sobrevalorizado el ser activo frente las cosas y por encima de todo “tomar la vida en sus
manos”, no permitiendo nunca enfrentar el mundo pasivamente dejando que las cosas
ocurran por si mismas, podría ocurrir que en esta persona ocurriera alguna enfermedad
en los pulmones (un cáncer por ejemplo), al rechazar en sí mismo una “característica” que
los pulmones ejercen normalmente y podrían enfermarse.

Otra persona puede rechazar la flexibilidad, la elasticidad de sí misma, gustar de ser


rígida, inmodificable, podría en ese caso desarrollar un problema de pérdida de
elasticidad en los pulmones. Como vemos un órgano enfermo puede mostrar mensajes
muy diferentes y esto solo puede ser revelado con un “diálogo” de la persona con su
órgano.

En este enfoque, al trabajar con el órgano en cuestión, en este caso los pulmones, le
puede permitir a la persona vivenciar y entender lo importante que es ser pasivo,
aceptando esta pasividad, comprendiendo lo necesaria que es y sobre todo, dándose
cuenta que una parte de el mismo (sus pulmones) pueden ser pasivos. Estableciendo así,
con la persona una estrecha interrelación entre ella y sus pulmones podríamos contribuir
a una mayor aceptación de sus aspectos caracterológicos negados y eventualmente
favorecer el tratamiento de las afecciones por las que consulta y también además prevenir
dolencias futuras.

Por último el mensaje posible de una enfermedad o dolencia tiene que ser entendido y
aceptado por la persona como parte de su autonomía y libertad. Como un modo de
recuperar su organismo como un todo y no seguir enajenada y dependiendo de su
entorno, lo que no favorece el crecimiento de la persona.

Cuando la vivencia nos lleva claramente a una sensación, la asociación de recuerdos y


situaciones se nos hace presente de un modo incontenible y es allí donde el/la terapeuta
tiene que colaborar con el paciente para facilitar el resolver en el Aquí y Ahora situaciones
inconclusas.

En general, podemos decir que los “Darse cuenta” producidos se mantienen y se pueden
llegar a producir cambios profundos, cuando las personas están fuertemente motivadas
por la necesidad o urgencia de revertir la situación actual, que es por ejemplo, el caso de
las mujeres que sienten que se acerca una edad crítica y que no han quedado
embarazadas. En estos casos, el trabajo con el útero les muestra características que han
rechazado violentamente y que no parecen dispuestas a revertir o ver siquiera algo
positivo en ellas. Al contactarse vivencialmente con su útero y ver las cualidades que él
tiene para el papel que debe desempeñar, por lo menos dejan de pelear con esas
características y luego de “algún” trabajo terapéutico con su madre o con quien sienten
negativo y peyorativo del hecho de ser mujer, se producen cambios caracterológicos y,
frecuentemente, lo que tanto ansiaban: embarazarse”.

Desde este enfoque holista de la salud, la enfermedad no es un enemigo al cuan


debemos combatir y que quiere destruirnos, sino más bien como nuestra aliada que
intenta enviarnos un mensaje a tiempo y mostrarnos las claves esenciales para
conectarnos con esas características negadas por nosotras mismas, que nos llevan a
polarizarnos y que al aceptarlas como parte de nuestra personalidad nos permiten una
mayor integración personal y restablecer el equilibrio perdido.

El conflicto es uno solo, y se expresa en todas las áreas de nuestra existencia por ello al
expresarse como enfermedad debemos aprender a escuchar sus síntomas y trabajar con
ellos. Rescatando el mensaje que la enfermedad nos envía y así, la mejoría
sintomatológica, será secundaria a que la persona se dé cuenta de algo caracterológico
que afecta su totalidad. Y en la medida en que se produzca este cambio caracterológico y
que se recupere su totalidad, se incluye, por supuesto, la posibilidad que esa enfermedad
pudiese llegar a remitir completamente.

Para finalizar deseo terminar con dos citas de Adriana Schnake que dice:

“El mensaje de una enfermedad posibilita una terapia. La enfermedad no es un obstáculo


en el camino, sino más bien el camino por el que el individuo va haciendo la integridad”.

“Respetemos la sabiduría de nuestro cuerpo. Conozcamos lo que cura, no lo que


enferma”.

Tino De Marcos Ortega

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