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ESCUELA DE PSICOLOGÍA SOCIAL DE PILAR- AÑO 2012

TEMA: CRITERIOS DE SALUD Y ENFERMEDAD


DOC: LIC. ANABEL GIMENEZ
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Consideraciones sobre lo normal y lo patológico

Plantear un criterio como único en salud mental es una tarea casi imposible dado que debe tenerse
en cuenta no solo los diferentes modelos que abordan las distintas concepciones de salud y
enfermedad ocurriendo también dentro de la psicología social, si tenemos en cuenta nuestro ECRO
el devenir histórico y los aspectos procesuales que conllevan la singularidad de vida subjetiva.

Pero veamos algunas ideas antes de llegar a un planteo desde nuestra Psicología Social Pichoniana.

¿Qué es lo normal y qué es lo patológico? La Organización Mundial de Consideraciones sobre lo


normal y lo patológico

Plantear un criterio como único en salud mental es una tarea casi imposible dado que debe tenerse en
cuenta no solo los diferentes modelos que abordan las distintas concepciones de salud y enfermedad
ocurriendo también dentro de la psicología social, si tenemos en cuenta nuestro ECRO el devenir histórico y
los aspectos procesuales que conllevan la singularidad de vida subjetiva.

Pero veamos algunas ideas antes de llegar a un planteo desde nuestra Psicología Social Pichoniana.

¿Qué es lo normal y qué es lo patológico? La Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) sostiene que «La
salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o
enfermedades». Esta definición data del año 1946 y aún hoy sigue en vigencia. Ahora bien, está relacionada
con la promoción del bienestar, la prevención de trastornos mentales y el tratamiento y rehabilitación de las
personas afectadas por dichos trastornos. Es decir con lo que en Argentina desde el modelo médico se
refiere a la prevención primaria (promoción de salud) prevención secundaria (tratamiento preventivo y
diagnóstico) y prevención terciaria (tratamiento). Podríamos pensar que dada estas definiciones y estos
modos de abordar la salud-enfermedad posee algo un tanto engañoso, ¿por qué? porque el objeto recae
sólo en la atención cosificada, medicalizada de la problemática de la salud-enfermedad. Por ejemplo, para
algunas patologías que poseen un alto impacto subjetivo, la droga-dependencia está muy instalado aún el
tratamiento que toma por objeto a la droga y en consecuencia se actúa con algunos tratamientos alrededor
de los efectos que causan y así se lleva a cabo el tratamiento dejando de lado las particularidades del sujeto.
Otro ejemplo, desde el lado de la psiquiatría también tienen que ver con los diagnósticos que se hacen
muchas veces estigmatizando a quien posee un determinado tipo de afección mental y por supuesto esto
redunda en un tipo de tratamiento situado más desde el rótulo que desde el ver las posibles potencialidades
de quien padece dicha afección, muchas veces menoscabando las reales posibilidades de curación (por
ejemplo en el caso de esquizofrénicos internados). De todos modos la presencia de psicólogos, y psicólogos
sociales con su abordaje desde el campo de lo grupal ha favorecido un cambio en este contexto.

Hay que pensar que tanto la conducta sana, como la patológica pueden ser evaluado (evaluado, valorado) de
diferentes maneras de acuerdo al contexto social en que se da. Esto hay que tenerlo presente, ya que como
veremos más adelante, cada sociedad, comunidad o cultura determina un modo particular de enfermar o de
poseer salud.

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De todos modos existen de manera general representaciones que son populares acerca de la enfermedad
mental, entre ellos y de acuerdo a lo que normativamente una cultura presente podríamos encontrarnos con
las siguientes ideas:

1. Ligado a lo místico, lo religioso que la enfermedad mental es una posesión diabólica o su contraparte
ligada a lo mesiánico y salvador con un discurso divino.

2. Otra sería considerarla como meramente una enfermedad de tipo orgánico, y consecuentemente se
aborda desde lo clínico, físico.

3. Otra que es una desviación o conducta a-social o antisocial. Es decir se aleja de lo establecido por la
norma social.

4. Y también puede ser abordada desde los diferentes modelos teóricos y tratamientos psicológicos
como así dentro de algunas corrientes sociales.

Todas estas ideas coexisten y no se trataría de menospreciar este tipo de manifestaciones o expresiones
acerca de un modo de pensar ya que es un tipo de construcción colectiva, social perteneciente a
determinados sectores pero sí debemos considerarlas, analizarlas, cuestionarlas, para posteriormente
tenerlas en cuenta al momento de hacer algún tipo de intervención correctiva llegado el caso.

Ahora bien, como vemos la salud mental es un concepto multifacético, multifactorial, dinámico. No solo por
el abordaje científico o del conocimiento popular sino que además intrínsecamente lo es. Por ello debe
entendérselo de manera amplia y no caer en reduccionismos, por ejemplo pensar que “ah si tiene esto es por
aquello otro y ahí se acaba la historia”. De ninguna manera ya que son múltiples los factores y las variantes
no solo por lo que la enfermedad o la salud posean en sí misma sino además porque en cada ser humano
habrá una fluctuación particular porque somos seres particulares, singulares.

Además, no debemos perder de vista jamás el plano de lo social, de lo histórico, de las condiciones
concretas, de los aspectos económicos, políticos, culturales, etc., ya que allí contamos con más información
aún al momento de comprender estos fenómenos.

Jean Bergeret, psiquiatra y psicoanalista, escribió en su libro Personalidad normal y patológica lo siguiente: “
la persona verdaderamente sana no es simplemente la que se declara como tal, ni mucho menos un enfermo
que se ignora, sino un sujeto que conserva en sí tantas fijaciones conflictuales como la mayoría de la gente,
que no haya encontrado en su camino dificultades internas o externas que superen su equipo afectivo
hereditario o adquirido, sus facultades personales de defensa o de adaptación, y que se permita un juego
bastante flexible de sus necesidades pulsionales, de sus procesos primario y secundario, tanto en los planos
individuales como sociales…”

Traigo esta definición para posteriormente integrar la idea a nuestro marco teórico propio.

Lo mismo de la que sigue, planteada por Freud, en “La pérdida de realidad en la neurosis y psicosis” (1924),
plantea que en la neurosis (recuerden además la universalización de esta estructura cuando se plantea que

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todos somos o la enorme mayoría neuróticos) se evitaría un poco la realidad, como evitando el displacer, en
tanto que en la psicosis se la elabora y transforma. No es que en la neurosis se niegue la realidad sino que el
individuo no quiere saber de ella en cambio en la psicosis la niega y quiere sustituirla. Freud dice: “llamamos
normal o ‘sana’ una conducta que reúne determinados caracteres de ambas reacciones; esto es, que no
niega la realidad, al igual que la neurosis, pero se esfuerza en transformarla como en la psicosis. Esta
conducta normal y adecuada conduce naturalmente a una labor manifiesta sobre el mundo exterior y no se
contenta, como en la psicosis, con la producción de manifestaciones internas; no es autoplástica sino
aloplástica”

Otro psicoanalista post-freudiano y con vasta producción teórica, Jacques Lacan, sostiene que no hay espacio
para la normalidad. Y junto a la corriente psicoanalítica plantea que todos nacemos neuróticos, perversos
(otras líneas denominan estructuras de tipo borderline) o psicóticos. Es decir no hay espacio para pensar la
salud sino es a través de su contraparte, pero una contraparte más en escena que lo saludable. En general las
corrientes psicoanalistas planteas que somos sujetos de la falta y en este sentido el sujeto enferma porque
no puede tolerar la no posesión del objeto primordial o primario.

No es casual tampoco, que otras corrientes psicológicas, muy difundidas, por ejemplo de la Aaron
Antonovsky, plantee lo que se denomina “Modelo Salugénico”, es decir, pone el acento en los aspectos
saludables del sujeto y es quien desarrolla la idea de “Resiliencia”.

Quizás sea la segunda definición planteada, y de índole psicoanalítica la de más alcance en el ámbito
académico. Y la consideramos a los fines de plantear aquellos presupuestos teóricos de que se valió Pichon
pero para luego tomar distancia de algunas nociones.

Lo que diferencia a ambos es que Freud pone el acento en la estructura mientras que Bergeret dice que las
nociones de normalidad y estructura son independientes. Porque según sostiene que “la observación
cotidiana ha demostrado ampliamente que una personalidad considerada ‘normal’ puede entrar en cualquier
momento de su vida en el ámbito de la patología mental, incluida la psicosis, y que, a la inversa, un enfermo
mental, incluso psicótico, que recibe un tratamiento correctivo y precoz, conserva intacta sus oportunidades
de retornar a una situación de ‘normalidad’”

Creo es más pertinente esta idea planteada, aunque el modelo teórico de abordaje diste del que nosotros
poseemos. La experiencia pichoniana con pacientes psiquiátricos y los posteriores análisis y
conceptualización lo demuestran.

Vida social y criterios de salud y enfermedad

Reflexionar acerca del acontecer cotidiano plantea Ana Quiroga en relación a las concepciones de Salud
Mental resulta mucha veces confuso y difuso y a su vez equívoco y confuso, dado que es un escenario donde
entran en controversia diferentes teorías e ideologías.

Pero la invitación tal cual lo planteara Pichon-Rivière cuando dice “la elaboración de un criterio de salud
mental es a nuestro juicio el punto de partida posible y necesario de analizar y evaluar, tanto las estructuras
asistenciales y las situaciones institucionales como los puntos de urgencia en esas estructuras o situaciones”

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Este criterio nos permitirá indagar las necesidades de la población a las que se destinan las acciones en salud
mental, orientando la formación de los distintos agentes, desde la teoría y desde cuestiones de práctica o
metodológicas. Por lo tanto dice Ana Quiroga “la concepción de salud mental sería el encuadre o eje
coherentizador de las políticas en salud mental” así como aquello que emana teóricamente alrededor de
éstas, o las técnicas, o las formas de promoción o prevención en salud mental.

Esto quiere decir que la concepción de la salud mental es una representación social, incluida en un sistema.
“Este criterio que define lo ‘sano’ y lo ‘enfermo’ es una presencia que puede ser implícita o explícita, pero
alcanza siempre una enorme vigencia normativa”

Por lo tanto estas concepciones, que están presentes y son actuantes en las distintas instancias de la vida
social, tienen dice Ana Quiroga “alta eficacia en la constitución de la subjetividad, en particular en lo que
hace a la identidad, la pertenencia social, familiar y grupal, y la autoestima”

La normativa en lo que refiere a salud mental es “socializadora” e “incorporada como ley no escrita en cada
experiencia social y vincular como ocurre con otras representaciones sociales”. Por lo tanto está implicada en
las relaciones no solo sociales sino en la problemática del poder.

Se entiende desde la psicología social que la salud es una construcción permanente y fundamentalmente
colectiva. Situarnos ante el conflicto no solo ante él sino desmenuzarlo desde nuestro análisis crítico,
metodológico y teórico, esto de ponerse en el lugar del otro o del atravesamiento subjetivo, que aunque
suene contradictorio aportará a la objetividad del abordaje.

Como planteara Pichon-Rivière salirse del área de lo institucional o la clínica del consultorio, para él
que fue psiquiatra, para analizar ese interjuego entre la intra e intersubjetividad, con eficacia en las
relaciones reales en el conflicto, el lugar de lo fantaseado como interpretación de la situación.

O como planteara José Bleger hacer en el interjuego de las áreas del ámbito psicosocial, socio-
dinámico, institucional y comunitario. Áreas de expresión de la conducta, en relaciones reales y en
relaciones intrasubjetivas de la dialectico entre Mundo interno y Mundo externo.

SUJETO-CONDUCTA-SITUACION, Conceptos que aportan a comprender lo normal y lo patológico.

El concepto de salud dentro del ECRO pichoniano se liga al de aprendizaje, Pichon-Rivière define lo siguiente
“el sujeto es sano en la medida que aprende la realidad en una perspectiva integradora, en sucesivas
tentativas de totalización y tiene capacidad para transformarla, modificándose a su vez él mismo. El sujeto es
sano en la media que mantiene un interjuego dialéctico con el medio y no una relación pasiva, rígida y
estereotipada”.

De acuerdo a lo que se planteo anteriormente se trataría entonces de comprender la conducta siempre en


relación a la situación en la que se da. La conducta si bien nos aparece externa debemos de comprenderla
de acuerdo al nexo con lo interno que la provoca.

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Al plantear lo situacional alude al “conjunto de relaciones y significaciones que hacen el escenario de
experiencias del sujeto”. La experiencia sea grupal o de terapéutica indica siempre que hay una conexión
entre lo social y lo íntimo del sujeto, apareciendo uno de ellos como más relevantes en esa situación.

Un concepto ligado al de la praxis es el de conducta, teniendo en cuenta los principios que rigen su
configuración, tanto lo normal como lo patológico.

Criterios de Salud y Aprendizaje

Pichon-Rivière también planteó en términos de adaptación activa y pasiva en correlato con la salud y la
enfermedad. Resulta de esta manera una adecuación o una inadecuación, coherencia o incoherencia a las
exigencias adaptativas del medio.

También se ha planteado en términos de operatividad o inoperatividad, pero debemos tener presente


siempre el contexto, el marco social donde se llevan a cabo este tipo de conductas.

Desde nuestra concepción el aprendizaje es “apropiación instrumental de la realidad para transformarla,


transformándonos”. Es un recorrido ininterrumpido el que atravesamos a lo largo de nuestra vida y podemos
por tanto anticipar ya que la enfermedad se producirá cuando haya una irrupción dentro de este proceso, o
cuando una conducta aparezca estereotipada. Cuando se ve afectado los procesos comunicacionales que
impiden la integración y resolución de conflictos.

En tanto que la salud denota la capacidad para aprehender la realidad de manera integrada, de allí que
podamos enfrentar los conflictos, hallar soluciones posibles a las diferentes circunstancias que atravesemos.
Circunstancias que entendemos situacionales y por lo tanto desde nuestra perspectiva serán circunstancias a
superar. La construcción de un ‘proyecto’, de esto que Pichon-Rivière planteaba como ‘planificación de la
esperanza’ viene a darnos las bases para un modo de posicionarnos ante el mundo de manera más saludable
aunque se esté atravesando una situación de dolor, de crisis, de angustia, de fragmentación subjetiva, etc.
etc.

La experiencia, nuestra praxis, contribuye en el aprendizaje a instrumentarnos y poder afrontar nuevas


situaciones. Atravesar conflictos nos es inherente en tanto sujetos de la necesidad, en cuyo interjuego de
satisfacción y frustración iremos modelando una forma de ser, un modo único, particular de sentir, pensar y
hacer.

La diferencia entre salud y enfermedad no debe ser entendida de manera antagónica y herméticamente
separas sino en un contínuum. Pensarlo como períodos de estabilidad, o de equilibrio pero un equilibrio
móvil, pensarlo dialécticamente como dos polos de la contradicción donde uno predomina sobre el otro.

De hecho en personas aparentemente sanas, estables, puede observarse períodos de inestabilidad, de


enfermedad, pero contiene a su vez un modo de resolución a la misma, es decir contiene en sí experiencias
enriquecedoras (afectivas, cognitivas) que le permiten afrontar la situación de enfermedad.

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Como decía Pichon “salvo en extremos casos de patología” es cuando el aprendizaje no puede desarrollarse
pero aun así dependerá de su entorno para hacer frente a la enfermedad.

La patología entonces, es la cristalización, la rigidez, la estereotipia, la dificultad para poder elegir entre las
posibilidades para dar respuestas a exigencias internas como externas.

Para concluir vale aclarar la elección en Pichon-Rivière del término de adaptación, no lo plantea desde el
simple adaptacionismo, sino en relación crítica con el mundo, como así también en relación crítica con lo
normativo, los valores, los hábitos socialmente impuestos, etc. La realidad para Pichon-Rivière, existe con
independencia del sujeto, no es su constructor sino su potencial transformador y conocedor, de aquí que
hable de adaptación pero a su vez de la capacidad creativa, práctica y crítica que tornan al sujeto un “sujeto
activo”.

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BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA:
* Pichon-Riviére, E: El proceso grupal

* Quiroga, Ana: Crisis, Procesos Sociales, Sujeto y Grupo.

* Quiroga, Ana: Participación social y salud mental (ponencia en las Jornadas de Mendoza 2004)

* Moffatt, Alfredo: Los anillos de la marginalidad.

* Clases de Esc. de Psicología Social de Pilar

* Fabris, Fernando: Psicología Clínica Pichoniana, una perspectiva vincular, social y operativa de la
subjetividad.

*Bleger, Jose: Psicología de la conducta.

* Freud, Sigmund: La pérdida de la realidad en neurosis y psicosis (1924)

*Sitio oficial web de la OMS.

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