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y, por lo tanto,
LO Q U E LA G E N T E ES = L O Q U E LA G E N I E DEBE SER
Sería erróneo creer que este criterio que impone ser como es
la mayoría es ajeno a la estructura personal de los individuos a
los cuales se aplica. Por el contrario, existe una especie de "mol-
de cultural" del ideal del Yo que fija más o menos taxativamente
como deben ser los sujetos y que es incorporado por éstos, por
todos nosotros, en el proceso individual de sujetación. Así, es
muy frecuente que los pacientes lleguen a los gabinetes psicoló-
gicos pidiendo que se los haga llegar o se los devuelva a la nor-
malidad. Situación que no por repetida deja de ser dramática:
la del sujeto en demanda de una corrección, de una eliminación
de lo que en ellos hay de distinto, para poder "asimilarse",
literalmente, hacerse similares a los demás.
I,a ecuación que expusimos recién encubre un aspecto impor-
tante de la realidad que se da como supuesto. Eso que la gente es
y que se objetiva en un promedio estadístico, verdadera "realiza-
ción de lo real" según lo expuesto en el capítulo anterior, no
constituye el punto de partida para el análisis. Por el contrario,
el promedio estadístico es un resultado, un efecto, de la existen-
cia de normas sociales que gobiernan el proceso de producción
de sujetos ideológicos. En otras palabras, lo que la gente es alude
equívocamente a lo que la gente llegó a ser como consecuencia
de su pasaje por los distintos aparatos ideológicos del Estado y
del modo dominante de producción de sujetos ideológicos. El
promedio no es, en consecuencia, la fuente file Ja normalidad como
podría deducirse de una lectura ingenua del discurso de la psi-
cología clínica sino que el promedio expresa ya la existencia de
una norma social vigente y operante en el proceso de sujetación.
Como dice Canguühem, es la norma (social) la que determina
al promedio:
GLORIA BENEDITO
[403]
404 FUNCIONES DE LA I'SICOLOOÍA
Siendo el tema del presente capítulo "el rol" del psicólogo, consi-
deramos apropiado comenzar preguntándonos acerca de la pa-
labra rol y su significado.
Si recurrimos, en una primera aproximación, al diccionario,
encontramos que dicha palabra es un galicismo por papel, y una
de las acepciones de este último término dice: "Parte de la obra
dramática que ha de recitar cada actor y la cual se le entrega para
que la estudie." - La metáfora del papel dramático ha sido usada
2] La práctica técnica
Por ello, de las técnicas puede decirse que son eficaces o no, úti-
les o no a la demanda que se les formula, pero de ninguna manera
que son neutras o que permanecen al margen de inquietudes que
no sean las propias. Hay una situación determinante en última ins-
tancia, la estructura económica, en un particular modo de produc-
ción y una dominante, la práctica política, que le confieren su
sentido al definir el producto que se busca obtener.
dejaría brecha para preguntar por qué tal éxito. Como en cual-
quier otro terreno se acepta que puede haber "malos" profesiona-
les, pero es fácil la solución mediante el recambio si son detectados;
sin embargo, "que haya buenos o malos psicólogos, es decir técnicos
hábiles después de un aprendizaje o dañinos por estupidez no
penada por la ley no es fundamental" " porque lo discutible es
la eficacia, discutible y no ilusoria, discutible en la medida que
siempre se es eficaz por algo, para algo y para alguien y esto es lo
fundamental que da sentido a la práctica de la psicología.
El argumento de corte humanista lleva a justificar la actividad
por la demanda que se cree recibir de la "humanidad", descono-
ciendo que ¡a formulación parte, en una sociedad de clases, de la
clase que detenta el poder. Así, podrá decirse del objetivo de la
propia elección: "para servir a la comunidad", "para ayudar a los
otros", "para hacer el bien aportando a la solución de los males
de la humanidad".
Si tratando de responder por el quehacer del psicólogo se obser-
va su práctica, llamará la atención la variedad de problemas co-
tidianos en que puede entender y áreas institucionales donde pai-
ticipar. El común denominador parece consistir en "ser partero
de los cambios en la comunidad en la que vive".^' Como cambio
implica duelo y el duelo es dolor, se hace necesario la participa-
ción del profesional entendido en conciencias y conductas que
con distintos métodos asiste en esos procesos de cambio. Según la
autora del párrafo citado, Juana Daiiis, es precisamente lo que
diferencia al psicoanalista del psicólogo, este último debe apelar
a otros métodos diferentes del psicoanalítico para poder asistir esos
procesos con eficacia. Y electivamente, el psicólogo actúa como
"agente de cambio". Pero esta palabra induce varias preguntas:
¿el cambio de qué?, tratándose de la práctica técnica de la psico-
logía se trata de transformaciones en los discursos, conductas y re-
laciones; ¿por qué son necesarios tales cambios?, para obtener como
producto el hombre adaptado e integrado a la estructura en que
tiene asignado un lugar. Ya lo vimos en el cap. 15: la produc-
ción de todos los cambios necesarios en el hombre para que nada
cambie, para que no cambie lo esencial, la estructura, la determi-
nante en última instancia, el modo y relaciones de producción
imperantes.
Dijimos anteriormente que hablar de rol del psicólogo implica
referirse también al lugar, posición o status del mismo y la fun-
'" Canguilhem, C , op. cit.
" Banis, Juana, "El psicólogo y el psicoanálisis", Revista Argentina de
Psicología, año i, n'> 1, septiembre de 1969, p. 79.
ROL DEL PSICÓLOGO 413
siglo
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