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Cátedra de Fisiopatología
Universidad Austral
La insuficiencia cardíaca crónica tiene origen en alguna patología que origina un daño
en el músculo cardíaco impidiéndole contraerse o relajarse apropiadamente. A esta noxa
inicial la llamaremos Daño Miocárdico Primario. Debido el mismo el ventrículo
izquierdo es incapaz de mantener el volumen minuto sanguíneo necesario para el adecuado
metabolismo del organismo, gatillando una serie de mecanismos compensadores que
culminan con un daño aún mayor: Daño Miocárdico Secundario.
El mejor ejemplo del DMP es el infarto de miocardio que provoca una extensión
considerable de músculo necrótico. Como consecuencia de una caída en el volumen minuto
se activan los mecanismos compensadores que a veces pueden retrasar durante años los
síntomas de insuficiencia cardíaca, pero produciendo un deterioro progresivo de la función
ventricular, la dilatación del ventrículo, la aparición de arritmias, los síntomas y la muerte
prematura. (figura 1). Otros ejemplos de DMP también puede ser una valvulopatía, una
miocardiopatía (hipertensiva, tóxica, viral, genética o idiopática) o una cardiopatía
congénita.
EL MODELO “CARDIORENAL”
Este modelo fue el primero en ser comprendido y también el primero sobre el que se
actuó terapéuticamente. Es primordial en la comprensión de la fisiopatología del manejo
del agua y del sodio en la fisiología y en la fisiopatología.1
La perfusión tisular (aporte de nutrientes y oxígeno a los tejidos) requiere del líquido
intravascular. Este último depende del equilibrio entre la ingesta y la pérdida de líquidos y
sal, regulada por dos sistemas paralelos: el sistema de la osmoregulación y el sistema de la
regulación del volumen (también llamado regulación hemodinámica).
Sistema de osmoregulación
El sistema de la osmoregulación tiene sus sensores en el hipotálamo, el cual libera
hormona antidiurética o vasopresina (ADH) ante el aumento de la osmolaridad plasmática
(déficit de agua con relación a los solutos: deshidratación). La ADH abre canales
específicos -denominados acuaporinas- en el túbulo colector permitiendo la reabsorción de
agua libre; evitando la pérdida de agua y deteniendo el incremento de la osmolaridad
plasmática. La secreción de ADH no sólo se libera por el aumento de la osmolaridad
plasmática sino también por un estímulo "no osmótico" mediado por la activación
simpática.
El incremento de la osmolaridad plasmática también estimula el centro de la sed, y es
el beber agua junto a la conservación de la misma (efecto ADH) lo que logra normalizar la
osmolaridad. Cuando la osmolaridad baja (exceso de agua en relación a los solutos: ingesta
cuantiosa de agua) el centro de la sed no se estimula y la ADH no se secreta: no ingerir
agua y perder agua libre por vía renal elevan la osmolaridad y la regresan al nivel normal.
Este sistema regula la concentración del sodio plasmático (agregando o quitando
agua) pero no el contenido del sodio corporal total, es decir no intercambia sodio con el
medio; como sí lo hace el sistema de regulación de volumen.
El sistema de la regulación del volumen fue diseñado para activarse ante una pérdida
importante del volumen plasmático (hemorragia, deshidratación), pero responde de la
misma manera ante la reducción del volumen circulante efectivo (insuficiencia cardíaca,
sindrome nefrótico, cirrosis). En ambos casos la acción baroreceptora activa al sistema
simpático, para mejorar la presión arterial, y al sistema renina-angiotensina-aldosterona
para retener agua y sodio. Sin embargo este mecanismo diseñado para la conservación de
agua y sodio ante la deshidratación o la hemorragia (fenómenos agudos) funciona en forma
inadecuada en el caso de insuficiencia cardíaca (fenómeno crónico), tornándose
contraproducente a largo plazo.
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natriurética de los péptidos atriales está fuertemente contrabalanceada por los mecanismos
de retención de agua y de sodio que son más poderosos; el mensaje filogenético es
"mantener el contenido del espacio intravascular arterial a toda costa".
MODELO HEMODINÁMICO
El deterioro contráctil del miocardio no sólo activa las señales para retener agua y
sodio, sino que también se incrementan las resistencias periféricas por acción del sistema
simpático y del sistema renina-angiotensina-aldosterona. El incremento de la poscarga trae
aparejado un mayor y perjudicial trabajo cardíaco, mayor deterioro del volumen minuto,
activación neurohormonal y progresión de la enfermedad.
Estimulación -adrenérgica
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Además de la retención de agua y sodio para preservar el medio interno, Tienden a mejorar
la coagulación, incrementar la disponibilidad de sustratos energéticos, mejorar la
circulación para la lucha y restringir la pérdida fisiológica de fluidos ante posibles
carencias futuras. Sin embargo, cuando estas neurohormonas son liberadas en forma
permanente, como ocurre durante la insuficiencia cardíaca crónica, comienzan a ser tóxicas
contribuyendo al deterioro progresivo del miocardio, del riñón y al daño vascular (figura
5).
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MODELO GENETICO
Las neurhormonas y señales mecánicas de estiramiento promueven a que los
miocitos expresen un fenotipo patológico, más parecido al fetal, y a que el intersticio
desarrolle fibrosis. Esto constituye el “modelo genético” de la enfermedad (figura 6).
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1. La renina.
El aparato yuxtaglomerular está formado por células musculares lisas
diferenciadas para producir y secretar renina. La liberación de renina desde esta estructura
es el paso inicial para activar el sistema renina-angiotensina-aldosterona 13. El aparato
yuxtaglomerular está inervado por el sistema nervioso simpático y compuesto además por
la arteriola aferente, la arteriola eferente y la mácula densa, que es parte del túbulo distal
(figura 7).
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SECRECION
DE RENINA
(% max)
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2. El angiotensinógeno
El angiotensinógeno es una proteína que se sintetizada por el hígado, hallándose
en la circulación. Los glucocorticoides y los estrógenos incrementan la síntesis del
angiotensinógeno, lo que explica por ejemplo la hipertensión arterial en el sindrome de
Cushing y en el embarazo. El angiotensinógeno es el sustrato de la renina, que como
endopéptidasa la convierte en angiotensina I. Ésta última es biológicamente inactiva hasta
ser transformada a angiotensina II por la enzima convertidora de angiotensina. Existe
también una conversión de angiotensina I a II por diversas quimasas, aunque de menor
magnitud.
3. La angiotensina II
Los sustratos más importantes de la enzima convertidora son la angiotensina I -
que se convierte en angiotensina II- y las bradikininas, que pasan a péptidos inactivos
(figura 9).
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4. La aldosterona
La principal acción de la aldosterona es incrementar la reabsorción de sodio en el
túbulo distal. Además tiene acciones sobre los vasos y el corazón que promueven la
progresión de la insuficiencia cardíaca:
Retención de sodio (progresión de los edemas y sobrecarga hídrica)
Incrementa la presión arterial y por tanto la poscarga
Pérdida de potasio y magnesio (favoreciendo las arritmias)
Disfunción endotelial con inflamación e injuria vascular.
Potencia los efectos de las catecolaminas.
Estimula la fibrosis miocárdica y vascular.
Induce efectos protrombóticos.
Como vemos, las acciones de la aldosterona que son útiles en el estrés de lucha o
huida, son perjudiciales en su secreción crónica persistente llevando al daño cardíaco, renal
y vascular.
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período sintomático y signológico el proceso del DMS comienza con las señales que llevan
a la hipertrofia ventricular, la dilatación, los cambios fenotípicos miocitarios y del
instersticio y la apoptosis. Con la progresión de dichos daños empeora la fracción de
eyección, aparecen los síntomas, nuevos eventos y finalmente la muerte del paciente.
Sin embargo se ha demostrado que estos daños progresivos pueden detenerse e
incluso retrogradar con un tratamiento farmacológico adecuado (inhibidores de la enzima
convertidora, antialdosterónicos, valsartan/sacubitrilo) y con la corrección de las
alteraciones mecánicas que pudieran haber originado el cuadro: corrección de valvulopatías
o defectos congénitos o la revascularización miocárdica mediante angioplastia o cirugía si
corresponde. Además de los cuidados en la alimentación (sin sal y con restricción hídrica)
y en el estilo de vida (rehabilitación cardiovascular y tratamiento de la obesidad).
Mientras que el tratamiento con vasodilatadores e inotrópicos y diuréticos
(modelos circulatorio y cardiorenal) son útiles para la descompensación aguda, no
garantizan mejor evolución a largo plazo. Entonces, el modelo neurohormonal es el
sustento actual del tratamiento a largo plazo para evitar la progresión de la enfermedad.
Incluye bloqueantes beta adrenérgicos, bloqueantes del sistema renina angiotensina,
bloqueantes de la neprilisina y antialdosterónicos.
Se están explorando intervenciones celulares, moleculares y genéticas dirigidas a
evitar las alteraciones miocitarias e intersticiales, y a "construir" un miocardio nuevo en
reemplazo de las zonas dañadas. Estas estrategias para el "modelo celular y genético" están
aún en experimentación.
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