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La verdad en San Agustín de Hipona

Este texto busca recoger y exponer las definiciones respecto de la verdad que da San
Agustín de Hipona en el texto “Soliloquios” y finalmente relacionarla brevemente con la
teoría de las ideas de Platón.

En el escrito San Agustín reflexiona por medio de un dialogo con la razón como personaje
al más estilo de los textos platónicos, en esta reflexión con la razón, quieren indagar en el
conocimiento de Dios, para ello deben primero ponerse a la voluntad de Dios y definir la
verdad misma, qué es la verdad y sus características.

Primeramente, San Agustín y la razón discuten respecto de la verdad y si esta tiene algún
punto donde perezca, si acaso la verdad misma es mortal. Se nos diferencia entre la verdad
y lo verdadero por medio del ejemplo de las características que posee un hombre y cuando
este llega a su fin, lo verdadero y la verdad son cosas diferentes, la verdad en si hace que
las cosas sean verdaderas, pero cuando las cosas verdaderas mueren, como los hombres,
esto no implica que la verdad misma muera, como quien es inteligente, si aquel que es
inteligente muere, no con la muerte de la persona va a morir la inteligencia misma, de esta
manera la verdad se mantiene aunque las cosas que fenecen y son verdaderas perezcan.

“A-Sin duda, la verdad, porque no hace el casto a la castidad, sino la castidad al casto.
Igualmente, todo lo verdadero lo es por la verdad.

R.-Y dime: cuando acaba su vida un hombre casto, ¿piensas que acaba la castidad?

A.-De ningún modo.

R.-Luego tampoco, cuando muere algo verdadero, fenece la verdad.”

-(Soliloquios, I, xv, 28)

De este modo la verdad no está dentro de las cosas que fenecen, pero San Agustín nos dice
que todo lo que existe, debe existir en algún lugar y que la verdad no puede estar dentro de
las cosas mortales, porque si no subiste el sujeto en el que está la verdad, no puede subsistir
la verdad, así que está fuera de las cosas mortales, la verdad vendría a situarse junto a las
cosas inmortales, la verdad misma se haría inmortal ya que sin esta no puede haber algo
verdadero.
Pongámonos en un ejercicio donde se tiene a un árbol, si este muere, se puede sostener que
el árbol ha muerto, es verdad que el árbol ha muerto, pero ahora extrapolando este ejercicio
a la misma verdad, suponiendo que la verdad ha muerto, no se puede sostener ni afirmar
que la verdad a muerto, esto no puede ser verdadero, porque sin una verdad que sustente lo
verdadero, no puede afirmarse que la verdad ha muerto, por ende la verdad pasaría
necesariamente a ser inmortal, la verdad no puede morir. Con este razonamiento San
Agustín llega a la conclusión de que la verdad no depende de entes mortales, por si misma
se vuelve inmortal.

Ahora sabido que la verdad es inmortal, se pregunta ¿Qué es lo verdadero? Antes esto San
Agustín afirma que la verdad es lo que parece ser, si esto pareciese una pared, debe ser
pared, lo verdadero se daría en función de alguien que pueda observar lo verdadero, pero
ante esto se vislumbra un problema, aquello que parece y que no es, como quien viene y
sostiene que aquella pared en verdad es árbol porque le parece árbol, antes este dilema lo
verdadero se tambalea ya que no puede ser árbol y pared ambas premisas verdaderas, ante
esto el error debe situarse en el espectador, surge la falsedad como disimilitud entre lo que
es y lo que parece, como cuando las formas se desdibujan en una carretera ardiente por el
sol, como un remo zigzagueante en el agua, la falsedad tanto como lo verdadero quedan
supeditados a un espectador. El modo en el que el observador tiene para captar la falsedad y
lo verdadero del mundo, sería por sus sentidos, estos le muestran el cómo es el mundo, y
estos sentidos están atados al alma, son parte de ella, y sin un alma no podría haber un
cuerpo que tenga sentidos para ver el mundo.

“Siendo, pues, lo verdadero lo que realmente es como parece, y lo corpóreo sólo puede
manifestarse a los sentidos, y los sentidos son propios del alma, no habiendo, por otra
parte, cuerpos que no sean verdaderos, luego no puede haber cuerpo si no hay alma.”

-(Soliloquios, II, iv, 6)

Pero definida la verdad como lo que es tal como parece, ¿Qué ocurriría con aquello que no
es observado? que el observador deja de estar presente o lo observado es arrojado tan pero
tan lejos que nadie pueda verlo ¿dejaría este objeto ser verdadero? Ante estas dudas San
Agustín se ve en un aprieto con su definición, porque lo que no puede ser visto podría dejar
de ser verdadero, como si al momento de enterrar un tesoro este dejara de existir porque no
es visto, pero este no deja de estar donde se le enterró. Si todo lo que es verdadero, es en
función de que parece ser lo que se observa, si no se le observa dejaría de ser, todo aquello
que existe al momento de dejar de observarlo dejaría de ser verdadero. Ante se redefine el
concepto de verdad por: “verdad me parece que es lo que es.” -(soliloquios, I, v, 8) de
este modo todo lo que es, es verdadero.

La disimilitud entre lo que es y lo que no es, dan origen a la falsedad, de este modo aunque
tengan un grado de comparación, al no serlos y distinguirse de los que son en realidad, son
falsedad, como hombres y perros que aparecen en sueños, estos no son y parecieses ser,
pero son falsedad, como el reflejo en un espejo, se asemeja al sujeto, pero no es el sujeto, se
diferencia en las propiedades intrínsecas del sujeto de quien es reflejo, no posee volumen,
independencia del sujeto a quien refleja, no es, es una falsedad.

Siguiendo con el curso de la verdad, se necesita que haya cosas que sean reales y verdades,
que contengan a la verdad misma dentro de sí, como la geometría y la dialéctica, se necesita
ser verdaderas para que sean efectivas y con motivo, la dialéctica busca la verdad misma y
la geometría tiene figuras que necesitan ser verdaderas para sostener definiciones como que
un círculo debe tener desde su centro una distancia equidistante igual hacia todas las
direcciones hasta llegar a su límite, pueden los objetos materiales imitar a estos objetos
inmateriales pero nunca ser exactamente como esa figura, se necesita de la verdad en estas
doctrinas y en muchas más, estas doctrinas que incluyen la verdad dentro de si son
aprendidas por el alma, las verdades que son algunas doctrinas son recogidas por el alma,
haciendo de esta un alma inmortal, porque al contener y ser verdaderas no pueden dejar de
existir, no pueden morir, ya que la misma verdad es eterna, estas verdades en las doctrinas
que son aprendidas por el alma vuelven al alma misma inmortal, del mismo modo que el
hecho de que siempre exista falsedad ya que los sentidos son los que trastocan lo que
vemos y por medio de ellos aprendemos el mundo, el hecho de que siempre haya falsedad
requiere que siempre hayan sentidos y si siempre hay sentidos entonces siempre hay alma,
resulta contra intuitivo pensar que nunca hay falsedad, porque se encuentra y se da
testimonio de ello cuando se equivoca y se crean ilusiones como los sueños en donde se ven
objetos que no son. La verdad vendría develando que el alma es inmortal, tanto como la
falsedad.
Se puede retomar lo dicho por San Agustín y rescatar su exposición de la inmortalidad de la
verdad, la una verdad más allá delo mortal, recordándonos a Platón con su teoría respecto a
un mundo de las ideas que fue desarrollando a lo largo de sus textos pero se ve fuertemente
plasmada en el Fedón, respecto de ideas que son independientes del mundo material y que
los objetos en este mundo material nos recuerdan las ideas previamente vistas por el alma,
de esta manera se puede hacer el homologo con la verdad de San Agustín, como una verdad
que nos debela cosas verdaderas pero que la verdad misma no está sujeta el mundo material
y mortal. Otro punto para rescatar es la impresión que nos da San Agustín respecto de lo
que es verdadero, es lo que es, pudiendo expresar a la verdad como la existencia misma, ya
que lo verdadero es aquello que existe y es, lo que no es, aquello que no existe, sería
falsedad. “no hay diferencia lingüística entre el modo en que hablamos de las
proposiciones (“es verdad que”) y el modo en que hablamos de los hechos (“es el caso
que”). Esto, innegablemente, es así: y permite iluminar la primera definición que
Agustín y Tomás nos dan de la verdad: verdadero es “lo que es”. Es decir, en la
verdad, el hecho es precisamente el que es.” –(Claudio Pierantoni, Una Veritas,
Apéndice A)

Es así como San Agustín en su búsqueda de Dios termina definiendo qué es para él la
verdad, una verdad inmortal independiente de lo mortal que es accesible por medio del
alma y que vuelva al alma misma inmortal.

Bibliografía.

-San Agustín, traducción por Victorino, C. (1946). Obras : Tomo I. introducción general.-
Bibliografía.- Vida de San Agustín, escrita por San Posidio.- Introducción a los Diálogos.-
Los Soliloquios.- El Libro De la Vida feliz.- Los libros Del Orden: (edición bilingüe ed.).
Bac (Madrid).

- Pierantoni, C. (2018). UNA VERITAS La definición inclusiva de la verdad como prueba


de la existencia de Dios. Editiones Scholasticae.

- P., Azcárate, P., & Cuenca, D. L. A. (2016). Diálogos: Critón, Fedón, El banquete,
Parménides (30.a ed.). Edaf.
- Pierantoni, C. (2017). Una Veritas. Apéndice A. La teoría de la verdad como
“redundancia” o “identidad”. Ms español.

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