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Caracas, 12 de enero de 2023

Universidad Católica Andrés Bello


Escuela de Educación
Andreína Rodríguez

El problema filosófico de la verdad

El hombre está constantemente buscando la verdad, usualmente sobre su

entorno, y tiene multitud de herramientas para decidir si algo es verdadero o falso.

Simplemente, quiere comprender la realidad en la que se encuentra, pero no de una

manera desviada, quiere conocer la naturaleza verdadera de su contexto. Por ello,

la verdad ha sido objeto de rumiación desde los filósofos de la antigua Grecia, y

continúa siendo un problema relevante, ya que ¿cómo se entendería un fenómeno

si no es desde su esencia pura?

Se invierte tiempo en las ciencias, por el hecho de que estas intentan

descubrir la verdad, y aquellas que no son exactas suelen ser catalogadas como

pseudociencias al no seguir el mismo rigor metodológico en sus estudios en busca

de la verdad, una que las naturales suelen pensar como absoluta. Esto plantea la

duda si la verdad es absoluta o existen “verdades a medias”.

Aristóteles explica en su sexto libro de la Metafísica que las ciencias se

ocupan de su objeto de estudio, sin embargo, solo llegan a caracterizar dicho objeto,

no a descubrir lo que es por sí mismo, su esencia, por completo. En sus propias

palabras: “al estar circunscritas a algo de lo que es, es decir, a un cierto género, se

ocupan de este, pero no de lo que es, en sentido absoluto” (Aristóteles, s.f., 266).

Esto implica que las ciencias no llegan a esa verdad absoluta que suelen

prometer hoy en día, en cambio, se acercan a su objeto de estudio y lo comprenden,

pero es una comprensión específica de cierto fenómeno, no una sobre su definición


y por consiguiente, la verdad sobre dicho fenómeno. Sin embargo, esto no implica

falsedad, Aristóteles aclara que las ciencias dan explicación de las cosas que

siempre ocurren o que ocurren la mayoría de las veces, lo demás son accidentes

fortuitos y no requieren de la ciencia.

Lo verdadero para Aristóteles es afirmar lo que es y negar lo que no es, une

esto con el pensamiento, a pesar de luego decir que va más allá del mismo, pero en

un principio explica que todo es razonado. Por ello, cuando se afirme o niegue algo,

dependiendo en cómo se intercepte lo verdadero y lo falso entre lo que es y lo que

no es, se estará diciendo la verdad o la falsedad.

Esta definición de la verdad es complicada y simple a su vez, puesto que el

primer enunciado es fácil de entender, pero la explicación aristotélica de cómo esto

interviene en la vida del hombre que afirma o niega algo, para saber si ese algo es

verdadero, es menos intuitivo que su primera afirmación. Se le entiende entonces de

la siguiente manera: si la persona, en su razonamiento de un objeto que es, decide

que no es, entra en la falsedad, puesto que la verdad del objeto dicta que este es.

Joseph Gevaert explica la verdad junto con el conocimiento y la praxis,

puesto que la verdad se encuentra en ambos. Una persona que se interesa por

conocer la forma y la razón de ser de un fenómeno, ya sea desde su entorno

inmediato o tan lejano y abstracto como el universo, se encontrará con conocimiento

elaborado por aquellas personas que tuvieron las mismas interrogantes, ya sea a

través de una obra escrita o experiencias.

Son entonces estos libros, encuestas, entrevistas, aquellas formas de

conseguir respuestas donde Gevaert afirma que se encuentra la verdad. Este autor

no explica qué es la verdad por sí misma, pero sí explica cómo puede encontrarse,
puesto que para él, “la verdad no puede conquistarse o poseerse fuera de una

praxis determinada” (1995, p. 159).

Esto ocurre ya que la única manera que tiene el ser humano de encontrarse

con la verdad es si interactúa con ella, al ser imposible encontrar un ente material

que sea la verdad, tendría que ser entonces a través del conocimiento, el cual es, a

su vez, inmaterial al residir en el pensamiento y razonamiento; por lo tanto, el

individuo ávido de respuestas verdaderas busca prácticas que le prometen

encontrar conocimiento verdadero. Estas son múltiples en su forma, sin embargo, el

propósito de todas radica en ser herramientas en la búsqueda del conocimiento

verdadero.

A pesar de lo que pudiese pensarse, para Gevaert la verdad no es la praxis,

pero esta última puede encontrar la verdad. Se crea un ciclo en donde la persona

posee dudas sobre su entorno, utiliza una praxis para responder esas interrogantes,

llega a un conocimiento al cual le da la característica de verdadero, pero este

levanta nuevas dudas y así continúa este ciclo. Uno que el autor determina como

imposible sin el pensamiento y la palabra, ambos son necesarios para formarse

ideas y conceptos sobre lo que se está indagando, además de servir para difundir

en una comunidad lo encontrado, lo cual puede iniciar más interrogantes y por ello

más de estos ciclos en otras personas.

Continúa explicando que lo que le da origen a la verdad humana es la

realidad, que “el verdadero conocer es expresar fielmente lo que es, esto es, lo que

se impone incondicionalmente a mi inteligencia” (Gevaert, 1995, p. 169). Se puede

decir entonces que la verdad para Gevaert y Aristóteles es similar, ambos recurren a

la naturaleza del objeto que se supone verdadero.


Sin embargo, una diferencia sutil de Gevaert es añadir que la persona que

hable de dicho objeto, debe hacerlo fielmente, no simplemente expresar lo que es o

no es. Añade a su vez que esta verdad es impositiva al razonamiento de la persona,

puesto que no importa su nivel de inteligencia, la verdad seguirá expresando

fielmente la esencia del objeto sin atarse a la persona que lo razona.

A su vez, la verdad no depende del momento cronológico en que se

encuentra, se pudo acceder a ella 5 años en el pasado, hoy y 5 años en el futuro, lo

único que cambia son las praxis que se utilizan para llegar a ella, y en consecuencia

es absoluta. Esto es una divergencia significativa con el pensamiento aristotélico

expuesto con anterioridad, puesto que para Aristóteles las ciencias solo conseguían

una verdad parcializada.

Se podría argumentar que Aristóteles considera que la filosofía es “la ciencia

[teórica] de la verdad” (Aristóteles, s.f., p. 122) y, por lo tanto, la filosofía llega a la

verdad a través de sus métodos particulares, uniendo así ambos autores. Sin

embargo, este argumento es simplista, ya que Aristóteles afirma que la dificultad de

entender la verdad por sí misma proviene del ser humano, quien no cuenta con la

capacidad suficiente para captarla en su totalidad, como si un órgano receptor le

faltase1. Además, se trata de una ciencia teórica, puesto que para este filósofo

griego, las ciencias prácticas consideran son los aspectos momentáneos y relativos,

no lo eterno de la verdad.

Gevaert, a su vez, contraargumenta la idea de un lugar metafísico de donde

provenga la verdad, para él, la verdad se ata a la realidad, ya que si esto no ocurre,

1
“como los ojos del murciélago respecto de la luz del día, así se comporta el entendimiento
de nuestra alma respecto de las cosas que, por naturaleza, son las más evidentes de
todas.” dice Aristóteles en su Capítulo Primero del Libro Segundo en Metafísica (p. 122)
nunca el ser humano podría encontrarla. Por lo tanto, estos dos autores no

coinciden en la idea de “cuánta”2 verdad el ser humano puede encontrar en un

momento dado.

Martin Heidegger en su artículo muestra cierta resistencia sobre el tema, pero

para este autor la interrogante sobre la verdad se encuentra centrada sobre su

esencia, sobre cómo esta es percibida por el ser humano. Por ello, para él la verdad

está atada a la realidad, al igual que Gevaert, y dejaría de ser relevante si se aleja

de ella. Lo representa explicando que la importancia de saber si algo es oro

verdadero, y no cobre dorado, ambos son igual de reales, pero la persona se

sentiría ultrajada si compra algo pensando que es oro y se da cuenta de que no lo

es. La expectativa de lo que es el oro y de lo que se compró no coincide, por ello es

inadmisible.

A su vez, afirma que un “enunciado es verdadero en la medida en que se

adecua algo ya verdadero” (Heidegger, 2007, p. 116), retomando en esta

proposición, de una manera más sencilla, la aplicación de la verdad de Aristóteles.

No intenta definir en la misma idea sobre la verdad y la falsedad en toda su

complejidad, en cambio, lo sucinta de manera en que dirige la atención a aquello

que hace al enunciado verdadero: este debe representar adecuadamente algo que

ya es verdadero. No es una idea innovadora, pero la forma en que se presenta

resulta eficiente, interesante y llamativa en el sentido que se asimila la naturaleza de

su contenido.

2
Aristóteles comenta que los objetos contienen tanto de verdad como de ser, por lo cual decir cuánta
verdad es un concepto absurdo intelectualmente, a pesar de ello, cumple su función semántica: la de
representar a un autor que considera la verdad de manera absoluta y otro de forma parcial cuando es
el ser humano quien la percibe, de una forma sucinta.
Lo verdadero es entonces lo que coincide primeramente entre la naturaleza

del objeto y lo que se percibe del mismo, e inmediatamente después con el

enunciado sobre este. Necesariamente, la esencia, razonamiento y juicio sobre el

objeto deben coincidir para que este sea verdadero.

Se considera que Heidegger sucinta las propuestas de los otros dos autores,

no se pretende decir que sea redundante, en cambio, recoge lo más importante y lo

expone de una forma mejorada. Es por ello que se le concede una mayor

importancia en este trabajo sobre la verdad, puesto que no es solo necesario

exponer qué es, sino cómo esta afecta o es afectada por las personas de una forma

comprensible.

Como corolario, los tres autores trabajados presentan puntos de vista y

argumentos sólidos sobre lo que consideran que es la verdad y aquello que es

verdadero. Coinciden en que la naturaleza de un objeto es lo que determina la

verdad, a pesar de que cada uno difiera en el resultado de esto: para Aristóteles

solo podría conocerse parte de esa naturaleza, para Gevaert se puede conocer

absolutamente esa esencia a través de las praxis y para Heidegger es necesario

percibirlo y juzgarlo adecuado a su naturaleza para llegar a lo verdadero.

Por lo tanto, cada uno trae una visión única a este problema filosófico, al cual

solo se le arañó la superficie en este ensayo, pero que se extiende a lo largo de la

historia de la filosofía y que seguirá siendo relevante en cuanto al hombre le interese

conocer su entorno.
Referencias

Aristóteles. (1994). Metafísica (T. C. Martines, Trad.). Editorial Gredos S.A.

Gevaert, J. (1995). El Problema del Hombre. Ediciones Sígueme, Salamanca.

https://kupdf.net/download/el-problema-del-hombre-joseph-gevaert_58e4de6b

dc0d60d204da97f6_pdf

Heidegger, M. (2008). De la esencia de la verdad. Herder.

https://www.academia.edu/40723702/De_la_esencia_de_la_Verdad

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