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El Horizonte de lo Relativo - La Realidad-Las cosas

Dramaturgia del Actor-Luis de Tavira

Lo que hace al actor actor, lo que hace al espectador espectador, lo que hace a la ficción ser la ficción,
tiene que ver en el fondo con la obsesión más profunda del espíritu humano, y que es el problema de la
realidad, y qué cosa será la realidad, y qué cosa entendemos por la realidad, y qué es, pues, el problema
radical y esencial de la existencia de todos, porque todos estamos en la realidad, discutiendo qué cosa es
la realidad y qué cosa no es la realidad.

Cuando el actor trabaja con la cosa ficticia está estructurando una realidad, y si no entendemos cómo
estructuramos la realidad cómo vamos a entender cómo se estructura la ficción, ¿por qué?, porque la
ficción es una estructura creada mientras la realidad es una estructura dada. Y entonces tenemos una
realidad creada frente a una realidad dada, relacionadas, porque parece que una quiere significar a la
otra. Pero entonces cómo entiendo qué es ficción si antes no entendí qué era realidad. Y ahí estamos en
la reflexión sobre el teatro y en las escuelas de teatro, habla y habla de la ficción, ¿y la realidad?, bien
gracias, y la ficción sólo se entiende como aquello que no es la realidad, entonces el gran problema es
qué es la realidad. ¿Y en qué medida la ficción es representación de la realidad?, ¿de qué realidad,
cómo?, porque parece que hay cómos.

La Realidad es el horizonte de lo relativo. El de la probabilidad. Es la realidad que parte de aquellas


cosas que son, por lo tanto no podemos construir la realidad si antes no deslindamos el ser de la nada,
no podemos construir en la ambigüedad del ser y la nada, la realidad, la realidad es un salto sobre el ser,
pero más estructurado que este, mínimamente estructurado diría Kant, y mínimamente estructurado por
cuatro coordenadas, las coordenadas que estructuran mentalmente lo que llamamos realidad son,
tiempo, espacio, causa y efecto. La cuádruple raíz del principio de razón, le dice Kant. Esto es lo
existente, esto es lo que es y esto es lo que existe, cuádruple raíz del principio de razón, cuatro
coordenadas, tiempo, espacio, causa y efecto. En la realidad, todo está en el tiempo, todo está en el
tiempo, todo está en la causa, todo viene de algo y va hacia algo. En el ser no. En el ser simplemente es
o no, en la realidad no, en la realidad ya estamos en la existencia, ya no estamos diciendo simplemente
que algo es o no, sino estamos diciendo que existe, y si existe empezó y terminará, quien sabe cuándo y
cómo, porque sabemos que la energía no se crea ni se destruye sino simplemente se transforma. Esta es
la existencia, la realidad es la existencia, por lo tanto lo real son los entes existentes, el ser son los entes
que son, es decir las esencias, la realidad es lo que existe y por lo tanto está determinado por el tiempo,
el espacio, la causa y el efecto.

Es decir, este horizonte de cuádruple coordenación que llamamos realidad es simplemente eso, los entes
que existen y que llamamos cosas, de allí la palabra realidad, que viene del latín rei, igual a cosa, y en
tanto que son o existen en acusativo es “rei” en latín, “rei-alidad”. Por lo tanto para entender claramente lo
que queremos decir por realidad a lo mejor nos serviría retraducirlo y decir “coseidad”, porque realidad ya
quien sabe a qué suene, ya es como un latiguillo verbal, y decimos: “bueno yo en realidad no quería
venir”, “en realidad”, qué estás queriendo decir por realidad. Cuando realidad enuncia el horizonte de las
cosas, en tanto cosas, el “rei” de cosa. Y qué cosa es una cosa, en principio lo que existe, es decir algo
que además de ser, está en el tiempo, está en el espacio, tiene causa y tiene efecto, nada es impune en
la realidad. Dicen las abuelitas por ahí que dios siempre perdona, que los hombres a veces perdonan,
pero que la realidad nunca perdona. ¿No? es la contundencia de lo real, lo que es así, lo que no se echa
para atrás, lo que no depende del “pas que moi, pas que toi” no. Es, punto. Y es así.

Es allí, dice Heidegger, el ser allí, el ser puesto en la existencia, y allí está. Entonces como ven es
relativo, en tanto que no es absoluto, pero es menos relativo que otras cosas. Se dice que la realidad es
cruel, en tanto es como es. La mejor definición de realidad es la que enuncian las abuelitas cuando dicen
“mijito las cosas son como son”. Y el problema es el cómo, no si son o no, y la abuelita dice son como
son, como les toca. Por eso a la sabiduría griega lo que le importaba era la Moira de las cosas, es decir
saber cómo son, y el problema del conocimiento era conocer la Moira, y la Moira era el cómo son las
cosas, no como me parece que son, no como quisiera que fueran, no como yo interpreto o significo que
sean, sino cómo son por ellas mismas, y eso es lo que es realidad.

En un concepto convergente, en un concepto armonizador de todas las diferencias, de todo lo que se ha


dicho sobre lo que es la realidad podríamos encontrar una constante, por realidad entendemos aquello
que no depende del sujeto. No, no, los chinos no tienen por qué venir a pedirme permiso de existir, si yo
no los conozco es mi problema, no el de ellos. La realidad no es más que un problema del sujeto. Esto es
lo que descubre en la existencia aquel famoso personaje del La Náusea de Sartre, en aquella deprimente
tarde de domingo, cuando asomado a la ventana descubrió que el mundo era pleno sin mí, “el mundo es
pleno sin mi” antes de que viviera era pleno y después de que yo me muera seguirá pleno, no le hago
falta, y esto duele, produce nausea, porque yo quiero ser el centro, y justamente estar en la realidad es
saber que es mi problema. Por eso llamaba Freud a la locura la incapacidad de conectar con la realidad,
la enfermedad es eso, no poder conectar con la realidad, porque la realidad no es como yo quiera, es
como es, ¿cómo?, el ¿cómo?, no el si es o no, sino el cómo.

Entonces decimos que la realidad es un horizonte, es una estructura mental porque la realidad no es lo
real. La realidad es lo que yo estructuro aquí en mi mente como las cosas, y las cosas son como son, no
como yo creo que son, es decir, si vamos más lejos con Heidegger, las cosas, esas, las que le
preocupaban a Kant, la famosa cosa en sí, la cosa ella misma en sí, la cosa que estructura la realidad,
decía Heidegger, las cosas son insignificantes, es decir no tienen significado. La cosa es insignificante,
no tiene significado. Claro, como no podemos vivir en la realidad, entonces avasallamos las cosas con los
significados. Fíjense cuánto, no dejamos a la pobre pinche piedra del cerro ser simplemente la pobre
pinche piedra del cerro, a huevo es creación de dios, y entonces ahí está dios convertido en un alfarero y
la piedra en una escultura divina, por qué, porque tenemos que defendernos de la insignificancia de las
cosas. No podemos estar en la realidad porque la realidad es insignificante, la realidad es plena sin mí,
no le hago falta. Es al revés, es mi problema estar en la realidad. Pero claro, este es el problema de la
realidad y de las cosas y de la cosificación de la dimensión.

Esto es tan importante que tiene que ver con lo que decía ayer sobre la estimulación, decía yo, si el
estímulo no está afuera, lo que el actor hace es histeria. El estímulo está afuera, dónde, en la realidad, en
el horizonte, y sólo es estímulo lo que antes es cosa, por lo tanto la cosa afectándome es lo que es
estímulo. He aquí la importancia de hallar las cosas que estructuran la ficción, como la realidad está
estructurada por las cosas. Qué es la realidad, el horizonte donde están las cosas y las cosas son los
entes existentes, que están en el tiempo, en el espacio, en la causa y en el efecto, y que son como son,
no como yo lo significo. Y esas cosas se meten conmigo y al meterse conmigo y yo con ellas se
establece el significado que las llama, o estímulo, o lo que queramos, o significado, o palabra, porque
como dice Goethe, al ser humano no le fue dado crear las cosas, pero en cambio, le fue dado
nombrarlas.

Yo digo que el actor no trabaja con datos, el actor trabaja con impresiones y una impresión es un
contacto físico con las cosas, un contacto que imprime una huella mnémica en el tejido nervioso. Por lo
tanto el trabajo del actor es la estimulación, excitativa o suscitativa, dependiendo del nivel de contacto
con las cosas y si la ficción o el escenario es el lugar donde todas las cosas siempre son otra cosa, aquí
el problema de la bifrontalidad es un problema de realidades, de qué cosa es la cosa y qué; ¿qué es la
cosa cuando representa otra cosa?, porque el personaje se afecta de la cosa ficticia, no de la cosa real,
pero la cosa ficticia para llegar a ser ficticia antes es otra cosa real. Por eso la ficción y la mímesis son un
problema de metamorfosis y más que nada de transustanciación.

La realidad es el límite, la realidad es lo conocido como necesario, la realidad es el deseo y el deseo es


siempre el deseo de lo absolutamente otro, el deseo es siempre deseo de lo absolutamente otro, por lo
tanto, en principio, la realidad es lo otro. Es decir lo “no yo”. Por eso la estructura de la personalidad
empezará desde la etapa oral, hasta la etapa genital en el descubrimiento de la “otredad” lo primero que
descubre el niño es la distinción entre su boca y la teta de la madre, es lo primero que descubre, ¿por
qué?, porque viene de un trauma original, fue expulsado, nacer es un trauma, es una expulsión, una
separación cruenta, para poder llegar a ser yo en una realidad que no soy yo, y a partir de allí toda la vida
será un diálogo entre lo que, si me va bien, llegará a ser algún día un yo, y lo otro como la realidad, vivido
como necesidad, vivido como satisfactor, vivido como deseo, vivido como límite. Y claro, ¿por qué es
profundamente infeliz el niño mimado?, pues porque desconoce la realidad, que en principio se
experiencia como el límite, entonces claro, póngale límites, porque si no, no va a subsistir, porque
subsistir quiere decir adaptarse, es decir obedecer, es decir aceptar que la realidad no soy yo, que la
realidad no es mi deseo, que yo quiero pero la realidad no, en principio. Por eso subsiste el que aprende
a reprimir los deseos. Pero aquel que sólo, y en esta paradoja y en esta economía de deseo- represión,
por eso aquel que desequilibra represión y deseo, pues de ahí depende su personalidad, y su
personalidad crece o decrece. Y esto es sustancial para el personaje. La actuación es el arte de la
personificación por lo tanto es el ejercicio de la personalidad, y la personalidad depende de este
equilibrio. Cuando la persona exagera desequilibra la represión sobre el deseo, baja su personalidad y
aparece, es decir, parece ser que el grado de tensión, esa la de Segismundo de “apurar cielos pretendo”,
es la tensión que llamamos vida, porque la flacidez total es la muerte y la rigidez total es la muerte, por lo
tanto la vida es un tono, un tono de tensión equilibrada entre deseo y represión, por ejemplo, entre yo y la
realidad, entre yo y lo otro. De aquí que las relaciones que fundan el personaje son las relaciones del
estar allí. Lo que pasa es que la realidad, ya vimos, no es habitable porque es insignificante, y entonces
llamarle necesidad o llamarle deseo, llamarle límite o llamarle satisfactor es darle un significado ya, y al
darle un significado ya, súper estructuramos la estructura básica de la cuádruple coordenación, tiempo-
espacio-causa-efecto, para empezar a darle otras coordenadas que estructuran otra estructura que se
llama el mundo.

El mundo no es la realidad, y entonces aparece la tercera estructura de esa genealogía mental que
llamamos el mundo, ¿por qué?, porque nadie puede vivir en la realidad porque es insignificante, entonces
para subsistir en la realidad tenemos que construir el mundo. Y este mundo, puede ser un mundo
colectivo de una tradición. La religión es mundo, decir que en el principio era dios, y que el verbo y que el
vacío y que dios dijo hágase la luz y que en siete días, eso es inventar el mundo, eso es hacer poesía. Y
todas las genealogías y los mitos y las mitologías son las estructuraciones del mundo, convertir a la
realidad en el mundo, y aquí, otra vez, las abuelas vuelven a tener toda la razón y las abuelas dicen:
mijito, cada cabeza es un mundo. Y así es, cada cabeza es exactamente eso, un mundo. Lo que pasa es
que el mundo ya no es la cuádruple coordenación tiempo-espacio-causa-efecto. Para poder estar en el
mundo hace falta más coordenación, por ejemplo, cerca o lejos, grande o pequeño, afuera o adentro,
lento- rápido.

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