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Décimo Capítulo.

10.

—El almacén no estaba solo —comenzó a explicar Ji Chang mientras recargaba una de sus
pistolas—. Nos dimos cuenta cuando encontramos en la bodega de la parte trasera del almacén
varias cobijas e intento de camas, y bueno, también encontramos uno que otro indicio de que
varias personas se estaban quedando allí. Por el megáfono de la tienda nos advirtieron que
estábamos entrando a su territorio, ¡y cuando menos esperamos la puerta de otra bodega fue
abierta y salieron muchos caminantes!

—¿Entonces por ir a la tienda de conveniencia nos están siguiendo? —preguntó Hoseok,


acelerando y comenzando a adentrarse por varios pasadizos para perder la camioneta que los
estaba persiguiendo.

—Hoseok, debemos ir al depósito del edificio que encontramos el otro día —intervino Jungkook
arrodillándose sobre el asiento y sacando del baúl una bolsa llena de armas, poniéndola en medio
de Jimin y de él. Sacó varias armas, dándole algunas a Hoseok y a Ji Chang, de repente tomó un
arma más pequeña y observó a Jimin que estaba bastante nervioso, tratando de asimilar la
situación—. Niño, ¿alguna vez utilizó un arma? —le preguntó y este negó mientras parpadeaba
rápidamente. Jungkook chasqueó la lengua contra el paladar al recibir la respuesta más obvia.

—Se suponía que mañana comenzaban las clases de manejo de armas... yo no sé nada —
respondió Jimin, viendo cómo Jungkook le extendía el arma, y tomó esta con manos
temblorosas.

—Mire, le voy a explicar rápidamente cómo esto funciona. Esta es una pistola semiautomática —
respondió Jungkook bastante exasperado, tratando de mantener el equilibrio por los
movimientos bruscos del manejo de Hoseok para poder escabullirse—. Esto de aquí es el seguro
del arma, solo tiene que presionarlo —le señaló una pequeña palanca a un costado del arma—.
Este es el gatillo, lo jala así —explicó la característica del arma demostrando el movimiento—. Y
finalmente apriete el gatillo para poder disparar.

—Yo no creo que pueda matar a alguien, teniente Jeon —murmuró Jimin, después de haber
puesto suma atención—. No podría hacerlo, soy médico, salvo vidas no me encargo de hacer lo
contrario.

—Le voy a decir esto solo una vez y recuerde esto hasta el último día; en este nuevo mundo o
usted decide matar o lo matan a usted. Y créame que ellos no vienen solo a tomar el té —dijo,
antes de que comenzaran a resonar varios disparos contra el baúl. El grito de Jimin, agitó a
todos los presentes más que el estruendo de los disparos contra el vehículo—. Esta es una
camioneta blindada, niño.
—¿Y si hablamos con ellos? ¿Si llegamos a un acuerdo? —preguntó Jimin, manteniendo el arma
en sus manos, observando cómo Jungkook dejaba de prestarle atención cuando sacó una
metralleta de la bolsa—. ¡Somos sobrevivientes, deberíamos apoyarnos entre nosotros! —
Jungkook siquiera respondió, sólo se encargó de bufar y rodar los ojos como si Jimin fuese la
persona más estúpida del mundo.

—¡Sobrevivientes mis pelotas! —Exclamó Ji Chang en la parte delantera, bajando la ventana y


comenzando a salirse en intervalos para iniciar disparos contundentes, que al parecer tampoco
hacía mucho efecto en el chasis reforzado de la camioneta ajena.

—Jimin, agáchese —dijo Hoseok entre los gritos y el estruendo de los disparos. Y de inmediato
lo hizo, observando cómo al otro lado Jungkook abría la ventana y salía lo suficiente para
comenzar a disparar con perseverancia sobre el chasis y luego sobre las llantas.

—¡Debemos acabarlos en el depósito, estos hijos de puta tienen reforzado hasta los neumáticos!
—exclamó Jungkook, cambiando el cargador de balas del arma. Jimin se tapó los oídos, y
después de un largo tiempo comenzó a orar. Hacía rato que no imploraba, y se sentía bastante
hipócrita, sin embargo, esta situación le estaba poniendo lo suficiente nervioso para creer que
moriría allí.3

Hoseok aceleró aún más el vehículo y el cuerpo de Jimin se removió bruscamente cuando la
camioneta giró de forma repentina y la luz del sol se apaciguó, dándose cuenta de que se habían
adentrado a un estacionamiento subterráneo. Jimin se incorporó del suelo del vehículo y se sentó
sobre el mueble, visualizando los movimientos rápidos que Hoseok daba para escabullirse al final
del estacionamiento y cuando detuvo el carro, Jungkook tomó la bolsa de las armas y todos
salieron rápidamente. Jimin se posicionó de inmediato detrás de Hoseok, siguiendo sus rápidos
pasos. Ji Chang fue el encargado de abrir una puerta metálica y dejó pasar a todos antes de cerrar
la puerta.

Jimin observó la estancia obscura que daba a unas escaleras, las cuales pudo observar cuando
Hoseok sacó una pequeña linterna de su pantalón militar para poder iluminar la estancia. Se
dirigieron allí, comenzando a subir las escaleras rápidamente. Jimin se tropezó varias veces y
rebosando la paciencia de Jungkook, este decidió rodear el cuerpo del más delgado con sus
manos para ayudarle a agilizar sus pasos.3

—En el tercer piso hay varios estantes para escabullirnos, nos esconderemos ahí y si llegan a
subir en nuestra búsqueda, les sorprenderemos —explicó Hoseok mientras seguían subiendo los
últimos escalones. Con el pie empujó una puerta doble y sacó su arma, por si había la posibilidad
de que hubiese un muerto, silbó un momento, lo suficiente para hacer algún ruido atrayente y al
ver que no salió nada en su bienvenida, entraron y cerraron las puertas a sus espaldas.

—Debemos esconder a Jimin —dijo Ji Chang, mientras Jungkook se encargaba de esconder la


bolsa de armas detrás de varios estantes que había en el lugar—. Jungkook sé que no te gustará
lo que diré, pero eres el mejor en saberse escabullir entre nosotros. Busca un lugar para que
Jimin siquiera tenga que verlos entrar, dudo mucho que pueda defenderse —Jungkook asintió
sin siquiera cambiar su entrecejo fruncido y observando a Jimin fijamente le dijo que se acercara
con una breve señal de dedos.
—Pero yo puedo quedarme con Hoseok... —murmuró Jimin, colmando la paciencia de todos,
incluido del calmado Hoseok que ahora lucía bastante estresado y con un semblante bastante
serio.

—Jeon conoce esta bodega mejor de lo que yo lo hago, vaya con él —respondió Hoseok mientras
recibía una pistola ametralladora de parte del otro teniente—. No puedo concentrarme sabiendo
que va a estar al frente de un posible enfrentamiento. Usted es el médico del grupo y necesito
que este a salvo, debe recordar que Taehyung lo espera. Vaya con Jeon —Jimin siquiera pudo
asentir cuando sintió una grande mano aferrarse de su antebrazo y jalarlo hasta el final del salón
a través de los estantes.5

Jimin se dejó llevar de mala gana hasta una pequeña puerta que fue empujada por Jungkook e
inspeccionada por este para que no hubiese ningún muerto. Al ver que solo había un mueble y
unas cuantas cajas, le señaló con la cabeza a Jimin para que este entrara.

—¿Dónde está el arma que le di? —preguntó sosteniendo la ametralladora en su mano derecha.
Jimin palmeó sus bolsillos con manos temblorosas, tratando de regularizar su respiración por los
nervios que le producía la situación. Finalmente sacó la pistola y la mostró al militar—.
Recuerde lo que le expliqué. Yo estaré allí encima de los estantes para que cuando ellos lleguen
tengamos ventaja y les pueda disparar apenas entren. Tome esto también por si acaso —dijo
sacando de su bolsillo una navaja y se la extendió. Jimin la tomó con su mano libre y la guardó
en uno de sus bolsillos—. Cuando esto acabe, yo vendré por usted, ¿de acuerdo? —preguntó y
Jimin asintió, el militar le dio una última mirada y cerró la puerta. Dejándolo solo en aquel
cuarto obscuro, Jimin por su parte trató de buscar algún escondite y encontró uno perfecto
dentro del mueble lo bastante amplio para que él pudiese entrar.

Sus manos se aferraban al arma mientras que sus rodillas quedaban a la altura de su pecho. El
pavor lo estaba consumiendo, no sabía que estaba por ocurrir, su único pensamiento es que
esperaba que su hermano estuviese bien si él no llegase a volver. De repente, en el silencio que
solo surcaba su respiración agitada, comenzó a escuchar fuertes estruendos de balas por doquier,
se sobresaltó sobre su lugar y con su mano izquierda se tapó la boca, tratando de apaciguar sus
gritos. Debía esconderse, él era débil y estaba seguro de que si uno de ellos llegase a encontrarlo,
no sería capaz de dispararle. Cerró los ojos, abrazándose así mismo, esperando que toda esa
pesadilla acabara.

Pensaba estar con su madre y hermano viendo la telenovela que solían ver juntos a las seis de la
tarde mientras cenaban, sus amigos de la universidad, la chica de la facultad de medicina con la
había estado saliendo por un tiempo, que probablemente ya estaba muerta. Se imaginó en la
playa, sintiendo la brisa y el aroma del océano que tanto le calmaba. Olvidando que estaba en
medio de una batalla entre dos grupos de sobrevivientes, esperando que ninguno de los de su
grupo fuesen heridos, aun detestando a Jeon Jungkook realmente quería que todos estuviesen
sanos y salvos. De repente, todo el estruendo terminó.

Y Jimin aferró el arma a sus manos cuando la puerta del pequeño cuarto fue abierta con fuerza.
Dejó salir un largo suspiro, y dejó que una lágrima cayera sobre su mejilla. Estaba seguro de que
había estado a punto de vomitarse por las ansias que todo aquello le producía.
—¿teniente Jeon? —preguntó Jimin, respirando con mayor normalidad y en el momento en que
las puertas del mueble fueron abiertas, nunca había creído sentirse tan tranquilo al ver aquellos
ojos obscuros serios que tanto le despotricaban, analizándolo fijamente.

—Vamos, niño. Debemos salir de aquí ahora —respondió Jungkook reincorporándose y


dejándole el espacio a Jimin para que saliera—. Solo eran pocos, pero creemos que debe haber
más. Debemos irnos ahora antes de que nos lleguen a emboscar —explicó tirando la
ametralladora sin municiones a un lado y sacando una pistola—. Chang y Jung han bajado para
inspeccionar el primer piso, nos están esperando.

Jungkook salió sin siquiera revisar que Jimin lo siguiese, estaba más que claro que el joven lo
seguiría por su propia supervivencia. Así que, caminando a lo largo del piso, no le sorprendió
sentir la presencia del joven invadiéndole su espacio personal. Sin embargo, se detuvo
abruptamente al percibir varios ruidos que no provenían del joven de cabello rubio.

—¿Qué... qué pasa? —preguntó en un murmuro Jimin, viendo que Jungkook jalaba del gatillo y
se tensaba sobre su lugar. No transcurrió más de unos segundos cuando alguien corrió
rápidamente detrás de un estante y derribó a Jungkook sobre el suelo. El arma cayó a un lado de
la escena. Jimin inconscientemente sacó su pistola, sin embargo, un grande antebrazo se colocó
contra su cuello y sintió el filo de una navaja presionando contra su clavícula.

Jimin se quedó estático en su lugar, observando cómo Jungkook comenzaba a defenderse contra
un hombre el doble de su estatura y peso. El filo del cuchillo rozando su piel, le hizo temblar y
una grave risa resonó contra su oído. El joven no solo sintió mareo por la situación sino también
el hedor que salía de la boca de su captor.

—Pero mira quien tenemos aquí... —murmuró el hombre que lo retenía—. Un precioso
jovencito... es lo más parecido que he visto a una mujer en días —otro temblor sucumbió el
cuerpo de Jimin, sin embargo, se sintió un poco aliviado cuando Jungkook ganó el combate
contra su oponente y tomó su arma del suelo. Ahora visualizando a su captor y a él—. Ni un solo
paso más —amenazó el mismo hombre—. O le corto el cuello.

Jungkook le apuntó con el arma y el hombre presionó aún más el filo sobre la piel de Jimin. Jimin
parpadeo varias veces, dudando que Jungkook fuese a salvarlo. Quizás era bastante importante
para el grupo, no obstante, sabía que los militares debían salir con rapidez del recinto o
posiblemente las personas del otro grupo los encontrarían.

—¿Qué quiere? —le preguntó Jungkook aún más calmado y bajando su arma, tratando de
mantenerse lo más paciente posible.

—Ustedes han entrado a nuestra propiedad y nos han robado nuestras municiones. Deberían
pagar caro lo que han hecho —respondió este, acercándose más al cuerpo de Jimin, comenzando
a acariciar con el cuchillo la mejilla del joven, sin llegar a cortar la piel.

—Era una tienda, no pensábamos que era de su propiedad. No volveremos allí. —Respondió
Jungkook, sin dejar de fruncir su entrecejo y de mantener su actitud malhumorada.
—Ustedes han matado a cuatro de nosotros —respondió el hombre, presionando más el cuerpo
de Jimin, y aplastando la mochila que este tenía a sus espaldas—. No me parece justo que solo se
larguen y no enmienden sus ofensas. Pero, podría aceptar sus disculpas, tomando a este precioso
angelito —dijo, acercando su rostro al de Jimin y dejando un casto beso sobre la mejilla de piel
pálida—. ¿A que parece una porcelana? —Jimin cerró los ojos por la asquerosa sensación que
comenzó a surcar su cuerpo.

—Si eso es, entonces lo acepto. Lléveselo —respondió Jungkook sin cambiar su expresión en su
rostro y Jimin abrió sus ojos conmocionado, sintiendo como las lágrimas de pavor comenzaron a
apoderarse de sus ojos—. De todos modos, es un grano en el culo —el hombre carcajeó y
dejando de presionar su brazo contra el cuello del joven, giró el rostro de este y aprovechó para
pasar su lengua sobre los labios del chico. Jimin cerró los ojos para tratar de evitar las ganas de
sollozar allí mismo.

En ese preciso momento, Jimin escuchó un fuerte estruendo y sintió cómo sobre su cara
salpicaban gotas, que al abrir los ojos se dio cuenta que era la sangre del hombre que ahora yacía
sobre el suelo con un disparo en la cabeza.

Jeon Jungkook lo había salvado.

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