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Cuarto Capítulo.

04.
La vagoneta era lo suficientemente amplia, sin embargo, los hermanos Park tuvieron que ir
bastante apretujados en la parte del baúl en donde también estaban cientos de provisiones. El
grupo tenía dos carros en total, la vagoneta que conducía Hoseok y la camioneta en donde solo
iba Jungkook junto con las municiones de armas. La misma que Jimin trató de tomar horas
antes.

—Quiero saber cómo sucedió —le había dicho en algún momento de la carretera a su hermano
que tenía entre brazos. Taehyung solo rondaba los quince años, seguía siendo pequeño para el
despiadado mundo que los rodeaba—. Quisiera saber cómo ocurrió todo esto.

—Yo... había llegado de la escuela por la tarde, mamá nos había dejado comida en el microondas
—respondió Taehyung, dejándose abrazar por su hermano y aferrándose al suéter que vestía—.
Esa tarde me había dicho que se demoraría porque el hospital estaba recibiendo muchos
heridos... no me quiso especificar, me dijo que estuviera pendiente a que llegaras de clase y que
nos mantuviéramos en casa... pero nunca llegaste, tampoco mamá —Jimin sintió cómo las
lágrimas de Taehyung caían sobre su hombro e hipaba bajo el abrazo—. No sabía lo que estaba
sucediendo. Todo pasó tan rápido, Jimin.

—Ahora estoy aquí, Tae... nunca más te dejaré solo —dijo Jimin, tratando de calmarse, y no
llorar también junto a su pequeño hermano—. Perdón por haberte dejado solo... todo pasó tan
rápido, duré días en tratar de llegar a casa, pero cuando pude llegar estaba en llamas el edificio.

—Los vecinos comenzaron a salir de los departamentos, gritaban que las personas se estaban
comiendo entre ellas, y uno de ellos prendió fuego al edificio, diciendo que acabaría con todos los
que estaban convertidos allí —siguió hablando Taehyung—. Llamé a mamá, pero nunca
contestó, y tampoco tú dabas señales de vida. Yo... salí a buscarla... —Taehyung se detuvo para
comenzar a sollozar—. Pero las personas corrían de lado a lado, gritaban y muchas comenzaron
a atacar a otras... estuve escondido durante dos días en un contenedor de basura por los lados de
nuestro edificio, hasta que el militar Jung me encontró.

Jimin aferró más el cuerpo de Taehyung contra su cuerpo, el solo imaginar la desesperación de
su hermano lo carcomía y le hacía sentirse culpable, si no hubiese caído inconsciente, él no habría
estado solo y desorientado.

—De pronto mamá sigue aún con vida —respondió Jimin—. Quizás esté buscándonos —
Taehyung levantó su mirada, mostrando sus ojos y labios hinchados, consecuencia de haber
estado llorando.

—Ella estaba expuesta directamente donde llevaban a los heridos antes de que se convirtieran
—respondió Taehyung—. Hace unos días pasamos por el hospital, está completamente
destruido.

Jimin simplemente se quedó callado y se limitó a seguir abrazado el delgado y pequeño cuerpo
de su hermano. Si su hermano y él no hubiesen encontrado aquel grupo, probablemente los dos
no hubieran seguido con vida.
La carretera estaba bastante vacía a cómo la solía recordar Jimin, a excepción de unos cuantos
vehículos destrozados en varios lugares. Jimin cerró sus ojos tratando de ignorar lo que pudo
haber pasado con aquellas personas que trataban de escapar, parecía como si ni siquiera existiese
un lugar en donde se pudiese estar a salvo.

—¿A dónde iremos? —le preguntó Jimin cuando la noche ya estaba a punto de llegar, su
estómago crujía de hambre, sin embargo, prefería callar y esperar. No quería molestar a Hoseok
quien era el encargado de manejar la vagoneta ni a Jackson, puesto que lucían bastante agotados
y estresados.

—Escuche decir al señor Jung que la zona del paralelo 38 podría estar limpia, sin ningún
infectado —le respondió Taehyung—. Probablemente se deba a que no se ha expandido aún a
Corea del Norte—. A veces nunca me dicen nada, me tratan como si fuera todavía un niño que
no puede comprender la realidad.

—Pero... —murmuró Jimin, para evitar que fuese escuchado por los del asiento de adelante; el
hombre de musculatura robusta y las dos mujeres—. ¿Te han tratado bien? ¿Alguno te ha hecho
daño? —le preguntó, cerciorándose de la viabilidad de una convivencia propicia en el grupo.

—El señor Jung me ha protegido, Jiminnie —respondió Taehyung, comenzando a jugar con una
pulsera que colgaba de la mano de su hermano—. El resto pareciese ignorarme, la otra vez...
fuimos sorprendidos por una horda. El único que volvió por mí fue el señor Jung, aún recuerdo
como el señor Jeon le reprochó haber vuelto por mí porque hubiese podido morir al rescatarme.
Pero aquí estoy, Jiminnie. Muy vivo.

—Si no hubiese sido por Hoseok tampoco estaría aquí contigo —respondió Jimin—. Pero,
aunque no creas... ninguno en este grupo me da buena espina.

—El señor Jung sí es bueno Jimin, si no lo fuera no nos hubiera ayudado, ¿verdad? —contestó
Taehyung de forma retórica—. Siempre piensas lo peor de la gente, eso te solía decir mamá,
¿recuerdas? —le preguntó con una pequeña sonrisa melancólica. Jimin se limitó a asentir.

Taehyung tenía razón, debía tener un poco de fe, porque, aunque siquiera él quisiera, aquel
grupo representaba su propia supervivencia y la de su hermano, o eso pensaba Jimin.

(...)

Se detuvieron a cambiar de conductores, Jackson se dirigió a la camioneta de Jungkook para


tomar el volante y a quien reconocía Jimin como Lee, tomaba el volante de la vagoneta mientras
Hoseok se sentaba en lado del copiloto y se disponía a dormir. Jimin agradecía que finalmente
decidieron repartir unas latas de frijoles a cada uno y una tostada. Desde la mañana en la que
habían salido no habían comido nada, y su estómago ya le había protestado de forma sonora.

Era la hora de la madrugada cuando Jimin volvió a despertar un poco a dolorido por la posición
incómoda en la que se encontraba con Taehyung en el baúl de la vagoneta. Jimin maldijo
mentalmente al no haber aceptado la propuesta de Hoseok en que tanto Taehyung como él
pudiesen ir en la camioneta de Jungkook, no obstante, al ver la mirada de fastidio que les dio el
líder del grupo, dijo que estaría bien en el baúl de la vagoneta para no molestar. No podría
siquiera imaginarse el martirio que sería compartir un lugar cerrado y tan estrecho con alguien
como Jeon Jungkook; alguien prepotente. Aunque su otra mitad indecisa hubiese preferido un
mejor espacio para soportar todas aquellas horas de viaje.
Jimin divisó un pequeño letrero sobre la carretera en donde decía "Bienvenidos a Daejeon". Al
parecer el viaje tomaría más de lo que esperaba, y estaba seguro de que su vejiga reventaría,
desde hacía horas que no se detenían para que todos se ocuparan de sus propios asuntos. Las
pequeñas casas que daban inicio a la ciudad lucían igual que todo a su paso; destruidas. Varios
caminantes vagaban a lo largo de las calles y al escuchar los sonidos de los motores no
demoraron en seguirles, aunque la ventaja es que eran bastante lentos y no podrían alcanzar los
vehículos.

Jimin se asomó aún más por la ventana del baúl, observando la otra camioneta del grupo que
estaba detrás de ellos y analizaba conmocionado como la puerta del lado del copiloto de la
camioneta solía abrirse de vez en cuando con fuerza para golpear a ciertos caminantes que se
encontraban en la vía, y sin mencionar que quien estuviese conduciendo en ese momento
aprovechaba arrollar a más de uno que estaba en el suelo por falta de extremidades y se
arrastraban tratando de buscar una fuente de comida. Jimin se sintió mareado al observar viseras
volar, así que simplemente se volvió a recostar como pudo y esperó alguna señal de lo que harían
ahora.

Esta era la primera ciudad en la que finalmente entraban, es como si estuvieran buscando algo
con exactitud, y finalmente, estacionaron frente a las puertas de lo que parecía ser una bodega,
las cuales minutos después fueron abiertas desde la parte interior. Jimin analizó el lugar
entrecerrando sus ojos lo que podía divisar al recibir directamente las luces del lugar.

—Tae... —murmuró Jimin, removiendo el cuerpo de su hermano—. Despierta.

—¡¿Qué?! ¡¿Hay un muerto?! —despertó bastante exhalado y se sentó de repente golpeando su


cabeza contra el techo del vehículo. Las dos mujeres voltearon a verlo despavoridas, al parecer
además del señor Lee y Hoseok, Jimin había sido el único en estar despierto.

—Calma —le murmuró Jimin—. Respira, estamos bien.

La puerta del baúl fue abierta por Hoseok, quien ofreció su mano a cada uno de los hermanos
para ayudarles a incorporar. Jimin sintió un leve dolor en sus piernas cuando se levantó. Las
puertas del almacén fueron cerradas cuando finalmente la camioneta negra de Jungkook se
estacionó a un lado de la vagoneta.

Tres militares se posicionaron en frente de ellos, y haciendo una venia saludaron a Hoseok.
Jimin simplemente se posicionó detrás de Hoseok, y Taehyung lo hizo detrás de él.

—Woo, gracias por habernos esperado —dijo Hoseok, tratando de mantener la compostura y no
demostrar lo agotado que se encontraba—. Supongo que les hemos hecho retrasar bastante.

—No importa Jung, entre más personas seamos mejor —respondió—. Además, te debo una por
ayudarme en el campamento, y dime, ¿quién más viene?

—Somos ocho en total, espero que no haya ningún inconveniente —respondió Hoseok.
—No hay alguno, tenemos un gran camión y varios carros. Nosotros somos diez, incluidos
nosotros tres—intervino el militar. Quien Jimin mirada de reojo para no demostrarse descortés.
No era bastante anciano, pero si debía rondar los años de retiro de una carrera militar, el
envejecimiento se notaba en sus líneas de expresión y en las canas en su raíz capilar.

Aquel militar los llevó dentro de la bodega después de saludar a Jungkook y a Jackson. Había
varios estantes con comida, mantas y varias colchonetas que les ofreció para que pudiesen
dormir. Jimin agradeció que el militar haya dejado a su mismo grupo en un único salón bastante
amplio, él estaba seguro de no poder dormir con más extraños de los que ya estaba solo un poco
acostumbrado a su presencia. Esperó a que todos se recostaran a dormir y entró a un pequeño
cuarto que le había explicado aquel militar era un baño.

Los ojos de Jimin de inmediato se iluminaron al ver una ducha y jabón de cuerpo. Oh, realmente
necesitaba asearse, se sentía bastante sucio y no le gustaba sentirse así. Sacando la pasta
dentífrica y el cepillo de dientes que había guardado en su maleta en aquel hogar de paso, se aseó
lo mejor que pudo y se cambió de ropa interior. Finalmente, cuando terminó de hacer todo lo
necesario para sentirse dispuesto a dormir, abrió la puerta y se sorprendió al ver quién estaba
recostado contra el marco de la puerta.

Jeon Jungkook lucía unas bastas ojeras bajo sus ojos, su cabello lucía lo bastante sucio como para
que este se notase y la mirada que le dio a Jimin fue la misma insignificante que cualquiera le
daría a un insecto.

—P-perdón, no sabía que estaba esperando —dijo Jimin, encogiéndose, y como fuese salió del
baño, no sin antes ser detenido por Jungkook.

—Deme pasta dental, la vi en su morral cuando lo capturé robando mi auto —murmuró con voz
ronca, realmente Jimin se sintió solo un poco mal por notar lo agotado que estaba. Si él mismo se
sentía bastante agotado por el viaje, no podría imaginarse el haber estado conduciendo por horas
sin descanso.

Jimin asintió y abrió su mochila, buscando a tientas con manos temblorosas una crema dental
nueva para entregársela a Jungkook, sin querer mirarlo a los ojos y como si le hubiese dicho
algo, Jimin salió corriendo directamente a la colchoneta a un lado de Taehyung para taparse con
una manta delgada y poder dormir un poco. Sin saber cuáles serían los planes nuevos del grupo.

Cuando despertó fue por las palabras de Jungkook dirigidas a todo el grupo. Quienes seguían
dormidos y, se levantaron bastante desorientados mientras se frotaban los ojos para poder quitar
el sueño que aún surcaba en sus cuerpos.

—El general Woo, ha sido bastante generoso con nosotros —comenzó a decir, caminando a lo
largo de toda la instancia, sin siquiera mirar a nadie en específico, sus manos yacían enlazadas
detrás de su espalda y caminaba como si se estuviese desempeñando en el campo militar—. Él ha
decidido esperar un tiempo antes de ir a la frontera para que todos los integrantes del grupo
aprendan cómo defenderse. Me ha parecido una buena idea, ya que Hoseok, Jackson y yo, no
estaremos detrás de ustedes protegiendo sus traseros indefensos —siguió hablando, sin dejar de
caminar con pasos precisos—. Iremos a la zona del área 38, al parecer se ha llevado un acuerdo
con la zona fronteriza con Corea del Norte en donde se deja pasar a los surcoreanos no
infectados y poder sobrevivir.
Es algo que se dice vagamente pero ahora, cualquier opción para sobrevivir es bienvenida. Ahora
no se trata de dos Coreas divididas, sino poder seguir con vida. Si a alguien no le agrada la idea
de convivir con los norcoreanos está en todo su derecho de irse del grupo, nadie los detendrá —
en ese momento detuvo su paso frente a los dos hermanos Park que lucían bastante atentos a las
palabras del líder del grupo—. También deben tener en cuenta, que, si seguimos con el grupo del
general Woo, yo no seguiré al mando. Él tomará las riendas del grupo, ahora, ¿se quedarán o se
irán? —preguntó.

Los presentes asintieron mientras que en ese momento Jackson y Hoseok entraron a la instancia
con varias provisiones de alimento y de aseo personal. Los ojos de Jimin se iluminaron al
instante. Jungkook se percató de ello y observó directamente al joven de cabello rubio, quien, al
sentir la mirada inquisidora de Jungkook, volteó a ver aquellos ojos obscuros y pasó saliva con
nerviosismo.

—Nos quedaremos... —respondió Jimin, tratando de no demostrar el nerviosismo que lo


ofuscaba por tener frente a él al militar. Jungkook levantó una ceja, parecía estar esperando algo
más de parte del de cabello rubio que por su mal fortuna, era mucho más bajo en estatura que el
militar—.... señor Jeon, muchas gracias —Jungkook chasqueó la lengua contra su paladar y dejó
de ver directamente a Jimin para dar comienzo a su caminata a lo largo de la instancia.

—Su permanencia depende de lo que puedan aportar al grupo... espero que tengan presente eso
ahora. Las reglas de Woo, no mías. El camino de aquí a la zona 38 va a ser muy complicado,
porque el camino va a estar mucho más infestado a lo que estaba en Busan. Por eso, el general
quiere que ustedes sean lo suficientemente capaces de servir para algo y que al estar en un grupo
en donde se cuiden unos a los otros, den algo de vuelta —dijo, al momento de sacar un cigarro
de uno de los bolsillos del uniforme y encender este—. ¿Preguntas? —cuestionó.

—Uhm... quiere decir que, ¿si no soy muy bueno en defensa, me echarán del grupo? —preguntó
Jimin bastante temeroso por la actitud que tomará el militar.

—Quiero decir que, si no son muy buenos en defensa, lo compensen con alguna otra habilidad —
respondió bastante calmado para lo que esperaba Jimin, y Jungkook viró sus pies para volver a
ver al muchacho de cabello rubio—. O que compensen de alguna forma a Woo... lo veo un poco
difícil en su situación, niño, ya que a él le gustan mujeres.

Jimin abrió sus ojos conmocionado por la respuesta tan bárbara que le había dado Jungkook, y
apretó sus manos en un puño, viendo cómo una sonrisa llena de burla se trazaba sobre el rostro
del militar. El joven realmente estaba tratando de mantener la compostura.

—O podría intentarlo —sentenció Jungkook, antes de darle una profunda calada a su cigarrillo.
Jimin no lo pensó dos veces y se acercó con el cólera consumiendo cada una de sus acciones sin
pensar en las consecuencias.

Había abofeteado a Jeon Jungkook y todos los presentes quedaron estupefactos por la osadía de
su comportamiento. Y Jimin simplemente se limitó a cerrar los ojos, regañándose a sí mismo por
haber arruinado todo.

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