Está en la página 1de 30

Skeptic

Posted originally on the Archive of Our Own at http://archiveofourown.org/works/42493443.

Rating: Teen And Up Audiences


Archive Warning: Underage
Category: M/M
Fandom: 방탄소년단 | Bangtan Boys | BTS
Relationship: Jeon Jungkook/Kim Taehyung | V, Kim Seokjin | Jin/Min Yoongi | Suga
Character: Jeon Jungkook, Kim Taehyung | V, Kim Seokjin | Jin, Min Yoongi |
Suga, Park Jimin (BTS), Jung Hoseok | J-Hope, Kim Namjoon | RM
Additional Tags: inspirado en Buzzfeed Unsolved, no hay escenas explícitas pero-, No
Smut, Ouija, temas paranormales, Paranormal Investigators, Yoongi y
Jungkook son hermanos por necesidades del guión
Language: Español
Stats: Published: 2022-10-19 Completed: 2022-11-10 Chapters: 3/3 Words:
12981

Skeptic
by ChickenBrown

Summary

Escéptico (adj. y s.) 1. Persona que duda de la veracidad de una idea o creencia; 2. Según
Taehyung: Jeon Jungkook.

Crédulo (adj. y s.) 1. Que se cree cualquier cosa con facilidad; 2. En palabras de Jungkook:
Kim Taehyung.

× KookV.
× Mención de YoonJin.
× Historia corta.

Notes

Hola!! :D

Esta historia fue originalmente publicada en 2018 en otro sitio, pero aprovecho el día de
hoy para migrarla a este sitio, como el resto de mis historias. Casualmente queda con las
fechas que se vienen, así que es una situación win win jaja.

Las siguientes partes se publicarán en el transcurso del mes.

Espero que la disfruten :)


See the end of the work for more notes
Primera parte

Kim Taehyung se caracterizaba por ser un chico feliz. Dinámico, ruidoso, risueño y amigable. La
gente no podía evitar sonreír cuando él lo hacía. Aun cuando a veces hacía cosas extrañas no le
cuestionaban. Sus costumbres relacionadas con sus supersticiones no eran más que parte de su
encanto. Cosas como tocar tres veces antes de abrir cualquier puerta o cargar amuletos de todo tipo
eran más bien normales. Algunos le consideraban una clase de médium, guía o consejero espiritual.
Hasta había gente que le pedía consejos aunque él se esmerara en desmentir que tuviera esa clase
de poderes. Simplemente era que Kim Taehyung era un fiel creyente de cada cosa paranormal y
sabía demasiado al respecto. Si bien no practicaba todo (como las malas lenguas decían), confiaba
en que cada cosa debía tener su propia veracidad si alguien lo había experimentado. Porque él no
tenía por qué dudar de la fe de otras personas.

Kim Taehyung era, en palabras de Jeon Jungkook, un crédulo.

Y Jeon Jungkook era sólo un hombre sensato, en sus propias palabras.

Taehyung le llama escéptico, y a veces un idiota pero eso no lo decía en voz alta así como no decía
lo mucho que quería que esos musculosos brazos lo abrazaran y no lo dejaran ir nunca, o cómo se
derretía cada vez que el chico le dedicaba una sonrisa con sus dientes de conejo, ni lo mucho que
deseaba que lo llevara a la cama para que le hiciera el amor y...

¡Basta, Taehyung! ¡No es el momento!

Sacudió la cabeza mientras volvía a trotar hacia el menor. Tenía que convencerlo de no hacer una
estupidez. De nuevo.

—¡Jungkook, escucha! — rogó, tomando su brazo para intentar detenerlo. Ignoró el hecho de que
su estómago cosquilleó en cuanto sintió sus músculos—. No puedes hacer eso.

—¿Por qué no?

—¡Porque no! ¡Puedes salir lastimado!

—Hyung, tienes que dejar de ver tantas películas de terror barato— rodó los ojos, siguiendo su
camino sin intención de hacer que Taehyung se soltara de su brazo—. Es sólo una ouija. ¿Qué
puede pasar?

—Jungkook, las ouijas son muy peligrosas, no son un juego de mesa— insistió, realmente
preocupado—. Mucho más de noche y en un lugar como ese.

—¿Un lugar como ese?

—Un lugar embrujado.

—Ese lugar está abandonado, hyung. No embrujado. Esas cosas no existen.

—¡Existen!

—¿Como los aliens visitando la tierra? ¿O los reptilianos gobernando el Nuevo Orden Mundial?
— preguntó con burla cargada en la voz. Taehyung juntó las cejas, obligándolo a detenerse.
Suspiró cansado, no iba a discutir esos temas de nuevo con él. No llegarían a ningún lado de todos
modos—. Vamos, es sólo una ouija. Yoongi hyung me va a acompañar. Dijiste que eso no se hace
solo y estoy siguiendo tu consejo.

—Sigue siendo peligroso.

—Ya, entonces le preguntaré a Jimin hyung si quiere ir también— se alzó de hombros, como si esa
fuese la mejor solución de todas.

—¡No, Kook! ¡No vayas! Mejor ven a mi casa y ordenamos pizza o algo así— hizo un puchero y
dejó que sus ojos se aguaran sólo un poco en un intento de convencerlo—. Te dejaré la última
rebanada.

—Lo siento, hyung. Esta vez no va a funcionar— advirtió, sin quitárselo de encima aún—. Vamos
a ir de todos modos. Yoongi hyung va a grabar todo y vamos a probar que la ouija es sólo un trozo
de madera.

Taehyung lo soltó, haciendo una mueca. Tendría que hablar seriamente con el profesor acerca de
ello. ¿Cómo se le ocurría permitir que un alumno escogiera un tema como ese para una
investigación?

Sin decir nada, y con la rabia corriendo por sus venas, dio media vuelta. Si él no detenía a
Jungkook el profesor tendría que hacerlo y él se encargaría de ello. No era su costumbre ser duro
con las personas, pero esta vez tendría que serlo. Así que cuando llegó a la sala de maestros abrió
la puerta con brusquedad con toda la intensión de que se notara que iba en serio.

La mujer frente a él gritó, asustándolo tanto como él a ella. La reconoció como su profesora de
biología del año pasado.

—Oh, lo siento— murmuró haciendo una pequeña inclinación de cabeza a la profesora, con las
mejillas encendidas de vergüenza. La mujer asintió, apresurándose a salir con la mano en el pecho.

Taehyung tomó aire, recordando su objetivo inicial. Sabía que aún tenía las mejillas coloradas pero
fingió que no. Examinó la sala, intentando no sentirse intimidado por las miradas curiosas de
todos. Tenía una misión y nadie lo detendría. Cuando encontró la mirada curiosa (con una pizca de
diversión) del profesor que buscaba se acercó a zancadas hacia él, no perdiéndose el detalle de que
el hombre sonreía burlón.

—Profesor Kim— dijo en cuanto se plantó frente a él—. Necesito hablar con usted sobre el
proyecto de investigación.

—¿Quieres cambiar tu tema?

—No. Es sobre el tema de Jungkook— cruzó los brazos—. Necesito que lo obligue a cambiarlo.

—Lo siento, Taehyung. No puedo.

—¿Por qué no? ¡Es su responsabilidad! ¿Sabe a dónde quiere ir Jungkook a hacer su investigación?

—Lo sé, Taehyung— asintió Namjoon—. Lo puso en los detalles de su hipótesis.

—¡¿Y lo aceptó?!

—Firmó una carta de compromiso y sus padres lo autorizaron. Además su hermano lo va a


acompañar— se alzó de hombros—. No veo problema.

—¡Pero es un lugar embrujado!


—Abandonado, Taehyung— corrigió con paciencia. Si era honesto lo había estado esperando
durante toda la mañana. Le era difícil ignorarlos cuando en sus clases Taehyung soltaba teorías que
había leído en internet cada cinco minutos y Jungkook de inmediato refutaba cada una. Hacían la
clase interesante, siempre había un debate nuevo en el que todos terminaban participando.

—¿Entonces por qué no dejan entrar al lugar? ¡Es extraño!

—Porque es una propiedad privada— respondió, buscando algo entre sus carpetas. Cuando lo
encontró le extendió el papel, era una copia de un permiso para investigar en la propiedad firmado
por del dueño del lugar—. El permiso está hecho, Jungkook puede hacer su investigación. Les dije
que los ayudaría con los recursos que necesitaran, tú me pediste un lugar para criar a tus conejos y
él me pidió esto. Creo que es justo.

—¡No! ¿Y qué si le pasa algo?

—No irá solo y tiene un plan elaborado por si sucede cualquier cosa. Además sólo quedan un par
de semanas para entregar su investigación— levantó la mano cuando el menor abrió la boca—. Ha
hecho una investigación muy completa al respecto y ahora quiere poner a prueba su hipótesis. Creo
que es justo que lo dejes intentar probarlo.

Taehyung lo pensó durante unos segundos sin poder pensar en una razón lo suficientemente buena
para convencerlo y terminó por asentir. Salió de la sala con los hombros caídos, resignado. Era
cierto, él mismo había visto la calidad del trabajo de Jungkook, al principio incluso se había
sentido emocionado porque si investigaba al respecto había una buena probabilidad de que por fin
le creería. Pero nunca se había imaginado que el chico involucraría una ouija en su investigación y
además quisiera hacerlo en esa casa abandonada a tres horas de la civilización que, además, era
uno de los lugares con mayor actividad paranormal de los que jamás había escuchado. Jungkook
estaba loco.

Sabía bien que no era la primera vez que iba a un lugar así. Después de todo Yoongi, el hermano
mayor de Jungkook tenía un extraño hobby por hacer exploración urbana, a veces por la noche, a
veces durante el día dependiendo del lugar. Y por supuesto que el chico se les unía a sus
exploraciones. Él había estado ahí algunas veces porque quería asegurarse de que no hicieran algo
demasiado estúpido e hicieran enojar a alguna clase de entidad demoniaca, pero nunca podía hacer
más que gritar cuando el menor le hacía bromas para asustarlo. Sin embargo nunca habían llegado
al extremo de intentar comunicarse con espíritus y Taehyung sabía, según lo que le dijo aquella
médium que un día conoció en esa feria de lo paranormal, que una vez abierto el canal entre ambos
mundos era miles de veces más fácil ofender a cualquier clase de entidad que habitara el lugar.

Así que decidió que tendría que ir para asegurarse de que ese par no murieran antes de tiempo.

—De acuerdo, lleva una linterna y una bolsa para dormir— respondió Jungkook cuando le dijo
durante el receso que iría con él sin importar cuánto se negara.

—¿Qué?

—Vamos a dormir ahí.

—¡¿Qué?!

—Lo que dije, Tae— rio Jungkook, robándole la última cucharada de su comida—. Lleva ropa
cómoda y una chaqueta porque hará frío. Nosotros nos encargamos de la comida.

Antes de que Taehyung dijera algo el menor se levantó, haciéndole una seña.
—¡Pasaremos por ti al mediodía!

Así que Taehyung tuvo que despertar muy temprano ese sábado para poder ir a monitorear a sus
queridos conejos y alimentarlos antes del mediodía mientras se replanteaba sus decisiones en la
vida. Se replanteó seriamente ese año escolar donde no había puesto atención a ninguna de sus
clases, por lo cual había tenido que repetir año. Aun así no se arrepentía del todo porque gracias a
ello había conocido a Jungkook, el futuro padre de sus futuros tres hijos. También se replanteó su
decisión de acompañar al menor a su investigación esa tarde. ¿No podía simplemente quedarse
callado una vez en su vida? Claro que sabía la respuesta: no si se trataba de Kook. Al menos tenía
el consuelo de que Jimin iría con ellos y también le había mencionado que Yoongi llevaría a un par
de amigos suyos.

Cuando el auto llegó por él al mediodía Taehyung tenía los nervios de punta y estaba considerando
seriamente inventar una excusa para de verdad no ir. Pero entonces se dio cuenta de que no había
más espacio en el auto y que si subía tendría que sentarse en las piernas de Jungkook. Así que ahí
estaba, con el corazón acelerado, sentado encima de las musculosas piernas del amor de su vida,
quien no había dejado de acariciar su cintura por encima de la playera con un pulgar a la vez que
escuchaban la historia de cómo Jin, uno de los amigos de Yoongi, consiguió su trabajo. Hoseok, el
otro amigo de Yoongi, era un chico muy alegre y se habían llevado bien en cuanto había subido al
auto, aunque Tae no estaba seguro de que el chico supiera a dónde iban o lo que harían. Sólo
parecía seguro de que acamparían en algún lugar y lucía emocionado. No quiso ser él quien le
dijera la verdad.

Una hora y media después se detuvieron a comer en un restaurante de comida rápida en medio de
la carretera. Taehyung corrió al baño inmediatamente para mojarse el rostro, Jimin le siguió.
Durante todo el camino había sentido como si fuera a desmayarse en algún momento por su
acelerado corazón. Jimin se burló un poco sobre lo mucho que Tae parecía estar disfrutando el
viaje y después se dirigieron a la pequeña mesa donde estaba el resto, esperando su orden.
Jungkook le señaló la silla junto a él y cuando se sentó se encargó de pegar más sus sillas para que
la silla de Jimin entrara, aunque esta entrara perfectamente.

Durante la comida todos se mantuvieron evitando hablar de lo que harían en el lugar porque, como
Jungkook le había susurrado (demasiado cerca) al oído, Hoseok creía que era una acampada
cualquiera en una cabaña común. Al parecer quería al chico ahí porque quería demostrar que la
sugestión era parte del fenómeno paranormal y era el sujeto de prueba perfecto porque se asustaba
con la más mínima cosa. Taehyung no estuvo de acuerdo con el escucharlo pero no tenía otra
opción a hora y media de casa en medio de la carretera y tampoco quería poner tenso al muchacho
diciéndole lo que sucedía. Jimin parecía estar en el mismo dilema y Jin no lucía demasiado
preocupado al respecto mientras hacía bromas malas sobre el color de la hamburguesa o algo así.

La siguiente hora y media de camino fue silenciosa. Aunque los primeros diez minutos Jin y
Yoongi habían estado diciendo tonterías y animando el ambiente al final casi todos habían caído
dormidos. Yoongi se mantenía al volante en silencio mientras Taehyung dormitaba sobre el
hombro de Jungkook, que lo había arrullado acariciándole la nuca. Al final ambos quedaron
realmente dormidos y no despertaron hasta que faltaban sólo unos veinte minutos de camino, en los
que ninguno dijo ni una palabra, demasiado adormilados como para reaccionar. Taehyung ni
siquiera había caído en cuenta de que la mano de Jungkook ya no estaba por encima de su playera,
sino que por dentro, aunque le acariciaba con cariño. Pero no tuvo tiempo de enterarse porque de
un momento a otro Yoongi tomó un desvío de la carretera y el camino comenzó a convertirse en un
camino de tierra ladeado por árboles tan altos que cubrían los rayos del sol.

—Se nota que ya casi llegamos— rio Yoongi.


El resto parecía ya completamente despierto en ese punto. Hoseok lucía nervioso, al igual que
Jimin y Taehyung. Seokjin sólo lucía un poco incómodo pero igual se dio el gusto de hacer una
broma de la que sólo Jungkook y Yoongi rieron sinceramente porque el resto estaban demasiado
tensos para captar el chiste. Cuando los árboles comenzaron a escasear la luz del sol no volvió
precisamente, pues las nubes lo habían cubierto casi por completo. Cuando Yoongi comenzó a
desacelerar un trueno irrumpió en los cielos, asustando a Hoseok, que dio un salto en su lugar. Una
vez el auto estuvo estacionado comenzaron a bajar y Taehyung pudo ver por primera vez el lugar:
era una casa de dos pisos al estilo occidental con enredaderas trepando hasta lo más alto. Una de
las ventanas de arriba estaba estrellada y en una de abajo había pintado un grafiti con pintura roja.
No entendía lo que decía pero dudaba que fuera algo agradable. Le inquietó el hecho de que el
único ruido del lugar era el de ellos moviéndose sobre la hierba y los truenos que comenzaban a
hacerse constantes. Era como si las nubes del color del grafito se amontonaran sobre la casa para
darle un aspecto más tétrico aún.

—Chicos, esto no es una cabaña— dijo Hoseok, que tenía el rostro lívido.

—¿Una cabaña? Yo no he escuchado sobre ninguna cabaña— respondió Yoongi, abriendo el


maletero para comenzar a sacar el equipaje.

—¡Dijiste que dormiríamos en una cabaña!

—¿Lo hice? — preguntó con una expresión sorprendida, si Taehyung no le conociera seguramente
habría creído que de verdad no sabía de qué hablaba—. Oh, lo siento, Hoseokie, me equivoqué.

—¿Cómo que te equivocaste? ¡No vamos a dormir ahí dentro!

—Bueno, puedes quedarte afuera en la lluvia si gustas— sugirió Jin, cargando su mochila al
hombro mientras seguía a Yoongi, quien ya tenía las llaves del lugar en mano—. Si caminas un
poco por el bosque seguro encuentras una cueva o algo.

Hoseok pareció querer decir algo pero cuando miró hacia el camino por donde acababan de pasar
un escalofrío le hizo temblar y les siguió de inmediato. Al final todos se arrimaron a la puerta de la
casa, notando como los escalones de madera rechinaban bajo el peso de Yoongi y Jin. La madera
de la puerta estaba desgastada, con pedazos de pintura levantados y tenía algunos rasguños en la
parte baja que lucían como si fueran de un animal. Seokjin ya llevaba una cámara en la mano de
forma muy natural.

—Toca la puerta tres veces antes de abrir— dijo Jungkook, sorprendiéndolos a todos.

—¿Qué?

—Les avisas que estás por entrar, es de buena educación.

—¿A quiénes les avisas? — preguntó Hoseok con la boca hecha un triángulo, parecía seriamente
disgustado. Jimin trataba de calmarlo palmeándole la espalda.

—A los fantasmas, por supuesto— respondió Taehyung esta vez.

—Pensaba que tú no creías en eso, Kook— comentó Jin, curioso.

—No lo hago. Pero Taehyung no va a dejarnos entrar si no lo hacemos— alzó las cejas hacia Tae,
que sacudía la cabeza de arriba abajo—. Nos ha pasado antes.

Yoongi rodó los ojos, tocando con la llave tres veces por encima de la cerradura y luego de
conseguir la aprobación de Taehyung con una mirada abrió por fin. Entró sin preocuparse en lo
absoluto de nada, con Jin siguiéndole por detrás, tomando evidencia del lugar con la cámara.
Taehyung entró cauteloso detrás de los pasos confiados de Jungkook y después Jimin y Hoseok
pasaron temerosos. Una ardilla corrió hacia afuera por entre los pies de ambos, haciéndolos saltar y
gritar a ambos. Jungkook rio mientras se encargaba de desempacar el equipo: cámaras, linternas de
mano y un par de grabadoras. Taehyung reconocía los aparatos porque sabía que eran parte del
equipo que Yoongi usaba para grabar los videos que subía a YouTube. Las grabadoras eran nuevas
pero podía entender por qué.

Mientras el resto hacía lo suyo él se dedicó a observar la habitación, encontrándose con un


interruptor. Supuso que no habría electricidad pero igualmente se arriesgó a apretarlo. No se
sorprendió cuando no sucedió nada pero necesitarían luz después de todo. Por ahora era suficiente
con la luz que entraba por las grandes ventanas. La casa estaba abandonada pero no lucía del todo
descuidada, contrario a todos esos lugares embrujados de los que había visto fotos en internet. Era
cierto que a las paredes les hacía falta un retoque de color porque el que tenía era demasiado triste;
algunos de los pocos muebles que había estaban roídos y había polvo y telarañas por todos lados
pero no lucía desastrosa. No dudaba que hubiera algunos grafitis en el resto de la casa como lo
había en la ventana pero Taehyung pensaba que si se le daba un buen mantenimiento a la casa
podría ser bastante cómoda. Quizás sería necesario cambiar algunas tablas del suelo porque cada
que daban un paso la madera rechinaba, arreglaría la enredadera y seguramente cambiaría el vidrio
de la ventana estrellada. Por un momento se imaginó viviendo ahí, con tres niños corriendo por ahí
y, por supuesto, Jungkook a su lado. No le pareció una mala idea. Pero para ello primero tenía que
asegurarse de que su futuro esposo saliera vivo de ahí

Volvió a su mochila y sacó el par de linternas que había traído para asegurarse de que encendían
correctamente. Sabía que si de verdad había alguna clase de actividad paranormal las linternas
podrían dejar de funcionar, así que también había traído velas por si acaso, pero esas las dejaría en
el fondo de su mochila mientras no fueran del todo necesarias. Después abrió el bolsillo de
enfrente, sacando los amuletos que había hecho la noche anterior para todos. El de Jungkook era el
único diferente. No es que tuviera favoritismo por él, sino que el chico era realmente un idiota
cuando se lo proponía. Incluso Yoongi, quien tampoco creía en lo sobrenatural (ni siquiera en los
aliens, cosa que tenía bases científicas) y se colaba dentro de lugares conocidos por ser puntos de
reuniones de sectas, era prudente. Jungkook simplemente se pasaba por el culo cualquier regla
habida y por haber.

Se acercó a él primero para poder colgarle el amuleto al cuello.

—¿Qué es esto?

—Un amuleto.

—Oh, no lo necesito, hyung. Gracias— dijo, comenzando a quitárselo pero Taehyung le detuvo,
mirándole con las cejas juntas y el labio de abajo un poco salido. Se miraron unos segundos hasta
que el menor suspiró—. Bien, lo usaré.

—Gracias.

Jungkook asintió, comprobando la batería de las cámaras sin darle mucha importancia y Tae se
encargó de colgar un par de amuletos en el cuello de los dos chicos asustados que caminaban por la
habitación con nerviosismo. Jimin le agradeció con un susurro y Hoseok lo abrazó fuerte al borde
de las lágrimas. Luego esperó a que Jin y Yoongi terminaran su recorrido por la casa, cuando
volvieron riéndose de algo que no se molestó en preguntar le dio un amuleto a cada uno. Sabía que
sólo lo aceptaban por mera cortesía pero al menos le hacía sentir más tranquilo el hecho de que
mantuvieran el amuleto alrededor de su cuello.
Se reunieron en la habitación, sentándose en el par de pequeños sofás donde apenas si cabían dos
personas. Yoongi había jalado una silla con un cojín medio roído y se había sentado cerca.
Taehyung le cedió el lugar junto a Jungkook a Jimin, alegando que no quería sentarse sobre el
polvo pero eventualmente había terminado sobre el regazo de Jungkook mientras Yoongi y Jin
hablaban sobre lo que habían encontrado en la casa en su recorrido. Mentiría si dijera que estaba
completamente concentrado cuando tenía los dedos del menor haciendo círculos sobre su cintura
una vez más.

—Hay un pentagrama pintado en la sala de a un lado— contó Yoongi—. ¿Qué tal si lo hacemos
ahí?

—¿Hacer qué? ¿Qué cosa? — preguntó la voz horrorizada de Hoseok—. No vamos a hacer un
ritual, ¿verdad?

—No, Hoseok.

—¿Entonces?

—¿Por qué hay un pentagrama?

—Porque hay gente que entra sin permiso para hacer vandalismo— respondió Jin, ignorando a
Hoseok, que seguía preguntando de qué hablaban—. ¿Trajiste el tablero, Yoongi?

—Está en el auto.

—¿Tablero?

—No vamos a usar una ouija en un lugar con un pentagrama— habló Taehyung, repentinamente
tenso.

—Oh, vamos, hyung— gimoteó Jungkook pegándose a él con una expresión que le recordó a un
niño pidiendo un capricho—. Es para darle realismo.

—No.

—¡No! — segundó Hoseok, levantándose—. ¡Se suponía que íbamos a acampar! ¡No a llamar
espíritus!

—Tranquilo, Seokie— Jin lo hizo sentarse de nuevo, hablando con voz tranquila—. No habríamos
venido si esto no fuera seguro.

—¿Cómo sabes que es seguro?

—Porque hemos venido antes— aseguró el mayor, palmeándole el hombro para que se relajara—.
¿Crees que habría venido si de verdad fuera peligroso?

Hoseok lo miró consternado. Aún lucía disgustado y mantenía los labios en forma de triángulo pero
igualmente se relajó un poco.

—¿Cómo es que han venido antes? — preguntó Taehyung, juntando las cejas.

—Vinimos con Namjoon hace unos años, cuando aún estábamos en la escuela— respondió Yoongi
—. La casa es de su abuelo, aquella vez se la prestó para grabar un vídeo para un proyecto.

—¿Namjoon? ¿Te refieres al profesor Kim?


—Sí. Apuesto a que le habría gustado venir pero desde que empezó a dar clases no tiene tiempo
para nada— confirmó Seokjin.

Taehyung se sorprendió. Sabía que Kim Namjoon era muy joven, no hacía mucho que había
comenzado a dar clases y además de eso había escuchado rumores de que el hombre había
adelantado un par de años durante la escuela porque al parecer era un genio o algo así (cosa que no
dudaba), pero no creía que fuera tan joven. Para asegurarse le preguntó por su edad a Yoongi, que
le afirmó que Namjoon era sólo un año menor que él, como Hoseok. ¿El profesor Kim es de la
edad de Hoseok hyung? De verdad estaba sorprendido, Namjoon estaba rozando los veintitrés y ya
tenía una carrera hecha. Más importante: al parecer había sido compañero de clases con Seokjin y
Yoongi y por lo que contaron los mayores después de ello supuso que Namjoon no era alguien
precisamente tranquilo durante su época de escuela.

Mientras hablaban sobre la primera vez que estuvieron ahí el lugar comenzó a oscurecer y pronto
se escuchó fuerte estruendo. Un flash iluminó la sala unos segundos, dejando que gotas gruesas de
lluvia comenzaran a caer. Guardaron silencio, manteniéndose a oscuras. Si antes el lugar apenas
había tenido luz ahora parecía como si hubiera anochecido a pesar de ser a penas las cinco.
Taehyung se levantó para ir en busca de una linterna, la encendió y suspiró.

—¿Y ahora qué? — habló Jimin desde su lugar.

—Vamos a investigar un poco— dijo Jungkook a la vez que copiaba la acción de Taehyung—.
Separémonos en pares y vayamos a ver si captamos algo en cámara. El clima es perfecto, ¿no,
hyung?

Tae asintió.

—Si hoy hubiera luna llena sería el ambiente perfecto para captar un Fenómeno de Voz
Electrónica— aseguró.

—¿Una qué?

—Una psicofonía— explicó el menor, rodando los ojos—. Para eso traje las grabadoras, aunque
dudo que graben nada.

—¿Tenemos que hacerles preguntas a los fantasmas? — preguntó Jin curioso.

—Sería ideal si no habláramos con ellos porque al hablarles los invitas a quedarse contigo—
advirtió Taehyung—. Pero si queremos conseguir un FVE tenemos que hacerlo, así que tendremos
que hablar con respeto para que no se sientan ofendidos y después quieran comernos vivos.

—Bueno, si hay entidades aquí ya estamos invadiendo su espacio, ya deben sentirse lo


suficientemente ofendidos— razonó Jungkook, alzándose de hombros—. Vamos, nos dividimos y
regresamos para comer algo aquí a las ocho. ¿Qué tal?

—De acuerdo— respondieron los mayores.

Después de jugar piedra, papel o tijeras cada equipo tomó una cámara y un par de linternas,
dejarían las grabadoras para más tarde. Taehyung no sabía si debía estar agradecido o no por haber
terminado siendo compañero con Jungkook. Yoongi y Jin se despidieron subiendo las escaleras
rápidamente. Cuando desaparecieron en la escalera se escuchó la risa aguda de Seokjin y una queja
de Yoongi, se notaba que disfrutaban el paseo. Jimin y Hoseok se pegaron el uno al otro y
comenzaron a caminar por el pasillo hacia la sala contraria a la que supuestamente tenía un
pentagrama pintado. Entendía que esos dos eran quienes más sufrirían esa noche. Suspiró antes de
mirar a Jungkook, que le sonreía en la oscuridad.

—Vamos, hyung. Cacemos algunos fantasmas — rio, tomándole el brazo con la mano libre para
dirigirse justo a la habitación con el pentagrama.

Definitivamente esa noche iba a ser larga.


Segunda parte

Alrededor de dos horas habían pasado cuando Taehyung escuchó un grito fuerte que le hizo saltar.
Giró iluminando la habitación, sin encontrar a Jungkook por ningún lado. El corazón le latía a mil
por hora y quería asegurarse de que nada le había sucedido al resto pero necesitaba encontrar al
menor antes que nada. Algo se pegó a su pierna, se giró bruscamente buscando al culpable y se
sacudió al notar que había sido una telaraña. Volvió a buscar a su compañero. Escuchó bullicio
abajo, lo que lo puso aún más nervioso.

—¿Jungkook?

Silencio.

—¿Jungkook? — llamó una vez más, sentía la garganta seca y sudor frío cubrirle la frente—.
Jungkook, no es gracioso. ¿Dónde estás?

Escuchó un ruido a sus espaldas, enfocó la luz de la linterna rápidamente, asustándose con el
efecto de sombras que hizo su propia linterna. Suspiró, notando que el ruido venía de la puerta del
armario. Tragó duramente, si Jungkook le estaba jugando una broma lo golpearía, realmente lo
haría esta vez. Se acercó lentamente y con la mano temblorosa llegó hasta la manija. Respiró
profundamente un par de veces antes de abrir. Entonces giró la manija y abrió de un tirón. Un
animal peludo y enorme salió corriendo por entre sus pies. Gritó a la vez que saltaba a un lado,
buscando al animal con la luz de la linterna. La rata se escabulló por un hoyo en la pared con un
chillido.

—¿Hyung? — escuchó y alzó la mirada, encontrándose con Jungkook, que entraba a la habitación
—. ¿Qué pasa?

—¿Dónde estabas?

—Fui a ver que sucedía, Jimin gritó muy fuerte. Jin hyung y Yoongi hyung lo asustaron sin querer
— explicó Jungkook.

—¿Por qué no me avisaste, tonto? — gimoteó, acercándose para abrazarlo—. Creí que te había
pasado algo, me puse muy nervioso.

—No pasa nada, hyung— aseguró, acariciándole la espalda—. Bajemos con los demás.

Taehyung asintió y se pegó a la espalda del menor cuando este se giró, siendo guiado por él
mientras respiraba su embriagante aroma para controlar su corazón. Pensó en lo gracioso que era el
hecho de que Jungkook fuera quien hacía a su corazón palpitar desbocado y a la vez podía ser
quien lo calmara sólo con mantenerse cerca. Se apretó más a él, pensando en lo cálida que era su
espalda. Si esa noche dormían ahí se aseguraría de fingir estar aterrado para que le abrazara. Al
menos algo bueno tenía que salir de estar ahí a oscuras.

—Hey, escuchamos a Taehyung gritar, ¿está bien? — preguntó Jin, que abanicaba a Jimin, quien
estaba recostado en el sofá con las piernas colgando a un costado y los ojos cerrados. Taehyung no
sabía si se veía pálido por la luz de la linterna que Yoongi sostenía cerca o por el susto pero sí
sabía por qué había tenido una reacción tan fuerte. Jimin siempre se guardaba las cosas hasta que
se acumulaban y después una chispa hacía explotar todo. Claramente el chico no había estado bien
desde que se subió al auto esa tarde.

—Estoy bien— aseguró acercándose a Jimin, reemplazando a Jin para abanicarlo él mismo—.
Sólo fue una rata.

Seokjin asintió, quitándole el cabello de la cara a Jimin y se disculpó una vez más por haberlo
asustado sin querer. Jimin asentía una y otra vez a sus palabras, asegurándole que estaba bien, que
simplemente había estado demasiado nervioso.

—Creo que no deberíamos usar la ouija— soltó Yoongi, llamando la atención de todos—. No creo
que Jimin esté en condiciones.

—No, hyung, estoy bien— repitió una vez más, abriendo los ojos—. Es parte de la investigación
de Jungkookie.

—Pero...

—Está bien, de verdad. Sólo... uh, ¿podemos hacerlo aquí y no en la otra habitación? — preguntó.
Todos los pares de ojos cayeron sobre Jungkook—. ¿Por favor?

El menor miró a cada uno durante unos segundos antes de suspirar.

—Seguro. De todos modos Taehyung no nos iba a dejar hacerlo— alzó los hombros.

—Bien, comamos algo y luego nos preparamos para jugar— dijo Yoongi y todos asintieron.

Seokjin se irguió de un salto, tomando su mochila del otro sofá y comenzó a sacar la comida de
dentro con ayuda de Yoongi y Jungkook. Taehyung se aseguró de que Jimin se sentía mejor para
luego ir en busca de una sudadera a su mochila. Hasta ese momento no había notado lo frío que se
había puesto, supuso que era por la lluvia y porque el viento se colaba por las viejas ventanas, así
que se preguntó en dónde dormirían esa noche. Un trueno resonó en el cielo, un rayo iluminó la
habitación y la lluvia se volvió más fuerte una vez más.

Volvieron a sentarse como lo habían hecho antes, sólo que esta vez Taehyung no se preocupó
porque estuvieran demasiado apretados en el sofá o hubiera polvo en él y se sentó entre Jimin y
Jungkook, subiendo una pierna encima de la de este último. Porque por mucho que no quería estar
todo el tiempo encima del menor tampoco podía permitirse perder ese tipo de oportunidades. A
quién engaño, en realidad sí quiero, se dijo a sí mismo. Deseaba ser lo más obvio posible. Sonrió
cuando una de las manos de Jungkook se posó sobre su rodilla y se deslizó un poco más arriba
disimuladamente.

Comieron hablando de cosas cotidianas, como si de verdad estuvieran en una acampada cualquiera
y no buscando fantasmas. Rieron de las historias que Yoongi contaba sobre aquella vez en la que
grabaron el vídeo con Namjoon. Había veces en las que era tan gracioso que no podían dejar de
reírse, como cuando contó cómo habían improvisado un traje con cartón y cinta adhesiva pero no
hicieron articulaciones al traje, así que cuando Namjoon y Yoongi cayeron no podían maniobrar
para levantarse y Seokjin estaba tan atacado de la risa que tardó unos vente minutos en ayudarlos.

Cuando la comida se terminó todos comenzaron a mover los muebles para dejar espacio en el
medio para poner la ouija y poder sentarse todos alrededor. Yoongi acomodó una cámara
enfocando el tablero y otra en una esquina para grabar la habitación mientras lo hacían.

—Iré por el tablero— anunció Jungkook, abriendo la puerta principal—. ¿Está en la cajuela?

—No, está debajo de los asientos de en frente— dijo Jin, que intentaba de limpiar el piso, aunque
entre más pasaba por encima la vieja escoba que había encontrado quién sabe dónde, el polvo se
levantaba más, dejando una nube gris que hacía estornudar a todos.
—¡Deja de hacer eso!

—¡Sólo intento limpiar un poco!

—¡Achú!

—Voy contigo, Kook— se acercó Taehyung, acomodándose la gorra de la sudadera sobre la


cabeza—. Ya sabes, por si te da por huir.

—No huiré— mostró su bonita sonrisa con dientes de conejo pero no se negó, en su lugar dirigió
hacia afuera la luz de la linterna que llevaba en la mano—. No te resbales.

—No lo haré— aseguró, acomodándose a su lado.

Contaron juntos hasta tres y salieron corriendo entre risas. Jungkook se adelantó dando zancadas
más largas, metió la llave en la puerta de la parte trasera y abrió justo a tiempo para que Taehyung
saltara dentro, imitándolo un segundo después. Cerró la puerta con un suspiro.

—¿Por qué dejamos el auto tan lejos?

—No tengo idea— respondió el mayor, estremeciéndose. Habrían corrido sólo unos cinco metros
pero igual tenía los hombros y la gorra mojados—. Tomemos esa cosa y vámonos rápido.

—Espera.

—¿Uh?

—¿Qué tal si conseguimos una psicofonía aquí? — razonó levantando las caderas para sacar de su
bolsillo una de las grabadoras—. Vamos a probar.

—Dios, tú de verdad estás loco.

—Eres tú quien cree en fantasmas— encogió los hombros, encendiendo el aparato—. Admite que
estás ansioso por encontrar uno.

Taehyung lo miró unos segundos, sin poder negarlo. No era como si quisiera ser atormentado por
entes como en las películas o las historias que había leído en internet. Pero si podía conseguir
evidencia sólida de que existían sería el mayor descubrimiento que haría en su vida. Aunque los
escépticos decían que las grabaciones no contaban como evidencia real sería material importante
para el mundo de la ciencia paranormal.

—Bien, hagámoslo.

Jungkook sonrió e hizo que el aparato comenzara a grabar, acomodándolo entre ambos. Le hizo
una señal a Taehyung para que hablara pero este se negó. Tendría que hacerlo él mismo.

—Uh... ¿Hola? ¿Espíritus? — articuló inseguro, Tae intentó no reírse—. Escuchen, no creo en
ustedes pero... Probablemente le estoy hablando al aire, hyung, qué demonios.

—¡Sigue!

—¡Bien! — alzó las manos para calmarlo—. La cosa es, no creo en ustedes y estoy tratando de
probar que no existen. Así que les voy a dar unos minutos para defenderse ante el jurado...

—Esto no es un juicio— murmuró Tae más bien divertido.


—Como decía— dijo luego de aclararse la voz exageradamente—, les daré un par de minutos para
que puedan, uh, no lo sé, ¿decirnos si vamos a ganar la lotería?

—No pueden decirte eso.

—Deberían.

—¡Son fantasmas! ¡No videntes!

—Bien, dinos tu nombre... ¿edad? ¿Juegas Overwatch?

Taehyung rodó los ojos y dejó que Jungkook hiciera sus preguntas estúpidas. Después guardaron
silencio. El reloj digital en la muñeca del menor mantenía la cuenta hacia atrás del tiempo que se
mantuvieron en silencio. Taehyung miró a su alrededor, sin escuchar o ver nada extraño.
Simplemente eran ellos dos en silencio, inmóviles, sentados en el asiento trasero del auto de
Yoongi con el sonido de las gotas estrellándose de fondo. Fácilmente podía imaginarse situaciones
más interesantes en las que podrían estar. Si tan sólo no estuviera esperando a que Jungkook le
pidiera salir con él de una vez. Suspiró profundamente sin ser consciente de ello. Estaba perdiendo
su juventud esperando a que la persona más densa de la historia notara sus sentimientos y le pidiera
casarse con él. Quizás debería tomar en serio el consejo de Jimin de tomar la iniciativa.
Probablemente se estaba perdiendo de una situación interesante que pudo suceder si ya estuvieran
saliendo. Sabía que les esperaban dentro de la casa pero al menos una buena sesión de besos habría
estado bien. El sonido del reloj dando fin a los dos minutos lo trajo de vuelta.

—Escuchemos esto antes de volver.

Y lo hicieron. Escucharon sus voces y el sonido de la lluvia. Nada más. Habían sido dos minutos
de silencio. Dos minutos de Taehyung muriéndose por besar a Jungkook.

—Que basura. Dos minutos de nuestras vidas perdidos— sollozó, sabiendo lo que significaba esa
sonrisa burlona en el otro, era un claro te lo dije—. Lo peor es que la lluvia ahora es más fuerte.
¿Nunca va a parar o qué?

—No pronto al menos. Esperemos a que se calme un poco.

—Al menos sabemos que el auto de tu hermano no está embrujado— suspiró, desparramándose en
el asiento. De reojo vio como Jungkook se sacaba la sudadera. Ni siquiera le dio tiempo de
disimular su mirada cuando la playera se alzó junto a la sudadera. Tragó toda la bola de saliva que
se acumuló en su garganta. El chico estaba de muerte. No es como si no lo supiera, tenía la suerte
de verlo desde el otro lado de la sala practicando karate mientras él hacía yoga para principiantes
con Jimin las tardes de los martes y miércoles junto a un montón de señoras cotillas; pero no podía
evitar sorprenderse cada que se lo recordaba, especialmente cuando lo miraba en primera fila.
Agradeció internamente a los dioses que la linterna haya iluminado justo en el lugar correcto y
rogó que sus pantalones no se hayan abultado demasiado—. ¿Qué haces?

—Si te dejas la ropa mojada te dará más frío y estaremos aquí un rato— explicó, colgando la
sudadera sobre el respaldo del asiento frente a él.

Taehyung asintió y se quitó la sudadera también, tan rápido como pudo. Sin embargo para ese
momento ya tenía frío, quitarse la prenda había sido mucho menos reconfortante de lo que había
pensado. Sin querer terminó estremeciéndose.

—¿Tienes frío?

—Un poco— si ese idiota se atrevía a encender el auto para poner la calefacción en lugar de
abrazarlo...

—Ven aquí— sonrió al tiempo que palmeaba sus piernas (oh, por Dios) en lugar del espacio al
lado de él.

Taehyung se movió rápidamente. Por supuesto que no iba a perder una oportunidad así. En realidad
era más de lo que esperaba. La última vez que había sucedido algo parecido sólo había conseguido
que le comprara un chocolate caliente, aunque no lo culpaba: recién se conocían en ese entonces.
Cuando se sentó directamente sobre esas musculosas piernas por cuarta vez en el día lo sintió
como algo mucho más íntimo, quizás porque ahora estaban solos. Todo el día habían estado
coqueteando, Jungkook le dejaba bastantes oportunidades para colgarse a él y tampoco había
dudado en acercarse demás. Así que se armó de valor, recordando las palabras de Jimin. Salió del
regazo del menor, se alzó y pasó una pierna hacia el otro lado, quedando a horcajadas. Hizo la
linterna a un lado, dejándola rodar hasta que cayó del asiento y descansó sus manos sobre los
hombros ajenos. Nadie podía ser tan denso como para no captar eso.

No se equivocó. Sintió las conocidas manos posarse sobre sus caderas. Las mejillas se le
acaloraron, el estómago le cosquilleaba, la piel le ardía donde se conectaba con el tacto del
contrario. Se miraron a los ojos durante unos segundos con la poca iluminación que les regalaba la
linterna ahí abajo; las respiraciones mezclándose, las narices a punto de rozarse.

Y en algún momento sus labios chocaron.

No era un beso suave, tampoco salvaje, pero sí desesperado en cierto punto. Ambos habían
esperado por ese beso por mucho tiempo, demasiado. Cuando sus lenguas se entrelazaron
Taehyung ya no podía sentir más que calor abrasador. Al parecer tomar la iniciativa realmente le
había dado lo que había querido. Le gustaba conseguir lo que quería. Gimió al sentir como
Jungkook atrapó su labio inferior entre los suyos y succionó. Abrió los ojos cuando se separaron
sólo para notar la mirada hambrienta que le dedicaba, los dedos que le habían recorrido los muslos
estaban metidos ligeramente bajo su playera. Usó sus propios dedos enterrados en la cabellera
ajena para acercarlo una vez más. Volvieron a besarse con la misma intensidad. Mordió y lamió la
boca del chico como hacía tiempo había querido hacer, se sentía en el mismo cielo cuando sus
cuerpos se movían en sincronía. Tomaron distancia una vez más. Se miraron a los ojos. Ya no
había hambre en ellos sino un cariño profundo. Entonces todo se volvió más dulce: besos suaves,
lentos, llenos de amor. Pequeñas sonrisitas tiernas que les hacían cosquillear el estómago.

Se separaron con las mejillas encendidas, sonrisas tímidas y miradas avergonzadas.

—Deberíamos volver— murmuró Jungkook sin quitarlo de encima.

—Sí— respondió Taehyung tímidamente, demasiado mareado para decir algo más. Antes de que se
quitara de encima recibió un beso en la mejilla que sólo le hizo sentir más atontado todavía.

Recogió su sudadera y la linterna, que apagó rápidamente. Salió del auto sintiendo una pequeña
gota caer sobre su rostro hirviendo y notó que la luna casi llena iluminaba bastante bien a pesar de
ser medio cubierta por las nubes que negaban a irse. No se había dado cuenta de cuándo la lluvia se
había calmado, ni de cuánto tiempo habían pasado besándose pero intuía que había sido lo
suficiente como para parecer sospechoso. Ya esperaba las preguntas incómodas cuando volvieran.
Jungkook salió unos segundos después del auto con el tablero de ouija debajo del brazo y la
sudadera sobre el hombro. Con una mirada tímida le hizo una seña para que le siguiera. Taehyung
caminó hasta quedar junto a él y le tomó la mano. Sonrió cuando sus dedos se entrelazaron.

Al entrar a la casa encontraron a todos sentados en círculo en medio de la sala sólo con la luz de
las linternas porque habían cerrado las cortinas. Compartían las frituras que Taehyung había traído
en su mochila mientras contaban historias. No los culpaba por robar sus reservas, seguramente
habían tardado demasiado. No podía decir cuánto pero había sido lo suficiente para que Jin haya
conseguido sacar buena cantidad de polvo del suelo. Los miraron en cuanto los escucharon entrar.

—No ensuciaron nada, ¿verdad? — preguntó Yoongi con las cejas alzadas.

—Como si nosotros no lo hubiéramos hecho, Yoongi— rodó los ojos Seokjin.

—No lo hemos hecho. Siempre tenemos cuidado, recuérdame una sola vez que hayamos ensuciado
el auto— le retó, cruzando los brazos.

—Wow, demasiada información— dijo Hoseok.

—No hicimos nada— habló Jungkook, dejando el tablero sobre el suelo y yendo a sacar algo de su
mochila. Taehyung se sentó a un lado de Jimin, demasiado atontado como para replicar a lo que
decían. Se sentía flotando junto a las nubes.

—Seguro.

—Intentamos conseguir una psicofonía— rodó los ojos, sacando la grabadora de su bolsillo para
mostrarla. Volvió con un vaso de vidrio y otra sudadera, que acomodó sobre los hombros de
Taehyung cuando se sentó a su lado, haciéndolo sonrojar. Por supuesto que Tae no tenía frío.
Estaba ardiendo pero la esencia de la sudadera le embriagaba—. No conseguimos nada.

—Ajá. Y por eso vienen como si se hubieran dado un revolcón— siguió Jimin con una sonrisa
burlona, señalándole el cabello al menor. No se habían dado cuenta pero Jungkook tenía el cabello
hecho un desastre por la parte de atrás y la playera un poco jalada por el cuello. Taehyung sabía
que eso era completamente su culpa, aunque no recordaba bien cómo lo había hecho, así que
intentó acomodar el cabello con sus dedos.

—Me quité la sudadera, es todo— explicó, aunque si hubieran tenido una luz decente sobre sus
cabezas todos habrían notado sus mejillas rosadas—. ¿Vamos a jugar o no?

El resto simplemente asintió. Ya dejarían las burlas para otro momento. Jungkook dejó que
Taehyung encendiera las velas que tenía guardadas en su mochila y Jin encendió incienso
aromático que habían encontrado en uno de los armarios de la casa. Cuando ambos terminaron
todo estaba en absoluto silencio. Yoongi había acomodado un micrófono cerca del tablero por si
podían conseguir algún ruido extraño o algo por el estilo. Fue Seokjin quien hico la apertura del
juego, pues lo había jugado ya un par de veces antes. Taehyung agradecía no tener que ser él quien
lo hiciera porque estaba demasiado distraído para ello y Jungkook lo agradecía también porque no
se sentía capaz de hacerlo sin reírse a medio camino. Fue hipnotizante el cómo Jin iniciaba el juego
de forma casi mágica, probablemente gracias a sus dotes de actuación. Jungkook casi podía
entender el fenómeno paranormal pero su parte racional era demasiado fuerte para dejar que la
sugestión llegara a él. Después de girar juntos el vaso dado la vuelta unas cuantas veces con dos
dedos, el anular y el índice, posados muy ligeramente sobre la base, Seokjin habló:

—¿Hay alguien aquí con nosotros?

Todos observaron el vaso en el tablero, esperando se moviera. Pasó casi un minuto sin que nada
sucediera.

—Quizás no le caemos bien— susurró la voz de Jungkook—. O no hay nadie.

—Shh.
—Sólo digo.

—¡Shh!

Obedeció tras rodar los ojos. Mantuvieron toda su atención sobre el vaso hasta que comenzó a
moverse. Hoseok se tensó sobre su lugar, Jimin respiró profundo y el resto observaban ciertamente
maravillados. El vaso se detuvo unos centímetros más arriba, en un espacio en blanco y se quedó
quieto una vez más.

—Yo oí que necesita despertar o algo así— murmuró Jimin.

—¿Esta cosa duerme?

—No, Kook, no es literal... ¿o sí?

—Demos algunas vueltas al vaso— instruyó Seokjin y eso hicieron. Usaron su propia fuerza para
dar vueltas al vaso guiados por el mayor una vez más. Esperaron que pasara algo esta vez con la
misma pregunta pero el resultado no fue mejor.

—Pregunta si no quiere contestar porque está Jungkook.

—¡Hyung!

—¡Shh!

—¿Hay alguien a quien no quieras aquí? — prosiguió Seokjin.

El vaso se movió un poco más esta vez, dirigiéndose a la izquierda pero quedando en un punto en
blanco de nuevo. Esperaron un rato más. Se movió un poco hacia abajo pero al final nunca llegó a
ningún punto interesante.

—¿No se supone que se mueva como en las películas? — preguntó Yoongi, su voz profunda por el
bajo tono que usaba, casi perezoso.

—Las dos veces que lo he hecho antes no se ha movido tampoco— admitió Jin.

—Vaya, que estafa— susurró la voz de Jimin, más bien un poco aliviada.

—Bueno, quizás consigamos una psicofonía o algo así— sugirió Jungkook a la vez que sacaba los
dedos del vaso y encendía la grabadora. Yoongi se aseguró de que el micrófono estaba grabando
también—. Hyung, haz las preguntas.

—Uh... Uhm... ¿Espíritu?... ¿Estás ahí? Si estás con nosotros por favor deja un mensaje— pidió
Jin, no muy seguro de lo que hacía.

—¿Eres el buzón de voz?

—Cállate, Yoongi.

Guardaron silencio unos momentos, sin estar seguros de la situación. Hoseok seguía tenso pero no
demasiado ahora que el vaso no se había movido mucho sobre el tablero, Jimin intentaba buscar
algún ruido extraño alrededor, Yoongi y Jungkook lucían aburridos y Jin y Taehyung observaban
el vaso asegurándose de que no se movía como lo habría hecho en una película de terror. Afuera
recién se escuchaban los grillos cantar y podían oír el sonido del aire moviendo ligeramente las
hojas de los árboles y también haciendo temblar a ratos el vidrio de la ventana. Taehyung pensó
entonces en qué haría si fuera el protagonista de una película de terror. Puede que estuviera a
punto de morir o algo así, pensó.

De pronto se escuchó el suave ruido de algo siendo raspado ligeramente. Tae saltó en su lugar,
buscando con la mirada el origen del sonido.

—¿Qué haces? — escuchó murmurar a Seokjin. Miró a Yoongi, que pasaba las uñas suavemente
sobre el micrófono.

—El ambiente es perfecto para un audio ASMR— respondió en voz baja también.

Jimin no pudo evitar que su risilla se escuchara. Hoseok sonreía divertido al igual que Jungkook y
Taehyung. Seokjin le miraba fijamente casi incrédulo. Parpadeó un par de veces.

—Yoonie, cariño.

—¿Sí?

—¿Me recuerdas por qué estamos juntos?

—¡Están de moda! Imagínate la cantidad de visitas que tendría si hiciera algunos— respondió
Yoongi casi ofendido—. Mi abuela dice que tengo una voz agradable.

—No cuenta, las abuelas siempre dicen cosas buenas de sus nietos.

—Cuando te la presenté te dijo que huyeras antes de que fuera demasiado tarde.

—A veces pienso que tenía razón.

—No podrías, me amas— sentenció Yoongi, muy seguro de sí mismo—. Hazle otra pregunta al
fantasma, me está dando sueño.

Seokjin rodó los ojos con una pequeña sonrisilla y asintió. Volvieron a acomodar los dedos sobre
el vasito, apagaron la grabadora pero dejaron el micrófono grabando por si acaso. Tras una hora y
media intentando que algún espíritu se comunicara con ellos y varias preguntas estúpidas que a la
larga terminaron haciendo, por fin cerraron el tablero.

—¿Saben? De verdad esperaba que pasara algo— confesó Taehyung al aire mientras recogían todo
—. Al menos que bajara la temperatura o escucháramos algo.

—Ves demasiadas películas, hyung— le respondió Jungkook—. De todos modos aún hay
esperanza, todavía debo revisar los audios.

—Cierto, ¿qué si alguien estuvo con nosotros todo el tiempo? — dijo Hoseok, volviéndose para
señalar a Jungkook, amenazante—. Si lo estuvo no quiero saberlo.

Él simplemente rio en respuesta.

Decidieron que dormirían en esa misma habitación porque Jin ya había sacado buena parte del
polvo del piso y no querían volver a pasar por eso escogiendo otro lugar. Hoseok hizo que llevaran
la ouija de nuevo al auto, de lo que se encargó Jungkook mientras el resto acomodaba las bolsas
para dormir sobre el suelo. Por supuesto que Taehyung hizo que la suya estuviera pegada a la del
menor. Pensó que ya no tendría que fingir estar aterrado para que lo abrazara después de lo que
pasó en el auto y se sonrojó.

Cuando Jungkook volvió se sentaron a hablar un rato mientras el sueño los alcanzaba. Tae no dudó
ni un segundo cuando le fue ofrecido el espacio entre las piernas del menor. Recargó la espalda
sobre su pecho con gusto y se encargó de hacer que lo rodeara con los brazos mientras le
escuchaba hablar de la investigación que había hecho sobre la ouija.

—¿No tienes frío? — le preguntó en un susurro cuando Yoongi comenzó a aportar algunos datos
que había leído por ahí.

—No contigo aquí.

Las mejillas se les encendieron a ambos. Sonrieron con timidez.

—Pero había oído que la ouija se había dado el nombre a sí misma y que significaba algo malo en
un idioma antiguo— comentó Jimin.

—No. Simplemente juntaron las palabras oui y ja, que significan sí en francés y en alemán, y
dijeron que significaba mala suerte en egipcio— tomó la palabra Jungkook, apretando el agarre de
sus brazos alrededor del torso de Tae—. Lo comercializaban como un juego divertido para ligar,
¿cómo puedes confiar en eso?

—Oh... ¿Entonces de dónde sale la mala fama?

—Comenzó después de que saliera El Exorcista en los setenta— explicó—. Antes de eso la gente
solía jugarla como si fuera Monopoly.

—O sea que es una de esas cosas a las que la gente les inventa una historia y se extiende tanto que
ya nadie sabe su verdadero origen— razonó Jimin, recibiendo el asentimiento del resto—. Vaya,
me siento estúpido.

—¿Y qué si inventamos la historia y luego se volvió real? — sugirió Taehyung—. Hay teorías de
conspiración que resultaron ser ciertas.

—Hyung, tú deberías estudiar en lugar de leer teorías conspirativas en internet.

Tae hizo una mueca sabiendo que tenía razón. Pero él no tenía la culpa de que esas teorías fueran
tan interesantes. Además siempre daban un buen tema de debate en las clases del profesor Kim.
Siempre los anotaba en su libreta para preguntarle dentro y fuera de clase. Gastaba una buena
cantidad de horas en ello, honestamente, pero siempre se encargaba de pasar cada materia y eso era
lo importante. Por otro lado Namjoon siempre terminaba explicándole las cosas usando como
referencia temas que ya había visto en otras clases, así que para él era lo mismo que si sentara a
estudiar durante horas todos los días.

Media hora después estaban todos en silencio. Yoongi se había dormido hacía unos diez minutos
sin importarle las risas escandalosas de todos. Jin le siguió con un bostezo y los ojos casi cerrados.
Los demás se acostaron pero siguieron hablando entre susurros, con una lámpara encendida tendida
sobre uno de los lados de la habitación. Hicieron figuras con las manos que se proyectaban en la
pared a sus pies, improvisando diálogos en susurros, y aguantando risas cuando algo era demasiado
gracioso en sus adormiladas conciencias. Lo hicieron hasta que la batería de la linterna se terminó
y esta se apagó.

Unos minutos después el lugar quedó casi en completo silencio. Sólo se escuchaban las
respiraciones pausadas de los huéspedes, el suave viento y el sonido de los grillos cantando afuera.

Taehyung estaba casi dormido cuando sintió cómo unos fuertes brazos le jalaban e instintivamente
acomodó la cabeza en el cuello de Jungkook. Le encantó cómo sus cuerpos encajaban como piezas
de un rompecabezas: sus piernas se habían entrelazado automáticamente y sus brazos se
acomodaron alrededor del otro. Como si se conocieran, como si fuese correcto, perfecto.
—¿Estás despierto, hyung?

—¿Mmh? — intentó abrir los ojos pero le fue imposible, así que simplemente hizo la cabeza hacia
atrás—. Mhm... sí... No tengo nada de sueño.

—¿Ah, no?

—Mhm. Nada de sueño— arrastraba las palabras pero igual sonrió—. Estaba esperando a que me
abrazaras.

—Ya te estoy abrazando— Taehyung no podía abrir los ojos para verlo pero igualmente sabía que
estaba sonriendo burlón, así que frunció el ceño y se alejó un poco, logrando abrir sólo un poco los
ojos. Tan poco que lo poco que veía lo veía borroso, así que los volvió a cerrar—. ¿Qué pasa?

—Te estás burlando.

—Claro que no, hyung. Sólo me das mucha ternura.

—No. Debería parecerte atractivo, no tierno— se quejó.

—También eres muy atractivo, hyung. Incluso medio dormido.

—No estoy medio dormido. No tengo sueño— insistió, volviendo a juntar las cejas y dejando su
labio inferior salir un poco.

—Ni siquiera puedes abrir los ojos.

—Estoy esperando a que me beses.

—Pero, hyung...

—Sólo bésame, tonto.

—Oh, eres un hyung mandón— le acarició el cabello, quitándoselo de la cara para luego darle un
beso en la frente—. Me gusta.

Un brazo sobre su cintura hizo a Tae estremecer a la vez que sentía sus labios ser atrapados
brevemente por los contrarios. En ese momento su consciencia volvió a la velocidad de la luz y
cuando sus labios se separaron estiró el cuello para alcanzarlos una vez más. Sus dedos arrugaron
la playera del menor. Sus labios sólo se tocaban pero él sentía como si también tocaran su alma. El
corazón le palpitaba al mismo ritmo acelerado que los latidos que sentía en el pecho del menor y el
estómago le burbujeaba haciéndole sentir cosquillas. Al separarse miró a través de la oscuridad
esos bonitos ojos y esa bonita sonrisa de conejo que tanto le gustaban. Sonrió con él, sintiendo las
caricias que le regalaba sobre el brazo.

—¿Algo más que quiera mi hyung?

—De hecho, sí.

—¿Qué es?

Se cohibió de pronto, sintiendo las mejillas calientes. Pero no iba a retractarse ahora, después de
habérselo dicho a medio mundo sin una pizca de vergüenza, incluyendo a sus padres. Así que
estiró la mano, justo frente al rostro de Jungkook, mostrándole la parte exterior. El chico dudó
unos segundos antes de tomar la mano, entrelazar sus dedos y depositar un beso cerca de los
nudillos de Taehyung.
—Eso no— balbuceó. Aunque no era lo que quería había sido muy dulce y le había hecho derretir
el corazón.

—¿Entonces? — preguntó, soltando su mano para tomar su cintura de nuevo. La mano de


Taehyung volvió a su lugar entre sus cuerpos, sobre el pecho contrario.

—Quiero mi anillo.

—¿Tu anillo?

—Sí.

—¿Lo perdiste? — Bien, tampoco esperaba que lo captara.

—No. No me lo has dado.

—¿Quieres que te dé un anillo?

—Sí.

—Pero no tengo uno.

—Entonces pídeme que salga contigo— se acercó, jugando con la tela de la playera del chico—.
Ya sabes, como novios.

—¿Quieres salir conmigo, hyung? — preguntó de inmediato.

—Si quiero— respondió, dejándole un besito en el lunar bajo su labio. Después se acurrucó mejor,
mirándole la barbilla y mordiéndose los labios—. Te tardaste mucho en pedírmelo.

—Creía que no te gustaba— admitió, acariciándole la espalda—. Siempre eres tan agradable con
todo el mundo que pensé que simplemente lo estabas siendo conmigo también.

—No a todo mundo me le cuelgo como a ti— tenía la voz ligeramente ronca. En ningún momento
habían dejado de hablar en voz baja, así que todo se sentía realmente íntimo—. De ti prácticamente
no me despego.

—Ah, tienes razón. Me gusta cuando no te despegas de mí.

—Yo también creía que no te gustaba— confesó Tae, disfrutando de las caricias en su cintura—.
Lo creí hasta ese día en la fiesta de tu amigo donde fingí estar ebrio y casi te beso.

—¿Estabas sobrio?

—Un poco mareado, pero sabía lo que hacía.

—De verdad pensé que estabas ebrio, estaba muy preocupado— parecía genuinamente sorprendido
—. Me puse muy nervioso cuando intentaste besarme.

—Yo también lo estaba. Esa noche iba con la idea de que me rechazarías porque siempre que
intentaba algo me ignorabas o no reaccionabas como yo esperaba— recordó, haciendo círculos
sobre sus clavículas cubiertas—. Pero cuando intenté besarte y vi lo nervioso que te pusiste me di
cuenta de que no era que me ignoraras ni nada de eso, sólo que no sabías cómo responder.

—Haces que me tiemblen las rodillas— asintió ligeramente, con las mejillas ardiendo.
—Creí que harías algo luego de que intentara besarte.

—Pensaba que no te habías dado cuenta de que era yo a quien intentaste besar.

—Eres muy denso, Kook.

—Lo sé, me estoy dando cuenta— rio—. Ahora que lo pienso después de esa noche fue cuando
empezaste a cantarme canciones cursis en todos lados.

—Sip.

—Y literalmente coqueteábamos hasta en las clases de Namjoon hyung.

—Mhm.

—Wow, ¿tan denso soy?

—Ajá.

—Vaya.

—No importa. Me gustas así, Kook. La espera vale la pena siempre que seas tú— le soltó un beso
más sobre la nariz y uno sobre los labios. Entonces se acomodó para poder dormir, escondiendo el
rostro en el cuello del menor—. Sólo prométeme que nos casaremos y adoptaremos tres niños.

—¿Tres? ¿Por qué tre...? Espera...— hizo una larga pausa, como procesando la información—.
Oh... ¡Oh!

—¿Mmh?

—El anillo.

—¿Qué con él?

—Quieres que te pida matrimonio. Por eso el anillo.

—Sí.

—Oh, wow. No lo habría captado si no hubieras dicho eso.

—Me di cuenta— rio Taehyung. Entonces bostezó, el calor del pecho de Jungkook le hacía sentir
como en casa. Los latidos de su corazón y su voz baja le arrullaban. Su aroma lo embriagaba—.
Sólo promételo.

—Seguro. ¿Dos niños y una niña? — sintió al mayor asentir con la cabeza—. Suena bien.

—Quiero una boda en la playa.

—Anotado— acarició su cabello, sintiéndose cada vez más y más adormilado—. Ahora vamos a
dormir, hyung.

Taehyung asintió casi en la completa inconsciencia. Esa noche soñó que se casaba con Jungkook
en la playa y que su pastel de bodas tenía motivo de La Noche Estrellada de Vincent van Gogh.
Chapter 3

Después de aquella noche en la casa del abuelo de Namjoon la vida de Kim Taehyung, el mayor
crédulo de la historia (según Jungkook, dicho con cariño y entre besos), había vuelto a la
normalidad por completo. Una vez más: no era como si quisiera vivir atormentado por un ente
demoniaco ni nada por el estilo, pero habría esperado de algo sucediera. Sin embargo nada había
pasado en las siguientes semanas mientras terminaban las clases y entregaban sus investigaciones.
Jungkook y él habían sacado una nota perfecta, contrastando con el resto de sus materias que
tenían puntajes regulares. Entonces terminó la escuela. Consiguió un trabajo de medio tiempo para
poder mantener a sus conejos, que se había negado a abandonar luego de terminar su investigación
y a los que Yoongi insistía en asar para comerlos en el cumpleaños de Jungkook; y comenzó a
prepararse para ir a la universidad, a la que nadie había creído que aplicaría porque nunca la había
mencionado pero después apareció entre los diez mejores puntajes para entrar a la Facultad de
Ciencias, específicamente en Ingeniería Biológica. Y en esos casi tres meses, nada paranormal
había pasado. Después de pasar cada día desde esa noche con paranoia por haber jugado con la
ouija, esperando a que algo raro sucediera en su vida, simplemente todo lucía y era completamente
normal. Era, de hecho, decepcionante.

De nuevo: no deseaba espíritus torturando su vida. Pero siempre había creído que si jugaba a la
ouija algo cambiaría: quizás vería un fantasma por primera vez en su vida, tendría una parálisis del
sueño o hasta pesadillas al respecto. Lo único diferente desde entonces era que sus sueños
húmedos ya no eran tan constantes porque su ahora novio, futuro esposo y padre de sus futuros tres
hijos, les daba la atención necesaria a sus hormonas alborotadas. Hasta comenzaba a preguntarse si
Jungkook era un demonio o algo por el estilo porque el chico cada día se ponía más bueno y no se
explicaba cómo de lo contrario. ¿Sus padres se enojarían si se casa y tiene hijos con un demonio?
Pero no había visto a Jungkook retorcerse cuando le tiró algo de agua bendita encima para
comprobarlo.

Así que comenzó a relajarse. Eventualmente dejó de buscar amuletos que le protegieran en caso de
que hubiera llamado a algún espíritu a su vida jugando a la ouija y también dejó de pedir consejos
en internet a médiums. Jungkook le agradeció que dejara de hablar con tanta gente extraña, como
él decía. Pasado el tiempo ya ni siquiera recordaba hacer algunas de sus antiguas manías, aunque
conservaba la de tocar la puerta tres veces antes de abrir cualquier puerta porque nunca sabía si
había alguien tras ella.

Cuando Taehyung cumplió veintitrés decidieron irse a vivir juntos. Él había confiado tanto en
Jungkook que ni siquiera había dudado cuando se enteró de que el alquiler era tan barato. Tampoco
era como si le hubiera llamado tanto la atención porque desde que a su dedo anular había llegado
aquel bonito anillo de compromiso su cabeza se perdía constantemente en la ensoñación de ellos
casándose de blanco en la playa. Además le había mostrado fotos y le pareció hermoso. Lo
primero que dijo fue que seguro tenía una bonita vista, en lo cual por supuesto que no se equivocó.
Estaba ansioso por ver su nuevo hogar, tanto que en cuanto habían firmado el contrato y pagado el
depósito se encargó de empacar sus cosas en cajas y la mañana siguiente ya estaba listo para
conocer su nido de amor, como lo había llamado Jimin a modo de broma.

—Y, de todos modos— soltó Yoongi, que se había ofrecido por voluntad de Seokjin y no suya, lo
que se traduce a ser obligado, a ayudarlos a mudarse—, ¿por qué el alquiler es tan barato? —
preguntó mientras subían por el elevador, maniobrando la caja que llevaba cargada con cosas de
Jungkook para apretar el botón pero al final fue Taehyung quien lo hizo—. El edificio luce muy
bien, son departamentos amplios y tiene un sistema de seguridad demasiado avanzado para que sea
tan barato vivir aquí. ¿Seguro que no hay una trampa o algo así?
Ambos se giraron a ver a Jungkook, que parecía no haber escuchado nada. Taehyung por primera
vez consideró que era cierto lo que decía Yoongi. ¿Cómo era posible que consiguiera algo tan
bueno a tan buen precio? Por lo que le había dicho Jimin el otro día ellos no pagarían ni la mitad
del dinero que él pagaba con sus tres compañeros de departamento. Comenzó a preocuparse.
Quizás estaban siendo estafados y el lugar tenía un montón de fallas o tal vez tenía vecinos
realmente molestos, de esos que hacen fiestas hasta altas horas de la noche o de aquellos que
pelean hasta por las moscas que vuelan cerca de su puerta.

—¿Kook?

—No hay trampa, hyung. Tranquilo— aseguró cuando escuchó la voz insistente de Yoongi
llamarle por tercera vez.

—Pero es extraño.

—Que no. De verdad, todo está bien.

Yoongi lo miró unos segundos más antes de alzarse de hombros. Taehyung, sin embargo, no pudo
evitar sentir nervios cuando las puertas del elevador se abrieron. Jungkook no dudó ni un segundo
en caminar por el pasillo y una vez llegó a la penúltima puerta a la derecha tecleó cuatro ceros
como clave, usando sin problemas sólo un brazo para cargar la caja que llevaba. Tae no pudo
evitar notar eso y se sonrojó al pensar en todas las veces que lo había cargado sin mucho esfuerzo
en toda clase de situaciones. Como Yoongi se negaba a creer que todo era tan bonito como se
pintaba se dedicó a revisar disimuladamente el departamento, sin lograr encontrar nada malo en él.
Era simplemente perfecto.

—¿Contento?

—Sigue siendo extraño— insistió—. El primer lugar donde vivimos con Seokjin era perfecto
excepto porque había una plaga de arañas de la que el dueño no nos habló, ¿recuerdas?

—No hay arañas, hyung.

—Quizás son los vecinos— sugirió Taehyung.

—Créeme que no, bebé. Los conocí cuando vine a verlo— negó con la cabeza, cruzando los brazos
—. El máximo ruido que vas a escuchar va a ser del nene de en frente cuando llore.

—Oh, ¿hay un bebé en frente?

—Mhm. Uno pequeñito.

El mayor ahí suspiró y rodando los ojos salió recordándoles que aún tenían cajas que subir. Al rato
se les unieron Jimin y Seokjin, aunque cuando llegaron ya solo quedaban un par de cajas por subir,
así que encargaron comida rápida y comenzaron a sacar las cosas de las cajas juntos.

Yoongi se quejaba de tener demasiada hambre para continuar cuando el repartidor llegó. Fue
Taehyung quien salió a recoger la comida y pagó. Justo cuando estaba por entrar la puerta de
enfrente se abrió y se encontró con una bonita mujer de cabellos largos, un poco rellenita, bajita,
con rostro simpático y ojos pequeños que le miraban con sorpresa. En los brazos cargaba un
pequeño bebé con ropita de color azul claro y un gorrito que le cubría las orejas. No pudo evitar
quedarse ahí en cuando el pequeño entró en su campo de visión.

—Uh, ¿eres el nuevo vecino? — preguntó ella—. ¿Qué hay del otro muchacho?
—Sí, uhm, él y yo viviremos aquí a partir de ahora— hizo una pequeña inclinación que ella le
respondió—. Soy Kim Taehyung y el otro chico es Jeon Jungkook, mi prometido.

—¡Oh! Ya veo. Lo conocí el otro día, cuando vino a ver el departamento— asintió con una sonrisa
—. Mucho gusto, soy Park Jiwon y él es Seungwoo.

Taehyung sonrió acercándose para llamar la atención del bebé, que no parecía demasiado
interesado al principio pero terminó riendo ante las muecas que le hacía.

—Le agradas.

—Me gustan mucho los niños— admitió con las mejillas rojas.

—Ya tendrás tiempo para ellos— Jiwon sonrió y luego miró detrás de él, hacia la puerta que estaba
emparejada—. Hacía como un año que no veía esa puerta abierta. Los inquilinos nunca duran
mucho ahí.

—¿Ah, sí?

—Sí. Pero supongo que a ustedes no les preocupan esas cosas— hizo un gesto con la mano para
restarle importancia—. Desearía ser tan joven y desinteresada como ustedes pero cuando se tiene
un tercer bebé no puedes vivir relajada— se rio. Después de palmear su brazo delicadamente le dijo
que tenía que irse y que esperaba verlo otro día.

Taehyung se alzó de hombros antes de entrar, recibiendo las quejas de Yoongi por tardarse tanto.
Por supuesto que les habló sobre el precioso bebé que vivía en frente y cómo había reído de las
muecas que le hizo.

—Vaya, así que al final sí es su nido de amor— suspiró Jimin con aires sonadores a modo de
broma—. Tan perfecto todo. Un sueño de hadas.

—Ya veremos dentro de un tiempo— insistió Yoongi por centésima vez.

—¿Y si resulta ser perfecto? — preguntó Seokjin abriendo las bolsas para sacar la comida. Jimin
se acercó para ayudar también.

—Entonces hacemos que Jungkook nos consiga uno igual.

—También quiero uno, Jeon— advirtió Jimin señalándolo como si lo estuviera amenazando.
Jungkook se limitó a reír sin darle importancia.

Esa noche se prepararon para dormir temprano. Apenas los demás se fueron ya estaban
recostándose en la cama recién acomodada, sin otra ropa más que la interior y una playera holgada.
No les costó acomodarse acurrucados contra el otro porque sus cuerpos parecían reconocerse a
penas se tocaban. Taehyung estaba comenzando a sentirse adormilado entre los brazos de
Jungkook, cuando la duda que lo había atacado mientras comían se le cruzó por la mente una vez
más.

—¿Amor? — llamó. Sintió la vibración de la garganta de Jungkook cuando hizo un sonidillo que le
indicó que seguía despierto y lo escuchaba—. ¿Por qué crees que los inquilinos no duran mucho en
este departamento?

—¿Mmh? — Jungkook movió un poco la cabeza, sonaba exactamente como cuando acababa de
despertar, ambos estaban realmente cansados—. ¿Quién te dijo eso?
—La vecina de enfrente mencionó algo sobre ello.

—Uhm, no lo sé. Tal vez...— hizo una larga pausa, tan larga que Taehyung comenzó a sentir los
parpados pesados de nuevo. O quizás era sólo lo cansado que estaba. Cuando volvió a hablar dio
un ligero respingo y tuvo que recordar por un segundo de lo que hablaban—. ¿Tal vez no les gustan
los niños?

—No creo que sea razón suficiente.

—Quién sabe— murmuró acomodando sus brazos alrededor del cuerpo del mayor y dejó un beso
entre sus cabellos—. El tiempo dirá.

Taehyung asintió levemente y cuando parpadeó ya era de mañana. Su cuerpo le decía que había
dormido toda la noche pero había estado tan cansado que ni tiempo de soñar tuvo. Sintiendo los
brazos de Jungkook flojos sobre su cintura se sentó en su lugar, mirando alrededor. Por un
momento estuvo desorientado pero al siguiente ya había recordado el lugar donde se encontraba y
también el día que era, así que volvió a recostarse, dándole de paso un beso al menor, que
simplemente suspiró y volvió a abrazarlo. Cayó en un sueño profundo una vez más y cuando
despertó su nariz captó el aroma del desayuno recién hecho. Jimin había bromeado con ello pero
para él ese realmente era su nido de amor.

Todo era simplemente perfecto, Jungkook y él eran felices ahí. Las noches de los fines de semana
veían películas hasta que terminaban dormidos en el sofá o hacían el amor antes de irse a la cama.
A veces jugaban algún videojuego hasta tarde en la noche, otras simplemente dormían temprano.
Nunca faltaban los besos de buenos días o de buenas noches, se turnaban para hacer la cena y a
veces sus amigos o Yoongi y Seokjin se pasaban a visitarlos.

Entonces llegó el día en el que se enteró de la verdad.

En ese tiempo había llegado a amar tanto el lugar que se había olvidado de que debía existir una
razón por la cual pagaban tan poco de alquiler. Al principio había creído que era porque había un
árbol demasiado cerca del balcón y las ramas pegaban sobre el vidrio cuando crecían demasiado
pero razonó que no desde que era tan simple como cortarlas de la misma forma que ellos lo
hicieron. Luego consideró que era porque el foco de la cocina-comedor se fundía muy seguido y
parpadeaba como loco días antes de ello pero eso también tuvo solución cuando Hoseok los visitó:
les dijo que él había tenido un problema parecido y les recomendó un electricista que lo arregló en
menos de cinco minutos. Creyó que era por esa puerta que necesitaba un ajuste y solía abrirse sola
con un fuerte rechinido antes de que Jungkook se encargara de ello. Hasta creyó que era porque el
sol sólo daba a la ventana durante unas cortas horas y el resto del día se ponía muy frío, cosa que
ellos adoraban porque así tenían una excusa para acurrucarse en cualquier momento. Así que
cuando Taehyung se enteró de la verdad no pudo evitar sentirse enojado e incluso algo traicionado.
¿Cómo se atrevía Jungkook a ocultarle algo como eso?

Esa tarde, al llegar del trabajo, se sentó en el sofá a esperarle muy, muy enojado. Estaba tan
enojado que el hambre que tenía cuando olió la comida que la madre de Jungkook había pasado a
dejarles se había esfumado. Ni siquiera se dio cuenta de la hora que pasó practicando en su cabeza
lo que diría hasta que la puerta se abrió y lo tomó por sorpresa. Se levantó rápidamente con la
expresión más seria que podía mostrar.

—Ya llegué, cariño— anunció alegremente el menor, acercándose para besarlo brevemente.

—Jungkook, tenemos que hablar.

—Está bien, ¿pero podemos hacerlo mientras hago la cena? — se llevó una mano al estómago—.
Muero de hambre.

—No te preocupes, mamá trajo comida— soltó con tono demasiado suave, no pasó por alto el
hecho de que había llamado mamá a la madre de Jungkook, cosa que hacía cuando estaba de buen
humor. Quiso golpearse por eso, se supone que estaba enojado.

—¿En serio? Genial. Traje un postre— dijo acomodando la bolsa que llevaba en la mano sobre la
mesa y sacó el par de pastelillos que había comprado: los favoritos de Taehyung, quien sintió el
corazón derretírsele.

—Oh, gracias. No tenías por qué.

—No es nada, cariño. Cualquier cosa por ti— sonrió él, dejándole otro beso en los labios. Después
se giró en busca de la comida que su madre había llevado para calentarla un poco. Mientras tanto
Taehyung, que se reprochaba a sí mismo el haber olvidado todo su diálogo, sacaba los platos y los
acomodaba sobre la pequeña mesa—. ¿De qué querías hablar?

—Uhm, pues, ya sabes... Sobre el departamento— tanteó, intentando recordar qué era exactamente
lo que había planeado decirle.

—¿Hay algo que no te guste?

—No es eso— dio la vuelta para mirarlo—. ¿Por qué no me habías dicho?

—¿Uh?

—Sobre por qué el alquiler es tan barato.

—Oh. Eso— rio—. No lo habías preguntado de nuevo. Y creí que lo habías adivinado.

—¿Cómo iba a adivinarlo?

—Cuando sucedió lo de las luces lo insinué.

Taehyung abrió la boca por un momento dispuesto a refutarlo pero en su cabeza se reprodujo el
momento en el que sucedió por primera vez. Se habían sentado a cenar tarde por la noche algo
ligero antes de ir a dormir mientras Taehyung hacía una tarea con la libreta a un lado del plato y
Jungkook miraba algo en el teléfono cuando la luz comenzó a parpadear. Ambos miraron al foco
durante unos largos segundos antes de que este parara. Jungkook tomó otra cucharada de su cereal
y antes de meterla a su boca rio: Wow, espíritus. Que poco originales. Fue lo que dijo.

—¡Creí que estabas bromeando!

—¡Lo hacía! Los fantasmas no existen, ¿por qué hablaría en serio? — se alzó de hombros y
comenzó a servir la comida en los platos.

—Jungkook, le tienes miedo a los hornos de microondas.

—Es un miedo justificado. Ya hemos hablamos de eso— suspiró, ambos se sentaron al mismo
tiempo—. Vivir aquí sólo me ha hecho creer menos. El dueño estaba tan preocupado porque decía
que todos habían vivido cosas horribles aquí y nosotros sólo tuvimos que darle algo de
mantenimiento al lugar para que dejaran de suceder cosas raras.

El mayor hizo un puchero y comenzó a revolver su comida, dio un bocado y suspiró


profundamente, dejando los hombros caer.
—¿Y por qué no me habías dicho?

—Porque te habrías sugestionado y en lugar de cortar las ramas la primera vez habrías llenado las
paredes de amuletos, el piso de sal y una fuente de agua bendita— respondió y cuando vio el
semblante desanimado de Taehyung suspiró también—. ¿Estás enojado?

—No. Estoy decepcionado— admitió—. He estado viviendo casi un año en un lugar embrujado sin
darme cuenta y ahora sólo lo veo como un fiasco.

—Bueno, probablemente lo era. Las últimas personas que han estado aquí se han ido sin pagar el
último mes de su contrato con la excusa de que pasan cosas extrañas y nadie ha querido vivir aquí
en mucho tiempo— se alzó de hombros y tomó la mano de Taehyung, acariciando el anillo en su
dedo anular—. No te sientas mal, cariño.

—Muy tarde, ahora me siento horrible por pagar tan poco por el alquiler— se mordió los labios,
entrelazando sus dedos con los de Jungkook—. El dueño debe creer que de verdad estamos
sufriendo con lo que sea que le dijeron que hay aquí.

—Oh, no. Él ya sabe que no hay nada, tranquilo— sonrió Jungkook, dándole un apretón—. Le
interesa más que la gente sepa que no hay nada malo en el edificio porque aún tiene algunos
departamentos disponibles. Cuando tengamos que renovar contrato nos dejará mantener el precio si
firmamos una declaración que diga que no hemos tenido problemas viviendo aquí. Dice que ahorra
más dinero así que trayendo médiums y sacerdotes.

—Sigo sin sentirme mejor.

—¿Querías ver un fantasma?

—No— hizo una larga pausa que aprovechó para dar un gran bocado—. Bueno, tal vez. A veces
siento que me contagias tu escepticismo y dudo de mis propias creencias. Si viera uno al menos
podría decirte con total confianza que existen pero luego de enterarme de esto no sé qué pensar.

—Piensa en nuestra boda—sugirió Jungkook con una sonrisa que sólo le hizo sonrojar.

—Sabes que pienso mucho en eso.

—Sí pero no hemos planeado nada aún. Podríamos empezar a organizar cosas— haló suavemente
la mano de Taehyung para dejar un beso sobre ella—. El próximo año nos graduamos, podríamos
casarnos después. ¿Qué dices?

—¡Sí! ¡Claro que sí! He esperado esto por años— admitió emocionado—. Cuando nos casemos
vamos a cambiar la contraseña de la puerta.

—De acuerdo.

—Quiero poner una foto grande de nuestra boda en la sala.

—Seguro.

—Podríamos adoptar un perro.

—Claro, ¿algo más?

—Y… uhm, te amo, Kook.

—Y yo a ti, hyung— respondió y ambos sonrieron.


End Notes

Muchas gracias por leer!!

Pd: Además de otra historia que migraré para acá en diciembre, no creo volver a escribir
sobre esta ship, así que es sólo una casualidad dentro de mi perfil :)

Please drop by the archive and comment to let the author know if you enjoyed their work!

También podría gustarte