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LA TEORÍA DE KIM.

《KookV》
11.

Octubre, 1986.

87 días antes de.

El silencio inspiraba temor. El plazo se había vencido y justo ahora, la respiración de los
presentes en la sala era casi tan fuerte como los pasos secos en la habitación.

Las doce personas encargadas del trabajo de campo en medio del pequeño laboratorio del
bosque se encontraban en fila mientras con la mirada en el suelo intentaban no encarar a su
mentor.

—Necesito saber... —dijo el moreno. —Necesito entender qué sucedió aquí.

—La grabación está incompleta, Profesor. Nosotros hicimos todo lo que...

—¡Silencio! —gritó—. Elegí un número exacto de ustedes para venir aquí, por habilidades y por
destrezas. Se supone que... —se quitó los anteojos para evitar dañarlos antes de continuar—
¡Son las mentes más brillantes de su generación! ¿Y qué sucedió? ¡Dejaron escapar al sujeto!

—Profesor, por favor escúchenos —intentó intervenir uno de sus ayudantes. Todos estaban
angustiados, excepto uno entre ellos, el rubio Park que veía con desdén hacia el frente sin
apartar la mirada de su mentor. Sin remordimientos, sin miedo.

—Teníamos un plazo que cumplir. El experimento debía ser un hecho concreto para este
momento. —Masajeó su nariz entre sus dedos pulgar en índice—. Ellos estarán aquí en
cuestión de minutos y nosotros no tenemos nada... ¡Nada!

Habían perdido demasiado tiempo intentando localizar a su experimento en fuga. Y la fecha


que se había fijado para dar resultados había llegado.

Porque sí; como todo en la vida, el apoyo para realizar su investigación tenía un costo. Y sus
queridos inversionistas no estaban muy contentos con la tardanza del proyecto.

Sus palabras le quemaban en la consciencia una y otra vez. Pronto tendría la soga al cuello y no
encontraba una forma de avanzar. Después de todo... había utilizado una visión muy sucia de
su experimento para conseguir un financiamiento.

«Moverse a través del espacio podría hacer de la guerra un simple juego de escondidas.» Les
dijo.

«Un juego en donde el tiempo y el espacio no limiten los movimientos de las tropas... o quizá,
un botón de emergencia para comenzar de nuevo.»
«Una ventaja más allá de lo que podríamos imaginar.»

Porque incluso cuando pudo haber vendido sus teorías como algo positivo para la sociedad,
decidió venderlo como aquello que sus inversionistas militares buscaban: un arma.

Pero su amado vórtice no funcionaba como él esperaba. Y aunque había logrado crearlo ahora
no tenía ni una puta idea de cómo usarlo. Por eso necesitaba a aquel que salió del agujero en el
lago, porque era preciso saber qué era lo que estaba del otro lado.

Estaban jodidos. Namjoon estaba, personalmente, bastante jodido.

Ahora, no le quedaba más que aceptar su destino y poner la cara frente al grupo de
uniformados que venían desde Washington para revisar su avances.

—Profesor... —llamó uno de sus subordinados con voz tan tenue que colmó su paciencia. Tenía
en sus manos el radio que le comunicaba con los guardias del exterior.

—¿¡Qué!? Por un demonio, ¿¡Qué!?

—Llegaron.

Namjoon chasqueó con la lengua y acercando su brazo a la botella de ron sobre una de las
repisas de su oficina la destapó para luego tomar un gran trago de licor que le quemó la
garganta a su paso.

—Abran las rejas, y que les den la bienvenida. —Volvió a colocarse sus anteojos—. Quiero que
sepan que fue un honor haber trabajado como su líder.

Se dio la vuelta disponiéndose a abandonar el cuarto de control. Jimin se apresuró a tomarlo


del brazo antes de que se marchara.

¿Había sido tan grave dejar ir al niño beisbolista? No esperaba que lo fuera. Ahora se sentía
culpable, pero no podía cambiar nada, además, él sabía que ese chico era inocente y era... Era
tan solo un niño que no entendía ni la mitad de las cosas turbias que pasaban dentro de ese
laboratorio.

Jimin sabía que si el chico no hablaba, no saldría con vida de allí.

—¿Qué pasará ahora? —le preguntó en voz baja.

Namjoon alzó la mirada hacia los demás, diciendo: —¡A sus puestos de control, ahora! —e
ignorando al rubio por completo.
Todos comenzaron a moverse del lugar, ansiosos, a excepción de Jimin.

—Kim... —le llamó captando su atención puesto que él nunca se atrevía a llamarlo por su
apellido solamente—. ¿Qué pasará? —volvió a preguntarle.

—No lo sé. —Se jactó un poco—. El que tiene el dinero manda.

—No comprendo.

—Deberías de concentrarte en no desconectar las cámaras de vigilancia la próxima vez


entonces, así entenderías lo que sucede.

Jimin le soltó cuando sus palabras y sus ojos le acusaron. ¿Namjoon sabía lo que hizo? Por
supuesto que lo sabía, era la persona más inteligente en el lugar, además de que le conocía tan
bien que aunque no tuviese pruebas sabía lo que hizo.

—No somos criminales —le dijo angustiado— somos científicos. Estamos aquí para crear, no
para secuestrar y lastimar adolescentes.

—¿Es que acaso realmente no lo entiendes? El mundo real no funciona de esa forma. Y tu acto
de buena fe le dio el tiro de gracia a nuestra investigación.

—No iba a permitir que lo asesinara —declaró con firmeza—. Ni a él ni a nadie.

Namjoon se dio la vuelta para caminar hacia la entrada donde las camionetas habían
comenzado a aparcar en las afueras del laboratorio. Por primera vez en años, las rejas de la
zona prohibida del bosque habían sido abiertas.

—No iba a hacerlo, —abrió la compuerta; se acomodó su bata y antes de salir, volteando hacia
Jimin dijo—: pero ellos lo harán.

Entonces avanzó hacia el exterior, dejando a su joven pupilo sumido en la devastación y a él


mismo, lleno de incertidumbre.

Serán cinco vehículos blindados con al menos cuatro soldados en cada uno.
Namjoon contó la cantidad de hombres cuando comenzaron a descender en medio de la
oscuridad.

Finalmente, del último vehículo bajó un hombre mayor con muchas estrellas y medallas
colgando de su pecho. Con el rostro blanco, y su cabello naturalmente platinado como en una
película antigua.
Este avanzó los pocos metros que quedaban hasta llegar a Namjoon y comenzó a hablar.

—¿Funciona? —fue lo primero que dijo al acercarse.

—Coronel Miller, bienvenido.


—¿Funciona o no? —dijo tosco sin detenerse a ser cortés.

Namjoon trató de serenar su mente cuando le habló sin tartamudear.


—Tuvimos un contratiempo y...

—Eso significa que no funciona. Que es un fracaso.

El moreno tragó saliva antes de continuar.


—Si recuerda que el tiempo es relativo, no lo vería de esa forma.

El hombre le vio con curiosidad mientras Namjoon sudaba frío.


—Teníamos fecha acordada.

LA TEORÍA DE KIM.《KookV》 - Capítulo Doce

12.

Abrió los ojos repentinamente; el sonido del teléfono martillando sus tímpanos le hizo
sobresaltarse en la cama.

Suspirando, volteó a ver a su lado derecho encontrándolo vacío. La luz del baño de la
habitación estaba encendida por lo que supuso que su esposa estaba allí adentro.

El teléfono continuaba sonando, llevó su atención al aparato y lo tomó con molestia. Es decir,
era más de medianoche, ¿Quién jodidos se atrevía a perturbar sus preciadas horas de sueño?

Presionó el botón verde y contestó con voz dura.

—¿Sí, diga?

—Buenas noches, ¿algún padre o encargado de Jeon, Jungkook?

—Sí, sí. —Aclaró la garganta, en realidad no esperaba eso—. Soy su padrastro. ¿Qué sucede?

—Hablo del departamento de Policía de la ciudad de San Francisco para notificarle que su hijo
fue detenido y se encuentra custodiado en la estación central.
—Disculpe, ¿¡Qué!? —Seokjin se levantó exaltado. El sueño había desaparecido por completo.

—Se negó a tomar su llamada por derecho; pero al ser menor de edad nos vemos en la
obligación de informarle.

—No lo entiendo, es imposible. ¿Detenido bajo qué cargos?

—Posesión de alcohol y vandalismo.

«Maldición, Jungkook... » pensó.

—Está bien. Muchísimas gracias, iré enseguida. Tenga una buena noche —dijo, y cortó mientras
se levantaba de la cama.

Pasó una mano por su cabello y luego por su rostro. La llamada había logrado quitarle el sueño
de forma bastante eficaz. Tomó unos pantalones de su perchero, y luego una camisa mientras
negaba con la cabeza, molesto.

Sí, estaba demasiado molesto. Es decir, hasta donde él sabía Jungkook debería estar en su
habitación viendo cosas por internet hasta las tres de la mañana. Pero, aparentemente, el niño
había decidido fugarse de la casa, hacer quién sabe qué cosas para terminar en la cárcel y
encima de eso pretendía que nadie se enterara.

Se colocó sus anteojos junto con su chaqueta, y mientras buscaba su chequera (porque
claramente iba a tener que usarla), su esposa salió del baño, sorprendida al verlo ya
completamente vestido.

—Amor, ¿Está todo bien? ¿Qué sucede?

Estuvo a punto de desatar sus palabras con furia; pero se contuvo. Su esposa había estado
enferma las últimas semanas, lo último que necesitaba era preocuparse por su hijo el futuro
convicto.

—Sí, sí... Bueno, realmente no. Uno de mis socios estrelló su auto en el centro y necesita ayuda,
nada grave.
—¿Estás seguro?

—Por supuesto. No te preocupes, volveré pronto.

—Está bien, te quiero, cuídate —le apoyó despidiéndose de él.

—Intenta descansar. —Seokjin besó su frente y le sonrió al separarse de ella, entonces se dio la
vuelta y caminó hacia la puerta llegando al pasillo.

Soltó aire pesadamente. ¿En qué demonios pensaba el chico? O peor, ¿Qué tan mal padre era
como para no darse cuenta de que se había escapado?

Antes de marcharse hizo una parada en su oficina para tomar la copia de la llave de la
habitación de Jungkook. Y en contra de todos los principios en los que quería creer, abrió la
puerta para encontrarse con la computadora encendida reproduciendo una serie cualquiera, la
ventana abierta y una soga colgada en dirección al poste de luz.

«Esto debe ser el karma.» Se dijo a sí mismo antes de volver a cerrar la puerta con llave para
evitar que Sunhee fuera a buscarlo y devolver la copia a su lugar.

Entonces salió de la casa y finalmente subió al auto. Condujo sin saber realmente cómo
reaccionar. Él había hecho cosas bastante estúpidas en su juventud, pero eso no le había
llevado a nada, y últimamente, Jungkook estaba más incontrolable que nunca.

Esto de tener un hijo adolescente era más y más difícil cada día.

Apenas habían pasado un par de semanas desde que habían llegado a San Francisco y Jungkook
parecía evadir todas sus palabras. Sabía que no tenía derecho alguno para regañar al chico,
pero maldición, a este paso tendría que ir a visitarlo a la correccional.

«Es idéntico a mí.»


Tal vez lo era, y no lo entendía. Curiosamente irónico pensar que alguien tan opuesto a él
podría ser tan parecido al mismo tiempo. Pero después de todo, él sabía que el camino que
Jungkook estaba siguiendo lo llevaría al mismo lugar que a él.

Nunca esperó que su vida terminara de la forma en la que lo hizo. Las noches en vela pensando
en su amada, y el otoño que vivió a su lado jamás le prepararon para lo que pasó después.

Las calles parecían inquietas, al igual que su mente. Esa oscuridad en el cielo contrastaba con
las luces de los edificios, y de los semáforos que le hacían detenerse cada dos minutos mientras
sus nudillos se volvían blancos por la presión al volante.

Se estacionó frente a la comisaría, y suspiró con fuerza, no podía evitar sentir que había vivido
esto antes. No podía pasar por alto ese sentimiento en el que su cabeza fallaba. Algo no
cuadraba.

Bajó del vehículo, y colocó sus manos en sus bolsillos al caminar lento hacia el interior de la
estación. Entró recibiendo un par de miradas curiosas de algunas personas en el lugar. Su
imagen le daba un aire imponente al denotar tal seriedad.

—Buenas noches —dijo al acercarse al lugar de información—, busco a mi hijo, lo detuvieron


hace poco.

La mujer levantó la cabeza y le examinó de arriba abajo alzando una ceja al verlo.

—¿Es usted el encargado del chico Jeon?— Asintió—. Bien, ¿Tiene alguna identificación?

—Acá tiene. —Seokjin abrió su billetera y le mostró su identificación. Ella escribió su nombre en
una papeleta verde, y luego hizo señas a uno de sus compañeros para que se acercara.

Cuando finalmente lo hizo, ella le dijo a Seokjin. —Mi compañero le atenderá. —Le entregó
otra hoja al oficial—. Viene por el chico de los grafitis —le indicó ahora al otro.

—Acompáñeme.

—Gracias. —Le imitó cuando comenzó a moverse, asintiendo. Era incómoda la forma en la que
los oficiales le veían al caminar por el pasillo.
A través de los corredores de la comisaría había varias salas con grandes vidrios desde donde se
podían ver a muchas personas en sus propios problemas con la ley.

Pudo ver a Jungkook en la carceleta de la comisaría al fondo del lugar. Estaba en pijama y tenía
el cabello mojado.

—Bien, déjeme ver —dijo el oficial llamando su atención, luego abrió el expediente cuando se
acercaron de las rejas—. Delito menor, su hijo... Jared....

—Jungkook.

Desinteresado. —Sí, Jacob. Manchó las escaleras de la biblioteca, además de vandalizar dos
estatuas en la entrada de la misma. Incendiando botes de basura que rodaron por el césped
frontal, presuntamente intoxicado y en compañía de otro menor.

LA TEORÍA DE KIM.《KookV》 - Capítulo Trece

13.

El tiempo es una línea recta hecha con tinta oscura y permanente.

Cuando esta es alterada y una línea de tiempo nueva aparece, algunos sucesos parecen
fragmentarse, para unirse a la nueva historia.

De todas las historias que Jeon Jungkook rompió, esta es la primera.

La noche en la que una fuerte tormenta azotó el condado mariposa en California, Kim
Taehyung se vio acorralado en medio de los árboles del bosque. Él estaba buscando respuestas
de lo que creía era una conspiración a orillas del lago, pero lo único que había logrado
conseguir era terminar a su suerte en medio de la oscuridad.

Las primeras gotas comenzaron a brotar del cielo, una a una mojando al castaño, logrando
empañar sus anteojos. Siguió avanzando pero le era imposible ver con claridad mientras el agua
le atacaba y le hacía tropezar contra las rocas.
Un destello lo cegó por un par de segundos cuando iluminó completamente el cielo nocturno,
casi aturdiendo al chico.

Su hermano lo había abandonado por una estúpida película; y a menos que quisiera terminar
alcanzado por un rayo necesitaba salir de allí justo ahora.

Agitó la cabeza; comenzó a correr intentando esquivar las ramas de los árboles. La historia
original y aquello que Taehyung encontró esa noche no tenían nada de científico.

No tropezó; no había nadie en su camino; simplemente siguió avanzando mientras maldecía


mentalmente a Seokjin. Le importaban un carajo los experimentos y la gente alrededor del
lago, así que huyó del bosque sin detenerse a mirar hacia atrás.

La carretera estaba vacía y las gotas de lluvia le golpearon la espalda con rudeza. Su campo de
visión estaba limitado y de no ser por la adrenalina estaba seguro de que estaría temblando por
el frío y la ropa mojada pegada a su cuerpo.

Avanzó por el extravío hacia la zona residencial, corriendo por los jardines traseros de las casas.
Entonces, la suela de sus converse altos se deslizó sobre el asfalto mojado cuando intentó saltar
la cerca de uno de sus vecinos.

Finalmente tropezó cayendo hacia su destino alguna vez escrito.

Se quedó sobre la acera dolorido mientras que quejándose del dolor intentaba levantarse; pero
entonces, encontró algo en lo que no debió entrometerse.

A pocos metros había otra persona igual de idiota que él en el suelo bajo la lluvia.

Era un chico que lloraba y tiraba de su cabello con fuerza. Estaba de rodillas entre la tierra y
arrancaba las rosas en medio de su jardín.

Estaba gritando, pero su llanto desgarrador era eclipsado por el sonido de la lluvia; aún así,
Taehyung frente a él fue capaz de contemplar la desesperación pura del dolor en esos ojos y la
forma en la que parecía desear con ansias desaparecer mientras gemía.

Un alma necesitada.

Taehyung reconoció a ese chico, iba en la misma clase que su hermano. Le vio con pesar y se
levantó del suelo; entonces caminó hacia él transgrediendo con una de las reglas que le había
impuesto su hermano desde que habían terminado en el mismo grado, en la que no debía
hablar con nadie cercano al mayor.

—¡Oye, detente! —le dijo corriendo hacia el chico. Tomándolo de los hombros para hacerle
reaccionar—. ¿Qué sucede contigo?
El chico Min levantó el rostro al verlo. Sus ojos estaban hinchados, su cabello pegado a su
frente, y sus manos temblaban del dolor al igual que el resto de él. El vacío le ardía por dentro,
tanto que sentía que iba a terminar por quemarlo.

La imagen del joven alto frente a él logró confundirlo por un segundo. ¿Qué clase de aparición
era esta? Los anteojos, el cabello castaño y desordenado al igual que esas manos le hicieron
pensar por un segundo que a lo mejor el arrepentimiento existía cuando por un instante sintió
que había regresado en el tiempo.

Pero supo que se había equivocado al reconocer a Taehyung cuando este se arrodilló a su
altura.

—¿¡Qué haces tú aquí!? —cuestionó entre sollozos. Él ya conocía al menor de los Kim y no era
exactamente a quién esperaba.

—¡Lo mismo digo! —Yoongi parpadeó, no recordaba así de alto a ese niño—. ¿Qué demonios
estás haciendo? ¿Por qué estás aquí afuera? ¿Que no ves que hay una tormenta?

Taehyung se pasó una mano por el cuello preocupado; las manos del pelinegro estaban llenas
de sangre. Las espinas de las rosas que había arrancado preso de su desesperación solo habían
logrado causarle aún más dolor físico desgarrando la piel de sus dedos y palmas.

—Yo... yo... —¿Qué debía decir? No había una explicación coherente para lo que estaba
haciendo. Respiró con fuerza y tartamudeó—. Mi abuelo...

Taehyung levantó la vista hacia la casa. Las luces estaban encendidas a pesar de la hora, había
personas adentro además de una gran guirnalda de flores en la puerta. No había que ser un
genio para entender lo que había acontecido.

—¿Cuándo sucedió?

—Anoche.

El castaño asintió, nunca supo ser sentimental.


—Vamos, levántate. Entremos a la casa.

—No, es un maldito funeral—se negó cuando el chico intentó tomarlo por los hombros
poniéndose de pie—, hay muchas personas adentro, incluso tus padres están allí. No quiero
que nadie me vea así.

Lo meditó por unos instantes, no podía dejar allí al chico. Sus heridas podían empeorar o
incluso la hipotermia podría matarlo, pensó.
—Vamos a mi casa —le dijo—. Si mis padres están aquí, no habrá problema con que te ocultes
allí un rato.

—¿Qué hay de tu hermano? —preguntó.

—Salió con una chica; relájate, estaremos bien.

El pelinegro suspiró con fuerza, ahora más consciente del frío que caló en los músculos de su
espalda.

Su padre lo ignoraba; no tenía más a su abuelo, y la persona de la cual esperaba recibir al


menos el mínimo rayo de afecto que necesitaba se encontraba a un par kilómetros de distancia
viviendo un romance de película.

Estaba solo.

La única opción que tenía era la benevolencia que brotó del más joven de los Kim esa noche.

Volteó a ver por un segundo a su casa y asintió al chico. Taehyung lo tomó del brazo y lo hizo
caminar a su lado fuera del jardín atravesando la acera.

Corrieron bajo la lluvia dos casas a la derecha y luego entraron en la casa de los Kim por la
puerta trasera intentando pasar desapercibidos en caso de que alguien hubiese regresado.

El mayor se tambaleó en las escaleras cuando siguió al muchacho hacia el segundo piso.

Taehyung cerró la puerta de la habitación con llave cuando llegaron y se dispuso a buscar en su
closet. El otro le vio con curiosidad sin alcanzar a comprender por qué demonios había sido él
quien apareció.

Kim le lanzó una camiseta y un pantalón deportivo seguido de una toalla, el mayor se sentó a la
orilla de la cama.
—Ponte esto —le dijo Taehyung mientras él mismo comenzaba a secarse y cambiar su propia
ropa.

LA TEORÍA DE KIM.《KookV》 - Capítulo


Catorce

El tiempo nunca se detiene. Ha sido llamado sanador de heridas por muchos. Sin saber, que el
tiempo no te cura, solamente es hipócrita para consolar.
De los miedos, los errores y la agonía del alma, el tiempo, es el primero en burlarse.

—Necesito la descripción completa del muchacho.

Las luces rojas y azules de la patrulla hacían que las sombras de los árboles lucieran un poco
más tétricas que de costumbre.

El sector completo del bosque había sido evacuado; y en especial, el área del lago circulado con
cinta amarilla para evitar que los turistas continuaran acercándose.

La policía y los paramédicos se encontraban alrededor. El cielo había comenzado a oscurecer y


Seokjin no sabía qué demonios hacer, todo había sucedido muy rápido.

Agitó la cabeza e intentó enfocarse en el oficial que le hablaba.


—Disculpe, ¿Qué dijo?

—Necesito una descripción física completa del muchacho —repitió con su bolígrafo en mano.

—Tiene cabello negro, estaba usando una chaqueta de mezclilla oscura y una camiseta negra
con letras rosas. Uhm, tiene perforaciones varias perforaciones y... los ojos grandes.

El oficial asintió.
—Excelente, nos servirá para identificarlo. Por el momento, continuaremos buscando en los
alrededores del lago mañana, en caso de que se encuentre en la orilla.

—¿¡En la mañana!?

El hombre pareció restarle importancia. Cuando esto pasaba, difícilmente encontraban


respirando al desaparecido.

—En la mañana —volvió a decir el oficial duramente.

Seokjin asintió; era apenas capaz de hablar por lo consternado que estaba, tenía una toalla en
su espalda que le habían dado los paramédicos cuando lo sacaron del agua después de
tranquilizarlo.

No había mucho que explicar, en el momento en el que Jungkook cayó al agua intentó llegar
hasta él pero fue imposible. Alguna vez pudo moverse con facilidad, pero esos tiempos estaban
muy lejos ya.

El chaleco salvavidas le mantuvo a flote el suficiente tiempo como para que otros turistas se
alarmaran y llamaran a los guardabosques del lugar.

Su pecho dolía. Y no sabía si se trataba de la falta de oxígeno o de la culpa.


Se sentó en la parte trasera de la ambulancia que llegó al lugar mientras temblaba.
Había al menos diez personas con linternas recorriendo el lugar como parte del protocolo de
rescate; pero él sabía que eso no llevaría a nada.

La voz del oficial y de los guardabosques a la distancia le tenían petrificado.


Y es que ellos, aún después de horas y con todos sus intentos... no creían que fueran a
encontrar algo en realidad.
Al menos no hasta dentro de un par de días.

—Creen que está muerto, ¿No es así? —murmuró para sí mismo. Él que creció en ese lugar y
que había visto la voracidad del lago de cerca, no fue capaz de tener esperanza—. Yo también
lo creo.

Se escuchó bullicio del otro lado lado; Seokjin levantó la cabeza con desdén y encontró a su
esposa discutiendo con un policía que no le dejaba pasar del área acordonada.

Levantó una mano para que ella le notase, al hacerlo, él se levantó de prisa e intentó correr
hacia ellos; pero nuevamente, su pierna le traicionó y cayó entre la tierra.

Gimió de dolor y de rabia en un triste intento de ponerse de pie; ella llegó a su lado y le tomó
del brazo para ayudarle.

Después de tanto tiempo, seguía arruinando todo. Estaba perdido; era inútil y completamente
patético.

Logró ponerse de pie a tientas; su esposa le veía asustada.

—¿Seokjin, te encuentras bien? ¿Qué sucedió? Recibí la llamada del oficial.

—Yo... —Levantó la mirada lleno de pesar.

—¿Dónde está? —preguntó alterada—. Dime por favor que lo encontraron.

—Llevan horas buscando, dijeron que... —respiró con fuerza— dijeron que lo buscarán en la
mañana.

—¿¡Qué!? Seokjin... eso significa que...

Él se acercó a ella y dejó caer su cabeza sobre su hombro cuando comenzó a llorar.
El chico no se merecía esto, y ella tampoco. Ninguno de los tres merecía seguir sufriendo.

Carraspeó con la garganta cuando un nudo se formó en ella, y entonces, finalmente fue capaz
de hablar.
—Desapareció, perdí a nuestro hijo —dijo él mientras luchaba por no tartamudear.

Ambos se abrazaron en medio del llanto desesperado. Ninguno de los dos podía hacer esto.

...
60 días antes de.

La luz de la mañana es amigable. Está llena de bondad, y buenos deseos.

Jungkook estaba en cama, al abrir los ojos, lo primero que encontró fueron los rayos de sol
colándose por la ventana y el olor chocolate recién preparado a su lado.

Habían pasado un par de días desde su último colapso y le había tomado un poco más de
tiempo recomponerse.

Lo cual no había sido problema ya que gracias a su divina intervención, el circuito eléctrico de la
escuela había fallado y por ende, las clases estaban suspendidas hasta la próxima semana
mientras arreglaban el problema.

Se sentó en la cama de Taehyung (ya que se había adueñado de ella) y estiró sus brazos.
Aunque probablemente debieron llevarlo al hospital, no lo hicieron.

Taehyung sabía que eso despertaría demasiadas sospechas. Es decir, ir a urgencias por un par
de golpes era algo sin importancia; pero, ¿Qué se suponía que dijeran? No podían simplemente
aparecer con un chico cuyo cuerpo parecía tener un repelente de energía adherido. Por lo que
decidieron encargarse ellos mismos del problema.

En fin, el castaño tenía razón, siempre la tenía. Sí, no había pisado el hospital; pero Taehyung y
la señora Kim lo habían estado mimando tanto que se sentía como si tuviera la atención del
mejor hospital de todos.

Tomó su chocolate de la mesa de noche y le dio un gran trago dejando que este calentase todo
su interior antes de dejarlo nuevamente en su lugar. Después de las cosas que había visto, se
sentía vulnerable, apenas había querido hablar sobre eso.

Cuando el director de la escuela preguntó qué había sucedido. Taehyung y Yoongi reaccionaron
asustados inventando una historia de cómo ellos inocentemente estaban limpiando la piscina
cuando el sistema eléctrico colapsó. Y diciendo, que Jungkook había intentado arreglarlo.

Jeon pensó que era una excusa patética; pero el director pareció creerles. Y eso era más que
suficiente.

Ahora solo les restaba mantener oculto su generador y recalcular los datos; pero lo cierto era,
que ninguno de ellos tres tenía la valentía para intentarlo de nuevo.
¿Qué si la onda eléctrica les había afectado? No lo sabían. Pero de lo que sí estaban seguros,
era de que habían logrado hacer algo extraordinario. Y que si tan solo tuvieran el resto de los
apuntes, podrían controlarlo mejor.

LA TEORÍA DE KIM.《KookV》 - Capítulo Quince

La última vez o quizá la primera; el final de algo es el inicio de otra cosa quizá muy distinta a la
anterior.

La luz del día hace parecer que la vida avanza rápido; por eso, las noches son eternas cuando no
se le teme a la oscuridad.

—¿Cara o cruz?

Cada brecha del destino crea una historia por accidente. A veces un hermoso momento, otras
una tragedia; pero siempre, una anécdota nueva para contar.

Jungkook volteó a ver al chico a su lado, quien sostenía una moneda frente a él.
Estaba oscuro, y la luz de la calle era lo único que le ayudaba a asimilar los objetos a su
alrededor.

—Creí que estabas durmiendo —le dijo acomodándose para verlo mejor.

El chico negó viendo hacia el techo, y sentándose entre las sábanas de la cama.
—Elige, cara o cruz.

—¿Qué sentido tiene?

—Solo hazlo.

Jungkook frunció el ceño.


—Cruz —eligió sin saber realmente a qué se debía su pregunta.

—Entonces supongo que debo irme —le dijo.


El pelinegro se recompuso sobre la cama, sentándose al verlo comenzar a levantarse.

—Alto, alto, espera. Eso no es justo, no sabía las reglas de tu juego

—Elegiste cruz, así que sí.

—Eres un tramposo.

El chico rio negando con la cabeza mientras tomaba su ropa del suelo para volver a vestirse

—De todas formas, si hubieses elegido cara también te habría dicho lo mismo.

—Dominic... —le llamó con suave voz sin dejar de verlo—. No tienes que irte.

El otro se puso de pie, abotonado su pantalón y batallando por ponerse sus zapatos sin
tambalear mientras se sujetaba de la repisa de Jungkook.

—Odio ese nombre —le interrumpió—. Además, sí, tengo que, te recuerdo que tu padrastro
está a dos habitaciones de esta.

—¿Le temes a Kim?

—No, pero seguir follando con su hijo no sería un gran agradecimiento de mi parte por sacarme
de prisión.

Jungkook se rascó el cuello apenado. El chico ya estaba vestido, y Jeon le vio caminar hacia la
ventana.

—Como sea, es tarde, las calles no son seguras a esta hora.

Este solo rio, y quitó el pestillo para abrir la ventana y empezar a pasar una pierna por el marco.

—¿Acaso no recuerdas de dónde vengo? —le dijo casi burlándose de él—. Chico, las calles de
Nueva York podrían darle una paliza a las calles de San Francisco.

—Dejando tu altanería de lado, yo hablo en serio, podría sucederte algo. Es peligroso.

El pelirrojo negó con la cabeza, antes de pasar la otra pierna por el marco y sujetarse el balcón.

—Tranquilo, sé cuidarme solo —respondió—. Descansa, Jungkook. Te veré en la mañana, no


llegues tarde —dijo, antes de soltarse finalmente para trepar por los balcones, y aterrizar entre
las hojas que estaban cerca de la acera de la casa de Jeon.

Jungkook suspiró y se dejó caer de espaldas sobre su cama de nuevo. No tenía idea de la hora,
pero el sonido de su reloj sobre la mesa de noche era lo único en lo que podía concentrarse.
Se sentía culpable, probablemente debió decirle a Dominic que no iría con él a la playa al día
siguiente; pero no lo hizo.
Quizá porque no quería fallarle a su único amigo, o porque no era bueno diciendo la verdad.
Quizás ambas.

Bueno, después de todo, decir la verdad nunca le había traído nada favorable.

60 días antes de.

Los árboles de la carretera parecían gritarle que se apresurara, mientras avanzaba velozmente,
a zancadas, como si intentara mover el suelo con los pies.

Su pecho temblaba al jadear, respirando por la boca. Sin detenerse y corriendo en la oscuridad
del pueblo.

Taehyung estaba desesperado por escapar de sus pensamientos y sus ideas.


Apenas podía ver el camino debido a las lágrimas en sus ojos.

No pretendía ser dramático. Pero se sentía como si toda la parte racional de su cerebro se
hubiese apagado.
Toda esta inteligencia no le servía para nada mientras buscaba una solución.

Estaba corriendo de regreso al pueblo, la zona residencial estaba cerca. Lo sabía por las luces y
las voces que se escuchaban no muy lejos.

Cuando llegó al centro, se quedó quieto viendo a las personas a su alrededor con sus disfraces y
riendo alegres.

Es cierto, aún era Halloween.

Los niños corrían por las avenidas con gran alegría y las calles estaban iluminadas por velas en
las ventanas de unos cuantos comercios que aún se encontraban abiertos.

El color de las calabazas que adoraban, combinaba con las hojas ocres que estaban por toda la
acera, y a su vez, estas en contraste con las tétricas ramas desnudas de los árboles.

Se limpió el rostro y comenzó a caminar por el lugar con calma. Habían pasado años desde la
última vez que estuvo un Halloween en el centro. Y estaba tan jodido, que hasta la melodía de
una canción que cantaban los pequeños disfrazados le pareció deprimente.

Un par de metros adelante. Se paró frente a la única licorería abierta para comprar algún licor
de trago amargo.
Entró sin problema alguno y se acercó a uno de los aparadores tomando una botella de líquido
transparente. Luego se acercó al mostrador para pagar, sin decir mucho.

¿Beber le parecía estúpido? Sí. ¿Estaba desesperado? También.

Sabía que no tenía sentido; pero sus pensamientos comenzaban a hartarlo. Tanta inteligencia, y
lo único que quería era desconectar su cerebro por un momento.

—¿Seguro de que quieres llevar eso? —le dijo a la dependiente.

—En este momento llevaría lo que sea —confesó con cansada expresión.

—Voy a necesitar tu identificación, jovencito.

Sonrió tranquilamente y tomó su billetera para sacar de ella su identificación falsa para
deslizarla sobre el mostrador hasta la cajera, quien no estaba muy convencida de la edad que
decía tener.

—¿Veintiún años, eh? —le dijo con una ceja alzada. Sabiendo que él iba a la misma escuela que
su sobrino.

—Recién cumplidos —declaró antes de tomar varios billetes y ponerlos frente a ella—. Puede
quedarse con el cambio.

La mujer dudó en tomar el dinero; pero el sonido de la caja registradora abriéndose le confirmó
que había salido todo bien.

Tomó su botella y se dio la vuelta camino a la salida.

LA TEORÍA DE KIM.《KookV》 - Capítulo


Dieciséis

California; 1984.

El sonido de una guitarra al atardecer marcaba el final de las vacaciones de verano.

La luz que resplandecía por todo el lugar llenaba cada rincón de los verdes follajes de California,
pero en especial, del jardín trasero de la casa de Agustus Min.

—Creí que esto sería divertido, pero veo que me equivoqué— dijo el castaño a su lado mientras
le veía escarbar la tierra.

—No actúes como bebé. Deja esa guitarra y ven a ayudarme.


—No tienes que ser grosero conmigo...

—Entonces apresúrate, el abuelo volverá pronto y nos castigará si nos ve holgazaneando.

Habían pasado muchos años desde que Seokjin apareció junto a su familia en la sala de su casa.
Años en los que el pelinegro no volvió a necesitar de nadie para llenar sus tardes.

Como cada final de estación desde que tenía memoria, Yoongi se encargaba de cuidar el jardín
que con tanto esmero había construido en compañía de su abuelo; y en el que obviamente, no
podía faltar la ayuda de su fiel compañero de idioteces, el mayor de los chicos Kim.

Habían comenzado podando la maleza y haciendo nuevos injertos de flores en los alrededores
de la casa. Ahora, se encargaban de colocar tierra abonada en las macetas que adornaban las
ventanas, y de recortar las hojas de la frondosa copa del árbol que caían hacia la ventana de la
cocina.

—Como sea, debemos darnos prisa. Mañana es el inicio de nuestra gran vida como chicos de
preparatoria.

Yoongi rodó los ojos, recién había cumplido dieciséis años y realmente no le entusiasmaba la
idea de la preparatoria. Pero Seokjin... él estaba demasiado emocionado. Era de lo único que
había hablado el verano entero, y justo en ese momento... estaba a punto de ser aplastado por
las ansias de que la mañana siguiente llegase.

—No es la gran cosa, relájate. Volveremos a la escuela, ¿qué más da?

—Serán los mejores años de nuestra vida, lo sé. Seré popular, las chicas me amarán y luego iré
a la universidad para lograr salir de este pueblo.

—Ajá, y según tú, ¿cómo vas a lograr todo eso?

—Entraré al equipo de béisbol. Ya verás, seré el capitán del equipo para cuando estemos en
último año.

—Eres bastante ambicioso para alguien que debería estar ayudándome con las rosas —dijo con
alegre tono.

Seokjin abrió los ojos, emocionado. Tenía poco más de diecisiete años, y era tan optimista
como alguna vez pudo ser.

Sus sueños eran lúcidos y prometedores, pero no podía pensar mucho en ellos cuando su
amigo sostenía frente a él con delicadeza los tallos verdes para injertarlos en la tierra.

Y es que Seokjin amaba las rosas casi tanto como amaba el béisbol.
Su época favorita del año era aquella en la que los rosales del jardín de su amigo comenzaban a
florecer, pero para ello, primero debían de plantarlos.

Dejó su guitarra de lado y corrió hacia Min para verle colocar con lentitud los tallos entre la
tierra, alrededor del gran árbol en el centro del jardín.

Seokjin sonrió cuando el otro lo hizo. En un par de meses, podría ver los rosales completamente
llenos de color y eso le emocionaba incluso más que cualquier cosa.

Colocó sus manos en los hombros del muchacho con satisfacción. «Sí, definitivamente será un
buen año», pensó.

Levantó su vista hacia el tronco del árbol; entonces, las viejas marcas en su corteza llamaron su
atención.

—Oye, Gus. ¿Qué significan estos símbolos? —le preguntó tocando el tronco lentamente.

El pelinegro sonrió. —Es mi nombre, mi abuelo lo talló hace años, se supone que los símbolos
significan mi brillo y mi paso por la vida, pero me sorprende que aún se entienda.

—Luce increíble —le dijo. Su fascinación por el mundo era real cuando estaba en ese jardín. Un
Seokjin que era capaz de amar la brisa en el viento del verano.

Agustus se puso de pie tendiendo en mano una pequeña navaja de jardinería.


—¿Quieres que escriba el tuyo? —le preguntó.

—¿Lo harás?

—Claro —clavó en la corteza su navaja—, será el símbolo de tu paso por el mundo—dijo


imitando las palabras de su abuelo. Yoongi asintió con tranquilidad y se acercó al árbol en
donde talló su nombre junto al suyo.

Seokjin se sentó en la tierra mientras le veía tallarlo. Siempre había sido más alto que su amigo,
pero se sintió pequeño en ese momento porque tenía miedo del futuro.

Cuando terminó, Yoongi se acomodó a su lado dejando caer su espalda entre la grama. Luego,
Seokjin le imitó para quedar ambos viendo hacia el último cielo de su utopía.

—¿No estás asustado? —le preguntó con las manos detrás de su cabeza mientras veía las nubes
pasar.

—¿De qué?
Yoongi volteó a verlo. El castaño estaba enfocado en el cielo mientras que él solo podía ver el
perfil de su rostro, nunca supo de qué se trataba... Era algo tan simple como lo mucho que le
gustaba estar a su lado.

—Ya sabes, de nuestro futuro.

El castaño sintió su mirada, así que volteó su cuerpo hacia él causando que el otro se
sobresaltara un poco cuando lo tuvo tan cerca. Seokjin le sonrió y extendió su brazo para
colocar su mano sobre el pecho del menor, este no apartó sus ojos, y rogó al cielo que el chico
no fuera capaz de sentir la forma en la que sus latidos aumentaron con su toque.

—No —dijo con serenidad, cuando los miedos hicieron lucir tan grandes los ojos de Kim—, y
tú... ¿Estás asustado?

Seokjin tragó saliva con fuerza.


—Mucho —le contestó.

De una línea con una intersección, a punto de convertirse en dos líneas en ángulos totalmente
diferentes.

49 días antes de.

Todas las realidades coexisten unas con otras al mismo tiempo. Los pasos y decisiones que
tomamos, cambian todo a nuestro alrededor cada segundo.

Pero ¿Qué es un segundo?


Después de todo, el tiempo es relativo e inexistente.

La pequeña luz verde se encendió en plena madrugada en medio de la oficina. La cena no había
sido más que frutos secos y mucho licor barato.

Namjoon sabía que sus conocimientos eran cuestionados debido a su tendencia a consumir
alcohol; pero más allá de una adicción, era un estilo de vida.

Para un hombre de sus dimensiones físicas, y con la resistencia que había conseguido durante
años, él estaba seguro de que podía actuar como si estuviese completamente lúcido incluso
después de una botella de ron.

Pero hasta él mismo sabía que las cosas que sentía últimamente no eran normales. Le dolía la
cabeza, y se mareaba sin razón aparente.

Lo cual le llevaba a cuestionarse muchas cosas. Y es que, no estaba seguro de si su salud


empeorando era producto del campo eléctrico que cubría todo el pueblo, de la misma
radiación, o de no haber tenido un plato de comida decente en meses.
LA TEORÍA DE KIM.《KookV》 - Capítulo
Diecisiete

California, 1986.

46 días antes de.

Las manecillas del reloj se mueven constantemente; si corrieran hacia atrás, ¿Significa que el
tiempo retrocede, o simplemente que el reloj está roto? Después de todo, el tiempo parece ser
abstracto.

Los pobladores del condado mariposa dormían; completamente ajenos a las camionetas de
vidrios oscuros que comenzaron a aparcar en el estacionamiento de la escuela, ni de las
personas y el equipo que comenzó a desplegarse allí.

Quizá había mucho en juego; quizá tenían pistas poco claras. Pero inclusive de esa forma, las
personas a su alrededor estaban cometiendo un gran error con ellos.

Después de todo, nunca se debe subestimar a un hombre humillado.

El profesor Kim Namjoon bajó de la primera camioneta con sus anteojos oscuros, y cubrebocas.
No utilizaba su usual bata, estaba vestido completamente de negro, y sí, había tomado una
ducha. Su cuerpo podría estar sobrio por primera vez en mucho tiempo; pero su alma estaba
ebria de conocimiento.

—Tienen dos horas, muchachos —dijo a su equipo—, quiero ojos por todo el maldito lugar.

Los hombres asintieron; antes de extenderse por todo el terreno de la escuela.


Tenían vía libre para colocar cámaras que cubrieran cada centímetro del edificio, el
estacionamiento y sus alrededores.

—Profesor —le llamó Jimin a sus espaldas haciendo que volteara a verlo. Con él traía los planos
de la escuela. Esto de tener acceso a tanta información era reconfortante.

—Park, justo a tiempo.

—¿Para qué necesitamos esto? —cuestionó. Namjoon tenía la idea de colocar un duplicado del
radar del bosque en lo alto de la escuela. Así, podría tener una imagen de la energía del sujeto
fugitivo dentro de ambos perímetros.
Ya habían identificado al infractor principal; este chico, Kim Taehyung había estado ayudando a
su experimento a mezclarse entre las personas. Y con un talento innato para la falsificación, le
hacía saber que no podían confiar del todo en los expedientes que tenían, así que su amigo del
otro lado podría ser cualquier persona.

—Nos será útil en un par de días —Namjoon tomó los planos complacido—. Y tú, deberías ir a
descansar. Es tarde.

—Señor, no soy un niño —le dijo molesto.

—Sí, eres un niño. ¿Recuerdas? —volteó a ver su reloj—. Ve a prepararte, tienes clases en un
par de horas, hijo —le dijo fingiendo una sonrisa.

No era suficiente con las cámaras; mientras comenzaba a trabajar en el duplicado del radar.
Necesitaba ojos... entre ellos.

A este paso, o lograba recuperar a su mascota, o le conseguía un smoking Park para ir al baile.
Jimin suspiró.

Se habían estancado, pero ya no más. Era la visión de un inestable mental.

...

Incluso si el tiempo retrocediera, ¿sigue siendo real?

Taehyung se levantó ese día con el propósito de avanzar aunque sea en lo más mínimo en su
investigación.

Era demasiado temprano, el cielo aún estaba oscuro. Puso ambos pies sobre la alfombra, y
suspiró con fuerza antes de tomar sus anteojos del buró junto a su cama. Encendió la lámpara
de escritorio que había reemplazado como cien veces ya, y tomó su libreta antes de comenzar a
escribir.

Una explicación.

Taehyung había aplicado correctamente el método científico, justo ahora estaba en la etapa de
la experimentación; pero debía replantearse todo lo que sabía hasta ahora.

Jungkook atravesó la barrera del espacio tiempo; si sus hipótesis eran correctas, de alguna
manera las corrientes eléctricas se habían adherido a su ondas cerebrales.
Pensaba que solo a las ondas Theta, las cuales le permiten ponerse en contacto con su
subconsciente.

Pero ¿Qué tal si todas sus ondas cerebrales hubieran sido alteradas? Alfa para manipular sus
recuerdos, las beta para poder estar consciente de su espacio y las delta... quizá solo para
mantenerlo a salvo, o cuerdo. En conjunto, hacen a su cerebro absorber la energía y poder
canalizar al ser él mismo un conductor natural.

Bien; esto era casi posible. Y se sumaba a la lista de cosas que no podía verificar por su falta de
equipo. Se pasó la mano por la frente; se estaba cansando de eso.

Ahora, si sus recuerdos eran manipulados de esa forma. Significaba que a lo mejor no
necesitaba encontrar la forma de hacerlo atravesar el punto de origen.

Jungkook tenía la misma energía del lago. Es decir, nunca podría acercarse al origen
físicamente; pero qué tal hacerlo en sus recuerdos.

Taehyung levantó la cabeza mareado. La carga mental cada vez era más grande, pero él no
podía darse el lujo de flaquear. No ahora. Se quitó los anteojos y pasó su mano por su cabello
para llevarlo hacia atrás, estirando sus extremidades y haciendo crujir los huesos de su espalda.

Entonces, se sentó en la alfombra. Para después pegar el pecho a esta, y comenzar a levantar
su cuerpo sosteniéndose con sus brazos cuando comenzó a hacer flexiones.
Cuando su mente no parecía soportar el peso de todo el conocimiento, el resto de su cuerpo
debía salir en defensa de sí mismo. O al menos eso intentaba el castaño, dolor físico para
mantener clara la mente.

Su abdomen y espalda se tensaron mientras seguía pensando.

¿Qué tan manipulables eran los recuerdos del chico? Porque su Jungkook era el Jungkook del
futuro y a la vez del presente, y este sentía cuando las cosas que el Jungkook del pasado
cambiaban.

Agitó la cabeza cuando comenzó a sudar. Eso no estaba bien planteado.

Recapitulando, su Jungkook en 1986 podría sentir las cosas que cambiaba del Jungkook de
2019, incluso, las cosas que le hacían daño a la versión de Jungkook siendo niño.

Eso significaba que este era capaz de permanecer en contacto con otras versiones de él. Y al ser
él, la versión del presente, era quien tenía acceso a manipular la historia de los otros dos
porque parte de sus acciones estaban en él.

Si lograba mantenerlo estable al momento de entrar a su subconsciente, ¿podría hacer que


hablara con las personas a su alrededor? Porque Jungkook cambiaba la versión de sus
recuerdos cada que un mínimo detalle se movía de lugar. Como un dominó existencial, el
pasado, el presente y el futuro ocurrirían al mismo tiempo, cada uno siendo consecuente del
otro.

Al plantear una teoría, si no se comprueba una hipótesis, o si resulta falsa se debe reformular
con nueva información. Y adquirir esa información era todo un proceso. Así que primero tenía
que hacerlo entrar en la piscina, y terminar el generador para que contuviera la energía de
Jungkook, absorbiendo está y luego, manipular sus recuerdos hasta el punto de hacer que
Seokjin le dijera qué le había sucedido a su pierna, y a su hermano.

Cierto, también estaba el asunto de su muerte. Taehyung había comenzado a ejercitarse y a


controlar con cuidado sus alimentos para mantener su cuerpo estable, lo cual era un problema
ya que estaban en invierno y sus alergias siempre le atacaban.

LA TEORÍA DE KIM.《KookV》 - Capítulo


Dieciocho

California, 1984.

Mientras más pasa el tiempo, la esencia humana se vuelve peligrosa. Es el destino de todo ser
humano ser corrupto, al final la inocencia es una virtud que muy pocos logran mantener.

—No estoy seguro de que se vea bien.

—¿Bromeas? El rojo es tu color.

Era la noche previa a su gran día en la preparatoria. Seokjin y Yoongi habían terminado de
trabajar en el jardín, y se habían dirigido a la casa de los Kim a merendar.

El hermano de Seokjin siempre estaba encerrado en su habitación, al igual que ellos, quienes se
habían encerrado en la del mayor.

Seokjin quería dar una buena impresión.


Por ello, le había pedido su opinión a Agustus sobre su ropa. El pelinegro aceptó con gusto,
pero no esperaba que fuera tan difícil.

Era la tercera vez que Kim se cambiaba, y su ansiedad no parecía calmarse.

—¿No crees que me veo ridículo?

Agustus le vio con molestia, iba a golpearlo si seguía diciendo tonterías.


—Jin... te prometo —aclaró la garganta— te juro que te ves bien.
—Pero...

—Pero nada, cállate.

Suspiró; habían pasado muchas cosas en las vacaciones. Por ejemplo, Seokjin había llegado a
esa edad en donde los muchachos se volvían hombres.

Siempre había sido un chico alto y un poco llenito; pero ahora, sentía que la pubertad le había
dado una patada. Es decir, era mucho más alto que antes, y la masa corporal de su cuerpo
parecía haber crecido en su espalda, por lo grande y fornida que se veía. Aún no tenía marcado
el abdomen, pero unos cuantos meses más de ejercicio y él sabía que los tendría.

—No seas grosero conmigo.

—¡Me estresas, tarado! ¿Cómo es que estás preocupado por eso? Yo soy quien debería estar
acomplejado, no tú.

—Tú estás bien así, no me jodas.

—Seokjin —le dijo serio— parezco una marioneta a tu lado.

El mayor quiso decir algo que lo animara; pero no pudo, una fuerte carcajada salió de su boca
sin proponérselo. Era gracioso, de hecho, su hermanito y Min eran de la misma altura pese a
que el pelinegro era mayor que él.

Yoongi se cruzó de brazos.


—¡Lo siento! —intentó disculparse mientras su fuerte risa resonaba por toda su casa—. Eres
April, la marioneta.

—Justo cuando creí que no podías ser más idiota sales con esto.

—¿Qué tiene de malo? Oh, vamos. No entiendo por qué no te gusta tu nombre. ¡Es genial! Es
bastante ingenioso si lo piensas en realidad.

Seokjin negó con la cabeza, quitándose la camisa que se estaba probando. Min volteó a ver
hacia otro lado casi inconscientemente, Kim sonrió apenado.

—No digas cosas así.

—¿¡Por qué no!?

—Me siento tonto.

—Oye, no puedes culparme, tú eres mi abril de agosto.

—¿Y eso qué significa?


—Primavera en otoño.

En otra vida, Agustus Min habría deseado no voltear a verlo para notar la mano en su cuello, no
divagar entre su pecho descubierto y esa sonrisa tan ligera que le regaló sin saberlo.

Quizá si hubiera nacido en un cuerpo diferente... él no se sentiría tan culpable.

—Es un poco tarde —le dijo poniéndose de pie.

—No —confundido—. ¿Qué pasa? Lo siento, no quise decir nada malo.

—No, no —atrapado—, es solo que aún tengo cosas que arreglar en casa.

Min tomó su chaqueta, y se movió hacia la puerta; pero Seokjin le tomó del brazo.

—Solo estaba jugando. Dime que no estás enojado conmigo.

Suspiró. No podía estarlo aunque quisiera.


—No lo estoy —confesó—. Descansa, grandote —le dijo antes de salir de su habitación.

Cuando la mañana siguiente llegó; Kim se vistió con la ropa que habían elegido para él y
emprendió el camino hacia la escuela emocionado.

Seokjin aún no tenía permiso de sus padres para utilizar el auto por lo que con su bicicleta
esperó a Agustus en la parada del autobús. El pelinegro apreció en su patineta y la ropa ancha
que solía utilizar.

Yoongi nunca antes se había preocupado por lo que las demás personas pensaran sobre él, al
menos no hasta el momento en el que puso un pie dentro de ese aula. Las miradas se clavaron
sobre ellos más que sobre cualquier otra persona, lo cual le resultó incómodo; quizá por la
manera tan extraña en la que se vestía o por el apuesto y sonriente castaño, pulcro y de
masculina imagen que permaneció detrás de él todo el tiempo. Y es que, era imposible no ver
el contraste entre ambos. Tan opuestos y a la vez, tan cercanos.

Los días comenzaron a pasar; y a diferencia de las expectativas de Seokjin, no había ocurrido
nada emocionante. No hasta que el inicio de la temporada llegó.

Una mañana mientras caminaba a su salón, Agustus se detuvo frente a la cartelera de avisos de
la escuela, frente a esta también estaba el menor de los Kim, ambos parecían estar leyendo el
mismo aviso sobre el reclutamiento de nuevos jugadores para el equipo de la escuela.
A Yoongi no le importó la presencia del otro; emocionado, arrancó la hoja del tablero para
doblarla y llevársela consigo.

La preparatoria no era tan genial como Seokjin esperaba. Las clases iban a matarlo; y aunque
no lo dijera en voz alta, realmente deseaba ser más inteligente como su hermano o su amigo.

Esa tarde estaba sentado afuera de la escuela mientras luchaba por ver el problema de
matemáticas en su libro; o al menos así fue hasta que otro papel cubrió su visión.

—¡Oye! ¿Qué te sucede? —le reprochó su amigo.

Min le dio un golpe en la cabeza.


—Es tu momento de brillar, Kim —le dijo alzando las cejas.

—¿Qué dice? —le preguntó apenado.

—Léelo por ti mismo.

Seokjin volteó hacia ambos lados para constatar que nadie les estuviera observando y se colocó
sus anteojos para poder leer con claridad.

Entonces, abrió la boca emocionado y luego sonrió volteando a ver a su amigo. La luz reflejada
en los cristales, junto con su rostro lleno de esperanza, se clavaron en Min de una forma en la
que fue incapaz de entender que estaba caminando hacia el matadero.

—¡Es nuestra oportunidad! —se fijó en los detalles de la hoja—, esta tarde, iremos al campo y
entraremos al equipo.

—Oh, no. A mí ni me veas. —Negó con ambas manos—. Soy terrible jugando, ve tú y ya sabes...
rómpete una pierna.

—No empieces con tus cosas de teatro —se burló. Abrazándolo para agradecerle.

Yoongi lo alejó. —No me molestes y ve a entrenar un poco, ¿Quieres?

LA TEORÍA DE KIM.《KookV》 - Capítulo


Diecinueve
En la vida, a veces hay cosas que simplemente no necesitan ser explicadas. Y otras, que el
tiempo prefiere dejar sin explicación.

Quizás no estaba lo suficientemente perturbado ya, o no quería sentirse más culpable pero...
sentía que colapsaría en cualquier momento. Seokjin caminaba molesto por los pasillos de la
escuela después de terminar el entrenamiento. Estaba frustrado y adolorido; sabía que no
debía ser egoísta pero no podía evitar sentir envidia de su hermano.

El chico se había marchado solo de la ciudad hacía un par de días para conocer su nueva
universidad. Y Seokjin realmente quería estar feliz por él pero le quemaba demasiado saber que
él nunca sería suficiente como Taehyung.

Regresaría a casa por la tarde; últimamente, parecía que peleaba con su hermano todo el
tiempo, Taehyung incluso le había gritado que se jodiera antes de salir hacia el aeropuerto. Y
sabía que quizá debería disculparse con él, decirle lo que sabía todo pero no estaba
mentalmente preparado para eso.

La madrugada del primero de agosto de 1986, después de que la lluvia cesara, Kim Seokjin se
había sentado en su balcón para fumar porque de todas formas no podía dormir bien; pero no
esperaba ver a Agustus Min salir de la ventana de la habitación de su hermano, y colgarse de la
rama del árbol frente a esta para luego salir de la casa, usando la ropa de Taehyung y con las
manos vendadas.

El pelinegro volteó a verlo cuando le notó afuera y simplemente lo vio con desdén. Seokjin
hubiese querido correr hacia su hermano para decirle que se alejara de gente como él pero no
podía hacerlo sin quedar como un imbécil.

Decirle, "Hey, si sigues por ese camino van a joderte la vida como yo se la jodí a él",
definitivamente no era una opción.

Los últimos meses había hecho cosas de las que no estaba orgulloso. Lo había amenazado un
par de veces y había detonado algo muy malo en el interior de Min porque quizá la había jodido
más de lo que pensaba.

Incluso le repitió hasta el cansancio que si intentaba ponerle un solo dedo encima a su hermano
iba a matarlo, lo siguió por días en el camino de regreso a casa, y lo recargó contra la pared
cuando la tensión física entre ellos aumentó antes de encerrarlo en el baño de un restaurante
para gritarle que estaba enfermo.

Y es que, Seokjin siempre fue alguien intuitivo cuya corazonada le hacía sentir que algo no
estaba bien. A finales de noviembre, la desesperación y el egoísmo continuaban siendo las
cruces que siempre llevaba.
Suspiró, y caminó hacia su casillero. Entonces lo abrió, al hacerlo, un sobre se cayó de él,
llenándole de intriga. Ladeó la cabeza y se agachó a recogerlo.

Se le revolvió el estómago cuando alcanzó a leer las palabras del frente; porque conocía esa
letra, y aún con su defectuosa visión entendió lo que significaba.

Desesperado, abrió el sobre para sacar su contenido y cuando lo tuvo en sus manos sintió
desmayarse. Ahora sí estaba seguro de que vomitaría.

Pegó su espalda al casillero y se deslizó lentamente mientras la rabia se apoderaba de él,


haciéndole llorar de la mera impotencia mientras negaba con la cabeza. Esto era su culpa.

La primera era una fotografía de Taehyung durmiendo; la segunda, una de un poco más lejos
donde se podía observar del torso hacia arriba al muchacho, con el pecho desnudo y una marca
roja en el cuello.

Y la tercera... Seokjin ni siquiera tenía corazón para seguir viendo.

Volvió su vista al sobre y leyó con asco el enunciado:

"Adivina quién se atrevió a tocar a tu hermano."

Se le subió la sangre a la cabeza cuando comenzó a respirar agitado. Aunque su hermano


quisiera esconder lo que estaba sucediendo, Seokjin no era tan estúpido, y si lo había dejado
vagar con el más joven de la familian Min fue porque en el fondo, Kim sabía que no había nada
malo con él. O bueno, eso quiso creer.

Quizá como en los cómics de ciencia ficción, Seokjin era el origen del corazón roto del villano.

—Yo lo mato —dijo molesto poniéndose de pie y azotando la puerta de su casillero.

Entonces, corrió hacia el estacionamiento hasta su auto. Ni siquiera dejó que el motor calentara
bien, arrancó apretando sus manos en el volante tanto que sus nudillos se veían blancos.

Había comenzado a nevar, aunque los neumáticos viejos de su auto no eran muy confiables, no
le interesaba. Porque él podía estar celoso del castaño, y él mismo podía ser una mierda de
persona, pero Taehyung seguía siendo su hermanito.

En medio de su miseria mental, frenó de golpe cuando un camión atravesó de forma


inesperada la avenida. Respiró agitado y agradeció al señor en secreto de que los frenos
defectuosos no lo hubieran traicionado esta vez como solían hacerlo.
Llegó a su calle y se estacionó frente a su casa. Tomó el sobre y su bate del asiento del copiloto
para bajarse del vehículo y dirigirse a la casa de Min.

Pero no esperaba encontrarlo cómodamente sentado en el pórtico de su propia casa, y a su


hermano, quien recién regresaba con sus maletas feliz de verlo.

Su sangre estaba hirviendo, así que se movió con pasos firmes hasta el pelinegro, ignorando a
su propio hermano en el acto.

—Tú —dijo y empujó a Agustus—, hijo de perra. —Pensó en usar su bate para golpearlo, pero
en el fondo, quería utilizar las manos para sentir su dolor. Así que soltó las cosas en la grama al
tomarlo del cuello de la camisa con la mano y golpearle el rostro con la otra.

—¡Seokjin, no! —gritó Taehyung intentando intervenir. —¿¡Qué pasa contigo!? ¡Suéltalo!

El Kim mayor volteó a verlo. —¡Tú no te metas! —le respondió golpeando a Min de nuevo.

A Yoongi le estaba sangrando la nariz pero aún así había comenzado a reír escandalosamente,
haciendo a ambos hermanos dudar. Él sabía lo que había hecho.

Taehyung quiso acercarse pero al hacerlo, su pie aplastó el sobre que ya estaba arrugado.

Se inclinó a recogerlo y sacó su contenido dejando de ponerle atención a los otros dos cuando
un escalofrío le recorrió la espalda.

—Ambos sabemos que golpearme no servirá de nada. ¿O sí? Mátame, házlo. ¿Qué ganas con
eso, Jinnie?.

—Recuperar mi estabilidad mental.

—Y la mía... ¿Cómo recupero mi estabilidad?

—Si lo que querías era verme sufrir está bien, lo lograste. Yo sé que me merezco esta mierda
pero él no.

—Qué ternura. El gran Kim Seokjin se ha puesto sentimental.

—¡Aléjate de él!

—¡Oh, el héroe! —se burló—. ¿Por qué no le cuentas a tu hermano lo que hiciste? Dile la
verdad, que es tu culpa que nadie en la escuela quiere ser su amigo, que es por ti que su madre
lo trata diferente. Dile que me dejaste desangrarme en la calle, dile que nosotros...

—¡Cállate! —le gritó sujetándolo con fuerza. —Esto es entre tú y yo, ¿Como no quise saber
nada de ti, elegiste tirarte a mi hermano? Estás tan enfermo que te atreviste a jugar con la
única persona que me importa. ¿Es eso? ¿¡Es eso!? —lo agitó—¡Contesta! ¿¡Qué es lo quieres
de mí!?
LA TEORÍA DE KIM.《KookV》 - Capítulo Veinte

El tiempo crea y destruye a su antojo, como los humanos, quienes creen tener el control de
todo.

Cuando Seokjin bajó del avión y se instaló en su nueva habitación temporal, nunca esperó
sentirse tan abrumado. Le había tomado algo de tiempo resurgir, pero allí estaba, finalmente
haciendo de relacionista público con otra franquicia de la compañía a la que representaba.

Lo eligieron por su dominio del idioma, y el carisma que complementaba sus estudios de
economía.

Corea del Sur había cambiado mucho desde que era un niño, y esas calles le resultaban ajenas.

El edificio de la compañía era muy grande, y él sentía que era una oportunidad para comenzar
de nuevo. Tenía su gran presentación al día siguiente, pero ese día, Seokjin eligió visitar el
edificio para conocer un poco el lugar.

Se paseó por los pasillos observando a todos correr en sus labores, como intentando tener a la
perfección para la junta del próximo día.

Cuando se cansó, porque su pierna no le dejaba moverse tanto como quería, se acercó a la
cafetería del lugar para poder pasar algo de tiempo fuera del hotel. Pero al entrar, notó que
todas las mesas estaban ocupadas. A excepción de un pequeño lugar en la barra.

Se acercó, había una mujer de espaldas, y él no quería incomodar; pero estaba solo en una
nueva ciudad para él, y necesitaba algo de contacto humano para sentirse menos nervioso.

Aclaró la garganta llamando su atención. —¿Puedo sentarme? —preguntó cuando volteó a


verlo. Ella veía su celular, parecía ser un vídeo de música antigua así que presionó el botón de
pausa.

—Adelante —le dijo asintiendo con la cabeza.

Se arregló la ropa, y se sentó a su lado. El olor peculiar de su bebida le llamó la atención. Era...
¿Whisky? Mezclado con café aparentemente.

El teléfono de ella comenzó a sonar, y contestó sin darle importancia al extraño a su lado.

La escuchó hablar mientras él ordenaba un café y su curiosidad aumentó al mismo tiempo que
su tono de voz. Algo en ella le resultó inquietante.

—¡Ya te dije que no, Jungkook. Ni se te ocurra aparecer en casa con un tatuaje porque juro que
voy a castigarte! —No supo qué dijo la otra persona pero la escuchó a ella—. Quedamos que en
la oreja sí pero en la nariz no. Y no puedes usar el auto, no me importa lo que diga tu padre,
aún no tienes permiso de conducir. ¡Jungkook! ¿Jungkook?

Maldijo por lo bajo, al parecer le habían cortado. Seokjin sonrió de lado por su frustración casi
cómica.

—Oye... ¿Estás bien? —le dijo cuando ella golpeó su celular con la barra.

—Lo lamento —agitó la cabeza—, mi hijo. Está intentando encontrar su propio estilo. Y es, ya
sabes, agotador.

—Adolescentes, ¿Eh?

—Adolescentes. —Ella suspiró—. ¿También tienes hijos?

—No, en realidad no. Pero sé lo que es lidiar con un divorcio.

—¿Es tan evidente? —dijo apenada ante el acierto de él.

—Estás bebiendo sola en la cafetería del edificio a las seis de la tarde mientras escuchas música
de los ochenta y discutes por teléfono. Es solamente un poco... —sonrió ligeramente—, muy
evidente.

Ella le devolvió la sonrisa, —¿Quién eres tú? ¿Eres de mantenimiento o algo así? ¿Qué pasó con
Eunwoo?

Seokjin dudó. La situación le parecía extraña, pero más que eso, graciosa. Además de que su
coreano ya no era tan fluido como solía serlo.

—¿Intentas decir que has estado bebiendo con el personal de mantenimiento aquí antes?

—Eso no tendría nada de malo. Solo... —hipó sin negar que estaba ebria— no se lo digas a
nadie de administración. Enloquecerán si se enteran que hago esto.

—No lo haré si haces algo por mí...

—¿Qué cosa? —le preguntó curiosa del misterioso sujeto.

—Dame un poco de lo que le pusiste a eso —le dijo, señalando el café adulterado a su lado.

No tenía nada que esconder, así que sacó una botella pequeña de su bolso y se la entregó.
Seokjin la tomó y dejó caer un poco de alcohol dentro de su café con tranquilidad. Se sentía
desorientado en ese lugar, vivió toda su vida en América, y ahora, estar de regreso en Corea era
demasiado para él, y en el fondo, sentía que nunca perteneció allí.

Ni siquiera había asumido su nuevo cargo y todo el estrés se había triplicado. No, él no debería
estar así; pero definitivamente necesitaba ese trago.

—¿Trabajas aquí? —cuestionó ella, y él asintió. Una cara nueva dentro de sus odiosos
compañeros no era tan malo.

—Es una locura allá arriba, ¿Cierto? —dijo, refiriéndose a los preparativos de la junta del
próximo día.

—Es la presión del nuevo delegado. Todos están estresados, y me hacen perder la cabeza a mí
también.

—No puede ser tan malo.

—El cambio de administración es un chiste. Estoy segura que será un idiota más al que tenemos
que acostumbrarnos.

—¿Por qué lo dices?

Ella suspiró. —He esperado un ascenso por años, tengo toda la preparación necesaria y lo único
que sé, es que el nuevo administrador apareció de la nada.

—Oh... —Seokjin se removió inquieto no creyó que le tuvieran tanto resentimiento.

—Como sea, ¿Qué hay de ti? ¿Qué te trae por aquí?

—Tengo un buen negocio aquí así que decidí... regresar a mi país. Aunque te confieso que ya
nada es como lo recuerdo.

—¿Cuánto tiempo estuviste fuera?

—Casi toda mi vida.

—Vaya... es mucho tiempo —ella sonrió y llevó sus manos a su cabello para atar este en una
coleta. Volteó a verlo.

—Lo sé, pero es algo que no puedo recuperar —dijo dándole un gran trago a su bebida cuando
recordó algo importante sobre Busan y la forma en la que ella se recogió el cabello le hizo
dudar.

—¿Todo en orden? —cuestionó al verlo quedarse callado de pronto.


Seokjin se acomodó los anteojos cuando la nostalgia lo golpeó, y es que no era posible pero sus
ojos eran iguales.

—Sí —murmuró lleno de intriga—. ¿Alguna vez has deseado irte lejos y no volver?

Ella asintió—. Si te contara... no me creerías —dijo sin entender la actitud del otro.

El castaño se pasó una mano por el rostro antes de seguir pensando tonterías. Se puso de pie.
—Parece que tenemos algo en común.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó cuando le vio poner un billete sobre la barra con intenciones
de marcharse.

Pero Seokjin no le dijo quién era, en cambio, le contestó con algo que no escuchaba hace años.
—Fue un placer verte, Sunny —dijo dejándole confundida cuando se marchó de allí.

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