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LA PRESENCIA ES CONDICIÓN ESENCIAL

DE LA PEDAGOGÍA SALESIANA
José Luis Jiménez Martínez sdb - Salesiano Coadjutor

Hablar de preventividad en sentido genérico es casi como hablar de términos como la


belleza o la bondad... Términos que en sí solo son entendibles cuando se aplican a una situación
concreta que los haga visibles y por lo tanto comprensibles. Por esto la riqueza de la
preventividad no se agota solo en su significado literal, sino que se hace vivencia, se encarna,
toma forma propia, toma identidad en la vivencia particular del estilo educativo de San Juan
Bosco.
Educar desde la perspectiva de la preventividad no es exclusivo, ni creación de Don Bosco,
pues es una experiencia vivida con anterioridad por muchos otros pedagogos, algunos de ellos
contemporáneos a Don Bosco, pero la preventividad encuentra en él rasgos particulares.
Muy seguramente hemos leído en alguna parte esta frase: “Eduquen al niño y no tendrán
que castigar al hombre., mensaje netamente preventivo que nos ayuda a situarnos en la primera
realidad de la preventividad y es que esta es una experiencia educativa; prevenir es educar, es
decir, es una experiencia que va a la raíz, a lo fundamental de la persona, afecta definitivamente
su modo de ser y de obrar.
Para que esto sea posible, quien educa debe hacerlo desde lo positivo que alberga el
corazón del joven y esto se logra cuando se gana el corazón de aquel a quién se desea educar.
Bien anotaba Don Bosco: “La educación es cuestión del corazón”. Hoy el educador está en la
obligación moral de dar al joven referencias válidas, claras y muy precisas en las cuáles él pueda
anclar la existencia, ahí está la clave del prevenir.

PREVENTIVIDAD ES HACER PRESENCIA


La primera condición para que el proceso de educar desde la preventividad se haga realidad
es la presencia, desde muchas expresiones:
 Presencia física entre los jóvenes para poder compartir realmente la vida y conocer y amar
lo que ellos aman.
 Presencia amistosa en la que los jóvenes descubren en el educador un amigo que les
brinda confianza.
 Presencia activa, portadora de iniciativas nuevas, variadas, individualizadas, que
responden con eficacia a las necesidades de cada uno y del ambiente.
 Presencia alentadora que despierta y favorece la creatividad y acompaña el crecimiento
desarrollando motivaciones que se inspiren en la racionalidad que no reprime sino que da
impulso a la libre expresión juvenil.
 Presencia testimonial que transpira valores: el educador no puede pasar sin llamar la
atención. Hay que suscitar interrogantes en los jóvenes y desde la propia vida hacer brillar
horizontes de vida en ellos. Para lograrlo es necesario renovarse constantemente
nutriéndose desde el mismo mundo juvenil. El educador debe llegar a exclamar “yo, aquí,
con ustedes me encuentro bien”, y me encuentro bien porque estoy en sintonía con el
joven, porque se ha establecido un verdadero diálogo educativo en el que hay aportaciones
positivas de parte y parte, porque existe voluntad de contacto y solidaridad.

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PREVENTIVIDAD ES SANTIDAD

La preventividad alcanza su rasgo de espiritualidad en la mística de Don Bosco. “Da mihi


animas” Su afán era salvar al joven, por eso la educación preventiva es experiencia de Dios,
porque conduce a la santidad y la santidad preventiva tiene su raíz profunda en la alegría. Crecer
en humanidad y en gracia provoca un sentido particular de responsabilidad y sobretodo de
alegría.
La realidad preventiva se comunica con alegría desde un ambiente de fiesta, ambiente que
Don Bosco supo aprovechar muy bien como elemento educativo. construyendo el día a día desde
la felicidad de construir el reino de Dios. “un trocito de paraíso lo arregla todo”.
La preventividad hace de la vida el escenario privilegiado de crecimiento, una vida que
progresivamente se va desarrollando conforme a un proyecto que es capaz de convertir los
sueños en realidad y lo imposible en posible.
La preventividad es un modo de vivir y trabajar para ofrece a los jóvenes evangelio y
salvación. Es una praxis guiada por el corazón más que por la ciencia pedagógica, y estimula el
arte de estar con los jóvenes, amarlos, conocerlos personalmente y dar respuesta a sus problemas.
Es estímulo para implicar a los jóvenes en la realización de su proyecto de vida, uniendo,
haciendo una sola casa de la evangelización y de la educación, llevando la salvación al joven. El
objeto último de la preventividad es salvar. La más urgente exigencia es no abandonar el difícil
campo de nuestro compromiso juvenil.
Trabajar desde la preventividad es continuar dando razones de vida, es seguir ofreciendo las
certezas que devuelven las esperanzas de vivir.

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