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Ámbito de aplicación y

ámbito de eficacia en el
espacio de las normas
jurídicas. Concepto y
contenido del DIPr

Federico F. Garau Sobrino

Fecha actualización: 5/9/2022

"Zona DIPr estudiantes" por Federico F. Garau Sobrino se distribuye bajo una
Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
ÍNDICE

Introducción

I. Concepto y objeto del Derecho Internacional Privado


1. La determinación del ámbito de aplicación de las normas jurídicas
A) El DIPr. y los elementos de la norma jurídica completa
B) Las diferentes relaciones entre norma y territorio
a) Ámbito de vigencia de la norma jurídica
b) Ámbito de aplicación de la norma jurídica
c) Ámbito de eficacia de la norma jurídica
2. El estudio del elemento material de las normas materiales específicas

II. Las fuentes del Derecho Internacional Privado


1. Fuentes de origen interno: el Derecho Internacional Privado nacional
2. Fuentes de origen no interno
A) El Derecho Internacional Privado convencional
B) El Derecho Internacional Privado de la Unión Europea

III. Los conflictos internos de leyes


1. Presupuestos constitucionales de los conflictos de leyes internos
2. Los conflictos de leyes de derecho privado
A) Técnicas de reglamentación
B) Las normas de funcionamiento
C) Vecindad civil
3. Ámbito de aplicación en el espacio del Derecho público de las Comunidades
Autónomas

Bibliografía complementaria

Introducción
Las doctrinas sobre el concepto y objeto del DIPr. son casi tan abundantes como las

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personas que se han dedicado a esta disciplina jurídica. Desde un punto de vista de
clasificación sistemática, y aun a riesgo de cometer imprecisiones e inexactitudes, pues no
se pueden abordar los múltiples matices que cada autor ha introducido en la teoría por él
sustentada, podríamos distinguir dos grandes grupos de doctrinas sobre el concepto del
DIPr. Por un lado tendríamos aquellos autores cuya reflexión parte y se desarrolla en torno a
la norma jurídica como objeto del DIPr.; en concreto, la determinación de su ámbito de
aplicación. Frente a ellos se situarían los que han centrado su reflexión en la relación jurídica
regulada por la norma; esto es, en su elemento personal. Nadie está en posesión de la
verdad absoluta y todas las teorías tienen aciertos, errores y puntos débiles. No se trata aquí
de sacar a colación los fallos y contradicciones del otro –no hay tiempo para ello, ni el
alumno precisa un conocimiento exhaustivo de las aportaciones doctrinales para su
formación jurídica–. Por ello, me centraré en exponer la teoría con la que tengo una mayor
afinidad y que, en mi opinión, es capaz de explicar con una mayor coherencia el contenido
de la disciplina; en definitiva, la teoría que sirve de base para el curso de DIPr. que se
impartirá a lo largo de los próximos meses.

La inclusión del denominado Derecho interregional, o de los conflictos internos de leyes, en


el contenido del DIPr. español no es una cuestión pacífica en el seno de la doctrina,
existiendo tanto opiniones favorables como contrarias a su estudio por esta disciplina
jurídica. Partiendo de una interpretación estricta de la afirmación que el DIPr. tiene por objeto
el estudio de las situaciones privadas internacionales, se ha dicho que, como quiera que el
Derecho interregional no tiene por objeto auténticas relaciones privadas internacionales, sino
que los conflictos entre ordenamientos se producen en un marco intraestatal, entonces debe
concluirse su exclusión del contenido del DIPr. (A.-L. Calvo Caravaca, J. Carrascosa
González). Sin embargo, y adoptando un punto de vista semejante acerca del objeto de la
disciplina –invocándose igualmente las situaciones privadas internacionales–, se ha
concluido todo lo contrario, esto es, su inclusión. En este sentido, para algunos autores
existen concomitancias notables que aconsejan que el estudio del Derecho interregional sea
abordado por el DIPr.; ahora bien, ello no impide que su estudio y exposición deba
diferenciarse y gozar de un tratamiento autónomo (J.C. Fernández Rozas, S. Sánchez
Lorenzo). En líneas generales, la doctrina española mayoritaria se ha mostrado partidaria de
que el estudio del Derecho interregional sea abordado por el DIPr. El argumento más
utilizado es el de la analogía existente entre los conflictos internacionales y los internos.
Desde la perspectiva que se defenderá a continuación, y teniendo en cuenta que el DIPr. se
ocupa de estudiar el elemento espacial de toda norma jurídica (con independencia del poder
del que emane), también forma parte del contenido del DIPr. el estudio del ámbito de
aplicación de las normas emanadas de las Comunidades Autónomas. En definitiva, y en mi
opinión, el denominado Derecho interregional forma parte del contenido del DIPr.

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I. Concepto y objeto del Derecho
Internacional Privado

1. La determinación del ámbito de aplicación de las normas


jurídicas

A) El DIPr. y los elementos de la norma jurídica completa

De acuerdo con Luis Garau, el punto de partida lo situamos en la afirmación de la teoría


general del Derecho de que en toda norma jurídica completa pueden distinguirse tres
elementos: el material –en el que se contiene el mandato jurídico propiamente dicho–; el
temporal –concreto momento en el tiempo a partir del cual despliega su ámbito de validez, no
careciendo de importancia el instante a partir del que pierde su validez–; y el espacial
–ámbito físico y geográfico dentro del cual la norma posee validez y puede ser aplicada–.
Así, p.ej., la norma jurídica completa relativa al divorcio está integrada por el elemento
material, integrado fundamentalmente por los artículos 85 ss. Cc, por el elemento temporal,
contenido en las disposiciones transitorias de las leyes que han venido regulando y
modificando esta materia desde su introducción en el ordenamiento español en el año 1981,
así como por el elemento espacial, al que se refiere el Reglamento (UE) nº 1259/2010 del
Consejo, de 20 de diciembre de 2010, por el que se establece una cooperación reforzada en
el ámbito de la ley aplicable al divorcio y a la separación judicial, que es la norma de DIPr.
que determina a qué personas, situadas en un territorio, se les aplica la regulación sustantiva
del divorcio, contenida bien en el Cc español bien en una norma extranjera.

Conviene recordar que el término "norma jurídica" no debe identificarse con el de "disposición legal".
Una norma no se contiene materialmente en una sola disposición, siendo necesario recurrir a varias
disposiciones para poder obtener la norma completa.

De estos tres elementos que integran la norma jurídica completa, el DIPr. se ocupa siempre y
en todo caso del espacial. De aquí que podamos afirmar que el DIPr. es aquella rama del
ordenamiento jurídico que tiene por objeto la determinación del ámbito de aplicación en el
espacio de las normas jurídicas (L. Garau). Consecuencia de estas afirmaciones es que el
DIPr. incide en todas las ramas del ordenamiento jurídico, pues determina su ámbito
espacial. De este modo, podemos hablar de un Derecho civil internacional, de un Derecho
fiscal internacional, de un Derecho penal internacional, etc.

Veremos que también forma parte del contenido del DIPr. el estudio del elemento material –además
del espacial– de determinadas normas, las denominadas normas materiales específicas (véase infra

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número 2).

B) Las diferentes relaciones entre norma y territorio

Antes de continuar analizando el contenido del DIPr. es preciso determinar las relaciones que
pueden existir entre las normas jurídicas y el territorio. Desde esta perspectiva, y siguiendo
en este tema a L. Garau, en toda norma podemos hablar de un ámbito de vigencia, de un
ámbito de aplicación y de un ámbito de eficacia. Veámoslos brevemente.

a) Ámbito de vigencia de la norma jurídica

El ámbito de vigencia de una norma es aquél donde rige. Toda norma jurídica emana del
Estado, bien de su poder legislativo central (Parlamento estatal) o federado (Parlamentos
autonómicos), bien de las diferentes administraciones públicas. Si uno de los elementos
esenciales del Estado es el territorio, el ámbito de vigencia espacial de una norma, el ámbito
en el que rige esta norma, se incardina en el territorio del Estado del que emana.

P.ej., el Código civil español rige en España y no en Francia o en Italia, lo mismo que el Código civil
italiano rige en Italia y no en España o en Francia.

En un país como España, con una organización territorial autonómica con Parlamentos y
Gobiernos autonómicos con competencia legislativa, surge una necesaria coexistencia de
normas emanadas de los poderes centrales (gobierno y parlamento estatales) y de los
poderes autonómicos (gobiernos y parlamentos autonómicos) e, incluso, locales e
institucionales (ayuntamientos). De aquí que pueda afirmarse que las normas rigen como
máximo en un espacio coincidente con la base territorial atribuida al poder del que emana.

Si la Cortes Generales legislan en una materia de su exclusiva competencia, las normas aprobadas
regirán en todo el territorio español. Si lo hacen en el ámbito de la legislación civil sobre familia y
sucesiones –competencia compartida con algunas CCAA–, sus normas regirán solamente en el
territorio de aquellas CCAA que no tiene atribuida dicha competencia. Paralelamente, las normas en
materia de Derecho de familia y sucesiones adoptadas por los poderes de las CCAA que poseen
competencia en dicho ámbito regirán en el territorio de esas CCAA.

P.ej., la legislación penal rige en todo el territorio español. La legislación aprobada por las Cortes
sobre derecho sucesorio regirá en el denominado territorio de Derecho común y no en el territorio,
p.ej., de la CA de Baleares. La aprobada por el Parlamento de la CA de las Islas Baleares rige en el
territorio de esta CA y no en territorio de Derecho común o en el territorio de la CA de Aragón.

Profundizando más en el tema puede afirmarse que el ámbito de vigencia de una norma
jurídica nunca podrá ser mayor que la base territorial del poder del que emana pero sí podrá
ser inferior.

En este sentido, el ámbito de vigencia de las normas sobre sucesión de la Compilación del
Derecho Civil de Baleares contenidas en el Título II del Libro I se circunscribe a las Islas de Mallorca y,
con exclusión de algunos preceptos, de Menorca, mientras que el de las contenidas en el Título II del
Libro III se limita a las islas de Ibiza y Formentera.

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b) Ámbito de aplicación de la norma jurídica

A pesar de que una norma jurídica rija en el territorio de un Estado o de una parte de su
territorio, ésta no se aplica siempre que un hecho pueda ser subsumido en su supuesto
normativo. Es preciso que el supuesto de hecho caiga dentro del ámbito de aplicación
espacial de dicha norma. De este modo, podemos hablar del ámbito de aplicación espacial
de una norma jurídica, que es el territorio en el que debe localizarse el supuesto de hecho
contemplado por la norma para que ésta pueda ser aplicada.

La localización del supuesto de hecho puede realizarse mediante la utilización de conexiones


territoriales (p.ej., lugar de radicación de un bien o de producción de un hecho dañoso) y de
circunstancias o criterios personales (p.ej., la nacionalidad o el domicilio de las partes). Por
ello, el ámbito de aplicación espacial de una norma se refiere acumulativamente tanto al
lugar donde han de darse las situaciones, hechos o acciones para que sea de aplicación la
norma como a las personas a las que es de aplicación en función de sus posibles
vinculaciones con un territorio (nacionalidad, vecindad, residencia, ...).

Sucede que, en ocasiones, solamente una de estas circunstancias se contiene explícitamente en


el tenor literal de la norma, quedando la otra implícita. P.ej., cuando el artículo 9.1 Cc establece que la
capacidad de las personas físicas se rige por su ley nacional, se refiere expresamente a la vinculación
de la persona con un territorio (nacionalidad), quedando implícita la conexión territorial del supuesto
normativo (donde quiera que se encuentre). De este modo, para el DIPr. español las normas
españolas sobre capacidad de la persona física se aplican a los españoles donde quiera que se
hallen.

Puede también suceder que de modo expreso se establezcan tanto las conexiones territoriales
como sus vinculaciones personales, solo que éstas se contienen en normas jurídicas diferentes. Este
es el caso, p.ej., del ámbito de aplicación espacial de la norma española sobre marcas: su vinculación
espacial se contiene en el artículo 10.4 Cc (se protegerán en España de acuerdo con la ley española)
y su vinculación personal –a qué personas se aplica– se contiene en el artículo 3 de la Ley de Marcas
(las personas físicas y jurídicas, incluidas las entidades de derecho publico; al no especificarse se
entiende que dichas personas y entidades pueden ser tanto españolas como extranjeras).

Las normas de DIPr. –las denominadas "normas de conflicto"– se ocupan de establecer el


ámbito de aplicación del ordenamiento jurídico propio (véase el apartado I del Tema 4).

c) Ámbito de eficacia de la norma jurídica

En principio, las normas jurídicas son eficaces en el territorio en el que rigen, ahora bien,
vemos que pueden aplicarse fuera del territorio en el que rigen. P.ej., en virtud de las normas
de conflicto italianas, las normas españolas relativas a la capacidad de obrar –que rigen en
territorio español– pueden ser aplicadas en Italia en el marco de un litigio en el que se
examine la capacidad de una persona de nacionalidad española (art. 20 de la Ley italiana de
DIPr). Igualmente, las normas alemanas sobre capacidad –que rigen en territorio de la R.F.
de Alemania– pueden aplicarse en España con motivo de un proceso seguido ante tribunales
españoles en el que se tenga que determinar la capacidad de obrar de un nacional alemán
(véase art. 9.1 Cc). De aquí que una norma jurídica pueda ser eficaz fuera del territorio en el

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que rige. En otras palabras, ámbito de vigencia y ámbito de eficacia de una norma jurídica
pueden no coincidir.

Lógicamente, cuando un juez español aplica en España las normas españolas sobre capacidad de
obrar, entonces coinciden el ámbito de vigencia y el ámbito de eficacia de la mencionada norma.

La aplicación por un juez español de una norma alemana sobre capacidad de obrar supone
darle eficacia directa en territorio español. Igualmente, la aplicación por un juez italiano de las
normas españolas sobre capacidad implica que aquél da eficacia directa en Italia a las
normas españolas.

En el ámbito del Derecho Procesal Civil Internacional veremos que las resoluciones judiciales
(véase el Tema 3, apartado II), dictadas por los órganos jurisdiccionales de un país en el marco de un
proceso en el que se han aplicado las normas jurídicas de ese país, pueden producir efectos en el
territorio de otro país –cuestión jurídica denominada "reconocimiento" de las sentencias extranjeras–.
En este caso, el reconocimiento de la resolución judicial implica dar eficacia indirecta a las normas
aplicadas por el tribunal de dictó la resolución. P.ej., si en España se reconoce una sentencia francesa
en la que el juez francés ha aplicado Derecho francés, dicho acto procesal supone dar eficacia
indirecta en España a la norma jurídica francesa aplicada por el juez francés.

Además de establecer el ámbito de aplicación del ordenamiento jurídico propio, las normas
de conflicto bilaterales también tienen por función dar eficacia directa a las normas de un
ordenamiento extranjero (véase el Tema 4, apartado 2.A).

2. El estudio del elemento material de las normas materiales


específicas
Hemos visto que el DIPr. se ocupa siempre y en todo caso de estudiar el ámbito de
aplicación en el espacio (el elemento espacial) de toda norma jurídica. Ahora bien, en
ocasiones el DIPr. se ocupa igualmente del estudio del elemento material (la regulación
sustantiva) de determinadas normas jurídicas. Esto sucede con las denominadas normas
materiales específicas. De manera gráfica, puede afirmarse que éstas son normas que han
sido creadas específicamente para regular supuestos o relaciones jurídicas en las que
alguno de sus elementos se halla vinculado con el territorio de más de un Estado.

L. Garau las ha definido como aquellas normas en las que en su supuesto (preferentemente) o en su
consecuencia jurídica encontramos una circunstancia de naturaleza espacial. De aquí que, para este
autor, no toda circunstancia espacial propiamente dicha o personal (cuando refleja un vínculo entre
persona y territorio) que pueda aparecer en una frase jurídica tiene necesariamente como función
primordial determinar el ámbito de aplicación de una norma jurídica. En ocasiones, puede tener
también por objeto configurar el supuesto o, excepcionalmente, la consecuencia jurídica de una norma
jurídica de contenido material (norma material específica) o, dicho de otro modo, puede formar parte
de su ámbito de aplicación material.

P.ej., la Convención de Viena de 1980 sobre los contratos de compraventa internacional de


mercaderías es una norma material específica, puesto que está pensada para regular relaciones
jurídicas (compraventa de mercancías) en las que algunos de sus elementos están vinculados con el
territorio de diversos Estados (son compraventas internacionales). De acuerdo con la definición de L.
Garau, sería una norma material específica puesto que en su artículo 1 (norma en la que se contiene

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su ámbito de aplicación) se afirma que el texto convencional se aplicará siempre que las partes
(comprador y vendedor) tengan sus establecimientos en Estados contratantes diferentes. Vemos
como en este precepto se contiene una circunstancia de naturaleza espacial (situación de las partes
contratantes en Estados diferentes).

Si queremos que el contenido de la disciplina DIPr. sea racional, no abarcando una gran
cantidad de materias y, sobre todo, no acabe solapándose en exceso con materias
integradas en el contenido de otras disciplinas jurídicas, no podemos admitir que el DIPr.
estudie el elemento material de todas las normas jurídicas específicas. De aquí que
tengamos que buscar un criterio que nos permita concretar cuáles van a ser objeto de
estudio por el DIPr. y cuáles no.

Siguiendo a L. Garau, el elemento que define la inclusión –o exclusión– en el contenido del


DIPr. es su carácter específico; esto es, de no existir estas normas, el supuesto carecería de
regulación legal. Así, puede afirmarse que el DIPr. incluirá en su contenido el estudio del
elemento material –no se olvide que estudia en todo caso el elemento espacial– de aquellas
normas materiales que regulan específicamente supuestos en los que existe algún elemento
vinculado con varios Estados –constituyen la única técnica de reglamentación posible–. Por
el contrario, no formarán parte de su contenido las normas materiales que constituyan una
reglamentación alternativa a aquellas normas pensadas para regular supuestos puramente
internos –relaciones jurídicas en las que todos sus elementos se hallan vinculados con un
único país u ordenamiento jurídico (el del foro)–; en este caso las normas materiales son una
técnica de reglamentación alternativa y no específica.

El DIPr. estudiará el elemento material (además del espacial) de la Ley Orgánica 4/2000 sobre
derechos y libertades de los extranjeros en España, porque es una norma jurídica pensada
específicamente para regular supuestos en los que existe un elemento de la relación (el extranjero, el
no nacional español) vinculado con el territorio de otro Estado distinto de España –esta norma
específica no se aplica cuando el elemento personal de la relación jurídica es español–. Por el
contrario, el DIPr. no incluirá en su contenido el estudio del elemento material de la Convención de
Viena relativa a los contratos de compraventa internacional de mercaderías, ya que constituye una
técnica de reglamentación alternativa a una regulación existente en España para supuestos
meramente internos o conectados exclusivamente con el territorio español (normas mercantiles
españolas sobre compraventa). En este último caso, el DIPr. se ocupara solamente de estudiar la
norma que establece su ámbito de aplicación espacial, esto es, su artículo primero.

II. Las fuentes del Derecho Internacional


Privado
Uno de los problemas del DIPr. es la multiplicidad de fuentes, de la que deriva su eventual
colisión: las normas de origen interno colisionan con las de origen no interno (convencionales
o de la UE), estas últimas lo hacen entre sí, al igual que las convencionales. Así, es posible
que un supuesto de hecho caiga bajo el ámbito de aplicación material de diversas normas

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jurídicas, de origen interno o no interno (p.ej., la determinación de la jurisdicción de los
tribunales españoles para conocer de un litigio relativo a un accidente de circulación podría
realizarse mediante bien la LOPJ (arts. 21 y ss.), bien el Reglamento de la UE núm.
1215/2012, bien el Convenio de Lugano de 2007). En estos casos debe determinarse cuál de
estas normas será la aplicable. Para ello se parte del ámbito de aplicación (material, espacial
y temporal) de las normas jurídicas, con el objeto de determinar en qué norma o normas
podrían subsumirse los hechos. Mientras en ocasiones solamente pueden hacerlo en el
supuesto de una sola norma, en otras podrían hacerlo en el de varias (p.ej., el
reconocimiento en España de una sentencia de divorcio dictada por un tribunal alemán en
principio podría realizarse bien a través del convenio bilateral con Alemania bien a través del
Reglamento de la UE núm. 2019/1111). Cuando sean varias, en primer lugar deberá
verificarse si las propias normas contienen disposiciones para resolver esta colisión de
fuentes, en cuyo caso deberemos resolver el conflicto de acuerdo con ellas (p.ej., los arts. 94
a 99 del Reglamento 2019/1111 establece con carácter general su primacía sobre otras
normas convencionales concluidas entres Estados miembros). Si las normas implicadas no
contienen reglas específicas, entonces habrá que acudir a otros principios de teoría general
del Derecho.

En definitiva, y de manera sintética, para solucionar la colisión entre diversas normas pueden
emplearse diversos criterios:

–Las normas de origen no interno (tratados internacionales y normas de la UE)


desplazan a las de origen interno, bien porque exista una norma que así lo establezca,
bien por el principio de competencia (se ha transferido previamente el ejercicio de la
competencia sobre la que se legisla al órgano supranacional), de especialidad (es
más específica) o de temporalidad (ha sido adoptada con posterioridad).

El artículo 31 de la Ley 25/2014 de tratados y otros acuerdos internacionales establece


expresamente que los tratados internacionales válidamente celebrados y publicados oficialmente
prevalecen sobre cualquier otra norma del ordenamiento interno en caso de conflicto con ellas, salvo
las de rango constitucional. Por su parte, el artículo 2 de la Ley de cooperación jurídica internacional
en materia civil determina que la cooperación jurídica internacional en materia civil y mercantil
(notificación de actos, obtención de pruebas, reconocimiento y declaración de ejecutividad de
resoluciones extranjeras) se rige en primer lugar por las normas de la UE y por los tratados
internacionales en los que España es parte; en segundo lugar, por las normas especiales del
ordenamiento español (p.ej., la Ley de adopción internacional, o la Ley concursal); y,
subsidiariamente, por la propia ley de cooperación jurídica internacional. En el artículo 21.1 de la
LOPJ se dispone que los tribunales españoles conocerán de las pretensiones que se susciten en
territorio español de acuerdo con lo establecido en los tratados y convenios internacionales en los que
España es parte, en las normas de la UE y en las leyes españolas.

Por lo que se refiere específicamente a las normas emanadas de la UE, la mayoría de


disposiciones de DIPr. se contienen en Reglamentos de la Unión. Su prevalencia se recoge en el
artículo 288 TFUE, donde se afirma que este tipo de normas es obligatorio en todos sus elementos y
directamente aplicable en cada Estado miembro.

–Las normas convencionales suelen contener disposiciones que regulan su colisión


con otras normas convencionales. Si nada establecen, debe acudirse a los principios

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de Derecho Internacional Público en esta materia, codificados en el Convenio de
Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados (véanse sus arts. 28 a 30).

–Las normas de la UE tienen disposiciones cuyo objeto es resolver sus conflictos con
los tratados internacionales –o con otras normas de la UE– y en las que normalmente
se establece la primacía de las primeras.

1. Fuentes de origen interno: el Derecho Internacional


Privado nacional
En el Título Preliminar del Código civil se recoge el núcleo fundamental de las normas de
conflicto relativas a materias de Derecho privado. En este ámbito existen, sin embargo,
normas de conflicto contenidas en leyes específicas. Así sucede, p.ej., en la Ley cambiaria y
del cheque, en la que el Capítulo XV del Título I y el Capítulo XI del Título II contienen las
normas de conflicto para los títulos valores cambiarios. La Ley del mercado de valores
contiene en su artículo 4 una norma de conflicto que establece el ámbito de aplicación en el
espacio de la propia ley.

A diferencia a otros países de nuestro entorno (p.ej., Suiza, Alemania, Italia, Bélgica), España carece
de una ley específica en la que se contengan, con mayor o menor amplitud, las normas de DIPr.

2. Fuentes de origen no interno

A) El Derecho Internacional Privado convencional

Un grupo muy importante de fuentes de origen convencional en el ámbito del DIPr. tiene su
origen en la Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado. Este es el caso, por
ejemplo, del Convenio sobre la ley aplicable en materia de accidentes de circulación por
carretera, hecho en La Haya el 4 de mayo de 1971.

También existen convenios relacionados con materias de DIPr. emanados del Consejo de
Europa (p.ej., el Convenio europeo relativo al reconocimiento y la ejecución de decisiones en
materia de custodia de menores, así como al restablecimiento de dicha custodia. hecho en
Luxemburgo el 20 de mayo de 1980), de la Unión Europea (Convenio de Lugano de 2007
relativo a la competencia judicial, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales
en materia civil y mercantil) o de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho
Mercantil Internacional (CNUDMI o UNCITRAL) (Convenio de Nueva York de 1958 sobre
reconocimiento y ejecución de sentencias arbitrales extranjeras).

En ocasiones, los sistemas estatales de DIPr. incorporan formalmente los textos convencionales al
propio ordenamiento jurídico realizando una referencia genérica en la norma estatal a la existencia y
aplicación del convenio (incorporación por referencia). Ejemplo de esta técnica son los artículos 9.4, p.
2º, y 9.6, p. 1º, del Cc, o el artículo 25 de la Ley de adopción internacional. También encontramos

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ejemplos en el Derecho comparado, como los artículos 49, 83, 84, 93, 118 y 134 de la Ley federal
suiza de Derecho Internacional Privado, o los artículos 42, 45, 57 y 59 de la Ley italiana de Derecho
Internacional Privado.

B) El Derecho Internacional Privado de la Unión Europea

La pertenencia de nuestro país a la Unión Europea plantea la cuestión de la incorporación a


nuestro ordenamiento de su normativa, lo que, en el ámbito del DIPr. ha supuesto la
incorporación a nuestro ordenamiento de nuevas normas. El artículo 81 TFUE constituye la
base jurídica para la adopción de disposiciones que afectan al DIPr. Este es el caso, por
ejemplo, de los Reglamentos núm. 805/2004, 650/2012, 1215/2012, 2019/1111, entre
muchos otros.

El artículo 81 TFUE amplió las competencias de la UE que en el ámbito de la cooperación judicial en


materia civil se preveían en el antiguo artículo 65 TCE. Así, p.ej., ha introducido entre las materias
objeto de su competencia el desarrollo de métodos alternativos de resolución de litigios, o el buen
funcionamiento de los procedimientos civiles, fomentando la compatibilidad de las normas de
procedimiento civil. Además, mientras en el artículo 65 TCE el objeto de las medidas que se
adoptaban tendían a "mejorar", "simplificar", "fomentar" y "eliminar obstáculos", el artículo 81 TFUE
determina que las medidas se adoptarán para "garantizar" las distintas materias.

III. Los conflictos internos de leyes

1. Presupuestos constitucionales de los conflictos de leyes


internos
La Constitución sanciona en su Título VIII el reparto de competencias entre el Estado central
y las Comunidades Autónomas. Por lo que respecta a la coexistencia en nuestro país de
diversos ordenamientos civiles, y en orden a determinar la capacidad legislativa en esta
materia, en el artículo 149.1, ap. 8º, de la Constitución se establece que el Estado tiene
competencia exclusiva en materia de "legislación civil, sin perjuicio de la conservación,
modificación y desarrollo por las Comunidades autónomas de los derechos civiles, forales o
especiales, allí donde existan. En todo caso, [las] normas para resolver los conflictos de
leyes […]".

La competencia de las Comunidades autónomas para conservar, modificar y desarrollar los Derechos
civiles vigentes en su territorio tuvo su plasmación posterior en los estatutos de autonomía de las
Comunidades con un Derecho civil propio: Aragón, Cataluña, Galicia, Navarra, País Vasco y Valencia.
Por lo que respecta a Baleares, esta competencia se recoge en el artículo 30, ap. 27º, del Estatuto de
Autonomía de las Illes Balears (EAIB).

Un elemento clave de la competencia legislativa de las Comunidades Autónomas en materia de


Derecho civil propio es el término “desarrollo”. Este término constitucional abarca también la

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legislación de instituciones civiles no preexistentes, siempre y cuando pueda apreciarse alguna
conexión con el Derecho civil propio en su conjunto, esto es, que se puede verificar respecto de otra
institución que sí forma parte del mismo o en relación a los principios jurídicos que lo informan. Por
tanto, incluiría la regulación de instituciones jurídicas no existentes hasta ese momento aunque sí
conexas con las ya reguladas en el Derecho propio en lo que constituye un proceso lógico de
actualización o innovación de sus contenidos dentro de los principios informadores peculiares de su
Derecho civil propio (véase STC núm. 88/1993, FJ 3º; STC núm. 95/2017, FJ 4º).

Consecuencia de la competencia exclusiva del Estado para legislar en materia de "conflictos


de leyes" es que las Cortes Generales son la única institución con potestad para aprobar
normas de conflicto. Tras la asunción de competencias por parte de los Parlamentos
autonómicos de las Comunidades Autónomas con Derecho civil especial para conservarlos,
modificarlos y desarrollarlos, el ejercicio por aquellos de tales competencias no podrá
suponer en modo alguno la creación de normas de conflicto (en este sentido se expresa el
art. 30, ap. 27º, EAIB). Lo contrario supondría una invasión de la competencia exclusiva del
Estado.

Un ejemplo de lo que acabo de decir lo tenemos en el texto refundido de la compilación del derecho
civil de las Islas Baleares, aprobado mediante el Decreto Legislativo 79/1990, de 6 de septiembre.
Determinados preceptos de la Ley 5/1961, de 19 de abril, sobre Compilación del Derecho civil
especial de Baleares habían sido modificados por la Ley del Parlamento de la Comunidad Autónoma
de las Illes Balears 8/1990, de 28 de junio. Uno de los preceptos afectados por la reforma fue su
artículo 2, que pasó a tener el siguiente contenido: "Las normas del Derecho Civil de Baleares tendrán
eficacia en el territorio de la Comunidad Autónoma y serán de aplicación a quienes residan en él sin
necesidad de probar su vecindad civil. Se exceptúan los casos en que, conforme al Derecho
Interregional o Internacional Privado, deban aplicarse otras normas. La vecindad y los conflictos
interinsulares de normas se regularán por el Código Civil y demás disposiciones de aplicación
general". Se trataba claramente de una norma de conflicto unilateral ("serán de aplicación a quienes
residan en él sin necesidad de probar su vecindad civil"), que determinaba el ámbito de aplicación de
la Compilación. Como tal fue recurrida por el Presidente del Gobierno ante el TC, el cual, en sentencia
de 6.5.1993 (sentencia 156/1993, ECLI:ES:TC:1993:156), declaró inconstitucional el mencionado
inciso por contravenir lo dispuesto en el artículo 149.1.8º de la Constitución.

Igualmente, el TC ha declarado inconstitucional, por invadir la competencia exclusiva del Estado en


materia de normas sobre conflictos de leyes, el inciso final de la Ley 11 de la Compilación del Derecho
Civil Foral de Navarra o Fuero Nuevo (“La condición foral de navarro determina el sometimiento al
Derecho civil foral de Navarra. La condición foral se regulará por las normas generales del Estado en
materia de vecindad civil, respetando el principio de paridad de ordenamientos”), así como la Ley 12
(“En las personas jurídicas cuya regulación sea competencia de la Comunidad Foral de Navarra, la
condición foral se determinará por su domicilio en Navarra, debiendo estar sujetas al Derecho de
Navarra”) (sentencia de 16.9.2021, FJ 8º).

2. Los conflictos de leyes de derecho privado

A) Técnicas de reglamentación

Si analizamos las normas utilizadas por el Derecho interregional, vemos que son las mismas
que las usadas para resolver los conflictos de leyes en el ámbito internacional. En este
sentido, el artículo 16.1 Cc establece que "los conflictos de leyes que puedan surgir por la
coexistencia de distintas legislaciones civiles en el territorio nacional se resolverán según las
normas contenidas en el capítulo IV [normas de DIPr.]". Por tanto, las normas de conflicto

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contenidas en los artículos 9 a 11 Cc serán de aplicación a los conflictos internos de leyes.
Con toda lógica, el propio artículo 16.1 Cc establece que para su aplicación deberá tenerse
en cuenta que la "ley personal", a la que se hace referencia en diversas normas, vendrá
determinada no por la nacionalidad de las personas (art. 9.1), sino por la vecindad civil.

La vecindad civil se establece conforme a lo dispuesto en los artículos 14 y 15 Cc. Si bien el


artículo 14.1 Cc afirma que "la sujeción al derecho civil común o al especial o foral se determina por la
vecindad civil", no es éste el único criterio ni el más importante que determina la aplicación del
Derecho civil propio (L. GARAU). Así, p.ej., el ordenamiento aplicable al régimen económico matrimonial
de dos españoles con distinta vecindad civil puede ser el correspondiente al de la residencia habitual
común inmediatamente después de celebrado el matrimonio o el del lugar de celebración del
matrimonio (art. 9.2 e.r. con el art. 16.1 Cc).

B) Las normas de funcionamiento

Por lo que respecta a las normas de funcionamiento –aquellas normas que resuelven los
problemas que plantea la aplicación de las normas de conflicto y que en el DIPr. de origen
interno se hallan recogidas en el artículo 12 Cc (véase el Tema 4, apartado II) –, el artículo
16.1 Cc establece que también serán aplicables a los conflictos internos de leyes, excepto
las correspondientes a los problemas relativos a la calificación (art. 12.1), reenvío (art. 12.2)
y orden público (art. 12.3). A primera vista, llama la atención que no se haya recogido
también en este catálogo de exclusiones el artículo 12.5, relativo a la remisión a un sistema
plurilegislativo. Esta última norma solamente encuentra aplicación en la medida en que la ley
aplicable al supuesto (lex causae) sea el ordenamiento de un país (distinto de España) en el
que coexistan diversos ordenamientos jurídicos. La desafortunada redacción del artículo 12.4
Cc y la escasa operatividad de la figura del fraude de ley hace que la relevancia práctica de
esta norma de funcionamiento sea casi nula (véase el Tema 4, apartado II.5). De aquí que la
única norma de funcionamiento que encontraría aplicación sería el artículo 12.6 Cc, en el que
se recoge el principio general del DIPr. español de la imperatividad de la norma de conflicto.

La inaplicación de la norma sobre calificación es lógica, puesto que para calificar unos hechos
debemos acudir a los conceptos jurídicos del ordenamiento español ("ley española") –tanto si éstos
derivan de normas contenidas en el Código civil o en normas de Derecho civil propio de un territorio–.
La exclusión en el ámbito interregional de la norma relativa al reenvío parece clara, ya que el ámbito
espacial de las normas materiales pertenecientes a los distintos ordenamientos coexistentes en
España se establece a través de las normas de conflicto del ordenamiento español. Por tanto, las
conexiones son idénticas, no pudiendo existir problemas de reenvío. Finalmente, la no aplicación de la
excepción de orden público a los conflictos internos de leyes estaría justificada por la existencia de
unos valores y principios fundamentales comunes del ordenamiento español, de los distintos
ordenamientos civiles que coexisten en nuestro país.

C) Vecindad civil

Todas las personas que ostenten la nacionalidad española deben tener vecindad civil; por
tanto, los extranjeros no gozan de vecindad civil, aunque residan en territorio español.
Hemos visto que, a pesar del tenor literal del artículo 14.1 Cc, la vecindad civil no es el
criterio único de sujeción al Derecho civil especial propio de las CCAA, si bien sirve para
determinar la ley personal de las personas físicas en el caso de conflicto interno de leyes en

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el ámbito del Derecho privado. La atribución y determinación de la vecindad civil de los
españoles se realizará de acuerdo con las reglas contenidas en el artículo 14 Cc. En el caso
de personas físicas que se naturalicen españoles o que recuperen la nacionalidad española,
la atribución de la vecindad civil se atendrá a las reglas del artículo 15 Cc.

La vecindad civil es inscribible en el Registro Civil (véase art. 4, 5º LRC). Si no consta inscrita, puede
declararse, previo procedimiento registral, con valor de simple presunción (art. 92.1.b LRC). Las
declaraciones de voluntad relativas a la vecindad civil podrán realizarse ante el Encargado del RC,
notario, o funcionario diplomático o consular encargado del RC y se inscribirán en el registro individual
de la persona afectada (art. 68 LRC).

Precepto que genera confusión es el artículo 9.3 EAIB, en el que se establece que "los
extranjeros que, teniendo vecindad de cualquiera de los municipios de las Illes Balears,
adquieran la nacionalidad española quedan sujetos al Derecho Civil de las Illes Balears
excepto en el caso en que manifiesten su voluntad en sentido contrario". El artículo 15 Cc
solamente atribuye vecindad civil a los españoles, por lo que cuando en este precepto se
habla de la "vecindad" de los extranjeros, no puede referirse a ella. Entonces, ¿a qué
vecindad se está refiriendo? La clave está en la normativa administrativa existente en esta
materia: la Ley reguladora de las Bases de Régimen Local (LBRL) y el Reglamento de
Población y Demarcación Territorial de las Entidades Locales (RPDTEL). De acuerdo con
ella, toda persona que viva en España debe estar inscrita en el Padrón del municipio en el
que resida habitualmente, adquiriendo en virtud de tal inscripción la condición de "vecino"
(art. 15 LBRL y art. 54 RPDTEL). Los datos del Padrón "constituyen prueba de la residencia
en el municipio y del domicilio habitual" (art. 16.1 LBRL) –obsérvese que ahora se introduce
un concepto nuevo ("domicilio habitual") que, además de no aparecer en el precepto anterior,
parece dar a entender que existe un domicilio "simple" (a secas) o "no habitual"–. Teniendo
en cuenta estas normas, la mención del artículo 9.3 EAIB a la vecindad habrá que entenderla
referida a la vecindad administrativa. Teniendo en cuenta lo anterior, el artículo 9.3 EAIB
viene a establecer que el extranjero con vecindad administrativa en un municipio de Baleares
cuando adquiera la nacionalidad española adquirirá, salvo manifestación en contra, la
vecindad civil de Baleares.

De acuerdo con el artículo 15 Cc, la adquisición de la vecindad civil no es automática, sino que el
extranjero debe optar por una vecindad civil en el momento de la adquisición de la nacionalidad, o,
incluso, se le atribuye en caso de recuperación de la nacionalidad española la que tenía atribuida
antes de la pérdida. Esta contradicción entre el artículo 15 Cc (posibilidad de optar o atribución directa
de la anterior) y el artículo 9.3 EAIB (atribución de la balear) podría resolverse en favor de la norma
estatutaria, alegándose que ésta forma parte del bloque de constitucionalidad. Ahora bien, también
podría invocarse la prevalencia del Cc, por un principio de coherencia del sistema: no es posible, ni
deseable, que una norma venga a desvirtuar la regla general de atribución de vecindad civil, pues ello
puede generar conflictos positivos (atribución de varias vecindades civiles) y negativos (ausencia de
aquélla).

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3. Ámbito de aplicación en el espacio del Derecho público de
las Comunidades Autónomas
El reparto constitucional de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas
opera también como presupuesto (constitucional) para otro tipo de conflictos, en este caso
con mayor interés y trascendencia práctica que los que acabamos de analizar, en el plano
del Derecho privado. Se trata de los conflictos derivados de la capacidad normativa de las
propias Comunidades Autónomas en el ámbito de las relaciones jurídico públicas. Esta
legislación autonómica tiene un carácter territorial, en el sentido de aplicarse a hechos
acaecidos y a personas radicadas en su territorio (L. Garau). Así, el artículo 10 EAIB
establece que "las normas, las disposiciones [...] de la Comunidad Autónoma tienen eficacia
en su territorio". Por su parte, el artículo 83 EAIB determina que "las competencias
establecidas en este Estatuto se entienden referidas al ámbito territorial de la Comunidad
Autónoma de las Illes Balears"; y el artículo 87.1 del texto Estatutario afirma que "en materias
de competencias exclusivas de la Comunidad Autónoma, el derecho propio de la Illes
Balears es aplicable en su territorio con preferencia a cualquier otro, en los términos
previstos en este Estatuto". Ahora bien, el principio de territorialidad no posee carácter
absoluto, pues una norma jurídica puede producir efectos o tener consecuencias jurídicas
fuera de los límites territoriales de la CA.

La territorialidad estricta de la legislación de las Comunidades Autónomas les privaría de una parte
de su eficacia. Así lo declaró el TC en sus inicios, en su sentencia núm. 37/1981, de 16.11.1981,
cuando afirmó que, "es bien cierto que la competencia de los órganos de la Comunidad Autónoma del
País Vasco se entiende siempre referida, salvo disposición expresa en contrario (en este caso
inexistente) al ámbito territorial del País Vasco, como declara el artículo 20.6 de su Estatuto de
Autonomía, pero esta limitación territorial de la eficacia de las normas y actos no puede significar, en
modo alguno, que le esté vedado por ello a esos órganos, en uso de sus competencias propias,
adoptar decisiones que puedan producir consecuencias de hecho en otros lugares del territorio
nacional. La unidad política, jurídica, económica y social de España impide su división en
compartimentos estancos y, en consecuencia, la privación a las Comunidades Autónomas de la
posibilidad de actuar cuando sus actos pudieran originar consecuencias más allá de sus límites
territoriales equivaldría necesariamente a privarlas, pura y simplemente, de toda capacidad de
actuación" (FJ 1º). Por la misma razón, el TC ha declarado que no se transgrede el principio de
territorialidad de la legislación autonómica cuando se establece un recargo autonómico sobre la cuota
líquida en el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas aplicable a los residentes en el territorio de
la CA con independencia del lugar de generación de la renta (véase sentencia TC núm. 150/1990, de
4.10.1990, FJ 5º, referida a la CA de Madrid).

La extralimitación por las Comunidades Autónomas de su competencia legislativa, en cuanto


transgresión del principio de territorialidad, supone la nulidad de la norma, pues se invadirían
las competencias de otra Comunidad o del propio Estado.

El TC en su sentencia 1/1982, de 28.1.1982, examinó el conflicto positivo de competencia


interpuesto por el Abogado del Estado frente al Decreto del Gobierno Vasco 45/1981, de 16 de marzo,
sobre régimen de dependencia de las Cajas de Ahorro de la Comunidad Autónoma del País Vasco.
Su artículo 4, letra b), preveía la fiscalización, en algunos casos, de las Cajas de Ahorros domiciliadas
fuera del territorio de la Comunidad Autónoma Vasca. En relación con ello, el TC afirmó que, "con
arreglo a las normas vigentes, cuyo cumplimiento pretende fiscalizar la Comunidad Autónoma ésta (en
lugar del Banco de España), antes de que la Caja no domiciliada en el País Vasco pudiera proceder a

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la apertura de oficinas situadas dentro de este territorio, tendría que comprobar si tal Caja tiene
“capacidad de expansión disponible”, para lo cual tendría que examinar, donde la Caja tuviera su sede
social, cuál es la suma de sus recursos propios, según su último balance, y estaría facultada para
llevar a cabo cuantas comprobaciones e inspecciones estimara necesarias para el cumplimiento de
las normas reglamentarias vigentes, lo cual implicaría realizar fuera del territorio vasco unas
potestades que los órganos de la Comunidad no pueden ejercer más que en el ámbito territorial del
País Vasco, según se desprende en concreto del artículo 11.2.a) EV y, en términos más generales, del
artículo 20.6 del mismo Estatuto" (FJ 11º). Por todo ello, afirmó que el citado precepto había incurrido
en "exceso de competencia", declarando su consiguiente nulidad.

Bibliografía complementaria
– L. GARAU JUANEDA, "Comunidades Autónomas y Derecho Interregional", en
AA.VV., Constitución, Comunidades autónomas y Derecho interregional, Santiago de
Compostela, 1982, pp. 111 ss.
– L. GARAU JUANEDA, "Sobre las diferentes relaciones entre norma jurídica y
territorio", en J. BASEDOW y otros, Aufbruch nach Europa, 75 Jahre
Max-Planck-Institut für Privatrecht, Tübingen, 2001, pp. 415 ss.
– L. GARAU JUANEDA, "Artículo 10", en A. BLASCO ESTEVE (Dir.), Comentarios al
Estatuto de Autonomía de las Islas Baleares, Pamplona, Civitas, 2008, pp. 111 ss.
– L. GARAU JUANEDA, "Los conflictos de leyes entre las diferentes regulaciones en
materia de régimen económico matrimonial vigentes en España y cuestiones de
derecho intertemporal asociadas a los mismos", en F. LLEDÓ YAGÜE y M.P. FERRER
VANRELL (Dirs.), Los regímenes económicos matrimoniales en los Derechos civiles
forales o especiales, Madrid, 2010, pp. 51 ss.

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