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La inmunidad específica es muy eficaz pero bastante lenta, tarda varios días en llevarse a cabo.
Sin embargo, tiene una propiedad singular: la memoria inmunológica. El término inmunidad (del
latín immunis, libre, exento) es utilizado para indicar la capacidad de resistencia de los organismos
vivos frente a la virulencia de los diferentes tipos de microorganismos que alteran el estado general
de la salud. En todos los animales, los macrófagos se encuentran activos antes de que ingrese el
invasor, por lo que se cree que constituyen el sistema de defensa más antiguo.
A este tipo de inmunidad se la conoce como innata.
• Los linfocitos T maduran en el timo, donde se preparan o sensibilizan para su acción
inmunológica. En presencia de un antígeno, no segregan anticuerpos hacia la sangre, sino que,
por medio de la interacción con otras células somáticas, directamente lo atacan.
• Los linfocitos B maduran en la médula ósea. Son los encargados de sintetizar los anticuerpos
y liberarlos en la, sangre. El cuerpo humano contiene más de 100.000 millones de linfocitos
B, cada uno de los cuales segrega anticuerpos específicos.
Aliados inmunitarios: las vacunas y los sueros
La inmunidad adquirida se clasifica en dos tipos: activa y pasiva.
• Inmunidad activa: se adquiere mediante una enfermedad determinada, ya sea por sus
manifestaciones preclínicas, clínicas o, incluso, sin manifestaciones (natural), o cuando se
aplica una vacuna (artificial).
• Inmunidad pasiva: se adquiere a través de los anticuerpos matemos durante el proceso de
gestación o de lactancia (natural) o por la administración de sueros o de inmunoglobulinas
(artificial).
Las vacunas son antígenos o mezclas de antígenos que inducen una inmunidad activa.
Constituyen uno de los avances científicos de mayor importancia social, por su capacidad de
prevenir determinadas enfermedades infecciosas.
Las vacunas necesitan entre una y dos semanas para producir anticuerpos. En algunos casos, se
requiere más de una dosis para que el organismo pueda producir su máximo nivel de
anticuerpos. Las nuevas dosis reciben el nombre de refuerzos, y son indispensables frente a
algunas enfermedades, como la poliomielitis y la tuberculosis.
¿Cómo se preparan las vacunas?
Los microorganismos que constituyen los antígenos pueden estar vivos o muertos. En el primer
caso, se atenúa su virulencia mediante diferentes procesos de naturaleza fisicoquímica.
Para la fabricación de vacunas, se cuenta con métodos novedosos que en un futuro no lejano
reemplazarán a los tradicionales. El más simple es el desarrollo de péptidos sintéticos, por ejemplo,
un péptido de veinte aminoácidos que constituya la porción antigénica de la proteína relacionada
con la producción de anticuerpos.
Respecto de la inmunidad pasiva artificial, el material utilizado para inducirla es el suero que
contiene antígenos, es decir, el antisuero o antitoxina.
Existen notorias diferencias entre vacunas y sueros:
• Las vacunas se inoculan a personas sanas, y los sueros, al comienzo de alguna enfermedad.
• La vacuna tarda cierto tiempo en formar los anticuerpos, mientras que el suero tiene acción
inmediata.
• La vacuna produce inmunidad de larga duración, y el suero, de corta duración.
Las vacunas se emplean como medida preventiva, para proteger a las personas contra futuros
ataques de agentes patógenos. Los sueros, en cambio, son eminentemente terapéuticos, y se
aplican en el momento en que la persona está padeciendo la enfermedad, con el fin de curarla.
Tanto las vacunas como los sueros son importantes herramientas que utiliza el hombre para
colaborar con el sistema inmunitario.
Sistema Inmunitario. Biología.