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LITERATURA REGIONAL
LITERATURA
Para introducirnos en el mundo de la literatura, es preciso que nos situemos en un lugar especial desde donde
abordar los textos para comprenderlos. Debemos comenzar por reconocer que todo texto literario está escrito con
una finalidad estética, para que el lector goce, disfrute de la belleza expresada a través de hechos, conflictos o
situaciones creadas por el autor. Cuando leemos una obra literaria, no podemos buscar información precisa, datos.
No podemos preguntarnos si lo narrado o descripto en el texto es real o no. Lo único que debe movernos a una
lectura del texto literario es el deseo de descubrir un mundo nuevo, producto de la imaginación del autor y
manifestado a través de expresiones que transmiten sensaciones de belleza, plenitud, regocijo espiritual. También,
por medio de la literatura, podemos llegar a conocer el alma humana, las virtudes y miserias de una sociedad, el
sentido de la existencia, una visión del mundo y de la historia de los pueblos. Al introducirnos en el mundo de la
literatura, nos brindamos la posibilidad de enriquecer nuestra interioridad, ya que ello nos permite vislumbrar los otros
mundos posibles.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de función poética? Para responder a este interrogante, recordemos
cuáles son las particularidades de esta función:
Función poética: El emisor tiene la intención de producir placer estético en el receptor, a través de la creación de un
texto donde predomine la belleza. Se utilizan recursos expresivos (metáforas, comparaciones, personificaciones,
imágenes, repeticiones, juegos de palabras, etc.) El autor se manifiesta en los textos de diferentes maneras
expresando sus sentimientos, valoraciones, impresiones, creatividad imaginativa.
ESTRUCTURA NARRATIVA
TIEMPOS VERBALES EN LA NARRACIÓN
Tanto en el dialogo entre los personajes como en la narración en general, el uso de los tiempos verbales nos indica el
momento en que suceden las acciones y la relación temporal que existe entre ellas.
Entonces me relató su historia. Su niñez había sido feliz y su vida continuaría en esa dirección. Era un hombre
afortunado.
En este ejemplo, el pretérito perfecto simple relató indica una acción terminada en el pasado. El pretérito
pluscuamperfecto había sido señala una acción que sucedió antes del momento en el que el personaje narra su
historia, y el condicional continuaría expresa acciones que ocurrieron después de esa etapa pasada de felicidad. Por
último, el pretérito imperfecto era se utiliza, en este caso para describir.
Observá ahora qué ocurre con el uso de los tiempos verbales si narramos en presente:
Entonces me relata su historia. Su niñez ha sido feliz y su vida continuará en esa dirección. Es un hombre afortunado
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En este caso, los hechos se cuentan tomando el presente como tiempo de base ( relata). El pretérito perfecto
compuesto ha sido indica acción pasada en relación con el presente, y el futuro simple continuará señala una acción
que sucederá después.
NARRACIÓN EN
PASADO
PRETÉRITO PRETÉRITO
PERFECTO PLUSCUAMPERFECT CONDICIONAL
SIMPLE O SIMPLE
Otra pasada.
PRETÉRITO IMPERFECTO
NARRACIÓN
EN
PRESENTE
PRETÉRITO FUTURO
PERFECTO SIMPLE
PRESENTE
COMPUESTO
Como actual.
Acción actual
LITERATURA y REGIÓN.
La palabra LITERATURA podemos analizarlas desde tres distintos enfoques:
1. Enfoque por su trabajo artístico: durante mucho tiempo se pensó que la literatura era
el arte de lo bello en la escritura. Se buscaba que el escritor desarrollara al máximo la
capacidad creativa del lenguaje mediante una serie de técnicas y recursos. De esta
manera se lograba que una frase exprese sentimientos y la vez sea perfecta en su
escritura.
2. Enfoque por su valor literario: las obras literarias llegan a alcanzar un reconocimiento
en el mundo por la intensidad de lo escrito y suele afirmarse que estas obras literarias
representan a la literatura de un país, y así se construyen las literaturas nacionales
porque se entiende que los textos literarios representan al patrimonio cultural y artístico
de un país o continente.
3. Enfoque por su relación con la sociedad: la literatura es una actividad social que utiliza
el lenguaje para crear mundos de ficción y expresión a través de narraciones, poesías,
obras de teatro y ensayos y así presentar a la sociedad una mirada crítica sobre el estado
en que se encuentra la humanidad y el mundo.
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2. Por su relación con las ciencias de la tierra el termino región adquiere el sentido de ser
una porción de territorio que tiene características especiales por su fauna, flora y clima.
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¿Cuántas regiones geográficas tiene la Argentina?
¿Qué caracteriza a la región del noroeste argentino en sus diversos aspectos?
3. Según las ciencias sociales en una región conviven un grupo de personas que comparten
costumbres, formas de vida, creencias y comida.
4. Por las actividades artísticas como la música, artesanía, y danzas es posible reconocer y
distinguir a cada región.
¿Qué artistas salteños son una imagen reconocida por el resto del país como
representantes de la cultura de esta tierra?
¿Cuáles son las vestimentas que se reconocen como típicas de Salta?
¿Qué héroes salteños forman parte de la historia argentina?
Después de leer el significado de las dos palabras que conforman nuestro objeto de estudio, será posible
elaborar la siguiente definición de literatura regional:
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LITERATURA REGIONAL: serán considerados como representantes de la literatura regional aquellos textos
literarios, novelas, cuentos, poesías, obras de teatro, ensayos que son escritos desde una espacio
territorial y cultural para manifestar a todo el mundo, la forma de entender y sentir las distintas
experiencias de la vida que tienen las personas de una región dentro de un país.
ESCRITOR REGIONAL.
PRIMERA IDEA: Un escritor nacido en una provincia del interior de un país puede ser considerado
un escritor regional, por el solo hecho de su lugar de origen de nacimiento.
SEGUNDA IDEA: Un escritor nacido en el interior de un país puede escribir sobre un lugar distinto
al que nació y vive, de esta manera todo lo escribe no será considerado como literatura regional.
TERCERA IDEA: Un escritor que se compromete con la realidad social del lugar donde nació o bien
eligió para vivir y decide escribir en sus textos literarios sobre historias y emociones de personajes
(inspirados en habitantes de un lugar) que usan palabras, formas de hablar junto a las costumbres y
creencias de una región. Será considerado entonces un escritor regional porque su trabajo literario
tendrá la intención de hacer conocer a todo el país y al resto del mundo como la gente de una
región enfrenta las distintas experiencias de vida desde el lugar donde transcurre su existencia.
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a) ¿Cuál de estas tres ideas te parece las más indicada para Carlos Hugo Aparicio
el concepto de escritor regional? Nació en La Quiaca
(provincia de Jujuy) en 1935,
y sus padres decidieron
trasladarse a la ciudad de
LA PILA DE LADRILLOS Salta cuando los hijos
tuvieron que iniciar sus
estudios secundarios. Se
Nos faltan hoy a la mañana, y eso que ayer tarde al rato nomas de que los instalaron en la casa donde él
trajeran yo en persona y a instancias de mi mujer los fui apilando un poco vivió muchos años, en un
barrio periférico, con calles de
más adentro del borde de la vereda, contra el alambrado, para evitar tierra; y de ese barrio,
justamente dejar- los muy a la mano; de modo que toda la satisfacción de la precisamente, sacó Aparicio
la materia prima de su
víspera de golpe se nos vuelve enojo indignado. Razón hay, ahorrar mes por literatura.
mes quién sabe como; privar- no del cine, de la pizzería, para poder comprar Fallece a los 79 años, el 2
estos dos mil ladrillos de primero, ahí, a la puerta, con la esperanza de de abril del 2014, en la
ciudad de Salta que lo
construirnos al fin la galería que como nos hace falta, ahora que el aire frio cobijó. Sus restos fueron
entra a pasearse como en su casa, hoy nomás ya amanecimos resfriados y con inhumados en el
tos, y que de las filas bien contadas de hacer nos falten como treinta, no hay Cementerio de la Santa
derecho, mi mujer se muere de bronca ;vos tenéis la culpa, si los hubieras Cruz.
metido de una vez por todas adentro como yo te decía no pasaba esto que
era un esfuercito más, pero vos no fiacoso del diablo , desesperado por irte a jugar a esa maldita pelota
con los vagos de la vuelta, ahora calculéis lo que nos sale cada ladrillo, claro, como a vos la plata te cae de
arriba, vamos, che, pasa los ladrillos de una vez para adentro, rápido, qué esperas, ¿ que nos dejen sin
ninguno? . . . quién será ese hijo de perra. . . y haceme el gran favor de no ensuciarte la ropa, que vos
no la lavas, ya me duele la espalda de tanta refregarla, ¿ te crees que tengo pulmones de repuesto ?. . .
El sábado, cuando me cambie y se entere que con los ladrillos me he manchado hasta la ropa interior, ni
quiero imaginar la que se va a armar. Me duelen brazos y manos, me salen callos, crece mi indignación al
pensar que nos roben así, y yo pague el pato. Los traslado tal cual es su voluntad; por dentro del
alambrado estaban más seguros a pesar de ser un alambre viejo y remendado y tener una puerta de tablas
mal atadas y un palo estropeado de tranca; de noche, cualquiera puede abrirla y entrarse lo más pancho,
aunque no creo que se animen, por otra parte está el perro que siempre es una garantía. No obstante el
cansancio quisiera irme a jugar el picadito, pero mejor no, prefiero quedarme con las ganas, si no
después quién le aguanta la lengua.
Esta mañana , luego de ver desilusionado que nos faltan otros treinta y pico y que se van entrado
por la puerta, abriéndola y dejándola cerrada como si tal cosa , me voy al trabajo fijándome casa por casa ;
aquí de día se hacen los inocentones, pero de noche y favorecidos por la ausencia de luz eléctrica son
capaces de robarle a la propia madre. Miro fondos a la intemperie, llenos de basura, palos, piedras
amontonadas como para un cimiento eternamente postergado, cosas viejas, cajones destartalados de
maderas podridas, algún cuadro de bicicleta descascarado y roto, alguna rueda torcida y semienterrada,
macetas averiadas, tarros oxidados, montones de yuyos secos, de botellas polvorientas ; patios a veces
bien barridos, otras abandonados at descuido y at olvido; ranchos de arpilleras y latas, donde estarán mis
ladrillos, piezas de adobes, quién los habrá robado, por ahí una de material, pero de los ladrillos ni
rastros. Allí viven dos hermanos solteros ; no se juntan con nadie, tampoco saludan, Por las herramientas
que trajinan y las ropas teñidas de mezcla se ve que son albañiles ; salen de madrugada y recién vuelven al
atardecer; comerán en e1 mercado o en algún fondín ; sólo los domingos se quedan en su rancho y
aprovechan para irlo mejorando y escuchar en la radio a todo lo que da no los partidos de Buenos Aires,
sino del campeonato chileno; no los veo gran cosa ; sé por chismes que son de desconfiar y que el más
joven afila con una sirvienta del centro; vaya a saber si serán o no éstos ; pinta no les falta, razones
tampoco ; debo tenerlos bien en cuenta A dos lotes esta esa pareja llena de hijos criados a to que sea ;
ella atiende su feria mala muerte y él es jornalero ; tienen una pieza de adobes revocados y otra de
ladrillos de segunda a medio terminar ; les queda más de un metro para llegar at techo; éstos son más
sospechosos a pesar de mostrarse tan atentos, como le va señor , y la señora, ¿bien ? , me alegro, como
no, lleve nomas lo que quiera, me lo paga cuando tenga, no hay apuro, no hay de quo; pero los recelos de
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mi mujer se justifican pues no hay domingo que el hombre no se mache y entonces toda su melosa
atención se va al diablo, pega a su mujer, patea a los chicos y quiere pelearse con el que se le ponga por
delante; canta, llora, nombra pueblos que en sus labios salivosos adquieren una extraña y nostálgica
resonancia ; si uno fuera adivino. . .
Más a la esquina hay un diariero viudo con dos hijos, el varón grandote ya, que lo ayuda con los
diarios, y la muchacha, quince años más o menos, que los atiende a ambos ; se levantan oscuro,
tanto que a lo mejor , de pasada, se alzan unos cuantos ladrillos, total quién se va a dar cuenta ; también
les gusta doblar el codo y los sábados se trenzan padre, hijo y otros amigotes, consiguen una guitarra y
hacen todo el ruido posible, en tanto la chica se las arregla con cualquiera, es una vergüenza, pobre
muchacha. Ya en la vereda del frente recuerdo tres o cuatro familias que viven amontonadas en los
cuartos celestes de un conventillo; no los conozco muy bien, hasta me cuesta ubicarlos; sé que la mayoría
son de changadores, basureros o barrenderos municipales; la pasan como 1s mona, pero nunca les faltan
los cigarrillos ni el vino; tipos todos a quienes los ladrillos aun cuando sea para reducirlos jamás les
vendrían mal, ¿eh? ; por eso no hay que perderles pisada. Justo frente de nosotros vive un vendedor
ambulante de baratijas, viborero que le dicen; tiene de ayudante a su mujercita, morena y cimbuda ;
nunca están en casa, al clarear salen en una moto Gilera en la que se dan mafia para atar dos
valijones donde fácilmente pueden caber una montonera de ladrillos ; ni los feriados paran en el barrio,
se recogen solo a dormir; poseen dos piecitas de material con una galería techo de zinc, aunque
parece que pagan alquiler, pues hay rumores de que más o menos a ocho cuadras se están
construyendo la casa propia; a ver si se la están haciendo poco a poco con ladrillos ajenos. . .
Más allá, y en un ranchito tembleque, que da no sé qué mirar, habita una viejita, la abuela le dicen, con
su hijo, muchacho joven, y sus dos nietitos, chiquitos todavía, que ella cuida, cura, lava, limpia, viste,
alimenta, arrulla, mientras el alhaja del padre se Ia pasa mujeriando y chupando; dicen que tenía una
paraguaya buenamoza y trabajadora, la madre de las criaturas, que a1 verlo tan chupín sin
compostura se las piro en la primera ocasión con un lechero tentador, sin importarle un pepino de sus
hijos; y ahí está desde entonces la abuela cargando la culpa de la mañana a la noche, pagando por e1
hijo al que todavía consiente, aguanta y, eso más, mantiene; al amanecer se va a pedir limosna por el
centro luego de dar el mate a sus guaguas y dejarlos al buen corazón de una vecina; mi mujer no la
puede ni ver, no hay cosa que le fastidie más que saber de alguien Que pide y peor si se lo piden a ella,
les cierra la puerta en las narices; una vez le regalé a la vieja dos chanchitos duros, mas para el
desperdicio que otra cosa, y mi mujer casi me mata; botarate, desgraciado, así cuando vamos a tener algo,
regala nomas, regálalo todo; se enjetó dos días y me costó un huevo abuenarla ; desde entonces cada vez
que pasa la vieja me pierdo adonde no me descubra y me estire su palma vacía y arrugada. Regresa
pasado el mediodía con lo que ha podido juntar : monedas, sobras de lejanísimos almuerzos, algún pedazo
bondadoso de carne fresca, verduras; sin descansar un segundo, ahora con los nietitos a la rastra y cada
uno con un tarro se va al cuartel por comida ; a la siesta la contemplo al pasar, ya sea doblada sobre su
fuentón, lavando ropa por docenas y colgándola de un alambre yapado y flojo, o si no aquietándose al
sol, los ojos cerrados, sentada en un banco, quizás dormida mientras los chicos juegan a su alrededor y su
nene grandulón duerme la mona con la panza llena o se va a pescar como un ricacho ; quisiera saludarla
pero siempre paso de largo ; sé que a la tarde cocina sus bollos y tortas en un horno casi destruido,
tapado con latas y piedras; pero el hijo es capaz de agenciarse los ladrillos para cambiarlos por bebida, ya
lo veo al muy roñoso Llevándoselos de las pilas bien contadas en vez de trabajar decentemente. Ya en la
propia esquina, hasta donde llega la luz eléctrica, vive en la esquina , el almacenero más pudiente de la
cuadra ; almacén bien surtido, televisor , combinado, triciclo de reparto y una camioneta rastrojera en la
que, cargada hasta el anco, lleva mercaderías al Campo ; si él es vivo para los negocios, la mujer no se
queda atrás en eso de dar menos y cobrar de más; tienen cuatro hijos el mayor de los cuales ; vos sabes
este año lo mandan a la Universidad de Córdoba , qué decís vos ¿ dará ? a mí se me hace que estos
tienen plata nomas, claro que los que la tienen hacen lo que se les antoja, en cambio nosotros mientras
una pichulea, cuida el centavo , vos despilfarrando a lo grande; todo el fondo de su inmensa propiedad
esta tapiado: paredes de ladrillos coronados con alambres de púas y cascos de botellas ; y los hijos son
unos chocantes, se las dan de muy, vos vieras en el cine gastan cualquier cantidad en chocolatines y
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caramelos que hasta sospecho si no le meterían la uña en la caja del almacén , o nos hacen desaparecer
los ladrillos, mandados por la mamita ; uno del aire no se hace rico, lástima que no se pueda ver el tondo
de la casa.
Por el momento no recuerdo otros. A pocos saludamos y siempre de viejos , mi mujer no da confianza
así nomás; además no hace mucho que vinimos a vivir en nuestro lotecito comprado a cuotas mensuales,
donde con sacrificios y privaciones nos vamos haciendo la casa; con los únicos que a veces nos juntamos
es con el matrimonio vecino; viven pegados a nuestro terreno, son dos muy buenas personas,
amables , que nos ayudaron mucho at principio; él es ferroviario jubilado y ella también jubilada, creo, los
dos ya viejos, con todos sus hijos casados y como digo, atentos e inofensivos. Pero de los ladrillos Nos ni
señas, se han hecho humo propiamente, quiénes serán los infelices.
Al mediodía lo primero que hace es encararme ; porque sos un dormilón, dormís patas y todo, se
te puede caer el techo encima que no sentís nada, podrían entrarse hasta el fondo, si quisieran, que el
señor no se le mueve un pelo.
Entretanto tengo que pintar las filas de ladrillos con cal, señalarlos a lo ancho y a lo largo. Y no es por
santificarme peto ella me gana en eso de dormir.
Esta noche al acostarme confiamos en la seguridad de los ladrillos marcados. Trancamos con otro
palo la puerta que; en la primera oportunidad tenéis que arreglarla , es e1 colmo que ni de eso te
importe ; yo estoy deshecho, macurcado, tosiendo; mañana mismo búscate un albañil que no sea carero;
me voy felizmente durmiendo , hoy al alba nos vuelven a faltar como cuarenta ; soy culpable por
traerla a esta calle de buscas y vividores , un inútil que me dejo robar los ladrillos, un incapaz, un
dejado , sangre de pato. Me contengo mirando el suelo,
Haciéndome el de buscar rastros, hasta que encuentro unas huellas de la carretilla y como si hallara
la joya más preciada se lo grito; se calla al fin y entre los dos la seguimos hasta que se enmaraña y se
pierde entre los huellones de la calle ; en eso, repentinamente, me indica la carretilla que guardamos
en el fondo, y tropezando vamos a Ver que es ella efectivamente por las manchas de polvo
anaranjado, y recién, indignados , comprobamos que no contentos con chorearnos los ladrillos lo hacen
en nuestra propia carretilla, qué descaro, ¿y el perro ? . . . ¿no ladra, no muerde? , para que lo tenemos ,
perro de mierda ; ah , no , deme. ser uno de esta cuadra nomás, son los únicos a los que el perro de
callejero conoce y no mordería.
Mi mujer reniega a los gritos, insulta al vecindario completo , echa , comenzando por mí, a todos la
culpa, Dios, la boquita que tiene ; yo también por lo bajo digo cosas ; sale a la puerta mascullando a
escudriñar las caras que encuentra ; se hace, ya más calmada, la de visitar vecinas, la de preguntarles por
alguna flor, un yuyo, una plantita; qué será bueno para la tos, mi marido tiene una que no se le quiere ir;
con el solo propósito de entrar , vichar , olfatear, hallar indicios. Me hace subir al techo a tapar imaginarias
goteras para desde allí campear, curiosear fondos al alcance de mi vista sin ningún resultado ; lo único que
consigo es pegarme una helada bárbara que si no me tira a la cama con bronquitis raspando pasa; pero de
los ladrillos ni la sombra ; ¿serán de otro barrio de alguna obra en construcción cercana, pero entonces
¿ cómo se explica to del perro?; lo que sea y sin importar mi estado esta noche es mi deber hacerles
guardia despierto para pillarlos con las manos en la masa ; total mañana sábado trabajas mediodía no más
y a la tarde te desquitas del desvelo , y qué embromar son también tus ladrillos, ¿no?
Sin discutirle arrimo una silla a la ventana, me envuelvo en dos frazadas, me duele la cabeza, tomo dos
genioles juntos, apago la luz de la lámpara y al par que mi mujer ronca como una bendita me quedo
vigilando, La calle paulatinamente se aquieta, escucho asegurar puertas, miro apagar débiles luces, el
almacén de la esquina es lo último en cerrarse y quedar a oscuras ; tengo fiebre y una humedad
intranquila en la frente y las manos, me arden las mejillas, tomo otro geniol, contengo la tos para no
despertarla ; a eso de la medianoche y ya lejos se oye el motor de la moto acercándose con rapidez;
llega el viborero con su mujer erguida detrás; apaga la moto, la des- cargan, la guardan, al ratito se
ilumina la ventana a la calle de una luz opaca e insegura, de vela, me distraigo viéndola vacilar, crecer
con súbita llamarada para el instante recogerse a la misma y desaparecer casi; nada más a lo largo de la
calle sofisticada y sombría; después también la apagan ; estoy por mirar a otro lado cuando advierto que
desde su puerta con el mayor sigilo el viborero cruza hacia aquí retengo la respiración, abro bien los
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ojos, conque esa tenemos, me levanto sin dejar de mirar la sombra que sin duda se acerca decidida a los
ladrillos y voy a darle la cana entre resuelto y miedoso cuando escucho el chorrito urgente y tumultuoso a
través del alambrado y contra las pilas inmóviles, tras lo cual se va acomodándose y abrochándose y de
una carrerita llega a su puerta, entra y la cierra en silencio , poco falta para que me ría a las carcajadas ;
un tren a la distancia se fatiga, pasa por la esquina el ultimo ómnibus a los barquinazos; después el
sueño, los ronquidos, alguien rumor confuso, pasos borrándose, los ronquidos, el sueño. Cabeceo y a
duras penas logro dominarme y redoblar la vigilancia rogando que venga ya, que no se de- moren, me
siento mal, no doy más, que linda, blandita y tibia debe estar la cama. Cerca ya del amanecer oigo voces
que se aproximan, son las del diariero y de su hijo que pasan conversando, sus voces crecen agigantadas
por la paz de la hora y poco a poco, al irse alejando, se esfuman ; ahí va la de la feria con su carrito,
temprano a1 mercado, ni mira siquiera las filas, y ahí el viborero de nuevo, su mujer, los valijones, el
berrido de la moto y adiós ; ya está bien claro, no han venido, se la palpitaron los desgraciados; aun
adormecido me lavo el sueño atrasado, el mate me pesa, qué desvelo inútil, ella sigue durmiendo lo más
dichosa, no, no la despierto; me voy a trabajar con la mala noche encima. Los ladrillos por supuesto
están
intactos ; con tal de que no se le ocurra que los vigile todas las noches ; tosiendo, escupiendo flema voy por
la calle donde ya está la abuela dele barrer su vereda de tierra ; tiene el brasero encendido y encima la
pava desportillada y tiznada para el matecocido; me dan ganas de saludarla y la saludo, qué joder, buen día
abuelita ; deja bruscamente de barrer y ensaya un gesto de querer decirme algo pero enseguida se
retrae, se tapa la boca para ocultar las palabras o su sonrisa desdentada, yo en mi apuro no le doy
importancia ; a lo mejor esta vieja sabe algo, ha visto a alguien o algo y no se anima a contármelo y yo
bruto no le di ocasión ; por la intranquilidad y el decaimiento no trabajo como es debido.
A hora al volver estoy más despejado, se me ha ido el sueño, no tengo deseos de dormir , mejor me iré a
la cancha. Después de comer me cambio y se arma la gorda por la ropa manchada ; pero que clase de
hombre sos que no podés acarrear unos ladrillos locos sin ensuciarte, una trabaja como una burra y a
vos qué se te importa, mira, si seguís así me voy a la casa de mama y no me ves más, sos el colmo, ya sé.
Ya sé, yo te dije que los metieras más adentro pero eso no era motivo para mancharte la ropa.
Calladito me arreglo, cabeza de porquería me duele otra vez; y ahora, claro, te vas a tu cancha, y yo aquí
encerrada en medio de ladrones. . . que si yo sabía esto no me casaba, te lo juro, no me casaba con vos; y
la tos me agarra y me sacude y esta puerta infeliz que al abrirla rechina y menos mal por fin la calle y
su solcito tibio.
Y si me anoto un poroto y le pregunto a la vieja qué es lo que sabe, hágame la gauchada abuelita , y
vuelvo con la noticia tal vez de quién es cl ratero, de donde están los ladrillos y mi mujer se abuena, me
alaba, y recién puedo irme tranquilo al clásico; me acerco resuelto al rancho, no sale la vieja sino uno de
los changuitos, pero no me importa porque el chico tiene en cada mano un pedazo reciente de ladrillo;
me reconoce, los esconde detrás de la espalda y se mete a la pieza sin dejar de mirarme ; en mi sorpresa
y mi ceguera empujo, qué me interesa, la puerta de lata llena de rendijas tapadas con papeles y detrás,
en la penumbra fresca, contra la pared y al lado de un balde grande y viejo, están los ladrillos bien
amontonados, aun los señalados con cal; así que había sido este vago no más, no es de extrañarse,
atorrante, rata inmunda, y la vieja asquerosa apañándolo, acaso ayudándolo, y uno todavía teniéndole
pena y las tima, que como trabaja, que como sufre la pobre, arpía, bruja, por su culpa lo que he tenido que
soportar, uno lamentándose por ella, que pobrecita, no merece el hijo que tiene ; manga de rateros. Me
doy vuelta conmocionado y a la carrera se lo voy a contar a mi mujer; se pone como leche hervida,
como con mal de rabia, sus ojos echan chispas , se le traba la lengua de los insultos, delante de quien sea la
amenaza , la maldice, siempre blandiendo el puño cerrado, para ella la culpable de todo, la instigadora es
la vieja ; no atino a calmarla ni sé cómo y al contrario la apoyo, le hallo razón, después de tantos días
estamos de acuerdo en algo ; entra a arreglarse temblando de bronca ; ya mismo me voy a poner la
denuncia y que se los lleven a todos , que sus nietos sucios también deben haber ayudado, roñosos, que
los metan adentro para que aprendan y lo paguen bien pagado , lo mismo tarde o temprano íbamos a
saber, esta mañana mi mama le puso el cinco a la calavera para que no los de jara dormir , vos no,
mejor no me acompañes, ándate tranquilo a tu cancha; vos con tu genio sos capaz de perdonarlos ; y
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se va apurada, desafiante, sin dejar de murmurar , dejándome solo y por primera vez satisfecho ; ésta se
viene con toda la policía y que embromar esa vieja se lo merece por apañadora.
Rumbeo a la cancha, paso silbando por frente al rancho, no ha vuelto todavía la tipa , ni se imagina
lo que le espera, la cana con mi mujer a1 frente ; solo el changuito semi escondido me mira pasar con
sus ojos huraños.
De distraído, en la esquina casi me la llevo por delante justo a la vieja, me entran súbitos deseos de
espetarle aquí nomas una por una todas las palabras de mi mujer, pero la vieja menos tomada de
improviso y sujetando con una sola mano los desperdicios que trae, con la otra temblona agarra la mía y
se me adelanta:
Buena tarde, señor . . . hace días que pensaba hablarlo pero no hallaba como, señor ... usted sabe lo
bien que me van a venir para arreglar mi hornito. .. gracias señor; Dios lo bendita por los ladrillitos que nos
trae y nos deja. . . y tan oscuro y frio y tan tarde, señor . . . perdone que me ría pero parece un fantasma en
medio de la calle y pa peor casi desnudo. . . ji, ji, ji. . . gracias por los ladrillitos. . . muchas gracias,
señor . . .
A las nueve de la noche, Sarratea despedía a sus contertulios del barrio; guardábase el dinero en el
bolsillo y se marchaba a su casa. Entonces el dependiente trancaba las dos puertas de la tienda, rezaba su
rosario y se metía en cama.
Una noche entre las noches, Roque Pérez, después de acostarse, dirigió la vista al techo, y vio que
colgaba una cola de gato por una rotura del cañizo.
El agujero quedaba perpendicularmente sobre su cabeza, y la cola de gato apuntaba, naturalmente, a sus
narices.
-¿Qué será eso?- pensó el dependiente -. ¿Qué será...?
Apagó la vela y se durmió.
Varias noches después del descubrimiento, Roque Pérez volvió a mirar la cola de gato. Al cabo de una
hora de contemplación, pensaba: "Que será esa cola...?" Y se decía: "Mañana voy aponer la escalera para
ver lo que es..." Y apagaba la vela y se dormía.
Todas las mañanas, al despertar, Roque Pérez se desperezaba y miraba la cola de gato. La miraba todas
las noches al acostarse. Y siempre pensaba: "En uno de estos días voy a poner la escalera".
Pero Roque Pérez era indolente, con esa profunda indolencia de los seres palúdicos. El había tenido una
idea: aquella cola de gato debía significar algo. Para saber qué era había tiempo.
Así pasaron dos años, y pasaron cinco años, ¡y pasaron diez años...!
El señor Sarratea murió de tabardillo; los herederos liquidaron el negocio, Pérez tuvo que abandonar la
vieja casuca.
Salió de allí con quinientos pesos de sueldos economizados y se contrató en la tienda de enfrente.
A poco de esto, alquiló la casa de Sarratea un boticario alemán que llegó a Salta con su mujer. Lo primero
que hizo el boticario, naturalmente, fue preocuparse por la limpieza del chiribitil, para instalar su botica.
Un día el boticario entró en la trastienda, y al revisar las paredes y los techos, vio la cola de gato. El
alemán llamó a su mujer y le mostró aquello. Pidieron prestada una escalera en la tienda de enfrente.
Roque Pérez, en persona, trajo la escalera. El boticario, ayudado por Pérez, la afianzó sobre un cajón para
que alcanzase al techo, y se trepó.
Mientras el pobre Roque sostenía la escalera, el boticario, allá arriba, asió de la cola, tiró y cayó al suelo
una moneda de oro. Tiró más, y cayeron algunos cascotes y varias monedas. Luego, metiendo el brazo en
un agujero del techo, sacó un zurrón lleno de onzas de oro, y se lo arrojó a su mujer. Buscó más, y
encontró otro zurrón, y cargando el pesado fardo, bajó al suelo.
- Bueno - dijo el alemán todo sofocado, entregándole a Pérez una monedita -; aquí tiene usted su propina.
Y gracias por la escalera.
Ahora, don Roque, ante la rueda de empleados, da un chupón formidable a su cigarrillo, sonríe con
calma, y con las barbas llenas de humo, dice:
- Entonces fue cuando comprendí que mi destino era ser empleado público.
ACTIVIDADES:
1. Luego de leer el texto, contextualiza el espacio y tiempo de los personajes. Escribe las expresiones
te permiten dar cuenta de esto.
2. ¿Qué elementos de la literatura regional se evidencian en el texto?
3. ¿Cuál fue el motivo por el cual los hermanos se distanciaron?
4. ¿Cómo se evidencia el rol de la mujer en el cuento?
5. Comenta sobre el desenlace de la historia. ¿Qué mensaje te deja?
Que la inocencia te valga; al comienzo me enojé y lo perseguí por toda la cuadra para hacerlo sonar;
después a mí también me causó gracia; además que opa no darme cuenta que hoy es el día de los
inocentes.
Perdóname che, no te pongas horno;
No te aflijás ya me vua a vengar[…]”
Actividades
a. ¿Qué significan las frases subrayadas? Podés consultar con tus padres, abuelos o personas mayores
que viven en tu casa.
b. Reescribí las frases con otras palabras, de manera que signifiquen lo mismo. Por ejemplo:
“estaba más loco que una cabra…” Significa que es una persona muy loca o que hace locuras en su
vida.
c. Copiá alguna frase perteneciente a un tipo de LECTO (dialecto-cronolecto-sociolecto)
d. ¿Qué tipo de registro se utiliza en el cuento (formal o informal? Justificá tu respuesta.
e. ¿Cómo te imaginás a los personajes del relato? ¿Dónde viven?¿ Qué hacen?
f. ¿Qué se conmemora el “Día de los inocentes”? ¿Por qué suelen hacerse bromas?
g. ¿Por qué pensás que el “viejo” no aparece hace una semana?
h. A continuación, repasá las características de la Literatura Regional. ¿Cuáles de estos rasgos
reconocés en el fragmento del cuento Los inocentes? Copiá fragmentos que justifiquen tu
respuesta
6-Imaginá cuál puede haber sido la “venganza” del niño y escribí un final para este cuento.
1) “La creciente” de Juan Carlos Dávalos.
Don Ventura Perdigones era un gallego verdulero que había en Salta. Desde Vaqueros, donde tenía
su hortaliza, llevaba todas las mañanas al pueblo una arganada de verduras frescas para vender por
las calles. Vaqueros es un lugar que dista dos leguas de la ciudad, y está situado en la margen
izquierda del río de ese nombre. Y digo río porque se llama así en mi tierra, mal que pese al estricto
sentido del vocablo, lo que en invierno apenas parecen arroyos apacibles, y en verano se tornan
con las lluvias en formidables avalanchas de barro y piedras. Una mañana venía el Vaqueros por
demás crecido, como dice la gente de provincia. La noche anterior había caído una tormenta en los
cerros, y, con tumultuoso estrépito, las turbias aguas arrastraban gruesos troncos y pesados
pedrones. A lo largo de la orilla, numeroso paisanaje a caballo esperaba que pasase lo recio de la
crecida para atravesarlo. Perdigones, encaramado a su asno, estaba allí con las árganas repletas de
repollos y lechugas. Quería pasar cuanto antes, sin atender a los consejos de algunos que le
señalaban el peligro; y porfiadamente taloneaba a su bestia, y se paraba en los estribos a ver por
dónde se lanzaría. Y Perdigones que sí y el jumento que no, bruto y hombre pugnaban por hacer
cada cual su gusto, con grande regocijo y mofa de los presentes. -No dentre don Ventura. Mire que
la creciente lo va a trapiar – decía uno. -De ande lo han de convencer, si este gallego es más porfiao
que una clueca –gritaba otro. -Asojítese bien, no sea que se pierda los yolis –vociferaba un tercero.
-¡Vaya, vaya, hombre! –, contestaba Perdigones–. Paréceme a mí que no hay motivo pa’ tanta
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alharaca. Por lo que es éste, a mí no me gana –decía del asno, y lo molía de firme. Al fin triunfó
Perdigones, si bien más le valiera no haber triunfado; porque zamparse el burro, desquiciarse de la
montura los yolis, y hacerse una balumba de hombre y bestia, y reatas y verduras, todo fue uno. La
rápida corriente los arrastraba. Los gauchos armaron al punto sus lazos y se los arrojaron al infeliz
de don Ventura, que a manotones y zambullidas y vueltas de carnero en medio del agua, ni pudo, ni
atinó con los auxilios. Y mal acaba el lance, si no logra prenderse, con todas las fuerzas que le
restaban, a las raíces de un sauce ribereño. Y ya en tierra firme, pasado el susto, un paisano le dice
al gallego: -Velay, pues, ño Ventura, aura que se ha salvao, dé gracias a Dios; porque esto ha sido un
milagro-. Y el gallego, malhumorado y tiritando, le contestó: –Hombre, di tú gracias al sauce; que
las intenciones de Dios fueron ahogarme.
Actividades:
1- Buscar las palabras desconocidas y anotar su significado.
2- Realiza una descripción del protagonista el relato.
3- ¿ cuál es el conflicto que se presenta en la historia ?
4- ¿ Qué narrador está presenta ?
5- Los lugareños le dicen a Don Ventura que agradezca a Dios por salvarse de aquella situación.
¿Qué le contesta él? ¿ por qué dice eso?
6- Completen el siguiente cuadro con las características solicitadas.
cada uno.
Expresiones
lingüísticas que
muestran la manera de
hablar, las palabras
que se usan en un
determinado lugar del
mundo.
Extraer ejemplos
Si hubiera sido posible
¿En cuál de las dos
historias podrías haber
participado? Justifica tu
respuesta
Verbos en la
narración
Elementos Regionales
AGUA DE ZANJA
En las chapas del techo suenan las primeras gotas; mamita la que se viene; mi mujer, palpitando
que va a fracasar ampliamente con su cruz de ceniza hecha con tanto esmero sobre la tierra del fondo y
con los tres soplidos al cielo que a las mechoneadas le hizo pegar al mayor, cumple años este mes, se
apura en terminar su atado con algo de ropa no sea que nos quedemos con lo puesto, un poco de pan y
fiambre de anoche para los chicos, ¡ojo!, la bolsita con la guita de la quincena metela bien al medio y no sé
qué cosas acomodadas casi a ocultas, de reojo la juno, todo envuelto en la frazada sana: afuera de
repente se ha puesto oscuro y pesado, relampaguea que da pavor y los truenos se amontonan cada vez
más cerca, el viento levanta nubes de tierra seca y hace temblar las paredes, y el aire pegajoso de la pieza
se llena de moscas que no saben para dónde encarar, espanto una que me cargosea hasta que la hago
pomada; me saco nomás la camisa húmeda, y si no fuera por los chicos me pondría francamente en bolas;
el sudor me pica la cara, todo el cuerpo, y ya ni respirar tranquilo se puede; sin querer todo las chapas de
la pared del fondo del cuarto y me queman las manos, están lo que se dice hirviendo, también con el sol
que les dio y les dio desde esta mañana, no se podía ni asomarse, parecía fuego vívo,
Hace como una semana que está aquí, cada día peor, más inaguantable, pero hoy con esta
humedad encima ya colma el aguante; la gente afuera anda desganada, buscándose sombritas; anoche ni
qué pensar en pegar los ojos, si la pieza era un horno con el calor que bajaba del techo de zinc, no caigo
por qué los chicos duermen lo más piolas; mientras alzo la cortina de arpillera de la ventanita para volver a
fijarme en el despelote de nubes negras que sigue arruinando el viento, me voy acordando que el año
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pasado el agua se largó de golpe a eso del amanecer, a chorros caía; uy dios, si era una sola catarata la
hija de p..., uno apenas salía y era como si lo baldearan los bomberos, qué manera de caer agua y el ruido
de las chapas de arriba lo volvía sordo a uno, a los gritos andábamos con el cagaso; nunca desde que le
alquilamos el lote al turco del almacén nos imaginamos que íbamos a pasarla así; al ratito nomás
empezamos a sentir que la zanja se venía bote a bote, rugía la desgracia y se rebalsaba echando espuma
y traía una fuerza de la samputa; salimos a verla tapándonos con lo que podíamos y daban ganas de no
sé si reírse o lamentarse al ver que el agua turbia se llevaba a todo trapo montonera de cosas, si me
acuerdo clarito de una bacenilla ya bien picada la pobre que ni se hundía siquiera, cajas de cartón, cajones
de madera, hasta ropas enredadas con ramas y yuyos; por ahí alcancé a distinguir una bombacha rosa,
enorme; y también una almohada con funda y lo juro un colchón hundiéndose y reflotando, y la lana
saliéndose por las roturas, si se me hace que lo estoy viendo; sin contar alguno que otro perro ahogado y
ese gato negro bien estirado y tieso como recién planchado; a nadie se le ocurría meterse a rescatar algo,
a ver si la correntada lo arrastraba también, eso que llevaba cosas que hacían falta como esa silla que a
las volteretas pasó delante de todos para ir a parar quién mierda sabe dónde; yo por poco me tiro, una silla
viejito es una silla, pero mi mujer, la tarada, me sujetó del brazo y justo escuchamos al menor pegando el
grito, recién nos enteramos de que el agua de la corriente se metía por detrás y salía lo más pancha por la
puerta del frente de la pieza; corrimos chapaleando en el barro, mi mujer perdió su sandalia derecha, ni
amagó buscarla, entramos y el agua nos llegaba a media canilla y estaba flotando a sus anchas el lavador
amarillo, tienen la maldita costumbre de dejarlo siempre en el piso y los chicos encima de la cama lloraban
del julepe, y el agua, que la seguía sin miras de parar y ya nos amenazaba las rodillas, de un coletazo lo
agarró al banquito de madera, regalo de mi suegro y se lo llevó abriendo un boquete semejante en la
pared de chapas de cartón y lona que da al baldío; nos faltaban manos para contener las cosas, el lavador
salió como una bala, detrás el brasero de lata, el tarro de acarrear agua del grifo de la vuelta y una de mis
zapatillas de jugar a la pelota; con los chicos oile gritar como locos y mi mujer lagrimeando abrazada a su
atado hecho a mil por hora, sólo atenía a andar a las carcajadas, maldita agua de porquería, corriendo de
un lado para otro, tratando de salvar lo que sea, la botella de vino tinto a medio terminar, el paquete de
cigarrillos negros recién comprado, un puñado de coca que apenas alcanzaba para un acuse, el platillo de
lata con la vela casi entera, los fósforos sueltos sobre el cajón de los jarros, la radio que se me cayó y hay
que joderse se hizo repeluz, el último Goles que terminó por servirme para tapar las goteras que eran ya
prácticamente una ducha, mirando sin creer cómo el baño de latas y arpilleras del fondo del lote se iba
todavía sin desarmarse y a los piques sobre el torrente; y el agua cada vez más rabiosa entrando por atrás
y saliendo a los grandes pedos por la puerta y agrandando el boquete y subiendo y subiendo hasta tapar
la cama, ni cuenta nos dimos de desarmarla, y afuera el griterío y las corridas que se mezclaban con los
truenos, el bochinche del techo, el bramido de la zanja; los vecinos sacaban lo que podían, alguna vieja
máquina de coser que entre hija y madre empapadas acarreaban a los tropezones, bicicletas que los
hombres llevaban al hombro, y cajones taqueados de ropas o servicios y ollas; uno se animaba y con
ayuda de otro sudaba la gota gorda con un ropero que se les vencía, lo enderezaban, le cerraban a cada
rato una puerta sin llave; una viejita pasó abrazada a un cuadro ovalado y detrás el viejo arrastrando un
carrito; todo lo transportaban al camino nacional que pasa bastante alto, y después de todo, lo que
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nosotros teníamos no valía ni acá, así que de prepo encajé el atadito de mi mujer en sus brazos y
rigoreándola la empujé porque la pelotuda aún no se convencía y se resistía a dejar la pieza; yo cargué un
chico a cococho y con el otro en brazos nos fuimos yendo, peleándole a la corriente y al barro, también
hacia el camino desde donde el espectáculo era grandioso, el barrio se había vuelto una laguna café con
leche, las piezas apenas asomaban, las calles habían desaparecido, todo era agua y agua y ya ni la
misma zanja se notaba; varios lloraban embarrados, otros como un chucho se lamentaban a los gritos por
sus cosas, uno dando alaridos lo llamaba a su perro, otra entre estornudos se compadecía por sus
gallinitas; el viejito sacó del carrito de madera una vitrola azul, un alto de discos y la llamó a la vieja todavía
abrazada de su cuadro ovalado para que lo ayudara con un gato grande y amarillo que no encontraba
cómo proteger de la lluvia: el del ropero jadeaba sentado sobre un mojón del camino pero con su ropero
grande ya bien seguro a su lado: éramos una tracalada con muchos chicos que tiritaban y miraban
calladitos, con los ojos bien abiertos y nunca me voy a olvidar, qué chistosa, de la verdulera que… pero
hígado, mejor que me deje seguir acordando porque justo ahora se larga el aguacero, la bulla en el techo
es como si zapateara un regimiento encima de las chapas, las goteras de mal curadas no tardan en
abrirse y llueve adentro lo más churo; afuera relampaguea, retumban los truenos y cae un rayo por ahí
cerquita que nos hace estremecer y se va al suela el último pedazo de espejo colgado junto al almanaque
de la mina en bikini sucio por las cagadas de las moscas; a los chicos ya por llorar los subo directamente
sobre la mesa, mi mujer con la guagua justo recién apenas dormida en brazos que me va a poder ayudar,
así que prepeándola la mando que agarre a los chicos y se vayan cagando al camino antes de que el agua
aumente, qué joder, me hace caso sin dejar de recomendarme su atadito ya listo sobre la cama
destendida en el que a último momento hace caber la mamadera y un par de pañales limpios, una vez a
solas me arremango el pantalón y empiezo a poner las cosas encima de la mesa y del ropero del crédito,
afuera van mermando los gritos y los trajines, sólo el agua sigue dándole groso y ya la zanja ruge; el techo
hace un ruido de la gramputa y yo sudando, con el agua helada encima de las rodillas, queriéndome
arrastrar la degenerada, que ni dios se compadece, qué mierda hicimos nosotros; me limpio los ojos con la
mano mojada y casi de golpe tengo el agua en la cintura; a gatas puedo moverme, seguro que soy el único
que queda, los demás deben estar en el camino, mi mujer y los chicos por lo menos a salvo; y yo que se
vaya todo a la mismísima madre que lo remilparió no me importa un zorete de nada, alzo el atadito, lo
sujeto con ambas manos encima de mi cabeza y salgo al aire frío; me deben estar mirando desde el
camino porque me llegan las voces, los gritos; entre la confusión me parece que escucho mi nombre:
camino despacio, haciendo pie: cuesta avanzar en el agua barrosa que ya me da al pecho: por ahí, que lo
parió, me resbalo y del trago casi me descompongo; en mi afán por no hundirme suelto el atadito que flota
y se me escapa y se pira, poniéndome apenas de pie, atorado, ciego del agua áspera que me chorrea en
la cara, no sé si tirarme a alcanzarlo o hacerle caso a mi mujer que grita como una descosida y a mis hijos
que lloran todos juntos.
EL GÉNERO LÍRICO
CARACTERÍSTICAS GENERALES
► Función emotiva o expresiva del lenguaje unida a la función estética.
► Yo lírico: La idea de sujeto lírico refiere al ser que se expresa en un poema. Se trata de una creación
que coincide con el autor
► Uso connotativo del lenguaje: El lenguaje connotativo es aquel que se emplea de forma simbólica
y figurada para comunicar información, sensaciones o sentimientos. Es decir, transmite algo más que
el significado literal de las palabras o mensaje. Por ejemplo, con la frase “tiene una piel de seda”
estamos utilizando un lenguaje connotativo, queriendo decir que alguien tiene la piel suave.
► Ritmo: Da musicalidad al poema. Además de la rima, un poema también tiene ritmo. Esto se refleja
en la musicalidad de la poesía, el efecto rítmico que tiene. Se consigue con los acentos, las pausas y
los encabalgamientos.
El ritmo es la musicalidad de un verso, es la grata y armoniosa combinación y sucesión de voces y
cláusulas, de pausas y cortes en el lenguaje poético y prosaico. El ritmo de un poema se da
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basándose en la regularidad de los acentos. En los versos hay sílabas con una mayor intensidad en la
voz.
► Escrito en verso: Un verso es una unidad en que comúnmente se divide un poema, superior en
tamaño al pie, pero inferior a la estrofa. Usualmente detallan una imagen poética y rítmica dentro del
cuerpo del poema, y en la poesía clásica o tradicional solían vincularse con los demás de la estrofa a
través de la rima, esto es, la repetición fonética de su última sílaba o última letra.
El cuarto era angosto (...) Contenía una mesa de pino, un derrengado sillón de va-queta y tres sillas
desvencijadas; un crucifijo con un ramo de laurel seco, dos estampas de la pasión y un rosario de Jerusalén.
(J.M:ª de Pereda)
METÁFORA: Consiste en la sustitución de un término propio por otro cuya significación mantiene con él una
relación de analogía. Se trata, por tanto, de una identificación que se apoya en la selección paradigmática.
Ejemplo:
La granada es corazón
que late sobre el sembrado (F. G. Lorca)
COMPARACIÓN O SÍMIL: Se trata de una relación de analogía entre un hecho real y otro imaginado que
aparecen conectados por una partícula:
Si se suprime la partícula de comparación surge la metáfora, así como la formulación extensa sin partícula alguna
desembocaría en la alegoría, mientras que la parábola suele mantener la fórmula de comparación extensa.
IMÁGENES SENSORIALES: Generalmente las imágenes sensoriales se clasifican de acuerdo con los
sentidos a los que refieren en: auditivas, visuales, gustativas, olfativas y táctiles.
Algunos ejemplos podrían ser:
Visual
Se ve cruzar un barquito
Como una paloma blanca
(Estanislao del Campo)
Táctil
Olfativa
(M. Hernández)
Eres tú, Guadarrama, viejo amigo, la sierra gris y blanca... (A. Machado)
Eulogia Tapia es la pomeña. Y “La Pomeña” es una famosa zamba que cuenta la historia de una coplera en tiempos
de carnaval. El autor de la letra fue Manuel J. Castilla y la música fue obra de Gustavo "Cuchi" Leguizamón. Como se
creo esta zamba y poema empieza si:
Una tarde al regresar del campo, junto a su escucho. "Eulogia, Eulogia", que le gritaba su madre cuando los vio
llegar. "Acaba de salir por la radio una zamba que te nombraba. Hablaba del blanco (el caballo) y de la caja". Eulogia
no le creía, o simplemente no podía entender que su nombre estaba en una canción.
Eulogia vive en la actualidad en un puesto de campo, apenas alejada del pueblo de La Poma, en el norte salteño.
Detrás de sus ojos hay un recuerdo y detrás de esa zamba, una historia.
La escena que alude la zamba sucedió hace tiempo atrás, en un pueblo de Salta, La Poma. Aquella vez el sol pesaba
sobre el boliche la Flor del Pago. Detrás del mostrador estaba Amanda Aramayo, probablemente secando vasos con
su delantal y miraba de reojo a los clientes y había uno como escondido detrás de una cerveza, estaba un hombre
barbudo: Manuel J. Castilla. poeta salteño y buen caminador, que había llegado a la Poma, en tiempos de carnavales
a visitar a su primo que era empleado del correo.
"En ese momento entró la Eulogia con la caja bajo el brazo y la cara llena de harina", recuerda doña Amanda, una
testigo invalorable. "Era joven, tendría 18 o 19 años en esa época y así nomás comenzó el contrapunto de coplas".
El contrapunto es un ir y venir de coplas, una especie de diálogo musical entre dos personas donde gana quien no
pierde la inspiración. De esa forma estuvieron animando el ingenio hasta que, como asegura la testigo, "Castilla no
tuvo más que decir". Había ganado Eulogia. Bajo la mirada impávida del poeta derrotado la joven pomeña salió por
la puerta, desató su caballo blanco y rumbeó para el lado de "las casas". No sea que la noche y su padre la
sorprendan en el boliche.
Al día siguiente Castilla todavía no asumía su derrota. Pidió el tractor verde de la municipalidad –que aún funciona
en el pueblo - y fue hasta el rancho de Eulogia, ubicado en Ampostuya. Una prima recuerda que el patio de la
vivienda donde había un árbol donde se sentaron a cantar coplas. Eulogia Tapia recuerda lo siguiente que sucedió
por ponerse a coplear mucho “Habrán escrito que el sauce de mi casa lloraba porque aquella tarde, aprovechando
que andábamos de contrapunto y nadie pastoreaba, algún avivado anduvo robando cabras. Y se llevó bastantitas"
explica. "Después encontré varias maneadas en un bajo” Otra vez había perdido el poeta en el duelo de coplas. Al
regreso al centro del pueblo, hizo una parada obligatoria; otra vez el boliche. el poeta recibió otra botella de cerveza
fría y conto todas las penas de su vida.
La zamba y la historia
https://www.youtube.com/watch?v=ctRXHJDRY5U&list=RDctRXHJDRY5U&start_radio=1&t=143
El sauce de tu casa
está llorando
porque te roban Eulogia
carnavaleando.
La cara se le enharina
la sombra se le enarena
cantando y desencantando
se le entreveran las penas.
1. Ahora a leer y pensar para ver el trabajo del poeta hizo que después de conocer a Eulogia Tapia escribió la
zamba y poema “LA POMEÑA”
2. Si tuvieras que describir a una persona por sus virtudes y cualidades que palabras poéticas
utilizarías.
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Su virtudes su felicidad es
una canción que
late en mi
corazón
3. Luego reúno todo lo escrito y escribo un poema habrá que agregar otras palabras y jugar con los espacios de
la hoja para que tenga una forma de poema (por ejemplo)