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Psicoinmunología
https://www.youtube.com/watch?v=Q0snM19uX98
SISTEMA INMUNOLÓGICO
El sistema inmunológico, que está compuesto por células, proteínas, tejidos y órganos, nos
defiende contra gérmenes y microorganismos todos los días. La mayoría de las veces el
sistema inmunológico realiza un gran trabajo, manteniéndonos sanos y previniendo
posibles infecciones. Pero a veces surgen problemas en que provocan enfermedades e
infecciones.
El sistema inmunológico es la defensa del cuerpo contra los organismos infecciosos y otros
agentes invasores. A través de una serie de pasos conocidos como respuesta inmunitaria,
el sistema inmunológico ataca a los organismos y sustancias que invaden el cuerpo y
provocan enfermedades. Está compuesto por un entramado de células, tejidos y órganos
que colaboran entre sí para protegernos.
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Unas de las células que forman parte de este sistema de defensa son los glóbulos blancos o
leucocitos. Los hay de dos tipos básicos que trabajan conjuntamente para localizar y
destruir los organismos o sustancias que provocan enfermedades.
Los leucocitos circulan por el cuerpo entre los órganos linfoides y los ganglios linfáticos a
través de los denominados vasos linfáticos. Los leucocitos también pueden circular a través
de los vasos sanguíneos. De este modo, el sistema inmunológico funciona de forma
coordinada, controlando el cuerpo en busca de gérmenes o sustancias que podrían provocar
problemas.
Hay dos tipos de linfocitos: los linfocitos B y los linfocitos T. Los linfocitos se producen en
la médula ósea y pueden permanecer allí y madurar hasta convertirse en linfocitos B, o bien
desplazarse hasta el timo, donde madurarán para convertirse en linfocitos T.
Los linfocitos T colaboradores no tienen actividad matadora, sino que ocupan un papel
central en el sistema inmune, activando a otras células: macrófagos, linfocitos TC y B.
Una vez los linfocitos B reconocen antígenos específicos, desarrollan una memoria del
antígeno y la próxima vez que ese antígeno entre en el cuerpo de la persona producirán
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Todas estas células especializadas y partes del sistema inmunológico protegen al organismo
de las enfermedades. Esta protección se denomina inmunidad.
Los seres humanos tenemos tres tipos de inmunidad -innata, adaptativa y pasiva.
Inmunidad adaptativa
También tenemos un segundo tipo de protección denominado inmunidad adaptativa (o
activa). Este tipo de inmunidad se desarrolla a lo largo de la vida de una persona. En la
inmunidad adaptativa participan los linfocitos (como en el proceso previamente descrito) y
este tipo de inmunidad se desarrolla conforme la persona va exponiéndose a las
enfermedades o se inmunizan contra ellas vacunándose.
Inmunidad pasiva
La inmunidad pasiva es un tipo de protección “prestada”, o de origen externo, y de breve
duración. Por ejemplo, los anticuerpos que contiene la leche materna proporcionan al
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lactante una inmunidad temporal a las enfermedades a que se ha expuesto su madre. Esto
ayuda a proteger a los lactantes contra posibles infecciones durante los primeros años de la
infancia.
El sistema inmunológico de cada persona es diferente. Algunas personas parece que nunca
contraen infecciones, mientras que otras parecen enfermar constantemente. Conforme una
persona va creciendo, se suele hacer inmune a más gérmenes a medida que su sistema
inmunológico va entrando en contacto con más y más tipos diferentes de gérmenes. Por eso
los adultos y adolescentes se acatarran menos que los niños; sus organismos han aprendido
a reconocer y atacar inmediatamente a muchos de los virus que provocan los catarros.
Los trastornos del sistema inmunológico se pueden dividir en cuatro categorías principales:
Las inmunodeficiencias pueden afectar a los linfocitos B, los linfocitos T o los fagocitos. El
trastorno por inmunodeficiencia más frecuente es la deficiencia de IgA, en la cual el
organismo no fabrica suficientes anticuerpos IgA, una inmunoglobulina que se encuentra
prioritariamente en la saliva y otros fluidos corporales que ayuda a proteger las entradas del
cuerpo. Las personas con deficiencia de IgA son más proclives a las alergias o a contraer
catarros y otras infecciones de las vías respiratorias, pero esta afección no suele ser grave.
2. Trastornos autoinmunitarios
En los trastornos autoinmunitarios, el sistema inmunológico ataca equivocadamente
órganos y tejidos sanos del cuerpo como si fueran organismos invasores.
3. Trastornos alérgicos
Los trastornos alérgicos ocurren cuando el sistema inmunológico reacciona
desproporcionadamente ante determinados antígenos ambientales. Las sustancias que
provocan estos ataques se denominan alergenos. La respuesta inmunitaria puede provocar
síntomas como hinchazón, ojos llorosos y estornudos, e incluso una reacción que puede
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Existen distintos tipos de alergias que pueden afectar a los adolescentes. Las alergias
ambientales (por ejemplo, a los ácaros del polvo), las alergias estacionales (como la fiebre
del heno), las alergias a medicamentos (reacciones a fármacos específicos), las alergias
alimentarias (como a los frutos secos) y las alergias a las toxinas (por ejemplo, a la picadura
de abeja) son las afecciones más frecuentes a que la gente se suele referir como alergias.
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https://www.youtube.com/watch?v=vsLJ-XEK_Vs
https://www.youtube.com/watch?v=ZtDKFJyxTYM
El Sistema Nervioso Central (SNC) y el Sistema inmune (SI), son los sistemas de relación
entre el ser humano y su medio ambiente y ambos se mantienen intercomunicados por
neuromoduladores y citocinas que cuentan con receptores en ambos sistemas.
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De todos es conocido que la salud del hombre es un proceso complejo sustentado sobre la
base de un equilibrio entre factores biopsicosociales. Lograr que el hombre se adapte a su
medio implica la mantención de la adecuada sincronización de las funciones de los sistemas
de su organismo y en caso del surgimiento de un desbalance, esta adaptación depende del
restablecimiento de ese equilibrio. Si el desbalance es muy grande, generalmente hay
necesidad de acudir a un especialista, mientras más traumática sea la lesión, más urgente
será acudir tanto a la medicina.
Comprender el mecanismo por el cual se desencadenan las enfermedades, sobre todo las
patologías crónicas. Y esto se hace desde un enfoque multidisciplinar (holístico).
Desde mediados del siglo pasado se ha acumulado evidencia clínica y experimental que
demuestra la existencia de una comunicación constante entre los sistemas inmunológico
(SI), el endocrino (SE) y el nervioso (SN), que se denomina interacciones
neuroendocrinoinmunológicas (INEI); lo que ha permitido entender que estos sistemas no
funcionan de manera independiente, ya que presentan una estrecha interacción para
mantener la homeostasis.
Cuando las células del sistema inmune fabrican sustancias inflamatorias por la causa que
sea (por ejemplo, al contraer el virus de la gripe), provocan una reducción de los niveles de
serotonina y dopamina, dos sustancias muy relacionadas con el estado de ánimo.
La inmunidad innata es capaz de controlar casi la totalidad de los agentes patógenos que
entran en el organismo. Es la primera en actuar y no requiere de sensibilización previa, por
lo que también se conoce como inmunidad inespecífica. En la inmunidad innata intervienen
principalmente células con capacidad fagocítica y células conocidas como natural killer.
Por otro lado, la inmunidad adquirida es específica y tiene memoria, se activa contra un
antígeno específico y, una vez que ha habido un primer contacto con este, la respuesta
desencadenada es más rápida y potente en contactos posteriores. Tras reconocer el
antígeno, se desencadena de forma simultánea una respuesta inmune humoral y celular en
la que participan linfocitos y los anticuerpos y citoquinas liberados por ellos. Los linfocitos
B se transforman en células plasmáticas que secretan inmunoglobulinas con actividad de
anticuerpo, los cuales se adhieren a un antígeno específico y facilitan la destrucción del
antígeno por parte de las células inmunitarias. Los linfocitos T reaccionan contra el
antígeno liberando citoquinas.
El intestino es, por un lado, el órgano linfoide más grande del organismo y, por otro, la
principal ruta de acceso de los xenobióticos que se consumen por vía oral. El tejido linfoide
asociado a la mucosa intestinal se compone de nódulos linfoides solitarios, apéndice, placas
de Peyer y linfocitos presentes en la pared intestinal. La mucosa intestinal está además
colonizada por una gran cantidad de bacterias que impiden la colonización de otras
bacterias y hongos patógenos. Adicionalmente, las células de Paneth del intestino liberan
sustancias con propiedades antimicrobianas, lisozima y criptidina, y los macrófagos
presentes de la mucosa tienen actividad fagocítica y segregan citoquinas para proteger al
organismo de la acción de los tóxicos de la dieta.