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Anatomia y fisiología
Es la defensa natural del cuerpo contra las infecciones, como las bacterias y los virus. A
través de una reacción bien organizada, su cuerpo ataca y destruye los organismos infecciosos que
lo invaden. Estos cuerpos extraños se llaman antígenos.
El cuerpo humano tiene la capacidad de resistir a casi todos los tipos de microorganismos
o toxinas que tienden a dañar sus tejidos y órganos. Reconoce los materiales extraños que
penetran en su interior e intenta eliminarlos antes de que provoquen daño. Esta capacidad de
defensa se llama inmunidad.
Para defenderse frente a las infecciones, los animales disponen de dos estrategias básicas:
utilizan barreras pasivas para impedir que los agentes patógenos penetren en su organismo, y
atacan activamente a los patógenos que han conseguido entrar y alojarse en sus tejidos.
Las barreras pasivas son la piel y las mucosas. La primera barrera que encuentran los
microorganismos es la piel. La epidermis estratificada y queratinizada forma una barrera física
eficaz frente a la entrada de microorganismos. Además, las secreciones de las glándulas
sudoríparas y sebáceas inhiben el crecimiento de bacterias en la superficie cutánea.
Cuando la piel se rompe por una abrasión o una quemadura, la infección puede
convertirse en un problema importante. Las mucosas o membranas que tapizan una cavidad
corporal que se abre directamente al exterior y, por tanto, recubren interiormente los sistemas
digestivo, respiratorio, urinario y reproductor, son menos resistentes que la piel pero constituyen
también una barrera eficaz frente a la invasión de microorganismos.
La mucosa del tubo digestivo superior está protegida por lisozima (enzima bactericida) y
por anticuerpos del tipo inmunoglobulinas A (IgA) secretados por las glándulas salivares, las
secreciones ácidas de la mucosa del estómago destruyen numerosas bacterias, la mucosa del
intestino posee glándulas que secretan una capa de moco que, además de lubrificar el paso de los
alimentos, protege el epitelio frente a las infecciones.
Además, la luz intestinal contiene una población de bacterias que no resulta patógena
para el hombre y confiere al organismo una línea adicional de defensa, ya que la flora bacteriana
normal compite con los patógenos por los nutrientes y, al mismo tiempo, secreta factores
inhibidores para destruir a los invasores.
A nivel respiratorio, la barrera se debe a la presencia de pelos en la nariz y cilios en la
mucosa respiratoria así como de macrófagos alveolares y a la existencia de una gruesa capa de
moco que atrapa numerosas bacterias y virus, impidiendo que se adhieran a las células
subyacentes y luego es eliminado por espectoración.
Si los agentes patógenos han conseguido entrar en el organismo a pesar de las barreras
pasivas, el ataque activo a los mismos es realizado por los procesos inmunitarios del organismo,
que son llevados a cabo por el sistema inmune que es una red compleja de órganos, células y
proteínas circulantes.
Los principales órganos del sistema inmune son la médula ósea, el timo, el bazo,
los ganglios linfáticos y los tejidos linfoides asociados con las mucosas que
revisten el tubo digestivo y las vías respiratorias (tejido linfoide asociado a
mucosas o MALT). A todos estos órganos se les conoce colectivamente como
órganos linfoides. Podemos definir, pues, al tejido linfoide como un tejido
disperso por el organismo en forma de órganos, acúmulos o infiltrados y que está
especializado en la producción, la maduración y el almacenamiento de las células
que actúan en la inmunidad.
Las células del sistema inmune incluyen los leucocitos, los mastocitos y los
macrófagos
Las proteinas del sistema inmune son los anticuerpos, las citoquinas, el grupo de
proteinas que constituyen el sistema del complemento, los interferones y las
proteinas de fase aguda.
Ahora bien, antes de que el organismo pueda atacar a los invasores, necesita conocer la
diferencia entre sus propias células y las de los invasores. Las proteinas que identifican a las células
propias del organismo constituyen el complejo principal de histocompatibilidad (Major
Histocompatibility Complex = MHC, siglas en inglés).
Por su parte, cada microorganismo o toxina invasores contiene unas moléculas o parte de
moléculas, que son las que generan la respuesta inmune porque son reconocidas como extrañas al
organismo y son los llamados antígenos. Casi siempre son moléculas situadas en la membrana de
los invasores o de células infectadas o de células neoplásicas o de células de un transplante no
compatible.
Las células del sistema inmune natural son las células inmunes inespecíficas. Son: fagocitos
(neutrófilos y macrófagos), linfocitos natural killers (NK), mastocitos y eosinófilos.
Las 3 clases de proteinas del sistema inmune natural son: el sistema del complemento, los
interferones y las proteinas de fase aguda.
Las células inmunes inespecíficas son los fagocitos, los linfocitos natural killers, los
eosinófilos y los mastocitos. Los fagocitos son los granulocitos neutrófilos y los macrófagos.
Los neutrófilos son capaces de pasar desde la sangre a los espacios intercelulares por
diapedesis y fagocitar bacterias o partículas extrañas. Los neutrófilos continúan ingiriendo
microorganismos hasta que las sustancias tóxicas liberadas por éstos los matan. Lo que suele
suceder después que un neutrófilo ha fagocitado un número determinado de bacterias. Enseguida
los macrófagos fagocitan a los neutrófilos muertos.
Los macrófagos también pueden morir en el proceso de fagocitosis pero no suele suceder
porque el macrófago es capaz de expulsar los productos residuales de la destrucción del agente
fagocitado y por tanto puede continuar ejerciendo su función por semanas, meses o años.
Los linfocitos natural killers (NK) no tienen las características ni de los linfocitos T ni de los
linfocitos B. Reconocen células infectadas por virus o células neoplásicas probablemente por
marcadores modificados de la superficie de estas células enfermas.
Los virus carecen de capacidad para reproducirse por sí mismos, de modo que utilizan la
maquinaria genética de las células del organismo para hacer copias de sí mismos. Por esto es
importante que las células infectadas por un virus, sean destruídas antes de que el virus tenga
tiempo de reproducirse, matar a la célula huésped e infectar a las células vecinas.
Los granulocitos eosinófilos son fagocitos, es decir, que son capaces de ingerir partículas
extrañas sólidas, y parecen desempeñar un papel importante frente a infecciones por helmintos.
Como estos microorganismos son demasiado grandes para ser fagocitados por una sola célula, los
eosinófilos secretan unas proteínas que atacan la membrana externa de los parásitos y los
inactivan o los destruyen. La infección por parásitos determina una sobreproducción mantenida de
eosinófilos.
También pueden funcionar para localizar y anular el efecto destructivo de las reacciones
alérgicas, causado por la liberación de sustancias contenidas en los gránulos de los mastocitos
(como la histamina), mediante la producción de un factor que inhibe la desgranulación de los
mastocitos.
Los eosinófilos son atraídos hasta los lugares de inflamación por unas sustancias químicas
liberadas por los mastocitos. De modo que la exposición de indivíduos alérgicos a su alergeno,
provoca un aumento transitorio del número de eosinófilos (eosinofilia).
Los mastocitos proceden de los granulocitos basófilos, una vez emigran desde la sangre a
los tejidos. Tanto los basófilos como los mastocitos tienen receptores de membrana específicos
para la inmunoglobulina E (IgE) que es producida por células plasmáticas como respuesta a
alergenos.
El contacto con un alergeno resulta en una rápida secreción de los gránulos de estas
células, con lo que se libera histamina y otros mediadores vasoactivos y se produce una reacción
de hipersensibilidad que puede la causante de rinitis, algunas formas de asma, urticaria y
anafilaxia. Secretan también sustancias que atraen a los eosinófilos a los lugares de inflamación
Las proteinas inmunes inespecíficas son el sistema del complemento, los interferones y las
proteínas de fase aguda.
Estas proteínas pueden pasar habitualmente de los capilares a los tejidos y son enzimas
que pueden ser activados de un modo secuencial o por la superficie de la bacteria o por un
complejo antígeno-anticuerpo. El principal componente del sistema del complemento es el
complemento C3 que puede ser activado por la vía clásica o por la vía alternativa.
La vía alternativa no necesita la reacción Ag-Ac. Sucede porque grandes moléculas de las
membranas de algunos microorganismos activan por sí mismas el sistema del complemento,
produciéndose los mismos efectos que en la vía clásica, sin necesidad de utilizar anticuerpos.
Como no requiere la interacción Ag-Ac es una de las primeras líneas de defensa contra los
invasores.
Una vez activado el complemento C3, se generan dos fracciones del complemento C3. Una
fracción se llama C3b y se une a la superficie de las bacterias facilitando su lisis (o muerte de la
bacteria) o su reconocimiento (opsonización) y fagocitosis por los fagocitos. La otra fracción, más
pequeña, se llama C3a e interviene en la respuesta inflamatoria del organismo.
Los interferones son unas proteínas de muchos tipos diferentes, que son producidas por
las células al ser infectadas por un virus, y secretadas después al líquido intersticial.
A continuación, los linfocitos NK buscan y destruyen las células infectadas. Las proteínas
de fase aguda son un grupo de proteinas plasmáticas sintetizadas por el hígado y cuya
concentración aumenta durante una infección.
Nuestro organismo tiene un sistema inmune especial específico para combatir los
diferentes agentes infecciosos y tóxicos. Sabemos que, aunque la primera exposición a un
microorganismo, causante de una determinada enfermedad, da lugar a esa enfermedad (la
varicela, por ejemplo), una exposición posterior no da lugar a esa enfermedad (o la produce pero
con unos síntomas mínimos).
Esta resistencia es específica para una determinada infección, lo que significa que una
infección por el virus de la varicela no protege frente a una infección por el virus del sarampión,
por ejemplo.
Es decir, que el sistema inmune adaptativo tiene dos características importantes:
Se dice, pues, que la resistencia a una infección es específica y tiene memoria. Estas 2
características diferencian al sistema inmune adaptativo del sistema inmune natural. Las células
del sistema inmune adaptativo son los linfocitos.
Las proteinas del sistema inmune adaptativo son los anticuerpos y las citoquinas. Los
linfocitos son las células inmunes específicas.
Hay 2 tipos de linfocitos, los linfocitos B y los linfocitos T, que se forman en la médula ósea
como células inmaduras. Después tienen que madurar para hacerse inmunocompetentes. Los
linfocitos B maduran y se vuelven inmunocompetentes en la médula ósea. Los linfocitos T
maduran y se vuelven inmunocompetentes en el timo.
Los linfocitos son estimulados por antígenos extraños que se unen a sus receptores de
superficie. Cada uno de los linfocitos que tenemos responde solamente a un antígeno.
Cuando resultan estimulados, proliferan por mitosis hasta formar una población de
linfocitos iguales, con la misma especificidad (una clona o colonia de linfocitos activados).
Algunos linfocitos de la clona son los que realizan la función inmunológica específica y
otros linfocitos de la clona permanecen como linfocitos de memoria, que serán capaces de
responder con mucha más rapidez e intensidad a una situación similar en el futuro.
Los linfocitos circulan constantemente por los diferentes tejidos del organismo para buscar
invasores. Se adhieren a la pared de los capilares y luego se deslizan entre las células endoteliales
para alcanzar las células del tejido. De los tejidos pasan a los ganglios linfáticos, en donde entran
por los vasos linfáticos aferentes, atraviesan los ganglios linfáticos, salen por los vasos linfáticos
eferentes y regresan a la sangre por el conducto torácico. En los ganglios linfáticos y tejido
linfoide, existen clonas de linfocitos B y T esperando a los antígenos que atraviesan esos tejidos.
LINFOCITOS B
Cuando se pone en contacto con un antígeno, el linfocito B específico para ese antígeno,
que tiene receptores en su membrana que reconocen ese antígeno y que se encuentra en el tejido
linfoide, se multiplica de inmediato y forma una clona de linfocitos B específicos para ese
antígeno.
Una parte de estos linfocitos B específicos, se transformará en las células plasmáticas, que
elaborarán los anticuerpos específicos para ese antígeno a toda velocidad. Estos anticuerpos son
recogidos en la linfa y transportados a la sangre circulante. Este proceso de fabricación de
anticuerpos dura varios días hasta la muerte de las células plasmáticas.
Las células plasmáticas secretan grandes cantidades de anticuerpos, unas 2000 moléculas
de anticuerpo por segundo, por cada segundo de los pocos dias que vive la célula plasmática. Otra
parte de estos linfocitos B específicos no se transforman en células plasmáticas sino que forman
un gran número de nuevos linfocitos B, similares al linfocito B original específico, que también
circularán por todo el cuerpo y se depositarán en el tejido linfoide pero conservando la memoria
del antígeno que los activó, son los linfocitos B de memoria.
Estos linfocitos B de memoria están inmunológicamente inactivos hasta que vuelvan a ser
activados nuevamente por el mismo antígeno específico. Es decir, que los linfocitos B de memoria
permanecen en reserva en el tejido linfoide, hasta que son contactados por el mismo antígeno que
provocó su formación. Entonces, de un modo muy rápido, los linfocitos B de memoria se
convierten en células plasmáticas que enseguida comienzan a secretar anticuerpos, con lo que su
respuesta
ANTICUERPOS
Todos los anticuerpos son proteínas de la clase globulinas que reciben el nombre de
inmunoglobulinas (Ig) y son producidos por las células plasmáticas.
Las zonas de la molécula de anticuerpo que se unen al antígeno están formadas por parte
de una cadena pesada y parte de una cadena ligera, situadas en los extremos de cada una de las
patas de la Y, de modo que cada molécula de anticuerpo posee dos sitios idénticos para unirse al
antígeno, que constituyen la parte variable de la molécula (porque es diferente y única para cada
anticuerpo) y es la que le da especificidad al anticuerpo.
La IgD actúa como receptor de superficie en los linfocitos B, junto con la IgM.
La IgM actúa como receptor de superficie en los linfocitos B, junto con la IgD. Los linfocitos
B tienen estos receptores inmunoglobulinas en su membrana, con la parte variable hacia fuera,
para poder reconocer el antígeno. También, la IgM es el primer anticuerpo que se produce
durante el desarrollo y durante la respuesta inmune primaria y activa el sistema del complemento.
La IgE se une a los receptores Fc que están en los mastocitos y en los basófilos, con lo que
facilitan la respuesta inflamatoria frente a un antígeno.
Los anticuerpos se unen a los antígenos especificos mientras estan circulando por los
líquidos o los tejidos corporales. Los anticuerpos tienen lugares de combinacion específicos para
los antigenos.
Las moléculas de los antígenos tienen pequeñas regiones en sus superficies que están
diseñadas para coincidir en los lugares de combinación de una molécula de anticuerpo, como una
llave en su cerradura.
LINFOCITOS T
Igual que sucede con los linfocitos B, cuando un linfocito T del tejido linfoide, sea
citotóxico o colaborador, se expone a un antígeno específico, prolifera y da lugar a gran número
de células T activadas (clonas o colonias de linfocitos T específicos para ese antígeno) tanto clonas
de linfocitos T citotóxicos como clonas de linfocitos T colaboradores.
Una parte de cada clona forma un gran número de nuevos linfocitos T, similares al linfocito
T específico original, que también circularán por todo el cuerpo y se depositarán en el tejido
linfoide pero conservando la memoria del antígeno que los activó, son los linfocitos T de memoria
que favorecerán una respuesta más rápida, en una segunda exposición al mismo antígeno.
Otra parte de cada clona dará lugar a los linfocitos T que responden directamente a la
infección, o bien los linfocitos T colaboradores, si la clona está compuesta por este tipo de
linfocitos, o bien los linfocitos T citotóxicos, si la clona es de este tipo de linfocitos.
Los linfocitos T citotóxicos (CD8) son activados por células cuya estructura química se ha
alterado, como puede ser una célula neoplásica o una célula infectada, por un virus o por una
bacteria intracelular (bacilo tuberculoso) o una célula transplantada no compatible. Cuando las
células son infectadas, dentro de su citoplasma se producen péptidos extraños. Estos péptidos
forman complejos con proteinas MHC-I y se insertan en la membrana plasmática de la célula
enferma y pueden ser reconocidos por los linfocitos T citotóxicos específicos. El complejo MHCI
expone el péptido extraño al linfocito T citotóxico, es decir, señala a la célula patológica, para que
el linfocito T pueda destruirla.
Los linfocitos T citotóxicos utilizan unas proteinas llamadas perforinas, con las que abren
agujeros en las membranas de las células que atacan, de modo que éstas mueren.
Los linfocitos T colaboradores (CD4) identifican a las células portadoras de moléculas MHC-
II que son los linfocitos B y los macrófagos. Después de sufrir fagocitosis por el macrófago o
endocitosis por el linfocito B, fragmentos de antígeno forman complejos con las proteinas MHC-II y
se insertan en la membrana plasmática de los linfocitos B y los macrófagos (que, por ello, se
llaman células presentadoras de antígenos), con lo que pueden ser reconocidos por los linfocitos T
colaboradores. Entonces estos linfocitos T segregan citoquinas o tipos de proteínas que estimulan
a esos linfocitos B y macrófagos.
Los linfocitos B proliferan con lo que aumentan el tamaño de una clona concreta y la
cantidad de anticuerpo secretado y los macrófagos estimulados activan sus mecanismos de
destrucción.
Debido a que los linfocitos T-CD4 estimulan a los linfocitos T citotóxicos, los linfocitos B, y
los macrófagos de todo el organismo, se les puede considerar como los principales reguladores de
las funciones inmunes. Así que una alteración de los linfocitos T-CD4, como sucede en el SIDA,
comporta una alteración global de la inmunidad.
FISIOPATOLOGIA
Enfermedades virales
Influenza
Influenza no complicada
Esta se caracteriza por la presencia de un cuadro febril agudo de 38 a 40oC con una
duración de tres a cinco días, escalofríos, cefalea, mialgias y artralgias.
Influenza complicada
Herpes de zoster
Herpes zóster (HZ) es una enfermedad neurocutánea causada por la reactivación del virus
varicelazóster (VVZ) a partir de una infección latente en los ganglios sensoriales, siendo reconocido
como una importante causa de morbilidad, especialmente entre las personas de más edad.
El VVZ se desplaza a lo largo de los axones neuronales para llegar a los ganglios sensitivos y
establecer la fase de latencia, habiéndose demostrado que entre el 1 y el 7% de las neuronas de
los ganglios sensitivos afectados por el VVZ en fase de latencia, podrían contener el genoma con
>10 copias /célula.
Uno a siete días (uno a 3 en el 90% de los casos), antes de la aparición de las lesiones
cutáneas existe un pródromos que varía desde un prurito leve, hasta sensación de hormigueo o
ardor e incluso un dolor lancinante, constante o intermitente. Este dolor en ocasiones es acusado
y puede simular afectación pleural, infarto de miocardio, ulcus duodenal, colecistitis, cólico renal o
biliar, apendicitis, prolapso de disco intervertebral, glaucoma, etc., con los consiguientes errores
diagnósticos. El dolor suele acompañarse de hiperestesia de la piel que rodea la metámera
afectada. En la edad pediátrica estas manifestaciones no son tan frecuentes ni intensas.
Rubeola
La rubeola es una enfermedad infecciosa aguda de etiología viral, caracterizada por fiebre,
conjuntivitis, tos, linfadenopatía y exantema maculopapular de tres días de duración, que se
presenta sobre todo en niños y adultos jóvenes
Sarampión
El sarampión es una infección viral muy contagiosa que aparece con mayor frecuencia en
niños. El sarampión se manifiesta con fiebre, tos, rinitis, conjuntivitis, un enantema (manchas de
Koplik) en la mucosa oral y exantema maculopapuloso que se disemina en dirección cefalocaudal.
Dengue
La infección viral induce apoptosis de linfocitos T en los primeros días de la infección que
de acuerdo a su intensidad puede influir favorablemente en la desaparición del virus o puede
provocar la lisis de grandes cantidades de esas células y disminuir transitoriamente la competencia
inmunológica del paciente, así como provocar daños en otras células y tejidos del huésped, tales
como los endotelios, hepatocitos, miocardiocitos, neuronas, células tubulares renales, y otras, lo
cual podría explicar la afectación de muchos órganos durante esta infección
Malaria
P. falciparum
P. vivax
P. malariae
P. ovale
P. Knowlesi (en los últimos años en países del Asia)
Los parásitos del género Plasmodium son transmitidos al hombre por mosquitos hembras
del género Anopheles.
Meningitis viral
El punto clave de la encefalitis viral es el inicio agudo de una enfermedad febril. Los
hallazgos clínicos comunes en la mayoría de las encefalitis incluyen: cefalea, alteración en el
estado de conciencia, desorientación, trastornos en conducta y lenguaje. Aunque los signos
neurológicos pueden ser focales, a menudo son difusos e incluyen hemiparesia o crisis convulsivas.
Estos datos clínicos distinguen a pacientes quienes tienen encefalitis, de los que tienen meningitis
viral, los cuales presentan rigidez de nuca y fiebre.
Algunas otras características de los virus, con base en su tropismo por diferentes células,
pueden sugerir la etiología del cuadro infeccioso, por ejemplo, la predisposición de VHS (virus
herpes simple) por el lóbulo temporal y frontal permite encontrar datos clínicos como afasia,
anosmia, crisis convulsivas del lóbulo temporal y focalizaciones.
VIH
El VIH es un retrovirus que ataca en forma selectiva a los linfocitos T CD4+, las células
inmunitarias responsables de orquestar y coordinar la respuesta inmunitaria contra la infección.
Como consecuencia, las personas con infección por VIH muestran deterioro del sistema
inmunitario y, por ende, son más susceptibles a las infecciones graves causadas por
microorganismos de ordinario inocuos
El VIH se transmite de una persona a otra por medio del contacto sexual, contacto de
sangre con sangre o por vía perinatal. La transmisión de la madre al neonato es la modalidad más
frecuente por la que los niños adquieren infección por VIH. El VIH puede transmitirse de las
mujeres infectadas a sus hijos in utero, durante el trabajo de parto y el parto, o por medio de la
lactancia materna. De los niños infectados, el 90% adquirió el virus de su madre. Sin embargo, la
evidencia sugiere que si la madre y el neonato reciben tratamiento con 1 o 2 medicamentos
antirretrovirales , se presenta una reducción estadística significativa de la transmisión del VIH.
La evolución clínica de la infección por VIH varía de una persona a otra. La mayor parte, del
60% al 70%, de los afectados por VIH desarrolla sida en el transcurso de 10 a 11 años de la
infección.
Las causas más comunes de enfermedad respiratoria en las personas con infección por VIH
son la neumonía bacteriana, la NPJ y la TB pulmonar. Otros microorganismos que generan
infecciones pulmonares oportunistas en los individuos con sida incluyen a CMV, MAC, Toxoplasma
gondii y Cryptococcus neoformans. La neumonía también puede presentarse por la infección
producida por patógenos bacterianos pulmonares más frecuentes, entre otros Streptococcus
pneumoniae
La tuberculosis es la causa principal de muerte en personas con infección por VIH en todo
el mundo, y con frecuencia es la primera manifestación de esa infección. Los pulmones son el sitio
en que se presenta con más frecuencia la infección por M. tuberculosis, pero en personas con
infección por VIH también se presenta con distribución extrapulmonar, como en el riñón, la
médula ósea y otros órganos.
Ya sea que se padezca TB pulmonar o extrapulmonar, la mayor parte de las personas suele
presentarse con fiebre, diaforesis nocturna, tos y pérdida ponderal. Los individuos con infección
por M. tuberculosis (es decir, aquéllos con resultados positivos en la prueba de tuberculina) tienen
más probabilidad de desarrollar una reactivación de la TB si adquieren la infección por VIH.
Las enfermedades del sistema gastrointestinal se encuentran entre las complicaciones más
frecuentes de la infección por VIH y el sida. De hecho, el 80% de los individuos con VIH tiene algún
tipo de infección gastrointestinal a lo largo de la evolución de su enfermedad y la mayoría de las
veces afecta al esófago, el colon o ambas.
Enfermedades bacterianas
Streptococcus pneumoniae
Puede dar lugar a un amplio rango de manifestaciones, entre ellas, las más frecuentes
pero las menos graves son las infecciones del tracto respiratorio superior, como: otitis media,
sinusitis, etc.; mientras que las menos frecuentes pero las más graves son: la neumonía
neumocócica (NN), la enfermedad neumocócica invasora (ENI), la meningitis y la septicemia.
Enterococcus sp
Escherichia coli
klebsiella pneumoniae
pseudomonas aeruginosa
Meningitis bacteriana
La meningitis es un proceso inflamatorio agudo del sistema nervioso central causado por
microorganismos que afectan las leptomeninges.
Enfermedades micoticas
Criptococosis
Es una infección primaria o secundaria, causada por levaduras del género Candida, con
manifestaciones clínicas extremadamente variables de evolución aguda, subaguda, crónica o
episódica, en las cuales el hongo puede causar lesiones cutáneas, muco cutáneas, profundas ó
diseminadas.
La mayor parte de las infecciones son de origen endógeno a partir de los reservorios muco
cutáneos o cutáneos (introducidos a partir de catéteres u otros dispositivos de uso médico, que
interrumpen la barrera cutánea), aunque también pueden ser exógenas, por ejemplo en los
hospitales, donde las levaduras pueden ser transmitidas a lactantes a partir de mamaderas mal
esterilizadas, o a pacientes transplantados o inmunosuprimidos a partir de materiales quirúrgicos,
equipos de diálisis o endoscopios mal decontaminados o por transmisión horizontal a partir de la
existencia de infecciones por levaduras en manos o uñas del personal que trabaja en unidades de
cuidados intensivos (UCI), sin la debida protección.
Los síntomas de la infección por cándida dependen del sitio de la infección. Sin embargo, si
usted tiene candidiasis, es posible que presente uno o más de los síntomas siguientes:
fiebre, escalofríos
sarpullido cutáneo
debilidad generalizada o fatiga
presión arterial baja
dolores musculares
cambios en la visión o síntomas de una infección ocular
dolor de cabeza y deficiencias neurológicas
dolor abdominal
Histoplasmosis
Meningitis fúngica
La meningitis micótica ocurre cuando un hongo infecta las membranas protectoras que
recubren el cerebro y la médula espinal. La meningitis micótica se presenta con muy poca
frecuencia y por lo general se produce por la propagación de un hongo a la médula espinal a través
de la sangre.
La meningitis por hongos o micótica es muy rara y por lo general se produce por la
diseminación de un hongo a la médula espinal a través de la sangre. Aunque cualquier persona
puede presentar meningitis micótica, aquellas con sistemas inmunitarios débiles, como las que
tienen cáncer o sida, tienen un riesgo más alto.
Los síntomas de la meningitis micótica son similares a los de las otras formas de
meningitis; sin embargo, a menudo su aparición es más gradual y en un principio puede ser
bastante leve. Además de los síntomas típicos de la meningitis, como dolor de cabeza, fiebre,
náuseas y rigidez del cuello, las personas con meningitis micótica también pueden presentar
confusión, mareos y molestias por las luces brillantes. Los pacientes pueden presentar solo uno o
dos de estos síntomas.
Fiebre.
Dolor de cabeza.
Rigidez del cuello.
Náuseas y vómito.
Fotofobia (sensibilidad a la luz).
Estado mental alterado.
Enfermedades autoinmunes
El lupus eritematoso sistémico (LES) es una enfermedad autoinmune compleja que puede
afectar a cualquier órgano, con un espectro de manifestaciones clínicas e inmunológicas muy
variado, y un curso clínico caracterizado por episodios de exacerbación y remisión de la
enfermedad.
En su patogenia intervienen diferentes factores genéticos, hormonales y ambientales, que
interaccionan dando lugar a una pérdida de la tolerancia del organismo a sus propios
constituyentes, lo que ocasiona la producción de autoanticuerpos, la formación de complejos
inmunes y finalmente la producción de daño tisular.
El LES es una enfermedad multisistémica, que puede afectar a prácticamente todos los
órganos y tejidos del organismo.
Las manifestaciones del LES en la piel pueden ser muy diversas. Se clasifican en específicas
e inespecíficas. Dentro de las primeras se encuentra la forma más representativa: el rash malar o
en alas de mariposa (lupus eritematoso cutáneo agudo), caracterizado por lesiones eritematosas y
elevadas de distribución malar. Tiende a respetar los surcos nasogenianos. Suele estar precipitado
por la exposición solar y nunca deja cicatriz. Pueden también presentarse lesiones eritematosas
escamosas que pueden dejar un área hipopigmentada, en áreas expuestas pero también en zonas
fotoprotegidas, denominadas lupus eritematoso cutáneo subagudo.
Finalmente, son también lesiones específicas las incluidas en el lupus eritematoso cutáneo
crónico, que engloba a las lesiones discoides, el lupus eritematoso hipertrófico y la paniculitis
lúpica.
Las tres series hemáticas pueden verse afectadas durante el curso de la enfermedad. La
leucopenia, y más concretamente la linfopenia, suelen asociarse a actividad de la enfermedad,
aunque hay que tener en cuenta que ciertos fármacos pueden producirla. La anemia de proceso
crónico es la más frecuente.
La pericarditis es la manifestación cardíaca más frecuente. Cursa con dolor precordial, con
o sin roce pericárdico, y puede llegar a ocasionar taponamiento cardíaco. Responde bien al
tratamiento con glucocorticoides. La miocarditis es poco frecuente. Puede presentarse en forma
de trastornos de la conducción, cardiomegalia e insuficiencia cardíaca
Miastenia Gravis
Guillain Barre
Enfermedad de Crohn
Celiaquia
Sepsis
La sepsis es una complicación que tiene lugar cuando el organismo produce una respuesta
inmunitaria desbalanceada, anómala, frente a una infección.
Por otra parte, se activan los sistemas nervioso central y endocrino, lo que conduce a la
liberación de adrenalina, noradrenalina, glucocorticoides, aldosterona, glucagón y renina, que
llevan al paciente a un estado hipermetabólico y, en consecuencia, a la vasoconstricción de los
lechos renales, pulmonares y esplénicos. El resultado de lo anterior es una falla multisistémica.
Este estado de alteración de varios órganos incrementa las necesi- dades metabólicas
celulares, las cuales llevan a que el tejido no utilice la glucosa como sustrato de energía y que se
origine una intolerancia a esta, hiperglucemia y resistencia relativa a la insulina y a la utilización de
grasas para la producción de energía. Así mismo, la activación del sistema nervioso central libera
opiáceos endógenos que provocan vasodilatación y descenso de la contractibilidad miocárdica. La
consecuencia es un trastorno de distribución del volumen circulatorio, disminución del aporte de
oxígeno celular y alteración de la perfusión y el metabolismo tisular.
También se dan en esta fase algunos indicadores que, para enfermería, son importantes
de identificar durante la valoración de este paciente:
Alteración del estado de conciencia (desorientación, confusión y agitación), derivada de la
disminución del oxígeno cerebral; activación de los mediadores de la inmunidad;
hipertermia, y acidosis láctica.
Disminución en la producción de orina, debido a que el riñón comienza a reaccionar ante
el descenso de la oxigenación tisular.
Aumento de la temperatura como respuesta a la liberación de pirógenos, activación de
mediadores inmunes y al incremento de la actividad metabólica.
Luego continúa la fase progresiva. Durante esta, el estado de shock se valora por la
inadecuada respuesta del paciente a agentes inotrópicos, antibióticos, diuréticos y toda la terapia
intensiva. El paciente se torna hipoperfundido, debido a que la célula es incapaz de utilizar el
oxígeno por la destrucción mitocondrial, evento que se manifiesta con cianosis generalizada y
desaturación de oxígeno. Aparece edema generalizado (anasarca) por falla de la bomba sodio-
potasio.
Finalmente, el enfermo puede entrar en una fase refractaria. En esta no hay respuesta a
ningún tratamiento, debido a la destrucción celular masiva, que hace que los diferentes órganos
dejen de funcionar y lleva al paciente a presentar una falla multiorgánica. En un alto porcentaje, la
muerte es el resultado final.
CUIDADOS DE ENFERMERIA
Vigilar los signos de shock (Hipotencion, taquicardia, Alteracion del estado de conciencia,
hipoxemia, acidosis láctica, hipertermina, oligouria, edema generalizado)
Manejo de drogas vasoactivas y VMI
Guillain Barre
Miastenias gravis