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ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ORDEN SOCIAL CRISTIANO

EL ORDEN SOCIAL

1. Noción del orden

Dios, al crear el universo, le ha impreso un carácter distintivo: el orden.

Debemos partir de la noción del orden para comprender mejor la estructura y la vida de la
sociedad.

El orden, en filosofía, es la recta disposición de las cosas a su fin.

El concepto del orden, por tanto, implica tres elementos:

- varias cosas distintas unas de otras;

- ciertas relaciones de sucesión entre ellas;

- un principio de finalidad que les confiere unidad.

Lo que especifica el orden es el fin que se busca, pues con ello se logra reducir a unidad lo que
es múltiple y vario.

Luego, el orden no es más que un sistema de leyes o normas que dirigen las cosas a su fin.

2. Clasificación del orden

En el universo, dentro del orden natural, podemos distinguir dos grandes especies de órdenes:

a) el orden físico, que es el orden del mundo de la materia, es decir, el conjunto de leyes
que rigen los seres no inteligentes (seres inanimados, vegetales, animales y las
manifestaciones biológicas de los hombres);
b) el orden moral, que es el orden del mundo del espíritu, esto es, el conjunto de leyes o
normas que rigen a los hombres como seres inteligentes.

Dios, supremo ordenador del universo, ha establecido leyes diferentes para las dos especies de
órdenes:

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- el orden físico se cumple por leyes fijas (como en los seres inanimados y en los
vegetales), o por el instinto (como en los animales);
- el orden moral, en cambio, se realiza en virtud del conocimiento que los hombres tienen
de sus leyes o normas y de la libre adhesión que les prestan en la actividad individual y
social.

En otras palabras, el orden físico se rige por las leyes ineludibles de la naturaleza, mientras que
en el orden moral interviene la libertad del hombre.

Dejaremos de lado el orden físico, y nos limitaremos al orden moral.

Se puede afirmar que el orden moral regula las relaciones del hombre: con Dios, consigo mismo
y con sus semejantes.

Pues bien:

- las leyes que rigen las relaciones del hombre con Dios, constituyen el orden religioso;
- las leyes que rigen las relaciones del hombre consigo mismo, constituyen el orden moral
individual;
- las leyes que rigen las relaciones del hombre con sus semejantes que viven con él en
sociedad, constituyen el orden social.

Esta última especie de orden es la que formará parte de nuestro estudio.

3. Concepto del orden social

El orden social no es más que el orden moral aplicado a las relaciones entre los hombres que
viven en sociedad. De ahí que el orden social dependa del orden moral, como parte del todo.

Podemos, pues, definir el orden social como el sistema de leyes morales que rigen la estructura
y la vida de la sociedad, con el objeto de realizar el bien común, para facilitar a los hombres la
consecución de sus fines materiales, intelectuales y morales, coordinados al fin último
sobrenatural.

Como se ve, el orden social resulta de tres factores:

- una estructura, es decir, la recta constitución de la sociedad;


- una vida, esto es, el regular desenvolvimiento de las relaciones sociales;

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- una finalidad, vale decir, la consciente realización del bien común, mediante el cual los
hombres pueden lograr mejor su meta natural y sobrenatural.

Cabe advertir que el orden social no es obra del hombre, sino creación de Dios. De ahí que el
hombre no pueda concebir e implantar el orden social a su capricho, sino que debe:

- descubrirlo por medio de la inteligencia, deduciéndolo de la naturaleza humana, en la


que se manifiesta el intento del Creador;
- y luego actuarlo por medio de la voluntad, conformando su actividad con el plan
establecido por Dios.

Esto quiere decir que el autor del orden social es Dios: el hombre debe tan sólo conocerlo y
realizarlo.

4. El orden social cristiano

Hemos afirmado que el orden social está fundado en el orden moral.

Pero, las leyes morales que rigen el orden social no son las leyes de cualquier religión o
sistema filosófico, sino las del cristianismo: sólo la moral cristiana tiene en cuenta las leyes de la
naturaleza y a la vez las de la Revelación.

De este modo, el orden social perfecto ha de ser necesariamente un orden social cristiano, ya
que el orden social sólo alcanza su perfección cuando su estructura, su vida y sus fines –que
son propios del orden natural- se elevan al orden sobrenatural por la Gracia.

Así, por ejemplo, la vida social se eleva y se perfecciona, si a la práctica de la justicia de orden
natural, se une la práctica de la caridad cristiana (virtud sobrenatural)

El único orden social que merece verdaderamente este nombre es el orden social cristiano, por
cuanto realiza todo el plan divino en lo concerniente a la sociedad humana.

Este orden social cristiano constituye un ordenamiento ideal que actualmente no existe en la
práctica porque los hombres se han apartado de las leyes naturales y divinas: de ahí la
necesidad de que los católicos conozcan y estudien los principios fundamentales del orden
social cristiano, para contribuir a instaurarlo y realizarlo.

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EL HOMBRE COMO SER SOCIAL

1. El hombre, primer elemento del orden social

En todas las épocas de la historia, en todas las latitudes, en todos los grados de civilización, el
hombre se presenta viviendo en sociedad: podrán ser diferentes las formas, pero la vida social
entre los seres humanos existe siempre.

El hombre es un ser nacido para vivir en compañía de otros seres humanos: se manifiesta así la
sociabilidad natural del hombre.

Si observamos atentamente la naturaleza humana, descubrimos con facilidad en el hombre una


propensión innata a la vida social; el ser humano tiene una inclinación espontánea a comunicar
a los otros individuos sus ideas y sus sentimientos, a interesarse por sus semejantes, a pedir
auxilio a los demás y prestárselo cuando lo necesitan: es el instinto de sociabilidad que Dios ha
puesto en el hombre para que este cumpla su destino social en el mundo.

Esta sociabilidad natural se funda en la insuficiencia material y espiritual del hombre


considerado aisladamente.

Ante todo, el hombre no puede proveer por sí solo a todas sus necesidades materiales:

- ¿nace?: dos seres inteligentes se han unido precisamente para darle existencia y lo
acogen para alimentarlo, amarlo, defenderlo;
- ¿come?: otros han sembrado, cultivado, cosechado para él;
- ¿se viste?: otros han tejido y han confeccionado sus vestimentas;
- ¿se aloja?: generaciones enteras han trabajado para darle la habitación.

El hombre tampoco puede satisfacer por sí solo todas sus necesidades espirituales:

- sin los demás, no tendría lenguaje, o, teniéndolo, le sería inútil y quedaría así privado de
este precioso instrumento de la razón;
- sin los demás, no saldría de la infancia de la ciencia, pues le faltaría la continuidad de
los conocimientos acumulados por sus antepasados y adquiridos por sus
contemporáneos;
- sin los demás, tendría una voluntad indómita, puesto que no se sentiría sujeto al freno
que ejerce la influencia de la moral pública;
- sin los demás, no conocería los beneficios de la industria, los encantos de la cultura, etc.
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2. La solidaridad social

En el hecho natural de la sociabilidad del hombre, se funda el principio de la solidaridad social,


que constituye una de las bases de la convivencia humana.

Si el hombre aislado es incapaz de proveer a sus necesidades materiales y espirituales, y


recurre en consecuencia por instinto natural a sus semejantes en busca de ayuda y
cooperación, es evidente que se crea entre los seres humanos una estrecha interdependencia
material y espiritual, puesto que cada uno viene a depender de los demás.

Esta interdependencia material y espiritual, que une a los hombres en una fuerte trabazón para
facilitarles la consecución de los mayores beneficios individuales y sociales, es lo que se llama
solidaridad social.

Así, decimos que entre empleadores y trabajadores hay solidaridad social, porque el capital es
productivo sólo mediante la prestación del trabajo, y el trabajo es eficiente sólo con la
cooperación del capital.

De lo expuesto se deduce que, por efecto de la solidaridad social, cada acto humano no sólo es
bueno o malo en sí, sino que tiene también una repercusión favorable o desfavorable en la vida
de los demás seres y de la colectividad: pesa así sobre cada hombre una grave responsabilidad
social.

Por ejemplo, el acto de no pagar al trabajador el justo salario puede ser causa de la enfermedad
de ese obrero, de la baja natalidad de aquella familia, de la difusión de ideas disolventes en el
pueblo.

3. El sentido social

La solidaridad social y la consiguiente responsabilidad social encuentran una manifestación


práctica en el sentido social.

¿Qué es el sentido social?

Además de los cinco sentidos físicos (vista, oído, olfato, gusto y tacto), el hombre posee una
serie de sentidos psicológicos. Así, hay un sentido moral, un sentido artístico, un sentido
literario, etc., que no son otra cosa sino una reacción íntima y espontánea del espíritu ante las
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manifestaciones morales, artísticas, literarias, etc. Por ejemplo, si al leer el título escabroso de
una película, mi espíritu se pone en guardia y desecha verla, eso es tener sentido moral.

A esta categoría psicológica pertenece también el sentido social, el cual

En otros términos, el sentido social:

- es la conciencia de la solidaridad social, que nos lleva a obrar, antes de cualquier


razonamiento, en consonancia con el bien común;
- y es al mismo tiempo la conciencia de la responsabilidad social, que nos hace ver el bien
y el mal que nuestras acciones pueden causar a los demás o a la colectividad.

El sentido social puede manifestarse en formas diferentes, desde los hechos más pequeños de
la vida habitual, hasta las cosas de mayor importancia que se refieren a la sociedad.

El sentido social exige en todos los casos un renunciamiento a nuestro yo, a nuestro egoísmo,
para comprender las necesidades de nuestros semejantes, para apreciar los derechos de los
demás y para tener en cuenta el interés del conjunto social.

LA SOCIEDAD HUMANA, SEGUNDO ELEMENTO DEL ORDEN SOCIAL

1. Concepto de la sociedad

El hombre, con su sociabilidad natural, da origen a lo que llamamos la sociedad humana, la cual
no es más que la unión de todos los hombres para la consecución del fin universal del género
humano.

Pero este concepto abstracto de la sociedad no es suficiente; para comprender su verdadera


esencia, es menester tener una noción concreta de la misma.

La sociedad es una pluralidad de personas, unidas moral y permanentemente, para la


consecución de un bien común, bajo la dirección de una autoridad social.

Como se desprende de esta definición, la sociedad está constituida por cuatro elementos:
pluralidad, unidad, fin y medios (autoridad).

Efectivamente, si analizamos cualquier sociedad, encontramos en ella:

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a) una pluralidad de personas: esto es, deben existir dos o más seres inteligentes y libres
(hombres);
b) una unión moral y permanente: es decir, las varias personas han de estar unidas
moralmente (con la inteligencia y con la voluntad) y establemente (por un tiempo más o
menos largo);
c) un bien común: o sea, los varios hombres han de estar unidos para la consecución de
un fin general, el bien común, que consiste en el bien de todos y de cada uno; (el bien
común asegura la unión “interna” de los miembros de la sociedad);
d) una autoridad social: esto es, debe existir un poder superior capaz de obligar a las varias
personas a coordinar los medios para la consecución del bien común; (la autoridad
social realiza la unión “externa” de los miembros de la sociedad)

Los cuatro elementos los hallamos en toda sociedad. Y, si falta alguno de estos cuatro
elementos, no hay verdadera sociedad.

Bibliografía

Valsecchi, Francisco. SILABARIO SOCIAL. Principios fundamentales de Doctrina Social


Católica. Tomo I.

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