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Visión crítica de los Derechos Humanos y de la CIDH

El objetivo de la presente ponencia es vincular la necesidad de re-


pensar las visiones acerca de los Derechos Humanos, junto a la necesidad
de re-pensar a sus instituciones-clave, así como reflexionar la praxis
misma de promoción y defensa de los derechos, analizadas a partir de su
contextualización. A partir de dicha direccionalidad, conviene en primer
lugar hacer una revisión somera del sistema interamericano de derechos
humanos existente, es decir, de “lo que tenemos”, a fin de dilucidar los
elementos que nos permitan proponer frente a ello una alternativa, y por
lo tanto, poder esbozar lo que posteriormente “podemos tener”.

a. ¿Qué tenemos?.

Como institucionalidad existente se ha construido un “sistema


interamericano de derechos humanos”, el cual a la luz de sus orígenes
socio-históricos es tributario -tanto ideológica como políticamente- del
sistema denominado “universal” (o de Naciones Unidas). En dicho
Sistema se busca dar vigencia a todo un entramado jurídico internacional,
fundamentado en normas presuntamente “universales”, que serán
aplicadas y replicadas a nivel regional, mediante normatividades
concomitantes creadas, desarrolladas y validadas a través de una
institucionalidad igualmente regional: Comisión interamericana, Corte
Interamericana, Relatorías de Derechos Humanos, etc.

b. ¿Desde dónde opera o sobre cuáles presupuestos?.

Dicho sistema tiene como fundamento una visión de los derechos


humanos que los visibiliza explícitamente como normas de obligatorio
cumplimiento para los Estados signatarios, caracterizadas como
inalienables, innatas, inherentes, inviolables, etc. Lo que no es visibilizado
en dicho discurso o relato, es que dicha visión permite operativizar o
instrumentalizar una cosmovisión en la cual los derechos individuales
son situados jerárquicamente por encima de los derechos colectivos, y en
consecuencia, ubicando los derechos de las personas individualmente
consideradas como superiores a los derechos de los pueblos y
comunidades. Es decir, que la visión de los derechos humanos que se nos
oferta en este sistema, en realidad oculta - tras una discutible
“neutralidad valorativa”- una agenda ideológica y política así como una
epistemología, ambas de corte liberal.

c. ¿Cómo opera el sistema?.

Desde el punto de vista hermenéutico, la normativa de derechos


humanos que emana de dicho sistema, es objeto de dispositivos
regulatorios que suponen la aplicación de una hermenéutica
exclusivamente técnico-legal de los textos jurídico-positivos contentivos
de dichos derechos, los cuales epistemológicamente se encuentran a
priori confinados a los reduccionistas marcos lógicos de la cosmovisión
occidental, capitalista y patriarcal del mundo, que en ocasiones deriva
también en diferentes formas de racismo epistémico.

Desde el punto de vista operativo, la aplicación de dicha visión parte de


una creencia profundamente arraigada (de naturaleza liberal-burguesa)
acerca de la plena capacidad de las instituciones - generadas en el seno
del capitalismo - para poder resolver con algún grado de eficacia, las
graves contradicciones y crisis estructurales que el sistema-Mundo
promueve y reproduce a escala global y continental.

Desde el punto de vista filosófico, la visión de derechos humanos


presente en el sistema interamericano, se adscribe al enfoque clásico de
los Derechos Humanos, cuyo etnos es decididamente eurocéntrico. De
este modo, la defensa práctica de los derechos humanos supondrá - y
necesariamente devendrá - en una lucha en ocasiones frontal en contra
del poder político que detente todo Estado (o todo Gobierno), sea del
matiz que fuese, que junto a la consideración jurídico-formal de éstos
como únicos y exclusivos responsables de la violación de los derechos
humanos, son premisas del pensamiento jurídico y iushumanista de
carácter liberal, neoliberal y conservador del status quo capitalista global.

d. ¿Quiénes operan en el Sistema?.

En primer lugar, operan los Estados- Parte del sistema interamericano,


entendidos alternativa y simultáneamente como únicos violadores y
principales garantes de los derechos humanos.
En segundo lugar, las instituciones generadas por el sistema: la Comisión
interamericana y la Corte interamericana. Al abordar contextualmente
dichas instituciones, dejan de ser observadas como “entelequias” jurídicas
para ser analizadas entonces como entidades sociológicas: observamos
que en la práctica son impulsadas por personas con adscripciones
socioculturales concretas. Asimismo, cuando se detallan los orígenes
sociales, culturales y académicos de los miembros de dichas entidades
(Comisión, Corte) se observa que los mismos - salvo pocas excepciones-
han recibido parte fundamental de su trayectoria profesional y (sobre
todo) académica, en instituciones educativas que defienden los enfoques
clásicos del Derecho (de raigambre occidental, liberal, capitalista,
patriarcal, e incluso, racista), de corte netamente disciplinario, y más
específicamente, tributarios ideológicamente de doctrinas políticas,
sociales y culturales eurocéntricas y anglo céntricas (norteamericanas). Es
decir, que tienen su lugar de enunciación en las “epistemologías del
Norte” hegemónicas.

De este modo, desde la hermenéutica jurídica desarrollada o


implementada por los miembros de dichas instituciones interamericanas,
es casi inevitable la reproducción de los marcos ideológicos y
epistemológicos dominantes, de sus sesgos ideológicos y políticos, de sus
discursos uniformadores y de sus relatos unilineales y unidimensionales,
así como de los prejuicios sociales y culturales propios de las sociedades
de las que se provienen dichos miembros.

En consecuencia, el destino en materia de derechos humanos de Pueblos


enteros, queda condicionado a la voluntad decisoria o a la “sapiencia
ilustrada” de personajes “altamente reconocidos” en el ámbito de los
derechos humanos - tal como los concibe unívocamente el sistema liberal-
capitalista-, que por razón de este mismo hecho los incapacita para
abordar las realidades socio diversas del continente desde marcos
ideológicos y epistemológicos diferentes (tales como desde “los derechos
colectivos”), y por lo tanto, colocándose “de espaldas” a estas realidades,
o buscando subordinarlas etnocentricamente a lógicas y procesos
reduccionistas, asimilatorios, y disciplinarios. Igualmente, dicha visión
los inhabilita para percibir, conocer y reconocer, comprender, y (mucho
menos) compartir, los profundos procesos de transformación que se están
desarrollando y protagonizando colectivamente en nuestro continente,
promoviéndose de este modo injusticias cognitivas y cegueras
epistemológicas.

En función de lo expuesto, es pertinente también preguntarse: ¿si acaso


los miembros de dichas instancias normativas (Comisión, Corte) estarán
exentos de prejuicios o condicionamiento socioculturales?, o ¿si serán
asépticos ideológica y políticamente?. ¿Acaso dichos miembros no
provienen de trayectorias intelectuales y políticas muy concretas y
determinables, que comprometen la pretendida “neutralidad” política y
valorativa de sus interpretaciones y decisiones?. Sostenemos que dicha
presunta “neutralidad” (imparcialidad o “independencia”) no puede
sustentarse fácticamente, y por el contrario, es utilizada ideológicamente
para disimular y encubrir afiliaciones políticas e ideológicas implícitas,
generalmente inconfesadas. Tal como lo reveló muy bien el Obispo
Desmond Tutu:“Si eres neutral en situaciones de injusticia has elegido el
lado del opresor”. Por lo tanto, no puede plantearse neutralidad política
ni valorativa alguna frente a contextos continentales y geopolíticos en
donde predominan las diferentes asimetrías de poder establecidas
sociohistóricamente por un capitalismo patriarcal, neoimperial o
neocolonial.

Por último, y en tercer lugar, tenemos a las autodenominadas


“Organizaciones No Gubernamentales”(u ONG´s), las cuales en sus
prácticas de derechos humanos se adscriben con absoluta rigurosidad a
las premisas, dinámicas y esquemas de funcionamiento liberales
establecidas por el sistema interamericano para la exigibilidad y
justiciabilidad de los derechos humanos, por lo que casi sin excepciones
asumirán la evaluación, seguimiento y monitoreo de casos individuales
de violación de derechos humanos, atendiendo uniformemente a las
situaciones coyunturales, mediante el clásico abordaje disciplinario, casi
exclusivamente jurídico y desde un enfoque eminentemente liberal, en
materia de abordaje y procedimientos de defensa de los derechos
humanos.
e. ¿Cuáles serían las consecuencias de esta praxis de los derechos
humanos desde el ámbito del sistema interamericano?.¿Cuál es la
finalidad de su racionalidad subyacente?

Cuando exploramos el contenido político-ideológico de los procesos


resultantes de la operatividad del sistema interamericano en sus distintos
ámbitos, encontramos que:

1. Desde el punto de vista teórico: dicho sistema se adscribe a una visión


ortodoxa eminentemente liberal de los derechos humanos, que es
cónsona a las formas de ordenamiento hegemónicas establecidas por el
Capital Global, por lo que desde diferentes dimensiones (cognoscitivas,
epistemológicas, ideológicas, políticas) busca reforzar y consolidar las
posiciones ya existentes de los detentadores reales del Poder Mundial;

2. Desde el punto de vista geopolítico: ésta visión hegemónica de los


derechos humanos ha sido y es utilizada de manera sistemática y
estratégica como herramienta de dominación continental,
coyunturalmente en contra de los Gobiernos populares de carácter
progresista (que no se subordinen a las agendas y pretensiones
neoimperiales), y estructuralmente, en contra de las legítimas
aspiraciones sociohistóricas de los Pueblos de la región que buscan su
definitiva emancipación;

3. Desde el punto de vista militar: esta praxis de los derechos humanos es


consustancial a las estrategias de “guerra de baja intensidad” o de
“guerra asimétrica” (o de “cuarta generación”) aplicadas contra nuestros
países por el hegemón hemisférico (EE.UU.), que busca alinear
socioculturalmente a nuestras poblaciones nacionales dentro de sus
ideologías neoconservadoras y neocoloniales, ganando las “mentes
colectivas” de nuestro continente hacia una “naturalización” de las
asimetrías de poder y de las desigualdades existentes;

4. Desde el punto de vista económico: la visión de los derechos humanos


presente en el sistema interamericano es completamente cónsona con la
implementación progresiva del “Mercado Total”, mediante los Planes de
Ajuste Estructural (PAE) o los Tratados de Libre Comercio, diseñados
como políticas neoliberales para el todo continente por los Entes
Financieros Internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario
Internacional, etc.) o regionales, y que al final, significará la total
subordinación del orden jurídico internacional en materia de Derechos
Humanos a las leyes de derecho mercantil internacional (Lex Mercatoria)
y su abdicación en favor del orden político y social diseñado por el
Capital Transnacional;

5. Desde el punto de vista político: la praxis de los derechos humanos del


sistema interamericano deviene en la aplicación de los llamados “dobles
estándares” en materia de derechos humanos: es decir, a partir de una
institucionalidad estructuralmente liberal, se realizará la aplicación
sesgada, selectiva, asimétrica y discriminatoria de los criterios o cánones
(presuntamente “universales”) de derechos humanos, según la ubicación
de cada país en el ajedrez geopolítico y económico previamente
establecido por las potencias neoimperiales. Un rol importante en esta
praxis es cumplido por los eufemísticamente denominados “Medios de
Comunicación” (que preferimos denominar: medios de difusión de
propaganda).

De este modo, se busca desde la agenda hemisférica neoimperial,


fundamentar o justificar iniciativas diplomáticas hostiles contra los
Gobiernos populares de carácter progresista y/o contra sus Pueblos,
promoviendo la “urgencia” o necesidad perentoria de algún tipo de
intervencionismo, sea unilateral, multilateral, o preventivo, con el fin de
poder llegar a instalar en los “países amenazantes” algún tipo de
“Democracia de Baja Intensidad”, que administre bajo formatos
neoliberales “derechos humanos” también de baja intensidad. Desde la
mirada de la institucionalidad interamericana, se tratará de
instrumentalizar al sistema interamericano de derechos humanos, como
arma política para la presunta legitimación de la aplicación
(supuestamente no arbitraria) de las medidas sancionatorias contenidas
en la Carta Democrática Interamericana en contra de los países
caracterizados por el Imperio norteamericano como “insubordinados”.

También en este escenario juegan un papel relevante algunas ONG´s, que


al desarrollar y subordinar su praxis de derechos humanos a los valores y
esquemas del sistema hegemónico, funcionan directa o indirectamente,
consciente e inclusive insconcientemente, como fachadas o “mamparas”
de los intereses y estrategias del Capital Transnacional. De otra parte,
cuando muchas Organizaciones No Gubernamentales hacen depender
internamente sus agendas (e inclusive sus planificaciones y pautas de
funcionamiento) a las posibilidades de financiamiento internacional
(mejor decir, transnacional), comprometen de dicho modo la pretendida
“neutralidad”, independencia o “imparcialidad” que públicamente
gustan mucho de enarbolar.

Así descritas, con las excepciones de rigor, muchas ONG´s de Derechos


Humanos terminan siendo “presas fáciles” de las estrategias de
intervención política, económica y cultural diseñadas para nuestros
países, incluso inoculando en el propio cuerpo social las agendas
ideológicas y políticas ocultas de los sectores de la dominación mundial; y
permitiendo así (por acción u omisión) la construcción de la supremacía
supraconstitucional de la Lex Mercatoria, y el debilitamiento (o
desaparición) de la soberanía nacional y regional a favor de la
“soberanía” jurídica transnacional del Capital Transnacional.

Descrito así “lo que tenemos”, en el Sistema interamericano de derechos


humanos, puede afirmarse que tal institucionalidad, observada como un
todo (principios, organización, funcionamiento) de naturaleza liberal y
formas burguesas, es plenamente consustancial a los esquemas e
instituciones de poder del Capitalismo Global, y por lo tanto, forman
parte estructural de la estrategia de ofensiva final (contra-revolucionaria
y salvaje) del Capitalismo Global contra todos los Pueblos del mundo. En
tanto el Capitalismo Global se encuentra en situación de crisis estructural,
el modelo liberal contenido en el sistema interamericano se presenta en la
presente coyuntura mundial y regional, como un modelo inadecuado,
agotado e incluso, insostenible.

En razón lo expuesto, es pertinente preguntarse: ¿Qué necesitamos


entonces hacer?.

Para dar respuesta a los nuevos tiempos históricos, no sólo de la


coyuntura continental, sino también global, nuestros Pueblos requieren
imperativamente la construcción de nuevas visiones, teorías y praxis, de
contenido alternativo, revolucionario y emancipador, cónsona con los
desafíos que colectivamente enfrentamos, y que sean adecuadas, plenas y
sostenibles para los actuales y futuros contextos sociales e históricos.

En tal sentido se propone:

a. ¿Que debemos tener?:

Una Comunidad Continental de Derechos: que habla de ser construida


desde abajo hacia arriba, entre los Pueblos y los Gobiernos progresistas,
dentro de las nuevas formas de articulación e integración regionales. Un
ejemplo de proceso que puede conllevar a la construcción de un nuevo
modelo, lo constituye la experiencia continental expresada en la Cumbre
de los Pueblos y Gobiernos promovida por el presidente Evo Morales en
relación con el desafío del Cambio Climático en Cochabamba.

b. ¿Desde dónde debe operar?.

Desde visiones descolonizadoras y emancipadoras de los derechos (no


sólo humanos). Así, deben ser entendidos “los derechos” como espacios
para la inclusión de nuevos desafíos y de construcción social e
institucional, a favor de un mundo realmente justo y pacífico, edificados a
través de las legítimas luchas contra-hegemónicas, de naturaleza
anticapitalista, antiimperialista y antipatriarcal. Un punto de partida para
dicha reconstrucción epistemológica de los derechos, es fomentar la
reinvención de los derechos humanos desde perspectivas socialistas, no
eurocéntricas ni anglocentricas, emancipadoras, es decir, decididamente
desde una “epistemología del Sur”.

c. ¿Cómo habría de operar dicho sistema?.

Las pautas de funcionamiento de un nuevo modelo han de significar una


ruptura de los paradigmas hegemónicos vigentes. En tal sentido:

1. Ha de establecerse la responsabilidad directa y concreta de los Entes


Financieros Internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario
Internacional) así como de las Empresas Transnacionales (medios de
difusión de información, incluidos) en la violación masiva, sistemática y
estructural, de los derechos humanos;
2. Es necesaria la comprensión nacional y regional acerca de la necesidad
de un nuevo orden social internacional, para que la Vida del Planeta y la
Vida Digna de todos los Pueblos sea posible y viable, priorizando la
vigencia de los derechos sociales y colectivos;

3. Debe fomentarse el reconocimiento de las luchas de los pueblos y


comunidades a favor de su dignidad histórica, por su potencial
emancipatorio y articulatorio de las demandas colectivas de la
Humanidad. Esto implica el fortalecimiento de espacios colectivos de
interlocución, participación y protagonismo en materia de Derechos
Humanos, en los nuevos mecanismos o espacios de integración
continental o regional (ALBA, UNASUR, CELAC);

4. Se debe promover la reconstrucción y reconstrucción crítica y colectiva


de las visiones y teorías de los derechos humanos, a favor de una
“epistemología de la visión”, que haga visibles los aportes de los
diferentes sectores sociales, sociodiversos y pluriculturales, según sus
respectivos contextos, a partir de sus propias epistemologías, y desde
visiones interdisciplinarias (sociológicas, antropológicas, políticas) así
como transdisciplinarias (que incorporen otras ontologías y
epistemologías). Esto supone también, la transformación epistemológica y
decolonial de todos nuestros sistemas jurídicos.

5. Ha de promoverse la educación, formación y praxis social colectiva y


protagónica en materia de derechos humanos, a partir de análisis
contextualizados y geopolíticos, garantizando los procesos de justicia
cognitiva y justicia intercultural, todo en función de la descolonización y
emancipación de nuestros Pueblos. Esto supone inclusive, la creación o
actualización de Indicadores adecuados culturalmente y pertinentes
socialmente, para la Evaluación de las Políticas Públicas. En tal sentido, se
plantea la creación de una “Escuela Continental de Derechos”, dentro de
los actuales mecanismos o propuestas de integración continental o
regional;

6. Ha de considerarse a nuestros Pueblos como sujetos epistémicos,


creadores de visiones, teorías y discursos propios en materia de Derechos,
a partir de su praxis sociohistórica, que permitan un enriquecimiento de
nuestro acervo social y cultural, a partir de una ecología de los saberes y
de experiencias colectivas e integradoras de educación descolonizadora
mutua.

7. Cualquier sistema de derechos que haya de implementarse ha de estar


insertado orgánicamente en los Pueblos y Comunidades, por lo que sus
contenidos y procesos han de ser de origen y patrimonio popular;

8. Debe plantearse la constitución de instancias legítimas, progresistas y


emancipatorias de Justicia Popular Continental, cuya configuración
institucional ha de surgir orgánicamente desde nuestros pueblos. Un
ejemplo de experiencia que puede alimentar la realización de esta
propuesta, lo constituye el Tribunal Permanente de los Pueblos.

9. Los derechos humanos han de ser utilizados de manera sistemática y


estratégica como herramienta de emancipación continental. En función de
ello, ha de reconocerse el carácter popular, histórico y político de toda
lucha por los derechos humanos, como fundamentos para la
transformación revolucionaria del mundo existente;

10. También han de monitorearse los logros y victorias de los Pueblos y


Gobiernos Progresistas, en materia de todos los derechos humanos,
integralmente considerados. Esto supone procesos de protagonismo para
la vigencia de una corresponsabilidad compartida en materia de derechos
Humanos, entre el Estado, las sociedades y los Pueblos;

11. Debe ser develado y denunciado el carácter político conservador y


pro-capitalista de la supuesta “independencia” y “neutralidad” política y
valorativa de la visión clásica de los derechos humanos. Esto supone
oponerle a aquella, una visión de los derechos humanos comprometida
con las transformaciones continentales y mundiales, y decididamente
revolucionaria;

12. La nueva institucionalidad continental o regional en materia de


derechos humanos ha de nacer reticular y popularmente, mediante el
tejido de redes políticas y sociales, a partir del dialogo, discusión y debate
de los pueblos y movimientos sociales y políticos desde su igualdad
diferencial, a fin de construir realidades permanentemente incluyentes,
en alianza progresista con los diferentes Gobiernos revolucionarios del
continente.

d. ¿Cuáles serían las consecuencias de esta praxis de los derechos


humanos desde el ámbito continental?.¿Cuál es la finalidad de su
racionalidad subyacente?

1. Desde el punto de vista teórico: construir y reconstruir nuevas visiones


de los derechos, y dentro de estas visiones, priorizando los derechos
colectivos de nuestros pueblos, así como los derechos sociales, culturales
y ambientales. Implica gestar una visión de los Derechos desde una
epistemología del Sur, originada en forma colectiva y participativa;

2. Desde el punto de vista político y militar: la necesidad de construir


nuevas Contra-Hegemonías en el continente, protagonizadas por los
Gobiernos progresistas y sus Pueblos, en aras de la autodeterminación y
las soberanías nacional, regional y continental, así como para la plena
vigencia de todas nuestras independencias (política, económica, cultural);

3. Desde el punto de vista económico: garantizar el “Buen Vivir” como


alternativa a un Capitalismo en crisis estructural, redistribuyendo las
riquezas materiales y culturales de nuestros Pueblos;

4. Desde el punto de vista geopolítico: fomentar la reconstrucción de un


Nuevo Orden Geopolítico Internacional, así como nuevas relaciones de
Poder más justas y simétricas, no imperialistas ni colonialistas, entre
nuestros continentes, regiones y países, respetando las opciones de futuro
que cada sociedad se haya dado, para la consolidación de un mundo justo
y pacífico y sustentable para las generaciones futuras y para el Planeta.
Estas son apenas algunas ideas iniciales para fomentar el diálogo y el
debate en torno a nuevas visiones de los Derechos Humanos para el
continente.

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