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TEMA 4

RESPONSABILIDAD PENAL DE LAS PERSONAS JURÍDICAS

Jacobo Dopico Gómez-Aller

Claves: En el moderno Derecho penal económico, junto a las penas a per-


sonas físicas, existen también las sanciones penales a personas jurídicas. Se
trata de un incremento de la reacción penal que busca, por una parte, aumen-
tar el potencial preventivo-general de la amenaza penal y, por otra, instar a
las empresas a autoorganizarse para evitar que sus empleados y administra-
dores tengan la tentación de conseguir los objetivos sociales mediante la co-
misión de delitos. En este tema nos asomaremos a los criterios para atribuir
responsabilidad penal a una persona jurídica; a las penas que se les pueden
imponer; y a los modelos de organización empresarial orientados a la preven-
ción de delitos (programas de cumplimiento o compliance).

Caso PROTESIA
PROTESIA es una empresa fabricante de aparatos de ortopedia. Su labor comer-
cial, que incluye dar a conocer sus productos a médicos de la Seguridad Social, es
llevada a cabo por varias decenas de trabajadores autónomos.
Ángel A., uno de esos trabajadores pide a su hermano, funcionario en la Conse-
jería de Sanidad, que influya sobre varios funcionarios médicos para que prescriban
las prótesis ortopédicas de PROTESIA. Finalmente, en varios de los hospitales de la
Comunidad Autónoma comienzan a prescribirse estas prótesis.
En esta conducta, Ángel A. contravino las directrices y soslayó los controles de la
compañía. PROTESIA obliga a sus comerciales a firmar mensualmente un listado de
los familiares que tienen en la administración sanitaria y les prohíbe instar contratos
con esas administraciones. Ángel había falseado el listado, al no recoger en él a su
hermano y su puesto de trabajo en la Consejería de Sanidad.
Berta B., otra de esas comerciales autónomas, organiza unas jornadas científicas
sobre ortopedia, y contrata como ponentes a 12 médicos de la Seguridad Social. Berta
firma varias órdenes de pago para que se retribuya a cada ponente con 5.000 € por
cada jornada, una cifra desproporcionadamente alta para pagar a conferenciantes sin
historial investigador en la materia. El Consejero delegado de PROTESIA, informado
por el Director financiero, aprueba el pago (un importe total pagado de 60.000 €),

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pese a saber que la retribución es desproporcionada para este caso, que Berta care-
ce de cualificación científica para organizar unas jornadas y que no forma parte de
ningún departamento científico, sino que en realidad es una agente comercial cuya
función es conseguir negocio para PROTESIA. A los pocos días 8 de estos ponentes
comienzan a prescribir estas prótesis por primera vez.
(Caso ficticio).

I. Introducción. Rasgos fundamentales del vigente sistema de


responsabilidad penal de las personas jurídicas.

En España desde el 23 de diciembre de 2010 las personas jurídicas pueden


ser hechas penalmente responsables por ciertos delitos. Esa responsa-
bilidad implica que un juez o tribunal penal las puede condenar a penas de
multa y, dependiendo de la gravedad del caso, también a diversas prohibicio-
nes e inhabilitaciones, someterlas a intervención judicial o incluso, en casos
extremos, disolverlas.
Veamos siete rasgos fundamentales del sistema de responsabilidad
de las personas jurídicas por delito.
1. En España las propias personas jurídicas pueden ser investigadas, juz-
gadas y condenadas en un proceso penal por ciertos delitos cometidos
en su beneficio, bajo ciertas circunstancias.
2. Sistema numerus clausus. Únicamente hay responsabilidad penal
de las personas jurídicas en relación con un catálogo cerrado de delitos: aqué-
llos que el Código específicamente señale, habitualmente, en un artículo al
final del título o capítulo de que se trate (ver anexo al final del tema con el
listado de estos delitos).

En el caso PROTESIA se plantea una posible responsabilidad por tráfico de in-


fluencias y por cohecho de funcionarios, figuras que prevén responsabilidad para las
personas jurídicas (arts. 430 y 427 bis CP).

3. Penas de imposición obligatoria y de imposición facultativa.


Si se cumplen los requisitos legales, el juez está obligado a condenar a la
persona jurídica, como mínimo, a una pena de multa. Se trata de una inter-
vención punitiva, no asegurativa.
No obstante, el juez también está facultado a imponer otro tipo de penas,

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si considera que existe una necesidad de interrumpir una continuidad delic-


tiva o sus efectos. Esas penas son la suspensión de actividades, la clausura de
locales, la prohibición de realizar las actividades en cuyo ejercicio se cometió
el delito, ciertas inhabilitaciones, la intervención judicial o, en casos extre-
mos, la disolución.
4. Doble vía de imputación. A la persona jurídica se la puede imputar
responsabilidad penal por un delito por dos vías distintas:
1ª vía: cuando fue cometido por sus máximos responsables (sus repre-
sentantes, personas con capacidad de decisión por la persona jurídica, con
facultad de organización o de ejercer control en su seno); o
2ª vía: cuando fue cometido por alguien bajo la autoridad de esos
máximos responsables, debido a que dichos responsables no ejercieron el
debido control, supervisión o vigilancia sobre la conducta de aquél.

Como se puede ver, en el caso PROTESIA el primer grupo de hechos (los de em-
pleado que comete tráfico de influencias) se encuadrarían en la segunda vía, pues Án-
gel A. es un empleado que está sometido a la autoridad de los gestores y directivos de
PROTESIA.
Sin embargo, en el segundo grupo de hechos hablamos de un delito en el que están
implicados dolosamente sus máximos responsables, por lo que procedería anali-
zar si es aplicable la primera vía del art. 31 bis a).

Los requisitos para atribuir responsabilidad a la persona jurídica -y, corre-


lativamente, para eximirla de ella- son distintos por una y otra vía.
Como puede verse, según la regulación legal la responsabilidad penal de
las personas jurídicas depende siempre en ambas vías de una conducta de
los máximos dirigentes de la empresa: ya sea del delito cometido por
ellos (1ª vía), ya sea del incumplimiento de sus deberes de control, su-
pervisión o vigilancia (2ª vía). No cabría hablar de responsabilidad de la em-
presa por conductas que la dirección no fue capaz de controlar o evitar.
5. La responsabilidad de la persona jurídica no es alternativa sino cumu-
lativa a la de la persona física que haya cometido el delito. El procedi-
miento en el que se sustancia la responsabilidad de la persona jurídica es el
mismo en el que se juzga a la persona física. No obstante, en algunos casos
se puede condenar a la persona jurídica aunque no sea posible condenar a la
persona física que hubiese cometido el delito (porque se hubiese sustraído a
la acción de la Justicia, o hubiese fallecido, o porque no se hubiese podido in-

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dividualizar exactamente qué persona física al servicio de la empresa cometió


el delito).
6. Relevancia de la actuación preventiva de la persona jurídica. El
vigente modelo busca incentivar la autoorganización de las personas ju-
rídicas para que eviten que en su seno se intenten conseguir los objetivos
sociales mediante la realización de actos delictivos. Por ello, si la persona ju-
rídica cumplió suficientemente sus tareas de supervisión, vigilancia
y control pero pese a ello una persona física a su servicio cometió el delito,
la persona jurídica no será castigada.
7. Así, pues, la idea de defecto de organización (incumplimiento de las
tareas de supervisión, vigilancia y control) cobra un papel central en el vigen-
te sistema. Esta idea se plasma de manera distinta en cada una de las
dos vías de imputación de responsabilidad.
• En la 1ª vía (delitos cometidos por dirigentes) para atribuir responsa-
bilidad a la persona jurídica basta que uno de sus dirigentes haya cometido el
delito en ejercicio de sus funciones y en beneficio de la empresa; sin embargo,
el Código Penal recoge una cláusula que permite exonerar a la entidad si se
demuestra que la persona jurídica había adoptado previamente unos eleva-
dos estándares de control sobre sus propios dirigentes (“modelos de
organización y control”) y que el delito fue cometido eludiendo esos controles.
• En la 2ª vía (delitos cometidos por subordinados) se requiere expre-
samente como un requisito para imputar responsabilidad a la persona jurídi-
ca que el empleado hubiese podido cometer el delito precisamente porque los
dirigentes incumplieron sus deberes de supervisión. Por ello, la diligencia
preventiva de los dirigentes (ya sea directamente, ya sea mediante el es-
tablecimiento de medidas y sistemas de control) impide que pueda afirmarse
un presupuesto de la responsabilidad penal de la persona jurídica: el incum-
plimiento de los deberes de supervisión.

II. Autonomía e independencia de la responsabilidad penal de


la persona jurídica.

Uno de los rasgos más importantes de la responsabilidad penal de las per-


sonas jurídicas es su carácter parcialmente autónomo e independiente de la
de la persona física que haya ejecutado materialmente el delito. Ello se evi-
dencia en los siguientes aspectos:

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a) Puede condenarse a la persona jurídica aunque no se haya podido


condenar a la persona física, siempre que se demuestre que un sujeto de los
aludidos en las dos vías de imputación ha cometido el delito en beneficio de
aquélla, aunque (art. 31 ter):
- no se haya podido descubrir exactamente quién fue;
- no se haya podido dirigir el procedimiento contra él;
- haya fallecido; o
- se haya sustraído a la acción de la justicia.
De este modo, aunque en la investigación penal no se hubiese identificado
qué concreta persona física cometió el delito, no se frustra el proceso penal
si se puede probar que fue alguien al servicio de la persona jurídica y en su
beneficio.
b) Las circunstancias agravantes y las circunstancias atenuantes relativas
a la culpabilidad que concurran en la persona física no son trasladables a la
persona jurídica (art. 31 ter 2).
Ahora bien: como excepción a la señalada autonomía e independencia de
la responsabilidad penal de las personas jurídicas, el art. 31 ter establece que
cuando como consecuencia de los mismos hechos se impongan a la persona
física y a la jurídica sendas penas de multa, sus cuantías deberán ser modula-
das para que la suma final no sea desproporcionada en relación con la grave-
dad de los hechos cometidos.

Aquí el Código penal sí atiende a una relación entre ambas responsabilidades para
evitar que la acumulación de ambas penas determine una reacción punitiva despro-
porcionada (lo cual ocurrirá habitualmente en el caso de empresas de menor tamaño,
donde en realidad cabría decir que la empresa en realidad no es sino parte del patri-
monio del socio administrador, por lo que sancionar por una parte a dicho socio y
por otra a la empresa materialmente se podría ver como una doble punición por los
mismos hechos).

III. El sujeto de responsabilidad penal: la persona jurídica.

1. Concepto extrapenal de persona jurídica.

Para describir el sujeto de responsabilidad penal, el modelo español atien-


de a un rasgo fundamental: la personalidad jurídica. Como el Código Penal

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no proporciona una definición específica del término persona jurídica a estos


efectos, se estará al concepto extrapenal de persona jurídica.

Los entes sin personalidad jurídica no pueden ser penados; aunque en el artículo
129 se establece para ellos un régimen de consecuencias accesorias facultativas (ver
infra, VIII).

2. Personas jurídicas excluidas.

Están excluidas del régimen de responsabilidad penal de las personas ju-


rídicas, en virtud del art. 31 quinquies:
a) el Estado, las Administraciones públicas territoriales e institucionales
y los organismos reguladores y las organizaciones internacionales de Dere-
cho público. Es sencillo explicar por qué se excluyen estas entidades de
Derecho público: ante conductas ilícitas en el seno de la Administración,
parece que lo lógico es sancionar únicamente a los concretos funcionarios o
empleados públicos que puedan haber cometido el delito, y no al organismo
administrativo que pudiese haberse visto beneficiado, pues el perjuicio de la
sanción revertiría sobre los administrados.
Esta misma lógica lleva al Legislador excluir a los organismos regulado-
res, a las agencias estatales y a las organizaciones internacionales de Derecho
público.
b) Por los mismos motivos, el art. 31 quinquies excluye a los organismos
no estatales ejercientes de potestades públicas de soberanía o admi-
nistrativas.
c) Agencias y entidades públicas empresariales. También quedan
excluidas las entidades públicas empresariales (por ejemplo: ADIF, AENA,
Loterías y Apuestas del Estado, red.es, etc.).

Inicialmente estuvieron también excluidos del régimen de responsabilidad penal


los partidos políticos y los sindicatos, pero la Ley Orgánica 7/2012 pasó a consi-
derarlos sujetos penalmente responsables. Probablemente en atención a la espe-
cialísima naturaleza de partidos políticos y sindicatos, hubiese sido más razonable so-
meterlos a un régimen punitivo restringido que permitiese atribuirles responsabilidad
y aplicarles algunas penas (multas, prohibición de obtener subvenciones, etc.), pero no
otras como la suspensión de actividades o la disolución.

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3. Personas jurídicas sometidas a un régimen punitivo restrin-


gido.

Las sociedades mercantiles estatales ejecutoras de políticas públi-


cas o prestadoras de servicios de interés económico general son penalmente
responsables, si bien bajo un régimen punitivo restringido (art. 31 quinquies
2). Este régimen híbrido se debe a que, aunque sirven al sector público, en
realidad son entidades de Derecho privado.

Las sociedades mercantiles estatales son aquellas en las que el Estado posee más
del 50% del capital o bien que con una participación menor ejerce, directa o indirecta-
mente, control sobre ella (art. 111 Ley 40/2015).
Este régimen restringido no es aplicable si la sociedad fue creada con el propósito
de eludir una eventual responsabilidad penal.

4. Están también excluidas las empresas de fachada o pantalla.

En los casos en que la persona jurídica sea única y exclusivamente simple


pantalla o fachada para dar apariencia de legalidad a una actividad delictiva
(situación muy habitual en los casos de criminalidad organizada), no es po-
sible hablar de responsabilidad penal de la persona jurídica. Los argumentos
para ello son variados:
1º. Fundamentalmente, porque el delito no se comete en beneficio de
la persona jurídica. Por el contrario, aquí es la persona jurídica la que es em-
pleada para el beneficio de quienes cometen del delito.
2º. En segundo lugar, porque se trata de simples instrumentos del de-
lito y no de auténticos sujetos activos.

Por el contrario, cuando se trate de una empresa de economía real que se presta,
a cambio de precio o cualquier otra contraprestación, a dar apariencia de legalidad a
la actividad delictiva de otro, no se tratará de una simple empresa de pantalla, sino de
una intervención delictiva en beneficio de la persona jurídica.

5. ¿Debe penarse también a personas jurídicas muy pequeñas?

Parece razonable sancionar penalmente a empresas de cierta complejidad,


donde los concretos sujetos que adoptan las decisiones y las ejecutan son fun-

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gibles; y donde el Estado espera que la persona jurídica se autoorganice para


prevenir la comisión de delitos en su seno. Sin embargo, cuando hablamos
de personas jurídicas muy pequeñas, parece más lógico sancionar sólo a las
personas físicas que cometen el delito y no también a la persona jurídica.
Por ello, no podrán ser sancionadas personas jurídicas de ínfimo tamaño,
donde haya una identidad sustancial entre el gestor y la persona jurídica
(algo que tendrá lugar en sociedades unipersonales administradas por su ti-
tular, pero no únicamente en ellas), pues aquí no existe verdadera alteridad
entre la persona jurídica y la persona física del administrador; ello conduciría
a un bis in idem. Así lo ha entendido la Fiscalía General del Estado en sus
Circulares.

¿Podría aplicarse esta consideración a personas jurídicas no ya ínfimas, pero sí de


tamaño reducido? Aunque de lege ferenda parezca razonable, con el Derecho vigente
no es fácil llegar a esa conclusión, pues el art. 31 ter 1 parece prever expresamente un
supuesto de punición a pequeñas empresas (cuando como consecuencia de los mis-
mos hechos se impusieren sendas multas a la persona física y a la jurídica y ello fuese
desproporcionado: ello ocurrirá precisamente en el caso de pequeñas empresas ges-
tionadas por su titular principal). Parecería, pues, que el Código Penal español prevé
expresamente la punición de personas físicas de pequeña envergadura.

IV. La estructura de imputación.

1. Un modelo de doble vía.

El art. 31 bis contempla dos vías de imputación de responsabilidad por un


delito a la persona jurídica, cada una con requisitos distintos.

Art. 31 bis.
1. En los supuestos previstos en este Código, las personas jurídicas serán penal-
mente responsables:
a) De los delitos cometidos en nombre o por cuenta de las mismas, y en su be-
neficio directo o indirecto, por sus representantes legales o por aquellos que ac-
tuando individualmente o como integrantes de un órgano de la persona jurídica, están
autorizados para tomar decisiones en nombre de la persona jurídica u ostentan
facultades de organización y control dentro de la misma.
b) De los delitos cometidos, en el ejercicio de actividades sociales y por cuenta
y en beneficio directo o indirecto de las mismas, por quienes, estando sometidos

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a la autoridad de las personas físicas mencionadas en el párrafo anterior,


han podido realizar los hechos por haberse incumplido gravemente por aquéllos los
deberes de supervisión, vigilancia y control de su actividad atendidas las concretas
circunstancias del caso.

En la base de esta regulación se encuentran dos ideas:


a) Por una parte, la idea de que lo que desencadena la responsabilidad
de la persona jurídica es la conducta de los administradores y suje-
tos asimilados en ejercicio de sus funciones: ya sea por cometer el
delito en nombre o por cuenta de la persona jurídica [apartado a)], ya por
incumplir sus deberes de supervisión, vigilancia y control [apartado
b)]. En esto el Código Penal sigue al pie de la letra el modelo de las directivas
y decisiones marco europeas. Doctrinalmente se ha denominado a la primera
vía “responsabilidad vicarial” (denominación harto cuestionable) y a la se-
gunda “autorresponsabilidad”.

Algunos autores han planteado dudas respecto de que tal “responsabilidad vicarial”
pudiese ser inconstitucional por suponer un caso de responsabilidad objetiva o res-
ponsabilidad por hecho ajeno; y que debe interpretarse el Código Penal en el sentido
de que siempre la responsabilidad penal de la persona jurídica se deriva de la omisa
supervisión sobre quien cometió el delito. Por ello, para evitar la tacha de responsabi-
lidad por hecho ajeno, sólo se podría fundar la responsabilidad de la persona jurídica
por la primera vía en la omisión de controles sobre los administradores.
Tal planteamiento resulta excesivo. La conducta de un administrador ac-
tuando en nombre o por cuenta de una persona jurídica, o que omite un
deber que ostenta precisamente en tanto que administrador, no puede ser
considerado un hecho ajeno a ésta, sino, por el contrario, el hecho para-
digmáticamente más propio del ente colectivo. De no ser así, ¿qué hecho cabría
definir como propio de la persona jurídica?
Y es que resulta irrazonable entender que en el caso del delito cometido por cual-
quier empleado basta demostrar la falta de cuidado de los órganos de gobierno para
fundar la responsabilidad penal de la persona jurídica; pero que si estos órganos, en
vez de haber sido negligentes en la prevención, hubiesen sido quienes dolosamente lo
hubiesen cometido, entonces sería necesario para la acusación probar algo más: que
había habido falta de control sobre el propio dirigente.
Sí procedería hablar de responsabilidad objetiva si la responsabilidad de la empre-
sa se desencadenase directamente por la conducta delictiva de cualquier empleado sin
necesidad de reprochar a los órganos de gobierno de la entidad ni siquiera una culpa
in vigilando, pues en ese caso se trataría de penar a la persona jurídica por un hecho
que sus órganos de gobierno no habrían podido evitar. Pero si hablamos del delito

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cometido por los integrantes de sus órganos de gobierno en ejercicio de sus funciones,
en principio cabe sancionar a la persona jurídica sin que ello implique responsabilidad
objetiva.
No obstante, hay un matiz importante: sí hay casos en que, pese a que el delito
haya sido cometido por un administrador en tanto que tal, no cabe reprochárselo a la
persona jurídica, pues aquél cometió el delito eludiendo unas medidas dispuestas por
la entidad, que resultaban idóneas para evitar esa eventualidad. De esos casos trata el
art. 31 bis 2 y sobre ellos volveremos más adelante.

b) Por otra parte, a ambas vías subyace también la idea de responsabili-


dad por falta de supervisión, vigilancia o control es decir: la idea de
que la persona jurídica no responderá si en su nivel dirigente cumplió con sus
deberes y tareas de supervisión para evitar ese delito. Esta idea se plasma de
un modo distinto en cada una de las dos vías de imputación.
En la segunda vía (delitos de cualquier persona al servicio de la empresa)
aparece expresamente como presupuesto de la responsabilidad: sólo
cabe atribuir el delito a la persona jurídica si en su nivel dirigente se produjo
un incumplimiento grave de los deberes de supervisión, vigilancia y control; y
si ese incumplimiento hizo posible que alguien cometiese el delito en benefi-
cio de la empresa. Es ese incumplimiento en el nivel dirigente el que permite
atribuirle el delito a la persona jurídica, pues permite reprocharle a sus ór-
ganos de gobierno no haber prevenido lo que podían y debían haber evitado.

En la primera parte del caso PROTESIA, el empleado Ángel A. comete tráfico de


influencias para aumentar sus ventas, pero la persona jurídica había implemen-
tado un mecanismo para evitar estos hechos, y el empleado lo había soslaya-
do fraudulentamente mediante una falsificación de estos datos.
Procede únicamente debatir si en este caso el mecanismo dispuesto por PROTE-
SIA era suficientemente efectivo para la comisión de delitos de tráfico de influencias,
o si era simple apariencia de cumplimiento. En el primero de los casos, deberíamos
entender que no hubo infracción del deber de supervisión, vigilancia y control y, por
ello, la persona jurídica no sería responsable.

En la primera vía (delitos de representantes y personas con capacidad de


decisión, organización y control), por el contrario, la infracción del deber de
supervisión no figura expresamente como presupuesto de la responsabilidad
de la persona jurídica, ya que en principio el hecho de que el delito lo come-
tiesen sus máximos órganos en ejercicio de sus funciones ya permite atribuír-
selo a ésta, sin necesidad de más requisitos. Sin embargo, el artículo 31 bis

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2 permite a la persona jurídica una interesante opción: establecer controles


idóneos para prevenir que sus propios órganos dirigentes cometan esos de-
litos. Si la persona jurídica hubiese adoptado esos controles de diligencia ex-
traordinaria (¡“controlar al controlador”!) y, pese a ello, uno de los dirigentes
los hubiese soslayado y hubiese cometido el delito, la persona jurídica podría
eximirse: en tal supuesto, la persona jurídica habría desarrollado una activi-
dad preventiva suficiente como para entender que la conducta del dirigente
no le es atribuible.
Por ello, aunque la idea de fallo organizativo se encuentre presente en am-
bas vías, el juego que tiene en cada una de ellas es distinto. Ello exige deslin-
dar con claridad qué supuestos quedan abarcados en cada una de las dos.

2. Cuestiones comunes a ambas vías.

A. El delito cometido.

En ambos casos es presupuesto de la responsabilidad de la persona ju-


rídica el hecho de la comisión de un delito por parte de una persona
física. En modelos como el español, en ausencia de este elemento no habría
objeto de reproche a la persona jurídica. Por ello, el mero incumplimiento
de los deberes de prevención de delitos por parte de los administradores
de una empresa, si con ello no se ha favorecido la comisión de un delito, es
impune.

Como hemos visto, según el art. 31 ter no se exige que se haya podido identificar
qué persona física cometió el delito, siempre que quede acreditado que fue una de las
mencionadas en el art. 31 bis 1.

Existe responsabilidad de la persona jurídica tanto si el delito se ha con-


sumado como si ha quedado en fase de tentativa (a menos, lógicamente, que
el motivo de la no consumación sea precisamente la diligencia de la persona
jurídica, sus administradores o empleados en la prevención del delito).

B. Delito cometido en beneficio directo o indirecto de la persona jurídica.

Se trata de un elemento subjetivo específico que debe concurrir en


la conducta típica de la persona física, quien debe haber cometido el delito a

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sabiendas de que es un modo idóneo de lograr un provecho para la entidad.


Por ello, no es necesario que dicho beneficio se haya llegado a producir.
Por supuesto, no es necesario que la actuación en beneficio de la empresa
sea la motivación principal del delito. De hecho, lo habitual será que la moti-
vación del sujeto sea perseguir su propio beneficio (por lograr un desempeño
más exitoso en su puesto de trabajo, mejorar sus cifras, aumentar su bonus,
etc.), pero ello lo hará mediante una actuación que persigue conseguir un
beneficio para la persona jurídica.
Hablaremos de beneficio directo cuando la persona física cometa el de-
lito como un modo de obtener un beneficio empresarial; y de beneficio in-
directo cuando la persona física cometa el delito para ahorrar a su empresa
unos costes preventivos (por ejemplo, cuando el directivo autorice el vertido
contaminante para no incurrir en los costes de procesar los residuos tóxicos).

3. Primera vía: delito cometido por representantes o personas


con capacidad de decisión, organización o control.

La primera vía de imputación de responsabilidad penal a la persona jurídi-


ca deriva de la comisión del delito por parte de quienes tienen las facultades
de administrar o representar a la empresa, siempre que se haya cometido en
nombre o por cuenta de ésta, y en su beneficio.
Los sujetos que pueden desencadenar la responsabilidad penal de la per-
sona jurídica por esta primera vía son:
1º por una parte, los representantes legales; y
2º por otra, quienes -actuando individualmente o como integrantes de un
órgano de la persona jurídica- están autorizados para tomar decisiones en
nombre de la persona jurídica u ostentan facultades de organización y
control dentro de la misma.

A. Sujetos que pueden desencadenar la responsabilidad por esta vía. Una


lectura restrictiva conforme a la normativa europea.

El rasgo común a todos estos sujetos es poder de mando o capacidad


de dirigir la persona jurídica, concepto que emplean las directivas y decisio-
nes marco para definir a las personas físicas pueden desencadenar la respon-
sabilidad de la persona jurídica por esta primera vía.

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Así, se trata de:


1º. Representantes. Este término debe interpretarse del modo más es-
tricto (en el sentido de los arts. 233 y 234 de la Ley de Sociedades de Capital).
No es cualquier sujeto con algún poder de representación, sino sólo quien
ejerce la representación de la sociedad extendida a la generalidad de los actos
comprendidos en su objeto social. Sólo así se cumplirá con la exigencia de
poder de mando o capacidad directiva.
2º. Personas autorizadas para tomar decisiones en nombre de
la persona jurídica (administrador de Derecho). Del mismo modo, la
mención a las personas autorizadas para tomar decisiones en nombre de la
persona jurídica debe entenderse referida a quienes pueden decidir por la
persona jurídica de modo general: la facultad de gestionar la sociedad, en los
términos del art. 209 de la Ley de Sociedades de Capital). Este concepto se
asimila, pues, al de administrador de Derecho.
3º. Personas con facultad de organización y control (administra-
dor de hecho). La referencia a las personas que dentro de la empresa tienen
poder “de organización y control” se refiere a quienes, sin actuar en virtud de
un apoderamiento formal (la “autorización” a la que se refiere el art. 31 bis 1
a), tienen capacidad fáctica de gestionarla. También aquí debe tratarse de una
persona con poder de mando en la empresa, lo cual la aproxima al concepto
de administrador de hecho.

La Fiscalía General del Estado entiende, no obstante, que esta mención debe exten-
derse más allá del nivel de los administradores de hecho, para abarcar otras muchas
personas que en la empresa pueden desarrollar tareas organizativas, aunque sean sim-
ples cuadros medios de la empresa. Esta interpretación es criticable, entre otras cosas,
porque:
1º No respeta la distinción que hace el art. 31 bis 1 entre las personas con funciones
dirigentes (apartado a) y las sometidas a la autoridad de las anteriores (apartado b).
Por ello, en el apartado a) no deben incluirse cuadros medios, que están sometidos a la
autoridad de los administradores de hecho y de Derecho.
2º Conduce a conclusiones irrazonables. El número de personas autorizadas a rea-
lizar cualesquiera funciones de organización o control en una empresa es extensísimo.
La primera vía debe estar reservada para las personas que tienen poder de mando so-
bre la empresa, pues justo eso es lo que permite atribuir el delito de este sujeto, cuando
actúa en ejercicio de sus funciones, a la persona jurídica (y es el término que emplean
todas las Directivas y Decisiones Marco sobre responsabilidad penal de las personas
jurídicas que España ha debido trasponer).

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B. Actuación en nombre o por cuenta de la persona jurídica.

El requisito de actuación en nombre o por cuenta de la persona jurídica


exige que la conducta del representante o administrador de hecho o de de-
recho tenga lugar actuando por ella en el marco de sus funciones. Es
entonces cuando cabe hablar de una conducta propia de la persona jurídica
(¿qué hecho es más propio de la persona jurídica que la actuación de sus ór-
ganos?).
Evidentemente, la comisión de delitos no integra el ejercicio legítimo de
ninguna función empresarial; lo que se exige es que el administrador o repre-
sentante realice su conducta en tanto que administrador o representante, si
bien desviándose del legítimo ejercicio de sus funciones.

4. Segunda vía: delito cometido por cualquier otra persona al


servicio de las anteriores.

La segunda vía de imputación de responsabilidad penal a la persona jurídi-


ca deriva de un incumplimiento grave de los deberes de supervisión,
vigilancia y control sobre la conducta de un trabajador, que precisamente
por ello ha podido cometer un delito en beneficio de la entidad actuando por
cuenta de la persona jurídica y en ejercicio de actividades sociales.

A. Sujetos que pueden desencadenar la responsabilidad por la segunda


vía.

La referencia a los sujetos “sometidos a la autoridad de las personas físi-


cas mencionadas en el párrafo anterior” es extensa, y deliberadamente no se
limita a los trabajadores y mandos intermedios de la empresa, sino que apela
a todo sujeto que opere integrado bajo el ámbito de dirección de aquellas
personas que tengan poder de mando: representantes, personas autorizadas
para decidir y personas con capacidad de organización y control.
Por ello, también entran aquí en consideración sujetos que, sin estar vin-
culados formalmente a la empresa por contrato laboral, sí desarrollan para
ella sus actividades sociales integrados en su ámbito de dominio social de un
modo similar a cualquier otro trabajador.

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