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ejecución de honoi‘arios

(RECURSO DE HECHO)
S.C. A. 518, L.XLVI.

5 u p i e m a C o r t e:

—I—
A fs. 121/125 de los autos principales (a cuya foliatura
corresponderán las siguientes citas), la Cámara Federal de Apelaciones de
Resistencia confirmó la sentencia de la instancia anterior, en cuanto estableció
la nulidad de la providencia que llamó autos a sentencia y, a su vez, declaró
operada la caducidad de la instancia en el proceso de ejecución de honorarios que
inició el Dr. Fernando Luis Alderete.
Para resolver del modo indicado, el tribunal apelado
consideró que la resolución por la cual se llamó autos a sentencia, al ser dictada
luego de que la causa estuviera inactiva por más de tres meses, debió notificarse
en forma personal o por cédula y no ministerio legis cov o aconteció en el sub
lite, al encuadrar tal supuesto en lo prescripto por el art. 135 inc. 8‘ del Código
Civil v Comercial de la Nación, q_ue establece aq_ue1 medio de notificación.
Con respecto a la perención de la instancia la alzada
sostuvo que si bien el juez de primera instancia podía de oficio llamar autos
para resolver, incumbía al apelante instar el dictado de tal providencia.
Asimismo, agregó que antes de que se llamara autos a sentencia, el expediente
permaneció inactivo por un lapso que supera holgadainente el plazo previsto en el
art. 310 inc. 2º del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, por lo
que los magistrados declararon la caducidad de la instancia.

— II —
Disconforme con dicha decisión, la parte actora dedujo el
recurso extraordinario de fs. 146, cuya denegación (fs. 201/203) dio origen a esta
queja.
En lo sustancial, alega que la sentencia es arbitraria, pucs
prescinde del derecho vigente, carece de fundamentación, realiza afirmaciones
dogmáticas sin sustento fáctico ni jurídico y viola derechos y garantías protegidos
por la Constitución Nacional.
En este sentido, aduce que la alzada dcsconoció la
diferencia que existe entrc proceso paralizado y proceso detenido o estancado, así
corno también que pasó por alto que no toda detención del procedimiento
constituye paralización en los términos del art. 135 inc. 8‘ del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación.
Señala que la mentada paralización implicaría la
indisponibilidad de los autos para cualquiera de los litigantes, al extremo de que,
por más que éstos hubiescn querido, habría resultado imposible hacer avanzar el
curso del proceso, situación que, según su entender, no se verifica en el presente
caso.
Finalmente señala que, siendo la caducidad un modo
anormal de terminación del proceso cuyo fundamento reside en una presunción
de haberlo abandonado, debe interpretársela con un criterio restrictivo.

-III-
Ante todo, cabe recordar que las cuestiones de hecho y
prueba, de derecho coiiiún y procesal- materia propia de los jueces de la causa-
no son susceptiblcs de revisión por la vía del art. 14, de la ley 48 máxime
cuando la sentencia se sustenta en argumentos no federales que, más allá de su
acierto o error, resultan suficientes para excluir la tacha de arbitrariedad
invocada (Fallos: 323:2879, entre otros).
En ese orden dc ideas, ha expresado V.E. que la doctrina de
la arbitrariedad no tiene por objeto corregir sentencias equivocadas o que el
recurrente considere tales, con sustento en su mera discrepancia 6on el alcance
atribuido por el n quo a principios y normas procesales, sino que reviste un
carácter estrictamente excepcional. En virtud de ello, su procedencia requiere un
apartainiento inequívoco de la solución normativa o una absoluta carencia de
fundamentación, pues de lo contrario se extendería la jurisdicción de la corte
habilitándola para revisar todas las decisiones judiciales que se dictcn, con
menoscabo de los límites establecidos por la Constitución y las leyes (Fallos:
315:575; 326:2525).
S.C. A.518, L.XLVI.

Asimismo, tiene dicho que la doctrina invocada por el


apelante tampoco tiene por objeto constituir a la Corte Suprema en una tercera
instancia ordinaria que sustituya a los jueces de la causa en la decisión de las
cuestiones que les son propias, sino que ticnde a cubrir casos de carácter
excepcional, en los que deficiencias lógicas del razonamiento o una total ausencia
de fundamento normativo, impidan considerar el pronunciamiento de los jueces
ordinarios como “la sentencia fundada en ley” a quc hacen referencia los arts. 17
y 18 de la Constitución Nacional (Fallos: 324: 1378).
Sobre la base de lo expresado, entiendo que el recurso
interpuesto cs inadmisible, toda vez que los apelantes sólo expresan su
discrepancia con la interpretación efectuada por la alzada respecto de normas de
derecho procesal, sin demostrar apartamiento de las normas aplicables, la falta de
fundamentación en los hechos conducentes del sub lite, o la irrazonabilidad de las
conclusiones (Fallos: 303:509). En efl?cto, la sentencia recurfida declaró la
nuliclad de la notificación. ‹le! llamado a aiitos, at enten.ci•r qu• dicha r•so!
ución debía notificarse en forma personal o por cédula y no ministerio legis. A
su vez, declaró operada la caducidad de instancia. Estimo que tales conclusiones
hallan adecuado sustento en las consideraciones de hecho y de derecho
foririuladas por la alzada con relación a las normas que consideró aplicables al
sub lite (art. 135 inc. 8 y 310 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación), circunstancia que resulta suficiente para desestimar los argumentos
esgrimidos por el apelante, pues, corno dije anteriormente, sólo traducen meras
discrepancias con el criterio del tribunal apelado.
Habida cuenta de ello, considero que los argumentos del
apelante carecen de entidad suficiente para abrir una instancia que tiene carácter
excepcional y que no busca sustituir a los jucces naturales en la solución de los
problemas que le son privativos.

-IV-
Opino, por lo tanto, que corresponde desestiinar la queja
interpuesta.

ADR| ª.

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