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Neuroplasticidad: nuestro sistema

nervioso puede cambiar y aprender

TÉXUM FISIOTERAPIA - 26 DE MAYO 2014

A principios del siglo XX, Ramón y Cajal determinó que nuestro


cerebro, y nuestro sistema nervioso (SN) en general, eran un
elemento inmodificable; las neuronas (las células que lo conforman)
nacían, se diferenciaban, se desarrollaban y ya no podían
transformarse ni reproducirse. Esto quería decir que un daño o muerte
neuronal era irreversible, dejando secuelas neurológicas definitivas e
irreparables. Para entonces los tratamientos de rehabilitación iban
encaminados a compensar los déficits que dejaba la lesión, supliendo
las funciones perdidas con la participación de otras partes del cuerpo,
o del cerebro que estaban sanas.
Investigaciones posteriores demostraron que nuestro sistema nervioso
es modificable, posee un potencial dinámico: las neuronas pueden
sufrir transformaciones y, además, cuenta con un número de neuronas
muy superior al que requiere para su función habitual, neuronas
silenciadas que en un momento dado pueden sufrir transformaciones y
activarse. Así la neuro-rehabilitación toma un nuevo enfoque, ahora va
en busca de mejorar las capacidades afectadas, trabajando sobre y
alrededor de la lesión en el sistema nervioso.

Cuando hablamos de potencial dinámico nos referimos a


NEUROPLASTICIDAD, definida como la capacidad de las células del
sistema nervioso para regenerarse morfológicamente y
funcionalmente, después de estar sujetas a influencias patológicas
ambientales o del desarrollo, incluyendo traumatismos y
enfermedades, permitiendo una respuesta adaptativa o maladaptativa
a la demanda funcional.
Dejemos unos dibujos que recuerden levemente la anatomofisiología
de las neuronas antes de explicar los diferentes procesos de
neuroplasticidad:

Recordemos también que el sistema nervioso se compone de más


elementos a parte del cerebro, los cuales también están dotados de la
capacidad de plasticidad.

Las células nerviosas pueden ver modificada su actividad a través de


diferentes procesos morfológicos clasificados de la siguiente manera:
– NEUROGÉNESIS: Produciendo células nuevas
– COLATERALIZACIÓN: Formando ramificaciones de los axones
intactos o SINAPTOGÉNESIS, creando nuevas sinapsis
– REGENERACIÓN AXONAL: Crecimiento y reparación de los axones
dañados

Y a través de CAMBIOS NEUROQUÍMICOS INVOLUCRADOS:


Cambios en los niveles de los neurotransmisores o en los receptores
de los neurotransmisores.

Si hablamos del cerebro, por ejemplo, las regiones sensoriales y


motoras primarias ubicadas en zonas separadas del cerebro y
relacionadas para una misma función, se encuentran conectadas por
fibras de asociación y comisurales a través de conexiones neuronales
directas, por áreas de asociación o incluso a través de fibras
interhemisféricas. Esta interconectividad cerebral permite una
interacción constante dentro de cada hemisferio y entre ambos
hemisferios. La plasticidad inherente a las células cerebrales permite
la reparación de circuitos corticales, integra otras áreas corticales para
realizar funciones modificadas y responde a diversas afecciones.
En el neurodesarrollo, que comprende los mecanismos a través de los
cuales se organiza el SN, se asiste a dos fases: una inicial, cuyo
potencial está condicionado por factores genéticos y el
comportamiento expresado no depende de la experiencia externa; y
otra posterior en la que se inician situaciones específicas
dependientes de la edad en las cuales los estímulos aferentes juegan
un papel primordial. En una persona adulta en la que el programa
genético ya está instaurado, el transcurso de la vida comprende una
enorme variedad de funciones cambiantes que le supone una inmensa
demanda de nuevas conexiones: en 1940, Hebb estudió cómo la
experiencia y la repetición pueden remodelar la función cortical,
demostrando la alta capacidad neuroplástica durante el aprendizaje
del Braille cuando una persona se queda ciega.
De la misma manera, el desuso de una función de nuestro cerebro o
sistema nervioso afectaría negativamente a la excitabilidad de esas
neuronas, disminuyendo la representación de esa función en nuestro
Sistema Nervioso Central (SNC).

Para que tengan lugar los procesos en cascada que hacen posible la
neuro-plasticidad, se requieren unas determinadas condiciones
fisiológicas. Se ha demostrado que estas condiciones se ven
aumentadas en diferentes momentos de la vida:

– En el primer año de vida


– En la pubertad
– Durante la gestación
– Inmediatamente después de una lesión del SNC.

Se pueden diferenciar dos formas de plasticidad:

→ PLASTICIDAD A CORTO PLAZO: Tras la lesión, por cambios


inducidos en la propia zona lesionada y facilitada con el ejercicio, hay
una activación de sinapsis silentes anteriores a la lesión.
→ PLASTICIDAD A LARGO PLAZO: cambios estables en la eficacia
de las sinapsis a través de crecimiento y reorganización neuronal
nueva (sprouting), dependiente de la frecuencia con la que se estimula
ese axón. En este proceso aparecen nuevas vías que arrancan de
áreas sanas para dirigirse a la zona lesionada.
→ CAMBIOS EN CIRCUITOS NEUROMODULATORIO: control de la
actividad pre y pos-sináptica.

A pesar de que algunos mecanismos neuroanatómicos,


neuroquímicos y neurofisiológicos promueven la neuroplasticidad del
SNC hacia una recuperación de las funciones afectadas, también
existen procesos fisiopatológicos que pueden contribuir a la activación
de áreas compensatorias inadecuadas, así como al desarrollo de
síntomas adversos como la espasticidad o el dolor neuropático. A este
fenómeno se lo denomina neuroplasticidad maladaptativa. Tras una
lesión, la interrupción de los inputs supraespinales hacia los sistemas
motores medulares, altera el control de las interneuronas medulares
que inervan las motoneuronas (neuronas que se dirigen al músculo
para activarlo), constituyendo la desinhibición y el aumento de la
actividad refleja, reflejada con hipertonía, hiperreflexia y actividad
muscular involuntaria.

La recuperación funcional que ocurre de forma espontánea tras la


lesión suele ser limitada, por ello se deben promover terapias
rehabilitadoras que promuevan la neuroplasticidad residual. La
participación activa del paciente adquiere gran importancia en el
proceso de neurorehabilitación: el aprendizaje activo ha demostrado
ser mejor que las metodologías pasivas, debido a que se involucran
diversos sistemas moduladores del SNC que median sobre la
activación, la percepción, la memoria, la atención, etc. El
entrenamiento activo potencia la neuroplasticidad, disminuyendo la
expresión de moléculas inhibidoras, favoreciendo la liberación de
factores neurotróficos o modificando la estructura dendrítica de las
motoneuronas.

Hoy en día la neuro-rehabilitación camina de la mano de las


investigaciones en neurociencia, biomecánica y demás áreas que
conforman el estudio del comportamiento del ser humano en pro de
conseguir tratamientos más específicos y eficaces.

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