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BLOQUE 7: LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA:

IMPLANTACIÓN Y AFIANZAMIENTO DE UN NUEVO


SISTEMA POLÍTICO (1874-1902)
7.1. La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del Castillo y el turno de partidos. La
Constitución de 1876.
7.2. La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el
regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino.
7.3. El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos. La crisis de 1898 y sus
consecuencias económicas, políticas e ideológicas.
7.1 La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del Castillo y el turno de partidos.
La Constitución de 1876.
a) la Restauración borbónica: los comienzos.
Tras el convulso Sexenio Democrático (1868-1874) la política española entraría en un
periodo conservador, marcado por la estabilidad, conocido como Restauración. El fracaso de
la I República provocó que los partidarios de la restauración borbónica comenzasen a buscar
apoyos tanto dentro como fuera del país. El principal defensor de del príncipe Alfonso, hijo de
Isabel II, fue Cánovas del Castillo, que hizo firmar un al príncipe 1 de diciembre de 1874 el
“Manifiesto de Sandhurst” en el que se presentaba ante el pueblo español como un personaje
conciliador que se ofrecía para comportarse como un monarca constitucional. El manifiesto, que
fue dado a conocer por la prensa española a finales de diciembre de 1874, encontró suficientes
apoyos. Así lo demostró el pronunciamiento del general Martínez Campos, en Sagunto, el día
29 de diciembre. El triunfo del levantamiento supuso el restablecimiento de la casa Borbón, en
la persona de Alfonso XII. A continuación se procedió a la formación de un gobierno
provisional con Cánovas a la cabeza hasta la llegada del monarca, en enero de 1875. Con la
proclamación de Alfonso XII como rey se inicia una larga etapa conocida como “la
Restauración” que se mantendrá hasta 1923.
b) Cánovas del Castillo y el turno de partidos.
Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897) fue un antiguo ministro de la Unión Liberal, su
pensamiento político fue reaccionario y antidemocrático, siempre fue contrario al sufragio
universal. Sin embargo, fue un político pragmático y realista que buscó el consenso entre las
fuerzas liberales en las que se cimentó el régimen de la Restauración. Tras ser el artífice de la
vuelta al trono de los Borbones y configurarse como la gran figura política del nuevo régimen,
fue asesinado en 1897 por el anarquista Angiolillo.
Ideó el sistema político basado en el sistema británico de alternancia en el poder de los dos
partidos dinásticos: conservador y progresista, que evitase los enfrentamientos de la época
pasada y terminase con la intervención del ejército en política mediante pronunciamientos.
Cánovas era partidario de mantener en el poder a los Borbones y el viejo sistema liberal
antidemocrático basado en el sufragio censitario. Defendía la idea moderada de la soberanía
compartida entre el Rey y las Cortes, en un punto intermedio entre el Antiguo Régimen y
monarquía democrática de 1869. Sin embargo, era consciente de que era necesario renovar el
agotado programa de los moderados. De ahí que propusiera una serie de novedades:
 Alfonso XII debía reemplazar a su madre, la impopular Isabel II. Cánovas consiguió
que la reina renunciara a sus derechos al trono en 1870.
 Había que terminar con las continuas intervenciones del Ejército, fuente continua de
inestabilidad política.
 Elaborar un sistema político monárquico, liberal y representativo basado en :

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- La Corona y las Cortes como instituciones básicas que comparten la soberanía y
el poder legislativo
- Los partidos dinásticos, el Conservador – creado y presidido por Cánovas- y el
Liberal- presidido por Sagasta y heredero de los progresistas de la época isabelina .
- El turno de partido. Solo dos partidos participan en el sistema, el Liberal y el
Conservador, que se alternan en el gobierno, el resto (republicanos, socialistas o nacionalistas)
quedan fuera y forman la oposición al sistema:
-El Partido Conservador, dirigido por el propio Cánovas del Castillo. Heredero del
moderantismo y de la Unión Liberal. Eran partidarios de una monarquía parlamentaria
controlada por una oligarquía financiera, con libertades restringidas y sufragio censitario.
Confesionalidad católica del Estado y del proteccionismo económico Contaban con el apoyo de
la Iglesia y de las oligarquías financieras.
- El Partido Liberal, liderado por Sagasta, al que se unirán progresistas y demócratas del
Sexenio. Era un grupo bastante heterogéneo lo que le valió la denominación de “olla de
grillos”. Representaba también los intereses de la burguesía, pero defendían el sufragio
universal y un conjunto de libertades más amplios entre los que destacaba la libertad de culto y
el librecambismo.
El sistema de turno tuvo la gran virtud de garantizar la alternancia pacífica en el poder, de
los dos partidos y se caracterizaba por:
- Evitar que ninguno de los partidos quedara marginado del poder y tuviera la
tentación de recurrir a pronunciamientos militares o a insurrecciones
revolucionarias para acceder al gobierno
- Asegurar la estabilidad del sistema
- Impedir que los grupos extremistas y hostiles a la monarquía liberal, tanto de
derechas (carlistas), como de izquierdas (republicanos y socialistas) pudieran
avanzar o hacerse con el poder.
- Mantener el orden económico en beneficio de la clase dominante
- Características del turnismo: el fraude electoral.
El instrumento para hacer efectivo el turno de partidos era el falseamiento del proceso
electoral: los dirigentes de los partidos (los oligarcas) lo pactaban previamente y alteraban el
resultado electoral. Cuando por desgaste, pacto o decisión real se decidía el cambio de partido
gobernante, se producía el siguiente mecanismo:
 El rey disolvía las Cortes y encargaba al jefe del partido de la oposición la
formación del gobierno.
 El nuevo gobierno convocaba unas elecciones completamente adulteradas:
“fabricaba” los resultados mediante el “encasillado”, asignación previa de escaños
en los que se dejaba un número suficiente a la oposición.
Las elecciones eran manejadas desde el poder para asegurar que el partido al que le
correspondía acceder al gobierno (por llegarle su turno) lo hiciera sin dificultades.
Los dos partidos tenían su propia red organizada para asegurarse los resultados electorales
adecuados. En Madrid estaba la oligarquía integrada por altos cargos políticos y personajes
influyentes (ministros, diputados, propietarios de periódicos, etc.); en las capitales de provincias
la figura clave era el gobernador civil; y en las comarcas, pueblos y aldeas estaban los caciques
locales, personas con poder económico e influencias que podían orientar el voto de mucha gente
que dependía de ellos.

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Cuando se disolvían las Cortes y se convocaba elecciones, desde Madrid se enviaba a los
gobernadores civiles de cada provincia la lista de los candidatos que tenían que salir elegidos
en cada localidad –los encasillados- y se lo comunicaban a los alcaldes y caciques locales (que
controlaban los movimientos políticos de su circunscripción o distrito electoral) que se
encargaban de la manipulación directa de los resultados electorales utilizando distintos
procedimientos: actitudes protectoras hacía los electores, amenazas, extorsiones, compra de
votos, el cambio de urnas o “pucherazo” (computar votos no emitidos, desaparición o
duplicación de urnas, utilización del nombre de electores fallecidos, etc.).
En definitiva, el sistema político estaba controlado por la oligarquía financiera, industrial y
terrateniente que a través del fraude electoral pretende mantener el orden social. El sistema
descansaba sobre el voto de las zonas rurales, en las ciudades, como las elecciones eran una
farsa, la abstención era muy alta.
c) La Constitución de 1876.
El modelo político de Cánovas del Castillo se concretó en la Constitución de 1876. Fue
elaborada por unas Cortes constituyentes elegidas por sufragio universal masculino, aunque las
elecciones fueron fraudulentas. Constituyó el marco jurídico del sistema de la Restauración y se
mantuvo vigente hasta 1923 (Primo de Rivera la suspende). En general mantiene el carácter de
la Constitución moderada de 1845, pero incluyendo algunos elementos progresistas de la de
1869. Su redacción es muy ambigua para que el partido que gobernara pudiera hacer una
interpretación más amplia o más restringida del texto constitucional y evitar que el cambio de
gobierno implicara un cambio de Constitución. Tiene un marcado carácter conservador,
manifestado en:
 El régimen político es una monarquía parlamentaria en el que la soberanía es
compartida por el rey y las Cortes.
 Cortes Bicamerales:
o Congreso elegido por sufragio censitario y estaba integrado por los
representantes elegidos a razón de uno por cada 50000 habitantes.
o Senado en el que se representan las clases poderosas del país:
 senadores “de derecho propio”: Grandes de España y jerarquías
eclesiásticas y militares
 senadores “vitalicios”, nombrados por el rey
 senadores elegidos por sufragio censitario de los mayores
contribuyentes.
 Fortalecimiento del poder de la Corona que se constituyó como eje del Estado:
Acapara el poder ejecutivo: designación de los ministros y mando directo del ejército y
algunas competencias del legislativo como el derecho de veto absoluto sobre las leyes
aprobadas por las Cortes y el poder de convocar, suspender o disolver las mismas
 Reconocimiento teórico de derechos y libertades semejante a la de la Constitución de
1869, que en la práctica fueron limitados o aplazados durante los gobiernos de Cánovas.
 Sufragio: no se especifica el tipo de sufragio para elegir el Congreso. Bajo el gobierno
del Partido Conservador de Cánovas se aprobó la Ley Electoral de 1878 que establecía el
voto censitario, limitado a los mayores contribuyentes.
 Recorte de la libertad religiosa. Religión católica es declarada religión oficial del
Estado, pero se reconocía la libertad individual de culto.
 Centralismo: se acentuó la centralización al quedar bajo control del Gobierno
ayuntamientos y diputaciones y al ser suprimidos los fueros vascos.

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d) Reinado de Alfonso XII. (1875 a 1885)
Casi todo el reinado estuvo ocupado por los gobiernos dirigidos por Cánovas del Castillo
(1875-1881 y 1884-1885). Durante su primer gobierno trató de consolidar un sistema
centralista, moderado y oligárquico. Su primer objetivo fue terminar con los conflictos armados.
Principales acontecimientos del reinado:
 La victoria militar contra los carlistas. Cánovas consiguió que el mítico general
carlista Ramón Cabrera reconociera en 1875 a Alfonso XII como rey legítimo.
 La abolición definitiva de los fueros vascos y navarros no así de los conciertos
económicos que beneficiaban a Álava, Navarra, Guipúzcoa y Vizcaya
 La pacificación de Cuba mediante la Paz de Zanjón de 1878. Cuba se convierte en
una provincia española con derecho a elegir diputados a Cortes, se concede la libertad a
los esclavos negros que hubieran peleado con cualquiera de los dos bandos y concede
un indulto para los independentistas
 Suprimir la elección de los alcaldes por sus municipios, pasando a ser designados por
el gobierno
 El establecimiento de un nuevo arancel aduanero en 1877 frente a la competencia extranjera.
 La aprobación de una nueva ley electoral (1878) para reintroducir el sufragio restringido y
limitar el derecho de voto a los varones mayores de 25 años con rentas.
En febrero de 1881 comenzó a funcionar el turno de partidos. Los liberales presionaron a
Cánovas, y al mismo rey, para que les facilitaran el acceso al poder. Cánovas cedió. Entre 1881 y
1884, el gobierno liberal presidido por Sagasta ordenó la readmisión de los catedráticos
izquierdistas despedidos, impulsó la creación de la Comisión de Reformas Sociales y procedió a
u n a nueva conversión de la deuda pública para reducir el déficit estatal. Durante 1884 y 1885
volvieron a gobernar los conservadores.
La muerte en 1885 de Alfonso XII, a los 28 años, supuso la primera gran prueba de la
Restauración. Al morir no tenía heredero pero su segunda esposa, María Cristina de Habsburgo
y Lorena, estaba embarazada del futuro Alfonso XIII.
e) La aplicación del turno. La Regencia de Mª Cristina /1885-1902)
La prematura muerte de Alfonso XII en noviembre de 1885 abrió el período de la Regencia
de María Cristina de Habsburgo (1885-1902) hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII. Ante el
temor de una posible desestabilización del sistema político tras la prematura muerte del rey,
Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo (1885), un acuerdo por el que se comprometían
a: apoyar a la regente para garantizar la continuidad de la monarquía, respetar el turno de
partidos y conservar las medidas legislativas aprobadas por los respectivos gobiernos.
Durante este periodo el Partido Liberal gobernó más tiempo que el Conservador. Tras la
muerte de Alfonso XII, Cánovas del Castillo dimitió y la Regente nombró presidente a Sagasta;
durante los cinco años del llamado Gobierno largo de Sagasta (1885-1890) los liberales
llevaron a cabo una importante labor reformista:
 El código de comercio y el código civil en 1885 y 1889. El objetivo era mejorar el
funcionamiento administrativo del Estado
 Libertades de cátedra, asociación y prensa, suprimiendo la censura (1887)
 Nueva ley de asociaciones (1887) para favorecer la completa legalización de las
actividades de todas las organizaciones obreras y sindicales
 Ley del Jurado (1888), que permitía el juicio por jurados populares para ciertos delitos.

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 Sufragio universal masculino 1890. Este derecho fue concedido más que por presión
colectiva de los ciudadanos por el deseo de cumplir el programa del partido en el
gobierno y prolongar el liderazgo de Sagasta. El sufragio universal tuvo una aplicación
viciada desde su aprobación, debido a la persistencia del pucherazo y de los fraudes
electorales. Sin embargo, el sufragio universal permitió que los republicanos
obtuvieran un puñado de diputados en las ciudades, donde no funcionaba el caciquismo.
El gobierno de Cánovas y el partido conservador (1890-1892) elaboró unos aranceles
proteccionistas que deseaban los grupos patronales de la siderurgia, la industria textil y los
grandes cerealistas. Extremó las medidas de rigor contra los anarquistas por procedimientos
muy discutibles (ley de fugas y consejos de guerra) y recurrió a leyes de excepción ante
cualquier movimiento huelguístico.
En la última década del siglo se mantuvo el turno pacífico de los partidos. Sagasta y Cánovas
se alternaron en el poder hasta 1897, fecha en que Cánovas fue asesinado en un atentado
anarquista. Sagasta volvió al poder y tuvo que afrontar el Desastre el 98.
El sistema comenzaba a manifestar síntomas de agotamiento y de mal funcionamiento por
parte de los diferentes gobiernos que no se atrevieron a solucionar los grandes problemas del
país: persistencia del analfabetismo, continuación del déficit y del endeudamiento estatal, la
ausencia de reformas sociales efectivas, mantenimiento del sistema de reclutamiento
discriminatorio y ausencia de instituciones políticas democráticas.
En 1902, al llegar a la mayoría de edad, Alfonso XIII fue proclamado rey de España,
dando fin a la Regencia de Mª Cristina de Habsburgo.
7.2. La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el
regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino.
(El régimen de la Restauración, basado en la alternancia de los dos grandes partidos, marginó a
amplios sectores políticos y sociales: carlismo, republicanismo, movimiento obrero y nacionalismo, que
se opusieron con escaso éxito hasta 1923 al régimen de la Restauración. Aunque estas fuerzas de
oposición eran numerosas, su diversidad impidió plantear una alternativa al régimen:
Los carlistas. Fuerza cada vez más residual que, finalmente, había decidido renunciar a las armas.
Con fuerza en el País Vasco y Navarra, nunca consiguieron más del 3% en las elecciones en las que
se presentaron. Tras la derrota de 1876 el carlismo entró en un profundo declive por diversas causas:
- La disminución de sus respaldos sociales.
- Las disputas internas entre dirigentes carlistas.
- La pérdida del apoyo del clero español y del Vaticano, (1878, León XIII).
- La integración paulatina en el partido canovista de numerosos y destacados ultracatólicos
Los partidos republicanos. Debilitados por el fracaso de la Primera República y divididos en
varios partidos enfrentados (Partido Posibilista, Partido Republicano Progresista, Partido Centralista y
Partido Federal), constituían grupos bastante minoritarios ya que la aparición de los partidos obreros y
de los partidos regionalistas y nacionalistas les privó de muchos de sus apoyos. No obstante, el proyecto
republicano – sufragio universal, laicismo, fe en el progreso basado en la educación y la ciencia –
mantuvo su influencia entre algunos sectores de la clase media y entre los obreros. Con la aparición de
la Unión Republicana (1893) se hizo efectiva la unión de los republicanos).

a) Los nacionalismos y regionalismos.


A finales del siglo XIX, nacen en Cataluña, País Vasco y Galicia movimientos que
cuestionan la existencia de una única nación dentro del territorio español. Estos movimientos
nacionalistas surgieron como respuesta al proceso de centralización política y de uniformidad
cultural impulsado por la Restauración. Su aparición coincide con el apogeo del nacionalismo
en Europa y su actividad política viene precedida de un renacimiento cultural de las lenguas
autóctonas no castellanas, que difunde la idea de una conciencia nacional entre la burguesía del
territorio. Comenzó adoptando la forma de un regionalismo que pretendía la creación de

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instituciones propias y una autonomía administrativa y en algunos casos evolucionó hacia el
nacionalismo, con unas características propias: lengua, derechos históricos (fueros), cultura y
costumbres y que tienen derecho al autogobierno e incluso a constituirse como estado
independiente. Hubo diferentes movimientos en España y de diversa intensidad:
 El nacionalismo catalán.
En Cataluña es donde se desarrolla el primero y más importante movimiento nacionalista.
Su diferenciación lingüística e histórica es la base del sentimiento nacional que va a arraigar
entre su importante burguesía. Su origen se encuentra hacia 1830, en la Renaixença
(movimiento cultural que reivindica la lengua y la literatura catalana) y en los cambios
socioeconómicos catalanes, que provocaron la ruptura de intereses entre la oligarquía centralista
y la burguesía industrial catalana. Hay dos vías:
- Catalanismo de izquierdas, federalista y republicano. Representado por el Centré
Catalá (1882) de Valentí Almirall, y cuyo objetivo era la autonomía catalana y denuncia
el caciquismo. Evolucionará, ya en el XX, hacia Esquerra Republicana de Catalunya.
- Catalanismo conservador, que agrupa a la burguesía industrial catalana contra el
centralismo estatal. En 1891, Prat de la Riba, fundó la Unió Catalanista de ideología
conservadora y católica que aprobó las denominadas Bases de Manresa, programa en el
que reclamaba el autogobierno, el catalán como lengua oficial y una división de
competencias entre el estado español y la autonomía catalana. En 1901 nace la Lliga
Regionalista Catalana con Prat de la Riba (ideólogo) y Francesc Cambó (principal
dirigente); un partido conservador, católico y burgués que desea la autonomía política
dentro del Estado español y busca participar en la política nacional y tener representantes
en las instituciones que defiendan los intereses económicos de los industriales catalanes
basado en política comercial proteccionista.
El nacionalismo catalán se extendió esencialmente entre la burguesía y el campesinado.
Mientras tanto, la clase obrera abrazó mayoritariamente el anarquismo.
 El nacionalismo vasco.
A lo largo del siglo XIX, las sucesivas Guerras Carlistas supusieron derrotas para el Pueblo
Vasco, tras las cuales se fueron eliminando paulatinamente los Fueros, en un complicado
proceso que, iniciado por la Ley de 25 de octubre de 1839 de Reforma de los Fueros Vascos,
culminó con la Ley de 21 de julio de 1876, que supuso la definitiva liquidación del
ordenamiento foral
El Partido Nacionalista Vasco, PNV, (Euzko Alderdi Jeltzalea, EAJ) fue fundado por
Sabino Arana Goiri en 1895. Este hombre, nacido en el seno de una familia carlista y
ultracatólica, formuló los fundamentos ideológicos del nacionalismo vasco que se resumen del
modo siguiente:
 Independencia de Euskadi y creación de un estado vasco independiente en el que se
incluirían siete territorios, cuatro españoles (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra) y tres
franceses (Lapurdi, Benafarroa y Zuberoa)
 Radicalismo antiespañol
 Exaltación de la etnia vasca y búsqueda del mantenimiento de la pureza racial. Esta
actitud racista implicaba la oposición hacia los matrimonios mixtos de vascos y
maketos (habitantes del País Vasco procedentes de otras zonas de España) y el rechazo
y desprecio hacia estos inmigrantes, en su mayoría obreros industriales.
 Integrismo religioso católico: Arana afirmó “Euskadi se establecerá sobre una
completa e incondicional subordinación de lo político a lo religioso, del Estado a la
Iglesia”. El lema del PNV será Dios y Leyes Viejas. Este aspecto es un claro elemento
de continuidad con el carlismo, a pesar de la denuncia que Arana hace de este
movimiento por su carácter españolista

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 Promoción del idioma y de las tradiciones culturales vascas y rechazo de la
influencia cultural española, calificada de extranjera y perniciosa.
 Idealización y apología de un mítico mundo rural vasco, contrapuesto a la sociedad
industrial "españolizada".
 Conservadurismo ideológico, tanto en el terreno social como en el político, que lleva
al enfrentamiento con el PSOE, principal organización obrera en Vizcaya.
La influencia social y geográfica del nacionalismo vasco fue desigual:
 Los grupos sociales más nacionalistas serán la pequeña y mediana burguesía, y el
mundo rural. La gran burguesía industrial y financiera se distanció del nacionalismo,
mientras que el proletariado, procedente en su mayor parte de otras regiones españolas,
abrazó mayoritariamente el socialismo.
 Geográficamente se propaga por Vizcaya y Guipúzcoa. Su influencia en Álava y
Navarra fue mucho menor.
- El regionalismo gallego.
Nace como reacción al atraso y marginación por el Gobierno central, pero no discute su
identidad española. De modo semejante a lo ocurrido en Cataluña, surgió un movimiento
cultural O Rexurdimiento, que trataba de recuperar las tradiciones gallegas y que poco a poco
incorporó planteamientos políticos. En 1889 Manuel Murguía (esposo de Rosalía de Castro)
fundó la Asociación Regionalista Galega, de marcada tendencia tradicional y menor
implantación política que los otros nacionalismos. Con ella el galleguismo político inició su
andadura.
Movimientos de carácter regionalista surgieron en otras zonas de España como Andalucía o
Valencia, pero su trascendencia política fue menor.
b) El movimiento obrero y campesino.
Durante el Sexenio Democrático (al recoger la Constitución de 1869 el derecho de
asociación) llegaron a España las dos corrientes de la Primera Internacional (AIT) que nace en
1864 en Londres. La anarquista, que llegó con la visita de Giuseppe Fanelli, discípulo de
Bakunin, fue la que tuvo una mayor expansión, creándose una sección española de la AIT, la
Federación Regional Española (FRE), en 1870. La corriente marxista llegó con Paul
Lafargue, yerno de Marx, y se aglutinó en torno a un núcleo madrileño que poco después daría
lugar al PSOE.
El movimiento obrero estuvo condicionado por el decreto de 1874, durante la dictadura de
Serrano, que disolvía la Internacional en España y obligó a las asociaciones obreras a
mantenerse en la clandestinidad o camufladas bajo asociaciones con otros fines.
Desde 1881 con el primer Gobierno liberal de Sagasta, el clima se distendió y las
organizaciones obreras empezaron a salir a la luz. Esta nueva etapa fue aprovechada por los
movimientos obreros para defender sus intereses recurriendo a las huelgas.
A partir de la promulgación de la Ley de Asociaciones de 1887, durante la Regencia de Mª
Cristina con el gobierno del Partido Liberal de Sagasta, los partidos obreros se organizan
legalmente. El movimiento obrero español siguió dos tendencias:
a) Tendencia marxista: Los pequeños núcleos marxistas fundaron en 1879 el Partido
Socialista Obrero Español (PSOE), bajo el liderazgo de Pablo Iglesias. Seguía la corriente
marxista que defendía el fin de la sociedad capitalista mediante la revolución obrera para
establecer una dictadura del proletariado. Sin embargo, poco a poco, el PSOE evolucionó hacia
posiciones reformistas (socialdemocracia), presentando candidatos en las elecciones (Pablo
Iglesias elegido diputado en 1910). En 1888 los socialistas impulsaron la creación del sindicato
Unión General de Trabajadores (UGT), que centró su lucha en la mejora de las condiciones
de trabajo (salario mínimo, jornada de 8 horas, descanso dominical, prohibición del trabajo

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infantil). La UGT comprendió pronto la importancia de los medios de comunicación, por lo que
creó sus propios diarios, como El Socialista, la Aurora Social, etc. Madrid, País Vasco y
Asturias fueron las zonas de mayor implantación marxista.
b) Tendencia anarquista: Los anarquistas rechazaban toda forma de organización estatal
y de participación política. Su difusión fue mucho mayor que la del marxismo y sus principales
centros fueron Andalucía y Cataluña, con dos modelos de organización distintos: en Andalucía
el anarquismo propugnaba la formación de comunidades autónomas, autogestionadas, sin una
autoridad ni propiedad privada y en Cataluña, el anarcosindicalismo quería mantener los
sindicatos como única forma de organización social. Durante la década de los 90 se sirvieron de
la propaganda pacífica por medio de diarios o revistas como Tierra y Libertad, Revista Blanca,
etc.
Desde el principio estuvo dividida en torno a dos tipos de organizaciones:
- Grupos de acción directa: eran pequeños núcleos clandestinos (el más destacado la
Mano Negra) que utilizaban la violencia para atentar contra los pilares del capitalismo:
el Estado, la burguesía y la Iglesia, y conseguir así el cambio político. Los atentados se
sucedieron: asesinato de Cánovas del Castillo, bomba en el Liceo de Barcelona, etc.
-. La Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Se fundó en
1881, era de tendencia anarcosindicalista. Defendía la actuación obrera a través de
sindicatos y la huelga general revolucionaria como instrumento de transformación
social. La FTRE en 1888 se disolvió por la persecución a la que fue sometida tras los
atentados terroristas de la Mano Negra y por disensiones internas. En 1910, se creó la
Confederación Nacional del Trabajo (CNT) que se convirtió en el sindicato obrero con
mayor número de afiliados entre los obreros agrícolas andaluces y los obreros
industriales catalanes.
c) El sindicalismo católico
La Iglesia católica española también promovió algunas organizaciones sindicales que en
ocasiones, llegaron a ser financiadas por los mismos patronos. El objetivo consistía en facilitar
la superación de los enfrentamientos entre los empresarios y el proletariado para impedir el
avance de los sindicatos revolucionarios
El jesuita Antonio Vicent fue el impulsor de la creación de los Círculos Católicos de
Obreros con el respaldo económico del marqués de Comillas, un multimillonario, ultracatólico
y paternalista empresario barcelonés empeñado en impulsar la recristianización de los obreros
españoles.
Estas organizaciones confesionales tenían un carácter corporativo y mixto, ya que integraban
también en su seno a los patronos y estuvieron sometidas a un rígido control por parte del alto
clero. El sindicalismo católico tuvo escasa influencia en los medios industriales urbanos y
mayor arraigo entre el campesinado de las zonas rurales de Castilla y Navarra.
7.3. El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos. La crisis de 1898 y
sus consecuencias económicas, políticas e ideológicas.
1.-Antecedentes.
Tras la independencia de las colonias americanas durante el reinado de Fernando VII, el
imperio quedó reducido a Cuba, Puerto Rico, Filipinas y carios archipiélagos en el Pacífico
(Palos, Carolinas y Marianas).
La opinión pública se encontraba dividida acerca de las guerras coloniales. Los partidos
dinásticos las apoyaban mientras que los anarquistas, nacionalistas y socialistas las rechazaban.
El apoyo popular fue disminuyendo debido al alto coste humano y al sistema militar español de
las quintas (sistema de reclutamiento por el que una quinta parte de los mozos debían cumplir
el servicio militar de forma obligatoria y que se podía evadir buscando un sustituto o mediante
la redención en metálico) que permitía a los ricos evitar el servicio de armas.

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El régimen de la Restauración se vio muy afectado por la cuestión cubana. Las promesas de
reformas de la Paz de Zanjón (1878), que puso fin a la denominada “guerra Larga”, sólo
aplazó el problema cubano. El tratado aunque prometía nuevas condiciones políticas,
administrativas, el fin de la esclavitud y la amnistía, no se cumplió en un periodo corto de
tiempo y el gobierno fue retrasando el proceso de autogobierno de la isla; esto determinó la
llamada guerra Chiquita de 1879 y el desarrollo de un nacionalismo popular al que se sumaron
tanto los esclavos como los cubanos separatistas (criollos ricos). Por otra parte, los comerciantes
españoles, residentes en la isla se negaban a admitir ningún tipo de autonomía. En España había
muchos intereses y muchos españoles colonialistas, pues el comercio con la isla proporcionaba
grandes ingresos.
En 1893 el gobierno de Sagasta intentó realizar un proyecto de reforma autonómica a fin
de evitar nuevos levantamientos separatistas y de favorecer la intervención de los cubanos en el
gobierno de sus asuntos. Este plan fue recibido por buena parte de la sociedad cubana con
esperanza, pero tanto los españolistas incondicionales de la isla como los independentistas lo
consideraron inaceptable. Su propuesta fue rechazada en las Cortes.
Desde el punto de vista ideológico en la isla (1.800.000 hab.) existían tres grupos políticos:
- Unión Constitucional: partido españolista opuesto a cualquier proyecto autonomista que
dominaba las instituciones administrativas de la isla y que estaba encabezado por
latifundistas y terratenientes.
- Partido Autonomista Cubano: grupo reformista moderado y favorable al
mantenimiento de la unidad con España
- Partido Revolucionario Cubano: grupo independentista creado por José Martí en 1892,
quien también se encargó de organizar y liderar la rebelión armada contra los españoles tres
años después
2.-La Guerra Colonial.
El incumplimiento de lo pactado provocó la reanudación del conflicto en 1895. José
Martí, ideólogo y líder del independentismo cubano junto a Máximo Gómez y los hermanos
Maceo, impulsarán la insurrección que comenzó con el Grito de Baire (¡Viva Cuba libre!) y se
extendió por toda la isla.
El gobierno español respondió enviando un ejército a Cuba, dirigido por Martínez Campos,
considerado como el más adecuado para combinar la represión militar con la flexibilidad
necesaria para llegar a acuerdos que pusieran fin al levantamiento. No consiguió controlar la
situación, por lo que fue sustituido por el general Valeriano Weyler, que inició una férrea
represión y concentró a la población en zonas controladas por las tropas españolas para evitar
que apoyaran a los independentistas, pero la dificultad de proveerlos de alimentos y de facilitar
asistencia médica, trajo consigo una elevada mortalidad. Además, dividió la isla en tres sectores
separados por líneas fortificadas y vigiladas para impedir que las tropas cubanas se extendieran
hacia occidente y llegaran a La Habana. Esta medida, aunque permitió controlar las principales
ciudades y vías de comunicación, tuvo un elevado coste humano para la población
reconcentrada, que empezó a ser víctima de las enfermedades. La táctica de guerrilla empleada
por los insurrectos impedía a las tropas españolas, que debían luchar en plena selva, dominar la
situación aunque su ejército era mucho más numeroso, ya que España llegó a desplazar 200.000
soldados.
La dura actuación de Weyler con la población civil aumentó los deseos de independencia y
alentó la campaña internacional de desprestigio contra España, dirigida por la prensa de Estados
Unidos que justificaba su injerencia en nombre, supuestamente, de la libertad y la democracia.
Su interés por la isla se debía a motivos económicos (EE.UU. era el principal comprador del
azúcar y tabaco cubanos, pero los productos norteamericanos tenían un fuerte arancel de entrada
en Cuba debido al monopolio comercial español) y estratégicos (el control sobre las zonas
cercanas al Canal de Panamá: el Caribe y Centroamérica), por eso, los norteamericanos, en
proceso de expansión territorial, habían intentado comprar Cuba por 300 millones de dólares,

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oferta que rechazó el gobierno español.
Tras el asesinato de Cánovas (1897), el nuevo gobierno liberal decidió aprobar una
estrategia de la conciliación. Relevó a Weyler y concedió a Cuba una amplia autonomía, entre
otras medidas. Pero las reformas llegaron demasiado tarde, los independentistas, que contaban
con el apoyo estadounidense, se negaron a aceptar el fin de las hostilidades.
Pero la clave del conflicto fue la intervención de EEUU. El presidente norteamericano
McKinley había enviado a Cuba el Maine, un acorazado, (febrero de 1898) para proteger los
intereses norteamericanos en la isla. Fondeado en la bahía de La Habana, el Maine explotó y se
hundió, muriendo 260 marineros norteamericanos. El gobierno de EE UU acusó sin pruebas a
España y envió un ultimátum exigiendo la retirada de Cuba. El gobierno español negó
cualquier vinculación con el hundimiento del acorazado y rechazó el ultimátum estadounidense.
Los dirigentes españoles eran conscientes de la inferioridad militar española, pero consideraron
humillante la aceptación del ultimátum ante la presión de la opinión pública y de gran parte del
ejército. Comenzaba así la guerra hispano-norteamericana que fue muy breve y se decidió en
el mar. El 3 de julio, la Armada norteamericana derrotó a la flota española, dirigida por el
almirante Cervera, en la bahía de Santiago de Cuba, mientras tropas estadounidenses invadían
el resto de Cuba y Puerto Rico.
3.-La guerra de Filipinas.
Paralelamente al conflicto cubano, en 1896 se produjo una rebelión en las Islas Filipinas.En
Filipinas la población española era escasa y pocas las inversiones realizadas. El dominio
español se mantenía gracias a una pequeña presencia militar y, sobre todo, al poder de las
órdenes religiosas.
Desde hacía tiempo existían movimientos nacionalistas que propugnaban la independencia
del archipiélago: el Katipunan, dirigido por Andrés Bonifacio y la Liga Independentista
Filipina encabezada por José Rizal. En 1896, estalla una sublevación liderada por La Liga
Independentista Filipina, dirigida por José Rizal, que fue duramente reprimida por el general
Polavieja, siendo fusilado el líder histórico del movimiento José Rizal.
Cuando los norteamericanos declararon la guerra a España en 1898, por la cuestión cubana,
se presentaron también ante los filipinos como sus libertadores. En la batalla de Cavite (1 de
mayo), en el Pacífico frente a la bahía de Manila, la flota norteamericana deshizo prácticamente
la escuadra española.
España firmó la Paz de París en diciembre de 1898. Por este acuerdo, España cedió a
EE.UU. la isla de Puerto Rico, Filipinas y la Isla de Guam en el Pacífico. Cuba alcanzaba la
independencia bajo la protección estadounidense, que se reserva la posibilidad de intervenir en
Cuba mediante la introducción de la enmienda Platt (1901) en la Constitución cubana y se
instala en la base naval de Guantánamo (1903), lo que le proporciona el control total del
Caribe. Los archipiélagos de las Marianas, Carolinas y Palaos fueron vendidos a Alemania en 1899
por veinticinco millones de pesetas
La sustitución del dominio español por el norteamericano engendró un profundo descontento
en las antiguas colonias. EE.UU. tuvo que hacer frente a una guerra en Filipinas (1889-1902) y
en Cuba el sentimiento antinorteamericano se extendió por amplias capas sociales.
4.- La crisis de 1898 y sus consecuencias económicas, políticas e ideológicas.
La derrota y la pérdida de las colonias fueron conocidas en España como “el Desastre del
98” y tuvo una importante influencia en la conciencia nacional. El desastre colonial de 1898
tuvo consecuencias de todo tipo:
- Económicas Las pérdidas económicas fueron inicialmente muy importantes al
desaparecer para España los ingresos que proporcionaban las colonias, la exportación de
azúcar, café o tabaco y perder el mercado colonial para las manufacturas españolas. Pero la
repatriación a España de los capitales invertidos en las islas fue beneficioso porque

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permitió un gran desarrollo de la banca española y la creación de numerosas empresas
industriales.
- Políticas: el sistema político de la Restauración sobrevivió, aunque la derrota puso de
relieve todas las limitaciones del régimen y su incapacidad para afrontar los problemas
sociales y la modernización del país. El sistema entró en una fuerte crisis, a pesar de los
intentos de reformismo (corriente revisionista) promovidos por los mismos políticos del
sistema, como Francisco Silvela y Maura que proponían reformar la monarquía
parlamentaria y la Restauración desde el propio régimen.
Se reforzaron los movimientos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco y el
republicanismo avanzó.
El desprestigio de políticos y militares fue grande. Parte de la opinión pública
consideraba al ejército culpable del desastre y el antimilitarismo creció entre las clases
populares. Por su lado, los militares achacaban a la corrupción e ineficacia política lo
sucedido y reclamaban una mayor participación en la vida política.
Dio comienzo el colonialismo en el norte de África, como compensación por la pérdida
del imperio de ultramar.
- Demográficas: Pérdidas humanas, unos 50.000 españoles murieron en estas guerras, no
sólo como consecuencia directa de la guerra sino que también muchos murieron de
enfermedades tropicales.
- Ideológica: Fue sobre todo moral e ideológica y causó un enorme impacto psicológico
entre la población. El pueblo español vivió la derrota como un trauma colectivo, y se
generó un sentimiento de inferioridad e impotencia. La prensa extranjera presentó a España
como una nación moribunda, con un ejército ineficaz, un sistema corrupto y unos políticos
incompetentes. España había perdido todas sus colonias en una época en que las potencias
europeas estaban construyendo enormes imperios coloniales y quedaba relegada a un papel
muy secundario en el contexto internacional.
El desastre del 98 aumentó las críticas de los regeneracionistas (corriente intelectual y
política que consideraba el sistema de la Restauración como un sistema viciado y enfermo).
Defendía la necesidad de regenerar la vida nacional acabando con el caciquismo, la
corrupción, el analfabetismo, etc. para sacar a España de su atraso económico. Joaquín
Costa fue uno de sus principales representantes. El Regeneracionismo de Joaquín Costa
aspiraba a la reforma del país; propugnaba la necesidad de modernizar la economía y la
sociedad y alfabetizar a la población. También defendía la necesidad de organizar a los
sectores productivos de la vida española al margen del turno dinástico con unos nuevos
planteamientos que incluyesen el desmantelamiento del sistema caciquil y la transparencia
electoral.
La pérdida del imperio provocó también una reacción cultural de gran trascendencia, de la
que ha dejado testimonio la Generación del 98, un grupo de escritores y pensadores que se
caracterizaron por el profundo pesimismo, su crítica frente al atraso peninsular y plantearon
una profunda reflexión sobre el sentido de España y su papel en la Historia. Fueron
miembros destacados Unamuno, Ortega y Gasset, Ramiro de Maeztu, Pío Baroja.

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