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1.-Explica los elementos fundamentales del sistema político ideado por Cánovas.
2.-Resume el origen y evolución del catalanismo, el nacionalismo vasco y el
regionalismo gallego.
3.-Analiza las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y campesino
español, así comosu evolución durante el último cuarto del siglo XIX.
4.-Especifica las consecuencias para España de la crisis del 98 en los ámbitos
económico, político e ideológico.
1.-Explica los elementos fundamentales del sistema político ideado por Cánovas.
Antonio Cánovas del Castillo redactó para el futuro Alfonso XII el Manifiesto de
Sandhurst, en el que exponía el programa de la monarquía futura. Cánovas no quería
que la monarquía se restaurara por medio del ejército, así que el pronunciamiento de
Martínez Campos a favor de Alfonso XII fue una inicial contrariedad. En 1875 (enero)
Alfonso XII entra en Madrid y la monarquía borbónica quedaba restaurada. Comenzaba
así la Restauración.
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Sin embargo, Cánovas era consciente de que era necesario renovar el agotado programa
de los moderados.
Estos fueron los elementos fundamentales del sistema político que ideó:
-Alfonso XII; debía reemplazar a la impopular Isabel II. Cánovas consiguió que la reina
renunciara a sus derechos al trono en 1870.
-El papel del ejército; había que terminar con las continuas intervenciones del Ejército,
fuente continua de inestabilidad política. Quedará establecida la supremacía del poder civil
sobre el militar. Los militares se integrarían en los dos partidos, y llegarían a diputados y
senadores seguirán siendo un elemento de presión sobre la vida civil. Irán adoptando
posiciones cada vez más conservadoras. Además, el rey ostentaba el mando supremo
sobre el Ejército (rey-soldado).
-Había que crear un sistema bipartidista; basado en dos partidos burgueses que
pacíficamente se fueran turnando en el poder. Estos dos partidos serían el que él creó
Antonio Cánovas del Castillo, el Partido Conservador, que debía sustituir al agotado
partido Moderado, formado por personas del partido moderado y de la Unión Liberal.
Estaba apoyado principalmente por terratenientes, la alta burguesía y la Iglesia. Era más
inmovilista en lo político y lo social y más defensor de la Iglesia. El Partido Liberal, dirigido
por el antiguo progresista Práxedes Mateo Sagasta, que sería el heredero de los ideales
de 1869 adaptados a los límites del sistema canovista. En él se integraron progresistas y
demócratas y algunos republicanos, especialmente cuando se aprobó el sufragio universal
en 1890. AL partido liberal le apoyaron especialmente profesiones liberales, comerciantes,
funcionarios. El partido era más reformista y laico.
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mediante un sistema legal. Cuando uno de los partidos experimentaba el desgaste o se
consideraba necesario el relevo, se sugería a la Corona el nombramiento de un nuevo
gobierno. El nuevo presidente era siempre el líder del partido hasta entonces en la
oposición, y recibía junto con su nombramiento el decreto de disolución de las Cortes y la
convocatoria de nuevas elecciones. El ministro de gobernación fabricaría entonces los
resultados electorales mediante el llamado “encasillado”, adjudicando escaños a
partidarios o adversarios en función de los acuerdos pactados con la oposición. El ministro
informaba a los gobernadores provinciales de los resultados que "debían" de salir en sus
provincias, siguiendo el "encasillado" acordado por las élites políticas.
Los métodos desplegados por los caciques durante las elecciones fueron muy variados:
violencia y amenazas; cambio de votos por favores (rebajas de impuestos, sorteo de
quintos, saldo de préstamos, agilizar expedientes que se eternizaban en las oficinas
estatales...); o simplemente trampas en las elecciones, el conocido popularmente como el
“pucherazo”.
Cataluña perdió su legislación propia con los Decretos de Nueva Planta. Durante el siglo
XIX, el siglo del nacionalismo en toda Europa, el sentimiento nacionalista se reavivó entre
una burguesía que estaba protagonizando la revolución industrial. El regionalismo y el
nacionalismo catalán se fue construyendo en varias etapas:
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En la década de 1830, se inicia la Renaixença, movimiento intelectual, literario y apolítico,
basado en la recuperación de la lengua catalana.
A partir de la crisis del 98 y la pérdida de Cuba, uno de los mercados tradicionales de los
productos catalanes, el nacionalismo se convertirá en la principal opción política de la
burguesía catalana para defender sus intereses ante el Estado español, al haber perdido
la confianza en los partidos dinásticos.
En 1901 nace la Lliga Regionalista con Francesc Cambó con principal dirigente y Prat
de la Riba como ideólogo. Es un partido conservador, católico y burgués con dos objetivos
principales:
- Autonomía política para Cataluña dentro de España. La Lliga nace alejada de cualquier
independentismo, aunque defendía la idea de Cataluña como nación. Cambó llegó a
participar en el gobierno de Madrid, pese a no conseguir ninguna reforma ante el cerrado
centralismo de los gobiernos de la Restauración.
La Lliga obtuvo cuatro diputados en 1901. En 1907 la Lliga se unió a Solidaritat catalana,
que también agrupaba a los republicanos catalanes, y que obtuvo 41 de los 44 escaños
catalanes en las Cortes. El nacionalismo catalán se extendió esencialmente entre la
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burguesía y el campesinado. Mientras tanto, la clase obrera abrazó mayoritariamente el
anarquismo.
Nacionalismo vasco.
En 1876, tras la III guerra carlista, se abolieron los fueros vascos; además el rápido
proceso industrializador (Vizcaya) provocó la llegada de inmigrantes de otras provincias
españolas y la rápida transformación de la sociedad vasca tradicional. Por estas causas
surgió pronto un movimiento en defensa de los derechos históricos y de las instituciones
suprimidas que comenzó con la afirmación de la lengua vasca y de las particularidades
regionales, como las tradiciones, los fueros, el catolicismo y una cierta idealización de lo
rural frente a una sociedad industrializada y ampliamente castellanizada.
En 1890, Sabino Arana, de familia carlista, proclamó que los vascos, debido a su raza,
religión, lengua y costumbres, constituían una nación particular e independiente del resto
del España, y convirtió la tradicional reivindicación de los fueros en símbolo de la
soberanía vasca. En 1895 fundó el Partido Nacionalista Vasco – PNV, de ideología muy
conservadora.
La base social del primer nacionalismo estuvo entre las clases medias rurales
(medianos y pequeños campesinos) y urbanas de las pequeñas ciudades (artesanos,
pequeños burgueses). Por su parte, la burguesía industrial, enriquecida por el desarrollo
de la siderurgia y el comercio, optó por apoyar el sistema canovista, y la clase obrera
prefirió el socialismo.
En los últimos años de siglo, el discurso de Arana se suavizó señalando que la lucha por
la autonomía debía hacerse desde la legalidad y dentro de la unidad del Estado español.
Esto le hizo ganar calado social al entrar en contacto con grupos de la derecha católica
local y por el temor de la clase vasca capitalista ante la radicalización de la lucha obrera.
En 1898 Arana fue elegido diputado provincial por Vizcaya. Este acontecimiento y el
cambio de su discurso permitieron la incorporación del movimiento nacionalista vasco al
sistema político vigente. Arana fue el creador de la ikurriña (bandera vasca), y del
neologismo “Euskadi”, y en 1902 fue encarcelado por felicitar al presidente de los EE.UU.
por haber derrotado a España en 1898.
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El regionalismo gallego.
Los teóricos del regionalismo gallego fueron Manuel Murguía (esposo de Rosalía de
Castro) y Alfredo Brañas. Éste propuso una descentralización a fondo dejando como
atribuciones del gobierno central de Madrid «representar a España» en las relaciones
internacionales, la organización del ejército, obras de interés general, resolución de
conflictos interregionales y la elaboración de los presupuestos generales. En 1891 se
creará la "Asociación Regionalista Gallega", de escasa implantación y actividad
reducida, y en 1897 la Liga Gallega, que llevarían a cabo iniciativas de carácter político y
cultural. En 1916 se fundaron las Irmandades de Fala, que definieron a Galicia como
nación, reclamaron la autonomía administrativa y la cooficialidad del gallego.
Durante la primera mitad de siglo, no existía una conciencia colectiva sobre los derechos
de los trabajadores. Además, las asociaciones obreras estaban prohibidas y las huelgas
eran ilegales. Hubo también algunos movimientos luditas (destrucción de máquinas por
pensar que quitaban el trabajo a los obreros), aunque sin mucha repercusión. Después
algunos obreros abrazaron las ideas del socialismo utópico (filosofía heredera de la
Ilustración surgida como reacción a las consecuencias negativas de la industrialización).
En 1840 nació la primera organización obrera de España, la Sociedad de Tejedores de
Barcelona, como sociedad de socorros mutuos.
En esta época, los obreros apoyaban al Partido Demócrata, porque aspiraban al sufragio
universal. También empezaron a exigir el derecho de huelga entendido como la cesación
colectiva del trabajo al objeto de defender los intereses y derechos de los trabajadores. A
finales del XIX declararse en huelga ya no deparaba la muerte o la cárcel, pero podía
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acarrear sanciones laborales o económicas por incumplimiento de las obligaciones
contractuales. Los códigos penales de 1850 y 1870 lo consideraron un delito. Incluso con
la proclamación de la Primera República Española no hubo legalidad para el derecho de
huelga. La Constitución monárquica de 1876 silenció el derecho de asociación y también
el de huelga.
Al igual que en toda Europa, la ruptura entre Marx y Bakunin en el Congreso de La Haya
en 1872 propició la escisión de las fuerzas obreras en dos corrientes ideológicas:
a) Socialistas
Su expansión fue lenta hasta 1898, en que el clima de movilización originado por el
Desastre colonial y la extensión de la industrialización lo difundieron por toda España.
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Después de éxitos en elecciones municipales, el PSOE consiguió tener el primer
parlamentario, Pablo Iglesias, en 1910. El socialismo predominó en regiones como Madrid,
Bilbao o Asturias.
b) Anarquistas.
c) El sindicalismo católico
No tuvo el empuje del sindicalismo de clase. En el año 1879, el jesuita Antonio Vicent
creó los Círculos Católicos basados en los Círculos Obreros franceses. Estos Círculos
eran una especie de casinos populares que pretendían apartar a los obreros de las
tabernas, un objetivo que compartían con las Casas del Pueblo fundadas principalmente
por socialistas, pero que contaban con el apoyo y control de los patronos.
En 1891, el papa León XIII dio un giro fundamental en la postura de la Iglesia Católica con
relación a la cuestión social, publicando la encíclica Rerum Novarum que ofrecía una
alternativa al movimiento obrero. En el año 1895 se constituyó en Madrid el Consejo
Nacional de las Corporaciones Católico-Obreras, que agrupaba a los Círculos, las
Cooperativas y los Patronatos Católicos.
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4.-Especifica las consecuencias para España de la crisis del 98 en los ámbitos
económico, político e ideológico.
En 1895 se inicia una nueva guerra en Cuba al grito de Baire. Ahora la insurrección que
rápidamente se extendió por toda la isla, tenía como objetivo la independencia.
Antonio Maceo y José Martí (Partido Revolucionario Cubano), que murió en combate en
1895, fueron sus líderes y fue apoyada por la burguesía y las clases populares.
Por otra parte, EE. UU, por intereses económicos y estratégicos, siempre apoyó la
independencia cubana y España no consiguió el apoyo de la diplomacia internacional.
- El número de bajas fue aumentando (más por enfermedades que por los
combates).
- En España, los liberales se distanciaron de la política de Cánovas pidiendo una
solución política, en agosto de 1897 Cánovas, presidente del gobierno, fue
asesinado. Sagasta, nuevo presidente presentó un plan de autonomía para Cuba
y retiró a Weyler. Poco después se producirá el hundimiento del acorazado Maine
(febrero de 1898) en la Habana. Estados Unidos acusó a España y lanzó un
ultimátum para que abandonara la administración de la isla. Finalmente, EE. UU
intervino, primero en Filipinas destruyendo la flota española en Cavite (Filipinas) y
tomando Manila y en julio de 1898 destruyendo la flota en Santiago de Cuba.
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Tras la Guerra de Cuba se habla “del desastre” y la crisis del 98.
En primer lugar, se extienden las críticas por las pérdidas humanas y por el injusto sistema
de reclutamiento militar. También se extiende una conciencia pesimista por el atraso
económico y técnico de España frente a otras naciones.
- Profunda crisis de la conciencia nacional que marcó la obra crítica de los diversos
autores que componen la generación del 98 (Unamuno, Baroja...).
- Mayor fuerza de los nacionalismos periféricos, ante una evidente crisis de “la idea de
España”.
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Pero la mayor consecuencia ideológica del Desastre fue la aparición del
Regeneracionismo de Joaquín Costa, expresión de una renovada conciencia nacional
que aspiraba a la reforma del país. Se sumaron intelectuales de la época, como Unamuno,
Maeztu, Ortega o Azaña, aunque tendrían evoluciones muy diversas. Sus teorías llegaron
a influir en políticos de la Restauración, como Maura.
- La solución a los problemas de España había que buscarla en Europa, donde otros
países más avanzados aparecían como una realidad que gozaba de riqueza material,
orden social, auténticos sistemas parlamentarios y de una expansión popular de la cultura.
En 1899 surgió la Liga Nacional de Productores, una asociación patronal sin vocación
de competir en las urnas, y Joaquín Costa fundó la Unión Nacional, un partido político que
apenas obtuvo un par de diputados en las elecciones de 1901 y que se disolvió poco
después. Intentó representar los heterogéneos intereses de la pequeña y mediana
burguesía, propietarios agrícolas y urbanos, industriales y comerciantes.
Por otro lado, Costa defendió la necesidad de un “cirujano de hierro” para reformar
España, pero esta idea se volvió muy impopular tras la dictadura de Primo de Rivera, quien
en ocasiones se autoidentificó con dicho “cirujano”.
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TEXTOS RELACIONADOS CON EL TEMA
MANIFIESTO DE SANDHURST
«Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan
generosa como infortunada, soy único representante yo del derecho monárquico
en España […].
No hay que esperar que decida yo nada de plano y arbitrariamente; sin Cortes no
resolvieron los negocios arduos los Príncipes españoles allá en los antiguos
tiempos de la Monarquía, y esta justísima regla de conducta no he de olvidarla yo
en mi condición presente, y cuando todos los españoles están ya habituados a los
procedimientos parlamentarios. Llegado el caso, fácil será que se entiendan y
concierten las cuestiones por resolver un príncipe leal y un pueblo libre.
Nada deseo tanto como que nuestra patria lo sea de verdad. A ello ha de contribuir
poderosamente la dura lección de estos tiempos, que si para nadie puede ser
perdida todavía lo será menos para las honradas y laboriosas clases populares,
víctimas de sofismas pérfidos o de absurdas ilusiones.
Cuanto se está viviendo enseña que las naciones más grandes y prósperas, y donde
el orden, la libertad y la justicia se admiran mejor, son aquellas que respetan más
su propia historia. […].
[…] Sea lo que quiera mi propia suerte, ni dejaré de ser buen español, ni como
todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente
liberal.»
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