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BLOQUE 7.

LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: IMPLANTACIÓN Y


AFIANZAMIENTO DE UN NUEVO SISTEMA POLÍTICO (1874-1902)

1.-Explica los elementos fundamentales del sistema político ideado por Cánovas.
2.-Resume el origen y evolución del catalanismo, el nacionalismo vasco y el
regionalismo gallego.
3.-Analiza las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y campesino
español, así comosu evolución durante el último cuarto del siglo XIX.
4.-Especifica las consecuencias para España de la crisis del 98 en los ámbitos
económico, político e ideológico.

1.-Explica los elementos fundamentales del sistema político ideado por Cánovas.

Se denomina Restauración a la vuelta de los borbones a España en la persona de Alfonso


XII en 1875, así como al régimen político del último cuarto del siglo XIX, y del primer cuarto
del siglo XX, en que el sistema entró en crisis. El diseño de este sistema correspondió a
Antonio Cánovas del Castillo, siguiendo el modelo bipartidista inglés, en el que desde
antiguo existían dos grandes partidos (los tories o conservadores, y los whigs o
progresistas), y en el que quedaban excluidos los partidos minoritarios. Se buscó el fin de
los pronunciamientos militares, la prosperidad económica y estabilidad, lo que
significaba combinar el liberalismo y la monarquía, el catolicismo y la tolerancia.

Antonio Cánovas del Castillo redactó para el futuro Alfonso XII el Manifiesto de
Sandhurst, en el que exponía el programa de la monarquía futura. Cánovas no quería
que la monarquía se restaurara por medio del ejército, así que el pronunciamiento de
Martínez Campos a favor de Alfonso XII fue una inicial contrariedad. En 1875 (enero)
Alfonso XII entra en Madrid y la monarquía borbónica quedaba restaurada. Comenzaba
así la Restauración.

El sistema político de la Restauración está absolutamente ligado a la figura de Antonio


Cánovas del Castillo. Su pensamiento político fue conservador (liberal moderado), siempre
contrario al sufragio universal. Sin embargo, fue un político pragmático y realista que buscó
el consenso entre las fuerzas liberales en las que se cimentó el régimen. Defendía la idea
moderada de la soberanía compartida de Rey y Cortes, en un punto intermedio entre el
Antiguo Régimen y monarquía democrática de 1869.

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Sin embargo, Cánovas era consciente de que era necesario renovar el agotado programa
de los moderados.

Estos fueron los elementos fundamentales del sistema político que ideó:

-Alfonso XII; debía reemplazar a la impopular Isabel II. Cánovas consiguió que la reina
renunciara a sus derechos al trono en 1870.

-El papel del ejército; había que terminar con las continuas intervenciones del Ejército,
fuente continua de inestabilidad política. Quedará establecida la supremacía del poder civil
sobre el militar. Los militares se integrarían en los dos partidos, y llegarían a diputados y
senadores seguirán siendo un elemento de presión sobre la vida civil. Irán adoptando
posiciones cada vez más conservadoras. Además, el rey ostentaba el mando supremo
sobre el Ejército (rey-soldado).

-Había que crear un sistema bipartidista; basado en dos partidos burgueses que
pacíficamente se fueran turnando en el poder. Estos dos partidos serían el que él creó
Antonio Cánovas del Castillo, el Partido Conservador, que debía sustituir al agotado
partido Moderado, formado por personas del partido moderado y de la Unión Liberal.
Estaba apoyado principalmente por terratenientes, la alta burguesía y la Iglesia. Era más
inmovilista en lo político y lo social y más defensor de la Iglesia. El Partido Liberal, dirigido
por el antiguo progresista Práxedes Mateo Sagasta, que sería el heredero de los ideales
de 1869 adaptados a los límites del sistema canovista. En él se integraron progresistas y
demócratas y algunos republicanos, especialmente cuando se aprobó el sufragio universal
en 1890. AL partido liberal le apoyaron especialmente profesiones liberales, comerciantes,
funcionarios. El partido era más reformista y laico.

-La Constitución de 1876; En diciembre de 1875 se convocaron elecciones a Cortes


Constituyentes por sufragio universal, tal como establecía la Constitución de 1869. La
manipulación del proceso electoral posibilitó que dieran un resultado de mayoría canovista.
El régimen de la Restauración se dotó de una nueva constitución que, en lo fundamental,
era heredera de la moderada de 1845. Duró medio siglo; estuvo en suspenso desde 1923
por el golpe de Estado de Primo de Rivera, aunque no fue formalmente abolida hasta la
Constitución republicana de 1931. Supuso el fortalecimiento del poder de la Corona que
se constituyó como eje del Estado. El rey tenía, entre otras atribuciones, el derecho de
veto absoluto sobre las leyes aprobadas por las Cortes, y el poder de convocar, suspender
o disolver las Cortes. La Constitución de 1876 es un texto breve y abierto de 89 artículos,
que permite mantener la alternancia de partidos.

-El turno de partidos, el caciquismo y el fraude electoral; El funcionamiento


constitucional fue adulterado conscientemente por sus propios defensores ya desde las
primeras elecciones. El mecanismo bipartidista de Cánovas estaría muy lejos de funcionar

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mediante un sistema legal. Cuando uno de los partidos experimentaba el desgaste o se
consideraba necesario el relevo, se sugería a la Corona el nombramiento de un nuevo
gobierno. El nuevo presidente era siempre el líder del partido hasta entonces en la
oposición, y recibía junto con su nombramiento el decreto de disolución de las Cortes y la
convocatoria de nuevas elecciones. El ministro de gobernación fabricaría entonces los
resultados electorales mediante el llamado “encasillado”, adjudicando escaños a
partidarios o adversarios en función de los acuerdos pactados con la oposición. El ministro
informaba a los gobernadores provinciales de los resultados que "debían" de salir en sus
provincias, siguiendo el "encasillado" acordado por las élites políticas.

En el contexto de un país agrario y atrasado, la clave de la adulteración electoral estaba


en los “caciques”, encargados de llevar a la práctica los resultados electorales acordados.
Los caciques eran personajes ricos e influyentes en la España rural (terratenientes,
prestamistas...), quienes siguiendo las instrucciones del Gobernador Civil de cada
provincia amañaban las elecciones.

Los métodos desplegados por los caciques durante las elecciones fueron muy variados:
violencia y amenazas; cambio de votos por favores (rebajas de impuestos, sorteo de
quintos, saldo de préstamos, agilizar expedientes que se eternizaban en las oficinas
estatales...); o simplemente trampas en las elecciones, el conocido popularmente como el
“pucherazo”.

2.- Resume el origen y evolución del catalanismo, el nacionalismo vasco y el


regionalismo gallego.

Durante la Restauración, los regionalismos se convirtieron en incipientes nacionalismos


que definían y afirmaban la existencia de distintas nacionalidades dentro de España,
fomentando los movimientos culturales que resaltaban la lengua y los valores propios de
la región. Estos movimientos terminaron cuestionando la organización de un Estado
centralista y unitario, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, pero también en Galicia y
Valencia. El gobierno central no supo responder al descontento creciente de estos
nacionalismos periféricos. Sin embargo, esto no fue un fenómeno genuinamente español,
sino que se sitúa en un contexto de auge del nacionalismo a nivel europeo.

Regionalismo y nacionalismo catalán.

Cataluña perdió su legislación propia con los Decretos de Nueva Planta. Durante el siglo
XIX, el siglo del nacionalismo en toda Europa, el sentimiento nacionalista se reavivó entre
una burguesía que estaba protagonizando la revolución industrial. El regionalismo y el
nacionalismo catalán se fue construyendo en varias etapas:

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En la década de 1830, se inicia la Renaixença, movimiento intelectual, literario y apolítico,
basado en la recuperación de la lengua catalana.

En 1882, Valentí Almirall (progresista, republicano y federalista) creó el Centre Catalá,


organización política que quería unir a todas las clases sociales para reivindicar la
autonomía catalana y el reconocimiento del catalán como lengua oficial española. En 1885
fue el principal redactor del Memorial de Greuges (Memorial de Agravios) dirigido a Alfonso
XII. Dicho Memorial expresaba, ante la posible firma de un tratado comercial con Gran
Bretaña y la aprobación del Código Civil, el malestar de la burguesía industrial catalana,
defendiendo el proteccionismo y el derecho particular de Cataluña frente a la
uniformización legal del nuevo Código. Sin embargo, el proyecto político progresista de
Almirall se encontró con la actitud reacia de la burguesía católica y conservadora.

Enric Prat de la Riba fundó la Unió Catalanista (1891) de ideología conservadora y


católica. Su programa estaba recogido en las Bases de Manresa 1892, en las que
reclamaba el autogobierno y una división de competencias entre el estado español y la
autonomía catalana. Fuertemente nacionalista, la Unió Catalanista no tuvo planteamientos
separatistas, sino que quería una amplia autonomía catalana similar a la anterior a los
Decretos de Nueva Planta; reclamaba la restauración del Derecho y las instituciones
tradicionales de Cataluña (Audiencia y Cortes), junto con la oficialidad del idioma catalán,
además de establecer como principios básicos el orden, la tradición, la religión y la
propiedad.

A partir de la crisis del 98 y la pérdida de Cuba, uno de los mercados tradicionales de los
productos catalanes, el nacionalismo se convertirá en la principal opción política de la
burguesía catalana para defender sus intereses ante el Estado español, al haber perdido
la confianza en los partidos dinásticos.

En 1901 nace la Lliga Regionalista con Francesc Cambó con principal dirigente y Prat
de la Riba como ideólogo. Es un partido conservador, católico y burgués con dos objetivos
principales:

- Autonomía política para Cataluña dentro de España. La Lliga nace alejada de cualquier
independentismo, aunque defendía la idea de Cataluña como nación. Cambó llegó a
participar en el gobierno de Madrid, pese a no conseguir ninguna reforma ante el cerrado
centralismo de los gobiernos de la Restauración.

- Defensa de los intereses económicos de los industriales catalanes. Defensa de una


política comercial proteccionista.

La Lliga obtuvo cuatro diputados en 1901. En 1907 la Lliga se unió a Solidaritat catalana,
que también agrupaba a los republicanos catalanes, y que obtuvo 41 de los 44 escaños
catalanes en las Cortes. El nacionalismo catalán se extendió esencialmente entre la

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burguesía y el campesinado. Mientras tanto, la clase obrera abrazó mayoritariamente el
anarquismo.

En 1931 surgirá el partido Esquerra Republicana de Catalunya, que tendrá un gran


protagonismo político durante la Segunda República. Su ideología era de izquierda, y
republicana federal.

Nacionalismo vasco.

En 1876, tras la III guerra carlista, se abolieron los fueros vascos; además el rápido
proceso industrializador (Vizcaya) provocó la llegada de inmigrantes de otras provincias
españolas y la rápida transformación de la sociedad vasca tradicional. Por estas causas
surgió pronto un movimiento en defensa de los derechos históricos y de las instituciones
suprimidas que comenzó con la afirmación de la lengua vasca y de las particularidades
regionales, como las tradiciones, los fueros, el catolicismo y una cierta idealización de lo
rural frente a una sociedad industrializada y ampliamente castellanizada.

En 1890, Sabino Arana, de familia carlista, proclamó que los vascos, debido a su raza,
religión, lengua y costumbres, constituían una nación particular e independiente del resto
del España, y convirtió la tradicional reivindicación de los fueros en símbolo de la
soberanía vasca. En 1895 fundó el Partido Nacionalista Vasco – PNV, de ideología muy
conservadora.

La base social del primer nacionalismo estuvo entre las clases medias rurales
(medianos y pequeños campesinos) y urbanas de las pequeñas ciudades (artesanos,
pequeños burgueses). Por su parte, la burguesía industrial, enriquecida por el desarrollo
de la siderurgia y el comercio, optó por apoyar el sistema canovista, y la clase obrera
prefirió el socialismo.

En los últimos años de siglo, el discurso de Arana se suavizó señalando que la lucha por
la autonomía debía hacerse desde la legalidad y dentro de la unidad del Estado español.
Esto le hizo ganar calado social al entrar en contacto con grupos de la derecha católica
local y por el temor de la clase vasca capitalista ante la radicalización de la lucha obrera.

En 1898 Arana fue elegido diputado provincial por Vizcaya. Este acontecimiento y el
cambio de su discurso permitieron la incorporación del movimiento nacionalista vasco al
sistema político vigente. Arana fue el creador de la ikurriña (bandera vasca), y del
neologismo “Euskadi”, y en 1902 fue encarcelado por felicitar al presidente de los EE.UU.
por haber derrotado a España en 1898.

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El regionalismo gallego.

El regionalismo gallego estuvo muy unido al movimiento cultural de revitalización de la


lengua gallega conocido como O Rexurdimento, de quien Rosalía de Castro fue el
máximo exponente.

Los teóricos del regionalismo gallego fueron Manuel Murguía (esposo de Rosalía de
Castro) y Alfredo Brañas. Éste propuso una descentralización a fondo dejando como
atribuciones del gobierno central de Madrid «representar a España» en las relaciones
internacionales, la organización del ejército, obras de interés general, resolución de
conflictos interregionales y la elaboración de los presupuestos generales. En 1891 se
creará la "Asociación Regionalista Gallega", de escasa implantación y actividad
reducida, y en 1897 la Liga Gallega, que llevarían a cabo iniciativas de carácter político y
cultural. En 1916 se fundaron las Irmandades de Fala, que definieron a Galicia como
nación, reclamaron la autonomía administrativa y la cooficialidad del gallego.

El regionalismo gallego no aparecerá estructurado y organizado hasta el final de la


dictadura de Primo de Rivera, en la Organización Republicana Gallega Autonomista
(ORGA). La falta de una burguesía fuerte que lo impulsara fue la causa principal de su
debilidad.

En otras regiones de España también surgieron regionalismo con matices políticos:


Valencia; Andalucía; destacándola figura de Blas Infante; y también Castilla tuvo su
movimiento regionalista, animado especialmente por Macías Picavea.

3.-Analiza las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y


campesino español, así como su evolución durante el último cuarto del siglo XIX.

Durante la primera mitad de siglo, no existía una conciencia colectiva sobre los derechos
de los trabajadores. Además, las asociaciones obreras estaban prohibidas y las huelgas
eran ilegales. Hubo también algunos movimientos luditas (destrucción de máquinas por
pensar que quitaban el trabajo a los obreros), aunque sin mucha repercusión. Después
algunos obreros abrazaron las ideas del socialismo utópico (filosofía heredera de la
Ilustración surgida como reacción a las consecuencias negativas de la industrialización).
En 1840 nació la primera organización obrera de España, la Sociedad de Tejedores de
Barcelona, como sociedad de socorros mutuos.

En esta época, los obreros apoyaban al Partido Demócrata, porque aspiraban al sufragio
universal. También empezaron a exigir el derecho de huelga entendido como la cesación
colectiva del trabajo al objeto de defender los intereses y derechos de los trabajadores. A
finales del XIX declararse en huelga ya no deparaba la muerte o la cárcel, pero podía

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acarrear sanciones laborales o económicas por incumplimiento de las obligaciones
contractuales. Los códigos penales de 1850 y 1870 lo consideraron un delito. Incluso con
la proclamación de la Primera República Española no hubo legalidad para el derecho de
huelga. La Constitución monárquica de 1876 silenció el derecho de asociación y también
el de huelga.

Durante la Década Moderada las organizaciones obreras fueron violentamente


reprimidas. Por consiguiente, el movimiento obrero no se desarrolló hasta el Sexenio
Democrático.

La Constitución de 1869 y la democracia del Sexenio Revolucionario trajeron por


primera vez la libertad de asociación, y ello permitió una rápida expansión del movimiento
obrero. La principal organización a nivel internacional de este movimiento era la
Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), que se había creado poco antes. La
AIT se había dividido entre los partidarios de Marx –marxistas- y los de Bakunin –
anarquistas-. Aunque ambos eran revolucionarios y deseaban alcanzar la sociedad sin
clases y la propiedad colectiva, los anarquistas pensaban que no debería existir ningún
tipo de estado ni autoridad. Mientras que los marxistas defendían que para llegar a la
igualdad social debería existir primero un estado obrero (“dictadura del proletariado”).

Esta división pronto se trasladó al joven movimiento obrero español: un colaborador de


Bakunin, Fanelli, creó los dos primeros núcleos de la AIT en España, en Madrid y
Barcelona, con ideas anarquistas. Su primera formación será la Federación Regional
Española de la AIT en 1870, de inspiración bakuninista, y que más adelante cambiaría
su nombre a Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE, 1881). De forma
paralela surgió otra sección de la AIT de inspiración marxista, creada en una visita a
España de Lafargue (yerno de Marx). Tras el golpe de Pavía en 1874, el movimiento
obrero fue reprimido.

Al igual que en toda Europa, la ruptura entre Marx y Bakunin en el Congreso de La Haya
en 1872 propició la escisión de las fuerzas obreras en dos corrientes ideológicas:

a) Socialistas

En 1879 se fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a partir de un grupo de


tipógrafos madrileños. Su dirigente, Pablo Iglesias, dirigió desde 1886 de El Socialista,
su principal medio escrito. Defendían el triunfo del proletariado frente a la burguesía en la
toma del poder político y la transformación de la propiedad privada en colectiva.
Reivindicaron mejoras laborales, una nueva legislación social y el derecho de huelga.
Fundaron el sindicato Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888.

Su expansión fue lenta hasta 1898, en que el clima de movilización originado por el
Desastre colonial y la extensión de la industrialización lo difundieron por toda España.

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Después de éxitos en elecciones municipales, el PSOE consiguió tener el primer
parlamentario, Pablo Iglesias, en 1910. El socialismo predominó en regiones como Madrid,
Bilbao o Asturias.

b) Anarquistas.

El anarquismo fue el movimiento obrero mayoritario de España a finales del s. XIX. En


este periodo estuvo ausente de las formaciones políticas, tanto por sus propios principios
como por la propaganda oficial (los identificaba con terroristas). El anarquismo predominó
en regiones como Cataluña, Valencia y Andalucía. Dentro del movimiento existían dos
corrientes. Por un lado, una corriente sindical o colectivista, muy reivindicativa. En 1881
se fundó en Barcelona la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE)
que llegó a tener más de 60.000 miembros. Por otro lado, existía un sector utópico y
radical, propenso a los actos violentos, como los atentados contra Martínez Campos y el
Liceo de Barcelona, en 1893, o el asesinato de Cánovas, en 1897.

Las autoridades aprovecharon la represión de estos actos para desmantelar todo el


movimiento obrero anarquista, la FTRE y sus órganos de difusión. La alarma social que
crearon los atentados se tradujo, en 1894, en la aprobación de la primera ley
antiterrorista que perseguía los atentados y las asociaciones que amparaban esos
delitos. En 1910 los anarquistas fundarían en Barcelona el sindicato Confederación
Nacional del Trabajo (CNT), que alcanzaría una gran importancia en las décadas
siguientes.

c) El sindicalismo católico

No tuvo el empuje del sindicalismo de clase. En el año 1879, el jesuita Antonio Vicent
creó los Círculos Católicos basados en los Círculos Obreros franceses. Estos Círculos
eran una especie de casinos populares que pretendían apartar a los obreros de las
tabernas, un objetivo que compartían con las Casas del Pueblo fundadas principalmente
por socialistas, pero que contaban con el apoyo y control de los patronos.

En 1891, el papa León XIII dio un giro fundamental en la postura de la Iglesia Católica con
relación a la cuestión social, publicando la encíclica Rerum Novarum que ofrecía una
alternativa al movimiento obrero. En el año 1895 se constituyó en Madrid el Consejo
Nacional de las Corporaciones Católico-Obreras, que agrupaba a los Círculos, las
Cooperativas y los Patronatos Católicos.

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4.-Especifica las consecuencias para España de la crisis del 98 en los ámbitos
económico, político e ideológico.

En 1895 se inicia una nueva guerra en Cuba al grito de Baire. Ahora la insurrección que
rápidamente se extendió por toda la isla, tenía como objetivo la independencia.

Antonio Maceo y José Martí (Partido Revolucionario Cubano), que murió en combate en
1895, fueron sus líderes y fue apoyada por la burguesía y las clases populares.

Por otra parte, EE. UU, por intereses económicos y estratégicos, siempre apoyó la
independencia cubana y España no consiguió el apoyo de la diplomacia internacional.

La guerra atravesó varias fases:

- Primero el gobierno intentó una política de negociación y envió al general


Martínez Campos a la isla, pero fracasó. Además, en 2896, también Filipinas inicia
las hostilidades.
- Después se intentó la solución militar enviando al general Weyler. Sus métodos
de concentrar a la población civil para impedir la ayuda a los guerrilleros cubanos
fueron muy criticados por la prensa de EE. UU.

La situación cambió por varios acontecimientos.

- El número de bajas fue aumentando (más por enfermedades que por los
combates).
- En España, los liberales se distanciaron de la política de Cánovas pidiendo una
solución política, en agosto de 1897 Cánovas, presidente del gobierno, fue
asesinado. Sagasta, nuevo presidente presentó un plan de autonomía para Cuba
y retiró a Weyler. Poco después se producirá el hundimiento del acorazado Maine
(febrero de 1898) en la Habana. Estados Unidos acusó a España y lanzó un
ultimátum para que abandonara la administración de la isla. Finalmente, EE. UU
intervino, primero en Filipinas destruyendo la flota española en Cavite (Filipinas) y
tomando Manila y en julio de 1898 destruyendo la flota en Santiago de Cuba.

En 1898 (diciembre) por el Tratado de París España perdía definitivamente Cuba,


Filipinas y Puerto Rico. España cedió a EE. UU. Puerto Rico, que hoy sigue siendo un
estado asociado, Filipinas y la Isla de Guam en el Pacífico. Cuba alcanzaba la
independencia bajo la “protección” estadounidense. Algo parecido ocurrió en Filipinas,
aunque a continuación los filipinos tuvieron que sostener una larga guerra sin cuartel
contra EE. UU. para mantener su independencia. Desaparecida la flota, se venden los
archipiélagos de las Marianas, islas Carolinas y Palaos a Alemania en 1899.

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Tras la Guerra de Cuba se habla “del desastre” y la crisis del 98.

En primer lugar, se extienden las críticas por las pérdidas humanas y por el injusto sistema
de reclutamiento militar. También se extiende una conciencia pesimista por el atraso
económico y técnico de España frente a otras naciones.

-. Desde una perspectiva económica, no se puede hablar de desastre, pues el fin de la


guerra permitió al ministro Fernández Villaverde llevar a cabo una reforma hacendística;
también supuso una importante repatriación de capitales que fueron invertidos en la
economía peninsular; además, España no perdió la escasa presencia que ya se tenía en
los mercados latinoamericanos. Supuso, eso sí, una reavivación de las posturas
proteccionistas en España. El mayor varapalo económico fue la pérdida del importante
mercado cubano para los textiles catalanes y el trigo meseteño.

La apabullante derrota ante EE. UU. y la pérdida de más de 50.000 combatientes


provocaron una intensa conmoción en la sociedad española en todos los ámbitos.

-. Políticamente se criticó severamente la torpeza de los gobernantes; pero en principio


no se puso en tela de juicio al sistema de la Restauración. Eso sí, el desastre provocó el
desgaste de los partidos turnantes al suponer el final de la carrera de los políticos que
habían dirigido la primera etapa de la Restauración, como Sagasta, que era el presidente
en ese momento y que dimitió tras el Desastre. A pesar de ello, Sagasta volvió a presidir
el gobierno entre 1901 y 1902. Después aparecerán nuevos líderes que intentarán adoptar
el Regeneracionismo. Aun así, el sistema resistiría varias décadas más, porque la
oposición no fue capaz de rentabilizar políticamente esta derrota. En cualquier caso, el
desastre del 98 supuso un impulso para los partidos nacionalistas y los partidarios de la
democracia. El ejército acusó a los políticos de la mala situación económica y de la
pérdida del imperio colonial. Entre los oficiales se generaliza el sentimiento patriótico y
conservador.

Reivindican el viejo intervencionismo militar. Políticos del régimen canovista como


Francisco Silvela, que escribió "España sin pulso"; opositores socialistas o republicanos;
intelectuales como Joaquín Costa; todos sintieron la pérdida de las colonias como el
Desastre del 98, que ideológicamente se vería reflejado en hechos determinados:

- Profunda crisis de la conciencia nacional que marcó la obra crítica de los diversos
autores que componen la generación del 98 (Unamuno, Baroja...).

- Aparición de propuestas de reforma y modernización política como el


Regeneracionismo, con doble vertiente de reforma política y educativa.

- Mayor fuerza de los nacionalismos periféricos, ante una evidente crisis de “la idea de
España”.

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Pero la mayor consecuencia ideológica del Desastre fue la aparición del
Regeneracionismo de Joaquín Costa, expresión de una renovada conciencia nacional
que aspiraba a la reforma del país. Se sumaron intelectuales de la época, como Unamuno,
Maeztu, Ortega o Azaña, aunque tendrían evoluciones muy diversas. Sus teorías llegaron
a influir en políticos de la Restauración, como Maura.

La reflexión regeneracionista sobre el “problema español” se puede sintetizar en tres


puntos:

- Un diagnóstico pesimista sobre el pasado español. La historia de España es contemplada


como un proceso que desembocaba en una “nación frustrada”.

- La solución a los problemas de España había que buscarla en Europa, donde otros
países más avanzados aparecían como una realidad que gozaba de riqueza material,
orden social, auténticos sistemas parlamentarios y de una expansión popular de la cultura.

- El sistema político de la Restauración lo resumió Costa en dos rasgos negativos:


oligarquía y caciquismo. El país estaba dirigido por una “minoría absoluta, que atiende
exclusivamente a su interés personal, sacrificándole el bien de la comunidad”.

En 1899 surgió la Liga Nacional de Productores, una asociación patronal sin vocación
de competir en las urnas, y Joaquín Costa fundó la Unión Nacional, un partido político que
apenas obtuvo un par de diputados en las elecciones de 1901 y que se disolvió poco
después. Intentó representar los heterogéneos intereses de la pequeña y mediana
burguesía, propietarios agrícolas y urbanos, industriales y comerciantes.

Por otro lado, Costa defendió la necesidad de un “cirujano de hierro” para reformar
España, pero esta idea se volvió muy impopular tras la dictadura de Primo de Rivera, quien
en ocasiones se autoidentificó con dicho “cirujano”.

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TEXTOS RELACIONADOS CON EL TEMA

MANIFIESTO DE SANDHURST
«Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan
generosa como infortunada, soy único representante yo del derecho monárquico
en España […].

Afortunadamente la Monarquía hereditaria y constitucional posee en sus


principios la necesaria flexibilidad y cuantas condiciones de acierto hacen falta
para que todos los problemas que traiga su restablecimiento consigo sean
resueltos de conformidad con los votos y la conveniencia de la nación.

No hay que esperar que decida yo nada de plano y arbitrariamente; sin Cortes no
resolvieron los negocios arduos los Príncipes españoles allá en los antiguos
tiempos de la Monarquía, y esta justísima regla de conducta no he de olvidarla yo
en mi condición presente, y cuando todos los españoles están ya habituados a los
procedimientos parlamentarios. Llegado el caso, fácil será que se entiendan y
concierten las cuestiones por resolver un príncipe leal y un pueblo libre.

Nada deseo tanto como que nuestra patria lo sea de verdad. A ello ha de contribuir
poderosamente la dura lección de estos tiempos, que si para nadie puede ser
perdida todavía lo será menos para las honradas y laboriosas clases populares,
víctimas de sofismas pérfidos o de absurdas ilusiones.

Cuanto se está viviendo enseña que las naciones más grandes y prósperas, y donde
el orden, la libertad y la justicia se admiran mejor, son aquellas que respetan más
su propia historia. […].

[…] Sea lo que quiera mi propia suerte, ni dejaré de ser buen español, ni como
todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente
liberal.»

Manifiesto de Sandhurst. 1 de diciembre de 1874. Alfonso XII

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