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BLOQUE 12.

NORMALIZACIÓN DEMOCRÁTICA DE ESPAÑA E INTEGRACIÓN EN


EUROPA (DESDE 1975)

EXPLICA LAS ALTERNATIVAS POLÍTICAS QUE SE PROPONÍAN TRAS LA


MUERTE DE FRANCO, Y QUIENES DEFENDÍAN CADA UNA DE ELLAS

El último presidente de gobierno de Franco fue el primero del Gobierno de la monarquía, Carlos
Arias Navarro, y todos sus ministros eran miembros del régimen franquista. Entre ellos un
grupo numeroso ya estaba decidido a apoyar los cambios hacia la liberalización y acabaron
desempeñando un papel protagonista en la Transición: Adolfo Suárez ocupó el ministerio del
Movimiento; Leopoldo Calvo Sotelo, de Comercio; Rodolfo Martín Villa, de Relaciones
Sindicales; Alfonso Osorio, de la Presidencia; Manuel Fraga, vicepresidente segundo y ministro
de Gobernación, etc. Todos ellos eran partidarios de la reforma del régimen para homologarlo
a las democracias occidentales.
La transición se fue realizando desde las instituciones franquistas por personas del
franquismo: en este sentido el propio monarca, que había alcanzado la jefatura del Estado del
régimen anterior, se convirtió en el factor decisivo de su liquidación.
La oposición también apoyó estos cambios. Desde 1973, debido a la crisis del petróleo, la
economía española había comenzado un largo periodo de dificultades que se prolongó hasta los
años ochenta. Esta circunstancia obstaculizó notablemente el proceso hacia la democratización
ya que los conflictos sociales agudizaron los problemas políticos. No obstante, el crecimiento
del paro y las consiguientes reivindicaciones laborales y sindicales contribuyeron a impulsar
las reformas políticas. La sociedad española reaccionó y presionó a las nuevas autoridades.
En buena parte, era la continuación, más intensa, de la oposición antifranquista. Obreros y
estudiantes reforzaron sus protestas, ya manifiestamente políticas, que se extendieron por todo
el país. La oposición política propiamente dicha estaba afectada por una intensa división entre
los diferentes grupos ideológicos –y a veces dentro de ellos– y por los sectores exterior e interior.
Tolerados por el franquismo, había grupos políticos de oposición como los monárquicos
partidarios de don Juan, los liberales, los democratacristianos y los socialdemócratas, entre
otros.

Eran grupos con escaso apoyo social, conscientes de que su importancia residía en poder servir
de puente entre los franquistas reformistas y la oposición partidaria de la ruptura.
•• Los socialistas también se encontraban divididos; una parte formaba el Partido Socialista
Popular (PSP) promovido desde el interior por intelectuales tan destacados como Tierno
Galván, y otro grupo permanecía en el antiguo PSOE que se debatía entre la línea de los
dirigentes exiliados y las nuevas generaciones residentes en España. En el congreso celebrado en
Suresnes, en las afueras de París, en 1974, los dirigentes históricos cedieron el relevo a jóvenes
del interior dirigidos por Felipe González.

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•• Los anarquistas prácticamente habían desaparecido, mientras que los comunistas eran la
fuerza mejor organizada de la oposición y la que contaba con más militantes en España: unos
15.000 en 1975.
•• En parte por esta razón, el resto de las fuerzas de oposición, especialmente los socialistas,
miraban al PCE como un rival, incluso como enemigo que resultaba un serio obstáculo para la
unificación de la oposición. En los años setenta, liderado por Santiago Carrillo, el PCE
emprendió una línea de moderación: preconizaba la «reconciliación nacional» y la «ruptura
democrática» pero no la revolución. Eran partidarios de romper con la monarquía de don Juan
Carlos y constituir un gobierno provisional. Además, se mostraba partidario del eurocomunismo
junto con los partidos comunistas francés e italiano, y se habían distanciado de la línea dura de la
Unión Soviética.
•• En Cataluña las fuerzas de oposición se vertebraron en entidades con un fuerte cariz
nacionalista; las dominantes fueron de signo comunista y demócrata cristiano.
•• Lo mismo ocurrió en el País Vasco con el Partido Nacionalista Vasco, de procedencia
democristiana. En este caso, la aparición y desarrollo de ETA transformó la historia del
nacionalismo. ETA había surgido como grupo de reflexión política en el seno del PNV, como
partido independentista y de tendencia cristiano demócrata. Pronto evolucionó hacia un
independentismo radical y revolucionario en lo social. En 1959 se separó del PNV. Desde 1964
defendió tácticas de guerra revolucionaria que desembocaron en el terrorismo justificado con
ideología marxista. Su ofensiva de asesinatos en 1969 y la reacción represiva del gobierno
enconaron el problema y provocaron escisiones dentro de la propia organización. Los más
radicales y sanguinarios continuaron una macabra actividad que no anunció el cese definitivo de
la actividad armada hasta el año 2011.

Tal mosaico de iniciativas de oposición demandaba, desde hacía tiempo, un esfuerzo de


coordinación para hacerla eficaz. Conscientes de ello, por iniciativa comunista se constituyó en
París, en 1974, una Junta Democrática que aglutinó a diversos grupos, pero no al PSOE, ni a los
moderados, ni a aquellos que transigían con la monarquía prevista por el régimen: estos se unieron
en 1975 en la Plataforma Democrática. La oposición seguía dividida.
La muerte de Franco, la proclamación de Juan Carlos I como rey, y el evidente rechazo popular
ante el uso de la fuerza, precipitaron el camino hacia la unidad. En 1976 los dos grupos se
fusionaron en Coordinación Democrática, popularmente conocida como la Platajunta. La
oposición democrática acordó cooperar para poder llevar a cabo la ruptura democrática. Se
constituyó un gobierno provisional de concentración de partidos de oposición, con la misión de
convocar unas elecciones a Cortes constituyentes que decidirían las instituciones y la forma
política de España.
Frente a reformistas y rupturistas había un tercer grupo, los continuistas -el búnker−, formado
por los sectores más inmovilistas del régimen del franquismo y entre ellos destacaban figuras
como Blas Piñar o José Antonio Girón, que contaba con apoyos en las Fuerzas Armadas,
excombatientes y falangistas. Además de la oposición en las instituciones a cualquier tipo de
reforma, se llegaron a formar grupos terroristas como los Guerrilleros de Cristo Rey o la Triple
A que intentaron sabotear cualquier avance hacia la democracia.
El gobierno de Arias Navarro fue incapaz de aplicar un programa reformista ante la obstrucción
de los inmovilistas y del búnker, que conservaba un peso importante en las instituciones, y de
una oposición que promovió importantes huelgas y manifestaciones, especialmente en Cataluña,
Madrid y el País Vasco. En este último resultó especialmente grave la huelga de Vitoria, en marzo
de 1976, que se saldó con cinco muertes. Esto terminó por hundir la credibilidad del ejecutivo y
el rey auspició la dimisión de Arias Navarro en julio de 1976.

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DESCRIBE LAS ACTUACIONES IMPULSADAS POR EL PRESIDENTE DEL
GOBIERNO ADOLFO SUAREZ PARA LA REFORMA POLÍTICA DEL RÉGIMEN
FRANQUISTA: LEY PARA LA REFORMA POLÍTICA DE 1976, LEY DE AMNISTÍA
DE 1977, ETC-…

Adolfo Suárez, nuevo presidente de gobierno (julio 1976). El nombramiento de Adolfo Suárez
como presidente de gobierno sorprendió a todos y provocó un rechazo general, por considerarle
un político de segunda fila y por su estrecha vinculación al Movimiento Nacional -esto
preocupaba solo a la oposición-. Sin embargo, formó un gobierno con figuras poco destacadas
dentro de las filas del franquismo, como él, pero de talante decididamente reformista.

En la primera declaración del gobierno se reconocían los derechos y libertades fundamentales,


así como la legitimidad de los partidos políticos y de las autonomías históricas; se anunciaba la
concesión de una amplia amnistía política y la convocatoria de elecciones generales antes de un
año. Igualmente se declaraba la intención de dialogar con todos los grupos políticos, incluidos los
de la oposición. Y en efecto, una de las primeras medidas del gobierno fue la prometida amnistía
para los presos políticos (excluidos los acusados de terrorismo) a los pocos días de gobierno.
Acto seguido, Suárez mantuvo entrevistas personales con dirigentes de la oposición democrática,
y contactos indirectos y secretos con Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista.

La Ley para la Reforma Política (diciembre 1976)


La Ley para la Reforma Política fue la pieza clave que permitió al gobierno de Suarez despejar
el camino hacia la democracia desde la propia legalidad franquista. Y aunque no fue pactada con
la oposición, recogía en gran parte sus aspiraciones. Se trataba de una ley de carácter transitorio,
con rango máximo de Ley Fundamental, en la que se establecía el procedimiento para la creación
de unas nuevas Cortes, elegidas por sufragio universal y directo, cuyo cometido seria emprender
las reformas que ellas mismas estimasen pertinentes.
Pero el rango de esta ley acarreaba una situación peculiar: como Ley Fundamental, su
promulgación requería la aprobación de las Cortes y un referéndum. Se daba, por tanto, la curiosa
circunstancia de que las Cortes franquistas, si la aprobaban, certificarían su propia extinción. Sin
embargo, en noviembre de 1976 una amplia mayoría voto a favor, consumando así lo que se
denomino su “harakiri”.
Para obtener este sorprendente resultado, se emplearon con los diferentes miembros de las Cortes
hábiles maniobras políticas que iban desde la presión política hasta promesas individuales, a las
que habría que añadir las expectativas de algunos de volver a esas mismas Cortes por la vía
democrática, como representantes de las nuevas formaciones políticas que concurrirían a las
futuras elecciones, así como la convicción de otros muchos de que las Cortes franquistas carecían
ya de futuro y no tenía sentido empecinarse en su mantenimiento.
Solo quedaba ya, como último requisito, su aceptación mediante referéndum nacional, que fue
convocado para diciembre. Entretanto, la oposición democrática, sin oponerse abiertamente al
contenido de la ley la rechazaba por insuficiente y por considerarla una imposición del gobierno
y no el fruto de una negociación. Por consiguiente, hizo una tímida campaña a favor de la
abstención en el referéndum, ya que el «no» lo defendía la extrema derecha continuista.
Finalmente, y a pesar de algunas deficiencias del proceso, la participación en el referéndum fue
alta y la ley contó con el respaldo del 94,2 % de los votos. La vía reformista hacia la
democracia, desde la legalidad franquista, se había impuesto definitivamente y la figura de
Suárez salía con ello muy reforzada. A la vista de los resultados del referéndum la mayoría de la
oposición decide iniciar negociaciones para su legalización como partidos políticos, y poderse
presentar a las futuras elecciones que se van a convocar.

La Ley de Asociación política y la legalización del Partido comunista (1977)


A pesar de los intentos desestabilizadores del terrorismo, el programa de reformas siguió adelante
y el gobierno mantuvo sus contactos y negociaciones con representantes de la oposición
democrática, incluido Santiago Carrillo, líder del Partido Comunista, que había entrado en secreto
en España el año anterior y había provocado su detención para forzar la legalización del Partido.

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Una de las medidas mas importantes fue la promulgación de una ley sobre el derecho de
asociación política (febrero de 1977), que facilitaba la legalización de todos los partidos
democráticos. Sin embargo, la legalización del Partido Comunista quedó aplazada con el absurdo
pretexto de que pretendía implantar un sistema totalitario subordinado a la Unión Soviética.
Para Suárez, el problema del PCE se convirtió en un verdadero quebradero de cabeza: si no era
legalizado, la democracia española no sería plena y, por tanto, no resultaría convincente; y si era
legalizado, poderosos grupos franquistas y un amplio sector del ejército podrían reaccionar de
forma imprevisible, sin descartar el golpe de Estado.
Por su parte, el PCE, con Santiago Carrillo a la cabeza, mantuvo en todo momento una estrategia
de presión sobre el gobierno para forzar su legalización, a la que se consideraba con pleno
derecho, máxime cuando había sido el partido que más había luchado por la democracia -y casi
en solitariodurante todo el franquismo.
Finalmente Suárez decidió, tras un complicado proceso jurídico, legalizar el PCE en abril de
1977, dos meses antes de las elecciones. La noticia sorprendió a todos, incluida parte de los
ministros y militares, que se enteraron por la radio.
La reacción del ejército fue inmediata: el ministro de Marina presento su dimisión y el Consejo
Superior del Ejército emitió un comunicado de repulsa por dicha legalización, aunque la aceptaba
por sentido de disciplina militar.
A partir de ese momento, empezaron a retornar los exiliados comunistas, entre ellos la anciana
presidenta del partido, Dolores Ibárruri -la Pasionaria-, exiliada en Moscú, o el poeta Rafael
Alberti.

La Ley de Amnistía de 1977


Tras el nombramiento de Juan Carlos I como jefe de Estado a la muerte de Franco, se concedió
un indulto limitado a los dirigentes del sindicato Comisiones Obreras, condenados en e1
Proceso 2001.
Mayor importancia tuvo la amnistía de julio de 1976, poco después de 1a formación del gobierno
presidido por Adolfo Suarez, extensiva incluso a aquellos presos cuyos delitos hubieran sido de
intencionalidad política u opinión y que no hubieran afectado a la vida o la integridad de las
personas. Sin embargo, la medida de mayor alcance fue la que se debatió en las nuevas Cortes
democráticas que dio como resultado la Ley de Amnistía de octubre de 1977, aprobada por
todos los grupos parlamentarios, excepto por Alianza Popular, que se abstuvo. Esta amnistía
incluía todo acto de intencionalidad política «cualquiera que fuese su resultado», por lo que
también quedaban en libertad los presos de ETA y de los GRAPO. Pero además, e1 Estado
renunciaba en el futuro a cualquier investigación o exigencia de responsabilidades contra «los
delitos cometidos [hasta entonces] por los funcionarios públicos contra el ejercicio de los derechos
de 1as personas». Es decir, se trataba de un acuerdo entre las fuerzas de oposición y las élites
procedentes del franquismo para superar el pasado e iniciar una nueva etapa de reconciliación
nacional.

La crisis económica y los Pactos de la Moncloa (1977)


La prioridad por resolver los problemas políticos había relegado a un segundo plano la adopción
de verdaderas medidas de choque para atajar la crisis económica. Pero una vez sentadas las bases
de la democracia y con un gobierno elegido democráticamente, había llegado el momento de
afrontar la situación económica que no admitía más demoras.
La inflación y el paro no dejaban de aumentar, y la tendencia deficitaria de la balanza de pagos
amenazaba con llevar a la quiebra la economía española. Aunque se aplicaron algunos remedios
urgentes -como la devaluación de la peseta-, la gravedad de la crisis exigía un abanico más amplio
de medidas, algunas muy problemáticas e impopulares. Para ello, lo más recomendable era llegar
a un acuerdo social, que se materializó en los llamados Pactos de la Moncloa.
A pesar de algunas reticencias, fueron firmados 'en octubre de 1977 por los principales partidos
parlamentarios y ratificados por los sindicatos y la patronal. Su objetivo era llegar a un consenso
sobre la política económica que garantizase la estabilidad social, mientras se elaboraba la
Constitución y se consolidaba la incipiente democracia.

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El programa consistía en un plan de estabilización económica que incluía un conjunto de
disposiciones inmediatas y de reformas a corto plazo, orientadas sobre todo a frenar la inflación
y estabilizar los precios. Una de las medidas más impopulares fue la contención salarial.
Los resultados previstos solo se cumplieron en parte: se disminuyó de forma notable la inflación,
aumentaron las reservas de divisas y las empresas empezaron a obtener beneficios, pero algunas
de las reformas no se hicieron y el paro siguió creciendo Tampoco se pudo evitar del todo la
conflictividad laboral ni el descontento social, sobre todo en los sectores más izquierdistas, que
se consideraron engañados y no aceptaban que partidos de izquierdas y sindicatos hubiesen
firmado un pacto que cargaba el coste de la crisis sobre los trabajadores.

EXPLICA EL PROCESO DE ELABORACIÓN Y APROBACIÓN DE LA


CONSTITUCIÓN DE 1978, Y SUS CARACTERÍSTICAS ESENCIALES

Aunque habían sido muy importantes los avances democráticos realizados hasta llegar a las
elecciones de 1977, la democracia española era aun muy incompleta y frágil, y acababa de
empezar. Entre las muchas cuestiones que estaban pendientes de definir, se encontraba la propia
organización de las instituciones del Estado, que debía ajustarse al nuevo modelo democrático.
Por tanto, la Constitución de 1978 culminó, al menos en el plano jurídico, la transición española
a la democracia.

El proceso de elaboración y aprobación


Una vez constituidas las nuevas Cortes democráticas, los representantes elegidos decidieron
elaborar una nueva Constitución, en vez de reformar las viejas Leyes Fundamentales franquistas.
En consecuencia, las Cortes se convirtieron en constituyentes, aunque las elecciones no se habían
celebrado con esa finalidad explicita.
Primero se creó una comisión formada por representantes de los diferentes grupos parlamentarios
de la que salieron elegidos siete miembros, la Ponencia, cuyo cometido consistía en redactar un
anteproyecto de Constitución. En la Ponencia estaban representados la UCD, Alianza Popular, el
PSOE, el PCE y Pacte Democratic per Catalunya; cada uno de ellos con un miembro, excepto
UCD, que tenía tres.
Entre los grupos minoritarios, pero importantes, que quedaron fuera estaban: el Partido
Socialista Popular -por exigencia del PSOE- y el Partido Nacionalista Vasco -por razones
técnicas derivadas de la exclusión del PSP-. La marginación de los nacionalistas vascos tuvo
nefastas consecuencias, ya que el PNV no votaría la Constitución que en lo sucesivo, la calificará
de imposición española para justificar sus aspiraciones a la independencia del País Vasco.
Finalmente, superados todos los trámites parlamentarios, el texto definitivo fue aprobado por una
amplísima mayoría en el Congreso y en el Senado el 31 de octubre de 1978. En el Congreso solo
votaron en contra el diputado de Euskadiko Eskerra y algunos diputados de Alianza Popular,
mientras que las abstenciones fueron en su mayoría del Partido Nacionalista Vasco.
Menos entusiasta fue la respuesta del pueblo español en el referéndum convocado para el 6 de
diciembre de ese mismo año, ya que la abstención fue muy alta (32,9%), aunque los votos
emitidos fueron claramente favorables a la carta magna (87,9%).
Sin embargo, conviene resaltar que la Constitución española de 1978 fue el resultado de un
verdadero consenso entre grupos políticos de ideologías muy dispares, en un afán de integrar
a todos en un proyecto común de futuro. Este consenso en materia política se añadió al alcanzado
anteriormente con la firma de los Pactos de la Moncloa en el ámbito económico y social.
Si se considera que el punto de partida era una España profundamente enfrentada en dos bandos,
primero por la Guerra Civil; después por el régimen franquista, no resulta extraño que la transición
española hacia la democracia se convirtiera en un modelo para muchos países que aspiraban a
salir de una dictadura.

Características esenciales de la Constitución de 1978


La Constitución española es un texto extenso y detallado que, en su título preliminar, empieza por
definir a España como un «Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores

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superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político»
(articulo 1º.1). Acto seguido, se declara que «la soberanía nacional reside en el pueblo español,
del que emanan los poderes del Estado» (articulo 1º.2). Estos dos enunciados, por si solos,
implican ya una concepción política radicalmente distinta de la que había inspirado al régimen
franquista; tan distinta como la sustitución de un régimen dictatorial y personalista por otro
democrático y representativo de la voluntad popular.
Una de las partes fundamentales de la Constitución es su Titulo I (“De los derechos y deberes
fundamentales”) que refleja claramente el carácter progresista de algunos de sus redactores, ya
que es muy completo y detallado. Entre los muchos derechos que se recogen, destacan los
siguientes: la mayoría de edad a los 18 años, el derecho a la vida -con la abolición expresa de la
pena de muerte-, la libertad ideológica, religiosa y de culto, la libertad de expresión, los derechos
de reunión, manifestación, asociación, sindicación y huelga.
El carácter de «Estado social» a que hace referencia el título preliminar queda plasmado en el
reconocimiento de los principios que deben regir la política económica y social del Estado.
Los principales son: el derecho al pleno empleo, asistencia y prestaciones sociales generales,
protección a la salud pública, protección al medio ambiente, conservación del patrimonio artístico
y cultural, apoyo económico a los ciudadanos de la tercera edad y defensa del consumidor.
En cuanto a la parte orgánica, la Constitución establece como forma política para España el de
una monarquía parlamentaria, donde:
a) El Jefe de Estado es el monarca, que actúa como árbitro y moderador. Aunque la Constitución
reconoce al rey numerosas atribuciones, en la práctica su poder está muy limitado.
b) El poder ejecutivo recae esencialmente en el gobierno, cuyo presidente es nombrado de
forma oficial por el rey -en su calidad de jefe de Estado-, pero en realidad la designación depende
de la composición política del Congreso, ya que es la votación de los diputados la que ratifica al
presidente del gobierno.
c) El poder legislativo reside en las Cortes, que son bicamerales -Congreso y Senado- con
miembros elegidos por sufragio universal directo. El Congreso además controla al gobierno, al
que puede exigir responsabilidades sobre su actuación, y como se ha dicho en el punto anterior es
el que ratifica o rechaza al presidente designado por el rey.
d) El poder judicial lo integran «jueces y magistrados independientes, inamovibles,
responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley».

El aspecto más original -y uno de los que resultaron más polémicos- es el de la organización
territorial del Estado, que no responde ni al modelo de Estado unitario ni al de Estado
federal, sino que adopta una estructura intermedia, que se podría definir como Estado unitario
descentralizado o Estado unitario de las autonomías:

a) Es un Estado unitario porque la Constitución establece la “indisoluble unidad de la nación


Española, patria común e indivisible de todos los españoles” y además porque el Estado tiene
competencia exclusiva en numerosas materias fundamentales –relaciones internacionales,
defensa, fuerzas armadas, administración, justicia, además de legislación en muy diversos
campos, etc..)
b) Sin embargo, se reconocen las diferentes comunidades históricas de España, a las que se
concede un amplio margen de autonomía y derecho al autogobierno, concretado en la
instauración de órganos de gobierno propios, con importantes competencias e incluso, con la
posibilidad, de elaborar leyes propias en los ámbitos que no son materia exclusiva del Estado.

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VOCABULARIO BLOQUE 12

JUAN CARLOS I: Rey de España entre 1975 y 2014. Fue proclamado monarca después de la
muerte de Francisco Franco en cumplimiento de la Ley de Sucesión de la Jefatura del Estado
(1947). La Constitución de 1978 lo reconoce como rey legítimo, perteneciente a la dinastía
Borbón, y símbolo de la unidad nacional. Se reconoce en la figura del monarca un papel
fundamental durante la Transición española y en su intervención contra el golpe de Estado del 23
de febrero de 1981.

ADOLFO SUÁREZ: abogado y político español. Desempeñó distintas tareas en las estructuras
del franquismo (gobernador civil de Segovia, dirección de TVE). Después de la muerte de Franco
fue ministro de la Secretaría General del Movimiento destacando como reformista. El rey le
nombró presidente del Gobierno tras la dimisión de Arias Navarro. Con Suárez se aprobaron una
serie de leyes determinantes (Ley para la reforma política) y actuaciones (elecciones de junio de
1977) durante la Transición española a la democracia. En 1978, después de la aprobación de la
Constitución ganó las elecciones con Unión de Centro Democrático (UCD). Fue presidente entre
1976 y 1981 en que dimitió del cargo. Más adelante fue electo como diputado. Falleció en 2014.

FELIPE GONZÁLEZ: abogado y político español. Fue secretario general del PSOE desde 1974
hasta 1997. Alcanzó la presidencia del gobierno con mayoría absoluta en 1982. Ha sido el
presidente más longevo de la democracia española (1982-1996) y un emblema del socialismo
español del final del siglo XX. Sus logros en el gobierno se vieron empañados en los últimos años
por los escándalos de corrupción que afectaron a su partido y la sombra de duda sobre la «guerra
sucia» contra ETA. Retirado de la política desde 2004, ha puesto su experiencia al servicio de
cargos de representación en Europa y España.

LEY PARA LA REFORMA POLÍTICA: Norma fundamental en la Transición española.


Supuso el paso de la legalidad franquista a la legalidad democrática, tal y como defendía su
principal impulsor Torcuato Fernández Miranda. En ella se establecían, entre otras medidas, unas
Cortes bicamerales de carácter constituyente y elegidas por sufragio universal. La ley fue
aprobada por las Cortes franquistas en noviembre de 1976, y por el pueblo español mediante
referéndum.

PACTOS DE LA MONCLOA: Acuerdos firmados en 1977 por los principales partidos,


organizaciones empresariales y sindicales y aprobados por las Cortes, que supusieron el primer
gran conjunto de medidas para afrontar la crisis económica iniciada en 1973. Sus dos objetivos
básicos fueron reducir la inflación y poner en práctica un conjunto de reformas para repartir
equitativamente los costes de la crisis: control del gasto público, devaluación de la peseta,
fiscalidad progresiva, nuevas relaciones laborales y aumento de salarios con respecto a la
inflación fueron sus principales actuaciones.

ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS: Forma de organización político-administrativa del Estado


español establecida en el título VIII de la Constitución de 1978. Establece la división de España
en 17 Comunidades y dos ciudades autónomas, con instituciones propias, elegidas por los
ciudadanos y con una serie de competencias en materia legislativa y de gobierno. El Estado se
reserva las competencias en aspectos fundamentales para su seguridad y se mantiene la soberanía
de todos los ciudadanos españoles como la única fuente de poder.

23 F: hace referencia al 23 de febrero de 1981. En ese día se produjo un intento de golpe de Estado
por algunos militares dirigidos por el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero. Los
golpistas irrumpieron en el congreso de los Diputados en el momento en el que se estaba
procediendo a la votación de investidura del candidato a la presidencia del Gobierno, Leopoldo
Calvo-Sotelo, de Unión de Centro Democrático. La intentona fracasó por la firmeza del Rey y las
instituciones.

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ETA: Euskadi Ta Askatasuna (del euskera, ‘País Vasco y Libertad’). Organización terrorista
nacionalista que se proclamaba independentista, abertzale, socialista y revolucionaria. Tuvo como
objetivos prioritarios la independencia de Euskal Herria de España y Francia y la construcción
de un Estado socialista, y para alcanzarlos utilizó el asesinato, el secuestro, el terrorismo y la
extorsión causando 829 muertos y más de 3000 heridos en acciones cuya autoría reivindicó. Nació
en el seno del PNV pero luego evolucionó de modo autónomo. Fue disuelta en 2018.

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