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LECCIONES SOBRE
LA VOLUNTAD DE SABER
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';::-Curso en d C-Ollcgc do l'r.mcc (1970-197l)

seguido de
EL SABER DE EDlPO

Edición oubk<id• por Daniel


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,
Clase del 13 de enero de 1971

Et sofisma y el discurso verdadero* - Cómo hacer la historia del


discurso apofántico - Manipulación Lógica contra manipulación
sofistica - Materialidad del enunciado, materialidad de la pro­
posición. Roussel, Brisset, Wolfion, sofistas de nuestros días -
Platón excluye al personaje del Sofista, Aristóteles excluye la téc­
nica del sofisma - El sofisma y la relación del discurso con el
sujeto hablante.

(!] La vez pasada vimos que Aristóteles ponía el sofisma fuera de juego con
referencia a la filosofía; que constituía un discurso filosófico que se situaba
con pleno derecho en el elemento de la verdad y que, con respecto a ese
discurso, la práctica sofística ya no era más que exterioridad e irrealidad.
Sombra.
Ahora bien, entre los historiadores que se ocupan de los Sofistas**
hay cierta tendencia a revocar esca medida de proscripción; a reducir
(21 la distancia y devolver realidad al discurso sofístico dentro del discurso
filosófico (Grore y Gomperz en el siglo x1x; Dupréel). 1 Como si los
Sofistas sólo pudieran deber su seriedad y su realidad a ese discurso
filosófico; lo cual equivale a suscribir final e implícitamente la exclu­
sión aristotélica, bajo esta forma: "Los Sofistas no son culpables de lo
que se los acusa; si lo hubieran sido, si hubiesen dicho y hecho lo que
se les reprocha, los dejaríamos, desde luego, en la pura apariencia en
que se los ha mantenido; pero también ellos son en cieno modo filó­
sofos, también ellos participan, de alguna manera, del discurso ver-

• Tírulo de la clase manuscrira.


•• "Sofi•tas", con mayúscula, y no "sofistas": respetamos la grafía original.

73
74 LECCIONES SORRE LA VOLUNTAD DE SAiiER CLASE DEL 13 DE ENERO DE 1971 75

dadero, el discurso que dice el ser, el discurso que está en el ser. No "Tú me deseas la captura del enemigo. Es decir qut deseas que el enemigo
son, pues, sombras que merodean, sin vida ni cuerpo, más allá de los sea capturado por mi, pero deseas igualmen te que d enemigo lleve a

límites de la filosofía. En ésta, ellos tienen su lugar, su sirio y por ende cabo la captura. "
Y también: "¿Lo que pertenece a los atenienses es propiedad de los
su realidad".
Querría crarar de hacer otro análisis, no esfon:arme por reducir la atenienses? -Sí.-[.. . ] Pero ¿d hombre pertenece al reino animal?
(3]
distancia entre la sofística y la filosofía, no volver a hacer entrar a los -Sí. -Por lo canto, el hombre es propiedad del reino animal" [17,

Sofistas por la ventana de la historia revalorizadora, sino dejar que la 176b].


Y cambién: Coriseo2 no es �ócrates; ahora bien, Sócrates es un hombre
distancia valga cal como se la percibió, y la exclusión, tal como la pro­
y, pm lo ramo, Corisco no es un hombre.
nunciaron Aristóteles, sus contemporáneos y sus sucesores.
Y también: lo que ya no cenemos lo hemos perdido; si, de die7. huese­
Y en vr:z de establecer una suerte de espacio común donde las nocio­
cillm;, das uno, ya no tienes die1. huesccillos; por lo ramo, has perdido
nes y los problemas de los Sofistas vengan a coincidir con los de los filó­
die7. huesecillos [véase 22, 178b].
sofos, intentar situarse afuera; analizar lo que pudo ser, en su modo de
Y otro mi�: hacer una pregunta sin mosrrar por qué se la hace ni acerca
existencia y de funcionamiento, el discurso de los Sofistas en medio de una
de qué. Hacer much:i.s preguntas para que el adversario ya no sepa dónde
sociedad como la griega. ¿En qué condiciones pudo existir y desaparecer está, e incluso hablar muy rápido.
un cipo semejante de discurso? Pregunta que nos trasladará a una clase Y también: urilz
i ar cienos hechos gramaticales como el neurro (esto)
muy distinta de análisis, ya no de historia de la filosofía, métodos que para designar a un hombre.
[4] sirvieron hasta nuestros días para identificar los procedimientos de ex­ [6] Y también: llevar la discusión hasta un punto donde se pueda utilizar
clusión y el vacío que dejaban. una argumentación convencional y preparada de anremano.
Por hoy, querría mantenerme todavía en d nivel de esa exclusión. Y también: cuando el inrerlucutor sostiene una tesis que es propia de
Evaluar, desde el punto de vista de la filosofía, la oposición que vale para los filósofos, los sabios, unos pocos, oponcrle la tesis popular, lo que
ella enrre el razonamiento verdadero o fulso y la falsa argumentación. dicen ot no.�J.oí, y a la inversa.

Mostrar cómo, sin dejar de estar denuo de la filosofía. se puede reco­


nocer, al menos a ciegas, cierro exterior cuy o símbolo es para ella el � menos en primera insrancia, Aristóteles distribuye esta serie d e argu­
Sofista, que constituye su merodeador más amenazante, obstinado y cias, bastante pueriles, no según su forma sino según su resultado. En
burlón. efecto, como son falsos razonamientos, razonamientos que no ríenen orra
¿Cómo efectúa Aristóteles esa exclusión? realidad que su apariencia, carecen de otro principio que el efecto que
Definiendo la sofística como una Q>mvoµévr¡ Q>iA.oooQ>fo: áU.' oin< procuran producir. La apariencia que se dan.
oOoa:. Una filosofía que no tiene ser. Ahora bien, ¿cómo puede, pese a De allí la dasific.:ación en cinco términos propuesra por Aristóteles:
ello, existir v manifestarse? -los sofismas que simulan refutar: es decir, probar la proposición que
.

Porque xisren, justamente, razonamientos que son apariencias de
,
comrad1ce la sostenida por el interlocutor (refutación);

[5] razonamientos, sin serlo. El no ser de esta no filosofía ciene su razón · - los sofismas <JUe simulan poner de manifiesto el error del adversario
de ser en el no ser del razonamiento aparence. (demoserar por ejemplo que una de sus premisas es falsa) (error);
[7]
Las Refatttciones sofisticas nos pasean a través de las variedades de ra­ - los sofismas que simulan mostrar que el adversario sostiene una
zonamientos, argumentaciones, dificultades, trampas de suma heteroge­ tesis singular que nadie sostiene razonablemente (paradoja);
neidad. Así: [los] que aprenden son los que saben, porque los gramáticos - !os sofismas que inducen a creer que el interlocutor no conoce la
aprenden lo que sus discípulos les reóran. gramática e incurre en solecismos, y
76 LECCIONES SOBRE 1A VOLUNTAD DE SABER CLASF. DEL l.� DEENrnO DE 197 1

- por úkimo, los que inducen a creer que el adversario habla para no Se dividen en dos los dos primeros enunciados y se sustituye d final
decir nada, amontona palabras unas sobre otras hasta el infinico. del primero por el final del segundo. Pero una manipulación supone
Debajo de cada una de estas grandes rúbricas, Aristóteles indica cuá­ siempre dos cosas:
les son los sofismas utilizados con más frecuencia para obtener este o - ante rodo, una definición de las unidades consriruyenres del discurso
aquel resultado (por ejemplo la homon imi a sobre codo para la falsa re­
, y de su composición. Sujero, predicado, proposición, y,
futación; el uso de discursos prefabricados para la paradoja, y las extra­ - a continuación, reglas de sustitución de los sujecos unos por otros,
ñezas de la gramfoca para el solecismo). de los predicados, de las pro po siciones Por lo canto, d e las categorías, las
.

Pero si nos preguntamos ahora qué pueden tener en común todos equivalencias, las subordinaciones.
esos procedimientos que dan a juegos de palabras la forma de razona­ En resumen, roda una gramática en sentido amplio: reoría de los
mientos o que enredan discusiones mediante métodos que nosotros ca­ elementos, de su combinación, de su sustirución.
lifkaríamos de "mala fe", es bastante fácil ver que se trata de cierta ma­ ílOI El sofisma, por su parte, se apoya no en la estructura elemental de la
nipulación material de los elementos del discurso. proposición sino en la existencia de un enunciado;3 en el hecho de que
se hayan pronunciado palabras y éstas sigan ahí, en el centro de la dis­
• * *
cusión, en cuanco han sido producidas y pueden repetirse, recombinarse
a volunca<l de los interlocutores; lo dicho, dicho est�: no como una
[8] Se ha inrentado señalar y clasificar esas manipulaciones independiente -

forma ideal, regular y capaz de recibir ciertos tipos de comenido, sino


mente de la clasificación propuesta por Aristóteles:
un poco como esos rrofeos que los guerreros, después de l a. bacalla ,
- repetir o hacer repetir la misma palabra en su identidad material, a
ponen en medio del grupo y van a discribuír, no sin disputas ni discu­
pesar de que no renga el mismo sentido (de ser necesario, aprovechar los
siones ei� µioov.4
equívocos de la grafía que hasra el siglo m no indicaba la acenruaci6n);
- disociar, rec omponer, al argar definitivamencc..la serie lineal de las
¿Qué quiere decir que el punto de partida del sofisma se plantee ei<;
palabras que conscíruyen el discurso;
µiaov, en el medio, y que su carácter de comunidad con referencia a los
- apelar y poner en juc:go series ya constituidas y que basta con repe­
interlocucores se deba no a su forma general sino a su posición, en ese
tir palabra por palabra, y
lugar, en ese momento, en ese medio?
- [utilizar]* ciertas particularidades gramaricales.
[91 ¿Cuál es exactamente la diferencia de escas manip ulaciones juzgadas ·• a. Que se ha producido com o un acontecimiento, es decir que se ha
producido de una vez por rodas, y persiste en ese carácter de producido.
ilegírimas por Ariscóceles y por la filosofía con respecto a las que lleva a
Ahora bien, aunque las diversas partes de ese acontecimiento no sean
la práctica d verdadero razonamiento?
en abs oluto equivalentes desde el punto de visra de la forma de la pro­
A. Primer conjunto de diferencias en lo concerniente a la manipulaci6n posición, son homogénc-as [desde la perspectiva] del acontecimiento.
misma y sus reglas: flll En el enunciado "5 es 2-+ 3", 5, 2 y 3 son aconrecimiencos que se
- después de todo, cualquier razonamiento legítimo (desde el punto han producido de la misma manera. Y por consiguiente no hay que
de vista de Aristóteles) comporta manipulaciones que no escán tan ale­ mantener como indisociable 2 + 3.5
jadas de las que encontramos en la práctica de los Sofiscas: codo A es B, El aconcecimienro es divisible: en tantas partes como uno quiera, que
o fOdo ses e, por lo tamo, rodo A es c. son homogéneas unas con otras. No puede haber teoría de los cipos de
atribución, reglas de sustitución de los elementos entre 51• . Las
unicas
' ·

diferencias que intervienen son las siguientes:


• 'Vlanuscríto: utilización de.
78 LECCIONES SOBRE LA VOLUNTAD DE SABER
CIASE O.EL 13 DE ENERO DE 1971 79

- las del interior y del exterior con respecto al juego,


y
- las de la memoria o el olvido. Bajo la aparente anarquía, mala fe y puerilidad del sofisma, lo que
La pertenencia a una actualidad determinada definida p o las palabras :
r
·
·
está en juego es la posición recíproca del sujeto hablante y el discurso
(acontecimiento p d c ido, memoria, impuración, mantenimiento o
ro u
co servada s y por la m emo i a no diferencias formales inmucables sino
n r :
: renuncia}.
las fronteras fluccuames del campo de actualidad.
El triple carácter ordenado, honesto y aduleo del verdadero rawna­
b. Pero que e l enunciado haya sido puesto el.<; µioov quiere decir ,
m iento implica una relación definida, aunque muy general, las
entre
otra cosa. Para que haya argumencación sofística no basta con tomar en
reglas, el sujeto, el enunciado producido y la intención significativa. Esa
cuenta el hecho de que se haya dicho una cosa; hay que tomar en cuenta
relación neutraliza el carácter de aconcc:cimiemo del enunciado.
el hecho de que la ha dicho alguien. Pero esto mismo exige además un [14] Al contrario, una relación del sujeco con el enunciado que se or­
examen más detenido.
ganiza en torno del acontecimiento, de su permanencia y de su repe­
La atribución de un enunciado a un sujeto hablante no remite al sen-
tición, del mantenimiento de su identidad (sin regla de diferenciación
tido que: éste quiso poner en él, a su intención significante o a su pe�sa­ interna), de su imputabilidad (según una fórmula que linda [tanto]
miento. Si utiliza el verbo µcxv8ávei v, importa poco que haya queudo
con la propiedad como con el delito), coda esa relación que caracteriza
112] decir "aprender''.6 La intención no fija el uso de la palabra en la di scus i6�;
el sofisma, la filosofía (y la ciencia), el discurso filosófico o científico,
la cuestión es aún más radical: la partida sofística que se juega no permi­
la excluye como formalmente desordenada, moralmente deshonesta
te al s j ta hablant<:: referirse a reglas (gramaticales o lógicas) concernientes
ue y psicológicamente pueril. La lógica, la moral y la psicología velan
al uso de las palabras, y admitidas por todos los interlocutores. No hay
por la exclusión de los infantilismos fraudulentos y anárquicos del
recurso a un "nivel dt arbitraje metalingüístico". Cada sujeto está ligado
sofisma.
por una relación inmediata de pertenencia o impu �ción a lo q e se dice:
� En sentido estricto, el sofi s
m a es una perversidad: rn él, los sujetos
sea porque lo ha dicho él mismo, sea porque ha respondido " ,
.
s1 . .
hablantes tienen con el cuerpo, con la materialidad de su discurso, una
Hay adherencia del sujeto hablante al enunciado y no adhes16 a
� relacíón indebida, reprobada por el orden d e la moral adulta. Los verda­
reglas 0 i ención de seneido. Y si el sujeto puede mantener su afirmac16n
nc
deros sofistas de nu e uos días no son tal vez los lógicos, sino Roussel,
s
hasta el final, ésta sigue estando en su posesión: él puede apropiársela, Y Brisset, Wolfson.7
ha ganado. Si no puede mantenerla, la pierdey ha perdido. P�c o i�Pona
que haya dicho algo cieno o falso. No ha aguantado. Esta obl1ga o a � (15)
B. Segundo conjunto de diferencias en lo tocante al efecto d e verdad de
romper con su propia frase, a renunciar a la apropiación o la imputación,
esas manipulaciones. Esta vez comenzaré por considerar el sofisma, para
y queda así excluido.
pasar luego al razonamiento legírimo.
1. Por el lado del sofisma. Muchas vece.> la cuestión se refiere a la
[13] El sofisma no se demuestra, se gana o se pierde.
verdad y la contradicción:
Mientras que la manipulación lógica y legítima, según Aristóteles, su­ - cuando el interlocutor afirma o concuerda con una proposición, se
pon un sistema de reglas anónimas, inmutables, comunes, en cuyo marco
e la afirma efectivamente como verdadera; y
individuos para producir sus enunciados y establecer una
se sitúan los
en el
- cuando el locutor que ha formulado un enunciado propone a con­
proposición reconocida como nueva y verdadera, el sofisma se juega '

tinuación otro muy distinto, se le dice: alto, te contradices.


plano dondeun acontecimiento discursivo contenido en un campo de
Ejemplo para la verdad: lo que no has perdido todavía lo tienes; ahora
. memoria determinado es imputable a un individuo, sean cuales sea� las
bien, no has perdido cuernos, por lo canru los tienes.
intenciones de semido 0 las reglas furmales que hayan regido su formul 16n ac .
Ejemplo para la contradicción: Elecm1.8
80 LECCIONES SOBRE IA VOLUNTAD DE SABER ClASE DEL 13 DE F.NERO DE 1971 81

[16] a. Pero cuando las cosas se miran más de cerca, se advierte que la afir- Vemos así agruparse alrededor de la práctica sofísrica toda la on­
mación planteada o concedida no incumbe en lo fundamental a la verdad cología presocrática elaborada por los déacas,9 de la que se tratará
de la proposición, sino a la voluntad del sujeto hablante de persistir en justamente en el Sofista, cuando Platón quiera dominar al personaje
lo que ha dicho. La afirmación es más del orden del juramento que del de ese nombre. Para hacerlo deberá dominar esa ontología. Pero las
orden de la constatación. La declaración no enuncia un hecho, no plan­ paradojas que encontramos en los Sofistas no son juegos en corno de la
tea una relación enrre el enunciado y una realidad externa a él, que sea atribución: no atestiguan relaciones difíciles entre la posición d e exis­
capaz de verificarlo. Ata al locutor a su dicho. Es una afirmación de fide­ tencia y el enunciado de atribución. Fundan, con exclusión de cual­
lidad más que de realidad. Tener por cierco, en el sofisma, es comprome­ quier otra, la relación del acontecimiento enunciado con quien lo dice.
terse a persistir. De allí un hecho importante, a saber, que el sofisma La que permite establecer la imputación de un enunciado a un sujeto
acarrea consigo una ontología excraiia, parcial, limitativa, discontinua y no es, con sus dificulrades propias, la ontología necesaria para la ver­
defectuosa. dad de las proposiciones; es la ontología perpetuamente deshecha y
En efecto, lo único que manipula el Sofista, el único eme al que se di­ reiniciada.
rige, es el de la cosa dicha; el del enunciado en su realidad material. Ma­ El efecto aparente de verdad que actúa en el sofisma es en realidad
terialidad paradójica porque implica ya sea los sonidos, ya sea las letras un vínculo casi jurídico entre un acontecimiento discursivo y un sujeto
y, por ende, una escasez como la de la<i cosas; su desenvolvimiento lineal y hablante. De allí el hecho de que encontremos en los Sofistas las dos
serial y (no obstante] su mantenimiento. tesis: codo es verdadero (no bien dices algo, dices el ser), nada es ver­
(17) Ahora bien, si las palabras tienen su realidad material específica en dadero (por mucho que utilices palabras, éstas jamás dicen el ser).
medio de todas las demás cosas, resulta claro que no pueden comunicarse 119] b. Podríamos decir lo mismo acerca de la contradicci6n. En aparien-
con ellas: no pueden significarlas o reflejarlas .9 expresarlas; no hay seme­ cia, el sofisma se vale de ésta para invalidar un enunciado. Pero si obser­
janza entre las palabras y las cosas de las que presuntamente hablan. A lo vamos las cosas desde más cerca, se trata de algo muy distinto. En el
sumo, las cosas pueden incitarlas, suscitarlas. juego sofístico, no connadecirse es decir la misma cosa. La misma cosa
Pero como las palabras no significan las cosas, no s e puede, por tanto, idénticamente, sustancialmente. Contradecirse es simplemente decir otra
tener acceso a éstas a partir del discurso. El discurso está separado de aque­ cosa, no decir la misma. Se advierte con claridad que, en una filosofía
llo de lo que habla por el mero hecho de ser él mismo una cosa, como del significado y la diferencia, se puede muy bien decir una cosa y des­
aqudlo a lo cual s e refiere. La identidad de la jerarquía de cosa implica fa pués otra sin contradecirse; en cambio, en la sofística, donde el único
ruptura de la relación significante. ser es el que ha sido dicho, sólo hay dos posibilidades: o decir lo mismo
Ahora bien, si no se puede rener acceso a las cosas a partir del discurso, o no decir lo mismo (persistir o no persistir, lo cual es claramente con­
¿de qué hablan las palabras, a qué remiten? A nada: cuando se cree hablar tradictorio).
de los entes, no se habla de nada. Y se comprende por qué la sofística, que de la ontología sólo conocía

Sin embargo, cuando se dice que el ser no es, se utilizan palabras y los juegos del ser y el no ser, sólo conoce de la lógica la oposición de lo
lo que se dice, el hecho de que se lo diga, es algo que existe. Por el mismo y lo otro. Por eso utiliza toda'i esas paradojas del pensamiento
hecho de hablar se hace que el ser sea. Y del mismo modo se hace que presocrático, pero las desplaza al mero plano del discurso.
el no ser sea, porque se enuncia "no ser". Pero también se hace que el (20] Por más que el sofisma ponga en juego oposiciones conocidas como
[18] no ser no sea, ya que las palabras utilizadas no [remiten] a nada y "no ser/no ser, contradictorio/no contradictorio o verdadero/falso, es menes­
ser" en particular no remite a nada, al igual que el ser que se le concede ter percibir la manera en que se realiza dicho juego:
o se le niega. -verdadero/fulso funciona como equivalente: concedido/no concedido;
82 l.F.CCIONES SOBRE LA VOLUNTAD DE SABER CLASE DEL 13 DE ENERO !JE 1971 83

- ser/no ser funciona como equivalente: dicho/no dicho, y Pero, como se verá, esa prohibición de contradecirse ya no concierne
- no contradictorio/contradictorio, como rechazado/no rechazado. a la identidad o la alceridad macerial del enunciado. Recae sobre el acro
Todas ellas, como .�e ha de advenir, son oposiciones que ac t úa n en mismo de afirmar o negar : no se puede afirmar y negar a la vez la misma
el nivel de la exist enc ia del discurso como acontecimientos en un cosa y desde el mismo punco de visea.
juego. Y en un juego que culmina en la oposición fundamental ven­
cedo r/vencido. Vence quien se ubica en e l lado izquierdo de la opo­ 1231 En esas condiciones, es preciso tener b ien presente que el .l..óyo� ano­
sició n: quien repite de idéntica manera lo que ha sido dicho (e fecr i­ <t>avnJCó� del que ha bla Aristóteles se establece en un doble sistema de
vamencc) y concedido por él mismo como al go que a con tinuac ión opos1c1ones:
puede impurárscle. - Se opone de manera cxplícica [De interpretatione, 4, l 7a 2] al ruego,
El sofisma: manipulación perversa que tiende a establecer una relación a la orden, al mandato; en síntesis, a todas las formulaciones que no pue­
de dominaci6n. den reducirse a proposiciones verdaderas o falsas. El Aóyoc; áno<f>av11KÓ<;
A nagrama polémico. es pues un tipo de enunciación que: se opone a otras enunciaciones. Es,
Un tan cruel discurso. entonces, un enunciado declararivo.10
Lo s juegos del deseo y el poder. - Se opone de manera impl ícita o en rodo caso en otro nivel, a
,

[21] 2. Discurso apofántico. enunciados que también tienen la forma declarativa, pero que se ponen
Tiene relación con el ser: no en el nivel donde está, donde es aconte­ en juego y funcionan en el plano de su realidad de acontecimientos; en
cimiento, donde se produce, sino en el nivel de lo que dice; es un discurso cuanto cosas producidas; en cuanto cosas históricamente producidas (hic
apofántico porque dice el ser o el no ser. et nunc), y por sujetos dererminados.
A c ontinu aci ón, es apofántico porque no está excluido de la verdad [24] En ese plano, la apofántica ya no es una categoría de enunciados. Es
(por su no semejanza con las cosas) o incluido el} . dla (porque es una una operaci6n, un gesto renovado sin cesar mediante el cual la relación <le
cosa); es apofántico porque, al decir que algo es, resulta o [bien) que la un enunciado con la realidad, el ser, la verdad, se deshace en el nivel del
cosa es (y entonces es verdad) o [bien] que no e s (y entonces es falso); e acontecimiento enunciativo pára t rasl a da rs e a lo que se d ice en el enun
­

incluso porque, al decir que una cosa no es, o bien e lla es (y entonces el ciado y a la relación entre lo que se dice y las cosas misma.'>.
discurso es falso) o bien no es (y enconces el discurso es verdadero). La apofántica es lo que estab le ce entre el enunciado y el se r una rela­
El discurso es apofánrico no en cuanco la realidad y d ser vienen a la ción en el plano exclusivo (siempre ideal) de su signi ficación Y en virtud
.

vez a un irs e y polemizar entre sí en el plano dd aconrecimienco producido, de esa relación que tiene su lugar en la significación, el enunciado puede
sino en cuan ro el ser y el no ser son lo que se dice en el enunciado, y en ser verdadero o falso.
cuanco la verdad (y el error) se define por la relación en ere ese ser que se La apofántica aparece entonces como una operación de desplaza­
dice y el ser mismo .
mienm del ser hacia la idealidad de la significación. Y ya no se opone a
El discurso apof.lntico debe poner entre paréntesis la materialidad y otros tipos de enunciados (no declarativos), sino a una operación inversa
el acontecimiento del enunciado. que consiste en mantener la relación del enunciado con el ser en el nivel
[22] Como ésa es su relación con el ser, se entiende por qué la proposición del acontecimiento enunciativo, y nada más. Demos a esta operación
verdadera excluye la contradicción. En efecto, supongamos que algo sea. inversa de la apof.íntica el nombre d e operación sofística, erística.11
La proposición sólo será verdadera si dice que ese algo es; no será verda­ En comparación con el discurso apofáncico, la manipulación sofística
dera si dice que ese algo no es; en consecuencia, no puede ser verdadera de los enunciados siempre aparecerá como un razonamiento impertinente,
$i afirma a la vez que esa cosa es y no cs. una sombra, una apariencia de razonamiento.
84 LECCIONES SOBRE LA VOLUNTAD DE SABER CLASE DEL 13 DE ENERO OF. 1971 85

[2S) Y en comparación con la maierialidad sofÍs[Íca, la apofántica aparecerá ugundos (1, x , 76b), cuando dice que el silogis m o y la demostración no
pues como un recurso a la idealidad. Cada una será siempre para la otra tienen que ver con el discurso exterior sino con el que se pronuncia en
del orden de la sombra. el alma: "6 eíow Aóyoc;, ó E:v rn ipuxñ". Y AJejandro de Afrodisía iba
Llegamos así, sin duda, al corazón de la gran oposición. Si esta gran a comentar: "oúK É;v -raic; Ai�rn1 V ó ou.U.oyioµoc; ou 't'O d va: t exei,
oposíci6n a partir de la cual se determina la lógica es la que existe entre )
((). .. · tv 'to\.; or¡µcx lvoµivo1c;" .16 La exclusión de la materialidad del
lo declarativo y lo no declaracivo (la lógica, al menos en su forma clásica, discurso, el surgimiento de una apofántica que propone las condiciones
no se ocupa más que de lo declarativo), para la filosofía y la ciencia, y en las cuales una proposición puede ser verdadera o falsa, la sobeI"dnía de
podemos decir a buen seguro que para codo d saber occidemal, la opo­ la relación significante-significado, y el privilegio owrgado al pensamiento
sición es encre la apofántica y la crítica sofística. Esta oposición no se da, como lugar de aparición de la verdad: escos cuatro fenómenos están li­
claro, entre categorías de e nun ci ados, sino [entre] niveles. gados unos a otros y dieron fundamento a la ciencia y la filosofia occi­
[2GI Después de todo, no hay que olvidar que si en Arisróteles la exclusión dentales en su desarrollo histórico.
de los sofismas ya es un hecho, y éstos -en él, en todo caso- se dominan
lo suflcienre para tratarlos sólo al final de los Tópicos, como apéndice, bajo
la forma de catálogos de monsrruosidades y también de recc:ras y remedios, (291 Co:>1cws1ós
en Platón, en cambio, es bien sabido que el peligro del sofisma y los Sofistas
dista aún de descartarse. Se trata no de mencionar, como Aristóteles, una Sí he insistido en esca morfología del sofisma ral como puede percíbírsela
vez más, esa sombra irreal del discurso filosófico, se traca de fundar este ;: desde el punto de vista que aún nos gobierna y que es d de Aristóteles,
discurso denrro Lde] y contra la sofística.;2 Ahora bien, ¿cuándo y cómo es porque permite definir mejor d problema histórico que debe resolverse:

se domina el sofisma en Platón?Tal ve'l. nunca, ya que fueron índudable­ et.. ¿Cómo pudo la relación del discurso con e1 sujeto hablanre -al
meme necesarias las reorfas aristotélicas de la prop<>8ición y de las catego- · menos en una práctica discursiva determinada- desplazarse de manera
rías; pero Platón estima haber subyugado al Sofista. ¿Y en qué momento? tal que dio origen al discurso filosófico científico�
(271 La victoria --0 la dominación del personaje del Sofista- se produce en. P- ¿Cómo pudieron las relaciones de dominación que actuaban en las
el Sofista. Y tiene un doble punto de apoyo: en la afirmación de que se discusiones sofísticas excluirse, eliminarse o ponerse entre paréntesis, o
accede a la verdad en una discusión que uno entabla mentalmente con­ acaso olvidarse y reprimirse, para dar lugar a un discurso apofántico que
sigo mismo; U en cuanto al otro punto de apoyo, que está ligado al pri-. pretende ajust:irse al ser según el modo de la verdad�
mero, es la afirmación de que decir una falsedad es decir que. lo que es Hay que hacer la historia de esra doble transformación. Es muy pro­
no es: "enunciar, en lo tocanre a t i [ .. . ], otras cosas como si fueran las bable que los Sofistas no sean más que su último episodio.
mismas, y cosas que no son como si fueran: semejante composición
hecha de verbos unidos a nombres es lo que real y verdaderamente cons­ ·

tituye un discurso falso" (Sojlsttl, 263d). 14


Sobre la base <le esas dos proposiciones, Platón podrá definir al Sofista .
como el hombre de la apariencia y el simulacro.
En Aristóteles volvemos a encontrar estas dos mismas proposiciones
fundamentales. .
[28) En la /o.fetaflsic11, r, IS cuando define el enunciado verdadero po � d.
· hecho de decir que lo que es es y lo que no es no es, y en los Analítzcos
86 LECCIONES SOBRE IA VOLUNTAD DE SABER 87
CLASE DEL 13 DE ENERO DE
1971

vernsl·
suspenso, probablemente acompan " ada d.e una lectura de foucault. Es.
NOTAS
8 Referencia en
la más sofíst ica Y panílctana
.
de . ¡ ª � tres (las :
pieza de
mil que se tracara de la Ekara de F.urlpides,
f.squilo, Sófocles y él mismo): ªSi Apolo es insensa
n>, ¿quién e s cnro n ccs sabi �? (E�ctra, ?
.. �·· 12).

· ·
1 Georgc Grote, Ari11otle, Londres, J. Murray, 1872. Grote rehabilitó a los sofistas antes ·
· 1 c al sousma
· " ·. 110 -"'puede ser 1usto sm ser mJUSto.
S.1 APolo pued e ordenar un parnc1 d10' esto
que equ1vai
Nietzsche, quien, según A.ndlcr, hiw suyas sus conclusio nes (Ltt volttntad de poderío, §§ 427 y437; a de ellas re erutad a por 1'1awn · · · les··
· )' A mrme
•) Una ontología que une dos tesis. la segund
'·éase Charles AnJler, Nietzsche. Sn. vie er sa pmsée, vol. 6: l11 Derniere philJJSophít tÚ Nierzsche. ú
1. el ser es, d no ser no e.1, y
renouvelkmmt de tomes ks valmrr, París, Bo.1sar<l/Gallimard, 19.3 1, p. 213). Véase 1bcodor Gomperz
2. todo es uno. .
et al, !.es Penmm dt In Crhe. Hútoire dt '4 phi/a;ophie amíqttt, 3 vols ., trad. de A. Reymond, Pms Thcory of \�canmg a nd Trueh".
w véase Willíam Calverc Kneale y Martha Kneale, "Aristodeºs
y l..ausana, FélixAlcan/Pay(){, 1908-191O {ed. orig.: Griechi;che Denker. Eint Geuhichre r.úr=tílren
en The Devefupment o/Logir, Q¡c:ford, Claren

dun Press 196 . pp. 45-54.

. .
.
Phifusophie, Leip 1.ig, Vd¡ & Co., 1896-1909; reed. de los caps.
..
5 a 7 del vol. 3 con imrod. de O. I> De égi�. d is pu ta: "la ciencia de la dispm a (l'hton, f.1t11demo, 272h). Termino bastante
D'Jcranian y el cículo de !.es Sophistes, Houilles, Manuóus, col. Le P hilusuphe, 2008) [trad. esp.: Lacrcio, Vitae phik1111'.;ho��1:1· '.'· 106.
técn ico . patrimonio de los mcgáricos; y¿ase Dióg encs .
Pmsadom griegos. Una hútoria de la filo.<ofia de la Antigüedad, 3 vuk, Barcelon:1, Herder, 2000);
Gillcs Susong, [,a Polítique d'Orphie. París, Grasset, 1975,
12 p. 99, csmbe: Seran los reco·
véanse mnhién Th�odor Gomperr, Sophirtik 1md Rhetorik. DiJ.J Bildimgsideal dtr i:tÍ A.iye1v in [de la consrclac ión mágko re ligiosa} una vez.
res,v los sofüt�s quienes transmitan [los[ discursos . .
sri11m1 Verhiilmis zur Philosophie desfo11fte11 jahrhunr.úns, Lcip1.ig y Berlín, B. 'ICubner. 19l2, y (ór ficos, , . os) e1aboraran e1
p1tagonc
iancclada lést:1], en tanto
d.c sn que las sectas prefilusó ficas
..
Eugene Dupréd, Phiwsophie et hfrt"ire. Les rophistes. Proragoras, Corgí11.1. Prodicus, Hippias, Neuchátd, ·
ari rncia cngaflosa, Apace, y de 1 a opm1on,
rorocipo de Ja verdad platónica, en el rcchaw de la ap
Griffon, 1948.
! Corisco: personaje a menudo mencionado por Aristóteles, que dirigía el círculo platónico
6 oxa, para privilegiar d único lugar donde no
re inan lli la fullería ni !a aparienci a: el del más

allá. el Otm mundo".


de Esccpsis, en Tróa<le. Su hijo, Ndeo (1'.'cléus), habría recibido los manuscricos del wca gir ita. y descaca cn n claridad su con-
Susong parece haber seguido el cur.10 de foucaulr de 1971,
V6sc Léon Rubin, Arútou, París, rn, 1944, p. 11. vergenóa con las tesis de Deticnne �y : el hecho <l�
que éste IF o rc'.
ucault) ha!ª 01uadu c1: su
3 Véase M iche! rouc aulr, L'Archfolngie d11 savoir, París, Galli mar d, 1969, cap. 3, pp. 140-148
curso magisual Ju esencial de la.� tesis de Marce! Dettcnne presenta un fuerte 1nreR [ . . ?
Pu sco _.1. �
[trad . C$p.: [.a arqueologia del saber, México , Siglo xxr, 1972), donde se enconrr a r:í una extensa. : que, en eíccto, es en Les Maitm de viriré donde, por primera \'ez, crrn, un helemsla awoco -y
nodal de su metodología. d
a
para lo esenci al de S\t proceder- a Claude I .�v i-Suau ss y lin punto
dilui.:i<lación del enunciado con respecto la proposición, la frase, el signo.
4Lo que toca al grupo se depu>ita en el medio, un espa ci(> político, que di.11i ngue la palabra . análisis de la ambigiie <la d� (la Poliriq11t.... op ór., p. 99).
plÍblica de la palabra pri\'ada, mante ni da al margen dd medi o. Véase Marccl Oetienne, La · 1-' Véase Platón, Suffrta, 263a, 264a, 264b.
·
Maftres r.ú virité dám la Creu archa.ique, prcf. de P. Vidal-Naquet, París, Maspero, 1967, p. 98 . 1" !'latón, Le Sophi;te, 263a ("Teetcto, con quien converso en .:se.: momento, vue l a por el
1.k la
[tr ad . esp.: Lo; maestros de t•crdad en la Grecia arcaüa, Madrid, Tal1rm, 1982).
:· aire"), en <Euvm compf(tef, cd. y cml. de L. Robin, París, Ga!limard, col. Bil>limhcc¡ue
'
5 Esce sofisma (Aristóteles, Refitraciones sofisticas, J66a 30-35), que pre senta el Sa la vez l'léiadc, 1970. vul. 2, p. 3JO.
como par e impar, no corresponde al comenrario de foucaulr sobre Aristót eles. '1 Aristóteles, Metajisica, r, 4, 1 l06a35-38 y pafsim.
'�"Los modernos. que siguen las expresiones ti:cxíc; A.é�rnw] y no lo que
& Este verbo significa canto aprender como comprender. l)obl1: sentido que c.1 objero de una ellas significan
famosa justa ''erbal (Placón, F.utidemo, 27Sa-277d). el m resulcado [sí se su itu yen lus térmi­
ltoi.:; oriµaivoµfvoi�). dicen que no se obtiene m is o st

7 Michel Foucault ya relaciona a estos trc.1 autores, así co rno a Zenón, en "Scpl propos sur : nos por sus expresiones equivalentes " (Alejandro de Afrodisía, siglo lll d. C., se gu ndo de los
le sepiicmc ange" (1970), en DitJ et écrit;, 1.954-1988, 4 vols., ed. de D. Defert y F. Ewald con. grandes comentaristas de Aristóteles, en Akxandri Aphrodisiemis in Ariuordis Metophyira com·
l:i. colaboración de J. Lagrangc, París. Gallimard, 1994, vol. 2. ntím. 73, pp. 13-25; reed. en menwia, cd. de M. Havduck, Berlín, G. Rcimer, 1891. Véase Alexandri Aphmdisimsis in Arútotelis
2 vols., París, Gallimard, c<>l. Qumo, 200 I, vol. l, pp. 881-893 [erad. esp.: 7 rmtencias sob"el. n.na�11icomm priomm ñbrum 1 commm111ri11m, �.<l. <le M. Wallies, Rerlín, G. Reimcr, 1883, co!.
7° .ingel Madrid, Arena Libros, 19991. En 1970. Foucaulc publicó. de Jean-Pier re Brisset, ÚI Coinmentiria in Ariscotdem GtacOI, 11. l; cirado en William C,:i.lvert Kncalc y Martha Kneak.
Cmmmaire logiq11e, Pa rís, Tchou, en tanto que Deleuze prologó un libro de Lo uis Wolfson, ú The Dt·vef.opment ofLo¡jc, op. cit. • p. 158).
Schizo et les langue;, l'arí.1, Gallimard. Esrns lib ros prescncan diferentes ¡rat:i.mientOS del discurso
como cosa y no como significante; un ripo de análisis prefigurado en .'vlichel Fo ucault, Raymond
Rormel, Pa rl> , Gallimard, 196.) [erad. esp.: Rnyrnond Rorwel. México, Siglo XXI, 1973}. Giltcs
Deku:te menciona a ln� mismos autores y su régimen de los signos en f,qgiqut du sms [1969),
París, Minuit, col. Critique, 1982 [uad. esp.: lágica delsentido, Barcelona, Pa.id6s, 1989], donde
la cuesti<'>n es "derribar el platonismo"'.

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