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Tesis análisis del concepto de placer y la ética de Epicuro.

La base de la ética de Epicuro es que bueno es todo lo que produce placer.  Según
Epicuro, el placer es un bien inherente a nuestra naturaleza y estamos destinados a
buscar el placer. En total contraste con la teoría de Sócrates, Platón y Aristóteles,
quienes defendían la tesis de la razón sobre las pasiones y los impulsos; Para
Epicuro de Samos, el único criterio de verdad lo proporciona el cuerpo, y el placer
es el medio por el cual una persona alcanza la felicidad.
- El placer.
Epicuro explicaba el placer como la ausencia de dolor, y para evitar el dolor hay que
buscar los placeres elementales desenfrenados, sin caer en la esclavitud de la
necesidad. El propósito de nuestra vida es el placer. Pero no cualquier placer, sino
uno tranquilo y duradero.
Según la ética epicúrea, el placer genuino es un placer calculado, producto de un
buen autocontrol y una buena madurez intelectual. Alcanzamos esta alegría cuando
ganamos el control completo sobre nosotros mismos, nuestros propios deseos y
afectos.

Según (Peña, 2021) “Entonces los placeres necesarios serán aquellos


indispensables, tanto para la salud del cuerpo como la del alma, pues su objetivo es
brindar felicidad al ser humano, así un cuerpo enfermo necesariamente padece
dolor, es fácil experimentar esto en la enfermedad misma, donde tanto el cuerpo
adolece, como la mente”.

Pero hay que aclarar que no se trata de eliminar sistemáticamente las pasiones,
sino de eliminar los obstáculos a la felicidad. Miedo, Dolor, Tristeza y Preocupación.
El placer, así entendido, no es sólo físico, sino también intelectual. Por lo tanto,
lograr la tranquilidad del alma (Ataraxia) requiere un equilibrio entre nuestros
sentidos y pensamientos.

Epicuro nos dice: “Debemos saber escoger los placeres”.

Aunque la felicidad de Epicuro consistía en vivir en un placer constante, no se


trataba de cualquier placer, había que elegirlo sabiamente. Epicuro distingue entre
deseos naturales y deseos vanos, mientras que entre los deseos naturales hay
deseos necesarios y sólo naturales. Así, entre los deseos necesarios, algunos son
necesarios para la felicidad, otros para el resto del cuerpo y otros aún para la vida
misma.

El placer y el sufrimiento son el resultado de la realización o frustración de los


deseos. Del mismo modo, los placeres vanos son malos porque son difíciles de
conseguir, fáciles de perder y, a la larga, solo nos hacen daño. La verdadera
sabiduría radica en conocer nuestras verdaderas necesidades, minimizarlas y evitar
el deseo de poseer más. Porque la verdadera alegría no está en las cosas
materiales, sino en el conocimiento y la amistad.

Según Epicuro, no somos felices porque tememos a los dioses ya la muerte. Creía
que los dioses existían y estaban hechos de átomos como todo lo demás. Así que
no les tengas miedo. Epicuro pensaba que la ética del placer está basada en la
serenidad y en ser autosuficiente.

En cuanto a la muerte, no es más que el desdoblamiento de los átomos que nos


componen. Así mismo, comprender que la muerte no es nada para nosotros nos
permite disfrutar de nuestra vida terrenal. Aristóteles y Epicuro tenían el mismo
pensar ya que decían que la ética del placer se basa en la autonomía. Nos
deshacemos del sufrimiento cuando sabemos elegir el placer y sabemos medirlo. Lo
importante es encontrar la calma y la independencia dentro de uno mismo. Pero,
también, debemos ser amables sin ser supersticiosos. No hay nada bueno en ser
bueno en tener miedo de un poder superior.

Aquí también se nos abre un tema como es la interpretación estándar del


hedonismo epicúreo. Bien pues el término de Epicuro Hedone es un nombre
genérico que se aplica a varios tipos de placeres. En primer lugar, debemos
distinguir y comprender la relación entre los placeres físicos y los placeres del alma.
Los placeres físicos y algunos placeres mentales están asociados al contacto más
directo con el mundo y se dan simultáneamente con la satisfacción de las
necesidades naturales y necesarias para la supervivencia.

Epicuro sostiene que la insatisfacción última de estos deseos se experimenta como


dolor físico y psíquico, y nuestra experiencia cotidiana lo confirma: por no estar
dirigidos, tienen un carácter deliberadamente indeterminado, y pueden contentarse
con fines fáciles o difíciles de obtener. alcanzar. Puede suceder que nuestras vanas
opiniones dirijan nuestros deseos naturales a objetos a los que se satisfacen pero
que no constituyen los fines necesarios. De esta forma, por ejemplo, el apetito
necesario y natural, que se satisface por completo con la ingestión de agua y pan,
se transforma en un deseo natural e innecesario de comer platos refinados
incontrolables.

Argumenta que estos deseos surgen exclusivamente de opiniones vacías, que


conducen a deseos por objetos que no nos son naturales. La frustración potencial
con estos deseos innecesarios afecta no solo físicamente sino también
emocionalmente. La tristeza, por ejemplo, puede ser causada por dificultades para
satisfacer deseos que erróneamente pensamos que son necesarios, como es el
caso de las opiniones vacías. Por lo tanto, buscar alimentos que no están
disponibles puede impedirnos saciar el hambre con los alimentos que tenemos.

Además de la distinción entre placeres corporales y psíquicos, Epicuro distinguió


entre placeres cinéticos y estáticos o constitutivos. Según la interpretación estándar
del hedonismo de Epicuro, definiría el placer estático como la ausencia de dolor y
perturbación psíquica, y le daría un lugar destacado en su axiología. La base textual
de esta interpretación se encuentra en la Carta a Meneceo: "Por eso, cuando
decimos que el placer es el fin último queremos decir “que no sufre dolor en el
cuerpo ni se turba en el espíritu".
Bibliografía
Peña, F. (2021). Análisis del concepto de placer y la ética de Epicuro. En F. Feña, Análisis del
concepto de placer y la ética de Epicuro (pág. 2). Quito.

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