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El placer y la felicidad

Grabado de un busto de Epicuro en la Villa de los Papiros.

Epicuro consideraba que la felicidad es el fin último de la vida y que consiste en vivir en
continuo placer (hedoné). Este punto de su doctrina ha sido a menudo objeto de
malentendidos. Epicuro realizó una cuidadosa categorización de los placeres y dolores en
virtud de los beneficios que producen.

“Y, puesto que éste es el bien primero y connatural, por ese motivo no elegimos todos los
placeres, sino que en ocasiones renunciamos a muchos cuando de ellos se sigue un
trastorno aún mayor. Y muchos dolores los consideramos preferibles a los placeres si
obtenemos un mayor placer cuanto más tiempo hayamos soportado el dolor. Cada placer,
por su propia naturaleza, es un bien, pero no hay que elegirlos todos. De modo similar, todo
dolor es un mal, pero no siempre hay que rehuir del dolor.”
Epicuro, Carta a Meneceo

Epicuro valoraba como placer fundamental la tranquilidad del alma (ataraxía) y la ausencia
de dolor (aponía): “la ausencia de turbación y de dolor son placeres estables; en cambio, el
goce y la alegría resultan placeres en movimiento por su vivacidad".49 Cuando decimos,
entonces, que el placer es un fin, no nos referimos a los placeres de los inmoderados, sino
en hallarnos libres de sufrimientos del cuerpo y de turbación del alma. En efecto, Epicuro
señala que existen tres tipos de placeres:
 Los naturales y necesarios: las necesidades físicas básicas, alimentarse, calmar la
sed, el abrigo y el sentido de seguridad.
 Los naturales y no necesarios: disfrutar de una comida sabrosa, de los placeres de
carácter espiritual o la gratificación sexual.
 Los innaturales e innecesarios, que considera superfluos: la fama, el poder político o
el prestigio.

Epicuro formuló algunas recomendaciones en torno a todas estas categorías de deseos:

 El hombre debe satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más


económica posible.
 Se pueden perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción del
corazón, pero no más allá.
 No se debe arriesgar la salud, la amistad, la economía en la búsqueda de satisfacer
un deseo innecesario, pues esto solo conduce a un sufrimiento futuro.
 Hay que evitar por completo los deseos innaturales innecesarios, pues el placer o
satisfacción que producen es efímero.

También distinguía entre dos tipos de placeres, basados en la división del hombre en dos
entes diferentes pero unidos, el cuerpo y el alma:

 Placeres del cuerpo: aunque considera que son los más importantes, en el fondo su
propuesta es la renuncia de estos placeres y la búsqueda de la carencia de apetito y
dolor corporal;
 Placeres del alma: el placer del alma es superior al placer del cuerpo, pues el
corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es efímero y temporal,
mientras que los del alma son más duraderos y además pueden eliminar o atenuar
los dolores del cuerpo.

Epicuro dice que “todo placer es un bien en la medida en que tiene por compañera a la
naturaleza”. Los placeres vanos no son buenos, porque a la larga acarrearán dolor y no solo
son más difíciles de conseguir, sino además más fáciles de perder. También habla de la
importancia de poseer una virtud para elegir y la estima en cuanto a los placeres que puede
producir. Virtudes son tales como la sencillez, la moderación, la templanza, la alegría, la
prudencia, etc. Para Epicuro es imposible vivir placenteramente sin vivir virtuosamente y
viceversa.50 El discernimiento de los diferentes placeres y la recta prudencia, permiten
acercarse a una vida feliz.

Epicuro agradeció a la naturaleza "por haber hecho las cosas necesarias fáciles de adquirir,
y las que son difíciles de adquirir, innecesarias". Epicuro vivió austeramente, comiendo una
dieta simple de pan, queso, aceitunas y bebiendo una copa de vino ocasionalmente. Una
vida plena privada, rodeada de amistades y de placeres moderados con el mínimo de
dolores posibles y tranquilidad en el alma, brinda la felicidad.51

El amor y la amistad
Epicuro tenía una opinión dudosa sobre el placer del sexo y el matrimonio, se disputa si lo
rechazaba o lo aceptaba en ciertos casos.52 Filodemo afirmó que los epicúreos no
respetaban la fidelidad conyugal.53 En cambio, sostuvo que las amistades platónicas son
esenciales para vivir una vida feliz. Una de las Máximas Capitales dice: "De las cosas que
la sabiduría adquiere para la bienaventuranza de la vida en general, la más grande es la
posesión de amistad".5455 La amistad epicúrea es una relación natural basada en un amor
mutuo e indispensable para identidad personal, lo que revela al amigo epicúreo como otro
yo.50

El tema de la amistad es un tema paradójico en Epicuro, como lo es en Aristóteles. De


hecho, al igual que Aristóteles, Epicuro considera que el sabio es autosuficiente, que la
autosuficiencia y la autarquía son un gran bien. El hombre sabio debe mantener su
independencia y, sin embargo, considera Epicuro que la amistad no es para los sabios un
medio simple sino un bien en sí mismo.

Los animales y el vegetarianismo

En los fragmentos de sus obras recomendó una dieta a base de pan, agua, vino y queso,
como él mismo hizo.56

Los epicúreos tienen cierta tendencia a establecer continuidades entre animales y seres
humanos.57 Epicuro criticó el antropocentrismo aristotélico, aunque no rechaza la primacía
humana sobre los animales, y afirma que todos los seres vivos están dotados de sensibilidad
y buscan placer como los hombres que tratan de evitar el dolor.58 A diferencia de los
platónicos, su respeto por la vida animal se basa en motivos sensoriales y no puramente
religiosos o filosóficos.

No prescribió el vegetarianismo, sin embargo, al menos de acuerdo con el testimonio del


platónico Porfirio, él instó a sus discípulos a respetar a los animales y a una dieta sin
carne.5960

Política

En contraste con los estoicos, los epicúreos mostraron poco interés en participar en la
política de la época, ya que hacerlo genera problemas. En su lugar, abogó por el abandono
de la vida civilizada.61 Este principio se resume en la frase torno biōsas ( λάθε βιώσας ),
que significa "vive en la oscuridad", "vive la vida sin llamar la atención"62, es decir, vive
sin perseguir la gloria o la riqueza o el poder, pero anónimamente, disfruta de pequeñas
cosas como la compañía de amigos.63

"Nos debemos liberar de nosotros mismos de la prisión de los asuntos habituales y


políticos."
Epicuro, Sentencias Vaticanas, 58

Plutarco elaboró sobre este tema en su ensayo An rectum dictum sit latenter esse vivendum
en su obra Moralia.64

La Justicia

La reflexión acerca de la fundamentación racional de la justicia es una constante en la


antigua filosofía griega. Platón, Aristóteles y Zenón de Citio creían en la existencia de una
idea universal de justicia (sabiduría, prudencia, ley natural), principios que negó Epicuro.65
Epicuro tenía una teoría de la justicia basada en convención a un contrato social:

"La justicia no era desde un comienzo algo por sí mismo, sino un cierto pacto sobre el no
hacer ni sufrir daño surgido en las relaciones de unos v otros en lugares y ocasiones
determinados."
Epicuro, Máximas capitales, XXXIII

Las leyes que son útiles para promover la felicidad son justas, pero las que no son útiles no
lo son.66

Teología

Su Carta a Meneceo, es un resumen de sus propias enseñanzas morales y teológicas.


Epicuro concibió a los dioses antropomórficamente compuestos de átomos más
perdurables67 y argumentó que los dioses son cognoscibles por la mente. Unos subsisten en
la individualidad material, otros en la semejanza de forma, producidos por el continuo flujo
de los simulacros semejantes que constituyen el mismo objeto; son antropomorfos.6869 No
se debe temer a los dioses, porque son perfectos y por lo tanto, son felices y no lastimarían
a las personas.48

Según George K. Strodach, Epicuro podría haber prescindido fácilmente de los dioses por
completo sin alterar en gran medida su visión materialista del mundo, pero los dioses aún
desempeñan una función importante en la teología de Epicuro como el parangón de la
virtud moral.70

Paradoja de Epicuro

Artículo principal: Problema del mal


En Diálogos sobre la religión natural (1779), David Hume también atribuye el argumento a
Epicuro.71

Dentro de la filosofía de la religión, el problema del mal es el problema de reconciliar la


existencia del sufrimiento con una deidad omnisciente, omnipresente, omnipotente y
omnibenevolente.

Lactancio atribuye este trilema a Epicuro en De Ira Dei, 13, 20-21:7273

Dios, dice, desea eliminar los males y no puede; o Él es capaz, y no está dispuesto; o Él no
está dispuesto ni es capaz, o Él está dispuesto y es capaz. Si Él está dispuesto y es incapaz,
es débil, lo cual no está de acuerdo con el carácter de Dios; si Él es capaz y no está
dispuesto, Él es envidioso , que está igualmente en desacuerdo con Dios; si no está
dispuesto ni es capaz, es envidioso y débil a la vez, y por lo tanto no es Dios; Si Él está
dispuesto y es capaz, lo que por sí solo es apropiado para Dios, ¿de qué fuente son los
males? ¿O por qué no los quita?
Lactancio, De Ira Dei, 13, 20-21

Ha quedado planteado patentemente en una cita:

¿Es que Dios quiere prevenir la maldad, pero no es capaz? Entonces no es omnipotente. ¿Es
capaz, pero no desea hacerlo? Entonces es malévolo. ¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De donde
surge entonces la maldad? ¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué
llamarlo Dios?
Paradoja de Epicuro74

Ningún escrito existente de Epicuro contiene este argumento. Sin embargo, la gran mayoría
de los escritos de Epicuro se han perdido y es posible que se haya encontrado alguna forma
de este argumento en su tratado perdido Sobre los dioses, que Diógenes Laercio describe
como una de sus más grandes obras. Si Epicuro realmente hizo alguna forma de este
argumento, no habría sido un argumento en contra de la existencia de las deidades, sino un
argumento en contra de la divina providencia.75 Los dioses habitan en los intermundia y no
se preocupan en absoluto de los asuntos humanos.69

Legado
Antigüedad

Bustos de Sócrates, Antistenes, Crisipo de Solos y Epicuro.

El epicureismo fue muy popular desde el principio.76 Diogenes Laercio registra que el
número de epicúreos superó las poblaciones de ciudades enteras.77 Sin embargo, Epicuro no
fue admirado universalmente y, durante su vida, fue vilipendiado como un bufón ignorante
y sibarita egoísta. Aristóteles lo menospreciaba, llamándole «libertino» y «glotón». Epicuro
llegó a calificar a los cínicos como enemigos de Grecia y a los escépticos de «ignorantes» e
«iletrados».78 Se mantuvo como el filósofo más admirado y menospreciado en el
Mediterráneo durante los próximos cinco siglos.79 El sucesor de Epicuro en dirección al
Jardín fue Hermarco de Mitilene, y Polistrato. Otros epicúreos contemporáneos a ambos
fueron Metrodoro y Colotes. Entre los epicúreos del siglo II a. C., debe mencionarse a
Demetrio de Lacón, de cuyas obras quedan algunos fragmentos, y Apolodoro, que escribió
más de 400 libros. Su discípulo Zenón de Sidón también escribió muchas obras, y su
sucesor fue Fedro. Filodemo de Gadara en los papiros herculaneos, que comprenden
numerosas obras epicúreas. Patro fue el líder de la escuela hasta el 51 a.C.80

Las enseñanzas de Epicuro fueron introducidas en la filosofía y la práctica médica por el


médico epicúreo Asclepíades de Bitinia, quien fue el primer médico que introdujo la
medicina griega en Roma. Asclepíades presentó el tratamiento simpático, agradable e
indoloro de los pacientes. Abogó por un trato humano a las personas con trastornos
mentales y el trato de terapias naturales, como la dieta y los masajes.81

El epicureísmo ya se había introducido en Roma, en el siglo II a. C. La primera persona en


difundir sus doctrinas en la prosa latina fue un cierto Amafinio.80 El devoto seguidor de
Epicuro, el poeta romano Lucrecio, en su poema De rerum natura declaró que las prácticas
religiosas populares no solo no inculcan la virtud, sino que resultan en "delitos tanto
malvados como impíos", citando el sacrificio mítico de Ifigenia como ejemplo. Este mito
como un ejemplo de los males de la religión popular, en contraste con la teología más sana
defendida por Epicuro. También argumenta que la creación divina y la providencia son
ilógicas, no porque los dioses no existan, sino porque estas nociones son incompatibles con
los principios epicúreos de la indestructibilidad y la bienaventuranza de los dioses.70

Muchos romanos, tuvieron una visión negativa del epicureismo, ya que consideraban que
su defensa de la búsqueda de voluptas ("placer") era contraria al ideal romano de virtus
("virtud masculina"). Por lo tanto, a menudo se estereotipaban a sus seguidores como
débiles y afeminados. Los críticos prominentes de su filosofía incluyen a autores como
Cicerón76 y el estoico Séneca80 y el griego neoplatónico Plutarco.77 En De finibus, Cicerón
reproduce una conversación en donde se debate acerca de cuál es el bien último con sus
amigos Lucio Manlio Torcuato y Gayo Valerio Triario, quienes defienden las enseñanzas
éticas de Epicuro, las cuales Cicerón critica.82 El filósofo escéptico posterior Sexto
Empírico rechazó las enseñanzas de los epicúreos específicamente porque los consideraba
como "dogmaticistas" teológicos.75 Diógenes Laercio elogió a Epicuro: «era un hombre
excelente en todos los aspectos».83 El escritor escéptico Luciano de Samósata se apoyó vez
en el epicureísmo para ridiculizar la superstición, las prácticas religiosas y creencia en lo
paranormal. Dejó escrito este encomio a Epicuro:

Qué bendiciones crea ese libro para sus lectores y qué paz, tranquilidad y libertad engendra
en ellos, liberándolos como lo hace de los terrores, apariciones y portentos, de vanas
esperanzas y an

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