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UNIVERSIDAD CATOLICA SANTA ROSA

CATEDRA DE DERECHO CIVIL V – OBLIGACIONES III APUNTES

TEMA #1: FUERZA OBLIGATORIA DE LOS CONTRATOS


I. Disposición legal
A. Artículo 1.159. Los contratos tienen fuerza de Ley entre las partes. No pueden revocarse sino por
mutuo consentimiento o por las causas autorizadas por la Ley.
B. Artículo 1.160. Los contratos deben ejecutarse de buena fe y obligan no solamente a cumplir lo
expresado en ellos, sino a todas las consecuencias que se derivan de los mismos contratos, según la
equidad, el uso o la Ley.
II. Generalidades
A. El contrato, entendido como el producto de la manifestación concurrente de voluntad de las partes
de obligarse a ejecutar determinadas prestaciones, es de obligatorio cumplimiento para ellas, so
pena de incurrir en responsabilidad civil por incumplimiento.
B. El cumplimiento del contrato de la forma establecida voluntariamente por las partes, es quizás la
consecuencia más importante de los efectos internos del mismo y se extiende, además, a los
principios que rigen su interpretación.
C. La denominación y calificación del contrato legalmente perfeccionado es de orden público. En tal
sentido, la denominación y calificación que las partes le atribuyan al mismo no tiene valor alguno
por lo que respecta al contrato en sí, el cual tendrá la que el juez le atribuya de acuerdo a las
características que al contrato, conforme a su contenido, le fueron atribuidas por el legislador.
D. El contrato podrá revocarse por el mutuo consentimiento de las partes, otorgado de la misma forma
como se manifestó para constituirlo.
III. El cumplimiento del contrato por las partes
Los contratantes están obligados a cumplir el contrato de la misma forma que están obligados a
cumplir la ley.
El contrato debe ajustarse a las estipulaciones establecidas en la ley para su validez y eficacia. En
cuanto a su cumplimiento de un contrato se distinguen dos situaciones perfectamente determinadas:
las expresas, contenidas en el texto del contrato explícitamente; y las tácitas, que son aquellas que
deben suponerse formando parte del contrato, pero que no fueron formalmente expresadas.
A. Cumplimiento de las estipulaciones expresas
Artículo 1.264. “Las obligaciones deben cumplirse exactamente como han sido contraídas. El
deudor es responsable de daños y perjuicios, en caso de contravención.”
El artículo citado contiene el principio rector en materia de cumplimiento de las obligaciones, en
consecuencia las obligaciones deben cumplirse tal cual y como fueron contraídas, al pie de la letra.
En caso de controversia, el juez sin aplicar criterios subjetivos condenará al deudor a ejecutar su
prestación, salvo que la misma sea objetivamente imposible de ejecutarse; entonces el juez podría
acordar una solución distinta.
B. Cumplimiento de estipulaciones tácitas
En cuanto a las estipulaciones tácitas hay dos situaciones a considerar: si se trata de la prestación de
un servicio sin especificar su calidad, o si se trata de proporcionar una cosa sin especificar su clase o
calidad.
En el primer caso, el principio que rige está contenido en el artículo 1.270 C.C. que establece: “La
diligencia que debe ponerse en el cumplimiento de la obligación, sea que ésta tenga por objeto la
utilidad de una de las partes o la de ambas, será siempre la de un buen padre de familia, salvo el
caso de depósito. Por lo demás, esta regla debe aplicarse con mayor o menor rigor, según las
disposiciones contenidas, para ciertos casos, en el presente Código”.
En el segundo caso, el principio rector está contenido en el artículo 1.294 C.C., que dispone: “Si la
deuda es de una cosa determinada únicamente en su especie, el deudor, para libertarse de la

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obligación, no está obligado a dar una de la mejor calidad ni puede dar una de la peor”.
C. La buena fe en la ejecución de las prestaciones
El Legislador en el artículo 1.160 del Código Civil dispone: “Los contratos deben ejecutarse de buena
fe y obligan no solamente a cumplir lo expresado en ellos, sino a todas las consecuencias que se
derivan de los mismos contratos, según la equidad, el uso o la Ley.
Este principio de buena fe en la ejecución de los contratos, comporta el compromiso de las partes
de colaborar una con la otra, prestando el apoyo llevado al máximo posible, dentro de los límites de
lo estipulado, para el cumplimiento satisfactorio de las obligaciones. Así, el deudor no está obligado
con el acreedor a dar más, y tampoco puede dar menos; ni el acreedor puede exigir más, y tampoco
puede ser coaccionado a recibir menos. Dicho de otra forma, las partes están obligadas a facilitarse
recíprocamente la ejecución de sus respectivas prestaciones.
D. La equidad, el uso y la ley en la ejecución de los contratos
La Equidad, definida como “la justicia del caso concreto”, es decir, la solución específica de un caso
particular, procura conservar el equilibrio de las partes en el cumplimiento de las prestaciones,
teniendo como norte la igualdad de las mismas.
El uso es otra forma de suplir las deficiencias existentes en el contrato, pero solo cuando está
expresamente establecido en una disposición contractual o en una legal.
En cuanto a la ley, ésta suplirá cualquier deficiencia que exista en el contrato, en aquellas
situaciones no previstas expresamente por las partes. Cuando la norma sea de orden público,
imperará siempre sobre la voluntad expresa de las partes, ya que por su carácter no puede ser
relajada. En el caso de los contratos innominados, la ley tiene especial importancia en los casos de
ausencia de disposiciones contractuales expresas, ya que por ser contratos que carecen de
regulación especial de la ley, determinadas situaciones no están contempladas en ella.
E. El propósito y la intención de las partes
Este principio está consagrado en la parte in fine del artículo 12 C.P.C., que dispone: “En la
interpretación de contratos o actos que presenten oscuridad, ambigüedad o deficiencia, los jueces
se atendrán al propósito y la intención de las partes o de los otorgantes, teniendo en mira las
exigencias de la ley, de la verdad y de la buena fe”. En este caso el juez deberá determinar cual fue
la intención de las partes con el contrato, qué se proponían regular, resolver, o evitar con el
contrato.
IV. La interpretación del contrato por el juez
En la interpretación del contrato por el juez se cumplen dos facetas: la calificación de la naturaleza del
contrato; y la interpretación propiamente dicha.
A. La calificación de la naturaleza del contrato es de orden público y corresponde primeramente al
legislador. Así, por ejemplo, el artículo 1.579 C.C. dispone: “se entenderán que son ventas a plazo,
los arrendamientos de cosas muebles con la obligación de transmitir al arrendatario en cualquier
tiempo la propiedad de las cosas arrendadas”.
B. La interpretación propiamente dicha comporta por el juez tomar en cuenta determinados
principios y normas establecidas en la legislación, la doctrina y la jurisprudencia, que determinan el
orden de prioridad que debe seguir el juez para la interpretación de los contratos. Así, el juez debe:
primero, aplicar la ley, es decir las normas expresas de orden público contempladas en el
ordenamiento positivo que individualizan cada contrato; segundo, tener por norte la verdad, es
decir, identificar de acuerdo al contenido del contrato la verdadera finalidad del mismo y la
intención que pueda atribuirse a las partes; tercero, aplicar las normas jurídicas establecidas por el
legislador para aquellas situaciones no previstas por las partes; cuarto, las normas de la buena fe, de
obligatoria aplicación en la interpretación del contrato; quinto, atender a la equidad, procurando la
igualación de las partes conforme a la propia estructura del contrato; y sexto, atender al uso o

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costumbre, siempre y cuando no se trate de una costumbre contraria a la ley.

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