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de la reclasificación social a la
descalificación política
Escrito por Marissa Bazán Díaz, Juan Archi Orihuela Revista Ideele
N°308. Enero – Febrero 2023.
Incluso, la ideología a fines del siglo XIX, tras la derrota de la Guerra del
Pacífico, los concibió como un problema (“el problema del indio”) por
aquellos que no eran considerados como indígenas. Por otro lado, desde
el ámbito de la política se los percibió casi siempre de manera paternalista
y como sujetos manipulables. A su vez fueron utilizados como “chivos
expiatorios” de los hechos políticos que tuvieron tendencia a cuestionar el
orden social. De esta manera, se desplegó una serie de ideas, en diferentes
momentos históricos, con las que se los deshumanizó, motejó y anuló
como interlocutores válidos.
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costumbres y credos. Además, se les brindó instancias especiales como el
reconocimiento de los pueblos de indios (tierras de la comunidad),
protectores de sus derechos, las Leyes de Indias, el estatus especial a los
descendientes de los incas y la colocación de autoridades locales como los
caciques, entre otras obligaciones y derechos.
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Si bien con esta nueva forma de gobierno los peruanos pasaban de ser
súbditos a ciudadanos, en el caso de los indios se hizo una reclasificación
que encondió muchas continuidades. El tributo indígena de la colonia
pasó a llamarse “contribución voluntaria” y la obligatoriedad de la mita (a
la cual llamaron “república”, significante que aún se mantiene en la sierra
norte), se mantuvieron bajo el discurso que era la demostración de los
indios del ser defensores de la república, haciéndolos “calificados”
(Manrique, Nelson. 2004. Pp. 17-26). También se mantuvo la
infantilización de los indios, pero con la destrucción de espacios e
instituciones que daban ciertos beneficios y capacidad de agencia a los
indígenas durante la colonia. En el Virreinato del Perú se podían realizar
reclamos en la Real Audiencia sobre la base de las Leyes de Indias y con la
ayuda del Protectorado de indios; tras su desintegración, estos no fueron
reemplazados por instituciones o una legalidad similar porque
jurídicamente todos “los peruanos” eran ciudadanos, es decir, iguales ante
la ley.
Al respecto, cabe reparar en que cuando San Martín les dio la categoría de
“peruanos”, observó que uno de los óbices para reconocerlos como
ciudadanos era, precisamente, su ignorancia (Aljovín, 2000. Pp. 96-99).
Además, durante la guerra de independencia, Simón Bolívar denunció a la
elite cusqueña por el apoyo brindado a las fuerzas realistas, señalándola
como cómplice del dominio hispánico. Los primeros años de la república
decimonónica no tuvo como prioridad el fortalecer un sistema educativo
amplio y moderno que incluyera a los indígenas para lograr reclasificarlos
como ciudadanos en ejercicio; de hecho, esto tampoco fue una prioridad
durante la época del guano (Deustua, José. 2020. Pp. 175-192).
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rasgos caucásicos y/o mestizos, los cuales aseguraron su hegemonía
apelando a alternativas legales, discursivas y tradicionales (Thurner,
Mark. 2006. Pp. 38-40).
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podía explicar la falta de desarrollo del país. Dicho razonamiento hace
comprender la “Ley de Inmigración de 1893”, la cual promovía la llegada
de población europea, con la finalidad de “mejorar la raza”. A su vez, se
postuló que la educación podría rescatar a los indígenas si estos
adoptaban la cultura occidental. Estas propuestas dejaban de lado
medidas de exterminio físico optando por el etnocidio cultural (Manrique,
Nelson. 2004. P. 20).
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Frente a esto se intentó una nueva reclasificación a partir de la
constitución de la base material surgida en este nuevo siglo; a saber, la
barriada y el migrante, principalmente andino. El significante, también de
origen colonial, para referir aquel fenómeno fue en su momento el de
“cholo”. Incluso se ensayó y nominó aquel proceso de cambio como el
proceso de “cholificación” de la sociedad peruana (Quijano, Aníbal. 1980.
Pp. 80-104). Los hechos que generaron aquel proceso fue llamado
figurativamente como “desborde popular”, que comprendió la migración
del campo a la ciudad (fenómeno inherente al crecimiento de las todas las
ciudades en el mundo), la aparición de la barriada como parte del
crecimiento del casco urbano (significante que fue cambiando en función
de su valoración estética y política), el incremento de la economía
informal (la venta de mercancías en la vía pública sin regulación alguna) y
los mecanismos de marginación sociocultural como la discriminación
(Matos Mar, José. 1984. Pp. 65-100).
Durante la segunda mitad del siglo XX, tras una serie de disputas —entre
triunfos y fracasos— de los movimientos sociales anteriormente
mencionados, se generaron dos hechos que cambiaron la reclasificación
social de este nuevo período. En primer lugar, la reforma agraria
velasquista (1969), la cual desmontó el sistema de haciendas que
articulaba las relaciones de poder del gamonalismo y la reproducción
socioeconómica de las comunidades indígenas que gozaba de una base de
reproducción económica y productiva que ejecutaba mecanismos de
dominación y de explotación de la fuerza de trabajo del indígena, quien
fue visto como sujeto productivo del trabajo servil y como subalterno
racializado ((Valderrama, Mariano. 1976; Caballero, José María. 1981.
Pp.247-250). La carga semántica de valoración negativa que adquirió el
término “indio” o “indígena”, bajo este sistema de hacienda, no fue un
hecho anecdótico u esporádico, sino que se convirtió en el significante
ideológico del orden de la dominación de clase y etnia, sobre sobre todo
en la tradicional serrana.
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De esta manera, con la reforma agraria desaparecieron las relaciones
sociales que hacían posible la reclasificación social como “indio” en el área
andina. Por eso, este significante perdió gradualmente su carga semántica
que lo contraponía a un poder ya inexistente, el poder del gran latifundio.
En su lugar, la ampliación del significante “campesino” permitió la
autoafirmación del sujeto andino como parte de una clase productiva y
propietaria. Pero la tregua que alcanzó con la reforma le duró muy poco,
ya que una época sombría estaba por llegar.
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contrasubversivas apuntó a desparecerlos de las barriadas, los
asentamientos humanos, la escuela pública, las organizaciones sociales de
base y de los distritos de mayor densidad migratoria del área andina,
como los distritos de Lima Este, Sur y Norte (Poole, Deborah y Rénique,
Gerardo. 2018. Pp.123-137). En este escenario, el racismo histórico se
adaptó para legitimar temores infundados sobre el cuestionamiento al
orden social establecido. El resultado fue que coloquialmente el terrorista
se reclasificó como “terruco” o “tuco”.
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De esta manera, surge como práctica el denominado “terruqueo”, cuyo
objetivo es la descalificación política y la justificación de toda represión,
recreando imaginariamente el escenario subversivo del ochenta, a través
del lenguaje y la manipulación de la información audiovisual. El
terruqueo reproduce y actualiza las clasificaciones que se han producido
sobre el indio en nuestra historia republicana. De ahí que esta práctica
descalificativa despierte el racismo y la discriminación por otros medios, a
saber, el que dirige las protestas o movilizaciones sería un terrorista
movido por oscuros intereses foráneos.
Por último, para esta visión conspiracionista, los líderes de las protestas
complotan en contra del país en función de sus intereses particulares
porque son “seres malvados”; mientras que los seguidores (de las
protestas) serían unos sujetos engañados, manipulados, sin capacidad de
agencia, ignorantes; en otras palabras, se trata de “indios, cholos,
campesinos, provincianos”, por mencionar algunos apelativos. Así al indio
o indígena se le ha negado, a lo largo de la historia, la participación
política: se procuró mantenerlo en el analfabetismo, se lo calificó como
“mala raza” y, en los últimos tiempos, se pretende asociarlo con el
terrorismo. Es la reclasificación y descalificación que, a la luz de los
hechos actuales, siguen vigentes.
Referencias
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Orrego Penagos, Cristóbal Aljovín y José Ignacio López Soria
(compiladores) Las independencias desde las perspectivas de los actores
sociales.Lima: UNMSM, PUCP, OEI.
Matos Mar, José (1984). Desborde popular y crisis del Estado: un nuevo
rostro del Perú en la década de 1980. Lima: IEP.
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Poole, Deborah y Rénique, Gerardo (2018). Perú: Tiempos del miedo.
Violencia, resistencia y neoliberalismo. Lima: Punto Cardinal.
Sharpe, Jim (1996). “Historia desde abajo” en Peter Burke (editor) Formas
de hacer historia. Madrid: Alianza Editorial.
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