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Parte fundamental del plan de acción social es el adecuado mantenimiento de unos niveles
aceptables de seguridad e higiene en el centro de trabajo, de ahí que la política de seguridad e
higiene se incluya dentro del plan social de la empresa.
La incorporación del plan de acción social a los planes de la empresa se debe en buena
medida a la acción de los sindicatos, en aspectos como la calidad de vida laboral, las
condiciones de trabajo o las posibilidades de ocio. De ahí que hayan demandado ventajas
sociales para los trabajadores y para sus familias.
Programas de protección.
Debemos empezar distinguiendo entre prestaciones obligatorias por Ley, que en España son
las relativas al sistema de la Seguridad Social, y prestaciones voluntarias, que complementan a
las anteriores, tales como planes de pensiones, seguros complementarios de vida, sanitarios,
de accidentes, de hogar, etc.-.
Servicios.
Las posibilidades son muy variadas: desde los comedores y servicios de cafetería o
ticket-restaurante, a las guardería o cheques guardería, los gastos de desplazamiento o
transporte colectivo, el teléfono móvil, programas deportivos, ayudas educativas,
cuidado de personas de la tercera edad, descuentos en productos de la compañía…
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En ocasiones, estas prestaciones pueden entregarse en forma de dinero, como ayudas
a la jubilación, préstamos, etc.
En relación con el tema de la retribución indirecta, se ha ido extendiendo en los últimos años el
concepto de retribución flexible, que consiste en que el propio trabajador puede decidir si
cambia retribución directa (parte monetaria del salario) por retribución indirecta de entre un
conjunto por productos o servicios ofrecidos por la empresa. De esta forma, puede obtener
varias ventajas como la fiscal, la facilidad y comodidad para contratar estos servicios y la
posibilidad de obtener descuentos al contratar de forma colectiva.
Debemos tener en cuenta, eso sí, que en España el Estatuto de los Trabajadores establece que
“en ningún caso el salario en especie podrá superar el 30% de las percepciones salariales del
trabajador ni dar lugar a la minoración de la cuantía íntegra en dinero del salario mínimo
interprofesional” (art. 26.1 del Real Decreto Legislativo 2/2015 de 23 de Octubre).
En cuanto a las ventajas, se puede diferenciar entre las ventajas para la empresa y para los
trabajadores.
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Es posible que esta forma de retribución pierda su vitalidad y no sirva para sus objetivos.
Esto ocurre cuando el disfrute de los beneficios en él recogidos se convierte en un
hábito, de tal manera que los trabajadores perciban estos beneficios como algo ya fijo, a
lo que se tiene siempre derecho.
El Análisis de Puestos de Trabajo estudia cada puesto en función de unos criterios, por
ejemplo: formación, experiencia, responsabilidades o esfuerzos físicos. Pues bien los mismos
criterios que han servido para analizar los puestos deberán servir para valorarlos. Así, cuanto
más profundo y preciso sea el análisis, más fácil y precisa será la valoración.
Los primeros intentos de VPT, van unidos a la aparición de los estudios relacionados con
la organización racional de trabajo, que se identifican con las escuelas Taylorista y Fayolista,
que se concretan en la Escuela de la Organización Científica. El primer autor que propone una
VPT es Bédaux, planteándose la necesidad de fijar los salarios de una forma racional, en base
a un procedimiento objetivo previo.
Hoy en día, las técnicas de VPT son plenamente aceptadas, en la mayor parte de las
empresas como base para la fijación de la estructura salarial, por las ventajas claras que
aportan:
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2. Este tipo de técnicas se basan en la observación de hechos objetivos y la utilización de
métodos preestablecidos, por lo que en este proceso prima la racionalidad. Esta
objetividad permite que la jerarquía de puestos que ofrece como resultado la VPT, sea la
base de la oferta que la empresa presenta en la negociación colectiva. Precisamente, por
ser el resultado de un proceso racional, la estructura salarial será más fácilmente
aceptada por la representación de los trabajadores, que si esta no fuera resultado de un
proceso de valoración.
Enlazando con lo anterior, podemos decir que se necesita llevar a cabo un proceso de
VPT cuando hay malestar en la empresa, cuando en la política salarial de la empresa no hay
equidad, o cuando hay puestos de trabajo sobrevalorados o infravalorados. Una vez detectada
esta necesidad, se plantean los objetivos concretos según las necesidades que se han
detectado.
Normalmente, se acude a consultores externos, y es que la VPT suele ser realizada, hoy
en día, por técnicos expertos, muchas veces ajenos a las empresas. No obstante, la empresa
va a crear el Comité de Valoración, donde van a participar: los técnicos de valoración,
representantes del departamento de personal y los representantes de los trabajadores. Esto es
así, porque los resultados de la valoración de los puestos tipo, van a ser la base sobre la que se
construye la estructura de salarios (sobre ella se configuran las categorías profesionales) que
habrá que concretarse con posterioridad a la hora de negociar el Convenio Colectivo.
En cuanto al método, es decir, a la técnica que vamos a utilizar, la mejor para la empresa
será la que más se adecúe a sus necesidades y objetivos. Las etapas del proceso de VPT
dependen del sistema de valoración que se aplique. No obstante, suelen ser las siguientes:
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En cuanto a la aplicación piloto, consiste en la elección de unos “puestos base” que
servirán para experimentar sobre ellos el manual de valoración del puesto. Los puestos básicos
deben ser representativos de la generalidad de puestos de la empresa, por lo que deben ser
puestos estables y estar bien descritos.
Sistema de Clasificación
1.- Sistemas Globales (no cuantitativos) Sistema de Jerarquización
Todos estos sistemas son los denominados “Sistemas Clásicos”. Aparte de estos cuatro
sistemas, existen otros más modernos. Entre ellos destacamos el Sistema Hay de Perfiles y
Escalas, el más utilizado por empresas de gran tamaño.
Se denominan de esta manera porque se basan en una valoración conjunta, global, del
puesto de trabajo, sin descomponerlo en los distintos aspectos que lo integran y que podrían
ser susceptibles de valoración.
Por otra parte, son sistemas no cuantitativos por cuanto no permiten saber cuánto más
importante es un puesto que otro dentro de la jerarquía, es decir, no cuantifican los valores de
los puestos, simplemente, los jerarquizan.
Se denominan analíticos, por valorar los puestos de trabajo atendiendo a los distintos
aspectos que incorporan, descomponiéndolo en criterios y factores. El resultado de la
valoración va a ser más fiable porque al valorar el puesto de trabajo por partes, la valoración
será más precisa.
Son sistemas cuantitativos porque se asigna un valor numérico, concreto, a cada puesto
de trabajo. Se va a poder conocer cuánto más importante es un puesto con relación a otro,
vamos a cuantificar la importancia relativa de cada uno de ellos.
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Los sistemas analíticos son más usados que los sistemas globales al ser más fiables. Los
cuatro sistemas clásicos difieren tanto por el método de comparación empleado como por la
forma de llevar cada uno el análisis, tal como se resume en el siguiente cuadro.
No hay sistemas de valoración buenos o malos, lo que hay son correctas o incorrectas
aplicaciones del sistema. El mejor sistema va a ser aquél que responda a las necesidades y a
los objetivos, y el que mejor se adecúe a los recursos de la empresa, tanto materiales como
humanos.
Veremos a continuación, como ejemplo de los sistemas no cuantitativos, el de
Clasificación y, después, completaremos lo visto en el Tema 1 sobre el Sistema de Puntos, el
más utilizado.
SISTEMA DE CLASIFICACIÓN.
Habitualmente se empieza por definir los dos grados extremos para luego definir los
restantes. Así, por ejemplo, podrían definirse los dos grados extremos de una escala de seis
como sigue:
Grado 1: Tareas rutinarias y de carácter muy sencillo; no requieren experiencia previa o
conocimiento técnico.
Grado 6: Tareas que requieren una formación especializada considerable y entrañan la
adopción de decisiones para el desenvolvimiento de la empresa; las soluciones
propuestas se revisan en algún detalle antes de ser llevadas a la práctica. Es esencial
un conocimiento amplio de las normas de conducta de la empresa.
Una vez determinados y descritos los grados que integran la escala, se procede a valorar
los trabajos asignándolos al grado que les corresponda. Dentro de cada grado, los trabajos
asignados se ordenarán por el método de jerarquización.
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Este método de valoración es sencillo, fácilmente comprensible y poco costoso. Permite la
inclusión de nuevos trabajos, o la modificación de los existentes, sin interferencias con el resto
de los trabajos valorados.
SISTEMA DE PUNTOS.
Este método requiere para su realización y aplicación seguir los siguientes pasos:
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En la selección de factores debe tenerse en cuenta que éstos deben reunir básicamente
los dos requisitos siguientes: deben ser comunes a todos los puestos de trabajo (o a la mayoría)
y deben ser discriminatorios, es decir, deben permitir diferenciar los puestos de trabajo. Es
importante acertar en esta selección, eligiendo factores que afecten a todos los trabajos, que se
den en cada uno de ellos con distinta intensidad de forma que permitan discriminar, que sean
susceptibles de ponderación y que hagan referencia al trabajo y no a la persona que lo realiza.
Hay que lograr que las definiciones de los factores sean simples, claras y concisas, sin
que se presten a confusiones, de modo que puedan ser fácilmente identificados por las
personas del equipo de calificación y aceptados sin mayor problema por todo el personal de la
empresa.
Una vez seleccionados y definidos los factores, procede establecer los niveles o grados
en que puede darse la cualidad específica de cada factor. Los grados son los distintos niveles
de intensidad con que puede presentarse un factor en un puesto de trabajo.
El número de niveles o grados que conviene establecer dentro de cada factor depende de
sus características específicas, de la ponderación que se le asigne y de las características del
propio trabajo. Un número escaso de grados puede no permitir hacer una diferenciación
suficiente entre uno y otro tipo de trabajo, mientras que un número excesivo complica la
valoración sin mejorar la precisión. Es corriente emplear tres o cinco grados para cada factor.
La definición de los grados, al igual que lo dicho respecto de los factores, debe ser clara,
concisa y explícita.
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se contrastan, se discuten y se resuelve por mayoría de votos o promediando las
opiniones cuál será la ponderación adecuada.
Este método de valoración, como los otros, también tiene sus ventajas e
inconvenientes. Entre las primeras, destacan: su grado de objetividad al valorar el trabajo, que
las diferencias relativas entre los trabajos se expresan numéricamente, el que los resultados
son uniformes y que es defendible ante los empleados.
Entre sus inconvenientes cabe señalar la dificultad que entraña la selección y definición
de factores y grados, que su aplicación requiere tiempo y que exige un considerable esfuerzo
administrativo de gestión.
Los pasos, que se corresponden con cada una de las gráficas siguientes, son:
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2º PASO: AGRUPACIÓN EN NIVELES SALARIALES DE LOS PUESTOS DE TRABAJO.
A la hora de definir las categorías salariales hay que tener en cuenta la estructura
organizativa de la empresa de tal manera que en lo posible, los puestos agrupados en un
mismo nivel, tengan niveles de responsabilidad similares. En la medida de lo posible, la
estructura salarial deberá corresponderse con la secuencia de niveles jerárquicos que existen
en la organización. Lo deseable es que la VPT valide la estructura organizativa vigente.
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3º PASO: FIJACIÓN DE BANDAS SALARIALES PARA CADA CATEGORÍA.
En los temas 1 y 2 se ha constatado la importancia que tiene, tanto para la empresa, como
para los empleados, todo lo relativo a la retribución.
A la hora de diseñar el sistema retributivo y determinar la estructura salarial, cada empresa
tiene su idiosincrasia y características internas así como circunstancias externas diferentes.
1. Retribución fija frente a retribución variable (retribución en función del puesto de trabajo
frente a retribución individual).
2. Remuneración inferior a la del mercado frente a remuneración superior a la del mercado.
3. Retribución directa frente a retribución indirecta.
4. Recompensas monetarias frente a recompensas no monetarias.
5. Elitismo frente a igualitarismo: aplicar planes de retribución diferentes para cada
colectivo (sistema de retribución elitista) o un único plan para toda la empresa (sistema
de retribución igualitario).
6. Decisiones salariales centralizadas frente a decisiones descentralizadas (tiene que ver
con el reparto de competencias sobre los Recursos Humanos).
Esta muestra de alternativas en materia retributiva, no es más que otro signo de la enorme
complejidad que, para la Dirección de Recursos Humanos, tiene la Gestión de las
Retribuciones.
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