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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA -NIETZSCHE- NOTA

FEBRERO-2020 GRUPO: ________ Nº:__________ FECHA: 12-02-2020


NOMBRE y APELLIDOS:

TEXTO: HISTORIA DE UN ERROR


1. El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, él vive en ese mundo, es
ese mundo. (La forma más antigua de la Idea, relativamente inteligente, simple, convincente.
Transcripción de la tesis “yo, Platón, soy la verdad”.)
2. El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al
virtuoso (“al pecador que hace penitencia”). (Progreso de la Idea: ésta se vuelve más sutil, más
capciosa, más inaprensible, — se convierte en una mujer, se hace cristiana…)
3. El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero ya en cuanto
pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo. (En el fondo, el viejo sol, pero visto a
través de la niebla y el escepticismo; la Idea, sublimizada, pálida, nórdica, königsburguense.)

CUESTIÓN PRIMERA (Hasta 2 puntos)


1.- Sintetiza las ideas del texto mostrando en tu resumen la estructura argumentativa o expositiva
desarrollada por el autor.

El texto que nos disponemos a comentar es una apretada historia de la filosofía narrada con el
provocador estilo metafórico que caracteriza la escritura de Nietzsche. En su exposición se
sigue un orden cronológico que va desde la filosofía platónica hasta la propia filosofía
nietzscheana (el texto consta de seis puntos en el examen aparecen los tres primeros puntos).
El tema central del texto (Cómo el “mundo verdadero” acabó convirtiéndose en una fábula)
sería mostrarnos como la historia del pensamiento y de la cultura occidental está basada en un
profundo error, por haber establecido y convertido equivocadamente que un mundo inventado
se haya convertido en el único mundo real, seguro y estable. Y se ha despreciado y condenado
cualquier otra posibilidad. Fábula significa cuento fantástico que nada tiene que ver con la
realidad.

En el primer punto, sitúa el comienzo de esta historia de la filosofía no en su comienzo real, con
los filósofos presocráticos, sino en el autor más significativo del comienzo del error, en Platón.
Ese “mundo verdadero” es, por consiguiente, el mundo de las Ideas platónicas, aquella realidad
inmaterial, que sólo se puede aprehender mediante la inteligencia, más allá de lo sensible. Se
trata de un mundo al que sólo puede acceder el sabio, aquel individuo que ha seguido el
proceso educativo propuesto por Platón. Un camino por el que dicho individuo se va desligando
de lo sensible, de aquello que captan los sentidos, de los deseos del cuerpo, para acceder, con
gran esfuerzo, a ese mundo de entidades reales, universales, ingénitas e imperecederas,
absolutas, que constituyen la única verdad, el único mundo real (el mundo sensible, aparente,
es, según Platón, una mera copia de aquel).
El segundo momento de la historia de ese gran error de la filosofía lo constituye el cristianismo.
El “mundo verdadero” se ha trasladado ahora al cielo cristiano, un mundo “(…) inalcanzable por
ahora (…)”. En efecto, con Platón, aquellos individuos elegidos que seguían el proceso
educativo hasta el final podían contemplar las Ideas. Pero en el cristianismo el cielo sólo se
disfruta tras la muerte. Para ello hay que haberlo merecido en vida, esto es, haber seguido
obedientemente las normas establecidas por el poder: es “(…) prometido (…) al piadoso, al
virtuoso («al pecador que hace penitencia»)”. Es un mundo absolutamente seductor —otra vida
después de la muerte— a pesar de que nadie lo ha visto, por lo que la idea se hace más sutil,
más etérea, imposible de aprehender. Si bien para Platón el mundo sensible era un mundo
aparente, que imitaba al verdadero, para el cristianismo nuestra vida sensible, corpórea e
instintiva es real pero completamente denostada y desvalorizada. De su represión depende en
buena medida que merezcamos “conocer” el “mundo verdadero”.

En el tercer momento de la historia, Kant, filósofo alemán del siglo XVIII, es quien determina,
según Nietzsche, el “mundo verdadero” desde su análisis del conocimiento. Explicado muy
sintéticamente Kant sostiene que en el proceso de conocimiento el sujeto que conoce aporta
ciertas categorías (espacio y tiempo en un primer nivel; unidad, pluralidad, negación,
causalidad, necesidad-contingencia, etc. en un segundo nivel) sobre el material informe que le
llega de los sentidos. El conocimiento es, pues, la síntesis de ambos componentes: lo que
aporta el sujeto y lo que proviene de la realidad exterior. El resultado es la posibilidad de
conocimiento del fenómeno. El fenómeno es para Kant objetivo, para todos igual, porque los
humanos compartimos esas categorías a priori aportadas. Es la continuación del “mundo
verdadero” platónico en cuanto que es objetivo, está ordenado por la razón y alejado de los
sentidos. Pero además, el hecho de que en todo conocimiento haya siempre algo subjetivo,
aportado por el sujeto, significa que nunca puede lograrse un conocimiento objetivo de la
“auténtica” realidad, del mundo tal y como es. Esa realidad, ese supuesto mundo objetivo, otra
versión diferente del “mundo verdadero”, es lo que Kant denomina noúmeno o cosa en sí y, por
lo que acabamos de exponer, siempre será “(…) inalcanzable, indemostrable, imprometible
(…)”. Siempre que pretendamos conocerlo estaremos aportando algo de nuestra subjetividad
que no está en él, en la realidad, en la cosa en sí. Así, nunca podemos saber cómo es ese
supuesto “mundo verdadero”. Si ese supuesto mundo verdadero material en sí es incognoscible
(sólo es cognoscible como fenómeno) mucho más lo serán “realidades” como Dios o el alma,
que no contienen nada que provenga de los sentidos. Sobre ellos no podemos aplicar ni el
espacio ni el tiempo ni las categorías pues, cuando lo intentamos, caemos en contradicciones.
Nunca podremos conocerlos, demostrarlos, como fenómenos, aunque sí podemos pensarlos.
Esto es lo que hace Kant para extraer de ellos ciertas consecuencias en forma de obligaciones
prácticas, de imperativos morales. Aunque no los podemos conocer, rigen nuestro
comportamiento: “(…) ya en cuanto pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo”. Así,
pues, con Kant el “mundo verdadero” continúa alejado del ser humano, sigue siendo
“inalcanzable” e indemostrable, además de ejercer un poder sobre el individuo en forma de
imperativo.

En el punto dos que corresponde al cristianismo el mundo verdadero se sitúa en la otra vida, en
el cielo, y aunque todavía es inasequible, es el objeto de la promesa del sabio, del piadoso y del
virtuoso como premio a una vida de sacrificio y penitencia. El cristianismo consuma este
movimiento introspectivo socrático del conocimiento de sí mismo al llevar a cabo una
descalificación de las pasiones, al invertir los valores y hacer pecaminosos los instintos. El
modelo de hombre a seguir es el de los ascetas y los sacerdotes.

SEGUNDA CUESTIÓN (Hasta 2 puntos)


2.- Define el término “Idea” partiendo de la información ofrecida por el texto y completándola con el
conocim
El término “Idea” tiene en común en los tres apartados el ser sinónimo a lo que denomina
“mundo verdadero” que ha dominado la historia de la filosofía, pero que ha acabado
desvelándose como una fábula, como un cuento fantástico que nada tiene que ver con la
realidad.
Su significado en el apartado 1 “La forma más antigua de la Idea” "Idea" con mayúsculas, que
representa el fundamento último de la realidad, es Platón. La "Idea" es la realidad misma, el
modelo auténtico, y todo lo demás no es otra cosa que una mera copia. Platón inicia la historia
de este error: la distinción entre mundo verdadero y mundo aparente. En el mundo verdadero
habitan “el sabio, el piadoso y el virtuoso”: espíritus puros poseedores de la verdad y del Bien en
sí. De esta forma, Platón inicia un camino de alejamiento de la realidad y de los impulsos e
instintos.
En el apartado 2 “Progreso de la Idea” El cristianismo es para Nietzsche una simple prolongación
del platonismo (lo define algo así como un platonismo para el pueblo). El cristianismo convierte
la Idea de Platón en el “más allá”, en el “cielo”, en el mundo espiritual gobernado y regido por
Dios (al igual que el mundo de las Ideas de Platón estaba dominada por la Idea de Bien). La
referencia que hace al decir que la idea se convierte en mujer, se entiende en cuanto que la
mujer es sutil en el sentido de delicada y ligera; inaprensible porque al igual que las mujeres,
resulta difícil de comprender; y es insidiosa porque aparenta mostrarnos la verdad cuando en
realidad es engañosa y mentirosa (aquí muestra Nietzsche una postura misógina). Otro punto
importante, es que la Idea de Platón era accesible al conocimiento, sin embargo el cielo cristiano
resulta inaprensible, solo será accesible “al pecador que hace penitencia”.
Su significado en el apartado 3 “La Idea sublimizada” pertenece a Inmanuel Kant que al ser
natural de Königsberg de ahí que nos diga: “la Idea se ha hecho sublime, pálida, nórdica,
königsberguense”, para Nietzsche la filosofía de Kant sigue la estela platónica al convertir el
imperativo categórico en una obligación que gobierna nuestra vida en el terreno moral. Todo
nuestro pensar y nuestro actuar deriva de unas obligaciones morales que se encuentran en
nuestro interior, Dios ahora habita en nuestro entendimiento, se encuentra en lo que Kant llama
noumeno como algo que nos sirve de brújula básica para nuestro pensar y actuar.
TERCERA CUESTIÓN –REDACCIÓN- (5 Puntos):
La crítica de Nietzsche a la metafísica y al lenguaje. El perspectivismo.

CONTENIDOS RELACIONADOS CON EL FETICHISMO DEL LENGUAJE


Entendemos por fetichismo el atribuir de manera irracional a un objeto cualidades o propiedades
imposibles, que evidentemente no posee, y que causan la veneración, la idolatría, de dicho objeto. Un
fetiche puede ser una estatuilla a la que se le atribuyen poderes mágicos, una herradura que creemos nos
traerá suerte o una prenda de vestir de cierta persona que despierta en nosotros las mismas sensaciones
eróticas que si se tratase de la propia persona.
El fetichismo del lenguaje consistiría, pues, en atribuir a los conceptos un significado, una entidad, una
realidad detrás de ellos, que no existe y a la que, en muchos casos, conferimos un estatus que provoca
nuestra veneración. Se trata, como dice Nietzsche, de “(…) presupuestos básicos de la metafísica-del-
lenguaje (...)”; o, dicho de otra manera, nuestro lenguaje conceptual implica toda una ontología (errónea
según Nietzsche). Así, se presupone que el concepto es “algo” más que un signo, que tras él existe toda
una realidad con la que se corresponde, que existe todo un mundo de entidades superiores implicadas en
su uso. Por ejemplo: “Ese fetichismo ve en todas partes agentes y acciones: cree en la voluntad como
la causa en general; cree en el «yo», cree en el yo como ser, en el yo como substancia, y proyecta sobre
todas las cosas la creencia en la substancia-yo – de este modo crea ante todo el concepto cosa»… En
todas partes el ser es puesto por el pensamiento de modo suplementario, es introducido
subrepticiamente como causa; de la concepción del «yo» se sigue en primer lugar, como derivado, el
concepto «ser»… Al comienzo se encuentra un error que es la gran fatalidad, a saber, el error de que
la voluntad es algo que produce efectos, – de que la voluntad es una facultad… Hoy sabemos que no es
más que una palabra…– ”.
Las categorías gramaticales del lenguaje (sujeto, predicado, verbos, sustantivos, adjetivos…) nos
hacen pensar y creer en entidades que se corresponden con estas categorías. Así, por ejemplo, utilizamos
frases con la estructura sujeto-predicado y ello nos hace pensar que dicha estructura debe encontrar un
reflejo en la realidad: el sujeto se correspondería con la causa y el predicado con el efecto, lo cual no es
sino una invención de la razón. El sujeto “yo” nos hace creer en un agente de las acciones, en una
voluntad que es causa de las acciones, “que produce efectos”, que existe en forma de facultad mental. A
la vez, los sustantivos nos hacen creer en que existen “cosas” definidas, reflejadas, perfecta y
definitivamente por esos sustantivos. Pero “A la cosidad la hemos inventado simplemente según el
modelo del sujeto y la hemos introducido con la interpretación en el desorden de las sensaciones”
(Frag. Post. 9 [91]). Nietzsche destaca en su texto las palabras “proyecta”, “crea”, “introducido
subrepticiamente” dejando claro el carácter ficticio, producto de la imaginación humana, de esas
categorías, que han sido introducidas para poder comprender una realidad en perpetuo devenir que
escapa a una aprehensión definitiva y única: “Nuestra «comprensión de un acontecimiento» consistía
en que inventamos un sujeto que se convertía en responsable de que algo acontecía y de cómo
acontecía” (Frag. Post. 14 [98]). El mismo concepto de “causa” es una ilusión, producto del miedo ante
lo inhabitual y la necesidad de encontrar en ello algo conocido.
Nietzsche niega que exista un yo universal, un sujeto abstracto, fundamento de las categorías que
posibilitan (según Kant) el conocimiento. Sólo hay yos individuales, únicos corpóreos e históricos. Ese
yo propuesto por Kant, por Descartes, entre otros, no es más que una mera abstracción metafísica irreal
producto de un fetichismo del lenguaje que ha creado el mismo ser humano. El sujeto no es ninguna
substancia unitaria sino una pluralidad de fuerzas y una diversidad de personajes, una pluralidad de
motivos, sensaciones, pensamientos, emociones, juicios, a veces incluso contradictorios, que se ha
creado una unidad imaginaria. Pero la categoría lingüística que más éxito ha tenido ha sido el “ser” de
los eleatas, un término que debemos utilizar continuamente en nuestra comunicación diaria y que se
convirtió en el fundamento de la realidad: “De hecho, hasta ahora nada ha tenido una fuerza de
persuasión más ingenua que el error acerca del ser, tal como lo formularon, por ejemplo, los eleatas:
¡ese error tiene en favor suyo, en efecto, cada palabra, cada frase que nosotros pronunciamos!”
En resumen, el lenguaje, con sus categorías gramaticales, con sus conceptos, conlleva toda una
metafísica implícita, todo un mundo de entes ficticios que el ser humano ha atribuido de manera
fetichista al lenguaje: “La «razón» en el lenguaje: ¡Oh, qué vieja mujerzuela engañadora! Temo que no
vamos a librarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática…”
PERSPECTIVISMO
TEORÍA CONTRARIA AL OBJETIVISMO. AFIRMA QUE TODA TESIS RELATIVA AL MUNDO,
TODO CONOCIMIENTO, ESTÁ INFLUIDA POR LAS PECULIARIDADES DEL SUJETO
COGNOSCENTE.
Varias décadas antes que Ortega y Gasset, Nietzsche defiende el
perspectivismo: toda representación del mundo es representación que se hace un
sujeto; la idea de que podemos prescindir de la situación vital del sujeto, de sus
rasgos físicos, psicológicos, históricos o biográficos, para alcanzar un conocimiento
del mundo tal y como éste pueda ser (la idea de la posibilidad de un conocimiento
objetivo) es un absurdo. Nietzsche considera imposible el conocimiento de la
realidad en sí misma, pues toda afirmación, toda creencia, toda teoría del mundo
depende del punto de vista de la persona que la ha creado. Más aún, todo ser
dotado de algún grado de conocimiento, de alguna capacidad para representarse
el mundo (por ejemplo porque pueda percibirlo de algún modo), es tan buen
testigo del mundo como nosotros, los seres humanos. Nuestro punto de vista no
es mejor para una correcta descripción de la realidad que el de otras especies
animales (sencillamente porque no hay ninguna descripción mejor ni peor, todas
valen lo mismo). “Abstraer al sujeto equivale a pretender representarse el mundo
sin sujeto; es una contradicción: ¡representar sin representación! Quizá existen
cien mil representaciones subjetivas. Si se abstrae la nuestra humana, queda
entonces la de la hormiga. y si se abstrae toda vida menos la hormiga, ¿de veras
ésta sería el hilo del que pendería la existencia? Sí, el valor de la existencia pende
del hilo representado por los entes dotados de sensibilidad” (“La inocencia del
devenir”).
No existe ningún dato, ninguna experiencia, no contaminado por un punto de
vista, por una interpretación. “La característica del mundo del devenir es la de ser
informulable, falso, contradictorio. El conocimiento y el devenir se excluyen. Así
pues, no existen hechos que nos sean dados inmediatamente; sólo manejamos
interpretaciones”. No es posible un “criterio de verdad” (por ejemplo el famoso
criterio cartesiano de la claridad y la distinción), no existen los datos puros a partir
de los cuales podamos construir un saber objetivo. Y no podemos encontrar datos
o verdades primeras ni en nuestro conocimiento del mundo exterior, el mundo
que llamamos físico, ni tampoco en el mundo interior. La posición de Nietzsche es
tan radicalmente contraria a la posibilidad de encontrar una verdad absoluta que
ni siquiera cree posible lo que podría parecer la verdad más verdadera, el cogito
cartesiano: tampoco el mundo de la mente se nos muestra en su pureza, nuestro
conocimiento de la mente propia está tan influido por prejuicios como lo está el
conocimiento del mundo exterior. “Los hechos de conciencia no son más
inmediatos que los hechos externos, están construidos exactamente igual”. El
perspectivismo nietzscheano parece ser una forma de relativismo y subjetivismo.

CUARTA CUESTIÓN (1 Punto)


Comenta brevemente cualquier aspecto del pensamiento del autor del texto que juzgues importante en
alguno de estos sentidos: por su relación con el de otros filósofos, con hechos históricos relevantes o con
rasgos significativos del mundo contemporáneo.

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