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Marx Texto 1.

Manuscritos económicos-filosóficos 1844

¿En que consiste, pues, la alienación del trabajo?


Primero, en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, que no pertenece a su esencia, que, por eso, el
trabajador no se afirma en su trabajo, sino que se niega, no se siente bien, sino infeliz, no desenvuelve una energía
física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. De ahí que el trabajador sólo se sienta consigo
mismo fuera del trabajo y en el trabajo fuera de sí. “En lo suyo” está cuando no trabaja y cuando trabaja no está “en
lo suyo”. Su trabajo no es, pues, voluntario, sino obligado, trabajo forzado. No es entonces la satisfacción de una
necesidad, sino sólo un medio para satisfacer necesidades ajenas. Su carácter extraño se muestra nítidamente en que
en cuanto no hay una constricción física o de cualquier otra índole, se huye del trabajo como de la peste. El trabajo
externo, el trabajo en el que el hombre se aliena, es un trabajo de autoinmolación, de mortificación.
Finalmente la exterioridad del trabajo para el trabajador se manifiesta en que no es su propio trabajo, sino el
de otro, en que no le pertenece, en que en el trabajo no se pertenece a sí mismo, sino a otro.
Así como en la religión la actividad espontánea de la fantasía humana, del cerebro y del corazón humanos,
actúa independientemente del individuo, es decir, es para él como efecto de una acción divina o demoníaca; así la
actividad del trabajador no es actividad suya, pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo.

Comprensión del texto 1

Para Marx, la alienación religiosa y la alienación ideológica son fáciles de desenmascarar, porque aparecen de
manera patente; pero donde se da la forma más pura de alienación es en el trabajo y esta es la más difícil de
desenmascarar (Marx es, junto con Freud y Nietzsche, uno de los llamados “filósofos de la sospecha”: tras la aparente
neutralidad de ciertas ideas se esconden ideologías que sirven a los intereses de las clases dominantes)
Para Marx, no existe una esencia humana inmutable al margen de la historia (Hegel afirmaba que la esencia
humana es el pensamiento, la autoconciencia) el hombre se hace a sí mismo, a través de la historia, en la sociedad y
transformando la naturaleza. La única esencia del ser humano es la praxis productiva, el trabajo. El hombre está
llamado a transformar la realidad mediante su actividad material y es ésta la que lo distingue de los animales (no es la
autoconciencia de Hegel ni la religión de Feuerbach)
El ser humano es un “ser social y comunitario” ya que el individuo aislado, al margen de la sociedad, es una
mera abstracción”. Por eso, oponiéndose a la antropología abstracta de Feuerbach (que concibe una naturaleza
humana al margen de las relaciones sociales y de la historia) Marx afirma que la esencia humana es “el conjunto de
las relaciones sociales” -tesis VI sobre Feuerbach-.
¿Cuando el ser humano autónomo, libre y creador pierde su esencia y pasa a ser dominado y esclavizado por
los objetos creados por él, es decir, cuando el trabajo aliena al hombre?
Este es el tema del texto: cuando los productos de la actividad humana, sea esta material o espiritual, se
convierten en fuerzas superiores autónomas e independientes que dominan al ser humano, entonces se produce
alienación.

Ver apuntes: diferencia entre enajenación y alienación, alienación económica, alienación religiosa y
alienación socio- económica.

Marx Texto 2
La ideología alemana

En completa oposición a la filosofía alemana, la cual desciende del cielo a la tierra, nos levantamos aquí de
la tierra al cielo. Es decir, no se parte de aquello que los hombres dicen, imaginan o se representan, y tampoco de
dichos hombres, pensados, imaginados, representados, para desde ahí llegar a los hombres de carne y hueso; se
parte de los hombres realmente activos y con base en su real proceso vital, se presenta también el desarrollo de
los reflejos y ecos ideológicos de este proceso de vida. También las imágenes nebulosas en el cerebro de los
hombres son sublimaciones necesarias de su proceso vital material empíricamente constatable y ligado a
precondiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica, y cualquier otra ideología, y las formas de la conciencia
que les corresponden, pierden así la apariencia de autonomía. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo,
sino que los hombres que desenvuelven su producción material y su intercambio material son los que, al cambiar ésta
realidad, cambian también su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que
determina la vida, sino que es la vida la que determina la conciencia. En el primer modo de consideración se
parte de la conciencia como individuo vivo; en el segundo, que corresponde a la vida real, se parte de los mismos
individuos vivos y reales y se considera la conciencia únicamente como su conciencia.
Compresión del texto 2

El tema del texto es la alienación ideológica (Ver apuntes: alienación -crítica de Marx a Hegel y Feuerbach-)

Marx critica a Hegel como representante de la filosofía como “interpretación” de la realidad y de la


concepción cristiano-burguesa del mundo. Esta crítica se observa, sobre todo, en La ideología alemana y en la Crítica a
la filosofía del Estado de Hegel:la filosofía de Hegel es una forma de ideología, una justificación teórica de una
situación social y política (el estado prusiano) fundamentada en una interpretación falsa de la realidad.

En una acepción general se denomina ideología al conjunto de representaciones (imágenes, mitos, ideas o
conceptos...) de la sociedad en un momento histórico dado. En esta acepción, la ideología es un momento esencial y
necesario en la vida de los seres humanos y de la sociedad pues, como señaló Engels, “todo lo que mueve a los
hombres tiene que pasar necesariamente por sus cabezas”.
Sin embargo, en la medida en que la ideología expresa la relación del ser humano con su mundo (histórico y
social) las ideas que reflejan esa relación pueden hacerlo de un modo adecuado y verdadero o bien, de un modo falso.
En este último caso, es decir, como falsa representación de la realidad, el término “ideología” posee un sentido
peyorativo:
“conjunto de ideas, “sublimaciones” que dan una imagen o representación falseada y falsificada de la
realidad y de las condiciones en que se desarrolla la vida de los seres humanos, en beneficio de la clase dominante”

Por tanto, la ideología tiende a justificar la estructura económica del momento que conduce a una alienación
del ser humano. En este sentido, Marx critica a la filosofía anterior -fundamentalmente al idealismo alemán- y a la
economía política clásica.
La ideología forma parte de lo que Marx llama “superestructura” (constituida, además, por las formas de
conciencia jurídicas, políticas...) que está condicionada por la estructura económica o “infraestructura” (constituida
por las relaciones de producción y las fuerzas productivas: fuerza de trabajo y medios de producción) base real de la
sociedad.
La ideología, como forma de conciencia deformada, nace, pues, cuando la división del trabajo (manual e
intelectual) permite que la conciencia se separe de la práctica social de la producción: el hombre se dedica a crear
teorías puras.
Los intelectuales crean formas de conciencia y hacen que los demás tomen como real lo que no es sino
producto de su imaginación.
Pero, como afirmaba Feuerbach, la naturaleza y el hombre, que forma parte de ella, son lo único real. Las
ideologías sólo son “formaciones nebulosas”, productos del cerebro de los hombres, y por esta razón deben ser
rechazadas, pues no entran en un proceso empíricamente contestable y sujeto a condiciones materiales.
La ideología filosófica, como la religiosa, crea sus propios objetos que carecen de consistencia real y no son
más que productos imaginarios de los hombres que proyectan “en las nubes” su subordinación y su resignación.
Quedarse en la teoría, aislada de la praxis, sólo se explica por el desgarramiento y contradicción de la
situación económica, pero, según Marx, está en manos del hombre la posibilidad de cambiar las circunstancias
económicas materiales y sociales que conducen a la alienación ideológica:
la alienación ideológica (filosófica, religiosa y política) puede ser superada mediante la eliminación de las
contradicciones materiales que la sustentan.

El “socialismo científico” de Marx pretende desenmascarar toda falsa representación propia de las ideologías
para poder superar el sistema capitalista y los antagonismos de clase.

Marx Texto 3
Para la crítica de la economía política

El resultado general que obtuve y que, una vez conseguido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede ser
formulado brevemente de este modo: en la producción social de su vida entran los hombres en determinadas
relaciones, necesarias, independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un
determinado nivel de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. La totalidad de estas relaciones de
producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se eleva una superestructura
jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas sociales de conciencia. El modo de producción de la
vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual. No es la conciencia de los hombres la
que determina su ser sino al contrario, es su ser social lo que determina su conciencia. Durante el curso de
su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de
producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior
se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se
convierten en trabas de estas fuerzas. Sobreviene así una época de revolución social.
Comprensión del texto 3

Ver apuntes: El materialismo histórico

En el sistema de Marx hay una idea básica: el trabajo actúa, independientemente de la voluntad del hombre,
como elemento transformador de la realidad. El mundo material no depende ni de la ideología ni de ninguna fuerza
trascendente, sino de los modos de producción y de las relaciones de producción. Ambos constituyen las bases
para comprender la historia de las transformaciones sociales. Todo lo demás (las instituciones, las leyes, la cultura)
está subordinado a los modos de producción.
Por tanto, no es el Estado, como régimen político concreto,el factor principal, sino la sociedad civil, como
conjunto de relaciones económicas. La satisfacción de las necesidades humanas es lo que mueve la historia.
Los recursos que se encuentran en la naturaleza, los modos de producirlos y las relaciones de producción,
determinan el entramado social y, por consiguiente, permiten establecer el tipo de estructuras sociales. No se trata
tampoco de reducir la historia a mera historia de la economía, sino de detectar el factor económico presente en toda
actividad humana, el cual es la base de la historia. Esto es el materialismo histórico: explicación de las estructuras
sociales y de las leyes que rigen sus cambios históricamente constatables.

Para Marx, las contradicciones del sistema capitalista de producción radican en las relaciones de producción,
pues estas no son más que la lucha por el dominio de los medios necesarios para conseguir el producto. La
contradicción surge cuando el trabajo es propiedad de la clase proletaria y los medios de producción son propiedad de
la clase capitalista. Esto conduce a que el trabajo humano se convierta en una mercancía más bajo las leyes del
mercado (oferta y demanda).
Pues bien, la relación entre el propietario de los medios de producción (el burgués capitalista) y el trabajador
(proletario) está en la base del entramado social y permanece oculta. Es la infraestructura.
La infraestructura está constituida por los principios económicos de explicación de lo real. La
superestructura es el montaje jurídico-ideológico-religioso que justifica una determinada estructura económica.

La tesis básica del materialismo histórico afirma que en cada época la infraestructura económica
determina o condiciona la superestructura ideológica. Es decir, que la producción material condiciona la
producción espiritual, que el ser social determina la conciencia. La relación entre infraestructura y superestructura no
se debe entender, sin embargo, de manera unilateral, de manera que, siempre y en todo lugar, la base económica sea
causa y la superestructura efecto. La superestructura tiene una autonomía relativa y puede influir sobre la
infraestructura (por ejemplo, el influjo de la religión en el sistema feudal). Entre ambas hay, pues, una relación
dialéctica de mutuo influjo; a pesar de ello, la economía es siempre, en última instancia, la determinante.

Para Marx sólo podemos concebir científicamente a historia si la interpretamos como un proceso
dialéctico, como una serie de contradicciones que se dan en la estructura económica: en las relaciones entre
las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción revisten históricamente la
forma de antagonismo de clases. De ahí que Marx en el Manifiesto Comunista (1848) afirme que “el motor de la
historia es la lucha de clases”
Las clases, en sentido marxista, son grupos sociales antagónicos que se definen en función del lugar que
ocupan en el proceso de producción, es decir, en virtud de la propiedad o no de los medios de producción: libres y
esclavos, señores y siervos, burgueses y proletarios. En realidad, Marx no descubre las clases sociales ni la lucha
entre ellas, lo que descubre es la vinculación que guardan las clases sociales con determinadas fases históricas del
desarrollo de la producción (modos de producción).
Puesto que las fuerzas productivas avanzan más, llega un momento en que las relaciones de producción
se convierten en trabas a su progreso, lo que implica entrar en una fase de revolución social que acabará dando
paso a una nueva formación social. Así se comprende que Marx pensara que el desarrollo del sistema capitalista de
producción conduciría, inevitablemente, a la superación de la sociedad burguesa y de la propiedad privada de los
medios de producción. Con la lucha de clases se camina hacia la sociedad sin clases: sociedad comunista sin Estado
como poder represivo y donde las relaciones serían libres relaciones de producción. (Esta sociedad, sin embargo,
no llegó a producirse aún en el proceso histórico y representa, como dice Bloch, una especie de utopía de la
esperanza, es decir, una aspiración a un mundo justo, igualitario y feliz)

En conclusión, la historia no es conducida, según el materialismo histórico marxista, por la “astucia” de la


razón (como afirmaba Hegel) sino, fundamentalmente, por el desarrollo de las fuerzas de producción, la principal
de las cuales es el trabajo humano. Por tanto, el hombre “productor, trabajador” es el verdadero
protagonista de la historia.
Las contradicciones que mueven la historia no son entre ideas, sino entre clases sociales, su raíz no está en el
mundo espiritual, sino en la economía material. Tesis- antítesis- síntesis es el triángulo dialéctico que configura el
progreso histórico: el capitalismo genera en su seno el proletariado como antítesis de la burguesía, el cual habrá de
conducir, tras un periodo revolucionario, a la dictadura del proletariado (que Engels comparó con la Comuna de
París y que recibió luego el nombre de “fase socialista”).
El Estado proletario, antítesis del estado capitalista, será,según Marx, transitorio. La síntesis, negación de la
negación, llegará con la disolución del Estado o fase final de la historia: el comunismo. En la sociedad comunista los
medios de producción son comunes, pertenecen a la comunidad por lo que, suprimida la propiedad privada, es decir, el
capital, abolidos los antagonismos de clase, quedaría abolida la explotación, la contradicción y la lucha. La sociedad
comunista sería así la meta de la historia o, si se prefiere, el final de la pre-historia, es decir, del inhumano
periodo de desigualdad. A partir de ahí, la historia empezará a escribirse en positivo.
La teoría del futuro nuevo ser humano supone la superación de todo tipo de alienación, la recuperación
de la verdadera esencia humana y la reconciliación definitiva del ser humano consigo mismo, con la naturaleza y con
los demás hombres.

Marx Texto 4
El capital
Por otro lado, sin embargo, se restringe el concepto de trabajo productivo. La producción capitalista no es
simple producción de mercancías, es esencialmente producción de plusvalía. El trabajador no produce para sí, sino
para el capital. Es por eso que ya no es suficiente con que simplemente produzca; tiene que producir plusvalía. Sólo es
productivo el trabajador que produce plusvalía para el capitalista o en provecho de la autorrealización del capital... Por
eso en ningún caso el concepto de trabajo comprende únicamente una relación entre actividad y efecto útil, entre
trabajador y producto del trabajo, sino también una relación de producción específicamente social que se
genera históricamente y que hace del trabajador un instrumento inmediato para el provecho del capital...
La prolongación de la jornada laboral más allá del punto en que el trabajador ya ha producido el equivalente
del valor de su fuerza de trabajo y, además, la apropiación de esta plusvalía por el capital: eso es la producción de
plusvalía absoluta. Esta constituye el fundamento universal del sistema capitalista y el origen de la producción de
plusvalía relativa. En este caso la jornada laboral está dividida de antemano en dos partes: trabajo necesario y
trabajo añadido. Para prolongar el trabajo añadido se acorta el trabajo necesario por métodos mediante los cuales el
equivalente del salario es producido en menos tiempo. La producción de la plusvalía absoluta tiene que ver únicamente
con la duración de la jornada de trabajo; la producción de la plusvalía relativa revoluciona por completo los procesos
técnicos de trabajo y los agrupamientos sociales.

Compresión del texto 4

Ver apuntes: El análisis de la mercancía y el concepto de plusvalía

Para comprender la diferencia entre plusvalía absoluta y plusvalía relativa veamos un ejemplo:
Si un empresario paga 1000 € a un trabajador por 8 horas de trabajo y produce ese beneficio en 4 horas, los
1000 € restantes que el trabajador produce en las otras 4 horas y que el empresario no le paga (es decir, su
plustrabajo) son la plusvalía absoluta.
En 8 horas el trabajador produce 2000 €, pero el empresario sólo le paga 1000 €, por lo que el empresario
obtiene una plusvalía de 1000€.
Ahora bien, si el empresario consigue que el trabajador se vuelva mucho más productivo, por ejemplo
mejorando las técnicas de producción, pero mantiene su salario en 1000 € de modo que produzca el mismo beneficio
en la mitad de tiempo (por ejemplo, que produzca un beneficio de 2000 € en 2 horas), entonces el empresario habrá
conseguido que otras 2 horas más pasen a incrementar la plusvalía absoluta:
el trabajador sigue trabajando 8 horas pero para producir lo que el empresario le paga (1000 €) es suficiente
con que trabaje 2 horas y no 4 como antes.
Ahora, en 8 horas, el trabajador produce 4000 € pero el empresario sólo le paga 1000 € con lo que ha
triplicado la plusvalía que ahora es de 3000 €, en lugar de los 1000 € de plusvalía inicial.

Por lo tanto, cuanto más se pueda producir en menos tiempo, menos será el trabajo necesario para producir
el salario pagado por el empresario y más fácil le será a este último incrementar su plusvalía (ya que el empresario se
queda con el fruto del trabajo añadido, es decir el trabajo realizado por el obrero y cuyo beneficio el empresario no
paga al trabajador). El total de la plusvalía o la plusvalía que en términos absolutos se embolsa el empresario, es,
pues, relativa a la eficacia productiva del trabajador.

En el sistema capitalista el trabajo se convierte en una mercancía más sujeta a la ley de la oferta y la
demanda. Como los medios de producción están en manos del capital, hay una oferta abundante de mano de obra y el
capitalista puede comprar a bajo coste el trabajo del obrero, robándole parte del valor de su trabajo.
El afán del capitalismo por aumentar los beneficios hace que cada vez invierta más capital en máquinas, que
prolonguen las jornadas de trabajo, que se limite el número de trabajadores y se reduzcan los salarios. Surge
entonces la contradicción interna del propio sistema capitalista:
el proceso de inversión en máquinas hace que aumenten los precios al consumo y el beneficio sea cada vez
más bajo; un proletariado empobrecido no puede acceder a las mercancías que produce; aumenta el número de
parados; el mercado languidece cada vez más provocando, según Marx, la ruina del sistema capitalista.

Marx está convencido de que las correcciones que se pueden introducir en este sistema no bastan para
solucionar las crisis que provoca y que lo que entra en crisis es el sistema mismo.
Por otra parte, esta situación de crisis hace que la clase proletaria tome conciencia de la situación en que se
encuentra. Por tanto, se darían las condiciones objetivas para acabar con es sistema capitalista que reduce a la
mayoría de los hombres a un estado miserable y los despoja de lo que los define como hombres, el producto de su
trabajo.

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